Capítulo 33

* Días después*

—¿Y este milagro? —me dijo Jimin —Que raro tan temprano. —Lo miré con mala cara.

Después de todo tenía razón, era algo extraordinario en mi un domingo levantada antes de las 8 a.m.

—Tengo que reunirme con mi padre.

—¿Pasó algo?

—Trabajo.

—Iré contigo.

—¿Perdón? —Elevé una ceja.

—Haces bien en pedirme perdón, ¿por que no me habías dicho que teníamos que ir a lo de tus padres hoy? ¿A qué hora debemos estar?

—Dije que debo reunirme con mí padre por trabajo, ¿En qué momento dije que voy a ir a casa de ellos?

—Es verdad, de todas formas me tendrías que haber avisado para estar preparado para irnos. ¿A qué hora debemos estar?

—Dime que es broma.

—No, estoy preguntando de verdad. Iré contigo.

—Voy porque debo hablar por un problema de trabajo.

—Osea que irás a la casa de tus padres, iré contigo.

—No me voy a un lugar desconocido con gente desconocida.

—¿Tengo tiempo de hacer unas llamadas? ¿No pretendes que use el celular mientras manejo? —Puse los ojos en blanco y respiré profundo.

—Me voy a preparar, en cuanto esté, me voy.

—Tengo tiempo. Más o menos en una hora estarás lista entonces. —Sonrió y se fue.

Terminé de desayunar y subí a la habitación, antes pasé por el despacho a buscar unos papeles, la puerta se encontraba semi abierta; adentro estaba Jimin hablando por teléfono.

Me quedé escuchando detrás de la puerta.

—¿Cuáles son las últimas novedades?... ¿Lo vieron con sus propios ojos?... Si tienen fotos sería lo mejor, no confió solo en las palabras.

—¿Fotos? —me pregunté —¿Me estará siguiendo de nuevo?

—Ok, espero las fotos entonces. En cuanto al otro tema ya lo hablé con mi abogado... No mucho.

Escuché a Jung Soo que estaba subiendo y me fui rápidamente a la habitación. Quedé pensando en lo que estaba hablando Jimin.

Tomé una ducha, me puse la bata, corrí la mampara y ahí estaba parado cuál fantasma, Jimin, sin ropa en la parte superior.

—¡Hay por Dios! ¡Me vas a matar del susto! —dije enojada. —Me miró de pies a cabeza y se acercó a mi.

—Creo que llegué un poco tarde. —Intentó darme un beso pero corrí la cara —No, llegué justo a tiempo. —Se quitó el resto de ropa y abrió mi bata, la quitó y me llevó nuevamente a la ducha.

—Jimin...

—Sshhh... —Comenzó a besarme, intenté irme pero no me dejó.

Abrió el agua y fuimos debajo, metió su mano en mi entrepierna, seguía besándome. De mi boca a mi cuello, luego a mis pechos. Introdujo un dedo en mi.

—Jimin. —dije para que se detenga, me negaba a que siga porque temía sentir algo una vez más. Pero no pude evitar que saliera su nombre en un gemido.

—Me encanta escuchar de tu boca mi nombre. —Su boca comenzó a descender —Voy hacerte gritar mi nombre.

Se arrodilló, separó mis piernas y las besaba por dentro. Cada vez que su boca iba de una pierna a otra pasaba su lengua por mi feminidad.

—Señora, —Golpeaba la puerta de la habitación Jung Soo —¿señora puedo pasar?

—Un... Un momento. —dije con la voz entrecortada.

—Su padre se encuentra al teléfono.

—Ya.. ya va. —Jimin se puso de pie.

—Que inoportuno tu padre. —Me encogí de hombros y salí como un rayo del baño.

—Gracias Jung Soo, ya tomé la llamada. —Mi agradecimiento era más por salvarme de Jimin, que por pasarme la llamada.

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Llegando a la casa de mis padres, me agarró nostalgia. Después de mucho tiempo volvía a aquel lugar.

En la puerta se encontraba Mi Yeong, apenas Jimin detuvo el auto bajé, y a pasos agigantados fui a darle un abrazo.

—Mi niña. —Me abrazó fuerte —¿Cómo estás?

—Bien, te extraño mucho. —Le hice puchero, ella sonrió.

—Niña, vino con su... Marido...

—Yo no lo traje, vino sin invitación.

—Niña, su padre invitó a almorzar al niño Taehyung también.

—¡¿Qué?!

—Shhh, ahí viene su marido.

—¿Cómo que viene? —susurre, ella se encogió de hombros.

—Buenos días señor.

—Buenos días...

—Mi Yeong. Ese es su nombre.

—¡Hija!, señor Park. —Mi padre se sorprendió al verlo a mí lado.

—Suegrito, a estas alturas tendría que llamarme por mi nombre. Somos familia.

—Tienes razón.

—Me tomé el atrevimiento de traer un espumante para usted. ¿Y mi suegrita?

