18. Ideas descabelladas para momentos desesperados
—Por fin despiertas, bella durmiente —comentó Jeimmy divertido girando para verla directo a los ojos— ¿Cuantas horas crees que has dormido?
—¿Cuál pan molido? —preguntó aún somnolienta.
—Creo que aún no estás del todo despierta —dijo entre risas.
—Sí estoy despierta —replicó apoyándose en el marco de la puerta aparentado tranquilidad—, la pregunta aquí es cómo entraste.
—Por la puerta, ¿Por dónde más? —se encogió de hombros con inocencia.
—Ah no sé, dime tú —exclamó Naomi sarcástica—, anoche entraste por la ventana... de un segundo piso.
—Eso fue diferente —hizo una pausa con gesto pensativo, pero preocupado— ¿Ya te sientes mejor?
—Sí, estoy bien —se separó de su apoyo para reafirmar su punto, pero su equilibrio le falló en el último instante.
Sus piernas le flanquearon como si estuviesen hechas de gelatina y no pudiese sostener su propio peso, el mareo se hizo intenso nublando su visión. Con sorprendente rapidez, Jeimmy corrió a su encuentro sosteniéndola justo a tiempo y como era su costumbre, la cargó entre sus brazos llevándola hasta el comedor donde la sentó con cuidado.
—¿Por qué nunca me dices la verdad? —le riñó molesto y preocupado— Pudiste haber caído y golpeado la cabeza otra vez.
—¿Otra vez? —indagó extrañada— ¿Cómo que otra vez?
—Naomi —susurró acercando su rostro al de ella—, el único que puede hacer preguntas en este momento soy yo, ¿entendido?
—Ahmm... no —contestó mirándolo con intensidad—, estamos en mi casa y literalmente estás invadiendo propiedad privada.
—¿Por qué eres tan testaruda? —preguntó frustrado.
—Que te puedo decir, así me quieren —expresó con gesto inocente.
—Por supuesto que sí —susurró sonriente.
Un suave e inesperado beso en la mejilla le devolvió un poco de la energía que tanto necesitaba, acelerando su corazón de una forma placentera y sintiendo nuevamente ese cosquilleo en el estómago.
—Debes tener hambre —dijo al separase de ella— ¿Por lo menos desayunaste?
—Claro que si —exclamó con un puchero.
—¡Aja! —dudó.
Con un suave pellizco en su mejilla y una sonrisa ladeada, salió del comedor para dirigirse a la cocina. El olor que de allí provenía era delicioso y se le hacía agua la boca. Sí había desayunado, pero ya era tarde y no había comido más nada.
—Aún falta un poco —anunció regresando con un termo en sus manos—, bebe esto mientras tanto.
—¿Qué es? —preguntó curiosa— Se parece al termo de Peter.
—¡Trágatelo! —ordenó Jeimmy.
—Ya cálmate, gruñón —replicó divertida.
Tomó los primeros tragos de aquella bebida, sorprendiéndose al notar que era la misma que le había regalado Peter. Nueva energía corría por sus venas, llenándola por completo como aquella vez. Sentía correr el líquido frio por su garganta hasta su estómago, era placentera y muy refrescante. No paró hasta vaciar todo el contenido, era como una necesidad de saciar una sed intensa que no sabía que tenía hasta que las primeras gotas tocaron su lengua.
—¿Te gustó? —preguntó divertido.
—En definitiva, sí —exclamó Naomi satisfecha— ¿Qué es?
—Suero de la verdad, y ya que te lo tomaste todo dime... —hizo una pausa cambiando su semblante a uno serio— ¿Qué hacías a media noche en la calle?
—¿Perdón? —sus alarmas se encendieron de inmediato.
—No creas que no te vi salir a media noche por el patio —recalcó molesto—, saltaste la valla de los vecinos, ¿Por qué vas tanto a ese bosque?
—¿Cómo sabes que era al bosque a dónde iba? —indagó nerviosa.
—Siempre es allá a dónde vas, y no me salgas con tu excusa del sonambulismo —amenazó—, te vi muy consciente.
—Si me viste ya deberías saber que estaba haciendo, ¿no? —se aventuró a decir tanteando el terreno, esperaba poder sacar algo que pudiera servirle para inventar alguna excusa más o menos creíble.
—Solo te vi, no pude seguirte —contestó entornando los ojos.
—Entonces confiesas que me sigues, ¿no habías dicho que no lo hacías? —preguntó sarcástica.
—No me cambies el tema —replicó.
