Capítulo 20. La familia Payton. ⛧
«El aprender a utilizar la APARIENCIA es una parte integral del entrenamiento de una bruja o brujo».
La biblia satánica,
Anton Szandor LaVey
(1930-1997).
—¿Sabes qué? —le preguntó, reflexiva, Mary a Satanás.
—¿Qué, diablesa? —Caminaban cogidos de la mano hasta la casa de los Payton.
—Creo, mi amor, que nos conocimos en el momento indicado, cuando más solos estábamos y cuanto más nos necesitábamos. Ten en cuenta que si no te hubiesen abandonado las brujas tú jamás me hubieses mirado siquiera. Era una simple humana, nunca te hubieras acercado así a mí. ¿Te das cuenta, corazón mío, de que no hay mal que por bien no venga?
—¡Amo tu visión optimista de la vida, cariño! Significa una bocanada de aire fresco para alguien que, como yo, ha vivido tanto. Y que ha visto y que ha cometido verdaderas barbaridades. —Satanás, conmovido, se detuvo, la abrazó y le dio un beso apasionado—. Haces que me sienta un adolescente.
Mientras, las cenizas de Moses Barrow volaban alrededor de ambos y coloreaban de blanco agrisado el césped que ambos pisaban.
—¿Y por qué será, mi amor? —La sonrisa de la muchacha parecía guardar un secreto importante—. ¿No te lo has preguntado?
—¡Claro que sí, hermosa Mary! Y conozco la respuesta. —Le acarició la zona del pubis por encima de la malla negra—. Pero no estoy preparado para decirlo en voz alta. Se supone que el Mal Personificado es incapaz de amar, aunque me percato de que esta teoría es solo una idea preconcebida.
—No te preocupes, mi vida. —Lo cogió por el trasero y se frotó contra él—. Conozco la respuesta, la veo todos los días en tus maravillosos ojos color esmeralda, en la pasión que tu cuerpo me demuestra y en la manera exquisita en la que me tratas. ¿Qué importancia pueden tener, entonces, las palabras?
—Ten por seguro que las escucharás cuando esté preparado —le prometió, tierno.
—Lo sé, cariño. —Mary, ágil, saltó sobre él y le rodeó la cintura con las piernas.
—Ahora nos ocuparemos de aleccionar a la familia de Brooke. —El Diablo le mordió con suavidad el labio inferior—. Y para esta labor continuaré con tus lecciones de brujería. Recuerda que debes utilizar la apariencia, propiciar tu imagen para el rol. Ser igual que la araña cuando observa la tela que ha tejido y espera a que la mosca se despiste y se enrede en ella. —Y le dio un beso tan apasionado que ambos se estremecieron.
—¡Me parece excelente! —Mary se hallaba extasiada por la dedicación que le prestaba a su boca.
—Te cedo el honor, entonces, quiero ver cómo te desenvuelves. —Satanás le dio un último beso, la puso sobre el suelo y le señaló el timbre—. Es la una de la madrugada y se necesita mucha creatividad para llevar a cabo este trabajo.
Por respuesta la diablesa le sonrió y dio un par de timbrazos. Pasaron varios minutos hasta que se encendió la luz del porche y escucharon pasos que descendían por la escalera. Poco después vieron cómo se movía la mirilla. Y a continuación la puerta se abrió.
—¡¿Eres tú, Mary?! —le preguntó la madre de su amiga, asustada—. ¿Le ha pasado algo a mi hija?
—No te preocupes, Felicity, todo está bien. —La joven la tranquilizó y se acercó para darle un beso en la mejilla—. Brooke nos pidió que nos pasáramos y que le llevásemos las maletas con sus pertenencias. Me dijo que están preparadas en la habitación. Lamento que se nos hiciera tan tarde. Venimos desde Inverness y nos desviamos hasta aquí.
—¡Ah, claro, pasen por favor! —Y la mujer forzó una sonrisa.
—¿Quiénes son, cariño? —Escucharon la voz de un hombre que, con pasos fuertes, bajaba por la escalera construida en madera de roble.
—Brooke ha mandado a Mary y a un amigo para que le lleven las cosas —le explicó la esposa.
—¡Vaya ocurrencia! Desde que a nuestra hija se le dio por estudiar actuación solo tiene ideas descabelladas. —Se restregó los ojos—. Y por lo visto, Mary, te arrastra detrás de ella igual que en la guardería.
