11 | La familia siempre debe estar unida

MASSIMILIANO BENEDETTI








Las calles empapadas de Londres nos reciben, el clima fresco no está tan alejado de como lo recordaba. La comitiva real nos escolta, siguiendo el vehiculo que nos traslada al Palacio de Westminster para la reunión con Richard Subak, primer ministro de Inglaterra y el resto de los representantes de Gran Bretaña. El movimiento es discreto, los transeúntes ingleses ignoran la llegada del ladron número uno de su tierra y me parece que la falta de policias en el acto es una forma de hacernos ver que no están tomando tan enserio mi solicitud de alianza.

Elizabeth va a mi lado, en silencio al igual que su equipo. Me palpitan las sienes y el chofer que nos lleva, y el cual va a mi lado no para de ver por el retrovisor. Es un gesto nervioso y se me hace un tanto sospechoso, sin embargo, trato de relajarme mientras avisto el palacio a lo lejos. Hemos llegado.

Me pican las manos, no sé cómo vayan a actuar estos hijos de puta una vez que me vean. Conversé con Subak por teléfono y llegamos a un acuerdo de intereses para recibirnos y abogar por nosotros ante los demas países independientes, sin embargo, no soy precisamente un invitado grato, les robé las Nefitas en sus narices y supongo que alguna consecuencia ha de haber.

No puedo ser intocable toda la vida, y menos ahora que he perdido todo el poder que logré manejar en su momento.

Descendemos después de recibir la orden para hacerlo y custodiados ingresamos a Las Casas del Parlamento. Nos llevan hasta el salón donde nos recibe Richard, y allí sí hay guardias por todos lados. Debo dejar mi Beretta afuera obligatoriamente y aunque me excuso con la placa asquerosa del SIPM que ahora llevo se me indica que a la reunión no puedo ingresar con armas de fuego.

—Bienvenidos —Saluda el moreno asintiendo con la cabeza levemente. Echo un vistazo a las demás personas que le acompañan. Son quince en total, demasiada gente teniendo en cuenta que son cuatro países—. Bienvenida, presidenta.

Grani devuelve el gesto, tomando asiento donde se le indica.

Solo conozco los rostros ingleses, todos van vestidos de etiqueta, se nota que han tenido éxito dentro de la Monarquía. Los demás tienen buena pinta, aunque me fastidia sus caras estiradas y que murmuren entre ellos al observarme.

Sí, soy un jodido delincuente ¿Y que?

—¿Están todos cómodos? ¿Desean té, cafe, algo con lo que podamos relajarnos un poco antes de dar inicio?

En mi grupo todos declinan, a excepción de Grani que pide un Té. Mujer tenía que ser, y peor siendo jefe de estado.

—¿Qué tal estuvo el viaje? —Sigue el Ministro.

—Dejemos los rodeos, las formalidades y todos estos estúpidos protocolos. Yo no quiero cafe y tampoco me quiero sentar. Elizabeth, no hay té, tomarás agua de regreso.

Ella se timbra.

No me interesa quien sea ella. Ahorita estoy al mando yo.

—Excelente —Aplaudo, haciéndole señas a uno de mis hombres para que acerque el cofre que traigo desde Roma—. Acá está lo ultimo que tenía en mi propiedad, el resto yace en manos Rusas.

Es una mentira piadosa, no puedo simplemente deshacerme de lo único en la tierra que puede asegurar una lucha justa y medio par contra otra nación.

No tengo un equipo consolidado, de confianza. Me aparté por completo de todo lo que había construido y lo único con lo que cuento ahora es con una pequeña cantidad de Nefitas.

El agente encargado de transportar los diamantes abre el cofre, mostrando el huevecillo transparente y con la suficiente seguridad para resguardar las pequeñas piedras radiactivas por las que hoy todo el planeta se pelea y está a nada de uniciar una guerra.

De inmediato el resto de las personas entran en panico, todos menos Richard que asiente hacia mí. Un trato es un trato.

—Ahora necesito que respaldes la corriente de Grani —Mi petición suena a orden—. Que como líder convenzas al resto de Gran Bretaña de apoyarnos.

—Se acerca una guerra —responde—. Mi deber es tomar una postura neutral, mantener mi pais al margen de un conflicto bélico externo.

Trato de no partirle el cuello en dos con lo que dice. No vine desde Roma  para escuchar su negativa. Los demas  asienten con lo que dice él.