—¿Por qué? También me da curiosidad saber qué hacías despierto a esa hora —añadió con seriedad—, era demasiado temprano para salir a hacer ejercicio, o eso me parece.
—Naomi, esto es serio —suspiró con frustración—, entiende que puede ser peligroso para ti salir tan tarde.
Desvió la mirada a sus manos, el estar a punto de ser descubierta la ponía en máxima alerta y a la defensiva, por lo que a veces no medía la forma en que decía la cosas. Jeimmy solo quería ayudar, de verdad se preocupaba por ella, más que cualquier otra persona fuera de sus padres. Era extraño y a la vez tierno.
—Lo sé —se limitó a contestar.
—No vas a decirme, ¿verdad?
—No... —contestó decidida— Por ahora.
—Eres frustrante, ¿sabías? —la tomó de las mejillas acariciándola con suavidad—, dulcemente frustrante.
Le dio una suave caricia de sus labios sobre su mejilla como la noche anterior, para terminar con un cálido y muy largo beso, aquel que le hacía delirar y sonrojar como un tomate. Quería más, deseaba con intensidad mucho más, pero seguía dudando al respecto por más que le esté gustando Jeimmy y esa nueva información no hacía más que recordarle que no debía dar su brazo a torcer.
—Ya vuelvo —susurró a su oído para luego regresar a la cocina.
Tenía que controlarse y limitar esos peligrosos acercamientos, si quería mantenerlo seguro debía hacerlo, aunque le doliera hasta lo profundo de su pecho. Respiró una y otra vez hasta normalizar su pulso, el calor de su rostro disminuyó hasta desaparecer y despejó su mente de aquellos pensamientos.
—Listo —anunció Jeimmy con orgullo—, el almuerzo está servido.
Frente a ella colocó un plato de comida recién hecha, el olor era delicioso. Al parecer no solo le había hecho el favor de cocinar, sino que preparó el menú que su madre había decidido para ese día. Carne en bistec, arroz de fideos, ensalada de verduras y papas fritas, acompañado de su jugo favorito, mora.
—Viste la lista de quehaceres, ¿verdad? —interrogó apenada.
—¿Cual lista? —devolvió la pregunta— Come.
Dio los primeros bocados, el sabor era exquisito. Se sorprendió no solo por eso, la presentación también era impecable. Sintió algo de envidia, le gustaba cocinar y jamás había logrado ese punto de cocción en el arroz.
—¿Qué tal está? —preguntó curioso.
Masticó con extrema lentitud, haciéndolo esperar por una respuesta. Él solo se limitaba a observarla con gesto divertido, sin darle el gusto de mostrarse impaciente.
—Nada mal —contesto con fingida indiferencia.
—¿Disculpa? —indignado, Jeimmy se quejó mirándola con ojos entornados— ¿Nada mal?
—Dijiste lo mismo de mi dibujo, así que no te quejes —recalcó entre risas.
—Así que esta es tu venganza, ¿Cierto?
—¿Qué comes que adivinas?
Charlaron un rato más de temas triviales, siendo Naomi quien retomara la conversación sobre aquella misteriosa y deliciosa bebida energizante. Pero por alguna extraña razón que aún no comprendía, no quería decirle que era y de la misma manera ella tampoco reveló información sobre su última escapada. Terminado de comer, se disponía a lavar los trastes. Gracias a Jeimmy tenía el resto del día libre, y eran solo las dos y media.
—¿Qué piensas hacer el resto del día? —preguntó Jeimmy posicionándose a su lado, apartando mechones de cabello de su frente.
—Tarea —contestó tratando de controlar sus emociones.
—¿Estás hablando en serio? —decidido, la tomó por la cintura pegándola a su cuerpo— Según escuché a Luke, no tiene nada pendiente para mañana.
—Pues... — titubeó nerviosa— déjame decirte que yo sí tengo tarea, mucho trabajo que hacer.
—¿Estás segura? —acercó su rostro al de ella susurrando en tono seductor— Podríamos hacer otra cosa, salir o ver una película juntos... solo los dos ¿No crees?
Por segunda vez, sus mejillas se tornaron color rosa, su corazón brincaba de emoción con cada una de sus palabras, pero su cabeza le recordaba que no debía dejarse llevar.
—Sí... digo no, en serio debo terminar mi trabajo... —contestó, tomándolo de la mano para llevarlo hasta la puerta— Estuvo muy rica la comida, en serio te lo agradezco. Me has salvado de un regaño, pero si no quiero ganarme uno peor más el castigo de la vida, es mejor que regreses a tu casa.
