Capítulo 18 (Parte uno)
Los días transcurrían con naturalidad, donde Jisung no podía esperar para terminar su horario de trabajo para volver a su departamento con el conocimiento que dos personas en particular lo estarían esperando y viceversa. Minho tampoco podía esperar para que el reloj marcara su hora de salida para ser el primero en dirigirse al ascensor, causando miradas de diversión por parte de sus compañeros y acusándole que no tenía porqué apurarse si de todas maneras bajarían juntos, saliendo disparado por Lía en la guardería y dirigirse a casa.
A casa, junto con Jisung.
Los dos se sentían en un sueño, sintiéndose extasiados de poder volver a casa en espera de poder verse y contar sobre su día. Si bien la rutina seguía siendo la misma, al final de cuentas era lo que hacían antes de declararse, pero sumándole que ahora pasaban más horas en el departamento del otro con la excusa que necesitaban más tiempo para ponerse al día, al igual que un par de gestos y besos que ya conformaban como parte de su habitual rutina pero como pareja.
Los días para las cenas seguían siendo turnados, una noche en el departamento de Jisung, al siguiente día en el departamento de Minho. Los fines de semana la pasaban saliendo los tres juntos, visitando desde los parques más cercanos hasta explorar un par de restaurantes de los cuales habían tenido curiosidad, entre otros lugares. No solo salían los tres, en ocasiones lograban escaparse para aventurarse en grandes exhibiciones, pequeños recitales, simplemente disfrutando de la ciudad por la noche.
Jisung había sentido un gran peso retirarse de sus hombros cuando Mingyu decidió renunciar a los pocos días de lo sucedido en su departamento. No negaba que sentía una poca empatía por el chico, al pricipio había sido un buen compañero de trabajo y consideró que podían llevarse bien, pero tan pronto como sucedió la primera y única cena entre ellos, todo se había ido por la borda. No se despidieron, Mingyu había agarrado sus cosas y se había marchado de la florería con la mirada baja, dejando todo atrás. El trabajo para Jisung había incrementado al ser el único empleado en toda la florería, teniendo que realizar todas las tareas por sí mismo y terminando más agotado de lo usual, además de ser una temporada alta para los arreglos debido a las fiestas próximas por acercarse.
El año estaba por acabarse, y con ello, nuevas promesas se estaban por crear. Pero mientras aún durara aquel año, aún había un par de capítulos sin terminar.
Minho reía mientras veía como Jisung bailaba con Lía entre sus brazos, dando suaves vueltas a lo largo de la sala mientras el azabache era la persona asignada de elegir la música. Cuando baby shark sonó por los altavoces, Lía sonrió cuando Jisung imitó una postura de tiburón y alzó los brazos para hacer el tradicional paso del baile, causando fuertes estruendos cuando sus palmas impactaban entre sí.
La noche había transcurrido con naturalidad, siendo un viernes y último día de trabajo de la semana, después de una deliciosa cena habían tomado asiento en la sala, alegando que Lía se encontraba un tanto quisquillosa desde que el día inició, por lo que Jisung se encargaba de entretenerla hasta su hora de dormir.
— Muy bien, es hora de irnos a dormir. — Minho se levantó de su asiento, pausando la música justo cuando Jisung terminó su número y Lía no dejaba de sonreír.
— ¡Aburrido! — Abucheó Jisung mientras se levantaba del piso después de recomponerse, viendo como Lía era cargada hasta su habitación.
El azabache rodó los ojos mientras sentía a Lía babear su dedo, empujando la puerta entreabierta mientras Jisung lo seguía desde atrás. Su rutina no solo había constado de cenar juntos, sino que ambos se encargaban de alistar a la bebé para dormir, colocándole su pijama y asegurándose de arrullarla lo suficiente antes de depositarla en su cuna.
Siempre se quedaban mirando con cierta fascinación a Lía mientras dormía, transmitiéndole tranquilidad antes de retirarse de ahí. Tomando de la nevera dos botellas de cerveza, se dirigieron a la sala donde tomaron asiento en el suelo antes de retirar las tapas, juntando sus botellas en un brindis antes de tomar el primer trago, haciendo que el líquido amargo bajara por sus gargantas.
La atmósfera era relajada, los dos hombres mirando al frente mientras una canción de fondo los acompañaba en su silencio. No había mucho qué decir, solo disfrutaban de la compañía del otro.
— ¿Cómo fue tu vida antes de llegar aquí? Antes de siquiera tener contemplado la llegada de Lía. — Preguntó el castaño, curioso por la respuesta.
