𝟎𝟐.ㅤnight of the living dead
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𝟎𝟐. ͏ ͏capítulo dos ͏ ͏── ͏ ͏acto uno.
La noche de los muertos vivientes.
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ㅤㅤㅤㅤ ✶ LA RUTA ESTABA DESIERTA. JJ observaba el camino a través de la ventana; su pie se agitaba ansioso sobre la alfombra del coche, mientras sus dedos jugueteaban con la pulsera de tela que envolvía su muñeca. No se había visto frente a un espejo, ni siquiera se atrevía a mirarse en el retrovisor, pero tenía la sensación de que la sangre del hombre que la había atacado en la carretera todavía estaba impregnada en su rostro.
Leon mantenía la vista fija en el camino, viendo cómo el parabrisas se encargaba de quitar las gotas de lluvia que empañaban el vidrio. Apretaba el volante con incertidumbre y, de vez en cuando, observaba de reojo a la chica a su lado. Quería preguntarle más acerca de lo que acababa de suceder, quería comprenderlo, mas no se atrevía a presionarla, sabiendo que JJ acababa de pasar por un evento traumático y no se encontraba en condiciones de hablar.
Así que esperó pacientemente a que ella estuviera lista, mientras él continuaba conduciendo hacia Raccoon City y revisaba la cantidad de combustible periódicamente.
—Creí que era un borracho.
La voz de JJ rompió el silencio, provocando que Leon desviara momentáneamente la mirada del camino para verla con el ceño fruncido. La castaña, sin embargo, no estaba mirándole a él, sino que mantenía sus ojos fijos en sus pies.
El chico sintió el impulso de colocar una mano en su rodilla para que dejara quieta la pierna, pero lo reprimió en el último segundo, no queriendo invadir su espacio personal ni quedar como un pervertido. En su lugar, Leon guardó silencio esperando que ella continuara.
—Venía caminando desde la estación de trenes —prosiguió, enganchando uno de sus dedos a su pulsera y tirando de la tela como un método para distraerse—. No tenía otra opción porque el tren terminaba ahí; dijeron que no llegaría a Raccoon City ya que la estación está cerrada.
El ceño fruncido de Leon se acentuó y no pudo evitar girarse un momento para mirarla antes de volver la vista al frente.
—¿La estación está cerrada? —repitió con confusión—. ¿Te dijeron por qué?
JJ negó con la cabeza.
—Yo era la última que quedaba en el tren, todos se bajaron antes —explicó—. El trabajador no tenía la menor idea, solo me dijo que tenía que bajarme allí.
Leon se pasó una mano por el cabello antes de regresarla al volante, sus nudillos tornándose blancos por la presión que estaba ejerciendo.
—Y caminaste sola por la carretera —dijo más como una afirmación que como una pregunta.
JJ asintió, levantando la cabeza para mirar hacia la carretera por la ventana frontal.
—Caminé varios minutos sin toparme con ningún coche, todo estaba demasiado desolado. Hasta que vi un grupo de personas a un lado de la carretera. Parecían estar peleándose y creí que tan solo se trataba de algunos borrachos, así que no quise mirarlos demasiado —contó, sintiendo un ligero escalofrío que le recorrió la espalda al recordar lo que había pasado—. Hasta que vi la sangre y mantuve contacto visual con uno de ellos. Ahí supe que no eran simples borrachos.
Leon no estaba seguro de qué decir, la situación parecía sacada de una película de terror y no tenía sentido. Él ni siquiera lo hubiera creído si no fuera porque vio con sus propios ojos al hombre que la había atacado como si se tratara de un animal rabioso. Eso, sumado a que habían cerrado la estación de trenes de Raccoon City sin un motivo demasiado claro y a que aún no le habían llamado para empezar a trabajar en el departamento de policía, hacía que las piezas del rompecabezas empezaran a encajar de forma alarmante.
—Asumo entonces que tú también te diriges a Raccoon City —comentó después de unos segundos, mirándola de soslayo.
JJ volvió a asentir.
