Encuentro aguerrido.

Razhug'Nakal1: Ubicada en la frontera oriental con Annuvin, entre las extensas cadenas montañosas de Heinem. Territorio sin ley ni domino, refugio de criminales; ladrones, asesinos, prostitutas y exiliados;

Lugar insalubre de abandono y muerte, donde sólo una ley prevalecía... La supervivencia del más apto.

La escoria de la escoria. No ha existido sitio más asqueroso entre los reinos de occidente – Asmos pensaba a la vez que caminaba por aquellos rumbos, observante a su alrededor. De vez en cuando se topaba con restos de cadáveres: Tanto de humanos como de animales en el camino, debido a que el invierno ya se había hecho presente, azotando las montañas con ventosas y tormentas de nieve.

Caminaba en dirección a un lugar vulgarmente conocido como "Gorath", que en antiguas lenguas significa "Escudo". Una ciudad no muy lejana donde esperaba pasar la noche y conseguir algo de información valiosa para sus propósitos e investigaciones, así como provisiones para su viaje. Continuó su travesía hasta llegar a lo alto de una montaña, desde donde era posible divisar el humo de algunas chimeneas y hogueras, así como viviendas. Miró con atención lo que a lo lejos podían reconocerse como cuerpos empalados a la entrada del lugar, cabezas colgadas, puestas sobre puntas de lanzas y palos de madera, otros más clavados a lo que restaban de lo que alguna vez fueron las enormes murallas que le dieron el nombre a lo que fue la capital del extinto reino del mismo nombre.

Mientras tanto; Resonaban las botas al pisar esos pedregosos terrenos cubiertos de aquél grueso manto nevado. Una capa negra cubría la cota de malla que portaba aún sobre el abrigo de piel de sarrio. Avanzaba con pasos lentos y a la vez firmes; le seguía la pista a su objetivo a cazar, se había estado guiando por medio de las víctimas, pues casi siempre mataba de manera muy similar a la anterior.

La noticia no tardó mucho en esparcirse; ofreciendo una jugosa recompensa por su cabeza que día con día valía más. Continuó su camino, de cuando en cuando se paraba a registrar algunos de los cadáveres que ahora no servían más que de alimento para las bestias, esperanzado en poder coger algo de valor en ellos, si es que aún quedaba algo.

―Es interesante...- Afirmaba él para sí mismo, mientras que recogía unas cuantas monedas que quedaron tiradas cerca de uno de los cuerpos, ocultas bajo las ropas ahora cubiertas de nieve, entre la cual había escarbado un poco. Le sorprendía encontrar los restos aún frescos, aunque era algo relativamente normal, supuso que se debía a las condiciones climáticas.

Tras caminar por las siguientes dos horas, consiguió llegar al miserable destino. Era tal y como lo decían, inmundo y asqueroso; capital de vicios, crímenes, fornicación, muerte. Una permanente sensación de peligro era lo que en sus calles reinaba; bastante decadente en verdad, lejos de la gloria que antaño tuvo. No sólo por la calidad de las personas que lo habitaban, o por bajo nivel de higiene que brillaba por su ausencia; Calles abarrotadas, unas más que otras; Rameras y gigolos vulgares ofreciéndose a todo aquél que pasaba, grupos y pandillas de bandidos en diferentes puntos.

El olor a sangre era mezclado con azufre, carbón y leña quemada, carne podrida, sudor y desechos humanos, tan penetrante era el hedor que no solamente Asmos tuvo que cubrirse la nariz y la boca con la tela de su misma capa. Con ojos lagrimeantes su paso aceleraba, buscando con desesperación escapar de ese horrible olor, llegando a refugiarse en el interior de una taberna conocida como "La guarida del dragón", o al menos eso era lo que se podía leer en una placa de hierro en la puerta, albergue para la más "fina" clase de ese inmundo sitio.

No había llegado ahí por gusto, sino porque era crucial para la búsqueda que realizaba. Se sentó frente a una mesa arrumbada en la esquina, oculta en la obscuridad, alejada de todo el ruido e interacciones con la gentuza, simplemente dedicándose a la observación de tantos sujetos.

Fue una robusta mujer de grandes pechos y figura voluptuosa y atractiva la única que se acercó para preguntarle qué deseaba.

―Ginebra...-Respondió, cortante. Miró fijamente a la fémina, dándole a entender que quería que se largase, algo que la ahora intimidada tabernera entendió muy bien. Abandonó a su cliente que deseaba privacidad.

