OO7 | FRICCIÓN Y FURIA
La luz del sol se filtraba a través de las ventanas del hotel, iluminando la elegante sala de desayunos. Jungkook se encontraba en una mesa, tomando su café negro, con el aroma fuerte y robusto llenando el aire. Vestía una camiseta negra que se ajustaba perfectamente a su torso musculoso y pantalones de mezclilla oscuros, que realzaban su figura y le daban un aire despreocupado. Su cabello oscuro caía desordenado sobre su frente, dándole un aire casual, pero atractivo.
Al mismo tiempo, Giavanna bajaba por las escaleras del hotel, sus pasos resonando suavemente en el mármol. Llevaba un atuendo cómodo: una camiseta blanca sin mangas que resaltaba su figura y pantalones de senderismo oscuro que acentuaban sus curvas. Su cabello, ahora de un negro brillante, caía en ondas suaves por sus hombros, y sus ojos mieles brillaban con una mezcla de determinación y nerviosismo. Sabía que pasarían todo el día juntos, aunque no entendía por qué le pidieron que llevaran ropa cómoda. La idea le provocaba un revuelo en el estómago, una mezcla de emoción y ansiedad.
Cuando sus miradas se cruzaron, el tiempo pareció detenerse por un instante. A medida que se acercaban, la tensión habitual entre ellos flotaba en el aire, como un hilo invisible que los unía y los separaba al mismo tiempo. Giavanna intentó mantener su actitud desafiante.
—Espero que no te olvides de llevar el sentido de la dirección contigo —dijo Giavanna, cruzando los brazos con una sonrisa burlona.
—No te preocupes, me las arreglaré. Solo espero que no te quedes atrás —respondió, con una mirada arrogante que encendía la chispa entre ellos.
En ese momento, Janelle apareció, interrumpiendo su intercambio. Su presencia imponente captó la atención de ambos.
—Necesitamos hablar —dijo Janelle, con un tono firme—. Este día es crucial para la película y no podemos permitir que sus diferencias interfieran, por eso les he organizado algo especial.
Jungkook se volvió hacia Janelle, mientras Giavanna observaba con curiosidad.
—¿Qué tienes en mente? —indagó él, con una ceja alzada.
—Hoy irán a Cathedral Rock a hacer una caminata. Es importante que pasen tiempo juntos y dejen a un lado sus problemas personales —explicó, manteniendo su semblante serio—. Les ayudará a encontrar la química que necesitamos para la película.
Antes de que pudieran abordar el coche, Jungkook se alejó junto a Janelle, y Giavanna los observó desde la distancia, desconcertada. Una sensación de incomodidad creció en su interior mientras notaba la cercanía entre ellos. Janelle hablaba en voz baja. Sus gestos calmados contrastaban con la tensión que Jungkook parecía tener. El entrelazamiento de sus cuerpos y la facilidad con que Janelle parecía manejar la situación despertaban en Giavanna preguntas que no quería hacerse.
¿Qué tenían que discutir tan a solas? ¿Por qué siempre entre ellos parecía haber tanta confianza? Aunque Jungkook trataba de mantener su compostura, su expresión revelaba una inquietud que no podía ocultar. Era evidente que había más de lo que parecía.
Finalmente, cuando Jungkook y Janelle regresaron, la directora se dirigió a ambos con una mirada seria, advirtiéndoles que necesitarían dejar sus diferencias a un lado y concentrarse en la tarea.
—Recuerden, hay parte del personal que estará atento a ustedes durante la caminata. No queremos ningún accidente —Su tono firme dejaba en claro que no toleraría ninguna tontería—. Así que, por favor, manténganse en comunicación.
Jungkook se acercó a su mochila, la cual estaba tomando el conductor, asegurándose de que llevaba todo lo necesario para ambos, mientras Giavanna lo observaba con un ligero desconcierto.
—Genial, ahora sí que estamos listos —mencionó él, y su tono tenía una mezcla de desafío y despreocupación.
—Sí, listos para ver si realmente sabes cómo guiarnos —respondió Giavanna, desafiándolo con una sonrisa divertida.
Sin más palabras, el conductor les hizo una señal, llevándolos hacia el vehículo que los llevaría a su destino. Jungkook y Giavanna se subieron, ocupando cada uno un lado del asiento trasero, la distancia notable, pero la energía entre ellos seguía creciendo.
A medida que el coche se ponía en marcha, Giavanna miró por la ventana, tratando de calmarse, mientras Jungkook se cruzaba de brazos, sintiéndose igualmente nervioso por la aventura que les esperaba. Ambos sabían que lo que sucedería ese día podría cambiar la naturaleza de su relación para siempre.
El coche avanzaba por las carreteras de Sedona, rodeado de impresionantes formaciones rocosas y un cielo azul radiante. Jungkook se sentaba en el asiento trasero, mirando por la ventana, observando cómo los colores del paisaje se mezclaban. En su mente, una lucha interna se desarrollaba. La tensión entre él y Giavanna era intensa, un hilo delicado que parecía estar a punto de romperse.
«¿Por qué tiene que ser tan insoportable? ¿Vamos a poder concentrarnos en la película o terminaremos enfrentándonos otra vez?» Se preguntaba Jungkook, conteniendo la frustración que ella le provocaba, recordándose que debía ser profesional.
