13

Izuku regreso a la mansión de Yaoyorozu al día siguiente, quería saber cómo se encontraba Ochako. Al llegar ahí fue recibido por Momo, quien le dio la bienvenida con una agradable sonrisa.

—¿Cómo te fue? — Lo cuestiono después de que ambos pasaran a la sala de la mansión.

—Mal, ese hombre no cedió. —Contesto él.

—Te lo dije, los hombres como él no se dejan convencer tan fácilmente. —

—Lo sé, e incluso me amenazo. —Le comento Izuku,

—¿¡Que te amenazo?! — Lo miro con sorpresa.

—Sí, pero no te preocupes no es la primera vez que algo así me pasa. —La tranquilizó con sus palabras y una suave palmada en su hombro.

—Como hay personas a las que les gusta causar problemas, solo porque sí. — Dijo Momo con un gesto de disgusto.

—Sí, pero no voy a dejarlo ganar. ¿Dónde está Ochako? — Pregunto Izuku.

—Arriba, está dándose un baño, me comento que desea ir a ver a sus papás. — Explico Momo, sentándose junto Izuku en el sillón.

—Ya veo...—Izuku se quedó un momento pensativo y después reacciono algo alarmado. — ¡Espera! ¿Sus padres no viven en un pueblo a las afueras de la ciudad? — Cuestiono alarmado.

—Si, en Katano. —Confirmo Momo.

—Tal vez, debería ir con ustedes...—Izuku iba a continuar hablando, pero Momo lo interrumpió.

—Tranquilo, tienes muchas cosas que hacer no siento que tengas que acompañarnos—Tomo la mano del peliverde para tranquilizarlo. —Recuerda lo que te dije, no debes sobreprotegerla tanto, ella no es un ave indefensa, tienes que demostrarle confianza, si no ¿Cómo esperas que ella misma crea en ella? — Momo volvió a sermonearlo con lo mismo, pero funciono hizo que Izuku se calmara un poco.

Estos últimos días, desde que se enteró del infierno por el que pasaba Ochako solo podía pensar en eso, su mundo entero comenzó solo a tratarse de lo que a ella le pasaba y de cómo podía arreglarlo, tanto era su deseo por ayudarla que había dejado a un lado varios detalles de su vida, como el hecho de que era el héroe número uno y tenía muchos conflictos que atender. Ochako era su único tema de conversación y lo único en lo que pensaba al dormir, estaba comenzando a creer que parecía estar obsesionado con todo lo que tuviera que ver con ella.

Tal vez si necesitaba darle su espacio y darse su espacio el mismo para atender otros temas.

—Tienes razón, está bien en esta ocasión las dejare ir solas. —hablo Izuku nuevamente un poco más resignado.

Momo soltó una risa tierna, le parecía gracioso la postura que tomo Izuku después de explicarle que no las podía acompañar. —Además no iremos solas, Mina y Asui planean acompañarnos. —Revelo Momo.

Un suspiro de alivio salió de sus labios, eso sin duda lo dejaría más tranquilo. —Bueno, al parecer es un viaje de Chicas. — Dijo para después levantarse del sillón y ofrecerle la mano a Momo para que hiciera lo mismo, como un caballero lo haría. —Entonces les deseo mucha suerte en su viaje. —

—Muchas gracias, yo te deseo mucha suerte con la pila de trabajo que tienes atrasado. — Se burló Momo.

—Ni me digas, ya me imagino la cara de Kacchan cuando me vea entrar por las oficinas principales. — Le siguió la burla soltando una ligera y áspera risa.

Ambos se quedaron conversando un rato más sobre el mal genio de Katsuki, Ochako bajo y los miro bastante alegres eso la hizo sentir feliz, le gustaba ver a las demás personas así, felices. Izuku tenía una linda sonrisa y se reía de las cosas que decía Momo, ella no solo era muy elegante también era muy carismática y lo demostraba cada que hablaba con otras personas, Ochako siempre quiso ser como ella, incluso por un momento su mente pensó: "Que bien se verían los dos juntos." Eso la hizo sentir algo de malestar, pero fue buena ocultándolo. Al darse cuenta que Ochako estaba en la sala, ellos la invitaron a la conversación, pero ella solo dijo una que otra palabra, se sentía una pieza que no encajaba en el rompecabezas, sin duda necesitaba ponerse al día porque no comprendía nada de lo que decían, no pudo evitar ensimismarse en sus pensamientos de cuantas cosas se había perdido todos esos años.

Finalmente llegó el momento de ir a la estación del tren, llegaron Mina y Asui. Ochako no dudo en abrazarlas y saludarlas, a Mina le dio mucho gusto verla, incluso no se contuvo y se balaceó sobre ella para darle un fuerte abrazo.

—¡Pero cuanto tiempo! ¡Tenía muchas ganas de verte! — Exploto Mina de amor, la abrazaba como si quisiera asfixiarla, Ochako se sentía nerviosa, pero sabía que Mina era así, estaba llena de energía y eso era lo que más le gustaba de ella.

—También estoy feliz de verte. —Dijo Ochako con una sonrisa tímida.

