Capítulo 19
Minho comenzaba a sentir un molesto dolor en sus sienes al tiempo que levantó entre sus brazos a Lia, tratando que se tranquilizara mientras daba leves caricias en su espalda y la sujetaba contra la base de su cuello. Cuando se giró, frunció el ceño en disgusto al ver como Laa se había atrevido a entrar a su departamento, siguiéndolo hasta detenerse en el pasillo donde lo observaba perpleja.
— ¿Ella es nuestra bebé? — Cuestionó, quedando con sus labios entreabiertos en una señal de sorpresa.
— Lía es mi bebé, ¿Quién te dió el derecho a entrar en mi departamento? — Salió de la habitación cerrando la puerta detrás suyo, alejándose por el pasillo hasta la entrada.
— Dejaste la puerta abierta, además de que debemos de hablar, solo me dejaste ahí parada.
— ¿Y eso no bastó para expresar mi inconformidad de que estés aquí? — Las palabras las escupía con resentimiento, manteniendo tanta distancia como podía.
— Es importante esto, Minho. Solo vengo a conversar, no me veas como un enemigo o como alguien a quien desconoces, tenemos años conociéndonos.
— Eso fue meses atrás, así como pensaba que nunca podrías abandonarme con Lia llorando de manera desconsolada aquel día, significa que realmente no te conocí como para saber que te atreverías a todo ello.
— Todo ello tiene una explicación, pero debes de escucharme. — Cuando dió un paso para acercarse en su dirección, el azabache retrocedió.
— Dudo que cualquier excusa que digas valga verdaderamente lo que hiciste, ¿Siquiera consideraste lo que ibas a hacer? ¿La gravedad de las cosas si no hubiera llegado a tiempo con Lía? ¿Y si era de esos días que salía más tarde del trabajo?
— Me encontraba aterrada, Minho. Sí, quería ser madre y formar una familia contigo, pero no me puedes culpar por tener miedo cuando no estaba en mis planes próximos, lo consideraba para más adelante. No sentía que tenía la capacidad para criar a la bebé, ni siquiera podía cambiarle bien un pañal, lloraba por todo, no sabía cuando tenía hambre y no me dejaba dormir.
— Bienvenida al mundo de tener hijos, Lana. — Comentó con ironía, pasando por alto todas sus palabras. — ¿Creías que un bebé ya está programado para saber sus horas de sueño y sus comidas? ¿Creías que te hablaría y te diría lo que necesitaba?
Lana hizo una expresión de indignación ante sus palabras, cruzándose de brazos. Se estaba fastidiando con las actitudes del azabache, ¿Desde cuándo se comportaba tan grosero? Y sobre todo, ¿Tan grosero con ella? Jamás lo había visto de esa manera, se sentía inclusive un tanto herida por su forma de hablarle.
— No soy tonta, Minho. Nadie me avisó como lidiar con un bebé, los cuidados que tenía que tener con ella, ni siquiera mis propios padres me ayudaban cuando no sabía que hacer con la bebé.
— ¿Y crees que a mí si? Lana, cuando te fuiste todo se vino abajo, eso no te lo negaré. Ni siquiera pude resentir lo suficiente tu partida porque ni mis padres, ni tus padres, ni nadie parecía querer ayudarme cuando te fuiste, como si yo tuviera toda la culpa de ello. Mi hermana fue la única que me ayudó en los primeros días, pero tuve que mudarme aquí y ya se encontraba demasiado lejos como para echarme una mano con Lía; me quedé sin trabajo, estaba sobreviviendo con mis ahorros porque ni siquiera me pagaron lo que deberían, me corrieron de manera injusta y en ninguna parte me contrataban porque les decía que tenía a una recién nacida dependiendo de mí, por lo que aún no sabía como poder separar el trabajo con mi vida personal, la necesitaba a mi lado todo el tiempo. ¿Pensaste como me sentí cuando llegué a casa y ví todo vacío? Cuando llegué y lo único que me recibió fue el llanto de Lia, ver que nada de ti estaba en nuestra habitación... ¿Crees que yo sabía como cuidar a Lía? ¿Crees que yo sabría como reaccionar ante todo ello? Porque tuviste una mala percepción de mí para entonces, Lana.
La mujer mostraba una expresión afligida, queriendo llegar hasta él, pero con cada intento que daba solo lograba alejarlo más de ella. Observó a la bebé que cargaba contra él, con un llanto que apenas persistía pero que aún se encontraba entre medio de sus voces, haciéndola sentir extraña por ello.
— Lo siento mucho, Minho. Mi intención jamás fue lastimarte, pero necesitaba tiempo para pensar las cosas, por eso hoy vengo a sincerarme contigo y decir que quiero formar parte de la vida de la bebé, quiero que todo lo que pasó meses atrás quede en el olvido y tener un nuevo comienzo nosotros tres, como la familia que tanto soñábamos ser, ¿Recuerdas?