—Gracias, mí esposa está en la cocina. Pasen, que hacen en la puerta. Hija sigue siendo tu casa no esperes a que te invite a pasar.

—¿Mamá en la cocina?

—Si, está preparando el almuerzo.

—¿Acaso me quiere envenenar? —Mi Yeong rió.

—Hija...

—Aquí están todos los papeles para revisar.

—Pasemos al jardín y disfrutemos del sol. Mi Yeong llama a mi esposa y trae unos bocadillos.

—Muy bien señor.

Cerré los ojos y respiraba ese perfume que tanto extraño, era tan lindo sentir ese aroma... Deseaba poder volver el tiempo atrás.

Cada rincón, cada habitación me traía en su mayoría hermosos recuerdos. Jimin se fue junto a mi padre, dejándome detras.

—Hija, llegaste.

—Hola mamá.

—Tanto tiempo sin vernos, me tienes abandonada.

—Ahora trabajo más que antes, habla con papá y dile que me deje más tiempo libre. Y también si no me hubiesen obligado a casarme con un tipo cualquiera seguiría aquí, en casa.

—¿Cómo está Jimin? —Ignoró totalmente lo que dije —¿Le devolverá las acciones a tu padre? Ya pasó mucho tiempo —Puse los ojos en blanco. Ahí estaba la verdadera razón por la cual no la veía.

—Pregúntale, está afuera con papá.

—¿De verdad? —Se puso feliz y de inmediato se dirigió al jardín.

Con mi madre y Jimin de más, mi padre y yo comenzamos a hablar de nuestras cosas.
Un presupuesto de materiales mal hecho, trabajadores contratados de más y el mayor problema: la negación de los socios con respecto al terreno.

—Perdón que me entrometa, pero es fácil resolver ese asunto. Llamen a un arquitecto y que tome las medidas. —opinó Jimin.

—Ya lo hicimos, personalmente me encargué de contratar uno y me confirmó que las medidas estaban mal. —dije.

—¿Puedo ver los planos?

—Lo están trayendo en estos momentos, enviaron otros planos a última hora. —me dijo mi padre.

—¿Otros? ¿Cuándo?

—Anoche.

—A los anteriores los revisé miles de veces y están mal. Le plantee el problema al señor Chae y no quiere reconocerlo. Ya le dije que lo volveríamos a revisar y de encontrar la misma falla viajaría para hablar.

—Creo que viajar sería lo mejor, suegro. Ir con un arquitecto y un escribano que dé fé de las medidas.

—Lo mismo pensé yo. Pero no quise decirles por que ellos se nos pueden adelantar y poner gente que estén de su lado. —Jimin y yo por lo visto pensábamos igual o parecido.

—Señor, llegó el señor Kim TaeHyung. —anunció Mi Yeong. La cara de Jimin se transformó totalmente, y yo me puse nerviosa y Jimin lo notó.

—¿Qué pasa mi amor? —me preguntó al oído.

—Nada, ¿por qué? —Traté de decirlo lo más natural posible.

Tae llegó junto a Mi Yeong sonriendo, pero su sonrisa desapareció al instante en que lo vio a Jimin.

Se veía muy lindo, vestía un pantalón negro, con una camiseta gris claro y una camisa a cuadros.

—Buenos días. —Saludó en general con una reverencia. Todos saludamos y se sentó frente a mí.

—Llegaste justo a tiempo, necesitábamos los planos nuevos. —le dijo mi padre a Tae.

A partir de ese instante comenzó el momento más incómodo de mi vida; Jimin no le sacaba los ojos de encima a Tae, Tae no dejaba de mirarme y yo... Yo sólo quería que la tierra me trague.

Jimin de vez en cuando ponía su brazo sobre mis hombros o acariciaba mi espalda, marcándole el territorio a Tae. Para salir de esa incómoda situación fui en busca de Mi Yeong (mala idea), dejando a los tres hablando sobre el asunto.

—¿Niña, necesita algo?

—Si, que mi mar... Que Jimin se vaya o que Tae se vaya, aish. —Sacudí mi cabello con las manos.

—Vamos a su habitación, niña.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

Cuando nos encerrabamos en mi habitación con Mi Yeong era por dos razones:

1- Debía contarle algo súper importante; o

2- Ella quería preguntarme algo para luego regañarme y darme un sermón.

—Nana sabes que te quiero, pero en estos momentos te tengo miedo.

—Lo bien que haces y por algo será, ¿No? —Tomó asiento en la cama, y me indico que lo haga yo también —Toma esto le trajo el niño Taehyung, —Me dió una bolsa pequeña —me dijo que era para usted, que no se esperaba encontrarla con su marido.

—¿Cómo supo que estaba con Jimin?

—Lo primero que hizo al verme fue preguntar por usted, cuando le dije que estaba en el jardín junto a su esposo me dió esto.

—¿Qué es? —Sonreí.

—No lo sé, y borre esa sonrisa.

La tomé y la abrí, dentro había una caja aparentemente de bombones junto con una tarjeta.

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