Izuku miraba atento el encuentro de las dos, pero no podía quitar sus ojos específicamente de Ochako, le parecía tan dulce las muecas que hace al ver como los demás explotaban de amor hacia ella.

"¿Estaré enamorado de ella?" ese pensamiento apareció de la nada, haciendo que el chico apartara la mirada de ella. Era la segunda vez que se cuestionaba esto, la primera fue más sutil, pero esta vez parecía venir más directa la pregunta, le pareció curioso, porque hace unos minutos pensaba que tal vez se había obsesionado con ella, ¿Cómo se distingue el amor de la obsesión? Su mente le estaba haciendo una mala jugada, a veces su propio enemigo era el mismo.


Izuku se ofreció a llevarlas a la estación del tren, una vez ahí todas se comenzaron a despedir de él, la primera en hacerlo fue Momo, quien se despidió con un abrazo y deseándole suerte con su trabajo, la segunda fue Asui que solo le dio las gracias y le dijo un corto adiós, después fue Mina que le pidió que le dijera a Kirishima que lo llamaría en cuanto llegara, Izuku le dijo que se lo haría saber en cuanto llegara a la agencia. Finalmente se acercó a Ochako, quedaron los dos de frente, ambos listos para despedirse, pero los dos se quedaron en silencio, no podían pronunciar ni una palabra era como si se hubieran quedado congelados por unos instantes.

—Cuídate. —Ochako fue la primera en hablar.

—Igual tú. —Dijo a secas Izuku.

El silencio volvió a abundar el momento volviéndolo algo incómodo, Ochako no pudo evitar apretar sus labios no entendía porque ninguno podía decir nada más. Izuku no dejaba de mirarla, seguía ensimismado en los mismos pensamientos que había tenido desde hace una hora atrás, ¿Estaba enamorado?

El sonido del silbato del tren que anunciaba su llegada saco del incomodo momento a los dos, ya era hora de que se fueran, Ochako tomo su pequeño equipaje (Que era ropa que Momo le había prestado) y miro nuevamente a Izuku dedicándole una sonrisa.

—Nos vemos. —Murmuro suavemente la chica.

—Adios...—Murmuro Izuku.

Ochako se dio la vuelta y se acercó con las chicas que la estaban esperando para entrar al vagón, al ver que las cuatro ya estaban reunidas, se adentraron al tren, todas tomaron los asientos más cercano juntas y Ochako se sentó a lado de la ventana, esto tenía un motivo quería ver a Izuku antes de marcharse.

Izuku se quedó ahí mirando al tren, pensativo, después se percató que la castaña de ojos chocolate estaba observándolo. Los dos se miraron fijamente a los ojos, ninguno se inmuto no como minutos atrás que ni siquiera podían mirarse a la cara al hablar, esta vez se sintió diferente, la mirada de la chica parecía decir "Te voy a extrañar" y la mirada del pecoso podía descifrarse diferente era más un "Te amo".

Finalmente, el tren se marchó. Izuku solo chasqueo la lengua y camino a su auto con la mirada abajo, sin dejar de pensar en lo que le estaba sucediendo y que al parecer había florecido algo nuevo que descifrar en él.

Ochako miraba por la ventana pensativa, se alejaba cada vez más de la enorme ciudad, sintió una sensación de paz, pero también de duda, porque no dejaba de pensar en la mirada intrigante de Izuku, esta le había ocasionado un cosquilleo en el cuerpo, que de solo recordarla una vez más volvía a crear la misma sensación en ella como si lo estuviera viviendo de nuevo. Por otro lado, estaba muy feliz porque vería a sus padres lo cuales significaban mucho para ella también podría olvidarse un rato de todo aquello que la atormentaba y le hacía tanto daño.

El hecho también de ver a sus amigas de adolescencia la hizo sentir mucho mejor, había pasado tanto desde que no compartía un café con ellas, con nadie en realidad. Que le hizo pensar cuantas vueltas puede dar la vida, un día están felices de graduarse y prometiendo no perder contacto y al otro tomando un café después de fácil más de tres años sin verse, así eran las amistades, cambiaban, se adaptaban a las necesidades de los involucrados y si no lo hacían, se rompían. Dirigió su vista a ellas estaban hablando de algún tema de política mientras reían por los comentarios incoherentes de Mina, Ochako sonrió decidió involucrarse en la conversación, no se sentía un cero a la izquierda esta vez, se sentía tranquila, feliz, en casa.

Había personas que simplemente eran el significado de la palabra hogar.

Llegaron finalmente al pueblo donde los padres de Ochako vivían, ellos las estaban esperando afuera del metro emocionado de ver a su pequeña.

—¡Mama! ¡Papa! — Grito emocionada y corrió a su encuentro para darles un enorme abrazo.

Sus padres la acogieron sin pensarlo entre sus manos y la abrazaron con fuerza, tenían años sin verla. Ochako no pudo evitar dejar caer algunas lágrimas, a sus padres no les importo llenaron de besos sus mojadas mejillas que se habían tornado de un color rojizo por el llanto.

Su pequeña había vuelto a casa.

— ¡Bienvenida a casa Uraraka! — Exclamo su padre con una sonrisa.