—Lo siento, señor Payton. Brooke sabía cuál era nuestro itinerario desde Escocia y que íbamos a llegar aquí por la noche, pensaba que os había avisado —se disculpó la joven y puso cara angelical—. Insistió en que viniéramos porque anda casi desnuda y está harta de utilizar siempre mi ropa.
—Pues no se queden parados, pasen a la sala. —Les señaló la estancia que se hallaba en el extremo derecho; caminaron hasta allí y se sentaron en el sofá de terciopelo en tono salmón—. Prepara té y pídele a Joyce que baje las maletas de Brooke —le ordenó a su pareja—. De mientras yo les haré compañía a nuestros invitados... Lo siento, no sé tu nombre. —Enfocó al Diablo con el índice.
—Olvidaba presentarlos. —Mary efectuó un gesto de asombro, como si recién advirtiese la omisión—. Este es Stan, el protagonista masculino de la obra de teatro en la que participamos Brooke y yo. ¿Os ha hablado de él?
—No, jamás nos lo ha mencionado —negó Felicity.
—Tal vez porque sabe que ninguno de nosotros irá a verla mientras hace el ridículo encima del escenario. ¡Delira con sus sueños de gloria! —se enfureció el hombre—. Lo siento, Stan, estamos muy decepcionados. Mi hijo Joyce es cirujano en el hospital privado más reputado. Y el mayor, Carlyle, es un arquitecto famoso. Tenía puestas mis esperanzas en que Brooke se hiciese cargo del bufete cuando me jubilara, pero ahora deberé cambiar los planes. Quizá llame a Adley y le proponga que sea mi socio.
Sin que el padre de su amiga se percatara, Mary le echó un vistazo a Satanás y efectuó un amago de sonrisa. También por este lado se le frustraban los propósitos.
—Como no se dedique a defender a los peces hay pocas posibilidades de que Adley ejerza la profesión de letrado en el fondo del mar —le comunicó Satanás a Mary con la mente y ella a punto estuvo de lanzar una carcajada.
Justo entró Felicity Payton con una bandeja sobre la que traía cuatro tazas de porcelana con rosas en tonos pastel. Tenía ese servicio de té desde que Brooke y ella eran niñas.
El odio que la embargaba la hizo poner seria, pues la situación le recordaba a muchas tardes similares que había padecido. Al costado de la humeante tetera había galletas caseras de chocolate y el aroma le trajo a la memoria situaciones que nunca podría olvidar. Sin mediar palabra la dueña de casa los sirvió de uno en uno, puso el plato sobre la mesa y cuando terminó salió de la estancia.
—Conozco a Adley en profundidad y le aseguro que le encantaría su propuesta, señor Payton. —Mary le dio un largo sorbo a la bebida mientras se le revolvían las entrañas, detestaba el sabor del té verde con limón—. Acostumbra a nadar en océanos de leyes. Y cuanto más difícil es el reto más pasión despierta en él, es un tiburón en los tribunales. —Solo Satanás apreció el cinismo del comentario—. Pero discrepo con lo que dice de Brooke. Debería saber que lo da todo sobre el escenario, tanto que se olvida de que el público la observa.
—Aquí están las pertenencias de mi hermana. —Joyce entró en la sala.
Cargaba dos enormes maletas de color azul fosforescente —una en cada mano—, que posó sobre el suelo. Vestía un pijama de color granate, lucía el cabello negro revuelto y se notaba que todavía estaba medio dormido. Se sentó en uno de los sillones y los estudió con cara de curiosidad.
—Joyce parece bastante insignificante, tiene ojos de ratoncillo igual que Brooke —le comentó Satanás a Mary como si estuvieran solos—. Que le guardes rencor al padre o a la madre es comprensible, la actitud altanera de ambos resulta insoportable. Tengo curiosidad, cielo: ¿qué ha hecho este mequetrefe para que desees matarlo?
—Abusaba de mí. Me encerraba en el baño cuando era pequeña y hacía que lo tocara y me tocaba. —Ella le clavó la mirada con odio—. Era mucho mayor que yo, me lleva diez años. A medida que el tiempo pasaba cada vez se tomaba más confianzas, hasta que una tarde me violó a la hora del té. Solía ir con una máquina de fotos de las de antes y no dejaba de sacarme fotos pornográficas contra mi voluntad.
