En una de las solitarias calles de Nápoles en Italia se oían los quejidos de una chica, en aquel callejón era donde una joven a la que llamaban "Alex" trabajaba.
Ella había Estado en el mundo de la prostitución desde sus 15 años, siendo ese ya su séptimo año en aquella profesión.
Una vez el hombre terminó lo que estaba haciendo le dio unos pocos euros y se fue.
Alex guardó el dinero en su sostén y volvió a acomodarse el vestido que portaba. Al salir de aquel callejón chocó con alguien, sin darse cuenta que había dejado caer algo.

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Una noche, al terminar una misa, el cura Carlo Bianchi estaba terminando de cerrar la iglesia junto con su mentor. Al despedirse, Carlo tomó su propio camino hasta su auto.
Este tenía otros planes antes de llegar a casa así que mientras caminaba algo distraído desataba el cuello de su sotana cuando alguien chocó con él. Aquella fémina se disculpó tímidamente y siguió su camino, al notar esto el cura bajo la mirada al suelo.
Una cadenilla de lo que parecía plata estaba a sus pies, tenía una placa con un nombre borrado.

Solo se entendía "Alex"