A su lado, Giavanna trataba de no prestar atención a la incomodidad que sentía al estar tan cerca de él. Con el cabello ahora atado en una coleta alta, se veía fresca y enfocada, pero en su interior, la inquietud aumentaba.
«¿Por qué siempre tenemos que estar en desacuerdo?¿Voy a poder aguantar su actitud el tiempo que sea necesario? No puedo darme el lujo de perder este papel por su culpa» pensaba, esforzándose en mantener la calma, aunque la rabia que él le provocaba la tentaba a perder el control por primera vez. Y a pesar de su deseo de ignorarlo, no podía evitar recordar el brillo de sus ojos oscuros cuando la miraba. Tenía que mantener la distancia.
Mientras el coche giraba por una curva, Jungkook se volvió hacia ella, atrapado por la forma en que el sol iluminaba su rostro, realzando las pecas sobre su nariz. Era increíble cómo un cambio de color podía transformarla. Sin embargo, había algo en su expresión que lo intrigaba, algo más que la rivalidad entre ellos. La observaba con curiosidad. Su mente se llenaba de preguntas. ¿Cómo había llegado a esta situación? El juego entre ellos estaba enraizado en un profundo deseo de desafiarlos, pero también había una conexión que no podía ignorar.
Giavanna sintió que Jungkook la observaba. Se giró hacia él, y por un instante, sus miradas se encontraron. La intensidad del momento la sorprendió, un pequeño destello de complicidad que la dejó sin aliento.
«Debo concentrarme en la caminata y en mi trabajo» pensó, tratando de desviar la atención de sus pensamientos. Sin embargo, la idea de tener que pasar todo el día con él la mantenía alerta. El aire entre ellos vibraba con un potencial que ni siquiera podían entender.
—¿Cuánto tiempo tomará la caminata hasta la cima de Cathedral Rock? —preguntó Jungkook al conductor, rompiendo el silencio y llevando la atención de Giavanna hacia él nuevamente. Su voz tenía un tono de impaciencia, como si quisiera que la caminata comenzara lo antes posible.
—Aproximadamente una hora —respondió el conductor, sonriendo a través del espejo retrovisor—. Todo depende de ustedes
—Perfecto —murmuró, recostándose en su asiento con un aire de confianza.
Mientras el coche continuaba su recorrido, Giavanna se acomodó en su asiento, sintiendo que la tensión se acumulaba a su alrededor. Tal vez podría ser un día en el que finalmente se entiendan, reflexionó. O tal vez un día en el que las cosas se vuelvan aún más caóticas. Miró a Jungkook, quien la estaba observando con una expresión que ella no podía descifrar. La única forma de averiguarlo era seguir adelante.
(...)
El viaje en coche hacia Cathedral Rock se tornó más largo de lo que ambos habían anticipado. El conductor, un hombre amable, pero charlatán, se detuvo en un par de ocasiones para señalar lugares de interés que habían capturado su atención. Primero, se detuvieron en un mirador con vistas espectaculares, donde el hombre insistió en que tomaran algunas fotos. Mientras Giavanna se veía obligada a sonreír para la cámara, sintió que Jungkook estaba en el fondo, con una expresión de impaciencia que contrastaba con su propia frustración.
—¿Cuánto más falta para llegar? —preguntó al conductor, sus ojos reflejando una mezcla de irritación y ansiedad. La idea de pasar más tiempo del necesario en el coche y pegado a Giavanna, en lugar de en el sendero, lo ponía de mal humor.
—No mucho, solo unos veinte minutos más —respondió el conductor, ajeno a la tensión en el aire.
Giavanna miró por la ventana, sintiendo cómo su impaciencia crecía. Ella también deseaba que llegaran pronto. Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba y el paisaje comenzaba a repetirse, se sentía cada vez más incómoda en el pequeño espacio del coche, la tensión entre ella y Jungkook parecía ir en aumento.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el conductor giró por un camino más estrecho que conducía a la base del rock. Ambos se sintieron aliviados al ver que estaban cerca, pero esa sensación fue pronto reemplazada por la frustración acumulada.
—Espero que no sea así toda la caminata —comentó Giavanna, intentando romper el hielo mientras se ajustaba el cabello atado en una coleta.
—Ya lo veremos —murmuró, cruzando los brazos y observando el sendero que se alzaba ante ellos. Su tono era serio, como si ya estuviera planeando cómo enfrentarse a cualquier obstáculo que pudiera surgir en el camino.
Ambos se bajaron del coche, el aire fresco de la tarde les dio una pequeña dosis de energía. Sin embargo, la frustración seguía presente, y el desafío que los esperaba en la caminata les recordaba que aún había mucho que resolver entre ellos. Así, con una mezcla de ansiedad y anticipación, ambos se encaminaron hacia el inicio de su caminata, sin saber que el día los llevaría a enfrentarse no solo a la naturaleza, sino también a la tensión que latía entre ellos.
El camino hacia Cathedral Rock se presentaba imponente y majestuoso, con sus formaciones rocosas elevándose hacia el cielo como si fueran pilares de un templo antiguo. Las paredes de roca roja se alzaban alrededor de ellos, bañadas en un cálido resplandor dorado por el sol de la tarde, mientras el aroma fresco de la tierra y la vegetación los envolvía. Pero de todas formas, la belleza del paisaje no podía disipar la tensión que los rodeaba.
