18 ━━━ Robot rock.

━━━ ❛ MOMENTUM XVIII ━━━

BEVERLY BLACKWELL




—¡Vamos, tienen que salir de aquí ahora!

Comenzamos a correr en medio de las carreteras y calles empinadas de Sokovia en un intento desesperado de sacar a los civiles, pero, ¿cómo evacuas a una ciudad entera cuando tu tiempo va contra el reloj? Conforme más avanzaba, los coches de las personas comenzaban a ser abandonados en el medio del camino, quedando demasiado juntos, tanto que la única forma de atravesarlos para sacar a las personas era pasar zigzagueando en medio de ellos.

—¡Beverly, ya tengo un ojo en tus abuelos! —escuché el llamado de Clint por el auricular e inmediatamente una sensación de alivio me inundó entera.

—Gracias, Clinton. En serio te debo una grande.

—No pasa nada, ¿acaso crees que iba a dejar ir la lasaña tan fácil?

Me reí levemente, sin dejar de empujar a las personas para que avanzaran. Aquello me quitaba un peso de encima pero aún había otro problema que resolver: Ultron estaba aquí, haciendo quién sabe que cosa, y probablemente no nos íbamos a ir en calma. Ese era el juego final, o ganábamos o perdíamos, y dudaba mucho que alguno estuviera dispuesto a perder contra el maníaco.

No sabía dónde estaba Tony, pero estaba segura de que había ido directo a buscar a Ultron. La visión había sido muy específico al esclarecer que era a él a quien Ultron odiaba más, y la verdad ninguno podía discreparlo. Bruce había ido por Natasha, que seguía perdida, y Thor había bajado varios metros en busca de lo que Ultron había construido. Todo era parte del plan intachable que Steve había trazado, por eso los demás, Clint, Victoria, los gemelos y yo, permanecíamos con él en las calles, evacuando a los civiles.

Sin embargo, mi leve sensación de alivio no duró nada. Pronto comenzaron a salir las copias de Ultron a nuestros alrededores, listas para atacar a todo lo que se moviera. En menos de un segundo me vi bastante ocupada, y me sentí mal por mi palo, iba a terminar muy desgastado después de este día. Los robots volaron sobre nuestras cabezas y se movieron junto a nosotros, mientras que los despedazabamos con fuerza.

Y eso tampoco duró. De un momento a otro, la tierra bajo nuestros pies comenzó a temblar, dando la impresión de que un terremoto se avecinaba, pero algo peor pasó. El piso se abrió a la mitad, separándose del suelo y comenzando a subir como si un meteorito la estuviera empujando desde abajo. Me quedé absorta viendo como algunas personas caían al vacío, que no fui consciente de que el sitio en el que estaba de pie también se estaba abriendo. Alguien me sujetó del brazo antes de que pudiera caer al vacío.

—Concéntrate, Beverly —me instó Victoria, con un irremediable tono maternal. Sus ojos castaños me escudriñaron con paciencia y aplomo—. Respira, sé lo agobiante que puede resultar, pero piensa que la vida de muchas personas dependen de nosotros hoy. Imagina que estás en el hospital, atendiendo en la sala de urgencias. Aquí debes ser igual o más rápida.

Tomé aire.

—Lo sé, lo siento. Es sólo que... ¿Qué está pasando, Victoria?

La súper mujer contempló el vacío, con gesto desolado.

—Sokovia acaba de empezar a subir.

Sus palabras me helaron la sangre, como si me hubieran inyectado agua fría en las venas. Ambas nos quedamos mirando, inmersas en la catastrófica destrucción que estaba arrasando con esa pobre ciudad. Pero no había camino, ni siquiera un hueco que lo dejara conectado al piso, nada. Todo se estaba elevando y estaba acabando con la vida de muchos. Escuchaba a la perfección gritos de dolor y llantos desesperados, veía a personas caer al vacío sin poder evitarlo, pero todo seguía temblando.

Casi al mismo tiempo, Ultron se elevó sobre todos nosotros, justo en la cima del cielo.

—¿Pueden verlo? —habló—. Su gran belleza. Su inevitabilidad. Se alzaron, sólo para caer. Ustedes, Vengadores, son mi meteoro. Mi espada rauda y terrible. Y la tierra se quebrará, con el peso de su fracaso. Depurénme de sus computadoras, pongan a mi extirpe en mi contra. No significa nada. Cuando todo haya cesado, los únicos seres vivos en el mundo serán de metal.

