Dos

—"No te rindas."

Compartimos tanto tiempo juntos, que incluso nuestras almas maduraron juntas en algún punto.

Aquella semana logré disfrutarla al máximo gracias a tu compañía. Porque fuiste el resultado de mi sincera alegría, la sonrisa más genuina, y me enseñaste a disfrutar de los momentos.

"Oppa dejá eso." —pedí sonriente, pero seguiste jugando con aquel cereal, ensuciando toda tu cara, y ocasionando carcajadas de mí parte.

—"Sonríe." —fue lo único que dijiste para acariciar mí cabeza con tu mano, cerrando tus ojos y sonriendo cuadradamente.

Soy consciente, fue en aquella semana donde logré incrementar aquella visión que comenzaba a tener de ti. Aquél chico alto y delgado que una noche cruzó por aquella puerta, de la mano de un oficial en servicio por causa del vandalismo y huída del orfanato.

Aquél adolescente dos años mayor, de semblante inexpresivo y aislante, de pocas palabras.

Aquél castaño con pequeños reflejos de color verde por su flequillo, aquél chico de únicamente una palabra, aquél de mirada pérdida, el rarito y extravagante de la escuela, el responsable de que mí corazón se sintiera cálido y acogedor, el responsable de mí sonrisa, mí hermano mayor.

Claro, políticamente hablando.

Poco a poco aquella visión suya se reafirmaba, con mayor fuerza, y mis ojos le apreciaban como a un chico más, sin ningún tipo de relación parental, sin restricción alguna.

¿Fuera de mí alcance? no, pero... ¿qué sentía él al verme a mí?

Sonreí al recodar aquél sentimiento de duda, envuelto en angustia, y es que el pensar siquiera... que tan sólo era una niña pequeña ante sus ojos, que sólo era la hermanita menor o aún peor... el juguete sexual de su padre.

Aquello me hacía sentir tan inestable, tan frágil y repugnante, esos últimos días me la pasé vomitando de tan sólo cuestionarmelo.

—"¿Cómo te sientes?" —extendió aquella pastilla en su mano izquierda y un vaso con agua en su derecha. Y es que estaba muy al pendiente de mí condición, acepté ambas sin reproche alguno— "¿Mejor?" —volvió a recibir aquel vaso vacío para depositarlo a un costado y sentarse en el suelo a mí lado— "Yerin..." —mi vista era esquiva, no me atrevía a levantarla— "Yerin" —volvió a llamar, sin fuerzas intenté ponerme de pie, inútilmente, fui jalada del brazo para caer en su regazo.

—"Tae-Tae..." —susurre siendo interumpida por su jadeo, quedando inmóvil por unos segundos, al reaccionar intenté moverme para poder ponerme en pie nuevamente, pero sus manos me sujetaron con fuerza desde la cintura, y guardé silencio.

"Yerin... háblame." —pidió aferrado a mí.

—"No sé... que decir." —susurre bajando el rostro sonrojada.

—"Lo que quieras, sólo... quiero saber cómo te sientes." —dijo aferrando su cabeza en mí hombro, y aquel simple acto, logro erizar mí piel, sentí algún tipo de corriente eléctrica que no podía explicar, porque jamás había sentido algo como aquello, nunca— "Yerin" —volvió a pronunciar ante mí silencio.

"Yo..." —apreté con fuerzas mis manos, estaba asqueada de mí misma, y seguro él se sentía de la misma forma. Sentí sus labios cercanos a mí cuello— "¿O-oppa?" —cuestione tartamudeando, sus labios dejaban cortos y húmedos besos en mí piel, lograba sentir como subsionaba para volver a besar, podía sentir aquella zona hirviendo a gran temperatura, y todo se fue al carajo cuando su lengua tomó acto de presencia— "Tae... ah~" —un pequeño gemido salió de mí boca asustandome por completo.

"Yerinie..." —sus manos bajaron hasta mí intimidad podía sentir como sus dedos rozaban frotándose contra ella por encima de aquél shorts, mí cuerpo se pertenecía, mi clítoris comenzaba a desesperarse por sentir alguno de sus largos dedos dentro de ella.

"O-oppa... espe-ah~" —no sabía como detener aquella tortuosa sensación. Hasta que se hizo sentir, su miembro palpitante debajo de mi comenzó a desesperarse, y rápidamente rompí sus movimientos poniéndome en pie— "¡Basta!" —exclame exaltada, asustada.

Al ver sus ojos, la vergüenza me invadió por completo, volví a sentirme sucia, y oí su voz llamándome, pero ya era demasiado tarde, porque había huido de su presencia.

Observé por la ventana a cada uno de los autos que transitaban por la rotonda principal, recordando...

Aquella tarde me encerré en mí habitación y no volví a salir de ella.

Taehyung fue comprensivo conmigo, cálculo que para aquél entonces era demasiado consciente de mí situación personal, y aún con aquella gran exitacion propia, se limitó a brindar mí espacio personal.

Entonces me era imposible cuestionar...

¿Cómo aquél jóven salió de aquella escoria humana?

Aún me lo cuestionó en verdad.

