17 | Traición
CANDEL PROBITE
Recibir un nuevo día con las carnes abiertas y empapadas es una bendición de la que no disfrutaba desde hacía mucho tiempo. Y debo confesar que me siento de nuevo como una chica virginal a la que desfloran por primera vez. Me arde la vagina, el culo y las tetas; tal vez me dejé poseer de una forma un tanto salvaje sin tomar en cuenta que suelo estrecharme con la inactividad sexual.
Mis recuerdos de anoche son un tanto difusos por la cantidad de alcohol que bebí, también porque inhalé coca e inyecté heroina impulsada por volver a divertirme en extremo, como en los viejos tiempo. Siempre he sido desinhibida, atrevida, puta y fiestera, por lo tanto estar rodeada de tentaciones durante tantas horas saca toda mi esencia a la luz.
Y si a eso le agrego que Biana dió luz verde para que Valentin y yo nos divirtieramos en una noche libre por nuestro trabajo impecable entonces queda una versión muy yo y real que hizo y deshizo sin pena alguna.
El éxtasis que me atrapó con tantas sustancias en mi sistema sacó a flote toda esa tensión sexual acumulada, así que inicié un flirteo con el hombre que menos esperé que cediera, y no porque sea feo y yo poco atractiva, al contrario, está guapísimo, sino que con su pinta de matón malhumorado no imaginé que querría llevar de verdad a alguien a su cama. Creí que pasaría toda la noche oliéndole el culo a la vieja ricachona.
Las drogas no me hicieron perder la cordura, lo que sí perdí fue la decencia falsa que agregué a mi personaje en cubierto, susurrándole al galán a mitad de la fiesta que quería ser empalada por él, obviamente también perdí la virginidad adquirida por deshuso cuando decidí follar amarrada frente al mar con la mano derecha de Francis Rivera, Felipe.
Papacito baja bragas tan machote, con una virilidad increíble que me tiene al borde del colapso mental.
No sé qué hora es cuando despierto, lo que sí sé es que el hombre que me acompaña se sube con cuidado una vez más, dejando un reguero de besos por todo mi cuello. Es moreno, atractivo y con unos ojos bellisimos que le gritan al mundo entero: peligro.
Justo como me gustan. Malos.
Sus manos traviesas juegan con la piel de mis caderas mientras se cuela entre mis piernas, erizando cada milímitro de mi piel. Estoy que ardo, sonrío complacida cuando su mano se encierra alrededor de mi seno izquierdo a la vez que penetra mi canal mordiesqueando la oreja. Hasta podría ser romántico si no estuviese metida en una casa de traficantes.
Felipe me arranca gemidos y gritos que se estampan en las paredes de la habitación, la cual se enciende con la jornada de sexo mañanero que tanto había anhelado. La cadena de oro delgada que tiene en el cuello se estrella contra mi barbilla cada que se impulsa contra mí, sin quitarme los ojos de encima.
Cada embestida me empuja al borde de una montaña rusa sin rieles donde la caida es mortal. Yo no suelo enamorarme de los hombres, pero sí me enamoro de cómo usan sus penes, y siendo este tipo un amante creativo no me queda de otra que prepararme para la enculada de mi vida.
Cada choque resuena, estoy encharcada y me dejo ir entre sus brazos cuando alcanzo el máximo nivel de placer. Él no llega al orgasmo dentro de mí por cuidados supongo, no sabe que soy estéril y no lo juzgo; aunque siendo consciente y verdaderamente responsable era mucho más seguro coger con un condón, después de todo no nos conocemos.
Pero ya pensaré en las infecciones después, dicen que si andamos por la vida con miedos nunca viviremos.
Me quedo dormida una vez más y no vuelvo a abrir los ojos hasta que el olor a tabaco me saca de mi fabuloso sueño profundo. No me quejo porque tenía muchos meses sin descansar como bebé, y parte de eso es gracias al hombre que lleva un paño alrededor de la cintura mientras pasea por la terraza de la habitación, el ventanal me deja observarlo un largo rato mientras que fuma.
Las brisas caribeñas entran y me permito estirar los brazos mientras que escucho los pájaros cantar.
Hoy será un día maravilloso.
Casi me dan ganas de cantar como las princesas Disney.
Tuve una muy buena noche, pero ya es hora de volver al ruedo. Hay cosas que hacer y no me agrada dejar mucho tiempo a Biana rodeada de esta gente.
Entro en personaje, y salgo desnuda, analizando con cuidado al apetitoso moreno que debe tener un poco más de cuarenta años. Se ve serio, pensativo, tal vez algo preocupado.
—Buenos días —saludo, atravesando el ventanal para tomar el tabaco de entre su boca que se me antoja.
Nuestra llegada a México trajo muchos cambios en mi vida, una amistad con quien consideré traidora en algún momento de mi vida y un polvo que necesitaba.
Me jala por la cintura, plantándome un beso antes de que pueda darle una calada al tabaco y sonrío, admirando las olas que rompen en la orilla. La vista desde arriba en la terraza es espectacular.
