•Fifteen•

―Háblame de tu gente―dijo NamJoon mientras regresaba al sofá después de observar irse a TaeHyung.

Se sentó a su lado, y ella automáticamente se curvó en sus brazos, sin importarle que todavía estuviera desnuda debajo de la manta. Los brazos de él se envolvieron a su alrededor, fuertes, reconfortantes, y apoyó la mejilla en contra de su pecho, sintiendo el fuerte latido de su corazón.

―¿Por qué no te has comunicado con tus padres? Deben estar muy preocupados.

Respiró profundamente y se apartó para poder mirarlo, aunque sus brazos continuaron rodeándola.

―Traté de llamarlos mientras estabas en el trabajo. No estaba segura si podía confiar en ti al principio ―le confesó simplemente.

―¿Y ahora?

Sus ojos marrones la penetraron, un rayo de esperanza calentando las oscuras esferas.

―Confío en ti.

La satisfacción brilló a pesar de que no demostró ninguna otra reacción externa a su declaración.

—Entonces cuéntame ―dijo.

Confiaba en él. La férrea determinación se reflejaba en cada una de sus acciones, en sus palabras. Sabía que la protegería y no la traicionaría. Y eso tenía un efecto inquietante en ella. Quería a este hombre. Lo quería con un doloroso deseo. Uno que se había construido y crecido desde el momento en que sus brazos la envolvieron. Se lamió los labios, sabiendo que le diría todo. Le contaría cosas que nunca le había dicho a ninguna otra persona.

―Mi padre es el gran oso Kodiak. Mi madre, un águila majestuosa. Es por eso que vivimos en Alaska al principio. Ellos podían moverse con relativo anonimato porque la isla en la que habitábamos era una zona con condiciones saludables para ambos. Entonces nació mi hermana, y el espíritu guía la dotó con el puma. Y luego nací yo y obtuve al guepardo. De niña, pase más tiempo en la forma animal que otros niños de mi raza. Era juguetona y traviesa, y mis padres temían que fuera descubierta, aún cuando vivíamos tan alejados. Pero entonces... ―Una oleada de dolor se enroscó en su pecho.

Habían pasado muchos años, pero la perdida todavía se sentía fresca y vibrante en su mente.

―¿Luego qué? ―preguntó NamJoon suavemente.

―Mi hermana fue capturada. Creemos que fue capturada. Simplemente desapareció, y nunca la encontramos. Mis padres estaban angustiados. Casi los destruyó. Y entonces estaba yo, pasando más tiempo en la forma de guepardo que de humana. El guepardo siempre ha sido fuerte en mí, y era muy joven para aprender a dominarlo. Pasamos un año buscando, esperando, pero entonces mis padres tuvieron que afrontar la realidad de que se había ido, y estaban tan asustados de que me sucediera lo mismo a mí. Así que nos mudamos a África. Uno de nuestra especie maneja un coto de caza. Es un cambia forma de león. Fuimos allí, así estaría más segura, así podía estar con más individuos de mi propia especie. Fue duro para mis padres porque ahora eran ellos los que se veían obligados a ser muy cuidadosos. Pasaban mucho tiempo en su forma humana, pero nuestro yo animal tiene que ser nutrido o la relación se resiente. Hay confianza entre el humano y el animal. Un vínculo que no puede romperse.―suspiro, tomo una bocanada de aire y continuó―. Cuando fui lo suficientemente mayor y lo suficientemente madura como para controlar mejor la línea divisoria entre la humana y la guepardo, regresamos a Alaska. Mis padres y yo disponemos de un hospedaje para viajeros. Fue durante una visita a África que fui capturada por los cazadores. Irónico, ¿no? ―Se rió, pero la risa se quebró y salió sin energías―. El único lugar en el que verdaderamente me sentía segura. Libre. Fue el lugar donde fui capturada. Fui estúpida y descuidada.

NamJoon le alisó el cabello en su cara y tiró de ella en contra de su pecho.

―Tienes una vida tan asombrosa. Una historia tan increíble. Ni siquiera puedo llegar a comprender que hay gente allí afuera como yo, solo que son animales.

Se detuvo por un momento, y ella pudo sentir a otra pregunta urdirse.

―¿Cómo es que todos son tan diferentes? Habría pensado que era genético, y sin embargo, tus padres, tú, tu hermana, son todos completamente diferentes. Una especie totalmente diferente.

Sonrió. Él era lógico, y ella había destrozado su comprensión del mundo en el que vivía.