Transcurrió aproximadamente media hora, tiempo en el que se mantuvo oculto entre las sombras. Fingía serenidad con la mirada puesta en su bebida. Un manto de opaco color cubría su cabeza. Siempre alerta. Todo marchaba relativamente tranquilo; el chocar de los tarros, algunas quejas e injurias lanzadas de vez en cuando, una que otra riña tal vez, lo que normalmente podría esperarse de un lugar como ese. Y Sin embargo entre aquel tumulto hubo algo que consiguió despertar su atención;

Una presencia demoniaca, aunque débil, podía sentirla, acababa de ingresar al establecimiento. Se sobresaltó un momento; Se trataba de una imponente figura masculina de sucios y ondulados cabellos castaños que le llegaban debajo de los hombros; portaba una ligera armadura. Se hallaba frente a la barra, bastante entretenido con la sirvienta, ella parecía desear más que una simple propina, sus insinuaciones eran más que obvias.

Humana idiota... - pensaba muy para sus adentros, sólo se limitaba a escuchar aquella sugestiva charla.

Ese sujeto permaneció varios minutos más coqueteando con la fémina, aunque apenas levantando la cabeza para verla el rostro. No obstante, pudo llegar a un trato "justo" con la servidumbre, dejándole unas cuantas monedas de plata sobre el mostrador, para luego reincorporarse, yendo en dirección a su objetivo, el cual seguía sentado al fondo del lugar, oculto bajo su manto.

El mercenario cogió entonces una de las sillas, sentándose cerca suyo, frente a una mesa no muy lejos de su presa. Con disimulo tomó un pequeño trozo de papel, a la vez que sacaba carboncillo para comenzar a escribir. Observó de soslayo a la mesera con la que había conversado salir del lugar un momento por la puerta trasera, después de un rato discretamente pasó la nota.

"¿No notáis algo extraño aquí?"

La criatura se mantuvo alerta al escuchar las pisadas del ente que lo perseguía, pero debía mantener la calma, pues lo que menos quería era levantar sospecha alguna sobre quien era en realidad, al menos no allí, a pesar de que ese tipo ya lo sabía, o por lo menos lo sospechaba. Dio otro trago a su bebida, para después revisar el mensaje que le había llegado. Lo leyó y en ese momento sus deducciones confirmó.

Fue allí cuando se descubrió la cabeza, dejándose ver: Se trataba de una mujer muy hermosa, de largos cabellos negros y adornado en cuatro elaboradas trenzas de igualmente cuatro cabos, tres de ellas puestas en su cabello a modo de tres flores; siendo la cuarta dejada suelta, ordenando el cabello sobrante. Sonrío para luego soltar una leve risilla, puso entonces su atención en la misma dirección en la que la ya mencionada mosa había salido minutos antes. Así fue como decidió responder a la nota. Súbitamente se levantó, yéndose por donde la otra dama se había ido, eso sin antes aproximarse hacia su perseguidor, ante el cual por fin dio la cara;

Y ese instante pareció una eternidad. Sólo él y ella, intentando descifrar el secreto entre sus azuladas y verdosas pupilas del otro;

La mujer se mantuvo callada, limitándose a dedicarle una peculiar sonrisa a su enemigo, seguido de un tierno beso en las mejillas, llevando la palma de las manos a los pómulos de su rival, culminando en unas delicadas y tiernas caricias. Inmediatamente y de forma repentina le dio la espalda, arrojando el ahora arrugado papel que sacó de su escote sobre la mesa. El confundido cazador recogió el mensaje y desdobló el papel, leyendo así su respuesta;

"No lo sé, pero quizá la mujer de la barra encuentre lo que tanto buscáis"

Aquél al que vulgarmente conocían con el sobrenombre de "Dark", que aturdido un instante por la discordia a causa de lo sucedido momentos antes con su presa. Se detuvo a pensar detenidamente las cosas, al mismo tiempo que la veía retirarse, podía aspirar el fuerte olor a sangre y muerte que de ella emanaba. Se levantó y acomodó su capa, dispuesto a ir tras ella;

Un segundo después el desgarrador grito de una mujer resonase por los alrededores. Reducida a un cadáver, perteneciente a la joven de dorados bucles, que hasta hace unos momentos trabajaba en "La guarida del dragón" se encontraba completamente desnuda; El área del tórax abierto y desgarrado por la mitad, dejando expuestas sus entrañas, las cuales habían quedado regadas por el suelo. La herida se extendía hasta la pelvis.... Literalmente rota. Su hermoso rostro había sido desfigurado, de no ser porque minutos antes fue vista en la taberna, hubiese sido imposible reconocer el cuerpo. No se hallaba evidencia alguna del responsable. El perpetrador se había limpiado la sangre con la ropa de la muchacha, dejando tirados algunos trozos de tela; no había pistas para incriminarlo, a excepción de una huella ensangrentada dejada en la pared; similar a las garras de un zorro, un felino, o tal vez un oso, pero un poco más grande y alargada. No era conocida criatura alguna con dichas características en la zona y que pudiese acercarse al pueblo sin ser vista.