Jungkook caminaba con paso firme, su mirada centrada en el sendero delante de él, pero su mente estaba lejos, preocupándose por lo que podría suceder en la película y cómo su relación con Giavanna podría influir en ello. Su mochila, cargada con lo esencial para ambos, le colgaba de un hombro, y el sonido del tejido contra su camiseta azul resonaba en el silencio. A su lado, Giavanna caminaba con un paso más ligero, aunque su expresión reflejaba una mezcla de concentración y frustración. Se sentía inquieta, luchando con la presión de ser observada y la constante irritación que emanaba de la situación. A pesar de la belleza del paisaje, su mente estaba atrapada en la frustración de su relación con Jungkook. Sabía que la química entre ellos era notable, pero cada uno se aferraba a su papel de antagonista.
El silencio se volvía cada vez más pesado, cargado de una tensión casi eléctrica. Ambos eran conscientes de que sus interacciones estaban bajo la mirada atenta de cualquier paparazzi que pudiera estar al acecho, lo que solo hacía que sus frustraciones crecieran.
Después de varios minutos, el sendero se tornó empinado, y Giavanna, sintiendo que la tarde avanzaba sin que ellos llegaran a su destino, rompió el silencio.
—¿Qué hora es? —preguntó, intentando mantener un tono casual mientras miraba a Jungkook de reojo. Su corazón latía más rápido, no por el esfuerzo físico, sino por la necesidad de romper la tensión.
—Cerca de las tres —respondió, con la mirada fija en el camino, como si evitarla a propósito le ayudara a controlar sus pensamientos.
Frunció el ceño, frustrada por cómo el tiempo parecía desvanecerse. Se detuvo un momento, sintiendo la necesidad de aliviar la atmósfera opresiva que los rodeaba.
—Genial. Estoy segura de que no hay nada mejor que una caminata sin rumbo por un bosque, donde cada minuto se siente como una hora —comentó con una sonrisa irónica; su tono pretendía ser ligero, pero había una chispa de desafío en sus ojos, como si esperara que él respondiera de alguna manera—. Tal vez deberíamos empezar a dejar marcas en los árboles para no perdernos.
Jungkook no pudo evitar soltar una risa entre dientes; la tensión entre ellos era casi visible. Se detuvo por un instante, girando la cabeza para mirarla, y por un breve momento, los dos compartieron una conexión en medio de la frustración.
—No te preocupes, si te pierdes, estaré seguro de no ir a buscarte —replicó, desafiándola con una mirada que, aunque era seria, mostraba un destello de diversión que iluminaba sus oscuros ojos.
La respuesta de Jungkook provocó que se detuviera y lo mirara fijamente, su expresión alternando entre sorpresa y desafío. Era un juego, y estaba más que dispuesta a jugar, aunque una parte de ella se sentía incómoda por la forma en que su corazón se aceleraba con cada intercambio.
Con un giro de su cabeza, Giavanna continuó el camino, su mente revoloteando entre la ira y un extraño placer al ver cómo Jungkook se mantenía firme en su actitud desafiante. A medida que avanzaban, la tensión entre ellos se tornaba más intensa, un delicado equilibrio de rivalidad y un entendimiento tácito que ambos luchaban por ignorar.
A medida que Jungkook y Giavanna se adentraban en el sendero hacia Cathedral Rock, las imponentes rocas rojas se alzaban a su alrededor, pero el verdadero desafío era el camino que tenían por delante y el peso de la incomodidad que compartían. La majestuosa belleza del paisaje no podía competir con el desafío notable de sus emociones.
La caminata seguía en silencio, ambos sumidos en sus pensamientos. Jungkook, con su mochila a cuestas, calculaba el tiempo que les quedaba por recorrer. A su lado, Giavanna se esforzaba por mantenerse, su cabello atado, ahora desordenado, que dejaba escapar algunos mechones rebeldes. La vista de sus ojos mieles brillando bajo la luz del sol le causaba una extraña agitación.
—¿Cuánto más tiempo tenemos? —preguntó ella de repente, mirando hacia el reloj en la muñeca de Jungkook, que parecía más interesado en el paisaje que en su compañía.
—¿Por qué? ¿Te estás cansando ya? —Dejó escapar una risa burlona—. La caminata es de aproximadamente una hora, pero a este ritmo, podrías necesitar una semana.
—Quizás si tuviera un guía que no se riera de cada tropiezo, no estaría tan cansada. Pero claro, eso es pedir mucho.
—No soy tu niñera, Giovanna —recalcó, alzando las cejas con desdén—. Si te caes, es solo un espectáculo más para mí.
El tono mordaz de sus palabras solo intensificaba la frustración que ambos sentían. Cada paso era un tira y afloja de emociones, y la energía en el aire era casi eléctrica. Sin embargo, no pudieron evitar que el camino se tornara más difícil. Giavanna luchaba por mantener el equilibrio, pero a cada paso, las piedras sueltas parecían jugar en su contra.
—Parece que a tu cuerpo no le gusta el ejercicio —se burló, mientras ella se tambaleaba de nuevo.
—Tienes razón, prefiero mi sofá...—contestó, apenas logrando evitar otro tropiezo. Pero en ese momento, la suerte la abandonó; una piedra suelta la hizo perder el equilibrio, y, en un impulso natural, Jungkook se lanzó hacia ella. Sus manos se cerraron firmemente alrededor de su cintura, sujetándola justo a tiempo para evitar que cayera.
