3- El novio de Boruto
Abriendo lenta y cansadamente los ojos, poco a poco su vista se adaptó a la luz de la oficina, su cabeza dolía, al igual que su espalda, quedarse dormido en el escritorio había dejado sus estragos.
Fijó su mirada en el reloj de la pared, y enfocando la vista, se percató que ya era la una de la mañana.
Tomándose la cabeza adolorido, se maldijo internamente por quedarse dormido, había faltado al cumpleaños de Boruto. Le había comprado un regalo, lo único que tenía que hacer era ir y presentarse, pero no, se había quedado en la oficina... ¿por qué?
Cerrando el puño molesto consigo mismo, se dio cuenta de que había algo en su mano y fijándose en ella, se percató de que aún sostenía la carta. Claro, esa era la razón por la que no había asistido.
Su entrecejo se arrugó angustiado, sus labios se tensaron, y nuevamente sintió su corazón latir contra su pecho con pesar, ahora su cabeza dolía más que antes, era un dolor punzante, aunque sabía que principalmente era por el estrés.
Así que tomando de la cajonera una pastilla para el dolor, la tragó, se levantó del escritorio, tomó la bolsa de regalo y se dispuso a salir de la oficina, con la carta en mano, pensando vagamente qué hacer con ella.
Salió de las instalaciones sintiendo de golpe el frío de la noche azotarle, ya no había nadie en las calles, todo se hallaba en silencio, nada más que el suave grillar de los insectos se escuchaba.
Esa angustia latente en su pecho, el contenido de la carta en su mano abrumando sus pensamientos, ese silencio que inundaba sus oídos, el frío de la noche acariciarle el rostro, y lo oscura y desolada que se hallaban las calles la aldea, le hacían sentir más que nunca que había algo mal en él, que por ello no era plenamente feliz y que necesitaba a ese Uchiha con él para sobrellevar lo que ahora sabía.
Deshaciéndose de esos pensamientos que tanto le agobiaban en sus adentros, comenzó a saltar de techo en techo apresurando el paso para llegar lo antes posible a su hogar. Pensar que dormiría en su cálido cuarto, con su esposa a su lado y sus amados hijos descansando plácidamente en las habitaciones adyacentes, no le hacía sentir especialmente feliz, no ahora, no hoy.
Él amaba a sus hijos, amaba a la aldea y apreciaba a Hinata, no amar a su esposa no significaba que no amara a su familia. Los últimos catorce años habían sido como se esperaba, y amaba su vida, no estaba cómodo con ella, pero era feliz a pesar de todo.
Sabía que algún día esa paz en su hogar, esa admiración y cariño con la que los aldeanos de Konoha lo veían, terminaría, y rezaba con toda el alma que no fuera pronto, porque aquella carta había sido como un reloj que se puso en marcha, y el día que se detendría lo veía tan cerca, que tenía miedo de que esa vida que había creado en catorce años se fuera al caño de la peor forma posible.
Pero él confiaba ciegamente en la gente, en Konoha y en Hinata, si eran tan indulgentes como él siempre fue, no tendría nada que temer ¿verdad?
Aterrizando a unos cuantos metros de la entrada a la residencia Uzumaki, Naruto caminó a paso lento hacia ésta y antes de abrir la puerta de madera, observó la carta una última vez, releyendo el contenido para asegurarse de que lo recordara correctamente, y cuando ya lo había memorizado, la rompió en pedazos, tan pequeños como pudo, y la desechó en el bote de basura de junto a la puerta.
Suspirando airadamente tratando de aliviar ese malestar en su pecho, observó su hogar unos instantes, y cuando estuvo por empujar la puerta de madera, ésta se abrió dejándole ver a un hombre tras de ella, y asombrado, le miró con sorpresa, así como el contrario lo hacía, o por lo menos eso le decían sus cejas alzadas, pues sus oscuras gafas no le dejaban verle a los ojos.
—Naruto... D-digo, Hokage-sama —murmuró con asombro el azabache.
—Shino... Ah... Buenas noches... —titubeó incómodo el Uzumaki, extrañado de verle salir de su casa a tan altas horas de la noche— sólo "Naruto", no hace falta tanta formalidad.
—Jhm... Cierto —asintió el Aburame, ladeando una pequeña sonrisa.
—¿Y... Qué haces aquí? —cuestionó tenso el rubio, rascándose la nuca incómodo.
—Ah, yo... —nervioso, desvió su mirar mientras un pequeño sonrojo vislumbraba sus mejillas— le prometí a Hinata que le ayudaría con el cumpleaños de Boruto, ella... estaba un poco preocupada y me quedé a acompañarla, pero ya se fue a dormir, así que... Ya me voy.
—Oh, entiendo... —bajando su mirar pensativo, con una pequeña sonrisa en sus labios, negó suavemente con la cabeza, captando la mirada confundida del Aburame— Shino —le llamó alzando la cabeza para verle, portando una de esas sonrisas suaves y cálidas suyas—... Gracias... Por cuidar de Hinata... y ayudarla con los niños.
Sorprendido, el Aburame sonrojó conmovido, y bajando la cabeza avergonzado, una mueca se formó en sus labios, estaba feliz y a su vez molesto con el Uzumaki, ya que no se había presentado dejando a Boruto decepcionado y a Hinata afligida por no saber como sobrellevar la situación.
No lo negaría, envidiaba a Naruto, le tenía coraje porque a pesar de--
—Lo sé —musitó el rubio captando su atención—, soy un pésimo padre, no me justificaré, pero... Hago lo mejor que puedo... Sé que estás consiente de lo que pasa, así que, por favor, sigue cuidando de mi familia.
Era sorprendente como esa suave sonrisa, tan cálida y deslumbrante, lograba conmoverlo de sobremanera, tal vez era algo propio de Naruto, algo suyo diferente a la sonrisa de cualquier otro.
—“Cuidar de tú familia” —repitió suavemente el azabache, procesando detalladamente cada palabra, y al percatarse de lo que decía, su corazón dio un brinco y su rostro sonrojó suavemente, mientras su mirada se ensanchaba con asombro.
—Hasta pronto, Shino —pasando junto suyo despidiéndose con una pequeña palmada en el hombro, Naruto ingresó a la residencia, dejando al Aburame sólo, aún con aquella frase resonando en su cabeza.
•~ 🍥 ~•
Cerrando la puerta de madera tras suyo, se quitó sus botas dejándolas junto a la pared, y observando el pasillo, notó que ya todo estaba apagado y en silencio, nada más que la luz del pasillo superior estaba encendida, dudaba que Hinata siguiera despierta, pero era seguro que los niños no lo estuvieran.
Suspirando, subió las escaleras lentamente y doblando a la derecha, donde se hallaba el cuarto de Boruto, tomó suavemente el picaporte, y despacio, cuidando no hacer demasiado ruido, abrió la puerta.
Parpadeando sorprendido, tragó seco al ver lo que la luz que se colaba por la puerta iluminaba.
Debajo de las sábanas, Boruto se encontraba plácidamente dormido sobre el pecho de Mitsuki, mientras éste con su brazo izquierdo lo abrazaba por sobre el hombro.
Siendo Mitsuki el que dormía a la orilla de la cama, la luz lo iluminaba únicamente a él, lo que le dejaba ver claramente a Naruto que Mitsuki no llevaba nada cubriéndole el pecho, puesto que la sábana lo cubría de la cintura para arriba.