El azabache soltó un suspiro, meditando sus palabras. — Siempre hice todo lo que mis padres quisieron para mí, estudié en las escuelas que escogieron, la carrera que querían que estudiara, todo con la finalidad de poder trabajar en la empresa de mi padre. Debo de confesar que jamás los tuve contentos, siempre buscaban la mínima excusa para no felicitarme, para hacerme sentir inferior.
— Eso es muy feo, ¿Jamás intentaste pensar en hacer algo por tu cuenta? ¿Qué te hubiera gustado estudiar?
— Cuando hice por primera y única vez por mi cuenta, pensaron que estaba loco y que estaba teniendo una etapa de rebeldía. Era ilógico, pasé gran parte de mi vida haciendo todo lo que me dijeran para tenerlos contentos conmigo, pero aún así jamás lo estuvieron y cuando pude trabajar para mi padre, eran peor los reproches porque mi padre tenía a su trabajador favorito, decía que debía aprender de él si pensaba liderar la empresa cuando él ya no estuviera. Hacía comparativas todo el tiempo, era él quien lo acompañaba en sus viajes de negocios, en sus reuniones más importantes, inclusive se llevaba mejor con mi madre y puedo jurar que eran el hijo que siempre quisieron, pero luego recordaba todo lo que hice en el pasado para hacerlos sentir orgullosos y me preguntaba, ¿Qué fue lo que me faltó? ¿Qué hace él, que no haga yo? No lo entendía, y si me preguntas ahora también te diré que sigo sin entenderlo. Fue en ese momento cuando decidí que era mejor irme de la empresa, no podía aspirar a más si mi padre seguía haciéndome la vida imposible junto con ese chico, por lo que le hice llegar mi renuncia y no dudó en firmarla.
Minho tomó un largo trago de la botella, mirando aún en un punto fijo de la sala mientras Jisung escuchaba afligido su historia, sin comprender como aquellas personas habrían podido criar así a su hijo, el cual no parecía tener ninguna de sus características cínicas y sin afecto, era todo lo contrario a ellos.
— Mi padre nunca pensó que podría valerme por mí mismo, siempre estuve enfocado en aspirar para su empresa y luego poder suplirlo, por lo que firmó creyendo que no podía vivir sin trabajar para él. No agarré ninguna de mis cosas, dejé todo en la oficina y salí de ahí, estaba convencido que me iría mejor en la siguiente empresa en la que apliqué, claramente no iba a renunciar sin antes tener un lugar asegurado al cual ir. — Jisung sonrió al escuchar su tono, orgulloso de ello. — Tenía la experiencia requerida, me gustaba el ambiente laboral de ahí, por lo que subí rápidamente de puesto. Estuve tan concentrado toda mi vida que nunca imaginé que otra carrera pudiera estudiar, otra profesión a la cuál dedicarme cuando siempre me ví trabajando como mi padre, así que solo sabía hacer esto y aquello porque siempre se me inculcó así. Y si me preguntas, actualmente sigo sin saber que podría estudiar más allá de los negocios, pero siento que se me da bien y con eso me conformo, de igual manera me siento bien haciendo esto.
— La empresa que mencionas... ¿Fue la misma con la que tuviste problemas cuando nació Lía?
Asintió. — Estuve tantos años trabajando ahí que creía que no podían negarme algo que por derecho me corresponde, siempre traté de llevarme bien con todos y nunca llegaba a faltar, nunca les dí una razón para que pudieran negármelo. Aunque, ahora que lo pienso, supongo que algunos directivos no les gustó cuando inicié una relación con Lana.
— Espera, ¿Ustedes trabajaban juntos? — Abrió los ojos con sorpresa, tomando lugar frente suyo como si de ello pudiera prestar más atención a su historia.
— Sí, cuando me subieron de puesto ella era mi mentora en el área. Lana tenía claramente más tiempo trabajando ahí que yo, por lo que era reconocida en toda la empresa porque solía meterse en todos los departamentos para ver si necesitaban ayuda. Ella era encantadora, supongo que por ello me gustó porque siempre la veía tan animada a pesar de ser las temporadas más duras de la empresa, cuando teníamos tanto trabajo que solo queríamos correr lejos de la oficina, pero ella siempre nos alentaba. Las cosas comenzaron a surgir, y cuando menos imaginábamos teníamos la noticia de que estaba embarazada, ni siquiera recuerdo muy bien como reaccionó, pero yo sentí que era el mejor día de mi vida.