La sonrisa que le había mostrado Lana no pareció sincera, inclusive notaba los detalles de siquiera mencionar el nombre de su bebé, tampoco el intento de acercarse a ella, solo a él. ¿Por qué debería de creerle? No veía interés en absoluto en volver por Lía, la sentía tan lejana a todo ello que solo le provocó una desagradable sensación de su verdadera razón de ir a buscarlo. Se mantuvo firme a solo unos metros de la puerta, sujetando con fuerza a Lía contra su cuerpo mientras trataba de alejar a Lana lo más posible de él.
— Todo eso se fue a la basura en el momento que decidiste irte, Lana. Ni siquiera miras a Lía, o pareces siquiera interesada en saber de ella, ¿Por qué estás aquí si no la puedes ver un minuto aunque sea? No mencionas su nombre, no haces ninguna clase de contacto con ella, ¿Por qué apareciste de repente después de tanto tiempo?
— Ya te lo dije, quiero volver a tener ese sueño de ser una familia los tres, quiero cumplirlo, ¿Qué tiene de malo ello?
Minho la observó con gesto de incredulidad. — ¿Realmente crees que las cosas se dan así de fácil?
Lana se limitó a soltar un suspiro, cansada de la situación. — Es mi hija también, Minho. Tengo derecho a formar parte de su vida, a tenerla conmigo, así que tenlo en cuenta porque por eso vine hoy, quiero estar con ella.
— Perdiste toda clase de derecho al irte dejando solo una carta atrás, ¿Creías que aceptaría así nomás después de tantos meses?
— Es lo mejor que te conviene. — Su tono de voz cambió a uno de desafío, aferrándose a la bolsa de mano que traía consigo.
— ¿A qué te refieres?
Por el cambio de actitud en Lana, sabía que lo que se avecinaba no le gustaría en absoluto, sintiendo por adelantado una opresión en el pecho antes de escuchar lo que la mujer le dijo.
— Si no aceptas que Lía conviva conmigo por las buenas, entonces recurriré a un juicio por su custodia, y como madre de ella tengo todo el derecho de tenerla, así que es tu elección si quieres ceder por las buenas o lo dejamos en manos de las autoridades, tú tienes mucho que perder, ¿Pero yo? Yo tengo que ganar, Minho.
El azabache se quedó en blanco ante sus palabras, sintiendo irónica la situación. ¿Qué derecho tenía de quitarle a su bebé después de haber desaparecido? Sentía ganas de gritar y salir corriendo de ahí, ¿Por qué estaba haciendo todo ello ahora? Él había cuidado de su bebé demasiado bien, tenían un lugar en donde vivir, tenían personas que los hacían sentir apreciados y recién sentía que su vida se volvía mejor después de tanto tiempo de lucha. Retrocedió un paso, bloqueando con su cuerpo a Lía del agarre de Lana cuando intentó quitársela, disgustado por su acción.
— Por ser su madre no significa que automáticamente tenga que estar bajo su custodia, tu historial no es el mejor y hay demasiadas pruebas de tu negligencia, ¿Por qué estás tan segura de que puedes ganar esto?
— Realmente me subestimas, Minho. Te doy unos días para pensarlo, de no recibir una respuesta pensaré que estás decidido a llevarlo a un juicio, así que iniciaré con la orden y mis abogados te notificarán, espero que puedas escoger una opción que te convenga, si sabes a lo que me refiero. — No insistió más en acercarse, limitándose a retroceder hasta abrir la puerta del departamento. — Tengo el mismo número, sabes como contactarme para entonces.
Minho observó como salía de su departamento sin mirar atrás de nueva manera, dejándolo con un temor recorriéndole ante la idea de irse a un juicio. ¿Sería posible que pudiera perder la custodia de Lia? Tenía muchas cartas a su favor, pero conociendo a Lana estaría yendo a juicio con los mejores abogados, los cuales no podía costear más allá de un rango normal. Maldijo por lo bajo mientras tomaba asiento en uno de los sillones, sintiendo como Lía seguía llorando contra su cuello, pero también sintiéndose incapaz de poder tranquilizarla de lo nervioso que se encontraba para ese momento.
Buscando su celular, cuando lo prendió fue cuando se percató de los mensajes que su hermana le había mandado junto con las llamadas perdidas, leyendo cada uno de ellos que decían como Lana había descubierto su dirección y estaba dirigiéndose hacía allá. Cerró los ojos y deseó poder haberse prevenido antes de verla, contestándole brevemente que ya había ido a visitarlo y no traía consigo buenas noticias. Salió del chat de su hermana y se dirigió al de Jisung, esperando que pudiera contestar de manera rápida, solo quería tenerlo a su lado.
Jisung había tomado el ascensor al mismo tiempo que una mujer refinada se colocaba a su lado, sin siquiera prestar atención a su alrededor.
— ¿A qué piso va, disculpa? — Cuestionó mientras aplastaba la primera planta, esperando una respuesta.
