Capítulo 9- La cena.

El día había sido una tortura de papeleos y negocios, asegurando todo para poder iniciar las transacciones y los seguros de Go Corporation, sobreviviendo con apenas un sándwich y mucho café frío, sin embargo, su mente seguía procesando el juego del gato y el ratón que ella y Dogyeom llevaban. Nirali tenía que admitir que la mujer era atractiva y el dispute del poder y control entre ambas sobrepasaba el límite de interesante, pero seguía siendo una alfa, su jefa y, de cierta forma, eran demasiado similares en algunos aspectos.

Se negaba a simplemente dejarla entrar en su vida, no confiaba en los alfas, por eso había aplicado siempre para compañías cuyos jefes fueran betas u omegas dominantes que habían logrado sobresalir por encima de los demás en base al esfuerzo, pero Dogyeom había hecho un punto a su favor cuando dijo que podían ser amigas.

«¿Ser amiga de una alfa? ¿Es eso siquiera posible?»

La duda la siguió carcomiendo por dentro, hasta que el día llegó a su fin y la cercanía con su prueba de fuego se volvió innegable. Para Nirali aquello era como un examen consigo misma, uno difícil que tenía que tolerar para ponerse a prueba a sí misma. No salía con alfas, no buscaba nada más con Dogyeom, pero podía ser su amiga, si la rubia demostraba que podía contenerse y no veía en Nirali solo una fuente de sexo posible. Pensando así, condujo hasta su apartamento y se dio un baño largo que logró alivianar el estrés que la estaba dominando y quitar el dolor a su cuerpo después de un largo día de trabajo.

Rebuscó en su armario durante algunos minutos, decidiéndose por algo que retara la entereza de Dogyeom, pues si iba a comprobar sus verdaderas intenciones, tenía que usar todas las armas que pudiera. Por eso minutos más tarde se vio frente al espejo usando un traje blanco que resaltaba su piel y cuya chaqueta creaba un escote en V que caía hasta casi su ombligo. Cerró el fino cinto dorado en la cintura y colocó sus piercings, alisando su cabello, maquillándose y ajustando los tacones blancos cuando entró el mensaje de Dogyeom con la dirección del restaurante.

Nirali lo conocía, había escuchado a algunos compañeros de trabajo de su antigua empresa hablar sobre este, era un lugar carísimo donde la elite iba por la seguridad y confort que ofrecía, pudiendo pagar por los espacios privados donde no corrían riesgo de que alguien les tomara fotos o arruinara sus veladas.

Ella tenía que concederlo, Dogyeom sabía cuidarse, pese a su fama de libertina, una que a Nirali no le incomodaba, ella misma no era una santa en muchos aspectos y no le interesaba la forma en que otros vivían su sexualidad. Respondió con un simple mensaje y salió de su casa, tomando un taxi para llegar al lugar, no tenía deseos de conducir esa noche, sobre todo con la cantidad de duda que se atoraban en su mente a medida que el tiempo pasaba.

Antes de lo previsto, el taxi se detuvo delante del restaurante de lujo, Nirali pagó y salió, subiendo la escalinata hacia donde estaba el portero, quien le pidió su nombre para dejarla pasar. La seguridad era increíble, Nirali lo admitía, pero el ambiente del sitio era glamuroso y sobrecogedor a la vez, algo que la relajó bastante a medida que una chica de más menos su edad la llevaba hacia donde Dogyeom después de haber sido identificada como su cita esa noche.

Las luces eran de un color ambarino que parecía llevarte a otra época, el sitio estaba lo suficientemente oscuro como para crear una atmosfera de privacidad, pero no tanto como para no poder ver a tu alrededor ni entorpecer el trabajo de los meseros, había una música suave de fondo que apenas creaba un velo que tapaba las voces de los que conversaban, pero que permitía que la comunicación fluyera sin necesidad de esfuerzo. Nirali jamás podría permitirse un sitio así, pero era consciente de que, si pudiera, ese sería el tipo de lugares que visitaría.

—La señorita Park la espera dentro —indicó la joven cuando se detuvo delante de una puerta tallada.

—Gracias —Nirali la vio inclinarse hacia adelante antes de dejarla sola.
Respiró profundamente, sabiendo que era el momento de la verdad, tomó la manija con su mano y la giró, empujando lentamente la puerta y adaptándose a la luz del interior.

El tono era el mismo, pero su intensidad estaba algunos grados más subida, quitándole el ambiente romántico que rondaba en las mesas fuera de la sección privada. Sus ojos dieron rápidamente con la figura de la mujer rubia que bebía casualmente de una copa de vino cuando ella entró. Durante un instante Nirali se sintió perdida, Dogyeom se veía increíblemente bella, claro, que era hermosa no era secreto para nadie, pero envuelta en aquella aura relajada de antaño y sin la presión del trabajo encima, Nirali tenía que admitir que parecía etérea.

