15 ━━━ Let there be rock.

━━━ ❛ MOMENTUM XV ━━━

BEVERLY BLACKWELL


Nos encontrábamos en el laboratorio. Sólo bastaron un par de minutos para que algunos nos cambiáramos la ropa de la fiesta —porque había quedado hecha añicos—, ya que ahora se había suscitado una especie de reunión de emergencia. Me percaté por primera vez de que Victoria ya se encontraba de vuelta en la torre, y se había cambiado sus típicos atuendos elegantes por una ropa deportiva y zapatos de correr. Yo permanecía aparte, mirando a Tony, que observaba detenidamente los restos de una armadura destrozada sobre una de las mesas. Fruncía los labios en un mohín de contrariedad.

Me estaba tocando las cortadas de la mano izquierda cuando Bruce se pronunció por primera vez desde el incidente.

—Nuestro trabajo se perdió —dijo, lamentándose—. Ultron lo eliminó. Uso el internet como fuente de escape.

A pesar de ser uno de los más alejados en el laboratorio, Steve alzó los ojos y tensó la mandíbula, sumamente contrariado.

—Ultron —repitió, escupiendo las palabras como si de una maldición se tratase.

—¿Puedo preguntar cómo pasó esto? —pidió Victoria, tocándose las sienes como si estuviera a punto de sufrir una jaqueca monumental—. Pensé que sólo sería una fiesta.

Natasha se concentró durante unos instantes, girada hacia uno de los cristales y suspiró.

—Investigó todo. Expedientes, vigilancia —se volvió hacia nosotros y cruzó los brazos firmemente sobre el pecho—. Debe saber más de nosotros que nosotros mismos.

Clint, que permanecía de pie detrás de uno de los barandales, me miró esperando que dijera algo. En respuesta me encogí de hombros. Si él creía que yo tenía algún secreto oscuro en mis expedientes estaba equivocado. Miré al coronel Rhodes, quién decidieron presentarme a última hora, caminar por la habitación mientras se apretaba el brazo derecho. Parecía que se lo había golpeado.

—Leyó sus archivos... ¿Qué haremos si accede a información más interesante?

—Códigos nucleares —completó Hill, levantando la cabeza en forma de sorpresa ante sus propias palabras.

—Códigos nucleares —repitió Rhodes, de acuerdo con ella—. Hay que hacer varias llamadas, suponiendo que aún se pueda.

—¿Misiles? —fruncí el ceño—. Dijo que nos quería muertos.

Una extraña expresión pobló el rostro de Steve. Retiró los labios hasta que abrió la boca ligeramente, dándole un apretón a la orilla de la mesa. Luego, masculló:

—No dijo muertos. Dijo extintos.

—Y dijo que asesinó a alguien más —añadió Clint. Hill sacudió la cabeza.

—Pero no había nadie más en el edificio.

—Sí que lo había.

Vi a Tony apretar los dientes. Avanzó vagamente hasta el centro del laboratorio y alzó la tableta de sus manos, dándole una leve sacudida para mostrarnos un holograma altamente dañado. Todos se mostraron atentos a lo que estaba mostrando, y sus posturas se alteraron rápidamente con la situación. Fue Bruce quién dio un paso al frente para mirar de cerca el daño.

—¿Q-Qué? Es una locura —jadeó.

Steve, por enésima vez en lo que iba de la noche, negó con la cabeza con gesto desolado.

—Jarvis habría desactivado a Ultron. Tiene sentido.

—No —refutó Bruce—. Ultron habría asimilado a Jarvis. Esto no es estrategia, es ira.

Entrecerré los ojos viendo el holograma roto.

—¿Por qué estaría tan molesto? ¿Con quién? —pregunté.

Agucé la vista hacia Bruce, esperando que me respondiera algo. Él sacudió la cabeza a punto de decirme algo, pero se vio interrumpido por Thor, que acababa de entrar al laboratorio. Había sido él quien decidió ir detrás de Ultron, y al parecer no venía con buenas noticias. Sólo logré verle la capa roja, porque pasó de largo en dirección a Tony.

—La ira se está propagando —murmuró Clint, viendo la situación como un espectador entretenido.

Di un salto fuera del mesón en cuanto me di cuenta de lo que pretendía hacer el rubio. La vehemente ferocidad con la arremetió contra Tony me hizo estremecer, así que di una larga zancada en su dirección cuando tomó al pelinegro por el cuello. Me le puse en medio y le di un suave empujón hacia atrás.

