Uno

Let me love you.”












Recuerdos vuelven atormentando a mi mente, vagos y aislados acontecimientos merodean nuevamente entre mis memorias.

Empezando desde mí nacimiento, hasta mí niñez, una madre solitaria quién fue abandonada por un imbécil que no deseaba hacerse cargo de su propia bendición.

Un jodido padrastro figuro en mí vida, y no, no juzgó a mi madre por haberlo elegido. El tipo parecía decente, y ella, pues... no podía pasar toda su vida en soledad a cargo de una niña pequeña, entonces, ¿qué mejor que un buen hombre trabajador se hiciera cargo de ambas? Un gran partido sin duda alguna.

Pero claro que no contó con el paso del tiempo, y aquella pequeña niña bajo su tutela, creciendo cada día, un poco más y poco a poco, despertando la lujuria en el mismo.

Aún recuerdo los abusos de aquel hombre sobre mí, al principio sólo eran miradas perturbadoras llenas de lascivia, claro, en aquel entonces no lograba comprenderlas, hasta que ocurrió.

Aquella vez su entrepierna se endureció con el leve roce de mí pequeña espalda, recuerdo aquel jadeo salir de su boca, aquella vez fue el comienzo de mí posterior tortura.

Los días pasaban y no sólo sonreía, no sólo le bastaba con verme de lejos, llenandose de apetito sexual, siquiera era suficiente aquella mano juguetona rozando partes de mí cuerpo incestuosamente cuando nadie le veía, claro que no, eso no lograba saciarlo, su necesidad era abrumadora y no se detendría en esas pequeñeces.

Tomé un cigarrillo para posarlo entre mis labios, mientras una mano lo encendía, la otra le cubría, protegiendole de aquel viento de otoño, y sin más, le brinde una calada profunda.

Aún recuerdo el hedor de aquél hombre, sus erecciones eran cada vez más frecuentes y sus necesidades mayores, no sólo se conformaba con hacerme tocar su miembro, tampoco con llevarlo hasta mí boca.

No lograba detenerse hasta escucharme suplicante, gozandose en cada grito, los cuales suplicaban reiteradas veces lo mismo, que parase, no le bastó hasta que derramara cada una de mis lágrimas, inútilmente claro esta. Y aquél fue mí gran error.

Aún recuerdo sus palabras aquella noche; “¿Quieres qué paré? Te enseñaré a pedir correctamente que me detenga.”

Avance por aquellas escaleras cuesta abajo, hacia aquella parada de subte, este recientemente había llegado, antes de ingresar, tiré la colilla de mí cigarro para darle la última calada y desaserme por completo de el, para posteriormente dirigirme a uno de los vagones más apartados del mismo.

Muchos se preguntarán, “¿por qué no hiciste algo al respecto?” dejemos bien en claro una sola cosa, una niña de tan sólo ocho años no tiene noción o las herramientas necesarias de como reaccionar ante tales circunstancias.

Mí madre simplemente no fue consciente del monstruo con el que dormía cada noche, y a veces me cuestionó, ¿realmente no lo fue?

Por momentos, muy en el fondo de mí alma, aún lo pongo a duda.

Aunque no quiero aceptarlo, realmente, creo que ella era muy consciente de lo que padecía su única hija, al menos a mis doce años, no podía no saberlo.

¿Habrá sido fácil ignorarlo?, ¿podía dormir con su conciencia tranquila? Realmente no lo sé, y honestamente ya no me importa.

El ruido de aquél subte avanzando era impresionante, la fuerza y velocidad con la que se manejaba, impecable.

El tiempo pasó lentamente para mí, era consciente de ello, aún así, ¿qué más podría hacer? la vida es una mierda completamente, pero algo bueno debía de suceder, ¿verdad?

Aún no logro comprender quién lo puso en mí camino, llámese destino, vida, o simplemente una remota casualidad... realmente no lo sé, ¿importa? claro que no.

Kim Tae Hyung, aquél era su nombre de pila, un joven alto y delgado, de unos diecisiete años; hizo acto de presencia frente a nuestra puerta, de la mano de un oficial de policía.

