Capítulo 1: Esto parece el Infierno.
Capítulo 1: Esto parece el Infierno.
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"Sólo puedo luchar por algo que amo, amo algo que respeto y respeto aquello que conozco".
—Adolf Hitler.
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—Eh. —Hans Hoffman abrió abruptamente los ojos y un dolor de cabeza llego al instante en que abrió los ojos. Con una mueca se comenzó a levantarse ligeramente del pasto hasta quedar sentado. Comenzó a mirar a sus alrededores, y no supo como sentirte al respecto. El recuerda perfectamente haber muerto en ese accidente de tráfico. — ¿Pero qué carajo paso? —Hans se preguntó.
Hans se incorporó, sintiendo un extraño peso en su cuerpo. Miró sus manos, pálidas, con unas afiladas. Sus dedos recorrieron su rostro; la piel estaba fría y tersa, demasiado perfecta para ser su rostro humano. Su cabello, ahora largo y blanco, cayó sobre sus hombros.
― ¿Qué demonios...? ―murmuró, su voz más grave y resonante de lo normal.
De pronto, un sonido familiar lo sobresaltó. Frente a él apareció una pantalla flotante con letras doradas.
[Bienvenido, Hans Hoffman.]
Estadísticas del jugador:
Nivel: 999
Edad: 40 años humanos
Créditos: +999,999,999
Raza: Vampiro Ancestral.
Habilidades:
—Fuerza Sobrehumana.
—Agilidad Sobrehumana.
—Velocidad Sobrehumana.
—Sentidos Sobrehumanos.
—Hechicero Maestro.
—Sistema Militar de las Fuerzas Armadas de Alemania (1930-1950)
Armas:
—Espada Larga Mata Dragones
—Pistola Mauser C96 de cañón largo
—Daga Waffen-SS Legendaria.
Hans retrocedió un paso, incrédulo. Tocó la pantalla con un dedo, y esta parpadeó como si fuera real.
―Esto no puede estar pasando... ―dijo, con el corazón latiéndole a mil por hora.
Miró a su alrededor nuevamente, tratando de encontrar una lógica en todo esto. Recordó el accidente, el impacto, el dolor. ¿Había muerto? ¿Era esto el infierno?
Se pellizcó el brazo con fuerza. Nada cambió. Fue entonces que una criatura apareció con gruñido gutural que rompió el silencio. Hans giró la cabeza y vio una figura emergiendo entre las sombras: una criatura grotesca, deforme, con garras largas y ojos brillantes que lo miraban con hambre. No reconoció a la criatura, pero rápidamente se pondría en guardia. El vampiro instintivamente alcanzó la empuñadura de su espada. Al desenvainarla, el sonido metálico resonó como un eco en el desolado paisaje.
―Si esto es un sueño, más vale que sea uno entretenido ―dijo con una sonrisa tensa.
La criatura cargó hacia él, pero Hans no se movió. Con un movimiento fluido, esquivó el ataque y clavó su espada en el pecho del monstruo. El monstruo gruño y chillo de dolor para luego simplemente desplomarse en el suelo mientras un charco de sangre formaba debajo del cadáver. Hans se quedó de pie, respirando profundamente.
―Esto no es un sueño... ―susurró.
Hans miro a los alrededores, un panorama tétrico que parecía sacado de una película de terror. Un eterno y tenso cielo rojizo, un ecosistema que parecía más muerto que vivo con árboles negros con ramas grandes y terroríficas con hojas cayendo por momentos cuando la brisa soplaba. Hans comenzó a preguntarse como termino aquí y porque estaba en el cuerpo de su avatar de su juego favorito Empires Of Wars.
Hans luego de servir en el frente en diferentes operaciones en Oriente Medio y en Siria en el año 2225 cuando tenia 35 años de edad y luego de quedar herido de gravedad, fue removido y colocado en un puesto mas cómodo dentro de las oficinas del Cuartel del Ejercito alemán en la ciudad de Berlín. Un día un amigo le recomendó un juego, el VRMMO-RPG Multijugador Masivo Empires Of Wars, al tener mucho tiempo libre, después de todo su horario de trabajo era de 5 AM a 12 PM, decidió darle una oportunidad al juego, ya que últimamente se abría fastidiado de solo leer libros y escribir novelas bélicas, o de estar viendo series y películas de guerra o documentales.
El juego ofrecía miles de cosas, incluso la de crear un país. Hans decidió ser una especie de Mercenario, con su jugoso sueldo pudo pagarse los pases de los eventos mensuales y hacerse con armas y unidades únicas como de colaboraciones del Empires Of War con otros juegos. Así estuvo el, enviciado durante 10 años en ese juego, librando guerras de diferentes magnitudes y contra diferentes seres. Pero a la edad de 45 años, el falleció. Un camión fuera de control impacto contra su auto cuando regresaba de su trabajo y murió cuando el pesado camión con materiales de construcción, aplasto su automóvil. Fue una muerte rápida y casi indolora, murió al momento del impacto. Todo se habría vuelto oscuro durante unos minutos, hasta que despertó hace pocos segundos.
Hans diviso un camino de tierra. Pero antes de hacer cualquier otra cosa, reviso sus inventarios, tanto de objetos como de tropas. Todas sus cosas que adquirió durante esos 10 años de juego en Empires Of Wars ahí estaban, sus miles de millones de tropas y los miles de objetos y armas. el sistema igual contaba con las Tiendas de todo tipo donde podría comprar todo tipo de cosas, incluyendo estructuras. Luego de revisar el Sistema que tenía, regreso su vista a la carretera. Tenía que buscar información del país donde estaba o saber si no estaba en alguna clase de infierno al que la gente religiosa describía. El nunca fue religioso, aborrecía todas las religiones y es Ateo. El no cree en las existencias de dioses, pero ahora mismo, se cuestionaba esa forma de pensar. Pero mejor dejo de lado esos pensamientos para después.
Hans avanzó lentamente por el camino de tierra que serpenteaba hacia abajo desde la pequeña colina donde había despertado. Su mirada se mantenía alerta, y aunque llevaba horas caminando, su cuerpo no mostraba señales de fatiga. La resistencia sobrenatural de su nuevo estado vampírico era una bendición, aunque la situación seguía siendo desconcertante.