—Me encanta México —suelto, chupando por fin y sintiendo el picor en la garganta.
Un habano de buena calidad, me gusta.
Y no es actuación cuando hablo, me encanta el país y quien me atiende ahora.
—La gente, la comida, los paisajes.
—A mí me encantas tú.
Me quita el tabaco, dejando caricias sutiles en mi espalda baja. Fuma un poco y se me hace tan sexy que mis ganas de follar se encienden nuevamente.
—La fiesta de anoche estuvo algo exagerada —suelto, indagando—. Qué buen regalo el que se llevó Biana.
—Y eso que no viste lo que le regaló a Gustavo —comenta divertido.
Gustavo Perdomo es el nuevo marido de Francis. No se van a casar según le entendí a Pepe, por cuestión de respeto a la memoria del antiguo marido y Jefe real de todo lo que la mamá de Biana controla ahora.
—No creo que al marido le regale algo mejor que a la hija —sigo picando a ver que saco y Pepe besa mi cuello, distraido y soltando información que necesito.
—Francis no confía en Biana todavía —Y es comprensible, una mujer como ella no puede ser tan pendeja—. De hecho yo tenía que vigilarla a ella, a ti y al otro chico que las acompaña.
—Y terminaste vigilando mi vagina. Que buen trabajo haces.
Me río.
Los hombres no son muy dificil de distraer. Piensan con la cabeza que no deben.
—Ahora ya sabes que no tengo vello púbico, justo lo que quería Francis —Me burlo.
Deja muchos besitos por mi mandíbula y me fastidia demasiado que el tipo se distraiga tanto conmigo, necesito más información.
Le escucho una risita traviesa.
—Cuidado, cariño, si me enciendes del todo no saldrás de aquí hasta la noche y tu jefa ha de quererte con ella —Le doy otra calada al habano y se lo regreso, mirándolo sin vergüenza alguna de estar completamente desnuda. Tiene el cabello ondulado y una nariz griega que me excita. Me encantan los extranjeros—. No quiero contradecir sus necesidades.
El bufido que suelta me hace sonreír.
—Todavia puedo tomarme unos minutos de más —Dice.
Pero no estoy aquí para andar follando, estoy aquí para trabajar. Una cosa es tener una noche libre y otra ser una irresponsable.
—Y yo debo ir con Biana. Parece que soy más tu mujer que su amiga.
—¿Y qué pasa con ser mi mujer? ¿No te agrada o qué?
—No me agrada que sus impulsos la junten con Imad. Ese tipo no me agrada —Vuelvo a pinchar al guapo que me acompaña. He logrado sacar muy poca información—. No le siento buena vibra.
—Y no te equivocas, es un hijo de puta. Francis no lo tolera.
Bingo.
—¿Y cómo es que tienen una relación entre familias?
Se me queda viendo, extraño. Y creo que tal vez pregunté de más.
—Los Fayyad tienen mucho poder, son los principales productores y distribuidores de Opio, controlan España y tienen uno de los mejores vinculos con Rusia. Nestor se alió con ellos en el pasado, con su muerte a Francis no le quedó de otra que mantener el lazo, no le conviene que se le cierren las puertas en el único país de lengua castellana en Europa. España es un conducto para sus negocios.
Interesante.
—Me dijiste que la hermana de Imad se casó con un Maklag, ¿no hay un Fayyad que despose a Francis? Digo, así el vinculo es menos frágil.
—Qué astuta mi mujer —Me da una nalgada que casi me hace orinar encima y me repugno por un momento, soy una zorra adicta al sexo—. El tío de Imad, Amin Fayyad, pidió la mano de Francis recien fallecido el difunto Nestor Rivera, ella se negó. Estuvieron a punto de romper relaciones, pero apareció Biana y ahora Imad está buscando la forma de arraigarse. Es un ganar-ganar, la jefa necesita de Los Fayyad y ellos necesitan de un impulso que consolide su importancia en la pirámide. En Italia, los Rinaldis tuvieron mucho poder, con la persecución con los Benedetti todos se perdieron del mapa. Actualmente, Los Fayyad están por encima.
—Wow, esto es como una película —finjo demencia. Demostrar mi inteligencia es peligroso, después de todo, Pepe no es de mi grupo y cada quien lucha por sus objetivos—. Que miedo caer aquí, y todo por acompañar a Bi a éstas estupidas audiciones.
Sonríe de lado, guardando un mechon de cabello rojo detras de mi oreja.
—Tú no te preocuoes, belleza. Si te portas bien conmigo yo me portaré bien contigo. Nada te va a pasar.
Me quedo muy quieta, metida en la actuación de europea tonta.
Tocan a la puerta, interrupiendo el momento. Pepe va al llamado de su jefa que necesita de él después de darme un beso y yo me visto rápido para salir de aquí.
Poco a poco voy cogiendo información, anoto todo en mi cabeza para ir armando ideas que puedan servirle a Biana.
