16 | Yo escojo

FIORELLA BENEDETTI







Desde la habitación escucho las risas de mis primos que abajo se divierten con Milagro; a veces envidio su capacidad de seguir la vida como si nada. Yo lo intento, pero primero me quedo sin mi mamá,  luego me adopta un desconocido, después mi padre regresa de la muerte y nos lleva de regreso a Italia y por último, volvemos a salir del país con otra desconocida.

Es un vaivén de emociones, demasiadas cosas en un tiempo no tan largo.

La ventana da de frente con la playa y aunque podría distraerme también con ellos decido quedarme en la cama viendo al techo. Estoy harta de correr de un continente a otro, de no poder ser una niña normal y vivir en una inestabilidad enorme.

Pienso en Marbella, es lo único que me permite sobrellevar mi existencia. No he dejado de extrañarla en ningún momento. El tiempo pasa y las lágrimas nunca se van.

Debo conseguir alguna forma de continuar, una actividad que me distraiga de tanta oscuridad que agobia mis pensamientos. Apenas tengo doce años, no debería ser tan aburrida y apática.

No es normal.

Entonces saco la pequeña bolsa que le robé a mi padre antes de marcharnos de Italia. La conseguí en su equipaje y por el contenido estoy segura de que su tenencia no es legal, nadie puede guardar un collar tan antiguo y evidentemente costoso. Mucho menos llevarlo consigo como si fuera de fantasía.

El collar que saco de la bolsa pesa un montón, lo detallo con cuidado y decido volver a guardarlo. Debe ser secreto, además de que tenerlo podría significar alguna carta mágica que tal vez necesite en contra de Massimiliano que siempre busca aplastar mis deseos.

Podría regresar con Nader tal vez si lo chantajeo.

La voz de Milagro, llamándome desde las escaleras me sobresalta y guardo todo debajo de la cama, rápido. Salto fuera la habitación y casi sonrío, pero no lo hago porque ya sería demasiado sospechoso de mi parte.

Siempre he pensado que para disimular debes actuar como habitualmente lo haces. Y yo no soy muy sonriente, tampoco obediente.

—¿Qué quieres?

—Vamos a comer —avisa.

Son casi las diez de la mañana y aunque mi estomago cruje con la mención de la palabra "comer", me niego solo por llevar la contraria.

—No.

Y me devuelvo a la habitación por algunos minutos antes de bajar a desayunar finalmente con la boca hecha aguas.

Devan tiene una sonrisota en la cara, la cual se esplaya mas al verme.

—Ya llegó el Grinch —La burlita no me interesa, estoy acostumbrada—. Cuidado, Mili. Si te toca te envenenas.

Le muestro el dedo del medio.

—No la molestes —lo regaña.

Diva se cubre la boca tratando de reprimir la risa, pero igual la escucho. Paso el pulgar derecho por mi cuello, en una seña de que los voy a matar en cuanto se descuiden.

—Uy que miedo, la loca salió de su cueva —Sigue Devan.

La verdad es que no les haría daño, acostumbramos a pelear. Pero suelo decir cosas hirientes para desquitarme.

Esta vez me callo.

Milagro recibe una llamada y aplaude emocionada.

—Chicos, Massimiliano dejó la orden de recontactar a Nader. Sabe lo importante que es para ustedes —Muestra el móvil antes de atender la llamada, leo su nombre y no me lo puedo creer.

Milagro saluda a nuestro papi y vuelve a voltear la pantalla para que veamos al libanes que sonrié en cuanto nos ve.

Solo de esa forma logro sonreír genuinamente.

—¡Papito! —Pego un grito, arrancándole el teléfono a la lame bolas de Massimiliano—. Te he echado de menos.

—¡Mi pequeña terremotos!

Se me nubla la vista con las lágrimas y Devan y Diva se incorporan junto a mí para saludar al hombre que nos salvó, crió y dio todo lo que estuvo a su alcance por mucho tiempo.

—¡Papá Nader! —lo saluda Diva emocionada.

—Bendición, pa.

Devan es algo extraño, siento que es el único de nosotros que se parece a Massimiliano en actitud aún cuando no lo vimos en años. Tal vez es algo genético.

Sin embargo, su cariño por Nader es real. Los tres lo amamos y estamos agradecido con él.

—¿Cómo se portan, niños? ¿Han comido bien?

Asentimos.