El contacto fue electrizante, y el mundo a su alrededor pareció desvanecerse por un momento. Giavanna se sintió completamente envuelta por el calor que emanaba de él; era como si una chispa hubiera saltado entre ellos.
Estaba tan cerca que podía percibir el aroma masculino que emanaba de su piel, una mezcla de sudor y algo primal que la hizo sentir una extraña emoción. La piel de Giavanna ardía, y el sudor que cubría su cuerpo la hacía sentir expuesta. Sus rostros estaban tan cerca que podía ver los pequeños detalles en el rostro de Jungkook: los contornos marcados de su mandíbula, su cabello algo desordenado, y la barba de pocos días que mantenía, dándole un aire más rudo y despreocupado. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que la desarmaba.
Jungkook no podía apartar la mirada de ella. Su rostro enrojecido por el esfuerzo, sus labios ligeramente entreabiertos por la respiración entrecortada, y esa mezcla de sorpresa y vulnerabilidad en sus ojos mieles lo dejaba sin aliento. Su figura, un poco encorvada por el cansancio, se mantenía a la espera de que él la soltara, pero al mismo tiempo, había algo en ese instante que lo mantenía cautivado. La tensión del momento lo envolvía, y no podía ignorar cómo su cuerpo, también algo sudado, se adhirió al de ella en un roce casual, pero cargado de significado. El calor entre ellos se intensificó, y la proximidad parecía crear una burbuja que los aislaba del mundo exterior.
Sin embargo, Jungkook, consciente de lo cerca que estaban, se apartó abruptamente, como si el contacto le hubiera quemado. Su rostro había recuperado la seriedad, aunque su mirada todavía revelaba un matiz de inquietud.
—Solo te ayudé para que no me echaran la culpa si te lastimas por ser estúpida al no saber caminar —aclaró, tratando de recuperar su habitual tono burlón, pero su voz traicionaba la tensión del momento.
Giavanna, aún sintiendo el calor de su cuerpo y la brisa caliente sobre su piel, trató de recomponerse. Su rostro estaba enrojecido, el sudor resbalando por su frente y haciendo que sus pecas se destacaran. El contacto con él la había dejado aturdida y confundida.
—Claro, porque eso es lo que se espera de un "guía" —replicó, intentando ocultar la forma en que su corazón aún latía con fuerza y la incomodidad que la proximidad de Jungkook había provocado en ella.
La distancia entre ellos se amplió, pero la intensidad del momento se mantuvo en el aire, flotando entre ellos como un secreto no revelado. Cada paso hacia Cathedral Rock parecía cargado de un desafío que tenía tanto de lucha como de tensión. El roce de sus brazos al caminar, la forma en que sus miradas se encontraban y se desviaban rápidamente, todo contribuía a una energía compartida que era difícil de ignorar.
—Vamos, apúrate —ordenó, rompiendo el silencio con un tono brusco. La seriedad en su voz contrastaba con la intensidad del momento anterior—. Quiero terminar con esta mierda de una vez.
Giavanna, aún recuperándose de la cercanía, frunció el ceño ante su comentario. Aunque le molestaba su falta de tacto, había algo en su actitud que le resultaba familiar y frustrante. La verdad era que ella también deseaba que la caminata llegara a su fin. No estaba allí para disfrutar del paisaje, sino para intentar llevar a cabo su trabajo y evitar cualquier situación incómoda con él.
—¿Sabes qué? Tal vez, si no fueras tan rudo, esto sería más fácil.
La miró de reojo, una mezcla de irritación y diversión dibujándose en su rostro. El camino se volvía más empinado y rocoso, y la frustración crecía entre ambos, pero había algo más que se manifestaba en su interacción. Las miradas desafiantes se cruzaban, y cada comentario sarcástico era como una chispa que encendía la atmósfera entre ellos.
—Tal vez deberías concentrarte en no caerte de nuevo —Dejó que su voz se tornara más juguetona, aunque la tensión seguía presente—. No quiero ser responsable de que te rompas algo.
Giavanna lo fulminó con la mirada, pero al mismo tiempo no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en sus labios. En medio de su irritación, había un extraño placer en el intercambio verbal, como si, en lugar de enemistarse, se estuvieran acercando de una manera sutil, pero innegable.
—Muy gracioso. Tal vez deberías dejar de actuar como si supieras todo.
Mientras avanzaban, sus cuerpos se mantenían en un extraño equilibrio entre la distancia y la cercanía, el sudor de sus frentes reflejando el esfuerzo y la incomodidad que sentían. Ambos sabían que había algo más allá de la tensión habitual entre ellos, pero se negaban a admitirlo.
(...)
A medida que continuaban la caminata, el sudor les empapaba la piel y la tensión entre ellos no hacía más que intensificarse. Giavanna, con el rostro enrojecido y el cabello atado en una coleta deshecha, no podía dejar de quejarse.
—Jungkook, ¿tienes una botella de agua? —preguntó, su voz entrecortada por el esfuerzo. La necesidad de hidratación se había convertido en un mantra, y ella no se rendiría tan fácilmente.
