Capítulo 42 ⚠️
Lo que me había dicho YoonGi aún pasando ya horas no dejaba de dar vueltas por mi cabeza, pero tampoco había cambiado un poco mis sentimientos hacia Jimin, lo lamentaba mucho por él, si él se había enamorado de mi sabiendo, en primer lugar que estoy con él por obligación y segundo… que yo no lo quiero.
Salí hacía el aeropuerto antes de tiempo, por supuesto llegué antes que todos. Primero llegó mi secretaria y por último mi padre junto a Tae, obviamente nuestro comportamiento con Tae frente a mi padre era el mismo que si hubiese estado Jimin.
Aunque estoy segura que mi padre se pondría feliz de saber que nos hablamos. Desde el primer día en que nos reencontramos intentó por todos los medios que nos reconciliemos, que yo deje de lado el enojo con Tae. Pero dudo que se ponga feliz al saber que su asistente, ahora abogado, es mi amante y que de Jimin enterarse pondría en riesgo su negocio.
Anunciaron el vuelo y tal como le había "prometido" a Jimin, le envíe un mensaje:
“Estoy por embarcar, cuando llegue a destino te aviso.”
Enseguida, como si hubiese estado a la espera de mi mensaje me contesta:
“Gracias por avisar, estaré tranquilo una vez que llegues.”
***********
Apenas llegamos al hotel y luego de dejar el equipaje, sin perder un minuto comenzamos a trabajar.
Mi secretaria y yo fuimos a una reunión con los socios en lo que mi padre y Tae se encargaron de lo legal en el hotel.
Las cosas no iban ni para atrás, ni para adelante y eso me estresaba más. Me comunicaba con mi padre para tenerlo al corriente y él a mi.
Sobre la marcha y por insistencia mía llegamos al acuerdo de ir con un escribano, los abogados de ambas partes y un arquitecto para el análisis de los planos y la toma nuevamente de las medidas del terreno al siguiente día. De no ser por mi secretaria habría acabado con el contrato.
—¿Cómo vas a gritarle al señor Chae? —me dijo mi padre durante la cena.
—Me faltó el respeto, me dijo que por ser mujer no sabía nada de negocios. Te voy a ser sincera papá, si fuera por mi este contrato terminaba y me volvía a Seúl ya mismo.
—Hija... Mañana se van aclarar las cosas.
—Taehyung. —le dije seria.
—Sí señora. —Disfrutaba llamándome de aquella forma, sabiendo que la detestaba profundamente y más si salía de su tentadora boca.
—¿Mañana le podrás entregar el contrato modificado a mi secretaria a primera hora? Les haré firmar eso como garantía para que jamás se les vuelva a pasar por la cabeza el querer pasar sobre nosotros.
—Se lo puedo dar a usted señora, mañana estaremos los cuatro en la reunión.
—Cierto, lo había olvidado. SooJi ve a descansar, ya terminamos.
—Gracias señora.
—Tu también Taehyung, —dijo mí padre —ve a recuperar fuerzas que mañana vamos a necesitar de mucha para sostener el terremoto de mi hija. —Tae sonrió, yo los miré seria.
—Entonces hasta mañana, con permiso. —Tae se levantó de su asiento, y se retiró junto a mi secretaria.
—Kim. —Lo llamé.
—Hija, llámalo por su nombre. No seas mala. —Por lo bajo me regañó mi padre.
—¿Si?
—Se le cayó la llave de la habitación. —Le avisé y me agaché a levantarla.
—Gracias señora.
Esperé a que se alejen un poco.
—¿Papá en qué estabas pensando cuando decidiste ponerlo como abogado?
—Hija... no seas así. Deja de guardarle rencor, ya son adultos lo que pasó fueron cosas de adolescentes.
—No justifiques su mal accionar, lastimó mucho a tu hija. ¿Lo sabías?
—Fueron cosas de adolescentes, perdónalo. Ya está, madura.
—Te pondría feliz que me arregle con él, ¿verdad?
—Es lo que deseo, desde hace años.
—Bueno, me voy. Mañana será un largo día, hasta mañana.
—Subo contigo.
Mi padre bajó en el piso 9 donde estaba su habitación y la de Tae, yo seguí al piso 10 donde estaban mi habitación y la de mi secretaria, obviamente cada uno en una habitación diferente.
Saliendo del ascensor y mientras caminaba por el pasillo hacia mi habitación quité mis zapatos y solté mi cabello, era sin duda el mejor momento del día. Entré a mi habitación.
—Tardaste mucho princesa. —me dijo Tae, acostado en mi cama. Con el torso desnudo.
