Capítulo 55

Pensando que era verdad que venía gente lo dejé pasar.

—¿Estás loco? —dije en voz baja.

—Si, por ti mi princesa. —Sonrió como si se tratase de un juego —Mi princesa celosa. —Pellizcó mi mejilla izquierda.
Con ambos brazos me abrazó y me acercó a él.

—Basta Tae, no es momento ni lugar para jugar. —le dije seria.
intentó besarme pero le corrí la cara.

—Ves, estas celosa.

—¿Celosa? ¿yo? —Negué con la cabeza.

—¿Entonces por qué me mirabas enojada hace un momento?

—No te miraba a ti, es más, no sabía que estabas en mí campo visual. No estoy enojada. Estoy aburrida y me quiero ir.

—¿Aburrida? —le dije que sí.
Elevó ambas cejas y sonrió como si le hubiesen informado que había ganado la lotería. Llevó su mano a mi pierna derecha  y comenzó a acariciarla.

—¿Que haces?

—Voy a quitarte el aburrimiento, los celos o como quieras llamarlo. Soy tuyo mi princesa, nunca lo dudes. —Comenzó a besarme.

Me llevó hasta chocar con la mesada donde se encontraba el lavamanos. Su mano pasó de acariciar mi pierna, a acariciar mi intimidad.

—No, —Intenté sacar su mano pero el placer que me daba podía más —Aquí no. —gemí ante sus caricias. Corrió mis bragas a un costado y continuó tocándome.

—Mmmm... Tu cuerpo no dice lo mismo que tu boca. Te extrañé. —me dijo pegado a mi oído, con voz ronca. Esa característica voz que me dejaba a su merced —Extraño escucharte, extraño tu piel, tu boca, —Mordió mi labio inferior —todo de ti.

—Yo igual. —Lo besé con desesperación.

Sin tiempo que perder desabroché su pantalón y él quitó mi braga, me sentó sobre aquel mármol frió, pero nada importaba. Me llevó al borde de la mesa y sin dejar de besarme me penetró; comprendí que había extrañado todo de él, sus gemidos, su manera de poseerme, sus manos en mis caderas para marcar el ritmo de sus embestidas...

—Tae... —gemí su nombre, olvidando que estábamos en un lugar en el que en cualquier momento podía llegar alguien, incluso mis padres o el mismo Jimin —No está bien lo que estamos haciendo.

—Shhh... —Su dedo índice fue a mis labios callándome —no estamos solos —Lamí su dedo y lo introduje en mi boca, como si se tratase de su miembro, para luego sacarlo y darle una mordida, acto que me expresó con una sonrisa pícara que le gustaba.

Limitados por los inconvenientes que se nos podía presentar, hicimos el amor de todas maneras.

—Dejame cumplir una fantasía. —Salió de mí, me bajó de aquel mármol, me pidió que gire de cara al espejo y ahora mí torso reposaba sobre el mármol, quedando mí trasero a su disposición —Mírame a través del espejo.

Acaté su orden y volvió a poseerme como nunca antes lo había hecho. Sintiendo está vez todo más intenso, no sé si por la posición y el estar mirándonos a los ojos a través de aquel espejo o por el lugar, corriendo el riesgo de ser atrapados.

—La próxima vez lo haremos en un mejor lugar, cómo sé que a ti te gusta. —susurro en mí oido, guiñandome el ojo cuando acabó.

—La próxima vez quiero que sea en tu cama. —Le sonreí.

—Maravillosa idea. —Besó mí espalda.
Me coloqué mi ropa interior y Tae arregló su ropa lo mejor que pudo.

La camisa blanca e impecable, quedó con un par de arrugas, pero eso no le importó a Tae.
Me encontraba arreglando el maquillaje, con Tae besando mi espalda, cuando escuchamos golpear la puerta, seguido de:

—________ —Era la voz de Jimin. Ambos miramos hacia la puerta asombrados y entrando en pánico.

—Aquí estoy. —dije serena.

—Abre la puerta.

—Espera, estoy arreglando este maldito vestido.