—Buenas noches, me alegra que llegaras —saludó Dogyeom, poniéndose de pie y caminando hacia ella para recibirla.

—Tenemos un trato, ¿no es cierto? Por supuesto que llegaría —respondió Nirali, dejándose guiar por Dogyeom hacia la mesa, donde la rubia le permitió tomar asiento por su cuenta, quedando una frente a la otra cuando ella volvió a sentarse.

—¿Vino? —ofreció Dogyeom, tomando la botella de la hielera y sirviendo la copa de Nirali cuando ella asintió con la cabeza—. Pedí que subieran la intensidad de las luces aquí para que el ambiente fuera más amigable, pero que las dejarán lo suficientemente bajas como para que no perdiera su magia. Espero que te guste eso.

—Lo agradezco, había demasiado romance allá afuera —comentó Nirali, bebiendo de la copa y agradeciendo mentalmente más de lo que decía por el gesto de Dogyeom de mantener aquello como una reunión de amigos.

—Por los nuevos amigos —sugirió Dogyeom, alzando su copa hacia Nirali, quien sonrió y aceptó el brindis sin problema—. Muy bien, ahora, que tal si empezamos con un juego mientras escogemos qué comer.

—¿Un juego? —preguntó Nirali, tomando el menú entre sus manos y repasando las ofertas.

—La última vez me dejaste hacerte tres preguntas como agradecimiento, podemos hacer algo similar, cada una le hará tres preguntas a la otra y nos iremos rotando —explicó Dogyeom, llamando al mesero para hacer su orden—. Quiero lo de siempre.

—¿Y la dama? —preguntó el joven, girándose hacia Nirali.

—El especial de la noche —pidió ella, entregando el menú y viéndolo irse antes de volver a enfrentar la mirada dorada de Dogyeom-—. ¿Qué sucede si alguna no contesta una pregunta?

—Por cada pregunta no contestada podríamos deberle un favor a la otra, del tipo que sea —dijo Dogyeom, bebiendo de su copa sin dejar de mirar a Nirali, quien sonrió y asintió con la cabeza.

—Empiezo preguntando yo en ese caso —afirmó Nirali, viendo a Dogyeom hacer un gesto positivo con la copa y acomodarse en la silla—. ¿Por qué me invitaste a cenar?

—Porque te considero demasiado interesante, eres la persona más desconcertante que he conocido en los últimos años, no podía resistir la tentación de conocerte —respondió Dogyeom sin vacilación, mostrando nada de timidez mientras mirada fijamente a Nirali.

—¿Qué buscas de esta cena?

—Cercanía, del tipo que sea, mi propuesta de ser amigas es real —aseguró Dogyeom, ladeando la cabeza con inocencia cuando Nirali alzó una ceja hacia ella.

—¿En serio crees que podemos ser amigas? —preguntó después de unos segundos de silencio, viendo a Dogyeom observar atenta el vino en su copa antes de darle un sorbo y sonreír.

—Mi turno —dijo la rubia, saltándose totalmente la pregunta y haciendo a Nirali reír quedamente por el obvio descaro.

Las preguntas de Dogyeom fueron menos provocadoras, más interesadas en saber cosas como por qué Nirali había venido a Corea o qué intereses tenía fuera del trabajo. Así fue cómo descubrió que no se llevaba bien con las creencias y estilo de vida de su familia, que había venido a Corea por una oportunidad irrechazable de negocios que la haría engrandecerse y que su verdadero deseo era llegar a manejar su propia compañía y que había aplicado a una beca para poder cursas sus estudios.

Las preguntas se mantuvieron casuales durante casi toda la velada, comiendo mientras hacían pequeñas anécdotas de sus infancias y adolescencias que correspondían como respuesta a alguna pregunta, o con Dogyeom hablando sobre sus hermanos y sus hijos, mostrándole a Nirali ese lado sensible de ella que amaba a su familia.

—Muy bien, me toca —dijo Nirali emocionada mientras el mesero se llevaba el último de los platos y ella le daba un sorbo a una copa de vino, la tensión con la que había llegado había desaparecido desde hacía horas y también la cuenta de cuánto habían tomado—. Mi última pregunta de esta ronda: ¿por qué quieres casarte?