Él caminaba unos pasos por delante, tratando de ignorarla, pero la insistencia de Giavanna era cada vez más irritante.
—¡No puedo creer que te estés quejando tanto! —exclamó, sin volverse—. Es solo un poco de ejercicio.
—No es solo ejercicio, ¡es una caminata! ¡Necesito agua! —insistió ella, apretando los dientes.
A medida que avanzaban, la queja de Giavanna se volvía un eco en su mente. Al final, su paciencia se agotó. Se detuvo y dio media vuelta, frunciendo el ceño.
—Eres insoportable —murmuró, y antes de que ella pudiera replicar, sacó la botella de agua de su mochila y se la lanzó, pero con tanta brusquedad que el líquido se derramó un poco al abrirse.
Giavanna apenas logró atraparla, sorprendida por su reacción.
—Gracias, animal —respondió con un tono mordaz, mientras se llevaba la botella a los labios.
—No me des las gracias, solo estaba cansado de oírte.
Reanudaban el camino, sintiendo una mezcla de irritación y satisfacción. Ella había logrado sacar de él algo que no había previsto.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad de esfuerzos, llegaron a un mirador impresionante. La vista se extendía ante ellos, un despliegue de formaciones rocosas y un cielo despejado que parecía infinito. El aire fresco y puro les dio un respiro bienvenido, pero a pesar del paisaje espectacular, la atmósfera entre ellos era aún más intensa.
Giavanna se apoyó contra una roca, tomando un trago de agua mientras miraba la panorámica. Sin embargo, no podía evitar sentir el peso de la presencia de Jungkook a su lado. La cercanía entre ellos era notable, y cada vez que sus miradas se encontraban, un chispazo de desafío pasaba entre ellos.
—No está tan mal —comentó Giavanna, intentando romper el silencio.
—Sí, bueno, la verdad es que esperaba que te desmayaras en el camino.
Se cruzó de brazos y mirando hacia el horizonte, aunque en el fondo, también apreciaba la vista.
La tensión permanecía, un hilo invisible que los mantenía conectados a pesar de la frustración que se lanzaban el uno al otro. Aunque sus interacciones eran desafiantes, había un reconocimiento mutuo de que, a pesar de las diferencias, algo en el aire estaba cambiando, y el mirador, con su belleza imponente, era el escenario perfecto para ese nuevo juego que comenzaba a desarrollarse entre ellos.
Mientras se sentaban en una roca grande, ambos tomaron un momento para recuperar el aliento. La vista desde el mirador era espectacular, con el vasto paisaje de Cathedral Rock extendiéndose ante ellos, las formaciones rocosas talladas por el tiempo brillando bajo el sol. El aire fresco era un respiro bienvenido, pero la atmósfera entre ellos aún era densa, cargada de una tensión que no sabían cómo gestionar.
—No puedo creer que hayamos tenido que hacer esto por la película —mencionó Giavanna, rompiendo el silencio. Su voz era un tanto irritada, como si esa caminata hubiera sido una tortura que aún le pesaba—. Y encima que haya tenido que subir contigo.
—Sí, porque claramente es culpa mía que te cueste seguir el ritmo —replicó con ironía, alzando una ceja. Su tono era desafiante, pero en el fondo, había una chispa de diversión.
—No me digas que piensas que soy débil...
—No dije eso, pero creo que no tienes el mejor historial con las caminatas.
Él parecía estar disfrutando un poco del roce. Giavanna lo miró, tratando de mantener su expresión seria, pero no pudo evitar que una sonrisa asomara por sus labios. La conversación comenzaba a fluir, pero la tensión seguía ahí, como un hilo delgado que unía sus palabras.
—Quizás solo no estoy acostumbrada a ser arrastrada por un actor creído.
Jungkook soltó una risa ligera, sorprendiéndose de que pudieran intercambiar palabras sin que la tensión se volviera destructiva. La atmósfera comenzaba a cambiar, y, aunque ambos luchaban por mantener su orgullo, había algo más en juego.
En un impulso, Jungkook decidió que necesitaba un respiro, así que abrió su mochila. Entre sus cosas, vio una bolsa de arándanos, y aunque un impulso de generosidad asomó, su orgullo le hizo dudar. No quería ofrecerle nada directamente; no quería que pensara que se preocupaba por ella, así que sopesó sus opciones.
«¿Le pregunto si quiere? No, eso sería darle demasiada importancia» Se debatía entre su deseo de compartir y su necesidad de no mostrarse débil. Finalmente, decidió no preguntar, y en un gesto que reflejaba tanto su resistencia como su interés, inclinó la bolsa hacia ella.
Giavanna lo miró con sorpresa, arqueando una ceja. Su expresión era una mezcla de diversión y escepticismo.
—¿Estás ofreciéndome algo? —preguntó, desafiándolo con su mirada.
—Toma antes de que me arrepienta de ofrecerte algo —exigió por lo bajo, con un leve brillo desafiante en sus ojos. La tensión en el aire se volvió más intensa, y aunque ninguno de los dos quería admitirlo, esa cercanía y el gesto compartido tenían un significado más profundo.
Giavanna sonrió, y con un gesto divertido, tomó un par de arándanos de la bolsa. Mientras los mordía, su mirada se mantuvo fija en él, y un aire de complicidad empezó a tejerse entre ellos. En ese momento, rodeados por la naturaleza y la majestuosa vista, un entendimiento tácito comenzó a florecer, desafiando el orgullo que ambos llevaban como escudo.