—Bájalo —sentencié. El rubio me torció los ojos, pero no lo solté.

—Anda... Di lo que piensas —le respondió Tony, con la voz entrecortada gracias al fuerte agarre que ejercía Thor sobre su garganta.

—Creéme que tengo mucho que decir al respecto, Stark.

—Bájalo —repetí con obstinación.

—Thor, hazle caso a Beverly —repuso Steve en tono cansino—. El legionario.

Le di otro leve empujón al rubio hasta que finalmente se dignó a bajar a Tony. Le lanzó una turbia mirada antes de dignarse a contestarle a Steve. Yo me volví para ayudar a Tony a enderezarse después del impacto. Ah, qué ganas que tenía de matarlo, pero qué ganas me dieron de matar a Thor también por haberlo intentado estrangular. Si alguien iba a matar a Stark iba a ser yo.

—Lo perdí como a ciento sesenta kilómetros pero se dirige al norte. Y tiene el cetro, tenemos que recuperarlo, señores —dijo. Su pecho subía y bajaba irregularmente a causa de la tensión.

—No va a ser tan fácil como la primera vez —masculló Victoria, evidentemente irritada.

—Eso quedó más que claro —convino Natasha—. Nuestra amenaza es Ultron.

La doctora Cho, que hasta entonces no había pronunciado ni una palabra, murmuró con la vista pegada a la armadura rota que antes había visto Tony.

—No lo entiendo... Tú construiste el programa. ¿Por qué nos quiere asesinar?

Resonó una risa proveniente de la garganta de Tony. Se hizo el silencio por parte de todos los restantes durante dos latidos de corazón, y luego Thor esbozó una irónica mueca dedicada exclusivamente al pelinegro.

Pero es que era cierto. ¿De qué demonios se estaba riendo?

—¿Esto te divierte?

—No. Supongo que no... —contestó Tony, sin borrar la expresión de sarcasmo de su rostro. Absolutamente todos los demás,  sin excepción, nos quedamos paralizados y estupefactos por su actuar. Era peor porque Tony parecía ser incapaz de contener la risa—. ¿O sí? Más bien es terrible. Esto es... Sí, sí, esto es terrible.

Thor dio un par de pasos hacia el frente.

—Esto se habría evitado si no te hubieras metido con fuerzas que no entiendes.

—Oh, lo lamento. Lo lamento. Sí me divierte —graznó Tony. Daba la impresión de que intentaba ignorar a todos los demás y quería concentrarse solamente en responderle a Thor, porque dio una zancada hasta donde estaba el rubio y lo miró de forma airosa—. Es gracioso que no entiendas por qué era necesario.

Bruce hizo un mohín.

—Tony, tal vez sea mejor no empeorar las cosas.

—¿En serio? ¿Es todo? ¿Tú ruedas igual que un perro cada vez que alguien gruñe?

—Sólo cuando he creado un robot homicida.

—¡No era así! —exclamó Tony, abriendo los brazos de forma exasperada—. No estábamos cerca, ¿teníamos ya una interfaz?

Cuando Bruce hizo una mueca, Steve decidió interferir. Me sorprendía la forma en la que su rostro había adoptado una máscara de seriedad eterna, estaba apretando tanto los brazos contra el pecho que parecía que su camisa iba a reventar.

—Pues algo hicieron bien. Y lo hicieron aquí. Los Vengadores debían ser diferentes a SHIELD.

—¿Ya olvidaron el misil que llevé al agujero de gusano? —preguntó Tony.

—No. No lo habías mencionado.

—Salvé Nueva York. ¿Recuerdan? —elevó la voz—. Un ejército alienígena nos atacó a través de un agujero en el espacio. Justo ahora estamos debajo de él. Somos los Vengadores. Una cosa es pelear contra traficantes de armas todo el día, pero, eso que pasó allá arriba no es ningún juego. ¿Cómo planeaban vencer eso?

Steve permaneció con los ojos azules pegados a Tony, y con una expresión inescrutable en el rostro.

—Juntos —sentenció, a lo que Tony lo miró mortalmente serio.

—Nos vencerán.