—Vengo a buscar a mi madre —dijo, metiendo las manos en los bolsillos—. Hace días que no sé nada de ella. Es poco habitual, porque…
A Leon le llamó la atención que JJ se detuviera tan abruptamente y pronto la escuchó refunfuñar. Giró la vista hacia ella, notando que la castaña estaba buscando como loca entre su ropa y dentro de su mochila.
—¿Qué pasa? —inquirió Leon—. ¿Perdiste algo?
—Mi teléfono móvil —respondió ella con la voz tensa, soltando un gruñido de frustración y echando la cabeza contra el asiento—. Ahora no tengo manera de saber si mi mamá se comunica conmigo o no.
Leon la miró con simpatía.
—Estoy seguro de que tu mamá está bien —dijo, intentando levantarle un poco el ánimo—. Yo me estoy dirigiendo a la estación de policía de Raccoon City, si dices que tu madre lleva días sin comunicarse, podrías hacer una denuncia y reportarla como…
—No —lo interrumpió JJ, su voz temblando ligeramente mientras le miraba como si hubiera propuesto un disparate—. Quiero decir, no creo que sea para tanto como para involucrar a la policía.
Por supuesto, JJ no quería meter a la policía porque no tenía forma de evitar el tema de que su madre trabajaba en Umbrella. Sería cuestión de tiempo que luego supieran la clase de experimentos e investigaciones en las que participaba en los laboratorios ocultos.
Por su parte, Leon no comprendía del todo la negativa de JJ de presentar una denuncia, pero no comentó nada al respecto, respetando su decisión. De todos modos, de alguna forma él se sentía responsable por ella, después de haberle salvado la vida, por lo que estaba dispuesto a ayudarla en lo que necesitara. Al fin y al cabo, para eso se había convertido en policía. Para ayudar a la gente.
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ㅤㅤㅤㅤ ✶ FALTANDO POCOS KILÓMETROS PARA LLEGAR A RACCOON CITY, y tras varios minutos en silencio, Leon decidió detenerse en una gasolinera en medio de la carretera, ya que no quería arriesgarse a quedarse a la mitad de camino.
Sin embargo, lo que llamó su atención al bajarse del Jeep bajo la cortina de lluvia no fue precisamente que la gasolinera estuviera desierta, sino que había un coche de policía con las puertas abiertas y lo que parecía ser un rastro de sangre en la entrada. Leon dirigió una rápida mirada a JJ, quien observaba con el ceño fruncido desde el asiento del copiloto.
Pero antes de poder expresar sus preocupaciones en voz alta, escucharon el sonido de un cristal al romperse que provenía del interior de la tienda.
—Quédate aquí —indicó Leon en cuanto notó que JJ se quitaba el cinturón y abría la puerta para bajarse del coche—. Iré a investigar.
JJ le miró con ojos aterrados y el ceño ligeramente fruncido.
—No me dejes sola —pidió en un susurro y con voz temblorosa—. ¿Qué tal si… si aparecen más como los tipos de antes?
Al escucharla, la expresión de Leon se suavizó y se acercó de nuevo. Comprendía el temor de JJ a quedarse sola después de lo que había vivido, pero él no podría investigar la gasolinera si también tenía que estar echándole un ojo a ella.
—No sabemos si es peligroso allá adentro —razonó él con voz suave—. Será más seguro si te quedas en el auto, no tardaré demasiado.
JJ se mordió el labio. Lo cierto era que no le causaba ninguna seguridad quedarse sola, y mucho menos dejar que Leon entrara a lo que podía ser la boca del lobo por su cuenta. No obstante, él era un policía, estaba entrenado para este tipo de cosas… Más o menos. No estaba segura de que lidiar con muertos vivientes formara parte del plan de estudios de la academia.
Finalmente, JJ soltó un suspiro y asintió, dándose por vencida.
—De acuerdo, pero apresúrate.
Leon le dio una sonrisa tranquilizadora.
—Te lo prometo, estaré de vuelta antes de que lo notes —aseguró, aunque JJ no lucía del todo convencida—. Escucha, si sucede algo mientras no estoy, si ves algo sospechoso, o lo que sea, tú solo enciende el auto y toca la bocina. Esa será la señal para que regrese corriendo de inmediato, ¿de acuerdo?
