Volviendo a la normalidad


Bueno... Sabía que la vampira era pequeña pero no creyó que su nuevo tamaño le afectará mucho... Debió haber sabido que al ser tan pequeña sería fácil de perder en una librería tan grande, evitó suspirar y comenzó a buscar a la niña hasta que finalmente dio con ella intentando sacar un libro de una estantería, demasiado alto para ella, elevo una ceja pero se quedó quieto en su lugar esperando a ver que hacía.

— Mhmm... — Murmuró la niña inflando sus mejillas para luego ver alrededor y sacar varios libros haciendo una escalera para subir y tomar el que quería ¡Lo logro! Ja, y sin ayuda.

Sintiéndose realizada dejo los libros en su lugar para luego mirar alrededor buscando a su compañía.

— ¿Encontró lo que estaba buscando? — Pregunto el demonio apareciendo cual ninja a su lado provocando que diera un pequeño salto.

— S-Si... — Contesto sujetando el libro en sus pequeñas manos. — vamos a pagar. — Elevo su mano y el demonio arqueo una ceja. — Si no me das la mano podemos separarnos de nuevo... — Susurro con un leve sonrojo.

— Oh por supuesto, no queremos eso. — Sonrió tomando su suave y delicada mano entre las suyas para ir a la caja para pagar el libro y poder salir de la librería.

Una vez en el carruaje de vuelta Skye miro el libro entre sus manos algo pensativa para luego mirar a Sebastián de forma tímida.

— ¿Crees que le guste el libro? — Pregunto suavemente y el mayordomo debía admitir que la pequeña estaba al nivel de un gatito en niveles de adorabilidad.

— Estoy seguro que al joven amo le encantará. — Contesto con una leve sonrisa logrando tranquilizar a la niña.

— Si, de verdad le gustará. — Sonrió apretando el libro contra su pecho con una sonrisa emocionada en sus labios.

— — ( O — O ) — —

Ciel suspiro luego de su clase de francés pensando en formas de lograr que su enfermera volviera a su estado original, sin tener que obligar la, nada venía a su cerebro y por un momento se imaginó estar en su lugar, de vuelta a aquellos años donde no conocía lo contaminado que estaba el mundo, y era un simple niño amado por sus padres, pasó una mano por su rostro, nada ganaba pensando en aquello ahora.

Pensándolo bien aún no terminaba de descifrar el puzzle que era la historia de empleada, tenía varias piezas del rompecabezas pero aún faltaba poder ver la imagen completa que le diera las respuestas que quería, la paciencia se le estaba agotando pero aún así... Sentía que la presencia de la vampira no era mala, era casi tan competente como Sebastián y bastantes aspectos más humana que el mismo... Además estaba si café, que era mejor que cualquier era probado y eso siempre era un plus.

— Joven amo, ya regresamos. — Anuncio Sebastián tocando la puerta de su estudio.

— Pueden pasar. — Respondió viendo al mayordomo entrar con la niña.

— Traje este libro... Espero que te guste. — Dijo algo nerviosa la pequeña extendiendo el libro.

— ¿La doncella hada? — Sonaba como un libro que Lizzie amaría y realmente no le atraía mucho pero al ver a Skye mordiendo su labio insegura de su elección no pudo evitar permitirle esto. — Muy bien, siéntate ¿No querías que te lo leyera? — Pregunto viendo la sonreír.

— ¡Si! — contesto subiéndose a sus regazo para acomodarse esperando que le leyera el ganándose un sonrojo del noble. 

— Había una vez...

En un pequeño pueblo muy muy lejos, una pequeña niña con la sonrisa más grande que cualquiera pudiera haber visto, que era amada por casi todos en el pueblo, lamentablemente no todos en el pueblo tenían un corazón tan grande como la pequeña y envidiaban a su familia y a la pequeña por lo que con crueles palabras y acciones comenzaron a hostigar a la niña cada vez que estaba sola.

Lo que los aldeanos no sabían era que la pequeña era amada por la naturaleza y a medida que iba creciendo está la iba queriendo cada vez más creciendo a su alrededor, haciéndose más fuerte. Un día los abusadores de la niña la acusaron de bruja e intentaron apedrear la y en ese momento la naturaleza tomo vida protegiendo a la niña, las raíces sacudieron a los abusivos logrando que huyeran y la niña agradeció profundamente al bosque por cuidarla.

Un día...