Apenado, suponiendo lo que había pasado, junto con una pequeña nota pidiendo disculpas de su parte, dejó silenciosamente la bolsa de regalo sobre la silla al lado de la puerta, y dispuesto a irse, tomó el picaporte para cerrar la puerta.
—Hokage-sama.
La suave voz de Mitsuki le hizo dar un pequeño brinco del susto, e incómodo, volvió a abrir un poco la puerta para verle.
—Oh... Perdón, ¿te desperté? —susurró débilmente temiendo despertar a Boruto.
Durante un par de segundos, que pronto se hicieron largos, Mitsuki no respondió, solo le veía, con esa mirada afilada y dorada, que bajo la luz del corredor, brillaba, anudada a ese aire tan extraño y sombrío que tenía, y el que no respondiera y solo le mirara fríamente, Naruto comenzó a sentirse nervioso y un tanto cohibido.
—Bueno... Los dejo d--
—Naruto.
¿Acaso Mitsuki, lo había llamado por su nombre? Aquello desubicó al Uzumaki pues Mitsuki siempre le hablaba y trataba con sumo respeto, y tan extrañado como asombrado, le miró atento.
—Boruto lo admira —susurró bajando su cabeza, apoyándola suavemente sobre la rubia cabellera del menor encima suyo—... quiere su reconocimiento así como su atención... —prosiguió, mientras con cariño, acariciaba las hebras doradas de Boruto— hoy lo decepcionó, —en un tono más arisco, volvió su mirar al mayor, tensándolo— amo a Boruto, daría mi vida por él y mataría por él.
Había dicho cada palabra tan seguro, su voz no vacilaba en lo absoluto y el que lo dijera viendo directo a los ojos de Naruto, padre del chico por el que decía tan fuertes palabras, le hacía entender que iba en serio, cosa que le hizo estremecer al Uzumaki en sus adentros.
—Odio verlo sufrir y viniendo de usted no sé que hacer —afligido, bajó su mirar con coraje—... así que, sólo le puedo pedir que por favor, no lo vuelva a lastimar —viéndole, rogó—, no decepcione otra vez a Boruto... Por favor.
Ante las súplicas de su joven yerno, de pronto sintió su corazón latir con fuerza contra su pecho, sus manos temblaron, y un nudo se formó en su garganta. Mudo, no pudo responder, tan sólo bajó la cabeza por completo afligido, sintiéndose aún más culpable de lo que ya se sentía, asintió débilmente, haciéndole entender que lo entendía, y en silencio, cerró la puerta.
Acongojado, se tomó el rostro con ambas manos mientras se apoyaba contra la pared, inhaló y exhaló tratando de calmarse, se sentía terriblemente mal, tan culpable, que ese manojo de emociones que traía consigo desde la llegada de esa carta, ahora lo estaban azotando como mil latigazos por castigo, sentía que se ahogaba con su propio aire.
El continúo palpitar contra su pecho, el calor que de pronto lo abrumaba, sus manos temblorosas y las lágrimas tan traicioneras que ahora amenazaban con derramarse, fue como si las palabras de Mitsuki hubieran quebrantado de un toque esa coraza que se había formado en su corazón, una coraza con el único propósito de evitar que los valores y la moral tan pura e inquebrantable de Naruto tomaran el control y le recriminaran todo lo que había hecho.
¿Porqué coño empezó todo eso desde un principio?
¿Porqué demonios seguía con eso?
¿Porqué carajos no sólo se decidía de una buena vez por lo que realmente quería?
Porque era un cobarde, desde el día en el que Hinata quedó embarazada, en la frente de Naruto quedó escrito “cobarde” , tanto él como Sasuke eran unos cobardes.
No, basta, no podía pensar así, se había prohibido pensar así, tenían un plan, había una meta, para ello era el trato, todo tenía solución mientras ninguno de los dos flaqueara durante el trayecto.
—Maldita sea... —susurró casi inaudible para sí mismo.
Si tan solo no hubiera llegado esa carta, ahora no tendría que--
—Hokage-sama.
Alzando la cabeza de golpe, encontrándose a Mitsuki parado frente suyo, ahora portando una camisa blanca, mirándole, con el entrecejo ligeramente arrugado, y una mirada de lástima en sus ojos, se quedó mudo. Al percatarse de que sus ojos estaban húmedos por la necesidad del llanto, rápidamente se limpió, y volvió a ver a su yerno, esta vez, tenso y un tanto avergonzado por dejarle haberle visto tan vulnerable.
—Mitsuki... ¿Qué ocurre? —preguntó con la voz débilmente cortada al decir su nombre, pues el nudo en su garganta y el desborde de emociones que ahora se veía obligado a contener, no le dejaban hablar naturalmente.
—... Yo... —aflijido, agachó la cabeza un momento, pensando y ordenando vagamente lo que quería decirle, porque tenía algo que decir— mi padre me ha contado cosas, no lo sé todo, porque no me incumbe, pero... Comprendo que usted está pasando por mucho estrés, y me disculpo si algo de lo que dije lo alteró —alzando la cabeza, cruzando miradas, su semblante se tensó—... Pero quisiera que usted comprendiera lo mucho que amo a su hijo, lo amo más que a mí mismo, y espero entienda que cuando él sufre... Yo también lo hago.
Cuando Boruto sufre, Mitsuki también lo hace.
Cuando Sasuke sufre, Naruto también lo hace.
Ah, Naruto no se había equivocado, se sentía tan identificado con esos niños, tan sólo en lo emocional, claro está, aunque no negaría que podrían haber más similitudes. Pensándolo así, Naruto rezó por que realmente no hubieran más parentescos.
—Entiendo que como Hokage, carga mucho peso en sus hombros, no quisiera añadirle más con mis comentarios —explicó forzando una pequeña y tímida sonrisa—, por lo que sólo quisiera decirle, si es que sirve de algo, que todos esos pensamientos que lo abruman, debería ignorarlos —ameno, su semblante se tornó serio— concéntrese en el ahora, lo que pase mañana, ya lidiará con ello mañana, así tal vez pueda vivir más tranquilo.
—Mitsuki... —musitó el rubio, mirándole un tanto confundido, así como sorprendido. Mientras que el menor, ladeando su cabeza, sonrió suavemente.
—Así a lidiado con todo los últimos trece años, ¿no? —agregó ameno, provocando que los ojos del Uzumaki se ensancharan asombrados— ¿porqué cambiar ahora?
Esa inocente sonrisa, bajo la suave y única luz del pasillo, en donde todo se hallaba en silencio, a tan altas horas de la noche, para Naruto, ya no lucía tan inocente, pero sabía por lo puro y desinteresado que lucía ese niño, que nada de lo que decía era con malas intenciones.
Solo era su conciencia lo que lo hacía alarmarse, más aún sabiendo de donde venía Mitsuki.
—Lamento si lo incomodé, buenas noches, Hokage-sama —se despidió amablemente, bajando su cabeza con educación y respeto, para así, tomar el pomo de la puerta de Boruto, y girarlo.
—Ah, Mitsuki —exclamó Naruto captando su mirar.
