Cincuenta y cinco: Ley del Tatlión.
JiMin se sienta en silencio al lado de su padre, mientras es revisado por un paramédico. Taehyung está dos metros adelante hablando con la superintendente sobre algo que no puede y no quiere escuchar. El cielo está completamente oscuro y lo único que le permite observar el panorama son las luces de las patrullas, que cambian en patrón de luz azul a luz roja.
― No hay heridas que necesiten atención inmediata, pero apliqué crema a los moretones de su espalda y rostro.
Alza un poco el rostro hacia el paramédico y asiente en silencio, él vuelve a colocar una manta sobre los hombros de su padre y se acerca para charlar con el comisario Kim. Ellos permanecen sentados en el suelo de metal, entre las puertas de la ambulancia.
JiMin no ha podido emitir palabra alguna desde que la noticia explotó en su cara. Su familia estaba muerta; su madre, la mujer que más amo en su vida; sus hermanas, a quienes juró proteger y fracasó. No sabía qué había pasado con ellos ya que no lo dejaron entrar a la mansión, solo Taehyung fue permitido a entrar junto con los oficiales.
En realidad, lo agradece; ni él ni Jane habrían soportado ver... aquella escena.
Cuando Taehyung salió del lugar, pudo ver lamento en sus ojos; le negó con la cabeza cuando conectaron miradas a metros de distancia. No lloró o emitió sonido alguno, se sentó en silencio al lado de su padre para observar a las personas ir y venir con los cuerpos de su familia cubiertos sobre camillas. Poco después se acercó el comisario Kim al lado de Taehyung para hacerle saber un par de detalles sobre lo que había pasado.
Al parecer, habían sido asesinados a sangre fría a altas horas de la noche. Incluso si hubieran llegado antes, no habrían podido hacer nada, porque no habría nada que salvar. No supo más que eso, ya que Kim mencionó que más detalles serían revelados en la comisaría, donde quieren que su padre de testimonio sobre los hechos.
No puede dejar de pensar en el hecho de que, si se hubiera quedado en casa, ahora mismo ellos hubieran corrido con la misma suerte. Pensar en eso le genera un escalofrío por la espalda.
― JiMin.
Hwasa se coloca a su altura y coloca una mano en su hombro. No se le había acercado desde que llegaron a la mansión. JiMin responde a su llamado haciendo un pequeño sonido con la boca, aún con la mirada clavada en la nada.
― Jane ya despertó, está siendo atendida por paramédicos.
Jane sufrió un colapso mental luego de ver los cadáveres de su familia ser sacados de la mansión, uno tras otro hasta que dentro del lugar solo quedaron los investigadores, quienes ahora mismo se encontraban tomando evidencia del lugar. Tuvo que ser atendida por paramédicos hasta que se desmayó y la dejaron descansar en una camilla, siendo supervisada.
― Gracias. ― Habla luego de horas, sintiendo su garganta seca.
JiMin forma una sonrisa casi imperceptible por un par de segundos antes de volver a un rostro inexpresivo y ver hacia su mansión, donde tantos recuerdos habían formado como familia. Hoy no era nada más que la escena de un crimen que le puso un fin a una familia entera.
Hwasa le entrega una botella con agua.
― Deberíamos ir hacia comisaría, ahí tenemos camas para que puedan descansar... ¿O hay algún lugar donde puedan ir?
No tenían a donde ir. No tenían un hogar.
La cabaña de Taehyung quedaba muy lejos, y realmente no era buena idea que personas desconocidas conozcan su paradero. Podría decir que su casa en la ciudad sería un buen lugar temporal para ocultarse, pero no quería arriesgarse; posiblemente la casa ya fue vendida por Jungkook. Solo asiente ante las palabras de la mujer sin decir más, y destapa la botella de agua para tomar de ella.
― Saldremos en 10 minutos.
Abre los ojos de par en par, con las manos sujetándose con fuerza de las delgadas mantas que cubren su cuerpo. Su mirada se queda clavada en el techo tenuemente iluminado por una pequeña lámpara de luz amarilla al lado de su cama. Su respiración es agitada y puede sentir sus mejillas húmedas. Se incorpora sobre la cama, y cubre su rostro con sus manos.
― Tenías una pesadilla.