Termino de relatar al darse cuenta que Skye yacía dormida en sus brazos, por un segundo observó un poco más el libro, algo sobre la historia le pareció bastante familiar pero no sabía identificar de dónde... Miró a la niña nuevamente y acaricio su cabello suavemente parándose con cuidado dándose cuenta de lo ligera que era esta dejándola sobre el sofá.

— Que pieza más problemática. — Murmuró notando como la niña parecía casi ronronear ante las suaves caricias.

Negó suavemente y se alejó dejándola sola en el estudio mientras iba a hablar con Sebastián para saber si el demonio llegó a alguna solución.

— — ( O — O ) — —

Skye abrió los ojos debido al hambre que comenzaba a sentir y al verse sola decidió aventurarse en la cocina en busca de algo de comer, todo estaba bastante callado hasta que llegó a la cocina escuchando varias voces provinientes de ella.

— No creo que deberías usar eso para cocer la comida... — Escucho una voz femenina que se le hacía familiar pero no lograba reconocer.

— Está bien, está bien, de esta forma es más rápido. — Aseguró otra voz y al entrar Skye vio de frente una fuerte llamarada proveniente de una especia de arma.

Fuego... Ella conocía ese fuego...

El fuego con el que ardió su pueblo enfermo, con el que su familia ardió.

El fuego con el que intentaron quemarla.

El fuego que se llevaba todo lo que amaba.

En ese momento un grito se dejó oir por toda la mansión atrayendo la atención de todos los presentes. Ciel estaba con Sebastián cuando escucharon el grito de la niña, y rápidamente corrieron al lugar donde esté provenía.

— ¡Sebastián ayuda! ¡La naturaleza está atacando y la cocina se incendia! — Chillo Maylene siendo atrapada por unas ramas que entraron por la ventana de la cocina.

— ¿Que..? — Pregunto Ciel al ver varios tipos de ramas y raíces por toda la cocina junto con un pequeño incendio en medio.

— ¡Solo aparecieron de la nada! — Grito Bard intentando soltarse solo para ser apretado con más fuerza sintiendo como aplastaba sus costillas. — ¡Malditas plantas!

Sebastián miró todo el lugar sin entender del todo que pasaba hasta que vio el fuego y la advertencia del Shinigami redondos en su cabeza, miró por toda la habitación hasta que finalmente dio con la fuente. En una esquina alejada de la cocina sosteniendo su cabeza mientras lloraba estaba Skye y todo cobro sentido.

— Joven amo, manténgase alejado me ocuparé de esto. — Dijo corriendo hacia la menor siendo detenidos por ramas en su camino que no dudo en romper hasta que finalmente llegó a la niña siendo atravesado en el hombro por una rama especialmente dura y puntiaguda. — Coug..  — Tosió algo de sangre pero aún así se agachó al porte de la pequeña siendo atravesado nuevamente en la pierna.

— ¡Sebastián! — Grito Maylene al igual que Ciel.

— Lo siento ... No quiero... Solo pasa... Lo siento. — Se disculpó la niña entre lágrimas viendo el estado del mayordomo. — Lo siento... No sé cómo detenerlo... Solo... Aléjate .. por favor. — Pidió con su voz rota lista para escuchar las acusaciones de monstruo o bruja que escucho toda su vida.

— Está bien, no hay nada que temer esto solo significa que eres amada. — Dijo con calma el mayordomo acariciando su mejilla haciendo que la niña le viera en Shock. — Está bien.

— Y-Yo... — Murmuró sin saber que decir viéndole impresionada.
— ¿No me tienes miedo?

— Por supuesto que no, y creo que puedes ayudarme.

— ¿Cómo...?

— Tan solo debes desearlo. — Sonrió y la abrazo susurrando en su oído. — Desea poder ayudarme...

— Yo... Lo deseo. — Susurro sintiendo su cuerpo pesado y todo se volvió negro para ella.

De repente todas las plantas parecieron retirarse dándole la oportunidad al mayordomo de sacarse su chaleco y cubrir con este a la dormida vampira vuelta a su forma original.

— Confío que podrán apagar el fuego. — Les dijo a los sirvientes que no entendía que acababa de pasar.

— si... — Murmuraron inseguros pero decidiendo que lo mejor era no hacer preguntas.

— Pensé que te ordené encargarte de ella si se salía de control. — Dijo Ciel cuando paso a su lado.

— Y lo hice, ella está de vuelta a su forma original. — Sonrió pasando para llegar a la habitación de la chica, fue divertido jugar mientras era una niña pero debía admitir que esta forma le gustaba mucho más.

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