El paisaje comenzó a cambiar cuando se adentró en un bosque. La atmósfera se tornó opresiva; los árboles eran altos y retorcidos, sus ramas desnudas parecían brazos buscando atraparlo. Las sombras se alargaban de forma antinatural, y el aire estaba impregnado de un leve hedor a podredumbre. Hans frunció el ceño, claramente molesto.
―Perfecto, como si estuviera en una maldita película de terror ―murmuró, apretando los dientes mientras ajustaba la empuñadura de su espada.
De repente, un olor inconfundible invadió sus sentidos: sangre. Fresca, metálica, abrumadora. Los sentidos mejorados de su forma vampírica lo alertaron de inmediato. Sin dudarlo, Hans aceleró el paso, siguiendo el rastro hacia lo que parecía un pequeño pueblo.
Cuando llegó, el panorama que lo recibió fue desolador.
En el letrero del pueblo, había cuatro cadáveres colgados, con el estomago abierto dejando ver los intestinos y otros órganos de fuera que aun chorreaban un poco de sangre. En el suelo, varios cadáveres sin vida que fueron asesinados de diferentes formas. Algunos estaban partidos a la mitad, otros decapitados o sin alguna extremidad sobre enormes charcos de sangre. Hans, identifico la especie de la mayoría de los cadáveres, Elfos Oscuros, tanto civiles y los que parecían ser caballeros, pero aparte, había cuerpos humanos, estos estaban vestidos con poca armadura y no parecían ser soldados... Mercenarios tal vez, pero soldados no eran. Luego había algunos cadáveres de criaturas no humanas. Ogros, unos pocos Orkos, Diablillos y cientos de cadáveres mutilados y descuartizados de Goblins.
Los edificios del poblado estaban banalizados, algunos aun estaban en llamas y otros pocos totalmente derrumbados. Era una masacre total e indiscriminada, ya que Hans, pudo notar algunas estacas con cuerpos de bebes y niños como con cabezas de elfos clavadas. Esto recordaba a sus operaciones en Oriente Medio y Afganistán, pero sobre todo de Afganistán en 2239 en una operación para eliminar de raíz a los religiosos afganos, los cuales podían llegar a ser extremadamente radicales, aunque también esto recordaba a las atrocidades que muchos grupos rebeldes de Sierra Leona podían hacerle a su propia gente.
― ¿Quién hizo esto? ―se preguntó en voz baja, sus ojos rojos escaneando cada rincón.
A medida que avanzaba, las ruinas del pueblo le contaron su historia: casas destruidas, saqueadas, paredes cubiertas de hollín por incendios recientes. Hans rápidamente dedujo lo que había ocurrido.
―Un ataque... ―murmuró―. Probablemente una banda de mercenarios o bandidos. — Hans frunció el ceño al recordad todas las atrocidades que vio en Oriente Medio, Afganistán y Sierra Leona. Demasiados civiles, mujeres y niños asesinados sin piedad o razón alguna.
El sonido de algo moviéndose rompió el silencio. Provenía de una casa parcialmente derrumbada al final de la calle. Hans se tensó, levantando su Mauser mientras avanzaba hacia la fuente del ruido.
El interior de la casa estaba igual de devastado que el exterior: muebles rotos, manchas de sangre, y el aire viciado por el olor a muerte, así como dos cadáveres de adultos asesinados, una mujer y un hombre, la mujer mostraba claros indicios de que fue abusada sexualmente. Escuchó un pequeño crujido en el piso superior y subió las escaleras con pasos silenciosos, como un depredador acechando a su presa. Al llegar a una habitación al final del pasillo, Hans notó que el sonido provenía de un armario. Se acercó lentamente y abrió la puerta de golpe, con la pistola apuntando al interior.
Sus ojos se encontraron con los de una niña.
Era una elfa oscura, de no más de diez años, con grandes ojos amarillos llenos de terror. Estaba acurrucada, temblando, con las manos cubriendo su rostro como si esperara un golpe. Sus pequeñas piernas estaban manchadas de tierra y sangre, y su ropa estaba rasgada.
―Tranquila, tranquila ―dijo Hans suavizando su voz mientras bajaba el arma―. No voy a hacerte daño.
La niña lo miró con desconfianza, pero no huyó. Hans se arrodilló frente a ella, tratando de parecer lo menos intimidante posible, algo difícil considerando su imponente físico y apariencia.
― ¿Estás sola? ―preguntó con calma.
Ella asintió lentamente, aun temblando.
― ¿Qué pasó aquí?
La pequeña comenzó a llorar silenciosamente, pero entre sollozos logró responder:
―L-los Perros Negros... vinieron... destruyeron todo... mataron a todos...
Hans frunció el ceño.
― ¿Perros Negros? — Pregunto.
—S-si.... Un e-ejercito de mercenarios de los reinos humanos... —La niña estaba sollozando. —Llegaron, mataron a todos, incluso a mis padres... T-todos.... E-están muertos.
Hans apretó los dientes, sintiendo una ira fría crecer dentro de él. Colocó una mano en el hombro de la niña, intentando consolarla.
―Lo siento mucho ―dijo sinceramente―. Pero ya estás a salvo conmigo. No permitiré que te hagan daño.
La niña lo miró con una mezcla de miedo y esperanza. Hans no sabía por qué, pero algo en su interior le decía que no podía dejarla sola. Aunque no entendía por completo dónde estaba ni qué estaba pasando, sabía que tenía el poder para hacer justicia.
― ¿Cómo te llamas? ―preguntó Hans.
―N-Nya... ―respondió la pequeña, secándose las lágrimas con las mangas de su ropa rota.
―Bien, Nya. Yo soy Hans Hoffman. Vamos a salir de aquí, ¿de acuerdo?
La niña asintió, aunque aún parecía asustada. Hans se levantó asegurándose de que la Mauser estuviera lista para disparar. Miró por la ventana rota hacia el desolado pueblo. No parecía quedar nadie vivo, todo era un páramo lleno de cadáveres y olor a sangre. Hans miro de reojo a Nya, notando que su ropa estaba rota y rasgada, aparte de que ella estaba cubierta de sangre y no tenía zapatos.
