Capítulo 4- El contrato.
Nirali tomó una profunda respiración mientras miraba atenta hacia el frente, no había nadie en la oficina, solo ella, esperando por la llegada de la reina. Había pasado el fin de semana reformando sus planes, cambiando por entero el proyecto que le presentarían a la compañía de Dogyeom, había postulado su nueva propuesta para la opinión del Señor Mung el domingo en la noche con carácter urgente, había obtenido la respuesta en la mañana, despertándose con la notificación de su jefe alabando su destreza para usar información externa en sus negocios, su dedicación para realizar todos los cambios a última hora y dándole el visto bueno para venir directamente a la empresa de la única Park Dogyeom y hacerla la oferta.
Por algún motivo, que Nirali no entendía, la señorita Park estaba siendo asistida por una secretaria temporal que no tuvo reparos en permitirle el paso a la oficina del trono real para que esperase dentro cuando Nirali se presentó a primera hora de la mañana; la joven había asegurado que su jefa llegaría pronto y que ella suponía que no era un problema que Nirali esperase dentro.
En su mente, Nirali podía entender que era la inexperiencia de la chica hablando y que, era obvio, no tenía ni idea de cómo era Park Dogyeom, porque Nirali solo la conocía de una conversación extrañamente tensa en un club elitista un viernes en la noche, y hasta ella podía decir que la rubia no era de las que se sentiría feliz de encontrar a una casi desconocida en su oficina apenas entrase, pero no se lo dijo a la secretaria porque su fallo jugaba a su favor, y Nirali sabía aprovechar las oportunidades.
Dejó salir un suspiro ligero mientras le daba un sorbo a la taza de café que la secretaria, amablemente, trajo para ella, cruzando las piernas de forma tal que la pinza hecha con plancha del pantalón de su traje luciera en su esplendor. Había meditado su atuendo ese día, buscando verse profesional, total contraste con la ella que Dogyeom había conocido la noche del viernes, por eso traía un traje vino, con las solapas del blazer negras, a juego con la camisa abotonada que llevaba debajo, su cabello perfectamente peinado hacia atrás, cayendo suelto, y su rostro con escaso maquillaje, resaltando más su naturalidad. Había dejado su piercing nasal en casa, como siempre en jornada de trabajo, parecía una mujer distinta y, por algún motivo, tenía a impresión de que eso atontaría a la rubia, aunque fuera dos segundos.
El sonido de la puerta abriéndose la hizo incorporarse de inmediato, dejando su bolso al lado del asiento y girando hacia la puerta a tiempo para ver a la reina rubia entrar, usando un vestido blanco que se ajustaba a sus curvas, con mangas anchas que presionaban en las muñecas, y un hueco en forma de gota justo debajo del cuello, creando un escote llamativo que, en otra persona, no luciría así de imponente. Su cabello estaba recogido en un pulcro moño, exceptuando dos mechones finos que colgaban enmarcando su rostro, pero nada podía disimular la mirada filosa que lanzó Dogyeom en su dirección, como tampoco podían esconder el brillo intrigado que destellaba en sus ojos.
—Veo que usted no ha perdido el tiempo, señorita Kaif —comentó Dogyeom, saltándose la ceremonia del saludo debido al enojo que dominaba sus acciones; sabía que esa secretaria era una incompetente.
—El tiempo es dinero en nuestro mundo, señorita Park —repuso Nirali, dándole una mirada altanera y condescendiente que solo encendió más el fuego en Dogyeom, quien cerró la puerta de un tirón firme.
—Mi secretaria me cuenta que usted ha venido por negocios, algo fácil de notar, considerando lo diferente que se ve —dijo Dogyeom, caminando dentro de la oficina y dejando el bolso al pie de su escritorio antes de indicar con la mano que Nirali podía tomar asiento, y sentarse ella misma.
—Mi aspecto, como el de todos, se acomoda de acuerdo al entorno —remarcó Nirali con un tono suave y pastoso que irritó a Dogyeom—, pero su secretaria tiene razón, estoy aquí movida por negocios.
—El tiempo, como usted ha dicho, es valioso —puntualizó Dogyeom, deseando ver hasta dónde iba la confianza de esa mujer.