Incómodo y un tanto apenado al pensar en lo que diría, el mayor se rascó la nuca, y forzando una sonrisa, comentó:
—... Veo que realmente cuidas bien de Boruto, no sabes cuánto significa eso para mí, dattebayo.. Y... Como sé que está en buenas manos contigo... Pues... —desviando su mirar, apenado, dudó el cómo decirlo— creo que... “Hokage-sama” es demasiado formal... Así que... Puedes llamarme “Otou-sama”... Mhg, si gustas... —sugirió algo avergonzado, con un pequeño sonrojo en las mejillas al procesar lo que decía.
Sorprendido, así como alagado y enternecido, Mitsuki le sonrió con cariño, mientras un pequeño sonrojo nacía en sus mejillas, pues estaba realmente conmovido, ya que ahora podía llamarle “padre” al progenitor de su novio, así como le llamaba “Madre” a Hinata, inclusive Himawari le decía “Mitsuki-onii-chan”.
Pensar que había sido recibido por la familia de Boruto con los brazos abiertos, era una sensación de alegría y gratitud que simplemente no se podía describir con palabras.
—En ese caso... Buenas noches, Otou-sama —se despidió contento, portando una pequeña y dulce sonrisa en sus labios, para así, abrir la puerta, y entrar al cuarto, dejando al Uzumaki mayor sólo.
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Una suave sonrisa yacía en los labios del rubio, pensando contento en como Mitsuki era más que solo el pretendiente de su hijo.
Aceptarlo no fue difícil, la personalidad indulgente e inocente de Naruto era lo que lo había motivado a dejarle entrar en su casa a ese niño, inclusive... Yendo más atrás, era esa misma personalidad lo que lo había llevado a...
Procesando las palabras de Mitsuki, asombrado comprendió que sabía cosas, Orochimaru probablemente le había relatado un poco de su historia, aunque de saber las partes lúgubres, Mitsuki le habría visto con otros ojos, principalmente por Boruto, si Mitsuki tanto quería la felicidad de Boruto, no sería de extrañarse que le mirase de mala manera, por lo que era definitivo que Mitsuki no sabía las partes, que a sus ojos eran, realmente inaceptables.
Suspirando, ingresó a su oficina, un cuarto donde tenía documentos y papeles importantes que prefería tener en casa a la torre del Hokage.
Sentándose en el sofá en el cual no era de extrañarse que durmiera más seguido que en su propia cama, se quitó el suéter, se recostó a lo largo del mueble, y agotado, se tapó el rostro con el antebrazo.
Tal vez debía seguir el consejo de Mitsuki, preocuparse por el ahora y no por el mañana, había vivido así por mucho tiempo, y cambiar eso ahora realmente no haría más que darle dolor de cabeza.
Exhalando agotado, abrió pesadamente los ojos, perdiendo su mirada en el vacío del techo, recordando el porqué había aceptado tan fácilmente a Mitsuki en su hogar.
Había sido una elección arriesgada y estúpida, diría Sasuke, si supiera de quién era hijo, aunque no dudaría que ya lo supiera, o por lo menos que lo sospechara.
Pero vamos, Mitsuki lucía, en algunas ocasiones, tan inocente y benévolo a su hijo, que negarle el paso a su casa sería lo más cruel que podría hacer... Bueno, tal vez lo tercero o quinto más cruel que podría hacer.
Cerrando sus ojos, tratando de descansarlos un poco, recordó vivasmente como Boruto les había presentado a Mitsuki, ese día sin duda había sido una sorpresa para todos, pero nunca diría que había tomado una elección equivocada al aceptarlo como su yerno.
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FlashBack
—Mitsuki es mi novio.
Había revelado el joven Uzumaki, mientras que el susodicho, quien sostenía su mano, salía de detrás de la pared, dejándose ver por la familia Uzumaki, ganando al instante una mirada de completo asombro por parte de todos.
El silencio no se hizo esperar, tal vez habían sido solo cinco segundos de puro silencio, pero para Boruto con los nervios al tope, habían sido diez años.
Tragando seco, con los ojos abiertos de par en par, Naruto sintió su corazón palpitar con fuerza contra su pecho, mientras el sudor frío comenzaba a bajar por su frente.
¿Qué hacía Mitsuki en su casa?
¿Qué rayos hacía el hijo de ese viejo sannin tomando la mano de Boruto?
¿Cómo demonios se suponía que debía de reaccionar?
Desviando su mirar, observó a su esposa e hija, Himawari estaba sorprendida e impasible, parecía feliz, pero a su vez, pareciera como si contuviera su entusiasmo esperando a que él y Hinata hablaran primero.
Y posando su vista en su esposa, ella parecía asombrada, completamente muda, al igual que incrédula de lo que sus ojos veían, dudando del como reaccionar, mientras cubría ligeramente su boca con su mano, anonadada.
Cruzando miradas, ella le observó vacilante esperando a que Naruto dijera la primera palabra.
Todo ese lapso de incertidumbre pasó en esos largos cinco segundos, y fue suficiente para que Naruto reaccionara y comprendiera lo que debía de hacer.
Titubeado momentáneamente, Naruto volvió su mirar al peliceleste, y embozando una gran sonrisa, de esas suyas y tan deslumbrantes, se acercó a Mitsuki tendiéndole la mano con cortesía.
—Bien venido a la familia Uzumaki, Mitsuki —exclamó alegremente Naruto, logrando que el rostro de sus hijos brillase con una gran sonrisa emocionados, mientras que Mitsuki así como Hinata le miraron con asombro, para acto seguido sonreír encantados al oírle.
—Gracias, Hokage-sama —exclamó el menor, embozando una de las sonrisas más sinceras y deslumbrantes que alguna vez había tenido en sus labios, mientras que con respeto, estrechaba la mano del Uzumaki.
—Mitsuki-kun, me alegra ver que eres tú quien cuida de Boruto —tomando ambas manos del menor una vez Naruto se había apartado, Hinata le sonrió dulcemente con gratitud y ternura, logrando que Mitsuki sonriese tímidamente, sonrojándose ligeramente, conmovido—, por favor, sientete libre de pasarte por aquí cuantas veces gustes, siempre serás bien venido.
—¿Cuidar de mí? Oh, vamos, yo soy el que cuida de él, dattebasa —alegó Boruto con un pequeño sonrojo y un puchero, algo apenado por los tratos tan entusiastas de sus padres al peliceleste.
—Claro, claro, ambos se cuidan mutuamente, no lo dudo, dattebayo—burló Naruto riendo con ternura por su vergüenza, mientras acariciaba la cabeza de Boruto revolviendo su cabello, haciéndole apenar aún más.
—Me alegra tanto que Mitsuki-onii-chan sea el novio de mi hermano, ya sospechaba que ustedes ocultaban algo más —exclamó con entusiasmo Himawari mientras abrazaba con fuerza al peliceleste, siendo correspondida junto con una risita por Mitsuki.
—Bueno, Hinata preparó algo especial para esta ocasión, así que, ¡a comer! —exclamó alegre y con grandes ánimos Naruto, apuntando a la mesa en la que las platos ya estaban servidos.
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Tras una tranquila y agradable cena, llena de preguntas, alagos y comentarios burlescos a la joven pareja, Naruto, suspirando suavemente, se levantó de la mesa y caminó al baño, pero antes de girar en la puerta, le dio un vistaso a Hinata, quien al sentir su mirada, comprendió lo que pasaba, y disculpándose por su repentina ausencia, se levantó de la mesa y siguió al Uzumaki al baño.
