IV
Luciana contemplaba con enojo la hoja vacía, ya era medianoche y no había conseguido escribir nada, el bloqueo la había visitado en el peor momento. Tenía una basta experiencia en el género y lo que le estaba sucediendo suponía una burla del destino. Tamborileó los dedos sobre la mesa en un intento por forzarse a escribir; en otras ocasiones el título y el nombre de los personajes eran suficientes para arrancar la historia, pero ahora le producían una honda frustración. Al final optó por irse a dormir. Cuando la alarma sonó a las siete de la mañana, retomó la escritura; sin embargo, descansar no fue de gran ayuda, su mente seguía en blanco. Le irritaba pensar que Ander consiguiera su propósito y ella no. Si él lograba escribir una historia de romance sin obstáculo alguno, sería como admitir que tenía razón. Su némesis estaba en la habitación de junto, y caviló en que tal vez había secuestrado a sus musas. ¿Ma cosa dico? se reprochó. Se cambió de ropa y decidió bajar al primer piso.
Y como si el universo lo hubiera planeado, Ander y Luciana coincidieron en el pasillo.
—¿Terminaste tu historia? —inquirió Luciana sorprendida.
—Ya casi —respondió él—. ¿Tú?
—Estoy en la parte de la edición —mintió—. Salí a refrescar la mente, escribir agota, sabes a lo que me refiero.
Él asintió.
—¿Vamos a la cocina por algo caliente? —preguntó Ander con una sonrisa afable.
Ella aceptó de buena manera.
Al ingresar en la estancia, descubrieron que solo ellos estaban en la casa. Una nota de Milo en el refrigerador decía que volverían dentro de unas horas.
—¿Qué te parece? Tenemos la casa para los dos. —El tono de Ander sonó divertido, pero al ver la expresión de Luciana, rectificó—: Disculpa, a veces hago bromas sin pensar.
—¿Una broma? —La mujer frunció el entrecejo—. Admítelo, es una oportunidad increíble, los dos solos... —Caminó hacia él en actitud depredadora. Ander retrocedió, intimidado por los avances femeninos—. ¿Café o chocolate? —inquirió ella agarrando detrás de él dos tazas.
—Café... —respondió azorado. —Luciana le había atraído desde el primer momento en que la conoció, pero nunca se había atrevido a nada y ahora que la tenía tan cerca, temblaba como gelatina—. Solo café, por favor.
—Hace un día hermoso, ¿qué te parece dar un paseo ahora? Después la nieve aumentará y será imposible hacerlo. Y considerando que no empezamos bien, una salida podría mejorar las cosas —añadió Luciana con gesto sincero—. Hay un lugar que te encantará conocer.
—Suena bien —dijo él. Le encantaba la idea de pasear con Luciana—. Hay que abrigarnos más. No vayamos a terminar como paletas.
Ambos rieron por el comentario. Era un buen comienzo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top