El mercenario corrió hacia el sitio de donde provinieron los gritos; se imaginaba lo peor, y efectivamente; no se había equivocado. No le sorprendió en absoluto encontrarla en ese estado. Examinó con atención los restos, de la misma forma en que se inclinaba para recoger la bolsa con monedas, que, por la brusquedad de los movimientos de la fémina, quedaron tiradas unas cuantas de estas, entre ellas las piezas de plata que le había dado. Sin dudarlo las cogió y para sí el dinero entre sus ropas se guardó.

Regresó entonces la mirada hacia la pared, a la cual se acercó para tocarla con delicadeza, rozando con las yemas de sus dedos, difuminando sin querer parte de la huella, pues la sangre aún estaba fresca; en cambio con la otra apretaba con fuerza la empuñadura del arma enfundada y sujeta a su costado;

―Entonces sois vos... -pensó en voz alta.

Otro cuerpo fue hallado pocas horas después; se trataba de un varón; con iguales características que la víctima anterior, excepto que a este le habían aplastado la cabeza, imposibilitando su identificación, siendo el único rasgo distintivo su larga cabellera roja. Y a diferencia de la dama, no se encontraron pistas, pero se podía formular que fue el mismo asesino, debido al cómo había dejado el cadáver.

Con la caída de la noche que poco a poco se hacían presente, el silencio proclamaba nuevamente el trono de Razhug'Nakal, mas no la paz. Una figura varonil se asomaba por la ventana, situada en el segundo piso de la habitación había rentado; desde allí observaba triunfante, era una sonrisa que adornaba sus finos y bellos rasgos afilados, el viento que azotaba su largo cabello, el cual se había tomado el tiempo para arreglarlo de mejor manera en trenzas. Estaba relajado, disfrutando de la caricia del viento helado y de la vista nocturna de la ciudad, iluminada de manera tenue por las antorchas y algunas farolas. Una vista incluso hermosa, tal vez demasiado para semejante pocilga como esa, rio al recordar lo ocurrido esa misma tarde; suponía que ahora debería estar siendo rastreado y buscado. Pobres ilusos, no perdían más que su tiempo, era como andar en círculos, en especial para aquel demonio con el que se topó y que ahora debería andar dándose topes contra la pared para encontrarle, aunque había algo muy raro en él, era su presencia, demasiado débil, casi imperceptible...

Y Asmos tuvo que cubrirse la boca para evitar soltar tremenda risotada; ya era hora de cerrar las ventanas, había sido un día agotador, aunque aún quedaban cosas por acer, ameritando tener que volver a salir. Esperando hallar lo que buscaba, se dispuso a tomar entonces su capa.

Tras investigar ambos asesinatos examinando testimonios de algunos pobladores, un poco confundido por las distintas descripciones sobre el posible perpetrador y de la joven que unos cuantos vieron acompañar a la última víctima, a la que tomaron por otra vulgar cortesana más, por la manera en que hablaban y se atrevía a tocarla. El cazador pudo llegar a distintas deducciones y sospechas, el cambio de forma era una de ellas, debido a que muchos relatos la definían con cierto parecido a la difunta tabernera, a excepción de algunas diferencias, siendo la estatura, un rasgo muy evidente y característico.

Al menos ya tenía una respuesta de que era a lo que se enfrentaba, aunque en forma de nuevas preguntas: ¿Cómo encontrar a un metamorfo? Solamente podría esperar a que volviese a matar como lo había hecho en estas últimas semanas, aunque se temía que ahora que sabría que es buscado podría ya haberse dado prisa por huir, o cambiar sus métodos, pero difícilmente sus gustos, pues durante toda la travesía se había encargado de analizar y descubrir algunas características en común de todas sus víctimas.

Mil y un pensamientos se debatían en los adentros de Dark, al tiempo que caminaba por las inmundas y ahora oscuras calles de la antigua capital del desaparecido imperio de Rha'z. Eran sus sucias, ennegrecidas y desgastadas vestiduras que portaba bajo su vieja cota de malla, visibles de vez en cuando por el suplido de los vientos y su tosco caminar, dado la semejanza con uno de los espíritus de la noche, emisarios de la ruina y de la muerte. Sin embargo sus aún más duras facciones y la eterna expresión mordaz que daba la impresión de una permanente cólera.