Sokovia siguió subiendo, insensible, inestable, acabando con todo lo que se interponía en su camino. Destrozando la vida de muchas personas y acabando con cualquier esperanza que pudieran tener. El piso tembló tan fuerte que tuve que sostenerme de unas cuantas barandas para tratar de mantener el equilibrio, a mi lado, Victoria estaba concentrada en Steve que acababa de llegar con nosotras.

Pero entonces, unos robots aparecieron y mandaron a volar a Steve hacia atrás. Pronto aparecieron más que cargaron contra nosotras, mandándonos a volar contra los autos al lado del puente.

—Cap, vieja, muñeca, tendrán compañía —nos avisó Tony, a través de los auriculares. Steve bufó.

—La compañía ya vino —se quejó, enderezándose—. Stark, asegúrate de que la ciudad aterrice a salvo. Los demás tenemos una a misión: acabar con estas cosas. Si los golpean, regresen el golpe. Si los matan, hay que revivir.

Me zafé de una de las copias de Ultron y ladeé la cabeza. La batalla final había llegado.

Estiré el brazo derecho, sintiendo el serpenteo del brazalete envolverlo lentamente. Una vez tuve el palo en mis manos, lo blandí sobre mi cabeza y di una media vuelta para destrozar al grupo de robots que comenzó a aglomerarse a mi alrededor. Una vez acabé con eso, eché a correr en dirección al puente de la ciudad donde aún había un buen número de civiles sinedo hostigados por los robots.

Fui golpeada, rasguñada, empujada y maltratada, todo en un lapso de cinco minutos. En mi vida había luchado contra tantas cosas juntas, pero sí que se sentía calmante hacerlo. Era una buena manera de liberar el estrés. Siempre estuve cerca de Steve y Victoria, y en un momento dado también apareció Thor por ahí. Me tomó por sorpresa el momento en el que el rugido de Hulk me inundó los oídos, prosiguiendo a acabar con un montón de robots a su paso. Natasha también apareció en el panorama, y me alegraba que ya estuviera de vuelta.

Estaba siendo acosada por una buena cantidad de robots, así que decidí aplicar la misma que había usado en el Bronx y que me había ayudado a romper la barrera en la cueva Norn. Giré el palo entre mis dedos, lo alcé sobre mi cabeza buscando impulso, para después clavarlo contra el piso y ver la descarga explotar a todos los bots.

—¡Déjame en paz, Beverly! —bramó el Ultron original contra mí, tomándome del pelo y dándome una buena sacudida.

—¡Suéltame, maldito Pinocho, te voy a actualizar el software a Windows Vista y te veré arder hasta las cenizas!

El maldito me hizo caso. Me dio un golpe demoledor contra el pecho y me mandó a volar hasta el pavimento. Gemí, muy adolorida por el impacto que acababa de llevarme en la columna. Dios, que si no sanara tan rápido seguro quedaba inválida. Mi palo quedó a varios metros de distancia de mí, así que tuve que tomar aire para ponerme de pie de nuevo.

Cuando lo hice, fui testigo de cómo el Cap y Thor acababan con un numeroso grupo de robots combinando sus fuerzas. El asgardiano se deshizo de otro grupo más golpeando un camión inflamable, haciéndolos volar. Rápidamente, Ultron adoptó la misma reacción que tuvo conmigo.

—¡Thor, me estás molestando! —y lo sacó volando tomado el cuello.

Negué con la cabeza. Que alguien le pague clases del manejo de la ira al maldito.

Con el palo de vuelta en mis manos, agucé el oído por encima de todos los gritos y llantos, siendo capaz de distinguir el llamado de mi abuela entre todos. El corazón me latió a una velocidad alarmante al tiempo que echaba a correr vorazmente en la dirección del llamado. No era un grito de dolor pero sin duda alguna su corazón estaba alterado, y su voz no sonaba nada bien. Tuve que correr un par de calles abajo hasta que llegué a una de las tiendas donde la policía tenía a las personas que no habían alcanzado a bajar de la roca.

—¡Abuela! —jadeé al verla—. ¡Clint me dijo que ya los habían bajado de la roca!

Ella me miró apenada.

—Sí, mi niña, habíamos bajado. Pero tu abuelo escuchó a tu madre y regresamos.

Me quedé paralizada. ¿Qué demonios estaba haciendo Nadine en Sokovia? ¿Acaso me seguía a todas partes? Tomé una buena bocanada de aire y miré al abuelo, el cual me veía con una mueca extraña en el rostro.