Mientras degustaban los arándanos, la conversación entre Jungkook y Giavanna comenzó a fluir con más facilidad, como si el aire fresco y la vista impresionante del mirador despejaran la tensión que había pesado entre ellos.
—No puedo creer la cantidad de comentarios de odio que estoy recibiendo últimamente —mencionó, dejando escapar una risa entre amarga y divertida—. Es como si la gente disfrutara de desearme lo peor.
Jungkook se giró hacia ella, sus ojos oscuros fijos en su rostro. Había algo cautivador en la forma en que el sol iluminaba su cabello oscuro, haciéndolo brillar casi como el terciopelo. Sus ojos mieles, normalmente llenos de determinación, ahora destellaban con una mezcla de frustración y energía.
—¿Y qué esperabas? —cuesionó con un tono sarcástico—. La fama viene con sus fanáticos y con sus críticos. Si no quieres que te odien, tal vez deberías hacer algo aburrido, como ser contadora.
Giavanna arqueó una ceja, sintiendo la chispa de desafío en el aire.
—¿Contadora? ¿Hablas en serio?
Jungkook se encogió de hombros, una sonrisa divertida asomándose en sus labios.
—Puede ser un buen plan, ya que como actriz pareces vivir para la aprobación de los demás.
—¿Aprobación? —Soltó una ligera risa, cruzándose de brazos—. Solo trato de hacer mi trabajo. Quizás tú deberías enfocarte más en lo tuyo en lugar de criticarme.
—Lo que tú digas, reina del drama. Solo espero que no te desmayes en medio de una escena. Eso podría arruinar más tu imagen.
—Tranquilo, Jungkook. No tengo intenciones de caer en tus pies —replicó, disfrutando del juego.
La atmósfera entre ellos se tornó más ligera, incluso a medida que lanzaban provocaciones. Jungkook se sintió sorprendido de que esa chispa de desafío le resultara placentera. Mientras compartían más arándanos, el calor del sol y la cercanía de sus cuerpos comenzaron a crear una atmósfera diferente.
—Pero, en serio, solo ignóralos. A nadie le importa lo que piensen un par de idiotas —Jungkook sonrió de lado, sabiendo que su respuesta no era del todo sincera, pero tampoco quería que ella se desanimara.
Ella lo miró, con un atisbo de sorpresa en sus ojos.
—Wow... Por poco suena como si te importara.
—No me importa en lo más mínimo, solo que me parece que sería un desperdicio que te dejaras llevar por comentarios de personas que probablemente no tienen nada mejor que hacer —Su tono seguía siendo sarcástico, pero había un leve destello de sinceridad.
Giavanna no pudo evitar reír.
—¿Ves? A veces puedes ser un poco humano.
—Soy más humano que tú en algunos aspectos, pero al menos yo no hago un drama de mi vida cada vez que alguien me mira feo —mencionó divertido—. Así que, ¿quieres seguir hablando de esto o prefieres volver a discutir como buenos enemigos?
Lo observó, sintiendo que, a pesar de sus palabras, había algo más en su mirada.
—Quizás deberíamos hacer una lista de cosas que nos molestan el uno del otro. Eso sería divertido.
—Adelante, empieza —ordenó, cruzándose de brazos, con una sonrisa burlona—. No puedo esperar a escuchar lo que piensas de mí.
Ambos intercambiaron miradas desafiantes, pero la atmósfera era más ligera ahora. Mientras compartían más arándanos, el calor del sol y la cercanía de sus cuerpos comenzaron a crear una atmósfera diferente. A pesar de sus diferencias y provocaciones, ambos sabían que, aunque su interacción era mordaz y desafiante, había algo más que comenzaba a florecer entre ellos.
La conexión se sentía más fuerte, aunque ambos eran reacios a reconocerlo, mientras disfrutaban de un momento que, a pesar de las provocaciones, les ofrecía un atisbo de conexión inesperada.
Giavanna sonrió, disfrutando de la idea de hacer una lista. Su mirada se iluminó mientras tomaba aire para comenzar.
—Bien, empecemos. Una cosa que me molesta de ti es que actúas como si fueras el rey del mundo —Chasqueó la lengua—. Te crees demasiado importante solo porque eres famoso y te dejan pasar todo.
Jungkook frunció el ceño, sintiendo que su orgullo se alzaba.
—¿De verdad? Para mí eres demasiado dramática con tus reacciones a los comentarios negativos —comenzó él—. ¿Te parece que la gente se preocupa por tus quejas?
—Es fácil para ti decirlo. Tienes una legión de fans que te adoran —Se cruzó de brazos, su expresión mostrando que estaba lista para seguir desafiándolo—. No sabes lo que es lidiar con el odio a diario.
—¿Y qué? Eso es parte del juego. Si no puedes manejarlo, tal vez en serio deberías reconsiderar tu carrera.
—¿Y tú? Siempre actúas como si no te importara nada. Pero dime, ¿realmente no te afecta que la gente hable de ti como si fueras un chiste?
Jungkook soltó una risa sarcástica.
—Por favor, lo que la gente dice no define quién soy. Pero tal vez deberías intentar eso, en lugar de llorar cada vez que un fanático te llama "falsa".