Se sobresalta al escuchar la voz de Taehyung en la misma habitación. Su mente aún sigue recreando la noche pasada una u otra vez, al punto en que los recuerdos se han convertido en una terrible pesadilla de la que acaba de despertar. Alza un poco la cabeza para ver a Taehyung sentado en una silla de metal; tiene los codos apoyados en las rodillas y el rostro estoico.
Woong no dice nada, tira hacia un lado las mantas para librarse de ellas y colocar los pies en el suelo. Puede notar un extraño aparato en su tobillo derecho, alza una ceja y se inclina para verlo mejor.
― Es un rastreador. No intentes quitártelo o tendremos problemas. ― Señala su propio tobillo, donde un aparato igual al suyo está colocado.
Con el mentón señala hacia la cama paralela a la suya, donde puede ver a sus hijos y nieto durmiendo, cubiertos por las mantas en completa tranquilidad. Woong frunce el ceño sin saber dónde se encontraban, su mirada va de un lado a otro tratando de averiguar su actual paradero. Mira a Taehyung y este parece entender su confusión.
― Estamos en una comisaría. Luego te explicamos los detalles, deberías descansar. Ha sido una noche muy... dura. ― Explica con cuidado.
Taehyung puede sentir el dolor de los Park como el propio. Él también vivió la muerte de su familia entera, solo que de manera diferente, ya que su familia se fue desvaneciendo con el tiempo, lenta y tortuosamente, mientras que los Park perdieron a miembros de su familia en una sola noche. No puede imaginarse el dolor y la confusión, así que solo sufre con ellos en silencio, cuidándolos mientras ellos descansan.
Aún se pregunta, ¿Cómo pasó todo esto?
― Parece que alguien despertó.
Woong procesa lo que está pasando. Taehyung se levanta de su lugar para tomar a Seiji en brazos, mientras este lloriquea llamando la atención y estirando sus manitas para ser alzado. Hasta hace unos minutos dormía plácidamente en medio de su padre y su tía, pero parece haber despertado por hambre, tomando en cuenta que no ha comido en varias horas por culpa de todo el revoltijo de acontecimientos.
― ¿Comisaria...? ― Pregunta minutos después.
― Estamos detenidos. ― Responde mientras mece al pequeño.
Abre aún más los ojos, y lleva una mano a su pecho al sentirlo latir demasiado rápido. Esto no podía estar pasando, ¿Su familia estaba en problemas con la policía? ¡Él no podría hacer nada, ya no tiene contactos!
Taehyung nota que algo está mal y, quizás jamás fue cercano a Woong ya que pocas veces han hablado, pero aún así y por simple amabilidad se sienta a su lado para acompañarlo. Seiji mira con ojos bien abiertos y curiosos a su abuelo, estirando una de sus manitas para tocar la mejilla del mayor, quien parece detener sus temblores abruptamente al sentir su toque.
Lo mira en silencio mientras su respiración se calma y su corazón vuelve a latir con normalidad.
Taehyung coloca al bebé en sus brazos, Woong lo recibe con cuidado; se miran fijamente mientras el bebé estira sus manos hasta colocarlas en el mentón de su abuelo. Él sonríe tenuemente y sus ojos se llenan de lágrimas al sentirse tan abrumado. Seiji era idéntico a JiMin cuando este era bebé, excepto por ese ojo color grisáceo, pero no importaba en ese momento.
Los minutos pasan en silencio, con Woong meciendo a su nieto hasta que este se vuelve a dormir contra su pecho. Lo aprieta suavemente contra suyo, llorando en silencio por el torbellino de emociones que ha experimentado en tan pocas horas. Pasó muchas horas en shock desde la noche pasada; sin pronunciar palabra alguna, hasta que sus hijos llegaron para acompañarlo en su dolor.
La puerta es abierta suavemente, revelando a una mujer de estatura media, camisa blanca y pantalones formales. Se veía imponente con su rostro estoico y su postura perfecta. Los escaneó unos segundos antes de adentrarse en la habitación y colocarse frente suyo.
― Usted debe ser Park Woong. Mi nombre es Ahn Hyejin, y soy la superintendente de Seúl.
Woong mira extrañado a Taehyung, quien parece calmado con la presencia de la mujer.
― Necesito que me acompañe para tomar su testimonio, es el único que falta.