Que no esté a gusto no significa que me traten mal, al contrario. Aunque Milagro no me cae bien nos cuida muy bien, y debo admitir que Massimiliano también ha estado al pendiente de nosotros.

—Te extraño mucho —le digo.

—¡Sí!

—Y yo a ustedes, chicos.

BIANA TORRES











Alzo la copa, celebrando con Candel y Valentín nuestro primer logro de forma anónima. Nuestras miradas se conectan entre el resto de las personas y me dejo abrazar por Francis que tiene algunas copas de más.

Odio lidiar con borrachos.

La mujer es tan gastiva que decidió hacer una fiesta de presentación para mí. Para que su hija sea agazajada y conocida entre los suyos.

Patético.

—¡Estoy muy feliz de que estés aquí! —Exclama, zarandeándome, efusiva.

La fiesta es privada, en una de las propiedades que tiene frente a Playa del Carmen. Hay bailarinas exóticas danzando entre la gente y meseras exhibicionistas que reparten vino o líneas de cocaina.

La invitación surgió a inicio de semana, me subió a su avión privado desde la capital y llegamos aquí.

Hay jaulas con tigres y leones de exhibición, tambien serpientes enormes y monos. Una cantante afroamericana que canta blues en una plazoleta y a la que nadie escucha en realidad.

—Tengo un regalo para ti —Y me jala con ella hasta el estacionamiento que no está tan lejos para que reciba un Rolls-Royce Boat Tail del año.

Mi santa madre.

La gente aplaude eufórica y los fuegos artificiales se llevan la atención de todos, incluida la mía. No me siento muy cómoda con esto pero trato de sonreír. Candel y Valentin me observan a lo lejos, alzando sus copas hacia mí y no me queda de otra que sonreír.

Una fiesta, regalos y atenciones, todo pagado con dinero sucio, dinero de niños desaparecidos, de mujeres violadas, de personas que fueron desvividos por gusto de otros.

Me trago todo el líquido de la copa, tratando de embriagar la moral que una vez más se alza para que no me deje llevar por lujos y acciones despampanantes. Todo está tan mal.

¿Cómo esta gente puede dormir por las noches?

—Hace muchos años fui una mujer bruta —La jefa alza la voz. Todos la ven y escuchan—. Tuve una hija que no cuidé y abandoné, la dejé en el olvido. Me hundí en el bajo mundo y aunque pude sobrevivir la cara me pesaba de tanta vergüenza que decidí no regresar. Pero el tiempo cura todo, y por cosas de la vida ella volvió a encontrarse conmigo.

Me sonríe, tomando mi mano.

No dejo de ver a mis chicos, los cuales me pelan los ojos tratando de que yo cambie el gesto. Sonrío una vez más y ellos se calman.

—Y ahora está aquí, estamos armando nuestro vínculo, juntas. Nunca la amé tanto como ahora. Gracias, hija, por permitirme esta oportunidad para redimirme. Para ser una mejor madre.

El acto culmina con un abrazo de mi parte que pone a todos a aplaudir.

Ella no se suelta de mi brazo y me lleva a conocer a sus socios, conocidos importantes y al nuevo marido que tiene, el cual no me observa con mucho gusto que se diga.

Logro separarme de ella y me voy al baño a vomitar cuando un flashback de mis vivencias en China me golpean. Las manos me sudan y trato de refrescarme con el agua del lavamanos sin sacarme el maquillaje por completo.

La fiesta es playera, por lo que llevo un pareo rojo que cubre el bikini negro que llevo. Un tanto sexy.

Me arreglo las tiras del bañador en la parte superior y sonrío para ver mi aspecto coqueto y prolijo.

Todo va a estar bien. Yo puedo hacerlo.

—Acaban de llegar los Fayyad. Descubrí que son Sirios, controlan el 80% del comercio en España y ahora están en alianza de matrimonio con los Maklag. Así que también controlan Costa Cruz, claro, en un bajo porcentaje.

Respiro profundo con la aparición de Candel.

—Deberías relacionarte con Imad por algo mas que sexo. Él no es el casado, aprovecha.

Volteo a verla.

—¿Qué? La tensión entre ustedes se sintió hasta en Rusia —se ríe—. Al menos usa el culo para algo valioso.

Me echo a reir.

—Lo tendré en cuenta.