—Robaste las Nefitas, traes mucho menos de lo que te llevaste y crees que con eso vas a conseguir el perdón absoluto de Inglaterra —Se ríe y con él el resto de su gente—. No puedo darle un premio a un ladrón. No puedo obligar a los demás de unirse a tu lucha.

Elizabeth no se mueve, nuestro grupo clava la vista en el suelo y yo doy un paso adelante, sosteniéndole la mirada al hombre que muestra una expresión altiva. Con razón no permitieron que ingresara mi Beretta.

Se podía poner sangrienta la reunión.

—No vine a conseguir un premio por entregarles mercancia robada e incompleta. Vine a pedir que respalden el gobierno de Grani, que respalden a Italia y que el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte marche junto a nosotros contra Rusia y los tentáculos que buscan apoderarse de mi país —Rujo, viéndome contra la espada y la pared. No tengo mas ideas de ellos darnos la espalda, estamos solos—. Solo debemos superar las elecciones y me encargaré de regresar cada maldito pedazo de sus diamantes.

Un minuto de silencio.

De aceptar como se tenía previsto, igualmente tendríamos que reunirnos con el equipo de Faricci para negociar. No podemos dejar que sigan atacando el territorio Italiano, el pueblo se pone en contra de Grani y su derrota significaría la consolidación del mal en Italia y el inicio formal de la tercera guerra mundial.

—Es toda una delicia tenerte casi arrodillado y pidiendo ayuda, Massimiliano ¿No es hermoso? —Su gente se ríe—. Después de robarnos tenerte de vuelta mendigando perdón. Aunque no creo haber escuchado la palabra específicamente.

No puedo perder la calma, no puedo perder el control. No cuando arruinar esto significaría estar completamente perdidos.

—De acuerdo, cuenta con Inglaterra.

Y me permito volver a respirar con normalidad. Tantos gobiernos en el mundo y todos nos han dado la espalda, excusándose con los principios de no intervención. Solo Inglaterra ha accedido hasta ahora, y unicamene con la condición de recuperar esos malditos diamantes.

—Gales respaldará a Italia —Jaru Wok, Ministra principal de Gales alza la voz.

—Irlanda respaldará a Italia.

Escocia es el último país en sumarse.

—Gran Bretaña respaldará a Italia —Richard estira su mano hacia mí y la estrecho.

—No puede hacerse pública esta reunión, no hasta que me reuna con Daris Faricci y negociemos un acuerdo interno.

Asiente.

No debo permitir que otras naciones corran peligro de ataques terroristas por consecuencia de su apoyo a Grani.

Los ojos de la presidenta brillan y le sonrío, estarían toltalmente perdidos sin mí.

No se hagan ilusiones, no soy el mesías de Europa, tampoco un salvador o un delincuente que busca redimirse. Mi regreso a Italia tiene un trasfondo mas complejo que eso. Además, soy un villano, no un monstruo.

El regreso a Roma es tranquilo, el grupo brinda y celebra mientras que yo aprovecho de echarme una siesta con hiperactividad cerebral. No dejo de dar vueltas, buscando altermativas y creando planes para el encuentro con el titere que puso Santino Rinaldi a competir en los comicios electorales. Los bombardeos y ataques simultaneos por toda la patria de Victor Manuel II han cesado segun me informa Spence y aprovecho de volver a casa para chequear que los niños estén bien y siguiendo las ordenes que dejé.

Milagros es quien me recibe, la traje de Venezuela porque lidiar con adolescentes no es facil y yo sinceramente no tengo ni el tiempo ni la paciencia para berrinches y disputas familiares. Ella es quien me ha estado ayudando con ellos.

Diva y Devan se han adaptado de maravillas, pero Fiorella es el grano en el culo de la casa. Supongo es que un karma personal, porque con ella las empiezo a pagar todas y cada una de las que he hecho.

—No ha salido de su habitación desde la mañana, la profesora intentó conversar con ella y no aceptó ver clases.

Mientras estemos en Italia ellos tendran una profesora particular. No voy a exponerlos, y menos con tantos enemigos fuera tejiendo una red de venganza junto a Santino Rinaldi en contra de la dinastía Benedetti.

—Tus sobrinos ahora estan afuera por si deseas verlos.

Asiento, yendome directo por las escaleras. La habitación de mi hija está asegurada y golpeo la puerta para que abra.

—Abre, Fiorella.

—No eres bienvenido aquí.

—No tengo tiempo para esto, niña —advierto, con las orejas empezando a calentarse por la impotencia de verme manipulado por una mocosa—. Abre ya.

No recibo una respuesta y lo primero que se me ocurre es meterle un tiro a la cerradura, volando parte de la madera de la puerta.