No fue sino entre el gentío, algunos campesinos que retornaban a sus hogares, mientras que las soldaderas e hijos de la oscuridad que ahora emergían con mayor presencia en el pueblo, algunos otros ebrios, cuando entonces lo vio;

Ese inmundo hedor de nuevo; era penetrante, aun entre aquél mar de sudor, podredumbre y suciedad. Esta persona llamó su atención, siéndole singularmente llamativa su larga cabellera rojiza que llegaba a cubrir toda su espalda, similar en cierta forma al joven que hacía un par de horas, y era algo peculiar, extraño... Como si lo hubiese visto ya antes, en parte podría ser un tipo muy raro, tanto en la elegancia como en la gracia de sus movimientos, la expresión altiva y desafiante de su rostro, a pesar de las percudidas ropas, casi como un noble... Un príncipe en trajes de mendigo.

El cazador entonces decidió seguirle de manera sigilosa entre las sombras.

Asmos no se había apresurado en la tarea de la compra de provisiones, retrasó a algunos mercaderes por varios minutos en su retorno, logrando conseguir de estos a un alto precio semillas y frutos secos, además de hierbas unas medicinales y aromáticas, como flores deshidratadas.

Un lugar peligroso, nido de los peores criminales, demasiado osado era él salir a esa hora para ir por algo tan vano como aceites y hierbas perfumadas, arriesgándose a tener que pelear, y si ocurría algo peor, tomar su forma original. Lo que menos deseaba era eso, llamar la atención o alertar de alguna manera a ese sujeto de su ubicación.

Afortunadamente para él, no paso a mayores. Tal vez dos o tres maleantes intentaron atacarle y robarle en la soledad de los callejones. Estos terminaron su miserable existencia con el filo de su espada rebanando sus cuellos, el vientre atravesado y la cabeza rota. Humanos débiles, una sincera molestia tener que lidiar con ellos, pero ya no le quedaba de otra.

Regresó entonces, aunque esta vez a una de las casas de baño. Esperando pacientemente entre los vestidores hasta que el último cliente se fuese y así poder disfrutar de la tranquilidad que la soledad podía ofrecerle. Depositó algunas de las hierbas y proceder a una ansiada ducha que para él era tan necesaria, aunque previamente asegurarse de que fuera digna de él, pues no había visitado el baño desde, si no le fallaba la memoria, a fines del verano pasado. Pero tal vez, para maldición suya, era el crudo invierno que generalmente suspendía la mayoría de sus rituales de limpieza y embellecimiento, acumulando el hedor de la muerte, fundido con su sudor, y el clima que se encargaba de la preservación de la esencia por un mayor número de semanas; el frotar su cuerpo con trapos perfumados no era algo que en le pudiese ayudar todo el tiempo.

El demonio se mantenía relajado, completamente concentrado en la sensación del agua caliente al contacto con su piel, abriendo cada uno de sus poros, tanto que no notó la llegada de alguien más minutos siguientes, hasta que fue demasiado tarde.

Se trataba del cazador, que siguió con sigilo, al asecho de su objetivo, siendo testigo de las violentas escenas pasadas hace apenas un rato, estaba convencido que no podría ser alguien de quien fiarse demasiado. Llegó poco después al establecimiento donde ese sujeto se había metido, decidió entonces pagar para poder ingresar, esperando hasta encontrarlo solo, el guerrero no se molestó siquiera en desprenderse de sus ropas, más que de su manto. Avanzó hasta situarse en una esquina a orillas de la piscina, metiendo sólo la punta de los dedos de su mano en el agua;

―¿Qué tal está vuestro baño? -inquirió, rompiendo el silencio por fin.

La criatura demoniaca se reprochaba en sus adentros el no haber sido lo suficientemente atenta, sin embargo, se compuso inmediatamente, dignándose a voltear a verlo de reojo; se trataba del tipo que había conseguido burlar hace un par de horas, aunque no pensó que llegase a él tan rápido. Regresó así la vista a su reflejo, no era conveniente mostrarse nervioso o alterado;

―Oh, muy relajante, pocas veces uno tiene la oportunidad de costearse algo así – Contestó, al tiempo que se acomodaba hacia atrás, recargando su espalda en el borde de la piscina ―Nunca está de más, un poco de calor en estos días tan fríos. Tanto anhelo el regreso de las rosas de mayo, una época maravillosa ¿No lo creéis así?