El castaño sonrió enternecido, imaginando la reacción del contrario. Lo podía imaginar primero sin poder creerlo, para luego demostrar lo feliz que se encontraba y llamándole a todos para dar esa noticia, le creía cuando decía que era el mejor día de su vida.
— Pero debí de ver las señales, no recuerdo tanta euforia por su parte como cuando les dijimos a sus padres, mis padres ni siquiera se pronunciaron ante la noticia, pero mi hermana festejó conmigo. Cada mes en los chequeos era yo quien le hacía pregunta tras pregunta a la doctora, quería saberlo todo de mi bebé, pero debí de haber puesto más atención a como se sentía Lana en ese momento. Si me pongo a pensar en ello, me siento mal si es que la forcé a tener a Lía, pero jamás me externó sus problemas y cuando le comentaba los planes que podíamos hacer, cuando le preguntaba como se sentía, siempre se vió bien ante mis ojos. Nunca se me cruzó a la mente que pudiera hacer algo como ello, así que me siento culpable de no ver las posibles señales que daba para decirme que nada de ello era lo que quería en realidad, probablemente estaba cegado por la emoción.
— No considero que haya sido así, Minho. Si tenían una buena comunicación, probablemente Lana te hubiera dicho desde el primer momento que no quería tener a Lía, por más feo que suene. Hay situaciones que durante el embarazo la madre esta bien con toda la gestión, pero cuando da a luz y regresa a su casa, comprende que ahora tiene una nueva forma de vivir y una persona que depende completamente de ella, de ustedes como sus padres, a lo mejor no digirió bien la idea de dejar su vida sin ser madre atrás, muchos bloquean esa clase de pensamientos hasta que la realidad vuelve a ellos.
— Pensaba que solo era cuestión de hacerse a la idea, pero supongo que al final solo fue el único que aspiraba a ser padre. — Se encogió de hombros, moviendo la botella en círculos mientras el líquido giraba de igual manera en el interior. — Si pudiera verla, le pediría una disculpa por no poder mirar las señales que me mandaba, pudo más mi deseo de ser padre, pensando que ella también quería. Le pediría una disculpa también por no ser la persona en la que confiaba, a lo mejor tambié fallé en la confianza como para que no pudiera decirme sus miedos e inseguridades.
— Yo creo que los dos merecen disculpas. Si crees que eso hace falta para estar bien con ella, entonces es aceptado, pero la culpa no solo puede recaer en ti, ¿Dejar a una bebé como si nada hasta que tú llegaras? Ese escenario sigue siendo muy feo, por más que ella no quisiera ser madre, ¿Y si Lía resultaba más afectada de como la encontraste? No hay que justificar todas sus acciones porque es imposible, no todo tiene una justificación válida. Sus acciones marcaron un antes y un después, no es algo que pueda pasarse por alto con una disculpa, siento que es más que ello.
Minho miró con una expresión significativa a las gesticulaciones de Jisung, expresando su disconformidad por algo que había sucedido hace meses. Sintió una cálidez en su pecho, mirándolo totalmente anonadado mientras el castaño seguía despotricando en contra de una persona que ya no se encontraba en su vida, defendiendo su postura. Dejó la botella a su costado y se inclinó lo suficiente para acunar su rostro entre sus manos, provocando un leve quejido por parte del castaño al sentir sus manos frías contra sus mejillas.
— En la vida, las cosas suceden por algo, Hannie. Si bien no pasé mis mejores etapas, puedo asegurar que todo valió la pena porque estoy aquí contigo, no podría imaginarme en otro lugar diferente y pensar que no me siento en casa. Pasamos por cosas los dos, pero todo eso nos llevó hasta donde estamos ahora y no podía estar más agradecido por ello como me siento ahora.
Jisung sintió instalarse un rubor sobre su rostro, cerrando los ojos mientras asentía. Entreabrió sus labios al tiempo en que Minho estampó los suyos, bajando sus manos hasta su cintura al tiempo en que lo incitaba a colocarse sobre su regazo, profundizando el beso cuando tomó lugar ahí. Sonrió satisfecho a mitad del beso, agarrando con fuerza la piel ajena que podían formarse marcas rojizas por la presión, separándose a tiempo al necesitar aire.
El castaño juntó sus frentes, recuperando el aire. Mordió su labio, apretando la camiseta con sus manos mientras se relajaba contra el cuerpo ajeno.
— Ahora es momento de contarme de ti, cariño. — Palmeó sus muslos, alentándolo a hablar.
Era momento de saber más sobre Jisung.
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