―No nacimos de un animal determinado. Es un don que se nos ha concedido. Lo que son nuestros padres no conlleva a lo que se va a convertir un niño. Cuando una mujer queda embarazada, es visitada por el espíritu guía. Supongo que puedes llamarlo Dios. ¿Es él tu Dios? Eso no lo puedo contestar. Tal vez son el mismo. Hay una escritura en la Biblia, sin embargo, que siempre llevo conmigo. Antes de formarte en el útero te conocía. Porque cuando una mujer está embarazada, se le da una visión del don que será otorgado a su hijo. Con esa escritura siempre me he sentido identificada. El espíritu guía me conocía antes de estar en el útero de mi madre. Sabía del don que llevaría conmigo. Encuentro eso reconfortante.

―¿Y cuando tengas hijos? ¿Llevarán también esos dones? ¿Estás obligada a casarte dentro de tu especie para transmitirlo a tus hijos?

―No hay reglas, NamJoon. Somos pocos. Ahora menos que nunca. No sé porqué. No todos los niños son dotados con la habilidad de cambiar. Algunos padres que son ambos cambia forma dan a luz a niños totalmente humanos mientras algunos de los muy pocos que se han emparejado fuera de nuestra gente han tenido hijos que recibieron la habilidad.

―¿Así que es al azar? ―el castaño frunció el ceño―. Eso no parece muy lógico.

Negó con la cabeza.

―No creo que sea al azar. No creo que nada lo sea. Creo firmemente que hay una razón por la que algunos son dotados con la habilidad y otros no. Algunas cosas están más allá del alcance del entendimiento humano. Algunas cosas simplemente son así.

―Pero, ¿de dónde vienes? Hablas de la gente de tu especie, y sin embargo, están dispersos.

Suspiró.

―Somos una raza antigua. Llegamos a América antes que los primeros americanos nativos. Supongo que se podría decir que somos los originales americanos nativos. Somos pocos y discretos. En vez de combatir cuando los otros invadieron nuestra tierra, nuestro territorio, simplemente nos mudamos, buscando otros lugares donde podíamos ser libres.

―Hablas como si hubieses estado allí ―murmuró él.

Ella sonrió.

―No. Pero las historias han sido transmitidas de generación en generación. Cuidadosamente protegidas, meticulosamente contadas. Tememos poner algo por escrito. Fue ese mismo miedo el que eventualmente provocó que nos dispersáramos y distanciáramos, ya no viviendo como una comunidad. Muchos de nosotros perdimos el contacto. No sabemos cuántos somos. Pequeños grupos mantienen el contacto y se ayudan mutuamente cuando pueden. Tenemos miedo... ―Tragó contra el nudo que crecía en su garganta.

La mano de NamJoon continúo acariciando su cabello, bajando sobre su hombro y por su brazo.

―¿A qué le temen? ―preguntó.

―Extinción ―ella susurró.

Él besó la parte superior de la cabeza, y ella se quedó allí por un momento, apoyando la mejilla sobre su pecho. Los latidos de su corazón sonaban consoladoramente cerca de su oído. Fuertes. Constantes. Como él. Lentamente, se alejó y levantó la vista para mirarlo, con su corazón en la garganta.

―Me gustaría llamar a mis padres ahora si no tienes algún inconveniente.

Asistió.

―Por supuesto, cariño. Quédate aquí. Traeré el teléfono.

Mariposas revolotearon a través de su estómago y en su pecho. Lágrimas picaron en sus ojos. Ni siquiera estaba segura de si sería capaz de formar una oración coherente. Haz que estén allí esta vez.

Cuando NamJoon volvió, se colocó a su lado y la tocó suavemente en la mejilla.

―Dime el número, lo marcaré para ti.

Le transmitió el número con voz temblorosa, luego levantó la vista para mirarlo con aprensión cuando él le pasó el teléfono. Esperó ansiosamente mientras el teléfono sonaba, contuvo la respiración y la sostuvo cuando la voz de su madre llegó a través de la línea.

―¿Mamá? ―susurró―. Mamá, soy Raina.

Hubo un momento de estupefacto silencio antes de que su madre empezara a farfullar en su oído. Ambas estaban sollozando mientras Raina relataba sin parar su historia, y entonces su padre surgió en la línea, su áspera y profunda voz temblorosa por la emoción.

―¿Dónde estás, cariño? Vamos a buscarte.

Raina frunció el ceño, ni siquiera sabía dónde estaba. Colorado. Eso lo sabía. Ni siquiera podía decirles a sus padres cómo venir a buscarla. Miró a NamJoon buscando ayuda y luego le dijo a su madre que esperara un momento. Le tendió el teléfono.

―Necesitan saber dónde estoy para así venir a buscarme. N-no sé cómo decirles.

Las manos de NamJoon se cerraron sobre las de ella mientras tomaba el teléfono.

―No te preocupes, cariño, les diré lo que necesitan saber.

Raina escuchó mientras NamJoon educadamente se presentó a sus padres y luego les aseguró que estaba bien y que estaba segura con él. Hubo un momento de incómodo silencio cuando NamJoon les dijo que era consciente de lo que Raina era y que no hacía ninguna maldita diferencia para él porque nadie iba a hacerle daño. Finalmente, les dio la información que necesitaban antes de devolverle el teléfono a ella.