—¡¿Pero qué dic... —Y Joyce se puso de pie.
El Diablo, molesto, le ordenó:
—¡Tú mantente callado y no te muevas!
Los labios se le sellaron ante esta orden, de modo que ya no pudo articular palabra alguna. El cuerpo perdió la capacidad de movimiento y se volvió una estatua humana. Mary olfateó el aroma del miedo y el sudor frío del pánico que Joyce desprendía y se sintió realizada.
—¿Y qué pasó? —El Señor Oscuro disimuló la furia que lo desbordaba y mantuvo la voz neutra.
—Desde el minuto cero le conté a Felicity lo que ocurría, pero decía que eran imaginaciones mías. ¡Cómo admitir que su niño mimado era en realidad un violador! —La muchacha la miró con desdén—. Además, me advirtió que no se lo dijera a mis padres, porque por culpa de mis invenciones jamás me permitirían volver a juntarme con Brooke.
—Entiendo que quieras verlos muertos a ambos y que no te conformes con ejecutar solo a uno, es comprensible. —El demonio asintió con simpatía—. Más que cometer dos asesinatos lo de hoy será pura justicia. Haces que me sienta casi angelical, corazón, lo que resulta irónico si tenemos presente quién soy... ¿Por qué no me lo has dicho antes?
—Porque ya tienes suficientes problemas con los tuyos, no necesitas agobiarte con los míos —le aclaró enseguida.
—Tus problemas son también mis problemas —bramó Satanás, convencido—. El daño que ellos te han hecho también me lo han hecho a mí.
—¡¿Pero si tú eres carne y uña con Brooke?! —Lloriqueó Felicity, temerosa—. ¿Cómo puedes pronunciar tales barbaridades? ¡Te he recibido en mi casa desde que tenías tres años! ¡Tu madre siempre fue mi mejor amiga! ¡¿Cómo eres capaz de mentir con tanto desparpajo?!
—Tú sabes a la perfección que digo la verdad, no necesitas hacer teatro en mi beneficio. Está claro de quien heredó Brooke sus dotes para la actuación. —Mary movió de arriba abajo la cabeza—. Piensas que soy maléfica, pero es gracias a Joyce y a ti que comprendí que se puede hacer el mal con total impunidad. Solo vosotros dos sois responsables de lo que ocurrirá esta noche.
—Mary quiere acostarse con Brooke y a regañadientes la ayudaré a cumplir esta fantasía, porque os aseguro que no se pierde nada. —El Diablo puso cara de espanto—. Es frígida igual que su madre. Y estrecha de miras, solo se abre de piernas en la posición del misionero y no sería capaz de compartir una buena orgía. Tener sexo con ella resulta una tortura. ¡Y todavía más fingir que soy su novio!
—¡¿Su novio?! —Se horrorizó Payton; se llevó la mano a la frente y la mantuvo allí.
—Finjo que soy su novio porque a quien quiero es a Mary —Satanás contempló a la joven y añadió—: Aunque sea el Rey del Infierno te amo, cielo. Cada porción de mi negra alma late por ti y sé que estaremos juntos por toda la eternidad.
—¡Pero... —chilló la madre de Brooke.
No pudo continuar porque Payton le susurró:
—No digas nada, Felicity, están locos de remate —y en voz alta agregó—: Será mejor que os vayáis. Hemos sido demasiado comprensivos, pero ya no sois bienvenidos. ¡Fuera de mi casa! —Joyce movía los ojos para frenarlo, pero al abogado el mensaje le pasó desapercibido.
—¡Tú, pedazo de imbécil, mejor cállate o chillarás como un cerdo también! —lo amenazó Satanás.
Se puso de pie y lo apuntó con la mano como si esta fuese un revólver. Y Payton se elevó en el aire igual que una pompa de jabón.
—¡¿Quién eres?! —tartamudeó el hombre mayor, aterrado.
—El Rey del Infierno, te lo he dicho antes de que murmuraras que estábamos locos de remate. Olfateé el mal hasta tu casa —expuso el Señor Oscuro con tono condescendiente—. O, si lo prefieres, llámame Satanás, Lucifer, Diablo. ¿¡Por qué será que siempre me hacen la misma estúpida pregunta y no se lo creen a la primera?!
—Porque son imbéciles, vida mía, se nota a la legua que eres más poderoso que Dios. —Mary se levantó de un salto y lo abrazó.