—¿Ahora eres Vengadora? —entrecerró los ojos—. Ya sabía yo que eras tú la que sacaba el auto del hueco en el que yo lo dejaba caer. Y tu abuela decía que era un milagro de Dios, pfff, patrañas.

—Abuelo —alargué—, podemos discutir eso luego. ¿Dónde está tu hija?

Ellos me dedicaron una mirada insondable, e hicieron una leve exhalación.

—Creo que está en algún lugar cerca de ese edificio —señaló a mis espaldas. Tragué saliva. El edificio estaba a punto de desplomarse. La abuela me miró con ojos suplicantes.

—Por favor, mi niña, saca a tu madre de ahí. No importa los problemas que hayan tenido, no puedes dejarla morir.

El pulso se me redujo a un ritmo normal cuando escuché la voz de mi abuela, así que la tomé de la mano y asentí.

—Quédense aquí, y por ningún motivo se muevan. Yo iré por Nadine.

Le di una buena movida al palo antes de adentrarme en el edificio que estaba a punto de caerse. Alcancé a distinguir un jadeo entrecortado, lo suficientemente débil como para ser muy perceptible. Me pasé con rapidez por debajo del sitio en ruinas, buscando a Nadine con la mirada. En los primeros tres pisos no había señal de ella. Grité su nombre, pero no recibía respuesta alguna más allá del gemido de dolor. Si se trataba de ella no lo sabía, pero de igual forma había alguien dentro y tenía que sacarlo. Así que seguí subiendo, esquivando los pedazos de escombros me podían caer encima.

Cuando por fin pude encontrarla, me llevé una buena sorpresa. Por supuesto que estaba allí, pero estaba prácticamente inconsciente. Y tenía un gran pedazo de techo encima de ella, la estaba aplastando por completo, pero no estaba muerta. La impresión de la escena me dio escalofríos, pero tuve que ponerme a ayudarla de inmediato.

—Nadine —la llamé, dando unas cuantas palmadas en su mejilla—. Vamos, bruja, abre los ojos.

Ella gimió, sin abrirlos aún. Volví el palo a su forma de brazalete y tomé una gran bocanada de aire. Necesitaba levantar el escombro.

—Bien, bruja, escúchame —la llamé de nuevo, sólo recibiendo un jadeo en respuesta—. Yo voy a levantar esto, ¿de acuerdo? Y te sacaré de aquí. Necesito que aguantes un poco más, ¿me estás escuchando? Dale, hierba mala nunca muere así que adelante, bruja. Sólo un par de minutos más.

Ella volvió a jadear. Si hubiera estado consciente me habría insultado, de eso estaba segura. Pero no lo pensé más, me incliné hasta el buen pedazo de escombro y lo tomé por abajo, haciendo mucha fuerza para levantarlo. No fue tan sencillo como me hubiese gustado, pero al final lo hice. Pero Nadine estaba muy malograda, debía llevarla de inmediatamente con los refugiados o iba a terminar sufriendo daños severos. Pero no podía bajarla cargando o sería peor. Me pregunté si...

—¿Muñeca, podrías por favor decirme que haces en la cima de un edificio que está a punto de caer?

Sonreí internamente. Eso era justo lo que estaba pensando, casi parecía que me pudiera leer el pensamiento.

—Esperándote —respondí sin aliento—. Necesito que bajes a mi mamá de aquí.

—¿A tu mamá? ¿Qué hace mi suegra allí?

—Tony...

—Ya, entiendo. Pero en serio, ¿qué hace aquí? —murmuró—. Ven, rompe la ventana.

Lo obedecí y le di una patada a la ventana casi rota. Los vidrios salieron volando hacia afuera, hasta que pude ver a Tony en su armadura frente a mí.

—Hola, hermosa —me dijo. Yo rodé los ojos—. Ahora pásame a la profe de ballet, se la lanzaré a Steve con los refugiados.

Asentí y tomé, con mucha precaución, a Nadine en brazos para luego pasársela a Tony.

—Con cuidado, Tony. Está muy herida.

—Bien, ¿quieres que te baje o puedes sola?

—Puedo sola.

—Entonces nos vemos allá abajo, muñeca —me dijo, antes de agregar—: Y me parece algo muy desconsiderado de tu parte el usar esa camisa cuando estamos en medio de una batalla. Haces que mi atención se vaya a otro lado.