JJ volvió a asentir, esta vez mostrándose un poco más tranquila mientras trababa las puertas del Jeep y volvía a abrocharse el cinturón de seguridad, permitiendo que Leon se fuera.
Al verlo entrar en la tienda y desaparecer en la oscuridad, JJ decidió poner su atención en otra cosa y encendió la radio, buscando cualquier emisora que pasara algún tipo de música acelerada que la ayudara a distraerse.
Los minutos empezaron a transcurrir, las canciones se iban cambiando, pero Leon continuaba sin salir de la tienda. JJ se mantenía atenta a sus alrededores, observando por las ventanas por si aparecía alguna otra persona rabiosa. La tensión era agobiante, lo único que quería hacer era bajarse del coche e ir a buscar a su acompañante. Pero a la vez sabía que él no iba a estar nada contento si la veía entrar después de haberle ordenado esperarlo. Además, en el hipotético caso en el que Leon necesitara ayuda, ¿cómo ella sería capaz de socorrerlo? Ni siquiera había conseguido librarse del loco de la carretera por sí misma.
El silencio de la gasolinera se vio interrumpido por el rugido del motor de una motocicleta. JJ vio por la ventana que una chica alta de cabello rojizo atado en una cola de caballo y vestida con una chaqueta de cuero roja, aparcaba frente a la cabina telefónica que había a unos metros del Jeep.
A pesar de la curiosidad que le causaba la desconocida, JJ decidió no tentar a la suerte y quedarse dentro del coche como Leon se lo había indicado. La chica no parecía ser como el tipo de la carretera, pero prefirió no arriesgarse.
Sin embargo, en cuanto la pelirroja hizo contacto visual con ella, después de haberse fijado en el desastre que había frente a la tienda, JJ se vio tentada a tocar la bocina. Solo por si acaso. Pero titubeó demasiado y cuando quiso darse cuenta, la desconocida estaba golpeándole la ventanilla para llamar su atención.
JJ dio un respingo de la sorpresa, que intentó pasar desapercibido con una ligera tos mientras estiraba una mano para apagar la radio.
—Hola, lamento asustarte —se disculpó la pelirroja en cuanto JJ bajó el vidrio casi hasta el fondo—. Acabo de detenerme y vi que eras la única aquí, frente a ese desastre.
Señaló el rastro de sangre en la entrada de la tienda. A simple vista, la desconocida no parecía nada fuera de lo normal, tan solo una transeúnte como ellos. Pero era evidente que se había fijado en la salpicadura de sangre ya seca en la cara de JJ, puesto que la joven la observó frunciendo levemente el entrecejo, y la castaña no tenía la menor idea de cómo explicar la situación sin tener que entrar en detalles como que un loco había intentado arrancarle la garganta con los dientes y un policía le tuvo que reventar los sesos para salvarla.
—¿Segura que estás bien?
La voz de la chica la regresó a la realidad y JJ tuvo que obligarse a esbozar una sonrisa forzada.
—Oh sí, de maravilla —respondió, tal vez exagerando un poco. La pelirroja enarcó una ceja dubitativa, su mirada desviándose claramente a la salpicadura de sangre de su rostro, por lo que JJ se apresuró en agregar—: No es mía, si eso te estás preguntando.
«Bien hecho, Jayleen», se reprendió a sí misma en su mente. «Sí que sabes pasar desapercibida, ¿eh?»
Intentando recuperar la poca dignidad que le quedaba, y no quedar como una posible psicópata con gotas de sangre ajena en el rostro, JJ decidió hacer un segundo intento.
—Volviendo a tu primera pregunta, no estoy segura de lo que está pasando aquí. Mi compañero entró hace como unos diez minutos para ver si alguien necesita ayuda y aún no ha salido. Es policía —añadió por si acaso.
La joven la observó dubitativa, probablemente por la forma tan llamativa en la que JJ acababa de explicarse, pero no alcanzó a decir nada. Antes siquiera de separar los labios, la atención de ambas fue atraída por el sonido de un disparo proveniente de la tienda.