—Nos alegra mucho que estés de vuelta en casa, hija. — Dijo su madre posando su mano en su mejilla limpiando las lágrimas que encontraba en su rostro, como solo una madre lo sabia hacer.

—También estoy feliz de volver. — Murmuro dejando caer su mejilla sobre la suave mano de su madre.

Las demás chicas se acercaron con timidez a saludar después de esa emotiva escena y todos fueron finalmente a la casa de la familia de Ochako en el auto de su padre.

Todo en la casa era cómodo y rural, la casa de los Uraraka era grande y espaciosa, con ventanales enormes que dejaban entrar la luz del sol cuando se asomaba por las mañanas hasta la noche que abandonaba el cielo, también había árboles en todas partes, tenían un huerto a lado, lleno de diferentes frutas y verduras, también había flores y plantas la tierra parecía ser muy fértil. Parecía ser una casa muy costosa teniendo en cuenta lo que abarcaba de espacio.

— ¿Cuánto tiempo se quedarán? — Pregunto su madre.

—Hoy y mañana, el miércoles nos iremos a casa, si no es mucha molestia. — Respondió avergonzada la castaña.

— ¡Para nada! Quédense el tiempo que quieran, deseo tenerte todo el tiempo que pueda conmigo. — dijo su madre tomando de los hombros a Uraraka con ternura.

— ¡Muchas gracias señora! ¡Que amable! — Entro mina a la conversación de la nada.

El día transcurrió normal, conversaron tomaron té y caminaron por los alrededores para conocer mejor el lugar. Al caer la noche todos quedaron profundamente dormidos a excepción de Ochako que tenía problemas para conciliar el sueño.

En la madrugada esta se levantó y salió de la casa a caminar por los campos cercanos, hasta que encontró una colina donde había un enorme roble y decidió sentarte debajo de él, después observo la luna se veía brillante en el cielo, le parecía hermosa. ¿Podría pedirle que le ayudara a salir de esa situación? Pensó, pero después lo descarto. Cuando era pequeña su madre le conto una antigua leyenda, la leyenda contaba que, en el antiguo Japón, la luna siempre fue relacionada con la mujer, entonces las mujeres solían pedirle favores a la luna, si lo pedias con bastante fuerza, esta te lo concedía, pero siempre había un precio a pagar, porque si ella te daba algo, tú también tenías que darle algo a cambio. Porque la luna no solo era hermosa e imponente, también era justa.

A veces dar algo a cambio de otra cosa, tiene sus consecuencias, sus padres se habían decidido mudar al pueblo más cercano después de retirarse, querían un ambiente más tranquilo y esta fue su mejor opción. La realidad es que esa casa Ochako la había comprado con el dinero que su "esposo" le había ofrecido una vez. "Es un favor." Le dijo él, ella lo acepto sin dudarlo, finalmente ayudaría y aportaría algo para su familia después de tantos sacrificios no sabía que ese favor le costaría tan caro.

Pagándolo con su propia vida.

— ¿Así que no puedes dormir? — La voz de Mina la saco de sus pensamientos.

—Es un poco complicado. — Se encogió de hombros sonriendo.

—Comprendo. — Mina se sentó a lado de ella, ambas estaban debajo de un roble observando los cultivos de los campesinos que vivían ahí.

—Honestamente tampoco puedo dormir, dormir en el piso no es lo mío. — Se quejó.

Ochako rio irónica. — Que curioso, yo antes solía dormir ahí todo el tiempo. —

Mina guardo silencio un momento, se dio cuenta que la actitud de ochako había cambiado. —Lo lamento. —

—No te preocupes, está bien. — La interrumpió Ochako. —Es algo que aún no puedo superar. —

— Debió ser difícil, eres muy fuerte. —

Últimamente era lo único que escuchaba Ochako de las demás personas, una parte de ella se había cansado de esa frase, ¿Fuerte? No se sentía fuerte, ella creía que era débil hasta ahora no había podido solucionar ese problema, se supone que era una mujer fuerte e inteligente ¿Por qué le pasaba esto? ¿Cómo fue que no se dio cuenta antes? Sentía rabia con ella misma, por haberse equivocado.

—Sí, pero ahora ya no volverá a pasarme eso, nunca más. — Murmuro con cierto resentimiento, Mina puso su mano en su hombro.

—No seas tan dura contigo misma. —

Ochako guardo silencio, eso la hizo volver a sentir algo de piedad por ella misma, después miro a Mina otra vez y ambas se sonrieron mutuamente.

— ¡Fuego! ¡Fuego! — Se les escucho a un campesino gritar alarmando a las dos mujeres.

Ambas dirigieron su mirada a donde este estaba, corría en dirección a donde estaba la casa de Ochako.

— ¡Va directo a tu casa! — Exclamo Mina.

Ambas se levantaron alarmadas, Ochako sintió como su cuerpo se estremecía del miedo, sus tiemblas comenzaron a temblar, estaba a nada de perder el equilibro, pero se mantuvo firme, finalmente Mina la tomo de la muñeca y la jalo junto con ella para correr en dirección a donde corría el campesino.

Ochako tenía miedo, mucho miedo.  

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