―Estaremos ahí tan pronto como podamos ―dijo su madre―. Estamos saliendo ahora. Tu padre está llamando al piloto para ir a Kodiak, y desde allí reservaremos un vuelo a Denver. Nos veremos pronto.

―Te amo, mamá ―susurró.

―Oh, te amo también, mi bebé. Estoy tan feliz de que estés viva.

Raina colgó y cerró los ojos. Las lágrimas se deslizaron desde debajo de sus párpados, cayendo por sus mejillas. Cálidos labios las sorbieron sobre su piel y besaron un camino subiendo por su rostro hasta que él presionó la boca sobre un párpado cerrado, y luego sobre el otro. Se estiró ciegamente hacia él, envolviendo los brazos alrededor de su cuello.

―Ámame ―le susurró.

Solo tenían un día más. Mañana guiaría a NamJoon hacia los cazadores, y sus padres llegarían poco tiempo después. La tomó en sus brazos, dejando que la manta se deslizara. La llevó a la habitación y la dejó suavemente sobre la cama. La siguió hacia abajo, presionando su cuerpo contra el de ella, besándola, mordisqueando suavemente su cuello y mandíbula.

―Te necesito tanto.

Se tragó las palabras femeninas dentro de su boca, y asaltó sus labios. Tiró de su propia ropa, nunca dejándola, salvo por el más breve de los segundos, mientras arrojaba su camisa y pantalones a través de la habitación. Estaba esperándolo con los brazos abiertos cuando regresó, bajando su cuerpo sobre el de ella. Piel contra piel. Caliente. Suave contra duro. Tierno. Tan delicado. Tan suave que hizo que le doliera el corazón.

Después de su erótico juego de la noche anterior, esto era, en efecto, la despedida. Ella pasó las puntas de los dedos subiendo por sus lados, luego sobre su espalda hasta clavarlas en sus hombros. Su cabeza cayó hacia atrás mientras desnudaba el cuello a sus labios rastreadores. Él trazó un camino hacia abajo, sobre la columna de su hombro luego bajando por sus pechos.Un deseo caliente y líquido, como una taza de chocolate caliente en una noche helada de invierno se filtró en sus venas, calentando su cuerpo. Sus pechos hinchados y adoloridos, sus pezones se apretaron en puntas rígidas. Lamió uno y después el otro, alternando los golpes de su lengua con pequeños mordiscos agudos de sus dientes. Ella se movió y retorció, pero la sostuvo rápido, su cuerpo presentado como un banquete.

―Quiero tanto estar dentro de ti —murmuró—. Dame un minuto para buscar el condón.

—No —protestó, envolviendo las piernas alrededor de su cintura. Su polla se rozó contra la húmeda carne entre sus muslos, y ella tembló—. Por favor. Te quiero ahora.

Su mirada se enfocó en ella.

—Raina, cariño, ¿estás segura?

—Por favor. Déjame tener todo de ti esta noche.

Se deslizó en su humedad con un gemido. Gritó por la plenitud, conmocionado por la exquisita sensación de su carne contra ella, sin barrera entre ambos. Deslizó las manos debajo para ahuecar sus nalgas. Apretó y la extendió más ampliamente mientras se introducía aún más y más profundamente con cada embestida.

—Ábrete para mí, cariño. Toma todo de mí, como hiciste antes. Relájate y déjame tenerte tal como me tienes a mí.

Sus palabras enviaron una onda expansiva de deseo que se disparó por su vientre. Se arqueó hacia él, abriéndose, rindiéndose, dejándolo tomar todo lo que le podía dar.

—Dame más —gruñó él.

Y se sintió a sí misma abrirse para él, aceptando todo de él mientras se deslizaba profundamente, tocando la parte más profunda de su alma. Su cuerpo lo acunaba mientras la tomaba una y otra vez, poseyéndola, marcándola.

Te amo.

Al principio ella pensó que lo había dicho en voz alta, pero brotó desde las profundidades de su corazón. Su mente lo gritó, su corazón lo aceptó.

—Tómame —susurró—. Siempre seré tuya.

Él se estremeció sobre ella y se derramó dentro de su acogedor cuerpo. El mundo de Raina se fracturó. Astillándose cuando diminutos fragmentos de placer explotaron a su alrededor. Sintió su calor llenándola y encontró paz mientras lentamente bajaba a la tierra. Lo mantuvo estrechamente contra ella, negándose a dejarlo ir. Sin querer que su tiempo juntos terminara.

Maybe, después de esto solo falten de 4-5 capítulos mas para que se termine esta historia, espero no decepcionarlos con el final que tengo planeado. Nos vemos mañana<3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top