—Industrias Banged —dijo Nirali, soltando encima de la mesa una carpeta con la documentación que detallaba lo que ella explicaba—. Su dueño, como bien debe usted saber, siendo clienta frecuente de Elixir, tiene ciertas tendencias que afectan la imagen impoluta y conservadora de su familia, algo que no es correcto que se sepa en la sociedad.
—¿Qué debo de hacer yo con esa información? No soy juez moral de nadie —repuso Dogyeom, leyendo los documentos mientras su mirada devoraba viva la figura de Nirali, cómodamente sentada, como quien tiene el mundo en sus manos.
—Usted nada, pero yo conseguí un contrato con ellos, que aseguré previo a mi llegada a su empresa —indicó Nirali, inclinándose hacia adelante para pasar ella misma a la siguiente hoja, dejando que Dogyeom leyera el negocio y disfrutando de ver como su tez palidecía—. Tengo entendido que este contrato en realidad era suyo, señorita Park, y que usted estaba legalmente forzada a sostenerlo, aun si no deseaba hacerlo.
—He de asumir que esto no ha sido un gesto de generosidad —comentó Dogyeom, tragando en seco ante la forma en que Nirali había dominado la situación.
—No —afirmó Nirali, sus ojos fijos en las dos gemas doradas que la miraban detenidamente, un insano debate de poder entre el deseo y la ira reflejado en ellos—. Como puede ver, el contrato con Industrias Banged no está firmado por nuestra parte, eso se debe a que uno de los acápites especifica que solo se cerrará el negocio si la Compañía Park, más específicamente su división, accede a nuestra propuesta de negocios.
—¿Y en qué consiste su propuesta, señorita Kaif? —preguntó Dogyeom, irguiéndose totalmente en el asiento, ambos codos apoyados en el escritorio y sus manos entrelazadas en un ángulo recto que agrandaba su imperante figura.
—Las Empresas M correrán con el negocio con Industrias Banged y todos los gastos, a cambio, la Compañía Park se integrará al proyecto con Go Corporation a través de un contrato aparte, y será la puerta de seguro en caso de que Industrias Banged quiebre —explicó Nirali, alzando la cabeza con orgullo en el momento en que la realización llegó a Dogyeom.
—¿Usted sabía que el motivo por el que estaba en contra del proyecto de Industrias Banged era por la tala indiscriminada de árboles? —era una pregunta y una acusación, pero Dogyeom había entendido el remate.
Nirali le estaba ofreciendo una ofrenda de paz, a través de la cual podían quebrar Industrias Banged de forma segura, dándoles la certeza a sus trabajadores de continuar teniendo un trabajo, aun cuando la compañía dejara de lado sus maltratos al medioambiente, y para eso, Nirali Kaif la tentaba con el proyecto que previamente le había quitado. Su seguridad sobre sus especulaciones creció en el momento que vio una sonrisa arrogante adornar los carnosos labios de la mujer de piel canela.
—Es usted perversa, señorita Kaif —acusó Dogyeom suavemente, sus palabras arrastrándose en un tono pastoso que cambió el ambiente a una tensión no resuelta que nada tenía que ver con los negocios—. ¿Lo sabía?
—No es usted la primera en decírmelo —aseguró Nirali, cruzándose de piernas y deleitando a Dogyeom con la forma en que su pantalón se ajustaba a sus curvas.
—Bien, firmaré el contrato después de que pase por la revisión de los abogados —accedió Dogyeom, viendo a Nirali asentir e incorporarse elegantemente, movimiento que fue imitado por ella misma, negándose a quedar por debajo de Nirali de ninguna otra forma.
—Es un placer hacer negocios con usted —dijo Nirali, tendiéndole la mano a Dogyeom, quien no vaciló en tomarla, sintiendo el apretón que erizó su piel.
—Lo mismo digo —admitió Dogyeom, que tenía que confesar para sí misma que no había disfrutado tanto una negociación como en aquel juego de poder. Nirali tomó su bolso, dirigiéndose a paso firme hacia la puerta, dispuesta a marcharse de la oficina de la rubia, hasta que la voz espesa de esta la detuvo—. Usted es igual de peligrosa aquí, que cuando está mostrando todos sus piercings, señorita Kaif. Me atrevo a decir que es una predadora.