JJ sintió el pánico invadiéndola por dentro y prácticamente se arrancó de un tirón el cinturón de seguridad. Aferró sus manos a las correas de su mochila mientras destrababa las puertas y se bajaba del coche, sin importarle empaparse con la lluvia, viendo con una ansiedad expectante cómo la pelirroja dirigía el camino hacia la entrada.
El único pensamiento que rondaba por la mente de JJ mientras caminaba hacia la tienda era Leon y qué clase de peligro podría estar corriendo. Aunque ella intuía perfectamente que todo este desastre estaba vinculado al tipo que la había atacado una hora antes en la carretera.
Todo sucedió en una fracción de segundos. La pelirroja abrió de un empujón la puerta acristalada y casi chocó de lleno con Leon, que venía corriendo con la respiración agitada y la pistola en alto. JJ lanzó un ligero chillido agudo cuando el policía apuntó con el arma hacia ellas.
—¡No dispares!
—¡Al suelo! —les gritó Leon casi al mismo tiempo y, en cuanto ambas se agacharon, le disparó en la cabeza a un tipo que venía detrás.
JJ lo vio caer al suelo, sintiendo un sabor nauseabundo trepando hasta su garganta. Era como el de la carretera. Y ni siquiera era el único. Su mirada se desvió hacia la cantidad de personas que habían aparecido de repente; todas con el mismo aspecto putrefacto, gruñendo por lo bajo y caminando como si fueran cojos. Nunca había visto nada igual y, cuanto más lo pensaba, más se sentía como si estuviera dentro de una película. Una de zombis.
—¡JJ, vamos!
La voz de Leon le recordó que estaban en peligro. Ni siquiera se había percatado de que la chica de la motocicleta también llevaba una pistola hasta que la vio disparar a uno de los zombis que estaba más cerca.
Leon la tomó del brazo y, esquivando a un zombi que intentó arrojarse encima de ellos, la guió hasta el coche de policía que habían visto cuando llegaron y que estaba más cercano. JJ prácticamente se tiró en el asiento trasero y se abrazó con fiereza a su mochila, observando por la ventana cómo empezaban a ser rodeados por la horda.
—Agárrense —dijo Leon al encender el coche, mover la palanca de cambios y pisar a fondo el acelerador.
JJ se giró en su asiento y, mientras pasaban el cartel de bienvenida a Raccoon City con el coche, miró a la horda de zombis que quedaba atrás. Recién entonces se permitió suspirar de alivio y se volvió hacia el frente para observar a Leon apretar el volante y a la pelirroja con la mirada perdida en la ruta. El silencio era casi abrumador, la tensión pendiendo de un hilo.
Los tres sabían que, si bien se habían salvado, el peligro estaba lejos de terminarse. Más bien, considerando todo lo que acababan de atestiguar, se trataba apenas del comienzo. ¿De qué? Ninguno estaba seguro. Podría definirse como un apocalipsis zombi, siendo lo más cercano a la situación. Después de todo, habían sido perseguidos por cadáveres vivientes como en una puta película.
El silencio en el coche se prolongó hasta que consiguieron poner una distancia segura entre ellos y la horda. JJ notaba de vez en cuando la mirada de Leon a través del espejo retrovisor, pero ninguno dijo nada en un principio. De hecho, fue la chica que estaba en el asiento del copiloto quien se encargó de romper el hielo.
—¿Qué está pasando? —preguntó, con la voz ligeramente agitada a causa de la adrenalina. JJ se mantuvo en silencio, abrazándose a su mochila, viendo a Leon responder.
—No lo sé, ya tuvimos un encuentro antes en la carretera y no estábamos seguros de si era un caso aislado hasta ahora. Espero que nos lo expliquen en la comisaría —admitió, con la mirada fija en el camino, antes de volverse hacia la pelirroja por unos instantes—. Soy Leon Kennedy. ¿Y tú…?
—Claire —se presentó ella—. Claire Redfield.