Aún recuerdo el semblante de mí madre, y la horrible cara de mí padrastro.

Aquél fue el principio del posterior abismo al que debería enfrentarse aquel lugar denominado "hogar".

Taehyung era el primogénito de aquél hombre divorciado hace bastantes años, huérfano recientemente, aquello de lo que no era consciente mí madre.

Aquel pequeño detalle género inestabilidad y constantes conflictos entre ambos, cosa que inevitablemente me agradaba. Claro que en aquel entonces, me alegraba la simple idea de un futuro divorcio, pero no era consciente de que aquello sólo aumentaría su furia contenida, aquella que sólo lograba desquitar de una única y exclusiva forma, conmigo.

“Eres la única que lo consigue, la única que me pone así...”

Aquello era lo único que repetía una y otra vez, lo que me atormentaba cada noche en cada uno de mis sueños.

Recuerdo el miedo nocturno, el insomnio que padecía, y aquello que más me perturbaba, era aquella puerta, que esa ¡bendita puerta! se abriera y él la cruzará, directo a mi encuentro.

Aquel asqueroso sentimiento sólo era menor al pláticar con Taehyung, él era un chico callado y reservado, sabía guardar silencio y maneterse al margen de cada situación, de hecho costaba lograr sacarle tres palabras mínimo, siempre conseguía una o dos y con demasiado esmero.

Pero aquello me bastaba, poder tenerlo frente a mí, me bastaba. Aún en su silencio, su simple presencia, únicamente su rostro y atención, era aquel "hermano" que nunca tuve, me agradaba.

Se podría decir que creía en un renacer hermoso a lado de oppa como mí hermano mayor, aquél espejismo que te mantiene esperando un milagro, como si me auto vendiera un propio sueño...

Evidentemente a él no le agradaba, odiaba que pasará tiempo con su hijo, odiaba verme sonreír a su lado, o intentar tener una conversación con él, realmente le desagradaba, era un controlador, un posesivo y aún no era consciente de ello.

“No te le acerques, tú eres sólo mia, ¿lo entiendes?”

Recuerdo la primera vez que intente hacerle frente, no salió nada bien.

De un solo golpe me arrojó al suelo, y con un simple movimiento desgarró mi remera, aquella vez intenté resistirme, por primera vez en siete años, quería decir “¡No!” y ser escuchada, más no fue el caso.

Sólo gané mayores golpes, y una tonta excusa proveniente de mis labios, un estúpido “me cai” fue suficiente para tranquilizar a mi madre, así de ingenua era ella.

Más no él, Taehyung no era ningún tonto, aparentaba ser extraño y desnivelado pero ante mis ojos, era el más cuerdo de esa estúpida casa.

“¿Qué te pasó?” —cuestionó una vez estuvimos solos, raro, logré oír tres palabras en una oración.

Sonreí— “Me cai, sabes lo torpe que soy...” —intente sonar convincente.

—“No soy idiota.” —afirmó con seriedad para acercarse hasta mí rostro y con su mano tomar mí mentón, para lentamente correrlo y ver aquella reciente hinchazón debajo de mí barbilla.

“Estoy bien...” —sonreí para contener mis lágrimas y alejar su mano, él simplemente me rodeó entre sus brazos en un delicado abrazó.

Creó que en aquel preciso momento fue cuando aquel sentimiento dentro mío cambió, creó que fue exactamente cuando lo vi por primera vez con otros ojos. No como aquél hermano mayor, claro que no, sólo, como a un chico mayor.

La parada llegó a su fin, me puse en pie para bajar de aquél subte y encaminarme hacia las escaleras, rumbo hacia la superficie de una madrugada en Seúl, dónde las calles eran bastantes transitadas. Y la mañana demasiado fríolenta.

“Te dije que te alejaras de él Yerin.” —aquel golpe se hizo oír, caí al suelo sobre mis rodillas raspadandose por el impacto.

“Yo...” —solloce sujetando mí mejilla, en aquel momento pude ver como empezó aflojar su cinturón.