Una vez dentro del pequeño espacio donde no los escucharían, Hinata le miró con recelo, un tanto insegura de lo que ahora sabía.
—Naruto... Mitsuki-kun... Ahm... ¿Qué opinas? —preguntó con recelo, nerviosa por el tema.
—¿Sobre que es un chico? —cuestionó el rubio alzando una ceja.
—Nh... No negaré que me sorprendí, pero... en realidad eso no me molesta, Boruto ya había traído antes a Mitsuki-kun un par de veces, y realmente se ve cómodo y muy feliz con él, así que... —dudativa, se tomó la barbilla un segundo meditándolo— por ese lado está bien para mí... Pero... ¿Tú qué opinas?
Serio, el semblante de Naruto se tensó, ya que pensándolo con más profundidad, no estaría de más corroborar que Mitsuki en realidad fuera un buen chico. Cualquiera lo recriminaría por no comprobarlo, más aún sabiendo de donde procedía Mitsuki.
—Yo... Creo que primero debería hablar con él —afirmó el rubio con seriedad—, no dudo que Mitsuki sea bueno para Boruto, pero hacerle un par de preguntas no estará demás, dattebayo —afirmó ladeando una sonrisa alegre.
—Ya quiero ver como tratarás al novio de Himawari —comentó la azabache riendo con ternura ante la idea, logrando que Naruto frunciera el ceño disgustado.
—No, definitivamente Himawari no tendrá novio hasta los treinta —negó el rubio cruzándose de brazos decidido, logrando que Hinata soltase otra pequeña risita.
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Entrando a la sala, Hinata se sentó junto a Himawari, quien platicaba muy alegremente con Boruto y Mitsuki preguntando un sin fin de cosas de su relación.
Apoyándose en el marco de la puerta a la cocina, Naruto tosió ligeramente para captar la atención de todos.
—Me robaré a Mitsuki un momento ¿está bien? —avisó Naruto ladeando una sonrisa ameno.
—Mh... No planeas intimidarlo o hacerle preguntas raras ¿verdad? —cuestionó Boruto alzando una ceja—, eso hazlo cuando Himawari tenga novio, somos chicos, no hace falta, dattebasa.
—Niño o niña, son mis hijos y me aseguraré de que con quien sea que salgan sea lo suficientemente bueno para ustedes —afirmó el Uzumaki mayor, sonriéndole con cariño a sus niños, logrando que Boruto sonrojase apenado y Himawari sonriera enternecida.
—Tranquilo, en seguida vuelvo —le calmó Mitsuki posando su mano sobre la ajena, regalándole una pequeña sonrisa confiado. A lo que Boruto, aún inseguro y poco convencido, asintió a regañadientes.
Mientras Mitsuki seguía a Naruto fuera de la sala, Boruto se limitó a mirarle alejarse, aún algo apenado por la idea de que su padre y Mitsuki hablarían a solas.
—¿Esos son celos de padre? —preguntó alegremente Himawari, acompañando su comentario con una pequeña risa burlesca.
—Parece ser que sí —afirmó Hinata sonriendo divertida, mientras que Boruto se hundía en el sofá avergonzado.
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Saliendo de la casa al patio delantero, fuera donde ya todo se hallaba en silencio, pues ya era de noche. Naruto se posó junto a la puerta de madera, recargandose en la pared de piedra que delimitaba el terreno de la casa, mientras que Mitsuki, expectante, se paraba frente suyo, atento a lo que fuera a decir el mayor.
Pensativo, Naruto guardó silencio un par de segundos, dudoso de como empezar la conversación. Y cuando se sintió listo, alzó su cabeza, encarando al menor y cruzando miradas con este, con el semblante serio.
—¿Porqué estás aquí? —cuestionó con algo de rudeza el rubio, logrando que la mirada de Mitsuki se ensanchara con sorpresa y duda.
—¿A qué se refiere? —titubeó con inocencia el menor— vine porque Boruto quería presentarme como su pareja, esperando que usted y Hinata-sama me aceptaran como su yerno.
Frunciendo el ceño con recelo, una mueca se formó en los labios de Naruto.
—No sé qué estará pensando tu padre, pero si él te envió a--
—Se equivoca —exclamó rápidamente Mitsuki cortando sus palabras, pues sabía a donde llevaba todo eso—, mi padre no tiene nada que ver en esto.
—Le perdoné muchas cosas a tu padre, pero es un hombre al que nunca podré comprender del todo, y el que su hijo se presente en mi casa de la mano de mi hijo es... —arisco, desvió su mirar con pena y recelo, pues sabía que no era justo juzgar a Mitsuki por Orochimaru, pero su desconfianza era bien infundada, por lo que le era inevitable tratarle así.
—Comprendo su recelo, no lo culpo, pero le aseguro que mi padre es completamente ajeno a lo que hay entre Boruto y yo —afirmó el menor ameno, ladeando una pequeña y tímida sonrisa.
—... Perdón... es solo que... tu padre y yo tenemos un convenio, y realmente me tomó por sorpresa que tú seas... bueno... el novio de Boruto —apenado, se rascó la nuca algo incómodo por la idea, logrando sacarle una pequeña risa a Mitsuki por su reacción.
—Puedo jurarle que mis intenciones con su hijo son sinceras y desinteresadas, lo que menos quiero es que Boruto se vea envuelto en algo referente a mi padre —afirmó ameno el menor, logrando que Naruto sonriese más calmado ante sus palabras.
—Ya veo... —murmuró suavemente, cerrando los ojos más tranquilo— bueno, si ese es el caso... sé que Boruto es fuerte y puede cuidarse solo, pero aún es un niño y le queda mucho por aprender... así que, cuida bien de Boruto, lo dejo en tus manos —sonriente, le miró con determinación mientras le tendía su mano, a lo que Mitsuki la estrechó con firmeza, devolviéndole la sonrisa con alegría.
—Gracias, Hokage-sama, le prometo que protegeré a Boruto con mi vida —afirmó el menor conmovido.
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—Vuelve pronto Mitsuki, después de todo ya eres de la casa —afirmó Hinata alegremente, despidiéndose.
—La próxima vez tal vez podamos entrenar los tres juntos, dattebayo —sugirió con una gran sonrisa el Uzumaki mayor.
—Gracias por recibirme, Hokage-sama, Hinata‐sama, Hima‐chan, gracias y, hasta pronto —alzando su mano, sonriente, junto con Boruto, cruzaron la puerta de madera y salieron de la residencia Uzumaki, pues Boruto quería despedirle a solas.
Cerrando la puerta, Naruto soltó un largo suspiro, a lo que Hinata le miró expectante.
—Creo que ya es hora de dormir, anda Himawari, a la cama, en seguida subimos a arroparte —le pidió Naruto muy ameno, a lo que la menor asintió obediente, y subió las escaleras al segundo piso.
Una vez a solas, el rubio se recargó en la puerta cruzándose de brazos.
—¿Estará bien que Boruto tenga novio tan joven? —cuestionó Naruto aún dudativo.