JJ vio que la pelirroja la miraba por encima del hombro, probablemente esperando a que ella se presentara también. Pero estaba demasiado aturdida por la situación como para hilar las palabras correctamente. Su mente era un torbellino de suposiciones y preocupaciones que giraban en torno a lo que estaba sucediendo y a si su madre se encontraba en peligro. Tal vez este caos no había llegado a Raccoon City, o quizá su madre había escapado antes… eran muchas las teorías, mas pocas las respuestas concretas.
—Ella es JJ —dijo Leon en su lugar. Miró a la castaña por el espejo retrovisor, notando el ligero temblor de sus manos mientras se aferraba a su mochila—. ¿Te encuentras bien? Ninguna de esas cosas alcanzó a tocarte, ¿verdad?
JJ sacudió la cabeza en un gesto negativo. Por fortuna, el único daño que le habían hecho era mental.
—Estoy bien —aseguró en voz baja, deslizándose por el cuero del asiento hasta quedar entre medio de los asientos delanteros y con la mirada perdida en el parabrisas. Quería decir tantas cosas, expresar sus miedos y preocupaciones, pero estaba demasiado conmocionada para intentarlo.
Leon pareció comprender su silencio y no hizo ningún comentario al respecto, dándole a la castaña un respiro de tantos traumas que había tenido que soportar en tan solo una hora. En su lugar, volvió su atención hacia Claire.
—¿Eres de por aquí? —inquirió, alternando la vista entre la pelirroja y la carretera.
—No, estoy buscando a mi hermano —dijo Claire, mirándole con expresión inquisitiva. Recordaba que JJ había mencionado que Leon también era policía—. Trabaja en la comisaría de Raccoon, se llama Chris. ¿Lo conoces?
Leon apretó los labios, mirándola ligeramente apenado mientras negaba con la cabeza.
—En realidad es mi primer día —explicó, y un ligero rubor subió por sus mejillas que no pasó desapercibido para JJ, que lo miraba atentamente con la cabeza apoyada en el respaldo del asiento del conductor—. Vaya forma de empezar, ¿eh?
JJ soltó una pequeña risita al oír el intento de Leon de aliviar el ambiente. Un policía novato, una civil hermana de un oficial y la hija de una científica. Un trío bastante peculiar.
El silencio volvió a invadir el coche mientras navegaban por las calles desoladas, interrumpido tan solo por el repiqueteo de las gotas de lluvia que chocaban contra el techo y el crujido del parabrisas al despejar la empañadura. JJ observaba atentamente a sus alrededores, en busca de algún ser vivo que indicara que la ciudad seguía en pie, pero todo apuntaba a que la gente había huido a toda prisa, a juzgar por la cantidad de autos abandonados en mitad de la calle.
Por el rabillo del ojo, JJ notó que Claire se estiraba para encender la radio. Y, con tan solo cambiar de emisora dos veces, una voz masculina resonó en el silencio del coche, con un mensaje que parecía repetirse.
—Atención a todos los ciudadanos: debido a la extensión de la epidemia, les aconsejamos que vayan a buscar refugio a la comisaría de Raccoon City. —JJ tragó saliva y miró por la ventana lo que parecía ser un cuerpo abandonado en la calle, apenas a unos metros de una hilera doble de coches abandonados. El mensaje en la radio continuaba—: Se les facilitará comida y medicinas a todo el que las necesite.
—Parece una ciudad fantasma —murmuró JJ, aferrándose con una mano al asiento de Leon mientras que con la otra continuaba abrazando su mochila.
—Es un desastre —coincidió Claire, mirando por la ventana con aire intranquilo.
—La comisaría no está lejos —informó Leon, mirando de soslayo a las dos jóvenes—. Allí sabrán qué está pasando.
Hubo una pausa tensa, en la que JJ y Claire posiblemente compartieron el mismo pensamiento, ya que fue la pelirroja quien se atrevió a ponerlo en palabras.
—¿Y si no hay más supervivientes y solo quedamos nosotros?
