II

Luego de una parada para hacer compras navideñas de último momento, arribaron a un conjunto de casas de construcción rústica. Al fondo se distinguían los Alpes orientales italianos cubiertos de nieve. Esa Navidad la pasarían en casa de Milo. En cuanto el auto se detuvo frente al hogar, dos mujeres salieron a recibirlos. Ander contempló a Luciana con sorpresa, no esperaba verla ahí. Su corazón latió deprisa.

—¡Ciao ragazzi! ¡Qué alegría que llegaron! —saludó la madre a los jóvenes—. Tenemos una invitada: Luciana pasará las navidades con nosotros —comunicó—. Pero no se queden ahí, pasen, adentro está caliente. Ander, ¿estás bien? Pareces sorprendido por algo.

—Estoy bien, Bianca. Solo que este lugar me ha dejado sin aliento; las montañas Dolomitas, la nieve cubriendo las calles, la decoración de las casas. La atmósfera navideña es envolvente. —No mentía. Los Alpes italianos y Cortina d'Ampezzo eran una belleza absoluta—. Traje obsequios, los pondré bajo el árbol.

La mujer agradeció el detalle.

—Si mi madre supiera que tu gesto se debe a Luciana —susurró Milo cruzando el umbral por delante de Ander—. Pierde el miedo y dile a mi prima cuanto la amas.

—Tengan, una taza de chocolate caliente con nata casera, ¡perfetta per l'inverno! —dijo la madre, feliz de tenerlos en casa.

—También es una buena compañía para un escritor. —Ander compuso un gesto alegre.

—Vas a necesitar mucho chocolate si vas a escribir un relato romántico —comentó Luciana con gesto burlón.

—¿Escribirás una historia de romance? —preguntó Bianca—. Me encantará leer esa faceta tuya.

—Es algo pasajero. No escribiré romance de forma permanente —aclaró—. Es un relato para una antología benéfica. —Volteó a ver a Luciana—. ¿Y tú cómo vas con tu historia? ¿Ya la terminaste?

—Estoy cerca del final... —contestó ella fingiendo seguridad. En realidad no había escrito nada, ni un solo párrafo que diera pie a una historia romántica.

Ander le dedicó una mirada escéptica, pero Luciana se mantuvo imperturbable. Moriría antes de que supiera que lo único que tenía era una hoja en blanco.

—Zia, me retiro a mi cuarto. —Luciana se despidió de su tía con un beso—. Tengo una historia que terminar. Nos vemos mañana.

—También me iré a mi habitación a escribir. —Ander no se quiso quedar atrás—. El día de mañana lo quiero dedicar a hacer turismo —anunció subiendo las escaleras al segundo piso.

—Que sea una noche productiva. Recuerda que mi prima te lleva mucha ventaja —acotó Milo riendo.

—¿Es mi imaginación o hay una competencia entre ellos? —preguntó Bianca a su hijo.

—La hay, y tengo curiosidad por saber quién ganará.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top