—"Tae... oppa yo..." —no tenía el valor para verle a los ojos, y es que estaba asqueada de mí misma. Entonces sentí el peso de sus manos sobre las mías.

"Lo entiendo." —sólo dos palabras bastaron para calmar un poco a mí pesado corazón.

Y la semana entrante, ellos habían regresado, mi madre se notaba mucho más relajada y más jovial; al parecer el sexo la tranquilizaba, que irónico, porque a mí, su hija, sólo lograba perturbarme.

Una vez escuché a mí mejor amiga hablar del sexo, Joy decía que hacerlo con su novio le brindaba felicidad, que era una hermosa forma de demostrar cuanto se amaban entre ellos. Y es que aquellos abrazos y besos íntimos, eran el resultado de la gloria misma.

Pero yo sólo guardaba silencio y sentía náuseas al oírlas, lo único que volvía a mí mente eran las palabras obscenas y el cuerpo de ese sujeto, odiaba sentirme así. Pero nuevamente, me encontraba descompuesta en la enfermería.

Taehyung apenas se enteró, no dudó en correr a verme, decidió saltar sus horas, solo para quedarse tomado de mí mano.

Siempre logré oir aquellos comentarios juiciosos del resto de nuestros compañeros, "¿en verdad son hermanos?", "parecen novios", "¿viste cómo se miran?", "mira sus manos", "que incestuosos" entre otros tantos más desagradables... que prefiero omitir e ignorar.

Mís amigas siempre intentaron subirme el ánimo al respecto.

"No cuentan como hermanos, ya que no tienen relación sanguínea en realidad." —aseguraba Hayoung siendo asentida por la pelinegra.

"No tienen vida..." —acotó ella negando algo irritada—"Unnie, ustedes se ven bien." —Joy me dedicó una sonrisa.

Sonreí al recordarlas, ellas siempre fueron conscientes de mis sentimientos, quizás, mucho antes de que yo misma los pudiera reconocer. Apesar de nuestra buena relación, jamás se enteraron de mí infierno personal, de mí cárcel exclusiva.

Los manoseos por parte de él no cesaban, y Taehyung lo notaba, odiaba ver aquellos puños ser apretados con fuerza, aquellos ojos filosos llenos de impotencia.

Despreciaba aquel sentimiento de miedo sobre mi pecho, por no poder contenerle y que algún día, sólo... vuelva a explotar. Porque aquél hombre no tenía escrúpulos y no permitiría que él volviera a levantarle la mano, menos por mí, "su mujercita" como solía decirme.

"Tae no." —pedí alejándolo de aquella casa, y es que la furia se había desatado, ambos estaban a punto de matarse a golpes si no fuera porque la señora de la casa me pidió alejarlo de ahí.

—"Yerin... ¡Suéltame!" —era la primera vez que levantaba su timbre de voz.

—"No." —afirme para tomar su mano y alejarlo de aquella vereda con desesperación. Luego de tanto caminar sin algún rumbo fijo, llegamos a un vecindario tranquilo y despoblado. Sin notarlo, la noche pasó con rápidez, tal vez sea de madrguda, suspiré rendida.— "Oppa..." —voltee a verlo, su mirada era hacia el suelo.

"Perdón." —susurro.

—"Oppa..." —voltee todo mí cuerpo y con mí mano disponible alcance a tocar su mejilla, tenía sus ojos cerrados, podía notar la fuerza que ejercía con estos y el agarre en nuestras manos empezó a doler.

"Perdóname por no ser más fuerte..." —abrió sus ojos para verme, su voz se oía débil— "Perdón por no poder protegerte..." —y sin más, sólo largo en llanto, entonces lo abracé con fuerza.

—"Oppa... no es así... tú... tú eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo." —solloce en su pecho— "Si tú estás bien... yo estoy bien." —entonces senti la calides de sus brazos, rodeando mi cuerpo por completo.

—"No quiero que ese bastardo te lastimé..." —su voz quebrada dolía de tan sólo oirla, y ardía profundamente sobre mi pecho, él lo sabia, y eso me destrozaba.

—"Yo..." —se separó lentamente de mi para rodear mis mejillas.

"Vamosnos." —lo miré confundía.

"¿Eh?" —intentaba mantener la respiración nivelada pero no había caso, mí cara estaba inchada nuevamente— "¿A dónde iríamos?" —negó con lágrimas cayendo por sus ojos.

"A dónde sea... no importa, sólo... —volvió a rodearme en un desesperado abrazó — sólo vallamosnos lejos... tú y yo... juntos."

Quizás debí haber aceptado, tal vez debí decirle que si, sin dudar, sin parpadear, y sin pensármelo dos veces.

—"Oppa..." —solloce.

—"Te amó Yerin... te amó." —declaró sin rodeos, podia sentir su cuerpo estremeserse junto al mío.

—"Oppa... tú eres... eres mí hermano." —intente ser la voz de la razón, pero...

—"No es cierto... tú no me ves como a tú hermano." —negó para aferrar su cabeza a mí cuello— "Y yo no te veo como a mí hermana menor."

"Oppa..." —una vez más, logré sentirle, latía con fuerzas contra mí vientre bajo.

