10
El aroma a quemado es esquisito, hasta que te empiezas ahogar en un cielo sin paraíso.
Había llegado el martes, ayer fue agotador para el peruano, en cada momento sintió una mirada hacia su espalda, y al girar nada. Y así fue durante todo el día que al llegar a casa no pudo más.
De algo que lo perturbo hasta que sus cansados párpados cedieran a Morfeo, encontrar esa nota no fue coincidencia.
Tampoco que junto al chileno compartieran miradas.
No lo era.
Pero había llegado. Y junto a uno centímetros había algo para calmar lo que había pensado.
Ese día mucha gente estaba en el café, y para la especialidad del día, fue temática de libros, si, aparte de ser café podías leer ahí y comprar algunos a tu gusto, una maravilla.
Todo hasta el momento estaba en orden, Perú tenía un ojo sobre Chile y otro en atender a las personas.
Hasta que se le acercó México, que tenía una cara de total cansancio.
—Ahh~, voy a morir—Se quejó.
Perú le observó y observó al chileno, y al verlo hablando animadamente con el argentino, detuvo su mirada brevemente en el mexicano.
—Muere de una vez—Respondió con marcado sarcasmo.
—Auch, acabas de romper mi corazón—Posicionó una mano en su pecho, exagerando.
—Ah, ¿Tenías?—Sonrió burlón.
El mexicano hizo un puchero con chillido adolorido.
Perú miró por el rabillo del ojo en dirección donde había visto al chileno, ya no estaba, ni él ni Argentina.
Se alarmó y sus ojos miraron cada rincón del café no estaban. México notó esto y confuso preguntó:
—¿Pasá algo?—.
Perú suspiró, de seguro solo fueron a ser sus cosas.
—No, nada, tengo que seguir—Dijo y fue a atender a la clientela, dejando confuso al contrario.
—Claro que pasá algo...—Susurró y fue también a atender.
(...)
Ahogó un gemido, tenían que ser cuidadosos de que nadie se fijará que estaban ahí, ni mucho menos de lo que estaban haciendo.
El mayor pasó su lengua lentamente por la nuca del menor, para luego dar una leve mordida.
Ambos se fundían en uno solo, ahogando las palabras y solo sintiendo el tacto de la persona amada.
El menor se escondía entre esas manos cálidas que de seguro después dejarían una dolorosa cicatriz, recordando el inocente beso que se le fue otorgado al terminar.
Dolería, pero valdría la pena. Tal vez.
(…)
Perú se encontraba impaciente y junto a su lado un nervioso boliviano. Pronto empezaría el discurso que daría Estados Unidos de la cafetería y luego le cantarían el feliz cumpleaños, después seguiría la celebración pero más calmado, la gente se empezaba a ir.
Lo que a Perú lo mantenía impaciente era que aún no veía al chileno ni al argentino.
La voz de su acompañante lo sacó de la tormenta de su cabeza.
—Tranquilo, Perú—.
Suspiró.
—Está bien—.
Ambos sabían que no sería así.
Llegó Estados Unidos con una sonrisa de oreja a oreja.
Comenzó en hablar, dando gracias a sus empleados, y a quien le había dado la idea hace muchísimos años.
Lo típico. Perú sintió un cosquilleo en la nuca, giro disimuladamente a todos lados, entre la multitud lo encontró.
Ambos ojos castaños pero con un tinte rojizo, Perú le miró receloso.
Estados Unidos terminó su discurso, a todos se le fue otorgado un pedazo de pastel.
Incluso a Perú y a Bolivia, pero Perú notó que algo, Chile ni Argentina probaban el pastel, y eso que a Argentina le encanta, detuvo a Bolivia justo cuando le iba a dar un mordisco, se lo arrebato y lo dejo en una mesa donde otras dos personas se lo llevaron para comer, este le miró entre molesto y confundido.
—Solo confía—
Bolivia le miró sereno y asintió.
México agotado de entregar los pasteles, se les acercó.
—Maten me—.
Bolivia con sus dedos formó una pistola y le apuntó en la cabeza y dió un disparo.
—Listo—Dijo sonriente Bolivia.
Perú, en cambio sonrió burlón.
—Tú ya estás muerto—.
México les miró mal a ambos.
—Amigos así, para que enemigos—.
Ambos le mandaron un beso al aire.
Aquella cómoda atmósfera se fue esfumando al escuchar un grito y después varios chillidos de la multitud.
Voltearon, y las personas se teñian de un pálido azul y caín al suelo. Perú solo captaron como entre medio de esos cuerpos que caían, la silueta de quién conocía bien, con su mirada tormentosa y falta de vida avanzó a donde estaba él a pasó lento.
Sin la sonrisa dulce, sin esa gentileza que vió el primer día, solo veía al pequeño de la fotografía, pero faltaba algo.., atónito y las palabras ahogadas en su garganta por el miedo, retrocedió.