Hans activó su sistema con un movimiento rápido de la mano, haciendo aparecer una pantalla holográfica flotante frente a él. Los ojos de Nya se abrieron con sorpresa y asombro al ver cómo manipulaba los menús y opciones con una precisión experta.
—¿Q-que es eso? — Nya pregunto con curiosidad.
—Una habilidad que yo poseo, es difícil de explicar. —Hans respondió, indagando y buscando algo de ropa, comida y un abrigo para Nya.
Luego de buscar un rato por todo su inventario, selecciono lo que iba a materializar. Una muda de ropa para niña, un abrigo de cuero para el frio y comida junto a una cantimplora con agua, aparte selección un botiquín grande. Nya mostraba algunas heridas leves y cortaduras que si no eran tratadas podrían infectarse. Cuando termino de seleccionar todo, las cosas aparecieron sobre una mesa que se materializo junto a lo seleccionado.
― ¿Cómo hiciste eso? ―preguntó con una mezcla de asombro y temor―. ¿Eres... un hechicero? ¿Un Archimago?
Hans levantó una ceja, girando la cabeza hacia la pequeña.
—Mmm... Algo parecido, solo te diré que soy algo más poderoso que un Hechicero o Archimago. — Hans respondió y la niña simplemente asintió. — ¿Tienes forma de bañarte? —Hans pregunto abriendo el botiquín.
—N-no, el baño fue destruido. — Nya respondió tímidamente.
Hans suspiro y asintió, reabrió el sistema. Luego de unas cuantas selecciones, guio a Nya a la otra habitación que era más grande, seguramente de sus padres y con su fuerza movió la cama y los muebles de madera arrinconándolos en una esquina. Nya solo miraba lo que Hans hacía. Luego de dejar un buen espacio, abrió nuevamente su sistema y saco lo que había seleccionado. Un tinaco con agua, una toalla, jabón y Champo.
—Dame un momento para calentar el agua. No pudo curar tus heridas si no te lavas primero. —Hans comento con un tono tranquilo pero serio.
Nya solo vio como Hans en la palma de su mano materializo una flama de fuego azulada y luego esta envolvió el tinaco, luego de unos segundos, Hans checo la temperatura del agua y asintió al sentirla caliente. Le señalo la toalla y su nueva muda de ropa limpia a Nya y salió de la habitación. La niña seguía estupefacta ante las habilidades de su salvador, que, a pesar de tener un físico intimidante y aterrador, tenía un aura que transmitía seguridad y protección. Nya simplemente se quitó la ropa sucia y rasgada que tenia y procedió a lavar su cuerpo.
Luego de una hora, Nya salió de bañarse y con la ropa que Hans le había dejado la cual consistía en un pantalón militar, unas botas militares, una blusa sport, encima de la blusa una camisa de botones gris y aparte se puso la gabardina de cuero de color negro que Hans le dejo para el frio, no por nada ya se estaba haciendo de noche y Hans sintió la temperatura bajar, claro que a el no le afecta, pero a la niña sí. Nya llego nuevamente a su habitación donde se escondía en su armario. Al ingresar noto a Hans sentado en un banco y frente a él, una hoya con comida calentándose. Hans la vio y le hizo una seña para que se sentara. Nya tímidamente tomo asiento en otro banquito frente a Hans y el con tranquilidad sirvió la comida.
—Ten, cómelo antes de que se enfrié. —Hans estiro su brazo entregándole un plato de comida con caldo, se trataba de sopa de pollo con verduras, algo perfecto para una noche fría y para un niño.
—Gracias, señor Hans. —Nya agradeció y tomo el plato. Sin dudar comenzó a comer, ya que tenía hambre.
—¿Sabes como se llama el país donde me encuentro? —Hans pregunto luego de comer un bocado de su plato.
—Viendo que usted no es un elfo.... Tiene sentido, ahora mismo se encuentra en el Reino Oscuro o Reino de los Elfos Oscuros. —Nya respondió comiendo un bocado de su comida.
—¿Por qué fueron atacados? ¿Están en guerra con algún reino humano? —Hans pregunto.
—No sabría decirle con certeza, solo escuche que había roces con la Alianza de los 7 Escudos más al Oeste, pero de ahí ya no supe si era verdad hasta que atacaron. —Nya respondió, con un tono algo dolido, después de todo, había visto morir a sus padres y de pura suerte no la encontraron, de lo contrario, la situación actual sería distinta.
—Comprendo. — Hans asintió y comenzó a pensar, seguro los elfos tenían conflicto con los humanos desde hace mucho tiempo atrás. Después de todo, por lo que ya pudo confirmar, se encontraba en un mundo de fantasía medieval, seguro el tema de la magia podría complicar un poco las cosas y el sistema militar que posee, solo le permite invoca tropas de la Segunda Guerra Mundial (1930-1950) Si bien cuenta con tropas vampíricas que son superiores en muchos sentidos, el tema de la magia podría complicar las cosas y tendría que luchar en el frente como lo hacia en el pasado dentro del juego. — ¿Hay alguna ciudad cerca de aquí? —Hans pregunto a Nya.
Nya asintió y trago el bocado que tenía en la boca antes de responder. —Sí, la ciudad Fortaleza de Lumendria, es la más cercana y que se encuentra prácticamente en el corazón del reino. Por lo que mi padre una vez me conto, es la segunda línea de defensa en caso de invasiones. — Explico.
—Y teniendo en cuenta que los perros negros ya están por esta zona central, podrían estar asediando la ciudad. —Nya asintió ante el comentario de Hans.
—Una vez fui cuando mi padre fue. La ciudad tiene murallas de hasta 20 metros de alto y solo tiene tres accesos: La puerta principal y las puertas del Este y Oeste. —Nya explico.
—¿A cuánto tiempo se encuentra a pie? — Pregunto Hans.
—No esta muy lejos, pero a pie tardaríamos unos cuatro días aproximadamente. A caballo dos. —Nya respondió. —¿Planea ir a la ciudad? — Pregunto.
—Si quiero información de cómo están las cosas en Eostia, no tengo otra alternativa. Necesito información del panorama actual de Eostia. —Comento. — ¿Algún familiar tuyo vive en la ciudad? —Pregunto y solo vio como la elfa bajo las orejas y la mirada y negó lentamente. — Entiendo, en ese caso, yo te cuidare de ahora en adelante. — Nya levanto la mirada sorprendida.