Giavanna se sintió picada por el comentario.
—Esa es una tontería. No estoy llorando. Simplemente estoy siendo real. Al menos yo tengo emociones. No estoy hecha de acero como tú.
—¿Emociones? ¿Llorar en las redes sociales cada vez que alguien te critica es ser real? Eso es un espectáculo, no una realidad.
Ambos se miraron intensamente, las palabras cortantes volando entre ellos como dagas. Giavanna sintió cómo la frustración comenzaba a burbujear en su interior.
—No necesito tu aprobación, Jungkook —Presionó los labios—. Al menos yo me arriesgo y muestro quién soy. No estoy aquí para pretender que soy perfecto.
—Y eso es lo que te hace vulnerable —Aseguró con frialdad, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y desprecio—. No estás lista para el mundo real.
Giavanna sintió que su corazón latía con fuerza, una mezcla de rabia y decepción.
—¿Así que ahora te crees mi consejero? No necesito que me digas lo que soy o lo que no soy.
—Solo te estoy dando una opinión, pero parece que no sabes aceptarlas.
El aire se volvió denso con la tensión de sus palabras. Se miraron, sus rostros reflejando la frustración y la determinación de no dar el brazo a torcer.
—¡Esto es absurdo! —exclamó, dándose la vuelta con la intención de marcharse.
—¿Vas a irte ahora? —preguntó, alzando una ceja, con un tono burlón en su voz—. No te aguantaré si te escapas porque no puedes manejar la verdad.
Se detuvo en seco, se volvió hacia él, con los ojos centelleantes.
—No necesito que me aguantes. Tal vez tú deberías mirarte al espejo y ver cómo actúas.
—Tal vez debería —Cruzó los brazos con desdén—. Pero no me harás cambiar por ti.
—No se trata de cambiar, sino de ser auténtico —apuntó furiosa—. Algo que tú claramente no comprendes.
Ambos se quedaron en silencio, sus miradas intensas y desafiantes, el aire cargado de una frustración latente.
—Te lo advierto. Si sigues por este camino, te vas a llevar una gran decepción.
—¿Y tú qué sabes de decepciones? Solo sabes ocultarte detrás de tu imagen perfecta.
Con esa última frase, la atmósfera se tornó tensa, y las sonrisas ligeras de antes se desvanecieron, dejando un rastro de resentimiento en su lugar. La conexión que habían sentido momentos antes se esfumó, dejando solo el eco de sus palabras y el aire fresco de la montaña que parecía presionarles a ambos.
Jungkook se quedó mirando a Giavanna, sintiendo cómo la frustración crecía dentro de él, mientras ella se alejaba, sin mirar atrás. Ambos sabían que esa conversación había cruzado una línea, y aunque ninguno lo admitiría, la chispa que había surgido entre ellos ahora estaba envuelta en llamas de desafío y descontento.
(...)
Mientras decidían continuar la caminata, el aire entre ellos se volvió pesado nuevamente. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras que resaltaban la belleza del paisaje. Sin embargo, la irritación que ambos sentían el uno hacia el otro era palpable, oscureciendo el esplendor que los rodeaba.
A pesar de su animosidad, Jungkook no pudo evitar mirar a Giavanna de reojo mientras caminaban. Ella, con su rostro ligeramente sonrojado por el cansancio y el ejercicio, lucía decidida, pero también vulnerable. La forma en que sus ojos brillaban con determinación contrastaba con su postura cansada. A veces, en los momentos más críticos de la caminata, él la ayudaba a sortear una piedra o a mantener el equilibrio, y cada contacto parecía intensificar la frustración entre ellos.
Cuando Jungkook extendió su mano para sujetar su codo y evitar que se tambaleara, la piel de ambos se encontró brevemente. Fue un toque simple, pero el momento provocó una reacción incómoda en el aire. Giavanna sintió un escalofrío, y aunque trató de ignorarlo, su cuerpo reaccionó de inmediato. En ese instante, la animosidad entre ellos pareció desvanecerse un poco, dejando un rayo de conexión que ninguno de los dos se atrevió a reconocer. Jungkook, consciente de cómo su corazón latía con más fuerza, se sintió frustrado por la vulnerabilidad que le producía.
—Esfuérzate más. No estoy aquí para sostenerte todo el tiempo —murmuró con un tono que intentaba mantener la dureza. Giavanna se giró hacia él, una mezcla de desafío y desdén en su mirada.
Continuaron caminando, cada uno sumido en sus pensamientos. Jungkook estaba irritado, preguntándose por qué se sentía tan inquieto al estar tan cerca de ella. Giavanna, por su parte, luchaba con la frustración acumulada por sus constantes comentarios sarcásticos. La tensión entre ellos se mantenía como un hilo delgado que los unía y los separaba a la vez.
La caminata, que había comenzado como una batalla verbal, ahora estaba marcada por una nueva lucha interna. Se lanzaban miradas de reojo, ambos conscientes del sudor que perlaba su frente y del calor que emanaba de sus cuerpos en movimiento. A pesar de sus diferencias, había momentos en que un ligero roce de sus brazos provocaba chispas, pero rápidamente se convertían en miradas desafiantes, recordándoles que estaban lejos de ser amigos.
Finalmente, llegaron al coche, pero la frustración acumulada estalló.