MASSIMILIANO BENEDETTI
La gente salió a las calles a protestar en contra de Grani por su falta de mano dura para acabar con los ataques terroristas. Los cuerpos de seguridad están con el pueblo, apoyando a las multitudes, pero sobre todo, protegiéndolos de cualquier nuevo ataque.
Inició el toque de queda y van miles de detenidos. Se lanzó un comunicado acusando a Daris Faricci y a la casa Rinaldi, los cuales por supuesto negaron todo y fingieron un atentado para manipular a los votantes. Toda Italia está militarizada y se han levantado varios cuarteles en contra del gobierno, los cuales han sido neutralizados ya. Vuelos comerciales suspendidos, nadie entra y nadie sale del país.
El territorio sigue bajo ataques masivos donde por suerte no ha muerto nadie más, y debo admitir que a Elizabeth le quedó grande Italia. Ella no quiere seguir mis sugerencias tácticas y me temo que con ella o sin ella debo actuar, su vida no es la única que corre peligro.
Por eso vine.
Daris bebe de la taza y yo no me muevo, detallando cada gesto que hace. Santino Rinaldi no le acompaña pero sí los diez guardaespaldas que le cuidan el culo, está rodeado de su equipo de trabajo y aunque a mí solo me acompaña Spence no titubeo, no tengo miedo, ya saqué a mi gente de aquí. Ellos en Venezuela están bien.
Podría llamársele traición si lo vemos del lado del gobierno, para el cual se supone que trabajo ahora. Pero yo le llamo dar la cara.
Grani no quiere negociar y yo sé que si existe alguna solución es ésta. No es segura, pero es la única salida no sangrienta teniendo en cuenta el aumento porcentual de mortalidad que hemos experimentado los últimos meses por los ataques terroristas.
—¿Donde está Elizabeth? —pregunta el infeliz después de saborear y tragar con evidente gesto de disfrute—. ¿Por qué vinieron sus perros falderos?
Spence no habla.
—Querías negociar, a eso vinimos ¿Qué es lo que quieres?
Me observa, divertido.
Su cara es desagradable.
Este tipo salió de la nada, nació de la nada y me preocupa no saber de dónde es o quien es. No hay un historial, reseñas ni antecedentes siquiera, no tenemos información alguna. No hay nada.
Daris Faricci simplemente apareció respaldado por los Rinaldi y ya.
—El pueblo está cansado ya, tanta falta de disciplina y de huevos para controlar el ataque masivo en la nación. Grani cayó en las encuestas, no la quieren. Yo soy la esperanza, el renacer de Italia... Quiero que se retire de los comicios y que su partido anuncie un nuevo candidato.
Básicamente sería cederle el puesto a él, a ellos.
Elizabeth jamás permitiría eso.
—¿Qué clase de tramposo eres? ¿Te da tanto miedo que al final una mujer vieja pueda ganarte?
Estoy de malhumor, a nada de estallar y traspasarle un tiro en cada ojo.
—Mi gente no va a parar hasta que éste país quede bajo cenizas si ella no acepta que perdió, que somos más inteligentes que todas las piezas que maneja.
Me da risa lo que dice, y no disimulo ni un poco.
—No seas tan patético, tú no tienes gente, tú no tienes nada. No eres nadie. Es al reves, tú eres la gente de Santino Rinaldi, un titere con el que éste país estaría condenado —Me levanto y con el gesto sus guardaespaldas alzan las armas en mi contra, Spence los apunta en defensa. Le hago señas para que baje la pobre pistolita que se trajo. Este pobre bastardo no va a matar a nadie, no tiene las agallas de dar una orden sin que su jefe lo apruebe—. Aquí no negocias tú como capitán de nada, no eres más que un pobre diablo recién aparecido, jamás en tu vida has controlado nada y es tan estúpido de tu parte creer que gobernarás un país de forma autónoma sin que te digan que hacer... Es una pena que el jefe real no esté aquí, la próxima vez que venga quiero que Santino esté aquí, no hablo con payasos de bajo rango.
—No habrá próxima vez, eso te lo aseguro.
—Mejor para todos.
Todo está muy claro ya, ninguno de los tres dará su brazo a torcer, ni Grani, ni Rinaldi y yo mucho menos. Mi sugerencia era negociar y llegar a un acuerdo, pero tampoco puedo dejar que todo se joda, porque con la caída de Elizabeth y la consolidacion de estos asesinos en el poder iniciarán las persecuciones en nuestra contra.
Y este mundo está tan encochinado y corrupto que no habrá pueblito en otro continente donde podramos escondernos por mucho tiempo.
Se intentó, no funcionó y ahora toca prepararse para esta nueva guerra.
Necesito a mi equipo inteligente nuevamente para poder armar una estrategia que indiferentemente de lo que tengamos que hacer cuide de nuestra integridad, y no me interesa sacar del camino a más de un peón que esté trancando el paso. Como a Elizabeth Grani por ejemplo.
En este juego es la vida de mi familia o la de ellos.
Y mi hija y sobrinos van de primero en cualquier lista.
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