—La culpa la tiene tu jefe. —Me paré a los pies de la cama y me quité la ropa quedando solo en ropa interior, Tae me miraba y lamía sus labios.
—Ven. —me dijo.
Fui de rodillas hacia él y quedamos frente a frente, nuestros labios quedaron a milímetros de distancia. Miraba mi boca pero no hacía nada, volvió a lamer sus labios provocándome.
—¿No te tienta besarme? —me preguntó con su característica voz, muy despacio.
—Mucho. ¿Y a ti no te tienta besarme?
—Estoy muriendo por besar cada parte de tu cuerpo. —Pasó su dedo índice por mis labios.
—¿Y qué esperas?
—Estoy probándome, quiero saber que tan fuerte puedo ser contigo. ¿Por qué no lo haces tú? —Volvió acariciar mis labios.
—Juguemos, —Le propuse —el que besa primero pierde. —Primero mordí suavemente su dedo, luego lo introduje a mi boca.
—Estás haciendo trampa. —Llevó sus manos a mis glúteos.
—Tu empezaste haciendo trampa.
—Esto es hacer trampa. —Lamió mis labios.
Me acomodé mejor encima de él, con sus manos en mi cola me acercó más. Pegué mi nariz a la suya, abrió su boca a la espera de la mía.
—No voy a besarte Kim. —Le sonreí y me moví rozando nuestras partes, él desprendió mi brasier.
—Tramposa. —Me tiró al colchón, quedando encima de mí —Vas a recibir tu castigo.
Tomó mis manos por las muñecas y las colocó encima de mi cabeza y fue directamente al medio de mis pechos y comenzó a besarme, a pasar su lengua.
—Perdiste, —dije como pude —me estás besando.
—No, no perdí. Pierde el que besa en la boca. —Sonrió malvadamente.
—Quiero tocarte. —Confesé mí deseo.
—Aún no.
Me besaba lentamente, sus labios apenas tocaban mi piel, me perdía totalmente su juego. Arquee mi espalda por la excitación, en ese instante quitó mi brasier que ya estaba desprendido. Daba pequeñas e imperceptibles mordidas.
Se acercó a mi oído.
—¿Recuerdas lo que te dije por mensaje que quería hacerte? —Acariciaba mi cuerpo mientras preguntaba en un susurro.
—No mucho. —Mentí, él sonrió.
—¿Quieres que te lo recuerde? —Soltó mis manos.
—Con palabras no, quiero que me lo demuestres. —Lo envolví con mis brazos y lo besé.
—Perdiste. —Rió.
—Nooo. —lo dije en tono de berrinche —Hiciste el trampa para que pierda.
De pronto su risa se borró y quedó serio, pensativo. Acariciaba mi cara.
—¿Qué pasa Tae?
—Nada. —Negó un par de veces con la cabeza y volvió a sonreír —No me hagas caso, ¿Sabes que? Quiero hacerte el amor despacio, disfrutar cada segundo contigo mi princesa.
—Yo también quiero lo mismo, quiero que me hagas el amor, ¿Podremos detener el tiempo?
Volvió a besarme, sus manos otra vez volvieron a recorrer mi cuerpo; quitó mis bragas. Se arrodilló en medio de la cama, se colocó el condón y me indicó que vaya con él.
Y así lo hice, tomó su miembro para ayudar a penetrarme; una vez dentro de mi, me envolvió en sus brazos y comenzamos hacer el amor.
Movimientos lentos, profundos, besos suaves; me sacaban de la realidad y me llevaban a otro mundo.
Aumentó el ritmo cuando tomó mis cabellos y tiró hacia atrás para dejar al descubierto mi cuello y besar cada milímetro, me aferré a él y me entregué como nunca antes lo había hecho con nadie.
Cerré los ojos para disfrutar del sonido de sus gemidos, sentír el calor de su respiración en mis pechos. Sus palabras en medio de los gemidos de ambos, llevaba la excitación a otro nivel.
—Quiero que sepas que no me importa compartirte, tampoco me importa ser tu amante porque siempre fuiste y serás mía ______.
Me apoyó en la cama, lo envolví con mis piernas y aumentó el ritmo de sus embestidas. Eran fuertes, precisas; clavé mis uñas en su espalda.
—Tae... —Su nombre salió de mí como una súplica, estaba llegando al orgasmo —Tae… —Repetí su nombre.
—¿Lista? —Con el poco aliento contesto que sí —Puedo sentirlo.
Llevó su boca a la mía, sin llegar a besarnos, mediante nuestra respiración agitada revelabamos el deseo que teníamos mutuamente, el uno por el otro, llegando juntos al orgasmo. Acabando aquel tan precioso momento juntos, abrazados, empapados en sudor.
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