Elizabeth Schuyler Hamilton estaba devastada por la muerte de su esposo. Ya eran dos tontos duelos que le arrebataban a sus seres queridos.
Buscaba en toda la casa, en busca de alguna señal que le dijera el porque, porque hizo tal estupidez.
No encontró lo que buscaba.
Encontró algo mejor.

Dos sobres. Uno tenía su nombre en la portada mientras que el otro solo decía "Parte 2"
Con el corazón en la boca abrió su carta.

Mi querida Eliza:

Cuando leas esto es que yo he muerto. Pobre de ti, bello cantor de la mañana que alumbraba las mañanas de todos.
No quiero detalles darte más de los que escuchaste pero quiero que sepas al verdad. Toda la verdad.

Yo no soy un hombre perfecto. Tu eres la mejor esposa que pude alguna vez desear pero es mi tiempo de confesar mis pecados al amar.
Eres una persona increíble y nunca podré perdóname por aquella infidelidad que cometí pero quiero que sepas los indicios. Los inicios de todo.

Yo nunca te ame.
No, lo he escrito mal, nunca te ame con aquel cariño con el que tu me has mirado durante todos estos años.
Seguramente ya viste la otra carta que había debajo de la tuya, puedes leerla pero por favor Eliza, por favor... déjala en la tumba de John Laurens

Elizabeth estaba impactada, acaso tantos años en un engaño? Pero no estaba molesta. Algo le impedía estar molesta.
Abrió la otra carta con la mano temblorosa, que era lo que le estaba dedicando a ese hombre?

John Laurens:
Tu fuiste mi mejor amigo. Tu fuiste mi verdadero y único amor.
Oh, cuanto ame tu perfil que parecía la obra del más grande escultor. Tu bello rostro y la sonrisa que me mostrabas, aquella sonrisa que parecía alumbrar el mundo en un momento de paz.
Conociste a Eliza, aceptaste a Eliza, pero aún así yo nunca pude, yo te amaba a ti pero acaso ya mo había oportunidad alguna?
Mi duelo final se acerca, te veré de nuevo mi bello ruiseñor?
-Alexander Hamilton