—Nos vencerán juntos entonces —concluyó Steve. De pronto, la habitación entera se sumió en un silencio apesadumbrado. Eso, hasta que el rubio prosiguió—: Thor tiene razón. Antes de que se fortalezca tenemos que encontrarlo. El mundo es un lugar grande, empecemos a hacerlo pequeño —luego, se volvió hacia mí y me dedicó una sonrisa apenada—. Lo siento, Baverly. Sé que te dije que te dejaría pensarlo, pero las circunstancias han cambiado. Necesito saber tu decisión ahora. ¿Contamos contigo o no?

El corazón me latió desbocado cuando me hizo la pregunta. Me pareció prosaico y enormemente egoísta de mi parte vacilarlo, pero lo hice. Si me involucraba entonces eso significaba alejarme por un tiempo de la universidad, y por ende no me graduaría. La oportunidad que me había presentado la doctora Palmer también pasaba a ser un segundo plano. Pero entonces pensé, que si Ultron lograba su cometido, de igual manera yo sería incapaz de cumplir esas cosas. Así que opté por no echar tanta cabeza, sólo acabaría complicándolo todo aún más. Miré a Steve de forma perezosa y suspiré.

—Sí, ¿qué demonios da? No tengo nada mejor que hacer.





💎💎💎


Me desperté sobresaltada, con la respiración hecha añicos y el corazón latiéndome a una velocidad alarmante. Estaba segura de que había tenido una pesadilla, aunque no lo recordaba. El único indicio que me quedó fue la sensación de pánico que me estaba carcomiendo los nervios. 

Las cosas estaban fatal. ¿A quién se le hubiera ocurrido que durante todo ese tiempo que se la pasaban metidos en el laboratorio, Bruce y Tony, era porque habían estado creando a un robot homicida? Aunque estaba segura de que ese no había sido el plan inicial. Probablemente sólo una pequeña cosa había salido mal y había acabado por meternos a todos en un lío tremendo. Eso, aunado al hecho de que había aceptado deliberadamente ser parte de este equipo. Básicamente había tirado a la basura seis años de carrera. Pero era por una causa justa, ¿o no? ¿O acaso ese no era el trabajo de un médico? ¿Salvar vidas a toda costa y por todos los medios? ¿No estaba haciendo yo lo mismo al formar parte de ellos?

Lo que resultaba sorprendente era lo eufórica que me sentía ante ese hecho: yo sabía que el bienestar de la humanidad estaba en juego y aún así me parecía un chiste estar metida en ese rollo. De pronto la estúpida situación entre Thor y Tony se vio tan graciosa comparada con eso. Casi me daban ganas de regresar el tiempo.

Pero bien que ya había tomado una decisión y debía hacerle frente. No éramos mártires ni tampoco santos, y tampoco planeábamos convertirnos en unos.

Estuve fuera de la cama en tiempo récord. Me aseé y eché a andar fuera de la habitación en busca de alguien. Todos estaban con los nervios de punta y estaba segura de que estarían trabajando en la misión desde temprano. En primera instancia no coincidí con ninguno, así que preferí bajar a la cocina por algo para desayunar. El estómago me rugía con fuerza, recordándome que no había comido nada desde anoche. Me estaba comiendo un sándwich de queso cuando pegué la mirada al reloj de la pared, marcaba las nueve de la mañana y me di cuenta que había dormido menos de cuatro horas con respecto a la hora en la que me había ido a la cama. Qué mal dormir tenía últimamente. Junto al reloj había un pequeño calendario electrónico. Me causó curiosidad la fecha marcada, que me estaba alertando sobre algo.

Vaya suerte la mía. Me iba a desangrar en plena pelea contra Ultron. Sería mejor que comprara tampones antes de que surgiera algo.

Eché un vistazo a través del cristal de la cocina y observé curiosa como Tony pasaba caminando con una tableta en una mano... Y un whisky en la otra. Fruncí los labios a modo de desaprobación y salí detrás de él. Era una metiche de mierda. Estaba segura.

—Eh, albañil —lo llamé. El interpela detuvo su paso a mitad del corredor y se volvió para mirarme atento—. ¿No está muy temprano para tomarse un escocés?

Tony exhaló un suspiro.

—Pensé que me odiabas por haberte echado el ponche encima.

—Dijiste que había sido culpa de Thor.

—Fue de ambos —comentó, elevando un poco las comisuras de sus labios—. Probablemente estaba esperando que estuvieras más enfadada por ese hecho que por... lo otro.