El demonio se olvidó por unos segundos del infortunado que colgaba del techo y besó a la muchacha con pasión.
—¡Qué bella eres, mi vida, y qué bien sabes! —Las emociones lo embargaban—. ¡No te imaginas siquiera cuánto te amo!
—Con que sea una milésima parte de lo que yo te amo a ti me conformo, Diablo mío. Si mis sentimientos se transformaran en energía superarían la de las estrellas más lejanas. —Mary le llenó el rostro de pequeños besos.
Les resultaba indiferente que los Payton observasen la tierna escena. De hecho, ellos agradecían esta distracción e intentaban pasar inadvertidos.
—Mejor seguimos con las confesiones después, corazón, no podemos ignorar de esta manera a nuestros anfitriones. —Satanás la soltó, renuente—. ¿Por quién te gustaría empezar?
—Por Felicity. —Mary efectuó una pequeña pausa y analizó al hermano de Brooke con maldad—. A Joyce lo quiero para el postre.
—¡¿Cómo nos haces esto?! —La mujer lloraba a lágrima viva y se retorcía las manos—. ¡Prácticamente te crie, siempre fuiste una hija para mí!
—¡Hipócrita! ¡Me das asco! —La diablesa le hizo frente con la verdad—. A una hija se la cuida, no se permite que abusen de ella. Pero si te confiesas te aseguro que conseguirás nuestro perdón.
—¿Y respecto a mi hijo qué? —le preguntó Felicity, ansiosa—. ¿También le perdonarás la vida a Joyce?
—Te prometo que si nos confiesas la verdad nos iremos de aquí y no os tocaremos ni un solo pelo. —Satanás intentaba que comprendiese que la sinceridad era su única opción—. De lo contrario ambos moriréis. Pero ten cuidado, sabré si mientes. Si intentas colarme gato por liebre antes de mataros os torturaré durante semanas. Si no eres sincera acabaré con todos los miembros de tu familia.
—¡Entonces os diré la verdad, pero por favor, no nos hagáis nada! —suplicó la madre de Brooke, histérica—. Es cierto, Joyce fue así, pero solo durante la adolescencia. Las hormonas lo confundieron y luego cambió. Soy su madre e intenté protegerlo a mi manera. Pero no se me puede reprochar nada porque estuve pendiente de él para que no hiciera daño... Lo siento, Mary, en su momento tuve que elegir, no pude defenderte a ti también. Debí hacerlo, fui injusta contigo. ¡Pero te juro que mi hijo es otra persona! Dedica su vida a la medicina. ¡Salva a cientos de pacientes en el quirófano! ¡Dadle una oportunidad!
—Buen alegato. —Luego el Diablo escrutó al hombre con furia contenida—. ¿Es eso cierto, Joyce? Contéstame ahora mismo, solo escucharemos de ti la verdad. Privilegio de ser quién soy: puedo forzar la voluntad humana. —Y este se puso de pie como si Satanás lo hubiera activado con un control remoto.
—Yo necesitaba y necesito tocarlas. No solo a las amigas de mi hermana, sino también a mis compañeras de clase, a las vecinas. ¡Era más fuerte que yo! Tenía que espiarlas, primero, y luego entrar en sus casas para llevarme una braga o un sujetador. Con Mary lo tenía más sencillo que con cualquiera, siempre estaba aquí. Pero hubo muchísimas más. —Pudieron notar cómo se resistía a continuar con las confesiones, pero el poder maléfico de Satanás era más fuerte y lo impulsaba a seguir adelante—. Y las hay todavía, mamá, porque yo no puedo parar, soy incapaz de resistirme a sus provocaciones. Tengo suerte porque no se atreven a denunciarme. Soy un médico con gran reputación en mi trabajo, saben que perderían el empleo si se enfrentaran a mí. ¿Para qué oponerse, además, si lo disfrutan? Tú también lo disfrutaste, Mary, admítelo. ¡No seas hipócrita!
—¡Joyce, no, no puede ser, qué me dices! —El rostro de la mujer lucía horrorizado—. ¡Hemos confesado, hemos sido sinceros! ¡Tenéis que cumplir con lo prometido!
Mientras, Payton se retorcía en el aire como si fuera una res colgada del gancho. Ambos demonios podían oler el aroma a miedo que desprendía. Y la fragancia les resultaba estimulante.