—¿E-eh? ¿Pero...? — Fue interrumpida.
—No pienso dejarte sola y menos con un ejército de mercenarios arrasando con todo lo que se les pone enfrente. Así que no te preocupes. — Hans dijo interrumpiendo a Nya con un tono algo serio pero protector y lleno de preocupación, ni loco dejaría a una niña de tan solo 10 años con una banda de mercenarios genocidas y monstruos sueltos en este país.
—B-Bueno... En ese caso, se lo agradezco, le ayudare en lo que necesite. — Nya contesto con un tono lleno de gratitud y voz un poco entrecortada. —Hay dos caminos para ir a la ciudad de Lumendria: Por el Bosque Oscuro que es más corto o Rodeando el Bosque Oscuro, pero ese rodeo haría que tardemos más tiempo. —Explico.
Hans levantó una ceja ante el nombre.
― ¿Qué tan peligroso es ese bosque?
Nya bajó la mirada, jugando nerviosamente con sus manos.
―Es... muy peligroso. Los Perros Negros podrían estarlo usando como base de operaciones. Aparte de las criaturas y Monstruos. Pero es el camino más corto. — Nya respondió.
Hans frunció el ceño, evaluando sus opciones. El camino alternativo, aunque más seguro, seguramente tomaría días, y no podía permitirse perder tanto tiempo sin tener información crucial sobre dónde estaba. Además, si los Perros Negros estaban en el bosque, eso también significaba que podría recolectar datos sobre ellos o incluso enfrentarlos.
Finalmente, suspiró y miró a Nya con determinación.
―Tomaremos el camino corto. — Hans se decidió. —Sera peligroso, pero mientras estés cerca de mí, nada ni nadie podría lastimarte. — Nya asintió comprendiendo. —Saldremos mañana cuando te levantes, por ahora descansa, yo hare guardia. —Dijo terminando su comida y poniéndose de pie.
—¿Usted no descansara? —Nya pregunto.
—No lo necesito, después de todo soy un Vampiro. — Dijo para luego guardar todo lo que usaron para cenar y otras cosas más. —Pero antes, muéstrame tus heridas, las voy a tratar antes de que duermas, para mañana ya deberás estar mejor. — Nya asintió.
[....]
A la mañana siguiente, Hans ya estaba preparado para partir, solo estaba esperando a que Nya se despertara. De su inventario saco una STG-44, aparte de revisar sus otras armas: La Mauser C96, Su espadón y su Daga. Todo estaba en orden, en el interior de su gabardina de cuero había cargadores y en su cinturón también. Cuando despertó Nya, le dio un emparedado sencillo con agua para desayunar. Cuando la niña termino de comer, ambos emprendieron el rumbo a la ciudad. Adentrándose en el camino polvoriento que conducía al Bosque Oscuro. Hans, con el STG-44 lista y sus sentidos de vampiro agudizados, escaneaba constantemente los alrededores en busca de cualquier señal de peligro.
El ambiente cambió rápidamente cuando llegaron al interior del bosque. Los árboles negros y retorcidos formaban un dosel que bloqueaba la luz del cielo rojo, sumiendo el camino en una penumbra inquietante. El aire estaba pesado, cargado de un olor metálico y humedad que Hans no tardó en reconocer como sangre seca y descomposición.
―Mantente alerta, Nya ―murmuró mientras avanzaban, su voz apenas un susurro.
―Sí, señor Hans ―respondió ella, su voz temblando ligeramente mientras se aferraba al borde de su abrigo.
Los sonidos del bosque eran inquietantes: crujidos de ramas, susurros en la distancia y el ocasional aullido lejano. Hans apretó el agarre de su rifle, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a correr por sus venas. A pesar de lo sombrío del ambiente, Hans mantenía la calma. Su experiencia militar y su nivel máximo de habilidades le daban una ventaja abrumadora sobre cualquier amenaza que pudiera encontrarse. Sin embargo, sabía que subestimar el entorno o sus enemigos podía ser un error fatal.
Fue cuando un animal de cuatro patas, rojo con colmillos afilados cargo apareciendo a la izquierda desde unos arbustos. Hans se puso inmediatamente a una velocidad inhumana delante de Nya. La STG-44 cobro vida disparando en automático y penetrando la dura piel del animal el cual chillo para luego caer sin vida al piso. Otras cuatro más salieron del interior del bosque. Hans realizo disparos a una precisión inhumada e increíblemente rápido, en pocos segundos elimino a las criaturas.
Nya se tapó los oídos ante el ensordecer ruido de la extraña arma de Hans. Sus odios zumbaron dejándola sorda por unos momentos y luego abrió los ojos y se destapo los oídos poco a poco con forme el zumbido se iba desvaneciendo. Cuando abrió los ojos, vio como cuatro enormes Varnok estaban en el suelo en charcos de su propia sangre. Ella sabe lo difíciles que son de matar y más por su piel gruesa. Hans usando su extraña arma, los mato sin despeinarse y en pocos segundos.
—Nya. —Hans hablo y ella lentamente le miro. — ¿Todo bien? — Pregunto mirándola unos momentos y luego usando sus sentidos agudizados para escanear sus alrededores. Hans se relajo un poco al ver que no había peligro cercano y el ruido había ahuyentado a animales herbívoros.
—S-Si.... Bueno... Me zumban los oídos. —Nya respondió un sintiendo un dolor en sus oídos.
—Oh, lo lamento. —Hans se disculpó. — Debí decirte que te taparas los oídos, pero tranquila. —El saco de su bolsillo unos tapones. —Ten, póntelos, son tapones. Te ayudaran cuando tenga que volver a usar mi arma. —Nya tomo los tamos y se los coloco.
Hans y Nya continuaron caminando. Nya al estar asustada por el tétrico bosque, tomo de la mano a Hans, este apretó un poco el agarre para transmitirle seguridad a la niña. Hans se mantenía alerta con sus sentidos trabajando al máximo. Sus sentidos agudizados, le ayudaban a detectar criaturas y animales a la distancia. Su oído vampírico, le ayudaba a escuchar ruidos más allá de su posición a varios kilómetros de distancia y su olfato sensible, le ayudaba a detectar los diferentes aromas dentro del bosque.
