Tres
Fuiste el único que realmente llegó a conocerme, fuiste el único al que realmente llegué a amar.
Solía cuestionarmelo a menudo en aquella época, ¿a quién tengo a mi lado? Yo no conocía ni el cielo ni el infierno, siempre me encontraba atrapada, estancada en aquel asqueroso intermedio.
Sin poder encajar en ninguno de ambos polos. Siempre pensé, que todo debía terminar pronto y si no lo hacía, yo misma me encargaría de ello, algún día.
Aún recuerdo aquel; "Hola, desde tu mismo lado oscuro, quiero ser tu todo." En conjunto de aquella bella sonrisa asimétrica.
Alguien más, aparte de aquellas bellas chicas, deseaba ser mí amigo, alguien que conocía lo más bochornoso de mí, lo más oscuro y asqueroso, pero no me condenaba por ello, claro que no.
—"¿Cuándo mierda terminará todo?" —cuestione cabizbaja, las voces en mí cabeza repetían una y otra vez lo mismo, "Terminará, muerta".
¿Aquel sería el desdichado final para mí?
—"Rinnie~." —senti aquel beso sobre mí cabeza, y sonreí enternecida para levantar el rostro de aquella mesa— "¿Qué haces en la biblioteca?"
—"¿Leo?" —me miró con obviedad, más negué— "Es el mejor lugar para descansar un rato, ¿no crees?"
—"¿Estás cansada?" —su rostro reflejaba preocupación, negué.
—"Estoy bien..." —sonreí por él.
—"Podrías estar mejor." —aseguró, y entendí su punto, pero como la gran cobarde que soy, sólo desvíe la mirada. Un silencio agradable tomó parte del lugar, pero aquél, fue roto por la risa traviesa de oppa— "Quizás, puedo mejorar mínimamente tu descansó."
—"Oppa..." —no pude continuar al sentir su mano por debajo de la mesa, acariciando mis muslos.
Fuiste aquella persona que llegó justo a mi rescaté, fuiste quién vino directamente a salvarme, y antes de poder caer por completo, fuiste tú, mi salvavidas, mi salvador.
—"¿Aquí?" —cuestione preocupada.
—"Lo hicimos en un callejón, ¿cuál es la diferencia?" —se burló de mis mejillas sonrosadas, sólo para apoderarse de mis labios.
Fuiste la experiencia más divertida y llena de vida que tuve a mis cortos quince años.
—"Tae-mhm~ ahg~" —reprimía mis gemidos, mientras él movía su cadera al son de la mía, sus movimientos eran impecables, podía sentir cada una de las toxinas ser liberadas por todo mí cuerpo, si esto era a lo que se le llama felicidad, podría jurar que me convertía en adicta a ella.
Taehyung era mí felicidad, la basta y pura adrenalina, él me hacía sentir viva, realmente viva.
—"Yerinie te ves más radiante que nunca." —comentó Ha, y sonreí avergonzada.
Negué— "Rinnie, dime Rinnie." —ambas muchachas se vieron para sonreír entre ellas.
Es cierto, lo estaba, Taehyung no era sólo sexo y nada más, él era mi complemento, suena estúpido, una niña de tan sólo quince años que podría saber de aquello, pero eso era él para mi.
Bajé del bus y me encaminé hacia la derecha.
¿Debería seguir pensando en ello? Estás últimas semanas me era imposible no volver a recordar, pasaron doce malditos años...
—"Yerinnie ven aquí." —me alejé de él, ya no quería esto para mí vida, no más, nunca más— "¿qué ocurre pequeña?" —sonreía mientras se sacaba su camiseta.
—"Alejate, o te prometo... —me miró con burla en sus ojos, llenó de ironía en su mirada. A caso, pensaba ¿qué nunca hablaría?, ¿qué era así de débil?— que voy a denunciarte." —intenté sonar firme ante aquella carcajada que obtuve como respuesta.
—"¿Tú? Si como no... —negó acercándose mientras desabotonaba su pantalón— ven aquí Rinnie." —ordeno, pero negué espantada, él no podía llamarme asi, nunca.
Mamá y Tae habían salido de compras, se suponía que él no regresaría hasta el anochecer, pero no fue así.
—"Desde que cumpliste los dieciséis te ves más jodidamente sexy." —tomó mí cuello para besarlo, me resiste intemtamdo empujarlo— "¿Qué ocurre, ya no te gustó?"
—"Nunca lo hiciste..." —mi voz se quebrajeo, mí pecho dolía, acaso este ser humano... ¿realmente pensaba que yo disfrutaba junto a él?— "Eres un monstruo." —asegure conteniendo las lágrimas.
—"No es lo que dices cuando estoy dentro de ti." —se burló para acariciar un mechón de mí cabello.
—"Eres tan poco hombre que necesitas forzarme a..." —pero fui irrumpida por su mano, la cual golpeó fuertemente contra mí mejilla.
