Capítulo 12
Unas cuantas semanas pasaron y un nuevo suceso comenzó a pasar. Yerin salió corriendo hacia la casa de su novio para ir por ayuda como siempre, entró sin tocar y al entrar se encontró con los tres mirando la televisión.
— ¡Bin dará a luz! – gritó conmocionada.
— ¿Qué? – preguntaron los tres al unísono.
— ¿Quién es Bin? – preguntó Hanna sin saber aquello, de hecho ninguno sabía.
—La yegua que adopté – respondió Yerin, al parecer había olvidado contarles sobre ella.
— ¿Adoptaste una yegua? – preguntó Mark, Junmyeon recordó aquello así que no parecía ya tan confundido.
— ¡Sí! ¡Y está dando a luz! ¡Vamos! – les dijo moviendo su mano para que fueran con ella.
Y así fue, los cuatro corrieron hacia la casa de Yerin, al entrar se dieron cuenta que jamás habían ido ahí puesto que siempre iba ella a su casa. Los condujo hacia el huerto y luego hacia la pequeña bodega donde tenía a Bin. Efectivamente la yegua estaba dando a luz a un pequeño potro.
—Oh dios, seré abuela – empezó a decir Yerin que estaba emocionada.
— ¿No deberíamos hacer algo? – preguntó Junmyeon.
—No, ella puede sola, sólo que quería que vieran esto – le contestó.
Poco a poco la pequeña criatura empezaba a salir de su madre, los cuatro se quedaron callados viendo el milagro de la vida y aunque Mark dijo que era algo asqueroso, Yerin estaba conmovida, era algo hermoso, para ella. Pasaron varios minutos más y luego ahí estaba el pequeño potro.
—Se parará pronto – aseguró ella, esperaron más pero no sucedió — ¿tendrá algo?
—Quizá lo haga después – le dijo Junmyeon para animarle – nos iremos ya Yerin, los niños van mañana a la escuela
—Está bien – aunque no se movió.
Se llevó a sus dos hijos hasta su casa pero cuando entraron decidió que era mejor regresar, le dijo a Mark que cuidara la casa mientras no estaba y se fue corriendo. Cuando llegó ella seguía ahí viendo, se acercó lentamente y se conmocionó al ver que la criatura no se movía.
—Creo que se murió – murmuró ella, se volteó a verlo con el rostro contraído, estaba llorando.
Junmyeon la abrazó y dejó que llorara en su pecho. Mientras la abrazaba miró como la yegua movía a su cría intentando revivirle de alguna manera, ver eso también le dolió. Recordó lo que se sentía perder a alguien importante así que sin querer soltó unas ligeras lágrimas mientras abrazaba con fuera a Yerin que seguía desconsolada, minutos atrás estaba emocionada.
—Ven, vamos a dentro – le dijo luego de un rato.
La llevó hasta su casa, se fijó más en los detalles de esta, en las fotos en las que aparecían varios chicos y Yerin, una pequeña Yerin que iba creciendo en cada foto. Algo que notó fue que no había ningún padre y es que ella tampoco lo mencionaba nunca.
—Arriba es mi cuarto – dijo de repente yendo hacia arriba.
Junmyeon le siguió, quería dejarla en su cama para sentirse más tranquilo, cuando entró se sorprendió al ver que su cuarto era bastante normal. No había muchas cosas, una cama, un escritorio, un armario y ahí acababa todo. Yerin se sentó en la cama y le invitó a que hiciera lo mismo.
—Casi nunca dejo que los demás entren a mi casa porque comienzan a preguntarme muchas cosas – empezó a decir ella – pero tú eres especial así que puedes preguntarme lo que quieras, quiero ser sincera contigo – la observó por unos segundos y luego asintió.
— ¿No tienes padre? – fue lo primero que quiso saber, ella negó.
—Soy adoptada – confesó de repente, Junmyeon la miró fijamente, no se esperaba aquello, hablaba tanto de su madre que... — no conozco a mis padres bilógicos pero tengo una maravillosa madre, su esposo falleció antes de que me adoptara así que jamás le conocí, mis hermanos sí son hijos de ella pero igual me trataron con cariño – le explicó con un tono algo nostálgico.