Escucho el grito de Mili abajo y paso a la habitación guardando la Beretta, de mal humor y encontrando a Fiorella sentada sobre su cama, no se mueve al verme. Solo respira, y ojala que fuese por miedo.

Pero no, la niña es terca, temeraria y mal comportada.

—Eres una bestia bruta —suelta, calmada pero con evidente mal humor.

—Esta es la última vez que te encierras, es la última vez que no obedeces y tambien es la última vez que te rehusas a ver clases.

La ira sigue creciendo dentro de mi pecho pero me contengo porque al final es una niña.

—O si no qué.

Me le quedo viendo, y paso saliva. Estoy al limite de la paciencia, y aunque tuve un buen día no hay algo que me joda más que lidiar con gente estúpida, sobre todo si es gente estupida y pequeña.

—Massi pero que has hecho —Mili aparece, mirándome llena de odio—. ¡Es una niña! ¡Es tu hija! Como puedes usar psicoterror con ella.

—Tú no me defiendas, no te conozco —Se alza la rubia poniéndose de pie—. Y tampoco soy su hija, mi papá es Nader. Un hombre que sí sabe criar niños, darles amor y comprenderlos.

Sus ojos se llenan de lágrimas.

—No debí venir, fue un impulso estúpido. Debí quedarme con mi papá.

—¡Yo soy tu padre!

—¡Tú no eres mi padre! ¡Me abandonaste! ¡Y por tu culpa mamá murió! —Grita, tiene la cara empapada y por un segundo siento pena. Aunque luego el sentimiento se transforma en impotencia—. No tienes ningún derecho de exigirme algo, nunca has sido un buen padre.

Salgo de la habitación de inmediato para no decir cosas que puedan empeorar el estado de ánimo de la niña. Y al final tiene toda la razón, no puedo culparla por sentir odio y resentimiento hacia mí. Solo he sabido causarle dolor.

Mi celular suena y contesto sin ver quien llama, por suerte es Spence. Le aviso que voy de camino a la base, se me hace buena idea salir de aquí para distraerme con trabajo, que hay mucho por hacer de hecho.

Abajo consigo a Devan y Diva, se ríen entre ellos hasta que me ven y sus caras palidecen. Entonces decido ser humano por primera vez en la vida.

Puedo escuchar a Giulia diciéndome que es lo correcto.

—Oigan, chicos. Lamento haber huido cuando cayó la casa Benedetti, lamento no haber cumplido con la promesa que le hice a su madre justo en su lecho de muerte —Los chicos se ven entre ellos, medio extrañados—. Sé que es tarde, que probablemente guarden sentimientos parecidos a los de Fiorella. Pero quiero que sepan que somos familia, que estoy aquí de nuevo y que mientras yo respire voy a matar a todo aquel que quiera hacerles daño.

Devan es el primero en sonreír. La chispa en sus ojos me recuerda a mí cuando era adolescente.

—Tío, muy dentro de mí sabía que no estabas muerto. Gracias por volver, mamá decía que la familia siempre debía estar unida.

Vislumbro en mi sobrina una lágrima cayendo por su mejilla, la cual se limpia de inmediato.

—Fiorella tarde o temprano va a aceptar que nuestro lugar es en Italia contigo —Diva habla y parece sincera.

—De acuerdo, niños, la situación no ha dejado de ser peligrosa para nosotros. Tengo que reponer los cimientos de nuestra familia y necesito que ayuden con eso ¿vale? Solo obedezcan.

Ellos asienten.

Me despido de ellos para salir a encontrarme con mi hermano mayor. De salida Mili me reprende por la situación con Fiorella y aunque la mando a comer mierda luego le agradezco por ser mi mano derecho y cuidar de la última generación de Benedettis.

—Ya te oí, Don amargado —dice bajito, acompañándome al vehículo—. Eres todo un tierno. Ahora trata de tener una conversación civilizada y empática con tu hija. Ambos lo necesitan.

Ni le respondo, subiendo al auto de inmediato para largarme. La veo a través de la ventana con su risita burlona, se acomoda los lentes y le lanzo un cornetazo antes de irme.

Estaría perdido de no ser por ella.


1/5

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Empezamos con el maratón.

¡Yei!

Los siguientes 4 capítulo seran desbloqueados en secuencia inmediata una vez que éste capítulo llegue a 310 comentarios y 110 votos.

Yo sé como son ustedes de insistentes, sé que lo lograrán pronto. Nos leemos.

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