Salgo del baño con ella a mi lado. La gente me observa de arriba a bajo y no me dejo intimidar, alzando la barbilla con altives. Una de las meseras pasa por mi lado ofreciendo drogas y me niego educadamente porque ni en mi mejor actuación podría atentar contra mi sistema nervioso central de esa forma.

Estoy aturdida y aunque disimulo muy bien la incomodidad termino buscando un lugar alejado de todos para respirar y disfrutar de un poco de la soledad y el silencio a medias. No espero que Imad se acerque, mucho menos que me ofrezca un cigarrillo que le acepto para seguir en el papel.

—No te ves muy a gusto —Me encanta su voz.

—Solo estoy cansada. Hoy tuve un día largo, y parece que aun no acaba.

Me llevo el pitillo a la boca para que él lo encienda. El humo se mete en mis pulmones y lo expulso con sumo cuidado.

Silencio.

—¿Te es fácil perdonar?

La pregunta es algo tramposa, pero decido ser yo misma.

Niego.

—Vi a mi madre en El Salvador, le di una cachetada, le grité y exigí que no volviera a buscarme.

Sus ojos verdosos se explayan de impresión, aunque termina riendo un poco, divertido con la confesión.

—Entonces eres rencorosa.

—Sensible, impulsiva y atrevida. Eso soy.

Asiente.

—Crecer sin una madre es difícil. Cargo heridas que no van a sanar sin su ayuda, y traumas que solo superaré estando con ella —Es una verdad a medias—. Y después de todo es mi mamá, y quiero sanar a mi niña interior experimentando el sentimiento de amarla.

—Vaya... toda una poeta.

La oscuridad que percibo en Imad es intensa. No es el tipo de vibra pesada que se me hacía seductora en Massimiliano, es otra cosa... Como si existiera diferencia alguna entre un diablo más diablo que otro.

El Sirio es muy guapo indudablemente, pero por algún motivo mis alertas se encienden al verlo. Es como si él fuese aún peor de lo que puedo pensar.

—¿Y tú? —le pregunto—. ¿Quién eres?

—Noto un poco de curiosidad.

Que se haga el misterioso genera mas duda.

—Te me haces muy guapo, para no decir follable —Lo suelto, pícara, segura de mí misma y sin vergüenza —. Pero como hija de Francis Rivera no me puedo dar el lujo de andar con la plebe. Así que quiero saber quien eres antes de.

El comentario lo hace sonreír de lado, prepotente.

—¿Estás buscando marido o un polvo de una sola noche? —alza las cejas, divertido—. Demasiada exigencia de ser la última.

Que se cruce de brazos me indica que está a la defensiva. Mi comentario hirió su ego seguramente más elevado de lo normal.

—Busco divertirme con la persona indicada.

El tipo es hermético y casi me frustro.

—Y si no tengo un apellido importante no soy indicado, eso entiendo.

Me río.

—No te victimices, bebé. Se llama hipergamia, es normal en las mujeres ¿O tu masculinidad débil no permite que una mujer dude de si eres follable o no?

—Eres tan graciosa, Biana —Ríe. Pero no es una risa divertida, es macabra—. Por suerte para ti, soy la nueva cabeza de Los Fayyad, y controlo a España como me place.

Candel tenía razón.

—¿Por suerte para mí?

Se acerca peligrosamente y no me muevo ni un poco, esperando que la tentación se haga insoportable.

—Sí, eres quien busca un hombre de familia importante para follar ¿no? —El sarcasmo se adueña de él—. Aunque te aseguro que de no serlo igual te llevaría a la cama.

—Me huele a sociopatía con Narcisismo, justo como me gustan a mí.

—Te faltó "peligroso".

Sonrío, viendo su boca rosada que se humedece.

—Los hombres peligrosos no dicen que lo son —me burlo—, y lamento decepcionarte, Imad, pero de ser un pobre muerto de hambre no estarías hablando conmigo, porque tú no decides nada. Yo escojo a quien me follo.

Su risita cínica me irrita y excita a la vez. Trata de besarme pero lo esquivo, alejándome de inmediato, mas por no darle el gusto que por otra cosa. Las humillaciones pasivas no van conmigo.

¿Qué es esa seguridad suya? Ni que yo fuera una zorra cualquiera.

Le doy otra calada al cigarro antes de tirarlo al suelo.

—Vuelvo y repito: Tú no decides nada. Yo escojo a quién me follo.

Sus ojos se oscurecen y me doy la vuelta para regresar con Francis.

Igualado.

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