Me eché a reír.

—¡Ve!

Después de verlo desaparecer con Nadine, me puse en marcha para bajar del edificio. Tomé impulso para luego dar un salto fuera de la ventana. En menos de dos segundos, aterricé en el suelo de nuevo sobre mis dos pies. Me quité el pelo de la cara y eché a andar en dirección a los refugiados, dónde se encontraban Steve, Natasha y Victoria. Los robots parecían haberse disipado momentáneamente, por lo que aprovechamos la brecha para juntar a los civiles de nuevo.

—La siguiente oleada no tarda en llegar —aventuró el rubio—. Stark, ¿qué tienes?

Tony resolló a través del auricular.

—Pues, nada bueno. Tal vez un modo de volar la ciudad, eso evitará que golpee la superficie si pueden salir de ahí.

Estábamos moviéndonos en medio del polvo y los escombros, terminando de acomodar a los civiles. Nadine ya se encontraba con mis abuelos y al parecer la estaban atendiendo, pero no me detuve a mirar, pues Steve me había llamado para que lo apoyara en el frente.

—Quiero una solución no una ruta de escape —sentenció, en respuesta a lo que había dicho Tony.

—El radio de impacto crece a cada segundo. Hay que tomar una decisión.

Tomé aire, encontrándome de frente con Natasha.

—Steve, creo que quizás deberíamos considerar lo de volar la roca —le dije, acomodando la coleta en mi cabeza. El rubio exhaló.

—Ella tiene razón, Cap —apoyó Natasha—. Esta gente no irá a ningún lado. Si Stark sabe cómo volar esta roca...

—No hasta salvarlos.

¡Qué situación más frustrante! La cosa sería tan diferente si mis abuelos no se hubieran quedado aquí atascados. Si ellos estuvieran en tierra firme entonces a mí no me importaría quedarme y ser volada junto con la roca, pero con ellos aquí... La idea me daba náuseas. Natasha también parecía consternada.

—¿Salvarás a estas personas pero sacrificarás a todas las de abajo? —Victoria frunció el entrecejo.

—No me iré de esta roca con civiles en ella.

Entrecerré los ojos, percibiendo algo en la lejanía del cielo. ¿Qué era eso que venía subiendo?

—No dije que nos fuéramos —musitó la pelirroja—. Hay peores formas de irse. ¿Dónde más hallaré una vista igual?

—¡No, miren! —chillé, señalando hacia el frente.

Tanto la pelirroja como la castaña y el rubio se volvieron a verme por mí entusiasmo repentino, pero no fui yo la que disipó sus dudas.

—Me alegra que te guste, Romanoff —intervino Fury, a través de los auriculares—. Porque se pondrá mejor.

Un enorme helicarrier de SHIELD apareció en el aire, respondiendo todas nuestras dudas. A nuestro lado, el platinado de los Maximoff se materializó casi instantáneamente.

—¿Hermoso, no? La recuperamos con ayuda de unos viejos amigos —alardeó el moreno—. Está sucia, pero servirá.

—Fury, eres un hijo de perra —contestó Steve.

—¡Woah! ¿Besas a tu madre con esa boca?

Me eché a reír más de lo que recomendaba la buena educación. Al mismo tiempo, los botes salvavidas comenzaron a salir del helicarrier y empezaron a acomodarse en las orillas de la roca, listos para ser abordados. Pietro Maximoff me miró con el rostro iluminado.

—¿Esto es SHIELD?

—Esto es lo que SHIELD siempre debió ser —respondió Steve. Era fácil notar la añoranza en sus ojos.

—No está mal —murmuró el muchacho, sin borrar la sonrisa.

Steve suspiró.

—Vamos a cargarlos —ordenó.

Asentimos y nos pusimos en marcha. A los primeros que subí fueron a mis abuelos, mientras que cargaba a Nadine hasta el bote. Proseguí con las demás personas, y me hinchaba el corazón al ver y escuchar aquellos llantos de alergia y alivio cuando los acomodábamos en el interior.

—¡Vienen otros 50 o 100 después de estos, vamos! —gritó Steve, haciendo que nos apuráramos más.

Continuamos subiendo a los restantes por un rato más, tratando de evitar que algún robot les llegara. Estaba de pie junto a Pietro Maximoff, en la esquina de uno de los botes, cuando escuché a Tony chillar.

—¡Thor, tengo un plan!