No tardo mucho para detectar un grupo grande humanos acercándose acompañados de bestias un poco mas pequeñas. Los Perros Negros seguramente fueron alertados por los disparos de hace una hora y estaban en ruta a su posición. Ante ello, le dijo a Nya que los Perros Negros ya se estaban moviendo y puede que más adelante se los topen de frente. Le dijo que se quedara cerca en todo momento y la niña solo obedeció y apretó con un poco de fuerza su agarre a la mano de Hans.
Hans detuvo sus pasos, levantando una mano para indicar silencio. Agudizó su oído vampírico y pronto captó un sonido distintivo: pasos pesados y el ruido metálico de armas chocando contra armaduras.
―Prepárate, Nya. Esto podría ponerse feo ―advirtió mientras levantaba el STG-44, girando el seguro y apuntando hacia la dirección de dónde provenía el ruido.
En cuestión de segundos, figuras comenzaron a emerger entre los árboles. Hombres con armaduras oscuras, armados hasta los dientes, se movían en formación, claramente acostumbrados a cazar en este terreno. Sus emblemas eran inconfundibles: los Perros Negros.
Hans sonrió levemente, una expresión fría y calculadora mientras evaluaba la situación.
―Bueno, parece que encontré mi primer desafío en este lugar ―murmuró, preparando su arma para el combate.
Nya, asustada, se escondió detrás de él, aferrándose a su abrigo mientras Hans avanzaba un paso, listo para enfrentarse a los infames mercenarios.
Hans mantenía la calma mientras los Perros Negros emergían de las sombras del bosque, rodeándolo a él y a Nya. La niña, aterrorizada, se aferró con más fuerza al abrigo de Hans, buscando protección. Él se limitó a observarlos con una mirada fría y analítica.
Los mercenarios eran un grupo heterogéneo y caótico: humanos con armaduras parciales, evidentemente saqueadas de otros pueblos, empuñaban espadas y lanzas; mientras que criaturas no humanas acompañaban a la banda. Ogros, corpulentos y grotescos, destacaban por su tamaño y fuerza bruta; diablillos, con piel roja, cuernos y colas puntiagudas, se movían con agilidad y una malicia evidente; y una horda de goblins, pequeños pero numerosos, agitaban dagas y espadas cortas con un frenesí ansioso.
Hans frunció el ceño. A pesar de su confianza en sus propias habilidades, proteger a Nya mientras enfrentaba a esta numerosa y diversa amenaza requería una estrategia distinta. No podía arriesgarse.
―Quédate detrás de mí y no te muevas, pase lo que pase ―dijo en voz baja pero firme, mirando a Nya de reojo.
Con un pensamiento rápido, Hans activó su sistema mágico integrado, recitando un hechizo en silencio. Una runa mágica brilló brevemente en el suelo bajo sus pies, y en un abrir y cerrar de ojos, diez vampiros de élite alemanes se materializaron a su alrededor.
Estos soldados llevaban uniformes impecables de la Waffen-SS, pero sin la ideología que había manchado ese nombre en la historia. Portaban un arsenal devastador:
Rifles FG-42, ideales para combate de precisión a media distancia. Ametralladoras MG-42, conocidas por su velocidad y potencia, capaces de arrasar líneas enemigas y subfusiles MP-40, perfectos para combates cuerpo a cuerpo y en movimiento. El sonido metálico de sus armas al ser cargadas resonó como un ominoso anuncio de lo que estaba por venir.
Los Perros Negros, que momentos antes estaban ansiosos por capturar a la niña, ahora se detuvieron, atónitos. Algunos humanos dieron un paso atrás, claramente dudando ante la aparición inesperada de estas figuras imponentes. Incluso los ogros y diablillos, aunque menos propensos al miedo, mostraron señales de vacilación.
Hans miró a los mercenarios con una sonrisa fría, su STG-44 preparado.
―Ataquen ―ordenó con voz autoritaria―. Protejan a la niña a toda costa.
Los vampiros respondieron al unísono, sus movimientos precisos y coordinados. En cuestión de segundos, una carnicería se desató.
Las MG-42 rugieron, escupiendo una lluvia de balas que destrozó las filas frontales de goblins y diablillos, arrancándoles gritos de dolor y horror. Los soldados con FG-42 apuntaron a los ogros, perforando sus gruesas pieles con disparos certeros que los hicieron tambalearse y caer como enormes muñecos de trapo. Los usuarios de MP-40 se encargaron de cualquier enemigo que intentara flanquearlos, disparando con rapidez y eficacia.
El bosque se llenó de caos: gritos, disparos y el sonido de armas chocando resonaban por todas partes. Los Perros Negros, acostumbrados a atacar aldeas indefensas, no estaban preparados para enfrentarse a un escuadrón tan bien entrenado y armado.
Hans se mantuvo en el centro de la formación, disparando con precisión mortal y vigilando constantemente a Nya. Un goblin que había logrado acercarse demasiado fue abatido con un disparo a quemarropa de su STG-44.
― ¡Retrocedan! ―gritó uno de los humanos, claramente un líder entre los bandidos, mientras veía cómo sus fuerzas eran diezmadas.
Sin embargo, no todos compartían su instinto de supervivencia. Algunos diablillos, desesperados cargaron contra los soldados de la Waffen-SS vampiros mientras los goblins cargaron con la intención de ir por la niña, pero los vampiros, mas rápidos, despiadados y letales, los interceptaron y mutilaron cuando las municiones y cadencia de disparo de las MG42 despedazaron sus endebles cuerpos.
Finalmente, tras varios minutos de intenso combate, el campo de batalla quedó en silencio. Los cadáveres de goblins, ogros y mercenarios humanos yacían esparcidos por el bosque, mientras que los vampiros de élite permanecían firmes, listos para cualquier otro ataque.
Hans bajó su rifle ligeramente, evaluando el área.
―Bien hecho ―dijo a sus soldados antes de mirar a Nya, quien lo observaba con ojos muy abiertos, completamente impresionada por lo que acababa de presenciar.
― ¿E-eres un ángel de la muerte? ―susurró la niña, aun temblando, pero ahora más fascinada que aterrada.