—"¿Quién te crees? Maldita mocosa, yo fui el que salvo tu vida de la miseria, ¡Muestra respeto!" —exigió, y las lágrimas brotaron, aún así, volteé a confrontarlo.
—"Si, pero no fue gratis, ¿verdad? Eres una mierda, ¿tú me salvaste? —reí para no seguir llorando— t
Tú, arruinaste mí vida..."
—"¡Yo la hice más placentera!"
—"Si como no. —me mofe de él, aunque no tengo la más remota idea de donde provenía aquel vigor— No tienes lo necesario para complacer a una mujer"
—"¿Entonces quién? —me confrontó irritado— ¿el idiota de Taehyung?" —se mofo, pero asentí.
—"El tiene todo de lo que careces." —especule con desprecio.
—"Perra desagradecida —se apoderó de mí cabello jalandolo con fuerza— te prohibí seguir con él."
—"¡Suéltame!"
—"Haber si puedes mantenerlo" —aún con su mano tironeando de mí cabello, decidió voltearme, contra la pared dispuesto abusar una vez más de mí.
—"¡Para! ¡Detente! —grité con desesperación, su fuerza era abrumadora— por favor... por favor... —solloze rendida— lo siento..." —odiaba rebajarme ante su nivel, la sonrisa y el calor de aquél hombre sobre mí cuerpo, simplemente generaba asco y bronca, sobre todo contra mí misma.
¿Por qué debia de ser tan débil?
—"Buena chica" —beso mí cuello saboreando mí piel, mientras me encontraba lloraba en silencio al sentirlo palpitar sobre mí trasero, ¿por qué era tan débil?
—"Por favor... sálvame" —susurre cerrados con fuerza mis ojos, el timbre de mi voz no salía, no lograba ser oída.
Ahora podía comprenderlo, debía aceptarlo al fin, sólo una decisión lograría terminar con esta pesadilla. Debía de acabarlo, porque nadie podría oír mí voz nunca, sólo yo podría salvarme, sólo aquel cuchillo detendría mi sufrimiento... debía suicidarme, lo haría sin dudarlo más.
—"¡Ahhh! —volteamos ante aquél frenetico gritó— ¡Hijo de puta!"
No... Tae...
Mis ojos se abrieron debido al impacto, lágrimas volvían a impregnarlos, generando una visión borrosa.
El chico al que más amaba se encontraba apuñalado con desdén aquel hombre, y yo... no podía moverme.
Observé el cuerpo de aquél hombre caer sobre sus rodillas, y le vi apoderarse de él por encima de su cuerpo, pero no sabía como reaccionar. Su mano fijaba la empuñadura del mango de aquel cuchillo, el cual levantaba una y otra y otra vez.
Mis piernas tambalearon generando inestabilidad, caí sobre estas, mentalmente llamaba su nombre, una y otra vez, pero mis labios no lograban abrirse.
Me detuve enfrente de aquella penitenciaria, la cárcel se veía tan oscura, tan vacía.
—Oppa... —susurre para adentrarme.
Tan solo tenía dieciséis años, la decisión no pude tomarla por mi cuenta, y mí madre se encargo de cerrarme la boca. No dudo en acusarme de estar mal psicológicamente, de ser una incestuosa con mi propio hermano.
El shock era fuerte, mis manos aún temblaban, pero Taehyung guardó silencio, ¿por qué demonios no hablaba?, ¿por qué carajo no relataba los sucesos como correspondía?
Llena de inseguridades, rompí el silencio, y volví en si cuando estaban a punto de condenarlo a la pena máxima, veinticinco años de cárcel por homicidio agravado.
No podía permitirlo, y conté mi propia versión, luego de aquello, el espamento que realizó mi madre fue abrupto, tratandome de loca, de una mala hija.
"Después de todo lo que tú padre hizo por ti... deshonras su memoria tan patéticamente, desagradecida." aquellas fueron sus últimas palabras, tal cual dichas.
Sin importar el desprecio que recibí por su parte, y de aquel dolor que me brindo sin anestesia, siendo que mi "madre" pasara deliberadamente asi de mi; sólo por un hombre.
Pase por cámara gesell, luego de un gran proceso de evaluación, charlas y estudios psicológicos, estos llegaron a la verdad, aquél hombre abusó de mí por nueve años. Por supuesto que mí mente no estaba del todo bien, por ende me brindaron ayuda psicológica y rehabilitación de la mano de una organización que se especializa en violencia doméstica, sobre todo, abuso infantil.
Pero aquello no dejó en libertad a Taehyung, claro que no, después de todo, el crimen estaba hecho, y el encarnecimiento con el que apuñaló una y otra vez a ese hombre, no les permitía dejarlo pasar.
—Señor Kim, compórtese. —se hizo oír la voz de aquél oficial para alejarse de ambos, levanté la vista hacia él, sus ojos interceptaron los míos.
—Yerin...
—Oppa...
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