— ¿Por eso dejaste de estudiar?
—Sí y no – sonrió ligeramente – claro que le estoy agradecida pero quería hacerlo, además no soy muy buena en algo en específico
—Lo eres Yerin, eres muy buena en muchas cosas – aseguró él tomando su mano.
—Gracias Junmyeon – sonrió débilmente – puedes seguir preguntando – le invitó y él observó todo a su alrededor.
— ¿Por qué esto está tan vacío? – ella se encogió de hombros.
—No lo sé – contestó – supongo que no encuentro algo que quiera poner, no soy de las que se compran cosas, creo que soy muy simple
—No creo que seas simple, para nada, en todo caso, sencilla – apretó su mano con fuerza.
—Me ves de muy buena manera – le dijo acurrucándose en su hombro.
— ¿Tú crees? Yo siento que es la verdad – susurró, los ojos de los dos comenzaban a pesar.
— ¿Y tú tienes algún secreto? – preguntó en un murmullo.
Apenas lo escuchó él porque ya estaba cayendo dormido. Esa noche debió haberle dicho la verdad pero a veces las cosas se dan de otra manera.
***
Faltaba muy poco para que la familia Kim se fuera de ahí, el tiempo que ellos habían quedado pasar ahí se estaba agotando. Y Junmyeon seguía sin decirle la verdad a Yerin, porque recordaba cómo se había expresado de EXO In. Y tenía razón, no cuidaban muy del ambiente así que desde ese día decidió hacerlo.
Inició varios nuevos proyectos que cuidaban mejor del medio ambiente sin embargo la junta directiva no estaba muy de acuerdo con ello puesto que según ellos sería desperdiciar el dinero. Tenía que regresar a la ciudad y seguir con su trabajo así que el tiempo se le agotaba.
Los niños al ver la situación de su padre decidieron que le ayudarían, de nuevo. Ese día los dos pequeños se fueron de la casa excusando que se quedarían a dormir en la casa de un amigo, de manera individual obviamente. Así que los dos estaban solo para cenar.
—Se siente tan silenciosa la casa sin ellos – comentó ella de repente.
—Así es – ambos se vieron, estaban comiendo de manera silencio lo que no era incómodo pero sí raro, normalmente los niños siempre hablaban en la comida.
—Es raro, ¿verdad?
—Creo que sí somos una pareja de viejitos – ambos rieron. Y es que no era que fueran aburridos, simplemente ya estaban acostumbrados a tener a los dos pequeños con ellos, como la familia que eran.
Al acabar la cena decidieron ir a ver una película. Estaban en el sillón enfrente de la televisión, alumbrados únicamente por la luz de esta, bastante cerca el uno del otro puesto que luego de haber dormido juntos tenían más confianza que antes. Yerin apoyó su cabeza en el hombro de Junmyeon, y él tomó su mano, le gustaba sentirse cerca de ella porque su corazón se inundaba de una sensación cálida. De hecho al fin sentía su corazón luego de que estuviera dormido durante mucho tiempo.
Bajó la vista para encontrarse con su dulce mirada, tenía los labios entreabiertos esperando por algo, así que se acercó más mientras que con su mano libre acariciaba su mejilla. Miró sus labios y luego subió la mirada a sus ojos, como había tomado su rostro con su mano izquierda estaban más cerca, fue cuestión de segundos para que sus labios se juntaran.
Había pasado tanto tiempo desde que sintió de nuevo aquella calidez en el cuerpo, el deseo se apoderó de él y ella lo sentía también. Se querían, o más bien dicho, se amaban. Los besos se profundizaron por lo que Junmyeon se separó algo asustado, no quería hacer algo que asustara a Yerin.
—Creo que deberías ir a tu casa – murmuró pasándose la mano por el cabello, ella asintió levemente, estaba bastante agitada por el beso que acababa de tener.
—Sí, nos vemos mañana – se levantó corriendo para irse a su casa.
Iba ya por la puerta cuando se dio cuenta que no quería alejarse, volteó hacia el pasillo que conducía a la sala, tragó duro. Apretó sus manos en su blusa con nerviosismo y sin pensarlo más regresó hacia la sala donde seguí Junmyeon mirando el suelo como si fuera lo más interesante del mundo, alzó la vista y se encontró con Yerin que estaba agitada.