Woong
Cuando sentí el golpe en mi cabeza todo se puso negro, al despertar no podía ver absolutamente nada; tenía una venda en los ojos. Mi corazón latía fuerte contra mi pecho, no podía entender qué estaba pasando, pero sabía que mi familia debía estar cerca. Eso necesitaba creer.
― ¡Azami!
La llamé, pero no escuché su respuesta. Empecé a desesperarme. Traté de pensar en alguna solución para quitarme la venda, pero mi mente estaba demasiado dispersa. No podía concentrarme sin saber el paradero de mi familia. Y no pasó mucho cuando todo pensamiento fue interrumpido. Unas manos me tomaron por sorpresa de los hombros y sentí un aliento cerca de mi oreja.
― Cuánto tiempo sin vernos, Park.
Aquella voz la reconocí casi al instante.
― NamJoon.
Me moví con fuerza tratando de colocarme de pie, pero era en vano, tenía las manos atadas en mi espalda baja, así como los tobillos. No podía hacer nada, estaba inmóvil de rodillas sobre el suelo.
― No querrás perderte de esto, Woong.
No entendía a qué se refería cuando lo sentí alejarse, y un segundo después la venda que obstruía mi vista cayó por mis hombros. Tuve que parpadear varias veces hasta acostumbrarme a la luz de la sala de estar. Cuando mi vista se reguló, encontré una escena que aceleró aún más mi viejo corazón. Abrí los ojos en grande al ver a mi familia frente mío, viéndome con ojos de absoluto terror.
― Linda...
Mi esposa estaba en medio de mis dos hijas, y Jackson al costado de Ami. Estaban atados de la misma manera que yo, pero con los ojos vendados y la boca tapada con cinta, para evitar que hagan ruido alguno. Desde mi lugar podía ver que las vendas de mis hijas estaban empapadas por las lágrimas, al igual que sus mejillas. Mi esposa no podía dejar de temblar, y Jackson estaba en silencio, pero respirando con fuerza como si fuera a desmayarse.
― ¿Disfrutas la vista? ― Me pregunta con burla.
― ¡Hijo de puta! ― Trato de soltarme una vez más, inútilmente. ― ¡Si tienes un problema conmigo te las arreglas conmigo, dejalas a ellas fuera de esto!
Mi familia me escuchó, y al instante las escuché suplicar, a pesar de las cintas en sus bocas, resultando en un sonido amortiguado y lleno de desesperación. Tenía todas las ganas de romper la soga que apresaba mis extremidades para abrazar a mi familia. Ellas estaban sufriendo, no veían nada, y tenían miedo.
― Por supuesto que tenemos un problema contigo.
― ¿"Tenemos"?
Me tomó del cabello con fuerza y tira mi cabeza hacia atrás, mirándome fijamente.
― Mi socia y yo tenemos un jodido gran problema contigo.
― Entonces dejen a mi familia al margen de esto.
Namjoon ríe y suelta mi cabello. Sin darme un respiro siento su pie golpear mi espalda y tirarme sobre el suelo.
― Hijo de... puta. Fuimos socios, cenaste conmigo y mi familia muchas veces...
― Eso fue hace años, Woong. Tú y mi padre tenían buenas relaciones, pero él murió. Ahora yo estoy a cargo. ― Presiona su pie contra mi espalda. ― No tenía intenciones de matarte, sinceramente no te veía como un enemigo... Pero deberías agradecerle a tu querido yerno.
― ¡Habla claro, hijo de puta! ― Apenas y podía hablar con el rostro presionado contra el suelo.
― Tan rudo como siempre, incluso cuando tu vida y la vida de tu familia está en juego. ― Entrecierra los ojos y aprieta su pie contra mi nuca, amenazando con cortarme el aire. ― Jungkook tenía un trato conmigo, pero no lo cumplió. Me vi obligado a aliarme con Manoban, y creeme que no me va nada mal.
Lo insulté una vez más con la voz amortiguada en el suelo, mientras el aire que llegaba a mis pulmones era cada vez más reducido. Por el rabillo de mi ojo pude ver que mi estado solo ensanchó la sonrisa en su rostro.
― No puedes ofenderte Park, tú hiciste lo mismo más de una vez. Así funciona la mafia, no lo olvides. ― Quita su pie de mi nuca y me deja respirar. ― Diles.
― No. ― Respondí apenas recuperando el aliento.
