•Eleven•

NamJoon condujo lentamente por la serpenteante carretera llena de baches que llevaba al bosque nacional. Había escogido el lugar más oscuro en el que había podido pensar, aunque eso no garantizaba que no se encontrasen campistas buscando lugares remotos donde montar las tiendas.

Todos los instintos le decían que era una mala idea. No solo una mala idea, sino un riesgo estúpido que Raina no tendría por qué tomar. Pero no podía dejar que se marcharse sola sin ningún tipo de protección.

La miró, e incluso en la oscuridad, podía ver sus nervios por la anticipación. Estaba tensa, casi salvaje, y sabía que ella pendía de un hilo.

—Ya no queda muy lejos —dijo mientras vadeaban un pequeño riachuelo y doblaban una curva cerrada.

La carretera se había estrechado considerablemente, no llegarían mucho más lejos con la camioneta, tracción a cuatro ruedas o no.

Ella no le contestó, pero mantuvo la mirada fija hacia delante, como si esperase la oportunidad de salir disparada de la camioneta. Cuando finalmente paró, ella agarró el picaporte, y por fin lo miro.

—Raina, ¿cuánto de ti misma conservas cuando... um... cambias?

Ella levantó la cabeza con confusión.

—No estoy segura de comprenderte.

—Un animal salvaje tiene instintos. Ahora serás libre.

—Oh. Quieres saber si correré y seguiré corriendo.

Él asintió despacio.

—Supongo que te estoy preguntando si volverás.

Ella lo observó, con la mirada fija.

—Volveré, NamJoon.

—De acuerdo. —Se encogió de hombros por el alivio, y abrió la puerta—. Entonces terminemos con esto.

Salieron y caminaron hasta la parte delantera de la camioneta. Para su sorpresa, ella se quitó las botas y los calcetines, entonces se quitó los pantalones que le acababa de comprar. Se los tendió mientras con la otra mano empezaba a desabrochar titubeante los botones de la camisa.

Él tomó todo de ella, y al minuto siguiente estaba parada delante suyo, desnuda, con la luz de la luna bañando su pálida piel.

—No quiero arruinarlos —le explicó con una sonrisa—. Además, necesitaré algo que ponerme cuando vuelva a cambiar.

—Se te va a congelar hasta el culo —refunfuñó.

Miró con una mezcla de horror y fascinación cuando un estremecimiento le recorrió todo el cuerpo. Ella cayó de rodillas y apoyó las manos en el suelo mientras arqueaba la espalda. Un pelaje leonado se insinuó por su piel. Manchas negras brillaban ante sus ojos. Los dedos, que excavaban el suelo y la roca, se convirtieron en patas, y las piernas se doblaron hacia arriba mientras se levantaba sobre las cuatro patas. El largo pelo dorado se deslizó arriba hacia el cuero cabelludo, desapareciendo y cayendo suavemente sobre la nuca en una desaliñada melena. Cuando volvió la cabeza hacia él se encontró mirando fijamente los dorados ojos de un guepardo.

Ella continuó contemplándolo durante un largo momento, y entonces simplemente se alejo corriendo, desapareciendo en las inmediaciones del bosque.

Las patas golpeaban la tierra, y su corazón se regocijaba por la libertad. Se mantuvo entre las sombras, saltando sobre las rocas y manteniéndose bajo la cubierta de árboles.

Estaba completa.

El poder latía bajo sus venas. Era el guardián, instruida para mantener su humanidad a salvo. Con cada brinco, con cada empujón hacia adelante, podía sentir cómo la fuerza regresaba. Solo transformarse en humana había rejuvenecido al guepardo, y cambiar a guepardo estaba curando su parte humana. Dos mitades que se ensamblaban en un todo.

Cada una dependía de la otra para sobrevivir.

La parte humana de su mente le aconsejaba en contra de ir demasiado lejos, advirtiéndole que regresase pronto y cambiase lo antes posible. El guepardo solo quería correr libre, agotarla y después sucumbir a un sueño reparador. El cuerpo ágil se estiró y se enrolló mientras se presionaba duramente. Su alma cantaba y se regocijaba mientras abrazaba el viento.

Cuando empezó a cansarse, su mente humana recuperó más control, y recordó que NamJoon la estaba esperando.

De mala gana, volvió, regresando más despacio de lo que se había ido. La fatiga atravesaba sus músculos, y aminoró hasta terminar caminando. La respiración se escapaba en una neblina mientras jadeaba. La energía se le había agotado, pero se sentía más ligera de lo que había estado en muchos meses. Desde que había corrido a través de la Sabana Africana con sus parientes guepardos.