Traté de no evidenciar el matiz personal que había tocado su comentario. No estaba dispuesta a cambiar mi postura.

—No tengo motivo para estar enfadada —murmuré, sacudiendo la cabeza—. Solamente fuiste claro con tus deseos.

—No, Beverly. Tú entendiste lo que quisiste, no lo que era.

—¿Qué?

—... Pero supongo que no es momento de hablar de eso.

Me quedé mirándolo y él se rió en voz baja ante mi cara de desconcierto. En verdad no lo comprendía, ni un poquito. Siempre me pillaba desprevenida y terminaba dejándome sin nada que decir. Estaba muy frustrada por eso. Muy.

—Hoy me toca a mí agradecerte a ti —me dijo, avanzando hasta donde yo me encontraba. Se puso de pie frente a mí y acercó su rostro al mío, lo suficiente como para que su aliento chocara directamente contra mi piel. Sólo eso bastó para que la piel se me erizara y un retortijón de inquietud me inundara el estómago—: Gracias por haberme salvado de un buen golpe anoche.

Y entonces, cuando pensé que me sonreiría o que se alejaría tras su agradecimiento, no lo hizo. En su lugar actuó de la forma más inesperada posible. Me puso un dedo debajo de la barbilla y me levantó la cara para besarme. Me besó, pero sólo duró un instante.

—Es hora de subir al laboratorio —murmuró aún contra mi boca. Se separó y me dedicó una ancha sonrisa, para luego terminar de alejarse y seguir su camino hacia el laboratorio.

Me dejó allí, de pie y sola en medio del vestíbulo, con la cara colorada y tan asombrada como aterrada.





💎💎💎


—¿Quién era esa morena con la que estaba hablando el cap anoche? —quiso saber Natasha, sentada frente a una de las computadoras del laboratorio.

Esa mañana había mucha luz. El sol brillaba con fuerza a través de los ventanales del laboratorio, donde nos encontrábamos. Estaba sentada encima del mesón revisando una de las tabletas mientras que Thor, de pie frente a mí y casi en medio de mis piernas, se encontraba entretenido mirando un pedazo de metal que había. En el lado más alejado del laboratorio se encontraba Tony, con el cual me negaba a hacer cualquier tipo de contacto visual después del incidente de hace unos momentos en los corredores. Estaba atravesando por una fase post-beso en la que solamente había un gran nerviosismo helándome el estómago.

Ni siquiera sabía qué demonios significaba eso.

—¿Cuál morena? —inquirió Bruce, sentado en una de las sillas de en frente.

—No lo sé, una con la que habló bastante rato cerca del bar.

—¿Estás segura que no te refieres a Sam? —Tony la miró divertido, a lo que la pelirroja negó con la cabeza escondiendo una pequeña sonrisa—. Estamos hablando del Cap. Sus sentimientos eternos por Victoria jamás lo van a dejar fijarse en otra cosa. Además, después de setenta años en el hielo quién sabe si eso funcione bien.

—No hables de su estalactita —murmuré haciendo una mueca, provocando la risa de los que estábamos en el laboratorio.

Era un gesto tranquilizante la habilidad que tenían ellos para sacar pequeños temas de conversación triviales en medio de tanta tensión. Sobretodo en ese momento que Steve nos había mandado a reunir diciendo que tenía información importante, así que lo estábamos esperando. No sólo faltaba él, ni Clint ni Victoria se hallaban en la habitación. Pero el comentario de Tony referente a unos «sentimientos eternos» de Steve para con Victoria había sido muy interesante. ¿Quién lo diría? Era una buena primicia para mí, puesto que ellos parecían estar muy acostumbrados al tema.

Luego de un par de minutos, los tres restantes aparecieron. Rogers se acercó primero hasta donde Thor y yo nos encontrábamos y le pasó una tableta al rubio con una imagen. De lejos pude verla, se trataba del científico loco que tenía el cetro la primera vez. Lo diferente era que ahora se encontraba muerto, y un lindo graffiti con la palabra «paz» se extendía por toda la pared de su celda. Estaba segura de que eso era sangre.

—¿Qué es eso? —preguntó Tony, acercándose también.

Thor le pegó de un manotazo la tableta a Tony contra el pecho.

—Un mensaje —aclaró Steve—. Ultron asesinó a Strucker.