Me tomó de los cabellos una vez más y me obligó a ver hacia mi familia, puestos en línea uno al lado del otro. Namjoon les dio una señal a sus hombres y estos se acercaron para quitarle la venda de los ojos a mi esposa, hijas y yerno. Los ojos de mis hijas se posaron rápidamente en mí y se removieron con desesperación, inútilmente tratando de llegar a mí. Sunhye recibió una patada en su espalda y Ami en su costado derecho para que dejaran de moverse, quitándoles el aire. Me removí con fuerza al ver lo que les habían hecho.
― ¡Hijos de puta!
Nadie debía tocar a mis hijas, eran lo más preciado en mi vida.
― ¿Por qué no les dices la verdad? - Retomó la palabra.
Escupí a sus zapatos, pero lo único que recibí fue un puñetazo en la cara. Escuché a mi esposa alterarse.
― Anda, diles. Que sepan quién es el responsable.
Pasé la mirada hacia a mis hijas y esposa, en silencio mientras ellas me veían confundidas. Suspiro porque al negarme solo conseguiré más golpes. No tengo otra opción.
― Fui amigo de los Manoban... Fui su amigo por años, pero los maté para poder quedarme con sus socios y dinero. Así logré empezar mi campaña electoral.
Mi esposa arquea suavemente las cejas y baja la cabeza, negando. Jamás se lo había contado, ella jamás supo lo que hice el tiempo que nos separamos, cuando ella se quedó en Japón con nuestros hijos. Cuando ella volvió, ya había traicionado a los Manoban y estaba a punto de empezar mi campaña electoral. Ella decidió volver conmigo, sin saber lo que había hecho, y en quien me había convertido los años que estuvimos lejos.
― Todo lo iniciaste tú.
Bajé la mirada porque era verdad. Le hice creer a mi familia entera que los Manoban habían surgido de la nada para quitarnos terreno, pero no era verdad. Cuando supe que la hija de los Manoban junto a su esposo habían vuelto a Corea, supe que habrían problemas, y que tarde o temprano vendrían por mí.
Hice todo lo que pude, hice hasta lo más arriesgado para mantener oculta a mi familia, pero nada sirvió y ahora estábamos en manos de los Manoban.
Namjoon sujetó con más fuerza mis cabellos y volvió a susurrarme al oído.
― Estas son las consecuencias, tarde o temprano llegan, viejo socio.
Chasqueó los dedos y cuando menos lo esperé uno de sus hombres desenfundó su arma con silenciador, presionando directamente contra la cabeza de Sunhye. Ella se quedó paralizada con las lágrimas cayendo por sus mejillas. No estaba seguro si realmente podía verme bien, por la falta de sus lentes, pero aún así tenía sus ojos bien abiertos puestos en mí y los míos en ella. Un sonido sordo se escuchó a la par que su cuerpo cayó inerte sobre el suelo.
Todo quedó en silencio. Yo quedé en silencio. Tenía los ojos bien abiertos y fijos en el cuerpo de mi hija, mientras se esparcía un charco de sangre a su alrededor, manchando sus características trenzas, aquellas que Ami le hacía cada día desde pequeña.
No tenía palabras, mi mente se había puesto en blanco y no reaccioné hasta que los gritos amortiguados de mi esposa e hija llegaron a mis oídos. Lloraban desconsoladas, y a pesar de no poder oirlas por completo, podía distinguir el dolor y la desesperación en sus voces amortiguadas.
Tomé una respiración rápida y grité con fuerza, maldiciendo al hombre que me sujetaba con fuerza y al que se atrevió a dispararle a mi hija. Namjoon no dijo nada más, dio otra señal y acto seguido uno de sus hombres se colocó detrás de Jackson. Ami se removía y trataba de llegar a su lado pero solo logró un golpe en su espalda que la derrumbó en el suelo.
No pudo hacer nada, el arma se accionó y el cuerpo de su esposo cayó inerte a su lado. La escuché gritar su nombre a través de la cinta en su boca. Estaban sufriendo, y yo no podía hacer nada.
― ¡Mátame a mí, déjalas en paz! ¡Solo mátame!
La sangre hervía en mis venas, jamás en toda mi vida me había sentido tan impotente y tan dolido como en ese momento. Habían matado a mi hija a sangre fría, y ahora apuntaban directo a la cabeza de mi hija Ami. La tenían sujetada de sus largos cabellos, como a mí. Namjoon le indicó que les quitaran a ambas la cinta de la boca y por fin pude volver a escuchar sus voces.