"¿Lo sientes Yerinie? No puedo ocultarlo..." —susurro con su voz grave cercana a mí oído, ocasionando que mis piernas tambalearan, podía sentir la humedad entre mis piernas y él, era considerado de la necesidad de mí cuerpo pero...— "Lamento que lo sientas, pero no puedo contenerme por mucho más tiempo." —nunca haria algo, de lo que yo no accediera.

"Tae y-yo no puedo..." —llore apartándome de él cabizbaja.

"Lo entiendo..." —se le oía desepcionado, aquello me afligio aún más— "después de todo... soy hijo de mí padre, ¿verdad?" —levante el rostro para verlo, él  pasó de largo sobre mí, volteé para siguirle.

Se dejó caer sobre aquel paredón, y abrí mis ojos al entender. Me acerqué a paso tembloroso hacia él.

"Yo-yo estoy... me encuentro contaminada... —la voz desaparecía, desvaneciendose por mí garganta— Taehyung... soy un desperdició... él... aquél hombre me arruinó... yo... yo... soy un..." —se apoderó de mis mejillas para besar con fuerza y desdén mí frente.

Un tiempo paso, y sus labios no se despegaban de ella.

—"Oppa..." —llamé sin poder entender aquel acto de ternura.

"Eres hermosa, Jung Ye Rin." —declaró viendo mis ojos, intenté bajar la vista pero no me lo permitió— "No, escucha... eres hermosa Jung Ye Rin, y yo... te amó." —lágrimas cayeron de mis ojos y mis mejillas, fueron impernadas por ellas, de igual modo sus hermosas manos, pero él volvió a besar mí frente— "Puedo esperarte." —aseguró para abrazarme.

Claramente su erección no afirmaba lo mismo, estaba desesperado por salir, y si algo había comprendido de aquellos últimos siete años que fui abusada por aquel despreciable hombre, era que una erección llegaba a doler demasiado.

"Si puedes subirlo, debes disminuirlo Yerinie."

Era lo que solía decir mientras me obligaba a masturbarlo.

Pero Kim Tae Hyung, él era diferente, él preferia soportar aquel dolor sólo por mi, él me amaba, aún siendo una joven sucia e indigna, él me respetaba.

Mí mano se dirigió aquel bulto, la respiración de Taehyung se hizo más pesada, podía sentir como sus muslos temblaban debajo de sus manos y su pelvis.

"Yerin... ah~" —gimio sin poder terminar su oración, se encontraba soltando leves jadeos pesados, aferrado con fuerzas en mí— "¿E-estás se-segu...?" —los espamos que provenían de él lograban excitarme, y sentía mí entrada cada vez más húmeda.

—"Oppa... yo... te necesito~" —pedi apretando con fuerzas mis piernas, y sin esperar más, volteó los papeles. En un segundo me encontraba recostada sobre aquel paredón oscuro con la respiración agitada.

"¿Segura?" —cuestionó con pesadez antes de seguir, asentí.

"Mhm... oppa~... ¡Ahh!" —senti su mano rozar la tela de mí lencería, mientras besaba mí pecho, y poco a poco, fue bajándola, dejándome completamente expuesta.

"Yerinie..." —aquél apodo me estremeció, y las lágrimas volvieron aparecer— "yo... l-lo siento... ¿hice algo mal?" —cuestiono preocupado, negué intentando detener el llanto— "Yerinie..." —tomó mis mejillas.

—"Por favor. .. no me llames así..." —suplique entre sollozos, y él asintió como si lo hubiese captado rápidamente.

"Te diré Rinnie." —aseguró para limpiar mis lágrimas con sus pulgares y sonreír— "Porque eres aquel Ring que tanto resuena en mis oídos, aquel Ring que logra hacerme sonreír." —aquella sonrisa no se desvaneció en ningún momento, pero pidió mí aprobación para besarme con delicadeza, como si fuera a romperme ante cualquier acto de brusquedad.

Sin perder tiempo comenzó a lubricar mí clítoris con su mano izquierda, mientras los dedos de su mano derecha masajeaban con desesperación mís pezones, y él se encontraba besando mí cuerpo con desdén.

"Mhm... ah~ op-oppa... me... me vengo... ¡Ah!" —sentía los espasmos recorrer mis muslos, aquella electricidad era demasiado fuerte— "Oppa... quiero sentir-ah... senti-¡rte~!" —exclame con desesperación por él, y sin perder tiempo atendió al pedido. Alejó sus dedos, el anular y el meñique, para asi poder liberarse de su pantalón y boxer.

Dejando expuesto aquél gran miembro erecto y perfectamente marcado, poco a poco depositandolo en mí entrada, hasta ingresarlo por completo.

Sus embestidas eran feroces y nesecitadas, nuestros cuerpos eran uno sólo al compás de aquél chocar de pelvis tan hambrientas por llegar al clímax juntos.

"¡Ahg!" —aquel gemido al unísono, fue suficiente para que cerrará mis ojos, sintiendo todo su elixir recorriendo mí cuerpo.

—Quizás... si aquella noche accedía a irme contigo, no hubiese pasado esto oppa... —susurre viendo por aquella ventana con tristeza.

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