5. Sangre
El canto de las aves evoca un ambiente de paz en el mundo terrenal, donde el verde y la vida se regocijan ante la gran presencia del sol. No obstante, kilometros bajo tierra rumbo al sur, capa tras capa, ocultos y en total oscuridad se encuentra Hyatnus, terreno donde habitan seres que constantemente son ultrajados, donde su día a día se basa en límites, en complacer a aquellos superiores a ellos siendo, los más inferiores entre demonios, híbridos que viven o mueren bajo la complacencia de otros.
En aquellas tierras donde velas son la luz del ambiente más por otorgar vida a su hogar; constantemente hay movimiento donde el dolor, las suplicas y gritos son el sustento diario, lugar en el que reside el sufrimiento. Pese a ello, la variedad de colores y estructuras andan por aquellas tierras, con única similar característica el par de alas negras tras su espalda, donde los diseños y tamaños se diversifican.
Sin embargo, una silueta sobresale de todas, esbelta y con un par de alas tan delgadas como el papel sin ningún apice de pluma en ellas, misma que en su sutil andar observa estoica al hombre que a muchos causa asco. Excesivamente gordo como para tener utilidad alguna, más allá de humillar a todo aquel que selecciona para llevar a cabo sus deseos y placeres carnales como gustos peculiares. Dentro del estatús social en el que se encuentran el mal trato es inevitable, pero ese hombre, ademas de humillarlos ha causado incomidad entre los suyos producto de los juegos que práctica, aún mas al no tener preferencia por algún género y no límitarse a una sola persona.
Se desvía del camino evitando a la par a todo aquel que pretendía acercarse andando con seguridad ante cada paso, con el mentón en alto hasta posarse frente al hombre que pretendía llevarse consigo a una pequeña que apenas inicia con la desdicha de las complacencias carnales ajenas.
La mirada confundida del regordete la escudriña hasta elevarse maliciosamente la comisura de su labio, mismo que roza su lengua en un acto descarado. Tales acciones no perturban a la peculiar joven, quien desvía la mirada al presentir sobre ella el de la pequeña.
Maquinando escenarios en su cabeza el demonio mira su entorno buscando un varón para sus fechorías, frunciendo el ceño en disgusto tras las palabras de la híbrida, analizando sus palabras mientras la observa. Esa estoica mirada en aquel fino rostro, su silueta recta, firme con curvas que enloquecen a muchos, y con ese aura dominante que incita a la mayoría a quebrarla como a todo aquel que habita en Hyatnus.
La determinación en la híbrida, esa sensación de ser probablemente quien logre dicha tarea de someterla lo insta a aceptar su propuesta.
-Otro día será pequeña -exclaman los sucios labios sin dejar de pervertir cada acción.
Al emprender la marcha ambas féminas se miran, momentaneamente le ha evitado aquella experiencia, pero será tan efimera como un suspiro, más temprano que tarde opacaran ese brillo en ella, la sencilla alegría de su infancia oscureciendo su escencia, su vida a una monotona llena de desdichas.
En la alcoba con una espaciosa cama ocupando gran parte de la habitación, el hombre no demora en desprender la delgada tela superior dejando al descubierto la grandeza de su estructura con un vientre mayor al de una mujer embarazada, posteriormente acaricia su miembro con total descaro aún sobre la prenda inferior.
-Muy bien muñeca -babea recorriendola de pies a cabeza
Cuando sale del trance camina hasta un mueble observando los objetos con los que suele divertirse, antes de siquiera palpar alguno se detiene al percibir la mano de ella contra la piel de su grueso cuello emanar calor en aumento, causandole fruncir el ceño. Antes de retirarsela como es su cometido una molestia en el estomago le genera un gesto de dolor percibiendo un calor abrazador ir en aumento en dicha zona. A la par siente como la garganta le quema llevando sus manos a su cuello, sus ojos directos en ella con confusión.
Un golpe seco resuena en el momento en que el hombre cae de rodillas ya incapaz de proferir grito alguno, sufriendo mientras transmite su sentir a la joven híbrida, miedo, odio, confusión, en lo que sus manos se agitan temblorosas. Sus pensamientos entre el deseo de no morir, deseo por eliminar aquella sensación, la duda del cómo termino en aquella situación, cómo una simple híbrida puede causarle tal sensación como si su interior se incendiara.
Llega un punto en que todo su cuerpo vibra, se mueve ya incapaz de sostenerse, empapado en sudor y en llanto, con la boca abierta pese a no ser capaz de gritar, percibiendo como le hierva la sangre, literalmente. Ella por otro lado, aunque de expresión estoica disfruta del dolor ajeno, llena de gozo por eliminar a uno más de quienes se jactan de ser mejor a cualquiera de ellos. Verlos retorcerse le proporciona de jubilo, sensación que expresa cuando el climax de la acción se presenta.
Sus ojos se cierran cuando la explosión corporal decora la habitación, impregnandose todo su cuerpo de sangre a la par que fragmentos se desparraman en todas direcciones. Más relajada suelta un gemido a la par que relame sus labios, sus alas se extienden como si igual se regocijaran, tan grandes que ocupan casi toda la extensión del lugar, volviendo a ocultarse posteriormente tras su espalda.
Más que satisfecha anda con pasos tranquilos fuera del lugar captando variedad de miradas sobre ella, desde sorpresa, espanto, desden y cólera. Tan solo un hombre acostumbrado a sus fechorías suelta un suspiro al verla andar tan pacificamente pese a su estado, una habitación más la cual asear.
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