Cuando se acercó a la camioneta, el cambio ya se estaba produciendo por todo su cuerpo. Cayó al suelo, estremeciéndose por el frío y el agotamiento, mientras la parte humana recuperaba el control. Reuniendo fuerzas, se apoyó sobre las patas y regresó de manera insegura a donde esperaba NamJoon. Cuando tropezó en el camino, el castaño la alzó y la acercó. Ella colapsó entre sus brazos y él absorbió su escalofrío.

—Santo Cielo, Raina, eres como un carámbano fuera de control.

Ella se acurrucó dentro de su calidez, absorbiendo su calor y su fragancia. La recogió y la transportó a la camioneta, donde su ropa aún estaba sobre el capó.

—Debería haber mantenido la camioneta en marcha, así estaría climatizada —murmuró mientras empezaba a vestirla—. Simplemente no quería atraer ninguna atención sobre nuestra localización.

—Joon, estoy bien —contesto entre el castañeo de dientes—. Solo estoy cansada.

Se hundió en contra de él cuando acabó de abrocharle los botones de la camisa. Y otra vez, él simplemente tiró de ella y la depositó en el asiento del copiloto. Recuperó los calcetines y las botas y se los puso sobre los pies mientras ella se tendía sobre la cálida piel. Apresuradamente cerró la puerta y caminó hasta llegar al otro lado de la camioneta. Una breve ráfaga de aire frío entró cuando abrió su puerta, pero rápidamente subió y encendió el motor. Puso la calefacción al máximo y alcanzó su mejilla para tocarla.

—¿Estás bien?

Ella asintió y cerró los ojos, inclinándose ante su mano. Amaba su toque. Encontraba consuelo en sus gestos tiernos.

—Ven aquí —comentó y la colocó contra él.

Dobló las piernas en el asiento y se acurrucó a su lado. Él pasó su brazo alrededor y presionó un beso en lo alto de su cabeza.

—Volvamos a casa.

Dio vuelta con la camioneta y retrocedió por la estrecha carretera mientras ella se acomodaba contra él.

A casa.

De repente se llenó de una intensa nostalgia. No por su propia casa y la de sus padres, a quienes no veía desde hacía mucho. No, se estaba imaginando qué clase de hogar tendría con NamJoon. Con su indómito guerrero. Alguien que supiese lo que era y la aceptase. Alguien que la comprendiese y la protegiese. Era algo que nunca se había atrevido a esperar fuera de su propia especie. Le gustaba NamJoon, y decidió que confiaba en él. El tiempo que había pasado con él era limitado, pero quería disfrutar la atracción entre ellos, quería compartir su cuerpo con él, y sabía que también una parte de su alma. Una parte que permanecería con él cuando le dejase. Una parte que no quería que regresase, así como ella mantendría una parte de él para siempre.

—¿Joonie?

—¿Sí, cariño?

—Dentro de unos días... —dejó que su mano se deslizase por su pierna—. Dentro de unos días me tendré que marchar.

Él se tensó.

—¿Por qué tienes que irte? —le cuestionó, sorprendiéndola por su franqueza.

¿Le estaba pidiendo que se quedase? Pero ella no podía quedarse, aunque él lo desease. Sus padres pensaban que había muerto, y ya habían perdido una hija. Se arriesgaba a ser descubierta aquí por los cazadores furtivos arrastrándose por las montañas como maliciosas y hambrientas hormigas. No les podía hacer eso a sus padres ni a su gente. La tristeza le obstruyó la garganta.

¿Cómo explicar que en la víspera de su libertad ella se sentía reacia a tomarla? Con un suspiro, volvió la cara hacia NamJoon.

—Me gustas y, creo que yo te gusto. Me gustaría... me gustaría pasar juntos la mayor parte del tiempo que nos queda.

Su mano se apretó sobre la de ella y entonces se relajó, él acarició con sus dedos hacia arriba y hacia abajo de su camisa de franela.

—A mí también me gustaría —le contesto finalmente.

—Quiero que me hagas el amor otra vez. Toda la noche, quiero pasar todo el tiempo que nos quede entre tus brazos.

—Entonces es donde lo pasarás —mencionó simplemente.


Ya volví:)
Creo que me estaré tomando los fines de semana para actualizar jsjs, tengo planeado terminar esta historia lo más pronto posible y ya tengo algunas ideas armadas para los próximos capítulos, no pasa de que salgan unos 20 capítulos en total por la historia:3

Así es, me gusta hacer historias con pocos capítulos, como se pueden dar cuenta:|

Esta vez solo subiere este, tal vez mañana continué con otro o quizá actualice otra de mis historias. Todo depende de la inspiración.

En fin, espero que les haya gustado<3

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