Nirali sonrió suavemente para sí misma, adoptando una expresión confiada y arrogante antes de voltearse, observando a Dogyeom apoyando ambas palmas en la superficie del escritorio, una mirada devoradora abrazando su cuerpo, envolviéndola como si quisiera poder rodearla con su mano y no soltarla. No titubeó mientras regresaba sobre sus pasos, acercándose al escritorio, colocando una mano sobre la madera preciosa finamente pulida, entre las dos manos de Dogyeom, y reclinándose hacia adelante hasta que su aliento chocó el brillo de labios rosado con olor a fresas.
—Usted pagaría lo que fuera por poder ver todos mis piercings, señorita Park —susurró Nirali, mirando directamente a los ojos dorados de Dogyeom, y notando como esta desviaba la mirada por instantes hacia sus labios—, pero me temo que usted no tiene posibilidades de verme desnuda, así que mejor solo… imagíneselos.
De forma abrupta, Nirali se alejó totalmente del escritorio y de Dogyeom, saliendo al mismo ritmo en que iba a retirarse en su principio, sin ser detenida en esta ocasión. Cuando la puerta se cerró a sus espaldas, Nirali respiró profundamente, dirigiéndose hacia el elevador y relajándose cuando las puertas de este se cerraron, permitiéndose sonreír ante el recuerdo de la estupefacta expresión confundida de Dogyeom cuando Nirali se apartó de ella.
«Es una alfa, juega con ellos, pero no te acerques demasiado» se recordó, cuando el pensamiento de que podría de hecho disfrutar aquel juego del gato y el ratón atravesó su mente. No debía olvidarlo, no debía acercarse de más. No lo haría.
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Dogyeom se desplomó en su asiento, dejando salir el aire que no se había dado cuenta que había estado conteniendo antes de repasar en su mente cada segundo de aquella conversación extraña, que era de negocios, pero tenía demasiadas insinuaciones para ser solo eso. Debió de haberse contenido, ella no tenía pensado hacer ningún comentario extra luego del apretón de manos, le gustaba que hubiera quedado todo en un empate de poder, lo hacía entretenido, pero su subconsciente tomó el control y removió el filtro cerebro/boca.
«Mierda» maldijo en su mente, repasando la calidez de aquel cuerpo que nunca había tocado, excepto por una palma firme y sin sudor, que demostraba nervios de acero. Lo sabía, Nirali no era una omega normal, ninguno que ella hubiera conocido antes era así, Seung-ah era firme y determinado, pero su carácter distaba mucho del de la mujer, y era terrible estar comparándolos, pero Dogyeom sentía su piel picar como si corriente corriera por ella solo por la tensión de una conversación, Seung-ah había sido lo más cercano a sentimientos, y ni él había logrado eso en ella.
—Secretaria Kim, necesito que le lleve unos contratos a los abogados para revisión inmediata —dijo, hablando por el intercomunicador con su secretaria temporal, saliendo forzadamente de su burbuja.
—Enseguida, señorita Park —aseguró la secretaria, tomando menos de diez segundos que esta estuviera entrando en la oficina.
—Son estos —indicó Dogyeom, alcanzándole la carpeta con los documentos—. Es de carácter urgente.
—Lo avisaré de esa forma, señorita Park —afirmó la secretaria Kim, asintiendo con la cabeza y retirándose rápidamente.
Dogyeom llevó su uña del dedo pulgar a su boca, meditando la seguridad que Nirali transmitió en todo momento, sabía que ella aceptaría, no dudó nunca, porque conocía el potencial de su oferta, el control que tenía. Era extraño que los alfas tuvieran ese tipo de actitud, al menos que esta estuviera fundamentada más allá de sus feromonas y apellidos, independientemente de su incompetencia total que tan común era.
Encontrar esas características, más aun, encontrarlas en un omega, era algo insólito. Una sonrisa suave apareció en sus labios, una de la que ella no fue consciente sino hasta que se borró, observando la pantalla de su celular, que vibraba encima de la mesa, mostrando el nombre de Mina.
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No sé ustedes, pero a mí personalmente esta historia me está encantando, en fin, veremos qué pasa a continuación.
Después de irme de wattpad unos días por la muerte de mi gatita y problemas de salud de mi abuela, me emocionó mucho volver a escribir, así que terminé subiendo dos capítulos, pueden adelantar al siguiente si la historia les interesa, no sin antes dejar aunque sea un comentario por favor. 🥺😊.
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