—No sé. —Dio la impresión de que Satanás dudaba—. ¿Tú qué crees, cielo? Necesito tu opinión subjetiva. ¿Los perdonas?
—¡Claro que no, mi amor! —exclamó ella enseguida—. Pero tú eres el Rey del Infierno y considero que también deberías ser el juez en esta causa. Conozco tu capacidad para ser objetivo, que es lo que precisamos ahora mismo al emitir el veredicto. Piensa: ¿crees que Felicity y Joyce merecen la redención?
—Pones toda la responsabilidad sobre mis hombros, cariño. —El Señor del Mal hizo como que reflexionaba—. Ambos fueron sinceros y esto es un punto a favor. Pero Felicity solo dijo la verdad cuando estaban en juego sus vidas. Nunca le importó tu seguridad, así que debemos restar muchos puntos. Y ya ves, Joyce es el mismo. Un niño mimado que vive con sus padres y que viola con total impunidad. Creo que solo hay una sentencia posible... Pero, para ser justos, ¡que salgan de sus escondites y que me vengan a las manos las fotografías que Joyce le ha sacado a las víctimas!
Miles y miles de fotos comenzaron a llegar desde las distintas habitaciones de la casa. Volaban igual que gorriones de papel y olían a humedad y a semen.
Cuando dejaron de aparecer Satanás las observó una a una. Mary supo enseguida cuándo vio las suyas porque se puso colorado de la rabia y le costó contenerla. Pero él le dio la espalda para recomponerse. Después las redujo todas y se las guardó en uno de los bolsillos.
—¿Y cuál es, señoría, el veredicto? —Lo apuró la diablesa, aunque se distraía de la parodia de juicio al contemplar el trasero musculoso de Satanás.
—Me temo que solo puede haber uno: culpables. —La voz era cálida como una fogata y despedía tanto olor a azufre como un volcán que todavía no se había cerrado—. Y la condena es obvia, la muerte. Mis demonios estarán encantados de recibiros en el Infierno. Sobre todo porque necesitamos mujeres y vosotros dos les vendréis de perlas.
—¡Pero tú me juraste que si hablábamos nos dejarías vivir! —gritó Felicity, enfurecida.
Payton, en cambio, lloraba en silencio. Las lágrimas surcaban el aire y mojaban el suelo al caer.
—Mentimos. —Mary, cruel, le sonrió—. Al fin y al cabo, durante años tú solo has dicho mentiras y no te ha importado condenarme.
—Yo no he mentido, mi amor, he dicho que no les tocaría ni un pelo y no se los tocaré —Satanás la corrigió—. Lo único que falta es decidir una forma de muerte que cumpla con mi promesa.
Mary lanzó una carcajada y le pidió:
—Me gustaría volver a practicar la brujería que usamos cuando asesinamos a Moses. Me divirtió muchísimo verlo morir. —Los tres miembros de la familia Payton temblaban—. Quiero ser una buena bruja —agregó con voz infantil.
—¡Estupendo! —concordó Satanás y se aproximó más a ella.
Le colocó la mano derecha sobre la cabeza y articuló algunas frases en griego antiguo. De la nada surgió un intenso aroma a laurel, que se fusionó con el del azufre. El efluvio, en forma de brisa, impregnó la sala y hasta el último de los muebles y de los objetos.
—¡Listo! Ahora podrás convocar la materia y hacer hechizos mediante fórmulas mágicas. —El Diablo invocó el nombre de Apofis y una pequeña estela de niebla amarronada con olor a merluza, a papiros mojados y a tierra le salió de la boca y entró por la nariz de Mary—. Podrás defenderte, además, mediante bolas de energía y utilizar el poder de los rayos. Me he tomado la libertad de añadir la máxima preparación en karate, en capoeira y en jiu-jitsu para que no te vuelvan a coger desprevenida como esta noche.
—¡Qué haría yo sin ti, mi amor! —Mary lo abrazó por el cuello y le plantó un fogoso beso en la boca.
—Espero que no necesites estas facultades. Seguiré con lo de presentar a la aburrida de Brooke como mi novia para que sea ella la que corra peligro y no tú. —El Señor Oscuro le mordió, tierno, el labio inferior.
—¿Puedo empezar con la ejecución de la sentencia? —lo interrogó, impaciente.