—Se nos acaba el tiempo —alargó el asgardiano—. ¡Vienen por el núcleo!

—Rhodey, sube al resto de las personas al bote. Vengadores, es hora de ganarse el sueldo.

El platinado me miró.

—¿Quieres un aventón?

Me encogí de hombros, y rápidamente el muchacho me tomó en brazos para salir corriendo. Aquello me pareció incluso más rápido que el viajesito que me hizo echarme Thor hasta la cueva. En un parpadeo ya estábamos en el interior de la iglesia donde se encontraba el núcleo, con todos los demás. Pietro me dejó en el suelo y yo me acerqué al medio, donde ellos estaban destruyendo a unos robots.

Tony suspiró.

—Romanoff —la llamó—. Dime que Banner y tú no están jugando a las escondidas.

—Relájate, cara de metal. No todos podemos volar.

Entonces, ella apreció frente a nosotros con bajándose de un enorme camión amarillo, con el que había estado arrastrando a los robots.

—¿Cuál es la situación?

—Esta es la situación —respondió el pelinegro—. Si Ultron se apodera del núcleo, perdemos.

El aludido apreció frente a nosotros, volando. Abrió sus brazos, como si estuviera lleno de una irritación tremenda.

—¿¡Eso es todo lo que tienes!? —le gritó Thor.

Ultron alzó una mano, y detrás de él comenzaron a salir cientos de robots. Todos miramos la situación anonadados.

—Tenías que preguntar... —masculló Steve, irritado.

—Esto es lo mejor que tengo —respondió Ultron—. Esto es justo lo que quería. Todos ustedes contra todo lo que soy. ¿Cómo suponen que van a detenerme?

Tony meneó la cabeza de metal.

—Como dijo el viejo: juntos.

Hulk rugió, y sólo eso bastó para que los robots comenzaran a inundar la iglesia. Liberé el palo del brazalete y lo apreté con fuerza. Aquello acababa de empezar. Los robots escalaron las paredes de la iglesia en ruinas intentando llegar a nosotros, y ahí fue donde todos empezamos a luchar juntos. Corté, destruí y desgarré incluso más de lo que lo había hecho en todo el día. Mi palo se blandía con más rapidez que nunca alrededor de mí, abatiendo los bots en pedazos y protegiéndome al mismo tiempo. Podía sentir el poco nivel de aire afectar mis pulmones, pero no me detuve. Visión y Tony volaban sobre nuestras cabezas, los rayos de Thor inundaban la escena y el rugido de Hulk era abrasador. Nos concentramos en eso durante un instante, sólo destruyendo los robots sin importar nada más.

Tenía las manos calientes gracias a la presión que ejercía sobre el palo, pero no lo solté. Estaba cortada, rasguñada, golpeada y me estaban sangrando partes de la cara de que no deberían, pero si ellos no se detuvieron entonces yo tampoco. Al final, cuando la avalancha de robots disminuyó y casi todos quedaron destruidos, fue el Ultron original el que salió volando de la iglesia llevado por Visión, Thor y Tony. Lo próximo que vimos fue que Hulk lo mandó a volar lejos.

Los demás robots comenzaron a huir, siendo perseguidos por el gigante verde.

—¡Están tratando de irse! —gruñó Thor.

—Que no escape ninguno —murmuró Tony—. ¡Rhodey!

Junto a mí, Steve habló:

—Tenemos que partir. El aire está escaseando, hasta yo puedo notarlo. Corran a los botes —me miró—. Beverly, ayúdame a buscar rezagados. Victoria, ve al helicarrier y asegúrate de que todo esté marchando bien. Los veremos después.

Clint frunció el ceño.

—¿Y el núcleo?

—Yo lo protegeré —decidió la pequeña de los Maximoff—. Es mi deber.

Todos nos miramos por un largo segundo, pero al final asentimos. Clint y Nat se fueron por el lado derecho mientras que yo eché a a correr con Steve hacia el frente, en busca de los rezagados. Ayudamos a un grupo de personas que se habían quedado detrás, yo cargué a un par de niños hasta los botes y Steve hizo lo mismo con unos señores mayores. No nos tomó más tiempo del que pensaba, y cuando acabamos de subir a los últimos aproveché por ir a echar un vistazo a mis abuelos. Ellos estaban bastante tranquilos ahora que Nadine estaba siendo atendida por médicos, así que eso me tranquilizó. El peso que me había quitado de encima con ese hecho era tremendo.