—De jóvenes nosotros experimentamos muchas más cosas, y Boruto ya es un adolescente, tal vez estar acompañado le ayude a sobrellevar más fácilmente los problemas que tenga —afirmó dulcemente Hinata—, pero... aunque no me molesta... ¿realmente estará bien que Boruto salga con... un chico?... —titubeó preocupada— Sé que es fuerte pero... no quisiera que la gente lo mirara con malos ojos... no sé si está preparado para‐‐
—No te preocupes —exclamó captando su mirar—, si Boruto quiere estar con Mitsuki está bien... tal vez la gente hable, pero eso nunca me ha importado y dudo mucho que a Boruto le vaya a importar, mientras nuestro hijo sea feliz lo demás no importa, y bueno... —soltando una pequeña risita, le sonrió— si eso significa no tener nietos con nuestro apellido ¿qué más da? Seguramente Himawari se encargue de eso.
Sorprendida, así como conmovida, Hinata le miró con cariño, y asintió convencida.
—Tienes razón, Naruto-Kun.
•~ 🍥 ~•
Saliendo del baño con un bostezo, tras cerrar la puerta y ver al frente, con sorpresa, Naruto se encontró con Boruto, esperándole apoyado en la pared de junto a la puerta. Al parecer ya había regresado de despedirse de Mitsuki.
—Boruto... —susurró Naruto al verle.
Apenado, con un pequeño sonrojo, el menor se rascó la nuca nervioso, desviando la mirada dudoso del como preguntar, y cuando encontró valor, le miró tímidamente.
—Entonces... ¿q-qué... qué te pareció... Mitsuki? —preguntó con pena, nervioso, pues lo negaría rotundamente, pero quería la aprobación de Naruto, así como no quería decepcionarlo por haberle presentado a un chico como su pareja.
—Uhmm~... —musitó tomándose la barbilla pensativo, haciendo como si pensara demasiado una respuesta— es... un buen chico... sí, definitivamente es un buen niño, creo que tienes buen ojo eligiendo a tus pretendientes —afirmó alegremente Naruto, un tanto vacilante.
—¿S-sí? ¿Te agradó? —cuestionó con asombro Boruto— pero... ahm... ¿no te molesta que sea un... chico?
Enternecido, Naruto le miró con cariño, y sonriéndole con ternura, posando su mano en su hombro y agachándose un poco para verle, afirmó seguro:
—Boruto, ni a tu madre, ni a mí nos importa que no sea una chica, con que te quiera y seas feliz con él nos basta.
Asombrado, los azules ojos del menor brillaron conmovido, y apenado, bajó la mirada mientras sus mejillas se sonrojaban.
—Escucha, no importa lo que digan los demás, ni el hecho de que no tendremos nietos si es que llegan tan lejos —afirmó el rubio ladeando una sonrisa, captando la mirada expectante de su hijo—, si Mitsuki es a quien realmente amas, entonces no lo dudes y quédate con él, nosotros te amamos y te apoyaremos en todo, ¿bien?
Conmovido, sintiendo el golpeteo de su corazón contra su pecho, pequeñas lágrimas se formaron al borde de los ojos de Boruto, pues ese miedo que tenía de decepcionar a su familia, había desaparecido. Realmente estaba feliz por escucharle, y sin poder contener su entusiasmo, se lanzó a su padre abrazándole fuertemente por sobre los hombros, sorprendiendo a Naruto por ello.
Asombrado, así como enternecido, el Uzumaki correspondió el abrazo, dándole pequeñas palmadas en la espalda reconfortándole. Hacía años que no abrazaba así a su hijo, y el que Boruto lo hiciera de la nada, dibujaba una sonrisa en el rostro de Naruto.
Fin FlashBack
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El suave golpeteo a la puerta le hizo removerse incómodo, y adolorido, se percató de que había dormido en una muy mala posición, y más aún, que se había quedado dormido en el sofá de su oficina.
Con sueño y aún adormilado, se sentó perezosamente, y al escuchar la puerta abrirse y unos pasos aproximarse, abrió pesadamente los ojos, encontrándose con la mirada preocupada de su esposa parada frente suyo.
—Mh... buenos días ... ¿qué pasa? —preguntó adormilado, aún con los ojos cerrados.
—Llegando debiste dormir en el cuarto, ah... que lío contigo —suspirando, exclamó Hinata un tanto molesta—, son las nueve, Shikamaru vino a recogerte, anda, te hice algo rápido de comer, te lo comerás en el camino, alistate.
—Mhh~... sí mamá... —asintió medio dormido, ganando una pequeña risa de la azabache por su estado.
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—Y... ¿qué tal te fue con tu hijo? —preguntó Shikamaru una vez habían entrado a la oficina del Hokage—, Hinata me dijo que no llegaste a su cumpleaños.
—Ah... sí, no fuí justo con él... —asintió bajando su mirar, afligido, para luego soltar un largo y pesado suspiro abatido— me quedé dormido aquí y para cuando llegué a casa ya era la una de la mañana, —explicó mientras tomaba asiento en su escritorio— sólo le dejé el regalo junto a la puerta y me fui a dormir, para cuando desperté, Boruto ya se había ido, seguramente está muy molesto conmigo ahora.
—Compénzacelo —sugirió muy ameno el Nara.
—¿Cómo? —cuestionó mirándole desganado.
—Pasa tiempo con él o pregúntale qué puedes hacer para que te perdone, no lo sé, piensa en algo.
—Mhhh... —musitó cabizbajo, cruzando sus brazos en el escritorio para ocultar su rostro entre ellos con sueño.
Tenía tantas cosas en la cabeza que pensar en algo más lo haría explotar, ahora sólo quería dormir pero el no haber hecho nada la noche anterior desde que había recibido aquella carta le había dejado mucho trabajo para hoy. Tenía un cuarto para descansar cerca de su oficina en el que dormía cuando se quedaba a pasar la noche trabajando, tal vez después podría escabullirse y dormir un par de minutos ahí.
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De camino a donde sería la primera misión del día, observando fijamente al Uzumaki, Mitsuki recordaba lo que había hablado con Naruto esa noche, así como pensaba en lo decaído que ahora estaba su novio, quería animarle, pero dudaba que unas palabras le ayudaran ahora mismo.
Boruto nunca lo admitiría, y podría decir mil y un veces que no esperaba nada del Hokage, pero ese pesar en su rostro, por mucho que lo tratara de disimular, con Mitsuki parecía un libro abierto, y acongojado, el ojidorado no podía dejar de ver el decaído rostro de su rubio, pensando en cómo animarlo o reconfortarlo aunque sea un poco.
—Mh... —sacándolo de su ensimismamiento, el Uzumaki, algo sorprendido, se percató de que Mitsuki había tomado su mano— ¿qué pasa?
—Sólo quería tomar tu mano —sonriéndole con cariño, entrelazó sus dedos con los ajenos, logrando que Boruto sonrojara ligeramente, y bajara la mirada con una pequeña sonrisa en los labios.
Ese pequeño gesto parecía haber sido suficiente para animar a Boruto, incluso a este mismo le impresionaba lo fácil que era para Mitsuki hacerlo feliz.
°~ 🍥 ~°
De tarde en la torre del Hokage donde se asignaban las misiones, el equipo siete terminaba el día entregando el informe de su última misión.