—¿Sabes qué? No puedo creer que haya pasado el día contigo. Eres un dolor en el trasero, Jungkook.
—Y tú eres la persona más insoportable que he conocido. No sé cómo alguien puede ser tan dramática.
—¡Oh, por favor! —exclamó, con un tono sarcástico, sabiendo que eso solo lo enfurecería más—. ¿Eso es todo lo que tienes?
—¡¿Sabes qué?! ¡Vete a la mierda, Giavanna!
La dureza en su voz la sorprendió, y más aún el hecho de que la llamara por su nombre. Era la primera vez que lo hacía, después de tanto tiempo de caminar sobre su orgullo. Ella se detuvo un segundo, recuperando el aliento y procesando sus palabras, pero no iba a dejar que la última palabra fuera suya.
—¡Vaya, qué milagro! —Alzó una ceja con sarcasmo—. Hasta que por fin te aprendes mi nombre. Pensé que te quedaba grande. Qué conmovedor, de verdad.
Jungkook se giró bruscamente hacia la fémina, sus ojos oscuros fijos en los de ella con una intensidad que la hizo retroceder medio paso, aunque no lo mostraría. Se acercó un poco más, acortando peligrosamente la distancia entre ambos.
—No me hagas el favor de recordarlo otra vez. No vale la pena ni para eso —replicó, con una voz tan afilada como un cuchillo—. Eres tan insoportable que preferiría olvidarlo... y a ti también.
Sus palabras resonaron en el aire, cargadas de un desprecio que, por un instante, hizo que la sonrisa sarcástica de Giavanna desapareciera. Sintió un nudo formarse en su pecho, pero lo enterró rápidamente. No iba a darle el gusto de verla afectada.
—¿Sabes? —Sonrió de nuevo con amargura, aunque sus ojos reflejaban un fuego interno—. Al menos ahora confirmo que realmente no hay nada bueno en ti. Eres quien creía.
La tensión entre ellos era casi palpable, el calor residual del día, mezclado con el sudor en sus cuerpos, incrementaba la incomodidad. Jungkook, con su respiración acelerada, estaba a solo centímetros de ella. La cercanía entre ambos intensificaba la situación, sus cuerpos aún agitados por el cansancio y el calor. Giavanna podía ver las gotas de sudor en la frente de Jungkook, que se escurrían por su sien, desapareciendo en la barba de unos pocos días que le cubría la mandíbula.
Él, por su parte, observaba cómo el rostro pálido de Giavanna se había enrojecido aún más por el esfuerzo y la irritación. Sus ojos mieles brillaban bajo el sol del atardecer, más afilados que nunca, y su cabello oscuro, que había atado para mantenerlo fuera de su rostro, caía en mechones sueltos. A pesar de la incomodidad y el sudor, ella mantenía esa postura desafiante que le hacía hervir la sangre. Ese fuego en su mirada lo enfurecía más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Jungkook apretó los dientes, sus manos cerrándose en puños. Dio otro paso hacia ella, dejando apenas un espacio entre sus cuerpos. Su presencia era sofocante, y Giavanna pudo sentir el calor que emanaba de él.
—Lo que soy... —dijo con la voz baja y grave, llena de rabia contenida—, es alguien que no tiene tiempo para perderlo con alguien tan patética como tú. Si no fuera por esta mierda de trabajo, no me importaría un carajo lo que te pase.
La crudeza de sus palabras la golpeó más fuerte de lo que esperaba, pero no dejó que él lo notara. Su corazón latía con fuerza, no solo por el enojo, sino por la tensión palpable que había entre ambos. Estaban tan cerca que Giavanna podía sentir su respiración caliente rozando su piel.
Presionó los labios, como si morderse la lengua fuera lo único que evitaba que siguiera alimentando el fuego entre ellos. Finalmente, decidió hablar, pero su voz sonaba más suave, más contenida.
—Al menos algo bueno salió de este día. Ahora sé exactamente qué esperar de ti: absolutamente nada.
Sin decir nada más, Giavanna se giró bruscamente y subió al coche, cerrando la puerta de golpe, dejando a Jungkook de pie junto al vehículo, con las palabras flotando en el aire. Se quedó ahí un segundo, mirando al vacío, luchando por controlarse. Los puños aún apretados, su pecho subiendo y bajando con cada respiración pesada. Finalmente, soltó un suspiro irritado, tratando de calmarse antes de abrir la puerta del coche y meterse dentro, su cuerpo aún tenso.
El conductor, que había estado observando la escena desde el espejo retrovisor, se encogió de hombros con resignación. Tenía la esperanza de que la caminata hubiera ayudado a limar las asperezas, pero lo único que había conseguido era presenciar una explosión entre ambos.
«Bueno, a veces las cosas solo empeoran antes de mejorar» pensó para sí mismo, mientras arrancaba el coche.
El silencio reinó durante los primeros minutos del trayecto de vuelta, pesado y opresivo, mientras ambos se sumergían en sus propios pensamientos. Afuera, el atardecer teñía el paisaje de tonos cálidos, pero dentro del coche, el ambiente seguía cargado de frío y resentimiento.
¡Hola!
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Esperaban que terminaran aún peor? ¿Qué creen que pase ahora?
Espero que les haya gustado, si es así no se olviden de votar y comentar
¡Nos leemos pronto!
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