Unos segundos más tarde, cuando volví al frente del bote con Steve, Thor también apareció.

—¿Estos son los últimos? —preguntó, viendo a las personas entrar.

—Sí, ya están en el helicarrier —respondió Steve.

—Oigan —comenzó Tony—. Si esto funciona, tal vez no nos volvamos a ver.

—Tal vez no —concedió Thor.

Cerré los ojos, ante aquella oleada de dolor lacerante que me llegó al oír sus palabras. Luego, lo escuché hablar de nuevo, pero al parecer sólo yo lo estaba escuchando esa vez.

—¿Muñeca? —me llamó, en voz baja.

—Aquí estoy —suspiré—. Prométeme que nos vamos a ver otra vez.

—Primero dime que ya estás en un bote. No quiero saber que estás aún en la roca, Beverly Anne. Deja tu lindo trasero encima del bote, ¿me estás escuchando?

Sacudí la cabeza.

—Estoy en el bote, pero sólo planeo quedarme aquí si tú también lo haces.

Se hizo un silencio corto, en el que fui capaz de apreciar dos cosas. La primera, Tony estaba resollando de forma exhaustiva, y la segunda, un quinjet venía volando por encima de nuestras cabezas y había comenzado a disparar en todas las direcciones posibles. Me quedé pasmada, con los pies atornillados al piso, lista para que las balas me llegaran, pero no pasó.

—¡Beverly, muévete de ahí ahora mismo! —me gritó Tony, y al no obtener respuesta volvió a gritar—: ¡BEVERLY ANNE! 

—¡La tengo, la tengo! —replicó Thor, envolviéndome en sus brazos y evitando que nada me tocase—. ¡Ella está bien, la tengo!

Pero no estaba mirando a ninguno de ellos. Mis ojos fueron a parar a una distancia cercana de nosotros, dónde había visto a Clint. El estómago me llegó a los pies cuando vi que estaba bien, pero de pronto me sentí mal cuando vi quién había resultado herido. Y no sólo herido, muerto.

Pietro Maximoff yacía en el suelo. Su cuerpo sin vida había sido atravesado por todas las balas que en un principio se dirigían a Clint. Me incliné sobre su cadáver, en un vago intento por encontrar algún signo vital, pero fue en vano. Alcé los ojos hasta Steve, y negué con la cabeza. El pobre muchacho estaba muerto.

Pero en ese momento sólo pude pensar en una cosa.

—Necesito encontrar a su hermana —murmuré, tomando el cuerpo del platinado y pasándoselo a Steve para que lo cargara.

—Bevs, no creo que a Tony...

—Por favor —le pedí, en voz baja. Steve me miró con gesto apesadumbrado—. Está sola, Steve. No tiene a nadie ahora.

Cuando el rubio tomó el cuerpo de Pietro en brazos, apretó los dientes con fuerza.

—Que sea rápido. La ciudad va a caer pronto.

Asentí, y eché a correr en dirección a la iglesia de nuevo, para buscar a Wanda. La motivación más grande que tenía para hacerlo era que sabía, perfectamente, que esa pobre muchacha debía estar sufriendo como los mil infiernos ahora. Y nadie merecía estar sólo cuando se sufre una pena de ese tamaño. Quería ayudarla, o al menos hacerle saber que no estaba sola. Estaba a punto de llegar a la iglesia cuando me percaté de que Thor estaba allí, así que daría la vuelta puesto que Wanda debió haber ido a otro lugar.

Pero no pude seguir buscándola. La ciudad comenzó a caer bajo mis pies, y yo con ella.

—¿Cap, donde está Beverly? —alcancé a escuchar como Tony le preguntaba a Steve.

—Ella está...

Me quité los auriculares. Si estaba cayendo a mi muerte, no quería oírlo. Cerré los ojos, sintiendo cómo comenzaba a descender de forma rápida y mortal. El viento me abrazó con fuerza en el momento en el que un estallido monstruoso, proveniente del martillo de Thor y el núcleo, se abrió paso por todo eso y terminó por volar la roca en mil pedazos. Seguí cayendo, golpeada por todo lo que había en el aire, lista para caer a mi muerte segura. La explosión no me había matado, pero el impacto si lo haría, y nadie podía evitarlo.

Medio abrí los ojos, dándome cuenta de que estaba a punto de caer al agua, así que los cerré de nuevo, esperando el impacto.

Lo siento, Tony, fue mi último pensamiento.













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