—La mision de hoy fue muy fácil, dattebasa —exclamó Boruto muy alegremente, dirigiéndose junto con su equipo a la salida de las instalaciones.
—No te relajes, no todas las misiones serán así —le advirtió Sarada.
—Hoy escoltaríamos a alguien, pero fue una sorpresa que lo que cuidaramos fuera un gato —comentó Mitsuki.
—¿Y bien? ¿A dónde vamos a comer? —preguntó el rubio— ¿a dónde quieres ir Mitsuki?
—Adonde tú quieras —afirmó sonriente.
—Entonces--
—También podrías preguntarme a mí ¿sabes? —exclamó frunciendo el ceño la Uchiha, cortando abruptamente las palabras del rubio.
—Ahh~ —suspiró pesadamente Boruto— ¿a dónde quieres ir a comer Sarada? —preguntó con fastidio.
—Mhh~~... creo que hoy se me antoja--
—¡Decidido, comeremos hamburguesas! —exclamó el rubio interrumpiendole mientras tomaba de la mano a Mitsuki y comenzaba a cominar— corre Mitsuki, tengo hambre —le apuró alegremente jalándole con prisa.
—¡Oye, Boruro! —le llamó molesta Sarada corriendo para seguirles.
Mientras se dirigían rápidamente a la salida, un par de genins pasaron junto suyo, y alcanzando a oír lo que hablaban, Boruto se paró en seco para terminar de escucharles, captando la atención de Mitsuki y Sarada por su repentino acto.
—El hijo del séptimo tiene un cien por ciento de éxito en sus misiones —comentó uno de los chicos—, pese a tener esos gustos es un prodigio ¿no?
—Si yo tuviera al Hokage como padre no importaría si no tuviera brazos, también sería un prodigio, no es para tanto —alegó el otro chico.
Molesto, el entrecejo de Boruto se frunció y una mueca se formó en sus labios. Percatándose de ello, Mitsuki apretó su mano, buscando que le mirara e ignorara lo que decían, pero no hubo respuesta.
—Oh, perdona si te ofendimos, —exclamó uno de los chicos al percatarse de su presencia— sólo es nuestro complejo de inferioridad hablando.
—Pero debe ser genial ¿no? yo también quisiera que el Hokage fuera mi padre —agregó burlesco el otro mientras se marchaba y su amigo le seguía.
Una vez fuera de su vista, Boruto quedó cabizbajo mientras su semblante se afligía, molesto, pues no era de extrañarse que los demás le miraran y en vez de reconocerlo a él, vieran reflejados los éxitos de Naruto.
Los niños de la aldea querían al Hokage como padre, después de todo "el Hokage era fuerte" "el Hokage era maravilloso" "el Hokage protegía y amaba a la aldea como si fuera su familia".
Si el séptimo tratara a su propia familia como lo que era, "su amada familia y más importante vínculo", Boruto no tendría los conflictos que tenía con Naruto.
—No saben lo que dicen —espetó Mitsuki captando la atención del rubio—, no dejes que te afecte lo que digan.
—No me afecta, pero... —acongojado, desvió su mirar con amargura, haciendo que Mitsuki se le acercara un poco más, mientras con cariño buscando reconfortarle, acariciaba en dorso de su mano con su pulgar.
—Boruto... —susurró suavemente, preocupado sin saber como ayudarle.
—... Es que... Odio que vean en mí al viejo en vez de a mí... —murmuró con coraje, mientras con suavidad, soltaba la mano de Mitsuki— creo que se me fue el hambre, dejemos las hamburguesas para mañana ¿sí? —forzando una sonrisa, comenzó a caminar a la salida alzando su mano despidiéndose.
—Pero, Boruto —musitó preocupada la Uchiha.
—Nos vemos luego —exclamó echándose a correr, saliendo de las instalaciones, dejando a Mitsuki y Sarada sorprendidos con las palabras en la boca.
Frunciendo el ceño molesta, Sarada colocó su mano en el hombro del albino captando su atención.
—¿Acaso no irás tras él? —preguntó con un matiz de regaño en su voz.
Sin responder, Mitsuki bajó su mirar afligido, pensativo, logrando que la Uchiha le mirara confundida, pues esperaba que asintiera y se echara a correr tras Boruto, sería algo muy propio de él, pero en cambio, permaneció en silencio, cabizbajo sin mirarle.
—¿Mitsuki?
—A veces uno solo necesita estar solo —murmuró suavemente, para así, acongojado, forzar una pequeña sonrisa tratando de hacer ver a la azabache que todo estaba bien—, iré a verlo después, no te preocupes —dirigiéndose a la salida, alzó la mano como despedida, dejándola sola y aún más extrañada.
°~ 🍥 ~°
A la noche, ya entradas las ocho, Boruto finalmente había llegado a su casa. Las últimas dos horas las había pasado caminando por ahí, y visitando a un viejo amigo, casi literalmente viejo.
—Estoy en casa —exclamó Boruto al entrar en la cocina, encontrándose a su hermanita junto a la puerta, anotando algo en el calendario—. Oh, ¿qué haces Himawari?
—Apunto en el calendario mi cumpleaños —respondió alegremente la pequeña azabache—, papá no vino al tuyo porque tenía mucho trabajo ¿no? Si hago esto, seguramente papá pueda venir al mío.
—Nh... ya veo... —murmuró con sorpresa el rubio.
—... Ne... hermano... —musitó cabizbaja, preocupada— mi papá hoy tampoco podrá venir a comer, pero... el podrá venir a mi cumpleaños ¿verdad? —cuestionó esperanzada.
—Himawari... —susurró afligido, y tragando seco, forzó una gran sonrisa para su hermanita— no te preocupes, aún si falta, puedo invitar a mis amigos, te divertiste mucho jugando con Sarada y Chouchou ¿cierto?
—Sí, pero... yo quiero que mi papá esté conmigo, es más divertido si él está aquí... —alzando la cabeza, encarando al rubio con sus ojos azules temblorosos, preguntó— ¿crees que vendrá?
Conmovido, una mueca se formó en sus labios, porque no sabía si realmente podía asegurarcelo, pero determibado, colocó ambas manos en los hombros de la menor, y asintió con firmeza.
—Sí, definitivamente papá vendrá, tenlo por seguro —afirmó Boruto, logrando que una sonrisa se formara en el rostro de la menor.
Fuera como fuera, Boruto haría que Naruto llegara al cumpleaños de su hermana. Podía decir que no le importaba que faltara al suyo, y podía fingir estar bien con ello, pero si Naruto desilusionaba a Himawari, quien aún era pequeña y adoraba ciegamente a su padre, sería entonces que Naruto sacaría de sus casillas a Boruto.
Aguantaba muchas cosas, o por lo menos fingía hacerlo, pero nunca le perdonaría hacer llorar a su hermana.
°~ 🍥 ~°
Sirviendo los platos para la cena, Hinata y los menores preparaban la mesa para comer. Acomodando el último plato, Boruto se percató de que habían servido uno de más.
—Mamá, hay un plato extra ¿qué hago con él? —preguntó el rubio.
—Oh, no, está bien, aún falta alguien para que llegue a cenar —afirmó la azabache desde la cocina.
—¿Mh? ¿habrá visitas? —cuestionó alzando una ceja confundido, pero antes de que Hinata respondiera, el timbre de la puerta sonó captando la atención de todos— yo abro —avisó dirigiéndose a la puerta.