― Papá... ― Ami me llamó con desesperación.
― ¡Las sacaré de aquí! ― Era una mentira, pero en ese momento, tenía la estúpida esperanza de que podría salvarlas. ― ¡Lo prometo!
La vi negar con la cabeza y sonreír débilmente. Me quedé en silencio viéndola a los ojos, ella sabía que su partida era inevitable luego de ver el cuerpo de Sunhye y de Jackson tendidos en el suelo. Me vio directamente a los ojos cuando formuló un silencioso "Te quiero", luego miró a su madre para dedicarle una sonrisa más grande, con el cuerpo temblando por el miedo.
― ¿Te suena la ley del Talión? ― Susurró Namjoon en mi oído.
Me tragué el nudo en la garganta y puse la mejor sonrisa que pude para tratar de transmitirle un poco de tranquilidad a mi hija. Sabía que era una despedida, lo sabía bien.
― Ojo por ojo, y diente por diente.
Cuando el arma se accionó aún tenía mis ojos puestos en los suyos. Pude ver como el brillo en su mirada se apagó de repente. Su cuerpo cayó justo frente a mí, y el sonido de su cabeza golpeando el suelo movió mi corazón con fuerza. Parecía una completa pesadilla, parecía que estaba a punto de despertar pero no podía. Cerré los ojos con fuerza y las lágrimas se acumularon en mis ojos. Aquellos ojos iguales a los míos ya no podré verlos nunca más.
- Ami...
No había nada que yo pudiera hacer. Mi cuerpo se sentía débil, dos de mis hijas habían sido asesinadas cruelmente frente mío. Si ese era el karma no lo quería, no podía soportarlo más. Estaba a punto de derrumbarme.
― Lisa me ordenó hacerte sufrir, y es lo que hago. Yo cumplo mi palabra.
Hace una seña a uno de sus hombres, este se quita la cinta de la boca a mi esposa. Ahora puedo oír claramente sus sollozos, clavándose como dagas en mi pecho y espalda. Si yo sentía que estaba a punto de derrumbarme sobre el suelo, no podía imaginar lo que ella sentía en ese momento.
― ¿Se escucha bien escuchar lo que causas, verdad? ― Escuché a Kim reir para sí mismo.
Estuve obligado a escuchar los sollozos de súplica de mi esposa por varios minutos, hasta que poco a poco se fue calmando. Namjoon recibió una llamada así que se retiró un momento, deduje que se trataba de Manoban. Ella y yo nos quedamos en silencio, con los hombres de Kim esperando las órdenes de Namjoon.
― Woong...
Alzo un poco el rostro al escuchar su voz. Tenía la mirada llena de lágrimas, y un cúmulo de sentimientos que solo un padre puede tener cuando le es arrebatado un hijo. Desesperación, desolación y dolor, mucho dolor. Yo sabía que tenía la misma mirada.
― S-sunhye... y Ami... ― Solloza. ― Nuestras hijas, Woong... N-nuestras hijas...
― L-lo sé, linda.
Siento las lágrimas finalmente caer por mis mejillas. Ya no podía retenerlas.
― Lo sé, lo sé... ― Cierro con fuerza los ojos.
Estaba destrozado, ellas no merecían haber pagado por mis errores y mis pecados, ellas no lo merecían.
― Azami... Todo es mi culpa, cariño. ― Niego con la cabeza. ― Intenté protegerlos usando a terceras personas. Intenté protegerlos de algo que yo mismo me había buscado...
― Te perdono. ― En su mirada pude sentir una chispa de calidez entre tanto dolor, una calidez que me hizo saber que su corazón era tan bueno que no podía guardar rencor.
― No deberías... ― Junté las cejas. ― Jamás debiste volver conmigo, linda.
Entonces fue su turno para negar suavemente con la cabeza. En sus ojos avellana había calidez y comprensión. Sentimientos que yo no merecía.
― Decidí volver contigo hace años, porque te amaba. Decidí seguir a tu lado, a pesar de que tuvimos que huir, escondernos y asociarnos por personas peligrosas... Lo dejé todo para formar una familia a tu lado, porque te amaba, y lo sigo haciendo... No estoy limpia, yo siempre fui tu cómplice y no me arrepiento.