Era mi fin y junto con el mío el de Tae, mirando hacia todos lados sin saber que hacer, ya me daba por muerta. De pronto Tae me jala del brazo y con señas me señala un cubículo, una especie de armario donde podía esconderse.

—________, abre la puerta. —Notaba cierta impaciencia en Jimin —¿Estás bien?

—Estoy bien. —dije abriendo apenas la puerta para salir —Aquí estoy, qué impaciente eres. —Traté de sonar molesta —Vamos.

—No. —dijo abriendo la puerta de par en par, mirando el interior.

—¿Vas a entrar? Te espero. —Negó con la cabeza —¿Entonces?

—Ven. —Me tomó de la mano y entramos nuevamente al baño.

—¿Qué haces? —Cerró la puerta.

—Tu madre me dijo que hacía bastante  tiempo que viniste para este lado. —Se acercó a mi.

—Es una exagerada; había una persona, estaba ocupado y el vestido no es muy acorde para estás situaciones. —Me miraba incrédulo.

—Ok… de ser así no importará tu ausencia unos minutos más, minutos menos...

—¿Qué?

—¿No te tienta que te haga el amor aquí. Corriendo el riesgo a que nos encuentren? —Me abrazó y comenzó a besarme por el cuello.

—Jimin… no. —Despacio, con mucho cuidado, intenté separarme.

En ese instante me di cuenta que la puerta donde estaba Tae escondido no estaba del todo cerrada. Tomé a Jimin del pasador del cinto y lo llevé a espaldas del mueble, quedando yo sobre la puerta con Jimin prácticamente encima de mi.

Lo abrace por el cuello y le dije:

—Mejor en casa. —Le di un pico.

—¿Qué?

—Hagámoslo en casa, si nos descubren, no tendré cara para enfrentar a la gente luego.

—Estás con tu marido.

—Igual, me daría mucha vergüenza. Mejor en casa, ¿Si?

—¿Lo dices en serio? —Afirmé con mi cabeza —¿Lo prometes?

—Lo prometo, lo haremos en el baño, en el despacho, en la habitación, donde quieras. —Obviamente, no me creía —Lo juro, vamos. —Le di un beso un poco más largo que un pico.

Abrí la puerta y casi a tirones lo saqué de allí, respirando un poco más tranquila. Pensando que estaría pensando Tae de mí.

Volvimos a la sala principal de la mano junto a los demás, mis padres me miraban sorprendidos por mí actitud tan tranquila con Jimin. Pasó un mozo y tomé una vez más una copa de champaña.

—Me dijiste que sólo tomarías una y ya van varias.

—Es para mantener mí batería social, que por cierto ya no queda nada. —Intentó sacarme la copa de la mano, pero fui más rápida que él y no pudo.

—Comportate como una dama. —Disimuladamente como si me estuviera besando la frente me dijo.

—Lo estoy haciendo, —Le brindé mi frente —no sabes lo difícil que es hacer toda esta actuación. ¿Nos podemos ir en unos minutos?

—Dame unos minutos, debo hablar con aquel hombre. —Giré para encontrarlo.

—¿Cuál?

—Traje negro, junto a la señora de vestido rojo. No sé si lo conoces. Su apellido es Park también, tiene libres unas acciones de su empresa, está desesperado por venderlas. Si consigo acercarme a él se las podré comprar a menor precio de lo que pide. Si te portas bien, y consigo esas acciones tendrás el mundo a tus pies. —Me dio un pico —Te convertirás en mi socia y dueña de una gran empresa.

—Pensé que a mi edad ya no volvería a escuchar esa frase.

—¿Cuál?

—Si te portas bien tendrás esto, si te portas bien tendrás aquello. —Jimin sonrió.

—¿No te importa quedarte sola unos minutos? O mejor ven así te vas familiarizando.

—No gracias, prefiero beber cloro antes que escuchar una conversación de negocios más. —Le sonreí.

—Ojo, te portas bien. No te vayas a ningún lado.

—No se preocupe, —Me acerqué a su oído —señor.

Me dio un beso en la mejilla y se fue. Giré para irme con mis padres, cuando veo que de frente llega el hijo del señor Son con dos personas de su misma edad.

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