Hans no respondió de inmediato, pero sonrió ligeramente. — Tal vez. —Dijo mirando con una sonrisa de satisfacción a los cuerpos despedazados y sin vida de humanos y bestias genocidas que adornaban y manchaban de rojo el bosque.
Hans y Nya continuaban avanzando, esta vez con una formación de diamante compuesta por los vampiros de la Waffen-SS. Los soldados se movían con precisión y disciplina, formando un escudo viviente alrededor de su comandante y la pequeña elfa. Sus ojos rojos brillaban con una alerta constante, observando cada rincón del bosque mientras sus armas permanecían listas para responder a cualquier amenaza.
Nya, caminando junto a Hans, no podía dejar de mirarlo con asombro y un poco de temor. Aunque estaba agradecida por su protección, no podía evitar preguntarse qué clase de ser era realmente. Hans no se parecía a ningún Mago, Hechicero o Archimago que ella hubiera conocido o escuchado en las historias de su pueblo. Había algo en él, una presencia abrumadora y peligrosa, pero al mismo tiempo irradiaba un aura de seguridad y calma, como si nada pudiera dañarlos mientras estuvieran a su lado.
―Señor Hans ―dijo finalmente con una voz tímida, levantando la mirada hacia él.
Hans bajó ligeramente la vista hacia la niña, sin dejar de caminar ni disminuir su atención al entorno.
― ¿Sí?
― ¿Qué clase de Hechicero eres? ―preguntó, su voz mezclando curiosidad y respeto―. No pareces uno normal... ni siquiera un Archimago. Eres algo más... algo mucho más fuerte y temible.
Hans sonrió ligeramente, una expresión que era más enigmática que reconfortante.
—Sinceramente, no sabría cómo explicártelo. — Respondió dejando salir un suspiro. —Solo sé que nací con este poder, con este don y habilidad y que, hasta el momento, es la primera vez que invoco tropas. —Comenzó a explicar. — Siempre me caracterice por luchar mis batallas solo gracias a todas las habilidades y poderes que tengo y que desarrolle con el tiempo. — Mintió, pero por su tono sonaba real.
Nya solo quedo reflexionando la explicación de Hans. Pero no la convenció del todo. Ella teorizaba que Hans podría ser un Ángel de la Muerte o quien sabe, incluso un Apóstol de algún dios antiguo y poderoso o un ser que simplemente apareció. Pero ella sabia que Hans, era un ser extremadamente fuerte y poderoso, mas haya que cualquier otra criatura que existiera aquí en Eostia o en Falmart. Pero a pesar de su físico intimidante y aterrador, Hans desprende esa aura de seguridad y protección, una combinación bástate única y que no se suele ver por estos lugares, aparte de que muchos seres que lograron tener poderes y habilidades increíblemente poderosas, terminaron muriendo a manos de Héroes ya fuera humanos o de otra raza. O incluso que terminaron siendo derrotados o sus propias ambiciones los mataron cuando llegaron a un punto donde no podían avanzar más. Y luego estaba la arrogancia, egocentrismo y avaricia que despertaba en los seres que se volvían poderosos y comenzaban a desarrollar personalidades antisemitas y de supremacía, pensando que estaban sobre los demás. Hans era diferente y eso se notaba y mucho.
―Los Perros Negros... ―susurró Nya, más para sí misma que para Hans―. Si ellos estaban aquí, puede que hayan atacado más pueblos. ¿Y si Lumendria ya no es segura? — Hans escuchó su preocupación y decidió calmarla.
―Lumendria es una ciudad fortificada, ¿no es así? ―preguntó y Nya asintió.
―Sí, sus murallas son enormes y están protegidas por elfos veteranos del ejército real. También está la gobernadora... una hechicera poderosa. Pero... ―Nya dudó, bajando la voz― si los Perros Negros han reunido un ejército lo suficientemente grande, incluso Lumendria podría estar en peligro.
Hans reflexionó un momento, ajustando la correa de su rifle STG-44.
―Si Lumendria sigue en pie, averiguaremos más sobre estos perros negros y sobre porque están atacando este reino. —Hans dijo con seriedad. — Y no te preocupes, no te dejare sola. Y me encargare de cualquiera que amanece tu seguridad. — Nya sonrió y se tranquilizó ante eso dicho por Hans.
La convicción en su voz hizo que Nya se sintiera un poco más tranquila, aunque no podía evitar preocuparse. Miró a los vampiros que les rodeaban, preguntándose cuántos secretos más escondía este misterioso hombre que la había rescatado. Mientras seguían su camino hacia Lumendria, la atmósfera del bosque comenzó a cambiar. Los árboles se volvían más altos y oscuros, y los sonidos del bosque eran cada vez más inquietantes. La marcha se volvió más cautelosa, con los soldados ajustando sus formaciones y Hans manteniendo su arma lista.
—Dudo que esos sean todos los mercenarios dentro del bosque. — Un vampiro comento.
—Mein Anführer ¿No deberíamos rastrear a los bandidos? — pregunto otro.
—Mmm... —Hans comenzó a meditarlo.
Seria una buena idea. Además, en caso de que la ciudad de Lumendria esté siendo atacada, podrían cortar de raíz sus refuerzos y hace un par de horas pudo comprobar que por el momento ellos 11 son suficientes para incluso eliminar a una legión completa. Luego podría invocar a más soldados del Heer y tener aparte una reserva de Waffen-SS para operaciones especiales, o en otro caso, están las unidades de Cruz de Caballero, que igual son Fuerzas Especiales de Elite.
—Mein Anführer. — Otro soldado vampiro hablo, este se notaba que era el líder del escuadrón. — Si rastreamos la base de estos humanos en el bosque, podríamos cortar de raíz sus líneas de suministros y en dado caso que estén atacando algún poblado, no tendrán a donde ir. Y si están asediando la ciudad a la que vamos, podríamos agilizar un poco para las tropas elficas locales de dicha ciudad. —El vampiro Waffen-SS con el rango de Sargento explico.
Hans comenzó a meditarlo y en eso tenía razón. Arrancar de raíz a los mercenarios en este sector sería favorable para él y aparte así evitaría que haya peligros que amenacen la vida de Nya. Con rostro firme, asintió ante la ida. —Bien, en ese caso, hagámoslo. — Sus vampiros Waffen-SS asintieron y comenzaron agudizar más sus sentidos, comenzado el rastreo.