Correspondí su pequeña sonrisa, a través de las lágrimas y el dolor de la pérdida. Tuve el deseo de tomar su mano y plantar un beso en su frente por última vez, pero sabía que se quedaría como un deseo que no podría realizar.
― Gracias... por ser mi esposa, por siempre quedarte conmigo, linda.
Escucho a Namjoon acercarse, su llamada había finalizado y había vuelto para terminar el trabajo.
Ella tampoco merecía morir por culpa mía, pero el arma ya apuntaba firmemente contra su cabeza. Ella sintió el cañón de la pistola contra su cuero cabelludo, y tiembla con miedo.
― Te amo... ¿Lo sabes?
― Lo sé, Woong... Lo sé.
Azami corresponde a mi sonrisa con esa calidez suya, y supe que no necesitábamos más palabras. Ella que trataba de dejar el dolor de lado, para poder irse con tranquilidad. Sabía que estaba al borde de perderla, de jamás volver a verla, por lo que traté de grabar su voz en mi memoria junto a cada detalle en su rostro, aquel rostro de la mujer que he amado por más de 30 años.
Cuando escuché el sonido sordo del arma, me quedé inmóvil con la sonrisa en mi rostro, la cual se fue desvaneciendo poco a poco hasta que me sumergí en un inmenso pozo de oscuridad. Todo se movía a mi alrededor, pero yo no decía nada ni nada.
El dolor pasó a ser tan fuerte que me dolía la cabeza, el pecho se me oprimía y mi cuerpo parecía entumecido. En algún punto sentí ser tirado al suelo, pateado y golpeado; luego mis manos fueron desatadas al igual que mis piernas, y por alguna razón terminé sentado en la tierra del jardín delantero.
Agarró su cabeza con fuerza, colocando los codos sobre la mesa de metal. La sala de interrogatorios se quedó en silencio luego de haber contestado las preguntas de la superintendente, junto con el relato sobre lo que pasó la noche anterior.
― Lo perdí todo...
Hwasa junta levemente las cejas y suspira intercambiando miradas con el comisario Kim. Lo veían llorar en silencio, mientras cubría su rostro con sus manos.
― No del todo, señor Park. ― Hwasa toma la palabra. ― Sus hijos Jane y JiMin están aquí en comisaría, y su nieto está en el hospital siendo atendido.
Aquello logra hacer que Woong descubra su rostro y mire sorprendido a la mujer.
― ¿Cómo dice?
― Su nieto identificado como Marilyn Park fue encontrado escondido en los compartimientos bajos de la cocina. Al parecer la sirvienta lo escondió ahí, ya que encontramos su cuerpo cerca, con una bala en la cabeza. ― Explica Kim.
Woong sabía que se refería a la señora Young, y sintió lástima, pero al mismo tiempo se sentía más aliviado de saber que Marilyn se había podido salvar.
― ¿Y porqué... está en el hospital?
― Se estaba asfixiando ahí dentro. Llegamos a tiempo antes de que fura muy tarde. ― Responde la mujer, se coloca de pie y lo mira desde arriba. Bien, eso es todo por ahora, lo dejaremos volver con su familia. Me alegra que no se haya rehusado al escuchar el trato, y nos haya brindado información.
― Solo quiero que los Manoban se mantengan lejos de mi familia. Si para eso debo trabajar con ustedes, lo haré. Es lo mínimo que puedo hacer ahora.
Ella asiente, viendo el rostro desolado del hombre. Su voz apenas y podía oírse, se movía lentamente y parecía que tenía un malestar en su pecho. Muchas veces se agitó y se agarró el pecho del lado del corazón cuando relató cómo asesinaron a sus dos hijas y esposa. Hwasa pensaba en hacerlo revisar con un médico pronto, aún lo necesitaban.
― Kim, llevalo a la habitación de descanso.
― Por aquí. ― Kim señala la salida y Woong lo sigue hasta el lugar indicado, donde se encontró con su familia ya despierta.
¡Hola hola! espero estén teniendo una buena semana, y que estén bien.
¿Qué tal les va pareciendo? ¿Que creen que pasará en el siguiente cap o más adelante? Los leo <3
Ustedes ya saben que sus opiniones son importantes para mí, para crecer como escritora, por lo que si cometo algún error no duden en decírmelo.
- Mgg.
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