—Hay supervivientes —la interrumpió él, casi como si quisiera convencerlas tanto a ellas como a sí mismo—. La ciudad es grande, tiene que quedar alguien. Tal vez tu madre está refugiada allí también —agregó, mirando a JJ por un instante antes de regresar la vista al frente.
Sin embargo, ella no estaba del todo segura. Conociendo a Emily Holmes, era más probable que la mujer se hubiera refugiado en los laboratorios subterráneos de Umbrella que en la comisaría. Pero era información que JJ no iba a compartir, quizá porque guardaba la esperanza de que su madre hubiera seguido al resto de supervivientes.
Leon continuó conduciendo hasta que se encontró con una barricada que bloqueaba una parte del camino y no tuvo más remedio que detenerse.
—Parece que tendremos que caminar desde aquí —dijo Leon, apagando el motor.
A pesar del sonido de la lluvia, apenas a unos metros del coche pudieron ver un par de zombis comiéndose a lo que alguna vez había sido una persona. JJ no pudo evitar hacer una mueca de asco. Lentamente, los muertos vivientes giraron sus cabezas hacia su dirección al percatarse de su presencia.
—Creo que más bien tendremos que correr —corrigió Claire, volviéndose hacia él.
Pero antes de poder hacer nada, un gruñido y un golpe en la puerta del lado del conductor los sobresaltaron. JJ soltó un grito al ver que el coche estaba siendo rodeado por zombis, quienes intentaron abrirlo y provocaron que la patrulla se balanceara de lado a lado por la fuerza de sus empujones.
—Leon, tienes que dar marcha atrás.
La voz de Claire parecía ser la de la razón, mas en cuanto los tres se giraron, vieron unas luces destellantes que se aproximaban a toda prisa. Se trataba de un camión que iba a tal velocidad que pisoteaba a los zombis que se cruzaban en su camino como si fueran simples insectos.
—No tiene pinta de que vaya a detenerse, ¿verdad? —murmuró JJ, su voz teñida de pánico.
—Hay que bajar —susurró Leon, antes de volver la mirada entre las dos chicas y alzar la voz—. ¡Salgan ahora!
No obstante, la presión que ejercían los monstruos que los rodeaban les impedía abrir las puertas. La tensión era insufrible; ninguno lograba abrir su puerta, aunque tal vez hubiera sido un suicidio hacerlo con la cantidad de zombis que había fuera. Y, para variar, el sonido de las llantas del camión se escuchaba cada vez más cerca, lo que aumentaba la agobiante desesperación de la escena.
—¡Agárrense! —gritó Leon, cuando se dio cuenta de que no tenían más escapatoria.
JJ se aferró al respaldo del asiento del conductor, con la cabeza entre medio de sus manos y los ojos fuertemente cerrados. En el fondo se escuchaba el estruendo que hacía el camión al llevarse por delante los coches abandonados y el chirrido de sus llantas resonaba por encima de la lluvia.
El impacto llegó en tan solo segundos. JJ apretó tanto la mandíbula que hasta terminó mordiéndose la lengua cuando el coche salió despedido hacia delante después de que el camión los golpeara por detrás. Cuando se detuvo, Leon fue el primero en bajarse, con cierta dificultad, y abrió la puerta de JJ para ayudarla a salir. Estaba tan aturdida por el choque que no se detuvo a pensar en Claire; solo consiguió aferrarse fuertemente a su mochila mientras se agarraba del brazo de Leon con la mano libre para caminar con paso vacilante.
—¿Estás…?
La explosión del coche del que acababan de bajarse lo interrumpió. JJ gritó por la sorpresa, viendo con ojos desorbitados el fuego que se extendía por la patrulla. Leon, por su parte, se fijó en el camión volcado en medio de la calle a unos pocos metros de distancia.
—¡Vamos, JJ! —exclamó con urgencia, tirándole del brazo y obligándola a empezar a correr.
Pero ya era tarde: el camión explotó con tanta fiereza que ambos fueron impulsados contra un coche que tenían delante. JJ se quejó en voz baja, sintiendo un molesto pitido a través de sus oídos que le impedía escuchar otra cosa, mientras que la vista se le había vuelto borrosa y un sabor metálico le atravesaba la garganta. Se llevó una mano a la frente, teniendo la sensación de que su cerebro estaba a punto de estallar.