Saliendo de la cocina para llegar a la entrada, tomó el picaporte y al abrir la puerta parpadeó con sorpresa al ver de quien se trataba.
—¿Mitsuki? —exclamó asombrado, pues no había avisado que iría a comer y la noche anterior se había quedado, era inusual que se quedara varios días seguidos.
—Hola, Boruto —saludó alegre, sonriéndole con sumo cariño, a lo que el rubio sonrojó suavemente por tan lindo gesto.
—Pensé que te haría feliz que Mitsuki-kun se quedara esta noche, después de todo tu padre no vendrá —saliendo de la cocina comentó Hinata sonriendo muy alegre, para así regresar dejándoles solos.
—Parece que mi madre te quiere mucho —comentó un tanto apenado mientras cerraba la puerta.
—Ella me invitó a quedarme, mencionó que estabas un poco triste y que mi presencia te ayudaría mucho —quitándose las botas para acomodarlas junto a la pared, le explicó muy ameno.
—¿Ella dijo eso? —cuestionó sorprendido, mientras sus mejillas tomaban un tono rosa al pensar que Hinata hablaba de él con Mitsuki.
—Fue muy conveniente —acercándosele, le tomó de la cintura pegándolo a su cuerpo, y con cariño, besó su mejilla—, pensaba entrar por tu ventana cuando estuvieran dormidas —susurró contra su oído, logrando que el rojo en el rostro de Boruto se intensificara.
—Nh... Mitsuki... —titubeó incómodo mientras el susodicho, meloso, acariciaba su espalda, le besaba suavemente y bajaba a su cuello, provocando un pequeño y satisfactorio escalofrío en Boruto, erizando su piel.
Separándose de pronto, dejando al Uzumaki confundido y algo impaciente, Mitsuki le miró sonriente, haciéndole al rubio parpadear aún más extrañado.
—Vamos a comer, los besos para después ¿bien? —sugirió alegremente el mayor, logrando que Boruto sonrojase aún más, pues no negaría que lo había dejado un poco ansioso.
—C-claro...
°~ 🍥 ~°
—Buenas noches, no se duerman muy tarde ¿de acuerdo? —les pidió Hinata mientras apagaba la luz del cuarto.
—Seguro, hasta mañana mamá —asintió Boruto viéndole desde la cama pues ambos ya estaban acostados.
—Descanse, Oka-sama —se despidió Mitsuki sonriente.
—Descansen —cerrando la puerta, la azabache les dejó solos.
Acomodándose mejor, Boruto apoyó su cabeza sombre el hombro de Mitsuki, abrazándole, mientras que éste lo envolvía por la cintura con su brazo acercándolo a su cuerpo, acurrucandose.
Contento, una pequeña sonrisa se formó en los labios del menor, captando la atención de Mitsuki.
—¿Qué ocurre? —preguntó curioso.
—No es nada, solo... me hace feliz que mi madre te aprecie tanto —hundiendo su rostro en el pecho ajeno, ocultó su pequeño sonrojo, alegre—... me alegra que mi familia te acepte como lo hace, dattebasa.
Sonriendo enternecido, con cariño, Mitsuki acarició los suaves y rubios cabellos de su menor, mimándolo, dibujando círculos en su cabello, enredándolo y volviéndolo a peinar con sus dedos, adormilando a Boruto con sus tratos.
—... te preguntarás... dónde estuve cuando me fui... —serio, con un tono de pena en su voz por su repentina desaparición en la tarde sin decir nada, llamó la atención del mayor.
—Sí, pero no quise incomodarte preguntando —asintió separándose un poco para verle a la cara y escucharle.
—Fui con Katasuke —afirmó desviando su mirar incómodo.
Katasuke era aquél científico de armamento ninja al que le habían robado un pergamino los Noche Blanca, recurrentemente iba a la casa buscando a Naruto para mostrarle sus inventos, era un hombre insistente, y en una de esas en las que trataba de convencer a Boruto de llevarle ante su padre, descubrieron que se llevaban bien, principalmente porque Katasuke, teniéndo contactos, recibía videojuegos antes de que salieran a la venta, videojuegos que siendo Boruto un niño aficionado a ellos le era inevitable pedirle prestados.
—... yo... bueno... él me presta videojuegos y... pues... —apenado por lo tonto que sonaría, volvió a ocultar su rostro en el pecho de Mitsuki— a veces... no está demás que un adulto me diga que no soy... un niño tonto, inmaduro y mimado que... vive a la sombra de su padre...
Parpadeando sorprendido, Mitsuki le miró con asombro, y ladeando una sonrisa comprendiendo lo que pasaba, acarició su cabeza con cariño reconfortándole.
—Que alguien ajeno a ti te reconozca te hace feliz ¿no? —dedujo el albino.
—Suena tonto si lo pones así... —alegó apenado, aún con su rostro oculto en su pecho por la vergüenza.
—Lo es —afirmó captando la mirada del rubio—, porque creo que alguien tan genial como tú no debería necesitar halagos de extraños para saber lo maravilloso que ya eres —sonriéndole con dulzura y provocando un sonrojo en el menor, continuó—. Si realmente quieres oírlo de otros está bien, pero para mí realmente eres fantástico, no lo digo por ser tu novio y decir lo que quieres oír, en serio creo que eres maravilloso, tienes muchos dones, talento innato y que vaya a donde vaya siempre estará rodeado de amigos, porque con tu personalidad tan alegre y cálida atraes a las personas.
Avergonzado, el pequeño sonrojo de Boruto creció llegando a sus orejas, así como su latir se aceleró en su pecho, pues realmente estaba cautivado por Mitsuki, a veces le impresionaba lo fácil que le era hacerlo sentir con un tonto enamorado.
—Tienes errores y no eres perfecto, pero para mí no importa cuántos fallos tengas lo eres vea por donde te vea —bajando su mano a su mejilla, con cariño, lé acarició pasando su pulgar por su sonrojo—, eres mi sol, porque cuando todo está oscuro, tú lo iluminas, te amo por quien tú eres y sin importar qué, nunca podría dejar de amarte.
Con el corazón latiendo como loco, rápidamente volvió a ocultar su rostro en el pecho de Mitsuki, abrazádolo fuertemente, pues era la única forma en la que sentía que no moriría de amor por él. En verdad, era sorprendente como con él, y sólo con él, sacaba a relucir esas facetas tan nerviosas, torpes y vergonzosas que lo caracterizaban como un niño enamorado.
—Tienes razón... no necesito halagos de otros si te tengo a ti... —afirmó apenado, mientras Mitsuki sonreía encantado por sus reacciones tan lindas.
—Entonces... —separándose un poco, acercándose al sonrojado rostro de su menor, susurró sobre sus labios— ¿está bien si... jugamos un poco? —sugirió en un tono acaramelado, bajando sus dedos por la columna ajena hasta llegar a sus posaderas, donde apretó uno de los cachetes de Boruto, logrando que este sonriese traviesamente cómplice.
—Definitivamente unos besos no serán suficiente —afirmó juguetón mientras se apartaba para sentarse en el regazo de Mitsuki y sobre él, quitarse la camisa, dejando al descubierto su desnudo pecho—, pero habrá que hacerlo en silencio —agregó giñándole un ojo coqueto, y posando su dedo índice sobre sus labios.