―Oh, por supuesto - Afirmó el guerrero, pudiendo percibir por un instante cierta incomodidad y nerviosismo en el pelirrojo. Mantenía su mirada fija ante cada movimiento de él.

―Oh, hermoso mayo... Mes del amor y de las bodas, de pasiones y de los amantes. La hierba es verde y el verano ardiente -comentaba ― Aunque no tanto como las mujeres, son hermosas; fecha de los baños y el cortejo sin inhibiciones, las doncellas lucen sus mejores galas, sin duda son preciosas... – y fue así como una socarrona y pícara sonrisa adornó sus esculpidas facciones ―Con o sin ellos ¿Vos que me decís, mi buen amigo?

―Pues yo no soy mucho de disfrutar del tiempo ...- Respondió ― Yo soy más de... Aprovecharlo - Continuó, con un falso aire de tranquilidad, pero con los sentidos al acecho de su presa en todo momento, sin bajar la guardia ni por un solo instante ―¿Os habéis enterado de una criatura que ha asesinado a varias personas en toda esta región?

Asmos seguía mostrando serenidad, ya suponía y esperaba que dijese o preguntase algo como eso. Más fue la fingida expresión de sorpresa y espanto lo que cambió en su rostro, y sin embargo era la mofa en la complicidad de su mirada que no podía ocultar;

―¿Oh, enserio? Pero qué terrible... - Calló un segundo, para luego sumergirse en el agua caliente y continuar lavando y humectando su larga melena roja, para después volver a emerger ―Es el crimen y el asesinato cosa de todos los días en este lugar, como hoy que intentaron asaltarme – proseguía, haciéndose hacia atrás los mojados cabellos con la finalidad de descubrir su cara, salpicando intencionalmente a su enemigo. Acto seguido, dándose la vuelta se reincorporó, emergiendo de las aguas, apoyándose con los brazos en los bordes y consiguiendo sacar una pierna, luego se dirigió a tomar algo con que cubrirse el área de la cintura para abajo, cogiendo otra toalla para ponérsela alrededor de la cabeza.

―Sí, estoy enterado de lo peligrosas que son estas tierras - Habló Dark, qué igualmente se puso de pie; observaba a su objetivo andar, no le quitaba los ojos de encima. ― ¿Sabéis algo? Me hacéis acordar de una mujer que vi en la taberna hace un rato.

El joven pasaba aquellos trapos por su cabeza, cuando de pronto se detuvo al escuchar dicha confesión que su perseguidor le confiaba.― ¿Ah, sí? – interrogó, levantando una ceja, pero procurando mantenerse en un estado de neutralidad en todo momento. Torció entonces ligeramente los labios. ― ¿Al menos era linda? – mismos que se detuvieron al instante ― Oh, mi buen amigo, no puedo comprender la fijación que vos tenéis conmigo, ni el hecho de complaceros al mirarme mientras me baño y me visto. Lamento daros esta penosa noticia, pero no comparto vuestra...- Hizo una pausa ―Peculiar orientación sexual.

No hacía falta ser un sabio para notar la evidente incomodidad en su presa desde un principio, pero prosiguió y decidió ser esta vez un poco más directo:

―Pues sí, supongo que ya he visto suficiente. Pero creo que me gustaría conocer vuestra forma real. – dijo, a la vez que posicionaba su mano derecha sobre el mango de Ëire, su fiel espada. A lo que el demonio simplemente prefirió pasarse de largo, ignorando por completo las palabras de su acosador, mismas que causaron al pelirrojo cierta gracia. Era la risa el único sonido emitido desde su garganta, y se hacía un poco más fuerte de vez en cuando.

El mercenario entonces supo que debía cambiar de estrategia si deseaba conseguir la información que necesitaba, suponía que él podría comenzar primero a revelarse tal y cual era. Fue así que con tan sólo un movimiento de su mano izquierda toda luz en la habitación fue absorbida de forma súbita, dejando por dos segundos que las penumbras reinaran por completo en aquél cuarto, tiempo suficiente desplazarse, convirtiéndose temporalmente en sombras y así quedar justo frente a su presa, siendo visible y adoptando su forma física cuando las luces regresaron. Era extraño, pues las velas y antorchas que iluminaban la habitación no dejaron de arder nunca, pero fue como si tanto su calor y su fulgor fuese tragado por esa gruesa capa de oscuridad... Magia negra debía ser. Y fue el brusco cambio en la iluminación lo que por un momento llegó a desorientar y marear a la bestia, pero se recuperó casi instantáneamente, recobrando su habitual compostura, más había retrocedido un paso antes de abrir nuevamente los ojos, notando que su enemigo ya le apuntaba con el filo de su arma.