—Te hablé ya de mis hermanos y sus familias, de la forma en que construyeron un lugar seguro para ellos y sus hijos, la alegría que estos traen a sus vidas. Yo quiero eso —admitió Dogyeom, terminando otra copa y sirviendo el fondo de la botella, ella pensaba recordar que esa era la segunda, no estaba segura—. Durante gran parte de mi vida he disfrutado todo bajo mis propias reglas, sin preocuparme por nada más y estuve feliz de esa forma, pero hace algún tiempo eso empezó a cambiar. Quería más, las relaciones vacías y el sexo casual se sienten bien, pero ahora me dejan un sabor amargo extraño después. Quiero un lugar seguro, una familia, un sitio donde mi esposa e hijos se sientas cómodos y me hagan sentir cómoda a mí.

—Es un motivo válido, y si estás tan dispuesta a comprometerte con ello, estoy segura de que tendrás lo que deseas. Solo recuerda: construir algo así no surge de la noche a la mañana, Dogyeom, y necesitas a alguien en quien confíes, con quien te sientas verdaderamente bien, no puede ser solo cualquiera —las palabras de Nirali sonaban pastosas, mostrando una sinceridad y amabilidad que Dogyeom no le había visto.

—Gracias —Dogyeom sonrió, viendo a Nirali acabar su copa e imitándola, la velada llegaba a su fin—. ¿Puedo hacer una última ronda? —Nirali asintió ante la petición de Dogyeom, acomodándose en el asiento y mirándola fijamente, relajada, en confianza—. ¿Hace cuánto no salías a una cita, o estabas con alguien?

—No he tenido una cita en más de dos años, y la última vez que estuve con alguien fue sobre esa misma época —respondió Nirali, girando los ojos un instante en un gesto inconsciente que hacía cuando intentaba recordar con exactitud algo, Dogyeom lo había notado a lo largo de la noche.

—Eso es mucho tiempo, ¿no te interesa salir? —cuestionó Dogyeom, incapaz de entender cómo una mujer tan atractiva como Nirali podía pasar tanto tiempo sin citas o ligues, excepto que fuera por decisión propia.

—Me interesa, pero los betas suelen alejarse de los omegas, incluso si estos no tienen olor, como es mi caso. Las veces que he salido con alguien ha sido porque me han confundido con un beta, como pasó contigo, o porque tenían curiosidad de lo que era estar con un omega —explicó Nirali, alzando los hombros en un gesto desenfadado que le quitaba importancia al asunto.

—¿No sales con nadie que no sea beta? —interrogó Dogyeom, recordando la manera en que Nirali había respondido a sus feromonas en el balcón; otro omega se hubiera rendido incluso si Dogyeom solo buscara calmarle, pero Nirali solo las había absorbido con un efecto relajante.

—No salgo con alfas.

Dogyeom asintió con la cabeza, entendiendo el contexto de aquella afirmación que Nirali había hecho sin vacilación ninguna, Nirali sonrió. Ambas dejaron escapar un suspiro, admitiendo mutuamente que la velada había sido más divertida de lo que esperaban y retirándose del restaurante, Dogyeom atrasándose un instante para pagar mientras Nirali salía buscando un taxi. La rubia se detuvo a su lado justo cuando el auto paró frente a ella, abriéndole la puerta a Nirali en un gesto cortés que hizo sonreír a la chica.

—Gracias por esta noche, admito que fue entretenido —confesó Nirali, indicándole al taxista que encendiera el taxímetro.

—Eso significa que logré evitar que me rechazaras eternamente —comentó Dogyeom con una sonrisa altanera, mirando todo el tiempo a los ojos de Nirali.

—Sí, creo que esto es algo que podría repetir —admitió ella, girando entre sus dedos el piercing de su oreja cuando colocó un mechón de cabello tras esta—. Nos vemos mañana en la empresa.

—Nos vemos mañana —concedió Dogyeom, viéndola montar en el auto y cerrando por ella la puerta.

El taxi arrancó, incorporándose al tráfico mientras Nirali se tomaba el tiempo de asimilar todo lo que había pasado. Dogyeom no se había propasado con ella, ni siquiera había prestado atención de más a su escote, lo cual fue bastante tranquilizador, se habían divertido y conocido detalles mutuos de forma bastante amigable.

Tenía que concedérselo, esperaba que la rubia fallara e intentara ligarla, dándole una excusa para alejarse de ella, pero no había sido así. El sonido de su celular captó su atención, sacándolo del bolso y leyendo la notificación de la pantalla, no pudiendo contener la sonrisa suave que se formó en sus labios.

Sí, creo que podemos ser amigas.

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Y a partir de este capítulo empezaran los momentos de drama, porque qué es un fanfic sin drama???

Espero que les haya gustado la interacción de ellas dos relajándose una alrededor de la otra y nos leemos pronto, si es que en el hospital no me siguen esclavizando hasta la inconsciencia con las guardias.

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