—Y dejó un mural en la escena del crimen sólo para nosotros.

—Es completamente ridículo —masculló Victoria, cruzando los brazos—. Estaban relacionados de alguna manera.

Natasha alzó la mirada y se remojó los labios.

—Es una cortina de humo. ¿Por qué enviar un mensaje cuando acaba de dar un discurso?

—¿Para encubrir algo? —alcé una ceja. Steve asintió en mi dirección.

—Hay algo que Strucker sabía y que Ultron trata de encubrir.

La pelirroja se dirigió de nuevo a la computadora en la que estaba sentada. Tecleó un par de cosas, con gesto taciturno, y sacudió la cabeza.

—Sí, apuesto que... Sí. Toda información de Strucker fue borrada.

Tony se encogió de hombros.

—No toda.

Resulta que la torre tenía más compartimientos de los que todos sabían. Y también resultaba que Tony Stark no guardaba toda la información en computadoras, sino que tenía un montón de papeles interesantes resguardados en una sala en los primeros pisos del edificio. Cajas de todos los tamaños y colores, repletas de papeles nos estaban aguardando cuando bajamos. La información era demasiada, y nos veíamos obligados a revisar una por una para no perdernos de nada ni pasar nada por alto. Así que cada uno tomó una caja y se puso a leer, siendo la única alternativa que nos quedaba.

¿Nadie se ha dado cuenta que tengo una suerte de mierda? Porque la tengo. Mientras que todos, como personas normales, rebuscaban en los papeles de forma civilizada, Thor había comenzado a lanzar los papeles que no eran relevantes al aire. Incluso lanzó las cajas hacia atrás sin mirar, y terminó estampándomelas contra la cabeza y las rodillas. 

Ahogué un grito y gruñí.

—Serás Thorpe.

El rubio clavó sus ojos en mí y dio un respingo cuando se dio cuenta de lo que había hecho. De inmediato se acercó a dónde me encontraba y me sobó con cuidado el cabello.

—Lo siento, preciosa. Esa iba para Stark.

  — Pero me la lanzaste a mí  —refunfuñé, viendo la mancha rojiza que se acababa de formar en mis rodillas. Mal día para usar un vestido. 

Bufé cuando Thor volvió a lanzar más papeles al aire, desocupando las manos y así poder alzarme en sus brazos. Me depositó encima del mesón con las demás cajas y me sonrió.

 —Sanará en unos minutos.  

Rodé los ojos y di un salto fuera del mesón, a lo que el rubio negó con la cabeza.  Al mismo tiempo, Steve nos pasó por un lado cargando una ostentosa caja negra que puso sobre la mesa, justo a mi lado.

—Socios conocidos —la destapó en tono beligerante—. Strucker tenía muchos amigos.

—¡Estas personas son horribles! —jadeó Bruce.

—¿Esperabas modelos? —Victoria se echó a reír.

—Alto —interrumpió Tony, señalando el expediente que tenía Bruce en sus manos. Se lo quitó y lo observó detenidamente—. Yo lo conozco. Fue hace años, opera en África, en las costas vendiendo armas.

Steve le lanzó una mirada envenenada a Tony, a lo que él alzó las manos en señal de defensa.

—Hay convenciones, conoces gente. No le vendí nada —puso los ojos en blanco—. Dijo que buscaba algo nuevo. Estaba obsesionado —Thor señaló la foto—. Ah, ese tatuaje no lo tenía.

—No, estos son tatuajes. Esto es una marca.

De forma inmediata, Bruce se giró hasta la computadora para buscar el significado de la marca. Cuando lo halló, habló con nosotros de nuevo.

—Es una palabra en dialecto africano que significa «ladrón». De un modo no muy amistoso.

—¿Qué dialecto? —le preguntó Steve.

—Wakanada —balbuceó Bruce, pero después se corrigió a sí mismo—: Wakanda.

Steve y Tony compartieron una mirada tensa.

—Si logró salir de Wakanda con sus mercancías... —comenzó el pelinegro.

—Según tu padre él tenía lo último —completó Rogers, confundido.

Bruce contrajo los labios.

—No comprendo, ¿qué se obtiene en Wakanda?

—El metal más fuerte de la tierra —contestó Tony.

Steve soltó una bocanada de aire.

—¿Dónde está él ahora?








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