―No comparto la misma orientación sexual - Repitió el revelado brujo. Entonces que una extraña expresión de asertividad, cierta mofa y complicidad pudo verse en la ferocidad y lo tosco de sus rasgos. ―Entonces sabéis de lo que habló...- Continuó, regalándole una tan peculiar como intimidante sonrisa.

―¿No creéis que estáis yendo demasiado rápido? -bromeó el demonio, devolviéndole el gesto ―Generalmente eso no pasa hasta el matrimonio... O luego de unos cuantos tarros. – Dijo, sarcástico como siempre, de la misma manera en que tranquilamente bajaba la punta de la espada con el que su adversario le apuntaba con tan sólo dos de sus dedos. ―Aunque lo admito, eso de apagar las luces fue un detalle muy bonito...

El hechicero decidió seguirle el juego a su presa, notando que se estaba tomando todo esto como una broma;

―Oh, sí. Por supuesto; Por eso deseaba haceros un regalo – Había sacado un pequeño frasco de vidrio entre sus ropas, este contenía una moderada cantidad de perfume, su fragancia no era desagradable, pero si muy fuerte y penetrante, misma que liberó al romper su contenedor al quebrarlo contra el suelo, dejando escapar el aroma de su contenido ―Oh, perdonadme. Pero que torpe, se me ha caído, prometo que luego os conseguiré otro.

La criatura demoniaca retrocedió repentinamente un par de pasos más, cubriéndose de manera inmediata la nariz y la boca con una mano, tratando de no mostrar la leve irritación en sus pupilas, pues su sensible sentido del olfato, útil en muchas ocasiones, pero un verdadero estorbo al contacto con substancias de fuertes olores, y aunque fuese amante de las aguas perfumadas, se limitaba siempre a utilizar las más suaves como las rosas, caléndulas o gardenias en cantidades moderadas; sin embargo era aquella embriagante esencia que embriagaba con su aroma todo su ser, llegándole a resultarle empalagosa y desagradable;

―El jabón en el piso, todo un clásico – afirmó, para luego retroceder unos cuantos pasos más, llegando a chocar con baldes que contenían agua y algunos utensilios para la limpieza, rotó la mirada de reojo tras sentir el contacto con su pierna. Una sonrisa volvió a resplandecer en su cara. Dio otro paso hacia atrás, una vez así; De una patada derramó el contenido de una de las cubetas, luego de haberle arrojado a la cara de su oponente una esponja, seguido de un paño y otro balde. Este fue esquivado por el cazador, aunque eso no significó que no pudo mojarse. ― Yo también puedo jugar ese juego – comentó, con cierto aire socarrón en su hablar.

Y era aquella triunfante como macabra mueca en el rostro del que llamaban como Dark, pues había obtenido lo que deseaba, era claro para él que algo ocultaba:

―Creo que eso es vuestro, deberíais recogerlo – sugirió, señalando el destino de los yacientes proyectiles en el suelo.

―¡Oh, no! - Negó el joven ―¿Enserio creéis que caeré en esa vieja trama? No nací ayer, sé lo que sigue después ...- fue lo que dijo Asmos, a la vez que se ponía en guardia, adoptando una postura del estilo de lucha oriental en Jonia, una de las variantes del estilo de lucha del tigre ―Vamos, primero unos besitos. ¿No?

Ante ese desafío, el mercenario levantó en alto su espada, igualmente poniéndose de frente, una postura básica del estilo de lucha occidental en Bretania y mediterráneas en el sur a diferencia de su adversario que estaba de lado;

―¡Pues venid por ellos! – exclamó.

Una risa escapó de los labios del demonio;

―Os concedo el honor...- respondió, con un gesto de invitación con la mano extendida, mientras que con la otra cubría su costado en el área de las costillas ―Venid a mí, vamos...-pedía con vos tranquila y calmada, incluso suave.

Y grande era el éxtasis, como la furia que ardía en la sangre del cazador, aceptando la invitación de su presa en dar el primer golpe. Apretó con la fuerza de sus dos la empuñadura de Ëire, preparándose para complacer los deseos de su objetivo que tanto parecía anhelar morir. Con gran velocidad se aproximó hacia él, al mismo tiempo que alzaba su arma para realizar un descendente en diagonal.