Hans le dijo a Nya que se trepara en su espalda y no se soltara, ya que estaban por comenzar a moverse a una velocidad exageradamente rápida y ella solo obedeció y se sujeto con fuerza. Segundos después, los 11 vampiros comenzaron a desplazarse, siguiendo el rastro de los mercenarios y monstruos. Nya hundio su rostro en la espalda de Hans, el viento al momento en que el comenzó a moverse o mas bien correr a una velocidad exageradamente rápida el viento al momento de chochar con sus ojos la lastimaba.
Nya seguía con rostro hundido en la espalda de Hans y fue cuando en poco segundo se detuvieron. Hans estaba en el centro sosteniendo su STG-44 con los demás Waffen-SS Vampiros a sus laterales, 5 de cada lado. Todos apuntando sus armas. Los Mercenarios quedaron estupefactos ¿en que momento aparecieron? Los humanos sintieron un aire pesado, además estaba esa aura aterradora de los seres que emergieron del bosque sosteniendo extraños bastones de metal.
A pesar de que en cantidad eran superiores, un escalofrió atravesó sus cuerpos. En total, había varios cientos y cientos tanto de humanos como diferentes bestias: Ogros, Orkos, algunos Minoturos de gran tamaño, mas altos y fuertes que un Orko o un Ogro, incluso había centauros y ciclopes, enanos que eran casi del mismo tamaño que los Goblins o Diablillos presentes. Todos sintiendo esa tensión tanza y tétrica. Fue cuando sin decir nada, Hans y sus vampiros alemanes Waffen-SS de Asalto comenzaron su masacre.
Las MG-42, FG-42 y MP-40 cobraron vida ametrallando y descuartizando a todas las criaturas que estuvieran delante. Los humanos antes en shock, salieron de el y ordenaron la carga. El campamento de los Perros Negros en este sector se convirtió en una carnicería con cuerpos descuartizados y destrozados por las armas automáticas de los vampiros alemanes. Hans guardo su STG-44 para seguramente desenfundar su enorme espada enfundada en su cintura izquierda y su pistola Mauser C96 de cañón largo. Con tajos horizontales y verticales, convertía en carne picada a los mercenarios que tenia mas cercan, mientras disparaba con precisión contra las criaturas mas grandes incluso volándoles la cabeza con su pistola de un disparo con sus balas y pistola Mauser C96 de cañón largo encantada y potenciada con magia, todo mientras aún tenia a Nya en su espalda, la cual se aferraba a el y no se tenía mucho de qué preocupar, Hans había colocado algunos hechizos: Barreras y Escudos de alto nivel.
Los gritos de agonía, terror y dolor inundaron el bosque tétrico, convirtiéndolo en la tumba de los mercenarios cobardes que arrasaron y asesinaron a gente inocente. Por mas que intentaban contraatacar y tratar de asesinar a los vampiros, simplemente no podía. Los vampiros Waffen-SS, son mas rápidos, mas agiles y mas brutales. La MG42 destrozaban los cuerpos con su brutal cadencia de disparo. Ni si quería los minotauros se salvaban de perder extremidades o algún enorme trozo de carne de su cuerpo ante la desgarradora potencia de fuego de la MG42. Hans seguía moviéndose hasta asesinando a todo humano o criatura que se le pusiera de frente hasta que llego a una zona única donde parecía haber una especie de campo de concentración.
—Por la madre patria. —Hans murmuro y Nya alzo la mirada ligeramente y chillo del miedo.
Frente de ellos un enorme campo de concentración que se encontraba a pocos pasos del campamento en la pequeña explanada en el corazón del Bosque Oscuro. ahí, había cientos de elfas de diferentes edades, desde adultas un poco mayores, hasta adolecentes y niñas. Algunas estaban inertes en el suelo, probablemente muertas y otras más apenas y podían moverse, estaban desplomadas en el suelo. Todas mostraban claras señales de abuso sexual y golpes físicos. Todas ya estaban al borde de la muerte, solo era cuestión de tiempo, minutos quizás, para la mayoría falleciera. Simplemente no podía hacer nada para salvarlas. Pero, en eso vio a una carreta que se estaba alejando. No lo permitió y apareció frente a la carretera y de un tajo decapito a los caballos que tiraban de ella. El ruido de los disparos de parte de sus vampiros aún seguía aun que los gritos ya estaban cesando. En pocos minutos habían arrasado con el campamento. Hans vio al hombre que cayo de la carreta cuando volcó.
Hans, tomo del cuello al hombre y lo miro directamente. — Escucha... Humano, simplemente ya estas muerto, pero te daré una oportunidad si me dices para quienes trabajas y quien les ordeno hacer tal barbarie. —Hans ordeno con un tono grave y molesto, sus ojos rojos brillaron mirando directamente el humano que tomaba del cuello. Nya solo miraba expectante el interrogatorio.
—¡V-Voult...Él es nuestro jefe! — El hombre hablo. — ¡F-Fuimos contratados por la Reina Celestine! ¡Esa elfa líder de la Alianza de los 7 Escudos! ¡Nos contrató para atacar y hacer lo que quisiéramos con este reino! ¡Aprovechamos que el Reino Oscuro estaba en crisis y en un creciente descontento! ¡Nuestro comandante, Voult, recluto a todas las bestias y la unió a nuestras filas, no solo a ellos! — Hans apretó ligeramente el agarre. — ¡Aagh! ¡T-También se nos unieron cientos de elfos traidores! ¡G-Gracias a ellos logramos penetrar y burlar algunos fuertes del ejercito regular de los Elfos! ¡E-El plan de Voult es conquistar este reino y volverlo el Imperio del Servicio! ¡Un Imperio donde las mujeres solos nos sirvan para engendrar mas hijo! ¡Es todo lo que se! ¡POR FAVOR, DEJAME IR! — Explico el Humano, el cual estaba completamente aterrado y mas por la mirada seria y ceño fruncido de Hans mientras apretaba sus colmillos afilados en lugar de dientes.