—Nunca me a gustado hacer sufrir a los demás, pero creo que está vez no será así—Habló ronco.
Ninguno de los tres podía hablar al reconocer que aquel era Chile, el peruano tomo valor y preguntó:
—¿Por qué haces esto?—.
—Es solo una deuda pendiente, pero lamentablemente se involucraron—.
Se escuchó un chillido de dolor, miraron de donde venía, era Estados Unidos quien se revolcaba de dolor en el suelo. Chile se acercó, y a su paso de una mesa todo un cuchillo, el cuerpo que de a poco la vida lo abandonaba le miró, y con aquella mirada pudo recordar quien era, con los ojos echo un revoltijo, el cuchillo acabó con su agonía, lentamente se iba clavando en el pecho del menor, luego de enterrarlo por completo lo sacó y lo apuñaló varías veces en todo el cuerpo. De sus ojos caían libremente las cálidas lágrimas que quemaban su mejillas, pero no importaba. La sangre le brincaba por todas partes una gran gota cayó en su ojo derecho, dejó caer el cuchillo y empezó a limpiar se, sin darle importancia al cuerpo sin vida, fue a donde estaba un vidrio roto y se vió en el, sorprendido se encontró al ver su verdadera pupila.
Ahora Perú realmente veía al chico de la fotografía.
Su pupila era una estrella brillante, reluciente en una alma oscura y manchada.
Chile los miró y suspiró.
—Ya no importa—.
Por un pasillo se escuchaba que alguien se acercaba corriendo, y de el salió un desesperado argentino.
—Chile...—.
—Argentina—.
Argentina corrió a donde el chileno, lo iba a abrazar pero fue detenido por el brazo extendido de él. Argentina le miró confundido, pero Chile solo agachó la mirada.
—¿Chile..?—
—Perdón, Argentina—Susurro débil.
Argentina abrió los ojos como platos, se alejó del chileno y fue a la puerta principal, intentó abrirla estaba cerrada, las ventanas igual. Esta vez se acercó nuevamente al chileno, intentó tocarlo pero recibió un manotazo.
—No me toques—.
—Chile, no te haré nada—.
Chile le miró en súplica, pero él ya no controlaba su cuerpo, en su bolsillo encontró una caja de fósforos.
Perú reaccionó.
—Detente, Chile—.
Chile no escuchó y rápidamente sacó una y antes de prenderlo miró a su amado.
El miró con calidez.
Se acercó lentamente a él, y lo abrazó, este se fundió entre sus brazos.
—Perdóname, perdóname, pensé que hacerlo así sería mejor, perdóname Argentina—Habló entre sollozos.
—Está bien, Chile. Ya estoy contigo, tranquilo—.
Se escucharon susurros entre el abrazo, que dejaban en tensión a los demás.
Y entre ellos se escuchó una débil pregunta.
—¿Te irás?—.
—Me quedaré—.
Unos murmullo más y Argentina se separó leve del abrazo, solo para anunciar a los demás:
—La puerta de atrás está abierta, váyanse—.
—¿Y tú..?—Susurro Bolivia.
Argentina sonrió con melancolía.
—Me quedaré con él—.
Y lo entendieron, ellos merecen un final feliz.
Bolivia y México le adelantaron, Perú pensó que aquella estrella era solitaria, y necesitaría un sol. Serían como la última estrella brillante que se queda hasta poder ver el amanecer y con el, el sol.
Salieron por aquella puerta, corrían entre callejones hasta llegar a la calle.
Mientras Chile se detenía en aferrarse a los brazos del argentino buscando protección.
—¿Estás seguro de esto?—Susurró Argentina.
Chile le sonrió.
—Si es contigo sí—.
Y con ello Argentina dejó caer el fósforo prendido al suelo, donde las llamas empezaron a arder ferozmente, Argentina tomó la cintura del menor y con ello empezó a danzar entre las llamas.
Mientras las llamas los consumía a ellos y al pasado o futuro, Chile sentía el placer que nunca había sentido, su infancia no fue buena, aquel hombre que ahora se encuentra sin vida en el suelo quemado, lo había abusado repetidas veces. Abuso tras abuso, pero él no quería lastimar a nadie, pero de alguna forma quería explotar su ira y dolor.
Lo planeó todo, y lo supo todo al mismo tiempo, sus amigos no fueron a visitarlo solo para ver su casa, sino para despedirse, fue a ese trabajo para vengarse, pero lo no esperaba era encontrar a quien le trajo esa satisfacción que antes hubiera deseado, las cosas le salieron mal.
Pero ahora ya desplomado en el suelo teniendo a su lado ya sin vida y consumido por el fuego, sabe y sabrá que con aquel chico tan extraño como para estar a su lado lo quiere. Y la satisfacción de que alguien te quiera es un placer tan divino.
Fin.
Espero les hubiera gustado, a mi me gustó demasiado el final.
Espero que a tí te hubiera gustado fundadordelsexo. <3
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