Asmos, sin embargo, no quitó nunca los ojos de su enemigo, y viendo las intenciones asesinas contra él, rápidamente retrocedió, para luego moverse con un paso lateral hacia su lado derecho y así poder esquivar el mortal ataque. A pesar de su rápida reacción, no consiguió escaparse del todo del filo de la espada, ésta consiguió herirlo, no lo suficiente para rebanarlo, pero sí para rozarlo, dejándole una herida que atravesaba su pecho y el área del abdomen, aunque fue tan rápido que no pudo sentir el dolor hasta segundos después.

No era algo tan serio para un demonio como el, pero si lo suficiente para tomar en consideración que su adversario tenía la experiencia y la fuerza suficiente para enfrentarlo. De inmediato notó las intenciones del guerrero que nuevamente se disponía realizar otro corte hacia su persona. En un veloz movimiento de manos, tomó las de este, evitando que su enemigo pudiese subir y volver a cortarle, dando comienzo a un violento forcejo por parte de ambos, pues el mercenario no era tan débil como el demonio había subestimado, aunque a causa de la fuerza y del agarre dejó caer la espada que sostenía.

Sin perder tiempo, Asmos usó su pierna izquierda para alejar de una patada la cuchilla, dejándola fuera del alcance del cazador. Valiéndose de la distancia de sus pies, se dispuso a lanzarse, metiendo la pierna derecha derecho de tras de la izquierda del mercenario y entrelazándola, con la intención de golpear con esa misma pierna ya sean los talones o la parte trasera de la rodilla de su contrincante para así hacerlo caer cuando éste lo empujase.

La experiencia de Dark no permitiría que tal aberración tuviera ventaja de él al no tener su arma, se resistía a ello. Mientras este se abalanzaba para empujarlo, y al tenerlo cerca suyo, no pudo evitar el jalarlo de los cabellos; descubiertos, debido a que la toalla que cubría su cabeza y la cintura ya habían caído al suelo, a la vez que le propinaba un fuerte golpe en la cara, haciéndolo retroceder, y a arrancándole un mechón en el proceso.

Por los gritos y quejidos del demonio en su errático movimiento, y que por la humedad en el suelo el suelo, hizo que tanto él cómo su presa cayeran.

Tan pronto como sintió la humedad del suelo en su rostro. Dark se disponía a reincorporarse y volver a conseguir su arma. Asmos sabía que la espada del cazador estaba cerca y éste, estaría dispuesto a recuperarla.

Y la vista de la diabólica criatura se desvió hacia el lugar donde yacía; vacilante, pero a la vez decidido hizo un esfuerzo por levantarse, muy a pesar del dolor causado por el corte en su pecho, se arrastró tan rápido como pudo para cogerla, luchando nuevamente para quitarse de encima a su adversario, que de igual modo permaneció aturdido unos instantes debido al quejido de su presa, pues si a un humano era odioso, para alguien como él le era aún más irritante, no tardó de igual ponerse de pie, acercándose con vehemencia hacia Asmos, con la intención de matarle de una vez y de no permitir que tocase a su preciada compañera, Ëire. Sin embargo, el demonio que permanecía boca abajo, pudo sostenerse unos momentos con la fuerza de sus brazos, para así tratar de reincorporarse, volteó su mirada un instante, consiguiendo apreciar como su adversario estaba por írsele encima, hubiese sido lamentable para el si no hubiera actuado con inteligencia y velocidad, dando un pateo profundo con su pierna izquierda hacia su perseguidor, similar al pateó trasero de un caballo, aunque no consiguió lastimarlo tanto como deseaba, esto debido a la ligera armadura que portaba, pero sí empujarlo y perdiese el equilibrio. Dark no pudo evitar resbalarse y caer al agua.

Imbécil... – pronunciaba el demonio para sus adentros.

Un herido pelirrojo se arrastraba entre lo resbaloso del suelo; levantándose como podía, observando como su enemigo había caía. Entonces cogió la espada, aunque no para atacarle, pues debido a los gritos sabía que no le quedaría mucho tiempo, entonces volteó no hizo más que observar la puerta del lugar, la cual estaba al otro lado de la habitación, no era algo muy conveniente para él, su rival no se lo podría permitir. Sin embargo, Asmos tuvo otra idea al recargarse junto al muro, mismo utilizado como apoyo para poder ponerse de pie...