—Gracias por tu cooperación. —Hans dijo y con su mano izquierda, tomo de la cabeza al humano para luego separarla de su cuerpo, matándolo al momento de arrancarle la cabeza. La sangre se desbordo y chorreo como cascada manchando la tierra de rojo. — *Suspiro* Las cosas son mas complicadas de lo que pensé. — Hans comento suspirando, Nya solo se tapó los ojos cuando escucho el grito del humano al momento de morir y luego los abrió solo para ver su cadáver sin cabeza.
—Mein Anführer. — El vampiro SS con el rango de Sargento apareció. —Campamento enemigo asegurado. No dejamos sobrevivientes y encontramos prisioneras aun en condiciones, nuestro medico ya las esta atendiendo. —Reporto con firmeza ante Hans.
Hans solo asintió y camino hacia la carreta volcada. Dentro había otras dos elfas adolecentes de no más de 15 años físicamente. Hans ordeno al vampiro que las desatara y las llevara con los demás y las atendieran.
—A las sobrevivientes ¿Las llevaremos con nosotros? —Nya pregunto.
—Si, no podemos dejarlas aquí. Las dejaremos en la ciudad cuando lleguemos. —Hans respondió. — Eran pocos elementos los que estaban en este campamento. — Hans comenzó a caminar de regreso, viendo más detalladamente el campamento. — Seguramente sus fuerzas principales ya están atacando la ciudad, debemos darnos prisa si queremos evitar que la ciudad caiga.
—La ciudad tiene grandes murallas. — Nya comento. — Podrá resistir un asedio corto, pero no uno prolongado. La ciudad aún está a 4 días de aquí y ahora mismo ya esta anocheciendo. Es probable que los Perros Negros regresen para solicitar refuerzos, los cuales ya no tienen. —Nya añadió viendo el rio de cadáveres descuartizados y mutilados en charcos enormes de sangre fresca.
—Entonces deberemos irnos a otro sitio y acampar. — Hans dijo decidido.
—Me estoy entumiendo ¿Puedo bajar de tu espalda un momento? —Nya dijo con un poco de timidez.
—Claro, descansa y luego de atender a las elfas nos retiraremos a otro sitio. —Nya solo asintió ante lo dicho por Hans y bajo para estirar las piernas un poco.
Hans junto con Nya se reagruparon con los demás vampiros. El medio del escuadrón estaba tendiendo a otras dos elfas más que rescataron, estas ya son adulta y presentaban heridas más leves y fáciles de tratar.
—¿Algún otro sobreviviente? — Hans pregunto.
—Negativo mein Anführer, solo ellas cuatro. — Respondió el sargento.
Hans asintió ante de responder. Vio ligeramente analizando a las elfas las cuales aún estaban algo asustadas por la presencia de los vampiros. Nunca antes habían visto a alguien o un ser como ellos. Altos, intimidantes, de ojos rojos y dientes afilados, y, sobre todo, extremadamente fuertes. Ellas fueron testigos de la brutalidad y fuerza inhumana cuando arrasaron a todos los Perros Negros del campamento avanzado. Hans se acerco a ellas, para presentar junto a Nya. Las elfas al ver a la niña con ropas extraña y tomando de la mano al mas grande de los demás, quedaron extrañadas.
—Me llamo Hans Hoffman y soy un vampiro. Ella es Nya, la rescate en el pueblo más cercano. —Hans se presentó y Nya solo saludo con su mano derecha. — Díganme sus nombres por favor. — Hans exigió con un tono calmado.
—Delva Celebrían. — Una de las elfas adultas se presentó, tratando de sonar firme pero aún estaba temerosa. — Soy general del ejército de los elfos oscuros de este sector, pero.... Como puede ver. — Delva bajo la mirada, avergonzada y apretaba fuerte los dientes ante tal humillación y traición de las demás criaturas. — Fuimos derrotados.
—Yo me llamo Evelyn Celebrían. Soy hermana menor de Delva y su segunda al mando. — Se presentó.
Si en algo tenía que admitir Hans, es que físicamente estas elfas oscuras tenían un físico de película porno. Enserio, simplemente no puede encontrar una lógica a que ellas tengan unos enormes pechos y no sientan un dolor de espalda terrible. El en el pasado conoció a mujeres de grandes pechos y todas le decían lo mismo, que no era bonito y si bien les daban un atractivo físico bastante enorme, el dolor de espalda era horrible.
—Y-Yo... —Una de las elfas más jóvenes hablo. —Y-yo me llamo Lyara Drakavel y ella es mi amiga Eryndra Vaelith. —Se presentó y su amiga solo saludo con su mano, ambas tenían miedo por el físico imponente y algo aterrador de Hans.
—Un gusto. —Hans asintió. — Con ustedes dos me gustaría hablar después. Por ahora. —Hans hizo aparecer la pantalla de su sistema, las elfas solo quedaron estupefactas, sobre todo las adultas ya que igual tienen habilidades mágicas. — Cámbiense y prepárense para partir. Si Lumendria aún sigue resistiendo, es posible que las fuerzas de los perros negros manden un mensajero para solicitar refuerzos adicionales. Vístanse, nos vamos en 10 minutos. — Explico y ordeno luego de hacer aparecer mudas de ropa para las elfas. Eran prendas militares, aunque tuvo que modificar con el sistema su tamaño, por el exagerado tamaño de los pechos de Delva y Evelyn.
Las elfas solo se miraron unas a otras, pero obedecieron, después de todo solo tenían una manta proporcionada por los vampiros que las cubría. Luego de unos minutos ya estaban listas para partir y sin perder más el tiempo el grupo comenzó a alejarse del campamento destruido de los Perros Negros. Delva que conocía estos lares, guio al grupo de soldados vampíricos y a Hans a una cueva que se usaba como refugio hace varios cientos de años. Hans ordenaría a cuatro de sus hombres, cargar nupcialmente a las elfas rescatadas, el haría los mismo con Nya. Al inicio las elfas se negaron, pero luego de que Hans explicara con seriedad que ellos pueden correr a velocidad sobrehumanas llegarían más rápido a la ubicación. Al final Delva acepto y con algo de vergüenza, las elfas aceptaron ser cargadas por los vampiros. Luego de estar listo, comenzaron a moverse entre el bosque a una velocidad increíble con Delva guiándolos para llegar más rápido.
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