—¡Claro que sí, cielo! —repuso Satanás, indulgente—. Tómate todo el tiempo que necesites. Incluso si los matas por error podría revivirlos para que disfrutes al asesinarlos de nuevo.
—Seré rápida, deseo llegar a casa para hacer el amor contigo y agradecerte en la cama tus regalos. —Mary se apartó de él reticente—. ¿Qué tengo que hacer?
—Solo debes visualizar lo que deseas —le explicó el Diablo y le tiró un beso.
La chica cerró los ojos con fuerza. Cuando los abrió, sobre la mano derecha tenía unas enormes tijeras. Y en la izquierda una muñeca de trapo idéntica a Felicity.
—¡Te ha salido genial, mi diablesa! —la halagó el demonio.
Y Mary —sin mediar palabra— cortó el cuello de tela de un solo tijeretazo, pues las hojas se hallaban afiladas igual que estiletes. Al mismo tiempo todos contemplaron cómo los ojos de Felicity se salían de las órbitas. Y cómo la cabeza se le separaba del cuello y rodaba por el suelo, mientras el cuerpo se le retorcía en los últimos estertores de la muerte. El hedor a heces y a orín tapaba los demás olores, incluso el de la sangre que salía disparada y los bañaba.
—¡Bienvenida al Infierno, Felicity Payton! —exclamó Satanás—. ¡Alabada sea tu alma impía! Y ahora a ver qué haces con el postre, corazón.
—También seré breve contigo, Joyce, así que si vas a rezar hazlo rapidito. —Mary le dio otro beso apasionado a Satanás—. Y recuerda que no solo os ajusticiamos por lo que me habéis hecho, sino también porque Brooke se ha portado muy mal con mi amorcito. Este ha sido el detonante, su ingratitud.
Caminó hasta el violador, que todavía se hallaba clavado en el mismo sitio. Después lo empujó e hizo que se desmoronara sobre el suelo, igual que las fichas de un dominó.
—¡Polvo al polvo, cenizas a las cenizas!
Al mismo tiempo que hablaba, Mary hizo aparecer en la mano izquierda un muñeco de cera con rasgos idénticos a los de Joyce. Y una llama gigante en la derecha. Llegaba varios metros por encima del nivel del sofá y era de color rojo profundo. Tan irreal como una pesadilla, pero que le producía una agradable sensación de poder. No la quemaba, sino que le producía agradables cosquillas.
—¡Adiós, Joyce, envíale saludos a tu mamá de mi parte! —Mary colocó el muñeco que lo representaba encima del fuego y el cirujano ardió de inmediato y el parqué comenzó a abrasarse.
—Vámonos, dulzura, ya hemos perdido demasiado tiempo con esta gente aburrida y malvada.
El Diablo movió la palma y Payton descendió hasta la alfombra persa que se hallaba en el medio de la sala. Corrió hacia el hijo e intentó apagar con las manos las llamas, pese a que sabía que era una tarea infructuosa por las gigantescas dimensiones de la pira funeraria. Luego se desplazó hasta donde yacía la esposa y abrazó la cabeza cercenada. La acunó como si fuese un bebé recién nacido.
—Te sigo queriendo, Felicity. —Lloraba sin parar—. Aunque nunca hayas sido sincera conmigo, te perdono.
—¡Adiós, Payton, gracias por acogernos! —se despidió Mary y abandonó la casa de la mano del demonio.
Cuando ambos se alejaron del hogar de la familia de Brooke y llegaron al bosquecillo, Satanás se giró y puso ambas palmas en vertical. Un enorme hongo —idéntico al de una explosión nuclear— absorbió al pueblo en su interior.
—No queremos que recuerden que hemos estado aquí, pensarán que ha sido obra de ladrones pirómanos. —Le efectuó un guiño—. Acabo de borrar las memorias y nuestras huellas.
—¡Siempre piensas en cada detalle, mi vida! —El rostro de Mary era de admiración.
Se esfumaron en dirección al piso de la joven para premiar una noche productiva con locas horas de sexo. Invitarían a Quasimodo y el festejo sería más completo. Y al día siguiente planearían el siguiente paso en el satisfactorio camino de la venganza. Porque la gravedad de la ofensa merecía más diabólicas acciones...
https://youtu.be/SxGLPVvNjvY
https://youtu.be/MUR6FulCCbM
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top