Poco después un estruendo lo que invadió el lugar, seguido del grito proveniente de una joven doncella; la habían desgarrado justo por la mitad, la desojaron de la piel de su rostro; fue imposible reconocerla, presentaba similares rasgos que las anteriores dos víctimas. Su cuerpo y entrañas se hallaban flotaban sobre el agua del baño de al lado, justo como también se encontraba un gran hueco en la pared, no se encontraban rasgos del asesino, más que una inscripción en la pared con la misma sangre de la víctima, justo al lado de la salida de los vestidores de mujeres;

"Adiós, amor mío."

El cazador había tardado un poco más en poder salir de la piscina, debido al peso adicional de su ropa y la armadura que portaba; recargó los brazos contra los bordes de la piscina, y para cuando por fin asomó la cabeza, el demonio ya se había marchado, más que la rabia, era la furia resplandeciente en su mirar. Su vista inmediatamente se desvió a la perforada pared. Se acercó con el fin de inspeccionar a la víctima; cogió su espada, misma que había sido arrojada justo antes de llegar a la salida del lugar, está estaba manchada de sangre y poseía enredadas algunas partes de las vísceras de la dama. Leyó la escritura de la pared, y no necesitó de ello para saber que se trataba del hombre contra el que había luchado momentos antes.

―Esto será interesante – decía, a la vez que limpiaba su espada con uno de los paños que encontró antes de salir del establecimiento.

Con sorpresa dos de las criadas observaron de cerca el cadáver y como limpiaba su arma, sorprendidas huyeron despavoridas, gritando y dando aviso, tanto a sus amos como a otros sujetos que estaban en la calle, en busca de ayuda:

¡ASESINO!

¡AYUDA, UN ASESINO!

¡ES UN BRUJO!

Esas palabras pronunciadas las que alertaron al cazador; se había metido en un gran lío; eso estaba claro. ¿Quién creería en él? Y apenas al salir, el mercenario fue acorralado por una horda de guerreros y guerreras enardecidos e indignados por tan crueles fechorías, lo atacarían todos a la vez, otros pobladores armados con antorchas y tridentes, o lo que tuvieran en la mano, al mismo tiempo curiosos se asomaban, ya fuese desde las ventanas de sus hogares o de entre sitios donde permanecían ocultos, miraban con horror como sacaban el descuartizado cadáver de la muchacha.

Hubiese sido allí el final del mercenario, si nofuese porque al verse rodeado e incapaz de establecer lucha con ellos, optóentonces por invocar aquella bruma de oscuridad usando su magia, no deseabaperder ya más tiempo, y la penumbra nuevamente reinó por un radio de lossiguientes cuarentaidós pies, tragándose toda fuente de luz. Tres segundosbastaron para que Dark desapareciera de la vista de sus inquisidores,transformándose en sombras para poder desaparecer y lograr huir, ocultándoseentre la obscuridad de uno de los callejones.




----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Notas de autor;

Annuvin o Annwyn, otro de los nombres a la mítica isla de Avalon, nombrada originalmente en la mitología celta.
La pronunciación de la palabra Gorath, siendo sus últimas dos consonantes "Th" juntas tiene la pronunciación similar a la letra Z, haciendo referencia al lenguaje de los elfos y la lengua negra de J.R Tolkien.
"Razhug" debe pronunciarse con un espacio entre las dos sílabas que componen esa palabra. Y la letra H se debe pronunciar como letra J en este caso, semejante la pronunciación en otras lenguas al acompañarlas de una boca. Tan es el caso de "Rah'z", siendo usado el apóstrofo como separación.

Jonia o Ionia, nombre que se le dieron a la zona de los reinos de Asia (China, India, Japón, Mongolia) y Asia menor (Turquía...).
La autora explica que mucha de esta información fue inspirada más en obras tales cómo el nombre del viento, la saga del señor de los anillos y partidas de su adolescencia Jugando D&D. Esta obra fue escrita por primera vez el 2017, sin embargo no se atrevió a publicarla hasta 2019. (La secuela sigue en notas y un segundo libro correspondiente a la trilogía ya fue publicado, se encuentra en edición).

Agradecimiento al filósofo potosino y músico Ethiel Gamboa, quién me ha brindado apoyo emocional y consejo en mis momentos de flequeza y me dio el mejor consejo de la vida en la edición.

Sin más, las ediciones están terminadas. Estaré subiendo semanalmente un capítulo nuevo a partir de esta fecha (la versión inédita sigue publicada en esta plataforma, pero será borrada, junto con esta, para su venta en amazon y en páginas privadas)

//Nótese la elección especial del soundtrack de apertura. Canción de Eris, diosa del caos, discordia. Caprichosa, malvada, frívola, sádica, cruel...///


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top