—No me quiero ir – musitó – quiero pasar la noche contigo
Y Junmyeon no pudo contenerse más, menos al verla con aquellas mejillas rojas. Caminó hasta donde estaba ella, tomó su rostro y la atrajo hacia él para besarla. Yerin abrió sus labios anticipando la lengua de él, no podía seguir obteniendo besos castos puesto que quería todo de Junmyeon.
Se separó de ella y la alzó para llevarla a su cuarto en la planta alta, seguían besándose por lo que él cuidaba de no pisar mal y resbalarse mientras subía las escaleras. Ligeras risas se musitaron entre ellos cuando se separaban entre cortos besos, llegaron al cuarto de él en donde la depositó con cuidado en la cama. Le seguía rodeando los hombros por lo que se acomodó encima de ella, los besos seguían entre ellos y las manos de Yerin estaban inquietas, no sabía bien qué hacer por lo que con nerviosismo intentaba desabotonar la camisa celeste que andaba Junmyeon.
Él soltó una ligera risa al ver el pequeño intento de avanzar de ella, puso su mano encima de la suya y la apretó un poco, lo miró apenada puesto que sabía que era un desastre. Le sonrió para darle a entender que podía seguir, con las manos temblorosas siguió con eso, cuando al fin terminó su tarea pudo tener enfrente de ella el trabajado abdomen de su novio. Yerin quería tocar, el deseo de querer pasar sus manos por todo el cuerpo de Junmyeon le invadió así que se dio el permiso de hacerlo. De manera cuidadosa primero pasó las yemas de sus dedos por los pectorales de él, sus pupilas se dilataban y apretaba los labios maravillada del contacto que estaba teniendo. Junmyeon suspiró de placer captando la atención de ella, al ver su rostro retiró su mano avergonzada, él buscó su mano y la puso de nuevo en su pecho, le gustaba que le tocara con aquellas pequeñas manos. Siguió trazando con sus dedos todo el cuerpo de él, sus perfectos cuadros, subió su mano hasta llegar a su cuello y lo jaló hacia ella porque ansiaba tener sus labios sobre los suyos otra vez.
Junmyeon fue quitando la blusa de Yerin con cuidado, ambos se encontraban ya sentados en la cama viéndose de frente, sus ojos viajaban en el cuerpo del otro descubriéndose y sus manos iban de aquí a allá tocando al otro, acostumbrándose a esas nuevas sensaciones. Ambos cuerpos estuvieron desnudos luego de haberse quitado la ropa con la ayuda del otro, las mejillas de Yerin resplandecían en la oscuridad del cuarto y es que era algo nuevo para ella mostrarse de esa manera ante un hombre, para Junmyeon no era tan diferente puesto que conocía aquello sin embargo junto a Yerin era como volver a ser un completo inexperto.
Besó su cuello para luego hacer un trazo de besos que llegaron hasta los pechos de ella, gemía al sentir los labios de él acariciar sus pezones. Sus dedos se hundieron en la cabellera negra de Junmyeon, quería aferrarse a él cuando sintió que ya la estaba preparando para lo que venía. Jugó un poco con la parte intima de ella, no quería que se preocupara por él, sólo quería hacerlo lo menos doloroso posible.
Y cuando estuvo preparada la miró, quería asegurarse de que ella estuviera segura. Asintió, estaba completamente segura que quería eso, le amaba y se lo quería decir con su cuerpo. Soltó algunas lágrimas al sentir como entraba, contrajo su rostro por el dolor y sus dedos apretaron las sábanas.
—Perdón – le susurró besando sus mejillas para intentar quitar las lágrimas.
—Está bien – contestó tranquilizándole.
Le besó más, acarició más e intentó darle más placer para que dejara de dolor, cuando volvió a moverse ya no dolía tanto, era más placentero y hasta algunos gemidos soltó. Juntaron sus manos mientras se veían y daban cortos besos, sus cuerpos se encontraban ya enrollados en las sábanas de la cama de Junmyeon. Sus cuerpos estaban tan pegados y unidos que al fin se sintieron completos.
En aquella noche dos cuerpos se encontraron y las heridas que tenía él fueron curadas por ella.
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