━001









☾ ⋆*・゚:⋆*・゚:✧*⋆.*:・゚✧.: ⋆*・゚: .⋆ ☾

CAMINÓ HACIA EL CEMENTERIO mientras seguía escuchado música de los años 90's, trataba de juntar todas sus fuerzas para no desvanecerse ni sentirse vulnerable, frente a su tumba. Y hoy por fin, tendría el valor que no había tenido hace un año.

Siguió caminando, y mientras lo hacía, cuidaba de que las flores no se fueran a dañar antes de que ella llegara a dicho lugar.

Después de un par de minutos, Jane había llegado a su destino. Le puso pausa a su reproductor de spotify, retiró con cuidado sus audífonos y los guardó en uno de sus bolsillos. Su mirada se fijó en el letrero de dicho lugar, respiró con frustración mientras detallaba aquellas letras doradas con meticulosidad; miró hacia ambos lados y decidió adentrarse al lugar.

Yo no quería amarte, tú me enseñaste a odiarte

Con la mirada buscaba atentamente el nombre de su difunto amor. Exactamente no recordaba en qué lugar se encontraba él enterrado ya que no había tenido la valentía de poder pisar ese escalofriante y sombrío lugar. Había jurado con su vida no volver a poner un pie allí, no quería ver aquel lugar en donde todos sus sueños habían sido encerrados, en donde todo el amor se había llegado a convertir en odio. Pero no odio hacia él, sino odio hacia sí misma; todo por no haber podido hacer nada.

Caminó por unos minutos más, y por fin la encontró. Después de tanto tiempo pudo ir a hacerle compañía a su primer, y último amor.

'Carlos Oscar De VIl 

Mayo 1999 - Julio 2019

"It's together we can change the world"'

Decía el grabado de su lápida.

El corazón de Jane se arrugó una vez más.

Con cuidado se puso de rodillas para poder dejar aquellas rosas blancas que escogió hace un rato en la floristería. Después de acomodar las rosas en el suelo, cambió su postura, ya no estaba de rodillas sino en posición de flor de loto. Suspiró.

—Y... Aquí estoy.— murmura la pelinegra, fijó su mirada en una de las rosas—, Sé que quizás estarás enojado conmigo porque durante tanto tiempo no vine a verte, te dejé solo...

Hizo una gran pausa. El viento comenzó a golpear sus mejillas, una sonrisa se esbozó en sus labios.

—Estás aquí, ¿cierto?— murmuró—, Amor... Han sido días difíciles, ¿sabes? Tengo una psicóloga, tengo pastillas para controlarme, tengo cosas que tú siempre evitaste que tuviera...— hizo una pausa nuevamente, su mirada bajó hacia su mano, en donde estaba un hermoso anillo—, Aún lo conservo, al igual que el collar que me diste ese día que tuvimos que rescatar a Audrey. Son los tesoros más preciados para mí, al igual que nuestras fotos. Esto me hace sentir que todavía estás conmigo.

Un nudo en la garganta comenzó a formarse, y en sus ojos azules se comenzaron a acumular las lágrimas.

Todos los besos que me imaginé vuelven al lugar donde los vi crecer

—Aún no he podido sacar de mi mente ese día, no he podido...— las primeras lágrimas rodaron por sus delicadas mejillas—, Si tan solo ese día no hubiéramos peleado, si tan solo ese día no hubieras sido tan terco... Aún estarías aquí conmigo, ya nos habríamos casado, habríamos criado a nuestro pequeño.

Cada palabra que pronunciaban sus delicados labios, dolía como si una herida hubiera sido cubierta con sal. No era fácil estar sentada frente a un objeto de piedra que avisa que bajo tierra se encuentra tu amor eterno sumergido en el sueño eterno. 

—Estaba embarazada cuando pasó el accidente.— confiesa, pasa el dorso de su mano por sus mejillas—, Créeme, tampoco sabía... El impacto del auto provocó que lo perdiera, y que te perdiera a ti también...— su voz comenzó a entrecortar, sus ojos comenzaron a derramar más lágrimas—, ¿Por qué? ¿Por qué te fuiste de repente? ¿Por qué no me hiciste caso? ¡Maldita sea, me siento tan vulnerada en este momento! 

Sus manos se posaron sobre sus ojos, mientras aquella pelinegra soltaba sollozos y lágrimas sin fin. Quizá su psicóloga le diga que deba superar, que debe dejar de llorar, de recordar; pero, simplemente no la podía privar de expresar sus emociones, de poderse desahogar para sanarse.

—Cada maldito día que pasa es una tortura para mí. No hay mañana en la que me levante llorando porque me he soñado nuevamente con el accidente...

En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos

—Quise una vida contigo, y lo sabes... Tú más que nadie sabías eras el amor de mi vida, con quién quería formar mi familia, como te lo dije antes, con quién quería viajar, con quién quería pasar el resto de mis días.— murmura después de sorber su nariz—, Te extraño. Te extraño más que ir al cine, o ir a una biblioteca...

En Plutón aún se oyen gritos de amor

—No me atreví a venir durante dos años aquí, ¿sabes por qué?— ella se interrumpe, respira hondo y prosigue—, Porque me negué a creer que te habías ido, que me habías abandonado, ¡Qué habías muerto!

Un largo silencio se formó, en donde solo se escuchaban nuevamente los sollozos de Jane. En donde se podía ver como se desahogaba lentamente y sin ser forzada.

En la Luna gritan a solas tu voz y mi voz

—Extraño cuando me llamabas, cuando hablábamos con tanta paz, cuando improvisábamos karaokes en las casas de nuestros amigos...— dice con exactitud, comenzó a soltar su trenza, dejando así que sus mechones comenzaran a irse al lado que el viento ordenara—, Perdóname por las peleas, por mis celos, por mis caprichos... Perdón por no haberte salvado, ni haber salvado a nuestro bebé... 

Su corazón dolía, pero a la vez se sentía mejor. Ya no sentía el peso que venía sintiendo desde hace dos años.

—Perdóname no haber tenido la fortaleza y la valentía de venir. Yo sé que tú confiabas mucho en mí... Te amo... Y nunca, nunca, dejaré de hacerlo.

Pidiendo perdón, cosa que nunca pudimos hacer peor


☾ ⋆*・゚:⋆*・゚:✧*⋆.*:・゚✧.: ⋆*・゚: .⋆ ☾

.

.

.

.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top