La mujer se limitó a quedarse callada, observando como el botón era presionado y las puertas se cerraron, convirtiéndolo en una bruma tensa entre ellos. Jisung emitió una mueca de disgusto ante la falta de modales de la mujer, tomando su lugar de nueva manera mientras checaba la lista de las cosas que debía de comprar.
Había salido motivado del departamento de Minho, volviendo al suyo solo para ver cuantás cosas de sus pinturas habían quedado y qué tanto necesitaba comprar para ponerse manos a la obra. Tenía un par de bocetos a medio terminar, convenciéndose que empezaría por ellos antes de aventurarse por uno desde cero. Iría aquella mañana a comprar lo que le faltaba, saliendo del ascensor de manera rápida tan pronto como las puertas se abrieron, dirigiéndose a la salida del edificio hasta que sintio su celular vibrar en su bolsillo.
Había bajado el tramo de escalones cuando lo sacó, percatándose que se trataba de un mensaje de Minho, alertándolo antes de volver al interior del edificio, usando las escaleras cuando vió que el ascensor había partido nuevamente. Cuando llegó al piso se sintió cansado, con la respiración entrecortada caminó hasta el departamento de Minho, tocando antes de recargarse en la pared de a un lado mientras recuperaba el aire.
— ¿Qué haces ahí? — Cuestionó, observándolo desconcertado.
— Subí por las escaleras. — Exhaló el aire de sus pulmones y se incorporó, percatándose que Lía estaba llorando a tal punto de que su rostro se encontraba rojo. — ¿Qué sucede? ¿Por qué Lía está llorando de esa manera?
Minho cedió a la bebé cuando Jisung extendió sus brazos para cargarla, acunándola contra su pecho y dejando su cansacio a un lado. El azabache se apartó para dejarlo pasar a su departamento, cerrando la puerta detrás suyo y siguiendo a Jisung hasta la sala, donde lo vió tomar asiento mientras tarareaba una canción en busca de poder calmar a la bebé de su incontrolable llanto.
— Lana vino, no tiene mucho que se fue. — Soltó, sin poder esperar más para decirlo.
Jisung levantó la mirada, perplejo. — ¿Cómo que ella vino? ¿Qué sucedió?
— Llegó no mucho desde que te fuiste, no sabía que venía y cuando agarré el celular vi todos los mensajes de mi hermana advirtiéndome, pero los vi muy tarde. Solo vino a decir que quería formar parte de la vida de Lía, yo lo consideré algo absurdo porque no puedo pasar por alto que se haya ido así nomás, en ningún momento ella o sus padres se interesaron por saber de mi hija, así que me negué. Pensé que podría entender mi disconformidad, pero no solo vino a pedir, sino a exigir que tenía derecho a formar parte de la vida de Lía y lo sería, porque si me niego llevará al caso a juicio para que le den la custodia.
Jisung se sintió helado con sus palabras, comprendiendo la gravedad del asunto. Estaba entre reír con sarcasmo o sucumbir al miedo, aferrándose a la bebé que lograba recién controlarse, dándole suaves palmadas sobre su espalda.
— Ella debe de estar loca siquiera por pensar que podría venir sin más a pedir algo como ello. — Declaró con el ceño fruncido, sintiéndose molesto por la actitud de ella.
— Jisung, no puedo evitar pensar en todo lo que pueda hacer para lograrlo, ¿Y si me quitan la custodia de Lía? No podía permitir que pasara eso, yo no podría imaginar siquiera estar separado de mi bebé, lo es todo para mí. — En su mirada se comenzaba a formar la preocupación, el miedo de no poder hacer nada y sentirse desorientado con todo a su alrededor, miedo a colapsar y no poder siquiera luchar.
Sintiendo todo aquello, el contrario se levantó para detenerse justo enfrente suyo, buscando una de sus manos para dejarla sobre la espalda de la bebé, donde su mano la sujetaba, de esa manera podría sentirlos a los dos.
— Tienes a muchas personas que respaldan tu historia, que confirman el excelente padre que eres para Lía y que tú mejor que nadie merece cuidarla, eres su padre y su única figura en su vida, nadie más puede tener eso. Encontraremos la solución a esto, pero ten por seguro que no le daremos lucha a ella, si quiere enfrentarse en un juicio entonces daremos lo mejor de sí para demostrar que esa mujer no merece estar ni un solo minuto en la vida de Lía porque jamás mostró interés hasta hoy, ¿Entendido? No estás solo, tienes a tu hermana, a tus amigos del trabajo, y sobre todo a mí, no te dejaremos solo en esto.
Minho no pudo contestar, solo se limitó a juntar sus frentes mientras su brazos se envolvía a la altura de la cintura de Jisung, juntándose en un abrazo cálido mientras el castaño lograba calmar tanto a la bebé como al azabache, cerrando los ojos mientras trataba de pensar qué es lo que seguiría después de ahí. Recargó su mejilla contra el hombro del contrario, deseando poder encontrar una respuesta pronto, los dos sabían que el tiempo se encontraba encima y no estaban exentos de nada.
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