—Parece que la vergüenza desapareció, Solecito —comentó alegre soltando una suave risita, mientras que con ayuda de Boruto se quitaba su propia pijama.
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De mañana en la torre del Hokage donde se asignaban las misiones, el equipo siete había llegado para recibir su misión del día. Y para la sorpresa de Sarada, la joven y acaramelada pareja que tanto la empalagaba, había llegado con mucho sueño, inclusive parecía que no se habían peinado bien el cabello, pues estaba alborotado.
—Supongo sí fuiste a verlo, Mitsuki —comentó la Uchiha suponiendo el porqué de su desvelo.
—No es difícil hacer feliz a Boruto, y más aún cuando hago eso que le gusta —asintió con una pequeña sonrisa, cansado.
—Mgh... son unos precoces calenturientos —murmuró con fastidio, algo avergonzada por su actividad sexual a tan corta edad.
—Entre chavos no hay chamacos, y es con alguien a quien realmente amo así que está bien, tú no lo entenderías porque eres mujer y nadie te quiere —espetó Boruto apuntándole tratando de molestarla, logrando al instante que Sarada sonrojara y le mirara realmente molesta, pero antes de que pudiera gritarle, Konohamaru había aparecido con la misión.
—Parece que en una aldea cercana han estado robando, tenemos que ir a solucionarlo —explicó el mayor mostrándoles el pergamino con los detalles.
—¿Ladrones? ¡Genial!, esta misión sí que será emocionante, dattebasa —exclamó muy animado Boruto.
—Saldremos en una hora, así que alístense —avisó ameno el castaño— yo les recomendaría tomar una siesta, ¿durmieron bien? Se ven cansados.
—A la próxima con una vez será suficiente ¿de acuerdo? —le sugirió Mitsuki a su rubio, sonriéndole con cariño mientras tomaba su mano.
—Mhh... de acuerdo... —asintió Boruto poco convencido cerrando sus ojos con sueño.
—¿Mh? ¿Acaso se quedaron despiertos jugando videojuegos? —cuestionó Konohamaru alzando una ceja curioso, a lo que Boruto sonrojó y desvió su mirar sin intención de responder, mientras que Mitsuki solo sonreía con inocencia fingiendo no haber escuchado.
—Mejor no pregunte —suspiró Sarada dando media vuelta para ir a la salida.
Siguiendo a la Uchiha, dejaron a Konohamaru solo y aún confundido.
Finalmente fuera de las instalaciones, Sarada se despidió dejándoles solos, mientras que Boruto y Mitsuki planeaban que harían en la hora que tenían antes de la misión.
—Vamos a tu departamento a dormir ¿si? —pidió el rubio sonriente y aún con los ojos cerrados, apoyando su cabeza en el hombro de Mitsuki
—De acuerdo, de ahí vayamos a comer, eso te despertará un poco más —asintió contento mientras le jalaba de la mano para comenzar a caminar.
Deteniendo su andar percatándose de que Boruto no se movía, giró a verle dándose cuenta de que Naruto y Shikamaru habían salido de las instalaciones, y en un largo silencio, padre e hijo cruzaron miradas, pues ambos tenían algo que decir.
—Boruto... —musitó Naruto algo sorprendido por encontrarle.
—... Mitsuki, adelántate, en un momento te alcanzo —soltando la mano ajena sin mirarle, le pidió con seriedad, mientras cabizbajo, guardaba las manos en los bolsillos de su pantalón—, tengo que hablar con el viejo.
Sorprendido, Naruto vio de reojo a Shikamaru, dándole a entender que le dejara solo, y una vez ambos se alejaron, Boruto hizo una mueca molesto, mientras que Naruto desviaba su mirar apenado, sudando nervioso, pues creía que le recriminaria el haberlo abandonado en su cumpleaños.
—Boruto... yo...
—No me importa que no hayas ido, después de todo no esperaba nada de ti —espetó con acidez, frunciendo el entrecejo molesto captando la atención del mayor—, pero Himawari aún es pequeña y quiere que vayas a su cumpleaños... y si se te ocurre faltar —encarándolo molesto, le vio con coraje—, nunca te lo perdonaré.
Parpadeando sorprendido, el semblante de Naruto se tensó, mientras una mueca se formaba en sus labios, acongojado por las palabras tan ariscas de su hijo.
—Es una promesa de hombres, así que más te vale no romperla —alzando el puño, le amenazó con seriedad, a lo que Naruto, enternecido por el coraje y cariño que había en las palabras de Boruto por Himawari, sonrió suavemente, y en vez de chocar puños, le acarició la cabeza revolviendo sus rubios cabellos.
—De acuerdo, prometo no faltar al cumpleaños de Himawari —asintió Naruto enbozando una gran sonrisa, de esas suyas que iluminaban su rostro y el de cualquiera.
Molesto y avergonzado por su acto, apartó bruscamente la mano del mayor mientras hacía un puchero inflando los cachetes, los cuales habían tomado un suave color rosa por la vergüenza.
—¡Si no faltas...! —exclamando airado, y cerrando sus puños con fuerza sin mirarle, le dio la espalda mientras el sonrojo crecía— yo... te perdonaré por no haber ido a mi cumpleaños... —mirándole de reojo, con pena y el ceño fruncido, murmuró— después de todo... ya no soy un niño... no necesito que siempre estés conmigo, dattebasa —espetó con un puchero, para así, echarse a correr en la dirección que Mitsuki se había ido.
Esas palabras tan ariscas que trataban de sonar fuertes e hirientes, estaban tan cargadas de mentiras que hasta Naruto se había percatado de ello, y aunque fuera un golpe mal dado, el rubio se había sentido culpable por ese coraje y la falta que le daba a su hijo, pues el mismo Mitsuki se lo había asegurado, Boruto le quería, lo admiraba y estaba desesperado por tener su atención y reconocimiento.
En parte Boruto tenía razón, ya no era un niño, y Naruto estaba consiente de ello, cosa que le removia sus adentros, pues no siempre estaba ahí para verlo crecer y darle unas palabras de apoyo cuando lo necesitara.
Tal vez asistiendo al cumpleaños de su hija, a la que también le hacía falta, compensaría un poco su ausencia tan recurrente en los últimos años de ser Hokage.
Era gracioso, porque en un principio pensó que formando una familia sus problemas se solucionarían y viviría como siempre lo había querido, pero el ser Hokage, ese sueño por el que había luchado desde que tenía memoria y por el que había sacrificado una vida diferente a la que ahora tenía, le estaba perjudicando más de lo que aquella vida le prometía.
Suspirando suavemente, mientras dejaba que sus penas se las llevara ese viento mañanero, alzó su mirar al cielo con añoro, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios al ver un halcón volar por el azul y brillante cielo.
—En este punto... esa carta ya no parece tan mala... —susurró para sí mismo, mientras acomodaba su capa de Hokage, y comenzaba a caminar hacia donde se suponía había ido Sasuke.
°~ 🍥 ~°
Capítulo publicado el 4/1/21
Si te interesa estar al tanto de los spoilers, curiosidades y demás datos acerca de la novela y la saga completa, te invito a pasarte por mi libro "el blog de Nana"
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