La voz de Leon se escuchaba a lo lejos, como si le estuviera hablando mientras ella estaba sumergida bajo el agua. Pudo reconocer algunas palabras como «bien», «Claire», «quedarnos» y «peligroso», pero todo le parecía demasiado lejano. Si no fuera porque captó, con cierta dificultad por la mirada borrosa, algunos zombis acercándose —y tuvo que observar con los ojos entrecerrados para reconocer más que siluetas—, JJ se hubiera desesperado pensando que había quedado sorda.
—¿Leon? —JJ lo llamó en voz alta, tal vez en un timbre más alto de lo normal, pero incluso su voz se escuchaba distante, como si no fuera suya.
—Sí, tenemos que irnos —dijo, desenfundando su pistola para apuntar a la horda que se les acercaba. La miró por encima del hombro, las luces de las llamas a sus alrededores hacían que su piel brillara en medio de la oscuridad de la noche—. ¿Puedes caminar?
JJ asintió, aunque sintió un tirón en el estómago en cuanto se puso de nuevo en pie. Pero se negaba a ser una carga, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de zombis que se iban acercando.
—El camino está cortado —explicó Leon cuando JJ estuvo completamente incorporada sobre sus pies y se colocó tras su espalda con la mochila todavía en las manos. Él mantenía la mirada fija en los muertos vivientes y le disparó en la cabeza al que se encontraba más cerca—. Nos encontraremos con Claire en la comisaría, entretanto no te separes de mí.
La castaña volvió a asentir, sintiendo todavía un ligero pitido en los oídos, pero que no resultaba tan abrumador como unos instantes atrás. Al menos ahora podía escuchar lo que ocurría a su alrededor.
Leon disparó un par de veces más antes de tomar la mano de JJ y guiarla apresuradamente a través de los coches abandonados en llamas hacia un callejón que conectaba con la calle siguiente. JJ no tenía la menor idea por dónde estaban yendo; tan solo corría bajo la lluvia intentando seguir el paso del rubio, que cada tanto alzaba la pistola por encima del hombro y disparaba al zombi que intentara agarrarles.
En tan solo unos instantes de incertidumbre y carrera, ambos vieron el enorme edificio de la comisaría justo enfrente del callejón del que salieron. Había unos cuantos coches más abandonados, con la pinta de que sus dueños habían huido despavoridos y dejado atrás sus pertenencias en su lucha por sobrevivir. Todo era un caos, pero lograron esquivar algunos zombis y otros automóviles en llamas, hasta llegar al gran portón del departamento de policía. Leon la empujó dentro, apresurándose a trabar la reja y dejando fuera a los muertos vivientes que se amontonaban y asomaban entre los barrotes en un vago intento por atraparlos.
Por un instante, cuando se dio la vuelta y leyó el gran cartel que llevaba las siglas «R.P.D.», JJ se permitió respirar al menos por un segundo. Habían llegado por fin a su destino, sin saber que apenas era el comienzo.
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BUENAS, BUENAAAAAAAS. Antes que nada quiero agradecerles porque Saudade ya ha pasado el primer kilito de lecturas!!! 🥺🥺 no tienen idea de lo feliz que me hace el apoyo que están recibiendo mis bebés, porque realmente creí que este fic iba a quedar en flop JAJAJAJA. Así que nada, este capítulo va dedicado a todos ustedes en agradecimiento por el apoyo y amor que están dando <3
En este capítulo empezamos con los acontecimientos del remake de RE2 y ya llega lo buenoooo. En el próximo se vienen varias cositas jeje, porque JJ es como un pato criollo dirían en mi país, un paso una cagada, así que ya podemos prepararnos para ver sus aventuras en la comisaría jsjsj
En fin, espero que les haya gustado este segundo capítulo, porque así de sencillo como lo ven, me costó horrores por culpa de mi perfeccionismo JAJAJAJA, así que no se olviden de dejar sus opiniones en los comentarios que siempre estoy leyendo 🤍
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