prólogo; I've known it from the very start, we're a shot in the darkest dark

Sotenbori estaba más oscura que de costumbre.
Había llovido mientras Daigo estaba en el tren y aunque ahora había parado, el suelo estaba húmedo y todavía seguían cayendo algunas gotas del cielo y otras que se habían quedado atrapadas en tejados o toldos.

Hacía apenas unas semanas que había salido de la cárcel. Si se había trasladado lejos de Kamurocho es porque tenía algo pendiente, una deuda que tenía que pagar con la persona que le había encarcelado a traición. La anticipación empezaba a hacer estragos en su cuerpo mientras se llenaba de impaciencia y se sentía ligeramente mareado debido a los dos vasos de sake que se tomó en un bar del sitio. Le avergonzaba reconocerlo, pero desde que salió de la cárcel había estado bebiendo mucho y temía que se convirtiera en un problema, porque hay veces que lo veía como una solución a sus ánimos tan bajos y algunas noches no podía parar de diluir vaso tras vaso en su interior sin saber cuándo ponerle fin.

Ahora esperaba delante del Grand. Un cabaret que, por información que había obtenido, sabía que frecuentaba la persona que estaba buscando, y no había despegado los ojos del establecimiento en ningún momento hasta que su espera finalmente dio sus frutos.

Ryuji se despidió de una de las cinco hostess que habían ocupado su mesa de arriba aquella noche en el cabaret y sus hombres se colocaron detrás suya mientras empezaba a bajar las escaleras. Cuando miró hacia adelante y observó como un hombre que reconocería fácilmente se abalanzaba sobre él y le agarraba fieramente de su abrigo color café claro, sus ojos se abrieron.

—¡Desgraciado! —le gritó Daigo, clavando sus dientes entre sí con una rabia palpable y que consiguió hasta empujar levemente el voluptuoso cuerpo de Ryuji— ¡Me tendiste una trampa!

Los hombres de Ryuji no tardaron en reaccionar, así en cuanto Daigo pronunció sus primeras palabras fueron a por él para que despegara sus manos de su líder. Aunque Ryuji levantó su mano izquierda y con un simple gesto les indicó que se alejaran, a lo que respondieron de inmediato y se distanciaron de la escena sin dudarlo.

—Así que ya has salido —respondió Ryuji con una expresión totalmente vacía en su rostro, lo que al parecer enfadaba incluso más a Daigo.

—¡Cinco años! —le recordó Daigo. Ryuji parecía totalmente desinteresado en el tiempo que estuvo en prisión por su culpa, y esto le hacía hervir la sangre por dentro— ¿Acaso te parece poco?

Ryuji levantó sus manos y las llevó cerca de sus hombros, donde Daigo le tenía agarrado y con lentitud abrazó sus manos con las suyas y las empezó a despegar de él mientras estas temblaban y se encogían en un puño.

—Estás muy tenso —dijo el rubio hasta que bajó sus muñecas hacia abajo.

—¿Cómo esperas que-

—Ah-ah —le interrumpió Ryuji, llevando ahora uno de sus dedos hasta la boca de Daigo y rozándola con el anular de forma vertical para hacerle callar—. No aquí. Tengo un piso cerca para poder hablar más tranquilamente y sin compañía.

Las mejillas de Daigo se volvieron coloradas y el calor subía a su cabeza, no sabía si todo era fruto del enfado, el alcohol u otra cosa, pero seguía sintiendo rabia y la forma en la que el otro hombre se estaba tomando esto no ayudaba en absoluto.

—¿Te crees que después de todo este tiempo sigo sintiendo algo por ti? —susurró Daigo, haciendo un esfuerzo sobrehumano por esconder su ira en un tono de voz particularmente bajo. La mano que antes había alejado Ryuji de él seguía abajo, sosteniéndola, mientras que la otra que dejó para callarle estaba libre, sin saber dónde sostenerse.

—Relájate, no estoy hablando de eso.

—¿Qué?

—A menos que quieras resolver esto con una pelea. Pero no creo que la prisión te haya hecho más fuerte y no es bueno que te humilles públicamente tan pronto.

Daigo apretó tanto los dientes que sintió que se le iban a quebrar.
Pero Ryuji tenía razón, y por más que desconociera las intenciones del hombre, decidió seguirle en cuanto despidió a sus hombres de él y lo llevó al piso del que le había hablado, sin conocer exactamente qué es lo que iba a suceder entre ellos dos pero de alguna manera sabiéndolo a la perfección a la vez.

______

Daigo abrió los ojos y lo primero con lo que se encontró fue con su cuerpo abrazando con fuerza el torso desnudo de Ryuji mientras el otro hombre le envolvía con sus brazos y le arropaba entre las mantas blancas de una especie de apartamento luminoso.

Confuso y sin terminar de identificar muy bien su situación aún, se paró un tiempo a abrazar más fuertemente el cuerpo a su alrededor, con los abdominales de su pecho cerca de su rostro y pudiendo olisquear bien una especie de colonia u olor natural dulce y floral que captó su nariz y le hizo mover ligeramente su cabeza en aprobación y emitir sonidos acomodados debajo de la otra persona.

Todo hasta que le dio por mirar arriba y observó el rostro del hombre con el que hace apenas unas horas había estado tratando de reventar con un puñetazo, que además, poseía una mueca sonriente en su rostro al darse cuenta de que había levantado la mirada para observarle.

—¿Has dormido bien? —le preguntó con una burla notable en su voz.

Daigo iba a luchar, o al menos eso era lo que pensaba que haría. Pero en vez de eso cayó derrotado de nuevo sobre el pecho de Ryuji y siguió durmiendo tras escuchar cómo una leve risa mascullaba en su cuerpo a través de el de Goda.

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