—“Tendré que enseñarte a respetar a tu hombre Yerinnie.” —el ruido de aquél accesorio cayendo al suelo inundó mis tímpanos, cerré con fuerza mis ojos, ahogando el llanto, mis labios fueron apretados en un simple acto de inercia, mis piernas temblaban notoriamente, y rápidamente fui tumbada al suelo con brusquedad— “Tú eres solo mía, yo soy tu papi, lo entenderás al fin.” —penetro sin cuidado alguno mí zona.

El frío viento soplaba con fuerza, mí rostro recibía el impacto sin quejas, me encontraba de pie, esperando en aquella solitaria parada, el bus tardaba en salir los fines de semana temprano, no era de extrañar.

—“Yerin” —Tae corrió hasta mí dejando caer su cuerpo a un costado del mío, aquel rastro de lágrimas sobre mis mejillas, los ojos hinchados y rojizos, todo delataba mi condición delante de su persona; el cuerpo me dolía, mí espalada y muñecas ardían.

—“Estoy...” —pude admirar en sus ojos un brillo que nunca antes logré distinguir, aquel sentimiento que demandaba preocupación. Tomó mis brazos para sujetarme y poder sentarme— “Ah” —solté un quejido involuntario al sentir su agarre sobre mí muñeca, rápidamente levantó mis mangas encontrándose con aquellas marcas rojizas, signo de la notoria fuerza aplicada en la zona, y sin más, solo se levantó enfurecido.

Por primera vez me asusté al verlo, sus ojos destellantes de furia, lo llamé, pero fui ignorada, no tenía fuerzas para ponerme en pie, pero él no haría nada estúpido, ¿cierto?

El bus llegó y subí a este, pagué la tarifa avanzando hacia uno de los últimos asientos del fondo.

Aún recuerdo la internación de Taehyung, fue costosa, un par de huesos rotos, aquella vez lloré con fuerza, lloré con ganas, lloré como nunca antes había llorado.

—“Detente, para...” —era lo único que repetía al verme.

—“¿Por qué lo hiciste?” —sabia perfectamente lo que había ocurrido, ese hombre tenía marcas en su asqueroso rostro, pero oppa había sacado la peor parte— “¿Por qué?” —recuerdo su sonrisa silenciosa, más lágrimas brotaron de mis ojos.

Las discusiones no se detenían entre ellos, al parecer mí madre encontró mensajes subidos de tono en su móvil, más estrés para él, más sufrimiento para mí.

“Volveremos pronto.” —sonrió al verme, mis padres decidieron tomarse un descanso por una semana, una semana de silencio para mí.

Eran mis vacaciones de verano, no quería ir con ellos, y conseguí quedarme en casa al conversar a solas con mí madre, exponiendo mi punto de vista. Ambos nesecitaban tiempo a solas como una pareja, claro que aceptó gustosa, pero él no estaba convencido del todo.

Taehyung seguía internado, aquella semana sería solitaria, al menos eso creí.

Peor el timbre sonó, fui hasta aquella puerta implorando que no sean ellos, porque si, temía  que aquel ser despreciable logrará salirse con la suya una vez más, y que de alguna u otra manera cancelará aquel viaje. Más mí sorpresa fue aún mayor al ver a quién menos pensaba.

“Tae...” —este sonrió para ingresar a la casa, cerré la puerta y volteé a verlo— “¿Qué haces aqui? tú... el hospital...” —fui interumpida por su cálida mano sobre mí cabeza, y su reconfortante sonrisa cuadrada apareció, mí corazón se estremeció, una fuerte calidez inundó todo mí cuerpo.

Él dijo que fue dado de alta sin preocupaciones, pero era consciente, para con aquellas heridas, me resultaba imposible de creer. Aún así, decidí hacerlo, quise creerle. Porque me alegraba que estuviera a mi lado, junto a mi, ya que el poder estar en su compañía, lograba hacerme sentir, verdaderamente en casa.

—“Yerin, nunca te dejaré caer, te prometo no decepcionarte.”

Nunca me decepcionaste, aún en medio de aquél sendero infernal por el que me encontraba transitando, llegaste a mí como un salvavidas personal.

“Déjame amarte.”

Tae Tae oppa... fuiste mí milagro.

—Nunca te dejaré ir oppa... —susurre.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top