—¿Me estás echando? —preguntó perplejo— ¿Otra vez?
—Lo dices como si lo hiciera todo el tiempo... —replicó observando el gesto inquisitivo en su forma de mirarla— Bueno, solo un par de veces. Pero sí, me toca.
—Por lo menos agradece de una forma más delicada, me lo merezco, ¿no te parece? —se quejó estando en el umbral de la puerta, la miraba de una forma entre divertida y tierna, llevándola a cometer una nueva estupidez.
—Te quejas más que un niño chiquito —dijo Naomi entre risas.
Acto seguido, se levantó sobre la punta de sus pies para estar a la altura de su rostro, acarició con suavidad su mejilla y poco a poco se acercó a su rostro dándole un dulce beso en la frente.
—Gracias por la comida, está muy sabrosa —susurró sin apartar su rostro del de él.
—Eres cruel —susurró dejando salir un suspiro algo tembloroso.
Se marchó con una sonrisa y un leve sonrojo en sus mejillas, y ella no podía despegar sus ojos de aquel atractivo, sobreprotector y tierno chico que la volvía cada vez más loca. Se despabiló con un par de bofetadas, suaves claro, para hacerse entra en razón.
—Naomi, cálmate por favor —se dijo a sí misma—, aún hay cosas por hacer y un enredo que desenmarañar... si es que es posible.
Subió a su habitación y cerró solo las ventanas, no quería que su muy chismoso vecino viera aquellos retratos que tanto ocultaba de sus padres. Sacó su material de arte, lienzo, lápiz y su nueva paleta de colores. Se deshizo de esos recuerdos fugaces de Jeimmy dándoselo como pago, y su muy demasiada tierna forma de agradecerlo. Empezó retratando a la chica, aquella que sabía tenía contacto directo con Kaled.
Resaltó con mayor realismo aquellos detalles que le parecieron relevantes, en especial los ojos azul-amarillo, estos le recordaron la frialdad que reflejaban los verde-azul de Kaled. Pero, a diferencia de él, solo le causaban coraje y frustración después de ver todo lo que sucedió en el bosque. La marca en la nuca seguía siendo como un susurro en su memoria, tratando de sacar a la superficie aquellos recuerdos donde lo veía, si se había dado en algún momento. Al principio llegó a creer que era un tatuaje por lo común que se veía, pero le pareció extraño que todos tuviesen la misma y en el mismo lugar. Eran dos rombos del mismo tamaño y trazos gruesos superpuestos uno sobre el otro, de tal manera que la punta izquierda del segundo quedaba en el centro de la primera figura.
Por último, dibujó aquella marca de nacimiento que compartía con ellos, a decir verdad y a pesar de tener ciertas diferencias, este era el detalle que más le preocupaba. La ligaba de forma directa con aquellas personas, no solo eran las visiones de Kaled y todo lo que le mostraba a través de ellas, esto era mucho más difícil de procesar. ¿Cómo era posible que todos nacieran con aquella marca? ¿Por qué la de ella es diferente? sobre todo, ¿Por qué aun no la encuentran estando tan cerca?
Esa última pregunta rondaba por su cabeza una y otra vez, estaba creída que de haberla encontrado la llevarían con él, porque era lo que más le aseguraba desde ese primer día que lo vio en sus pesadillas. En algún momento estarían juntos, viéndose cara a cara, y si ellos seguían rondando como vio en aquella visión, ese día pronto llegaría.
Terminado el primer dibujo, los observó a fondo tratando de analizar todos los detalles con tal de no pasar nada por alto. Dado el visto bueno, lo guardó entre los demás muy cerca a los retratos de Kaled, encontrando uno que hizo en los últimos días viviendo en La esmeralda, lugar donde conoció a Elías y había perdido a su amigo Ciro. Fue justo aquella visión que tuvo un par de días antes que todo se fuera a pique, no le había prestado mucha atención a ello hasta que vio un pequeño detalle que había omitido, o solo recordaba haber hecho.
En ese dibujo, Kaled tenía una marca en la nuca, una oscura y muy delineada marca exactamente igual a la de aquellos soldados.
—¡Bingo! —exclamó mientras sacaba aquel retrato.
Comparó ambos trazos, era el mismo símbolo en la misma zona, sin embargo, sentía que había cierta diferencia en ambos. Algo muy sutil, pero sentía que marcaba un enorme cambio con gran efecto en su significado y poder. Frustrada sin hallar ninguna respuesta divina a sus interrogantes, tomó ciertas notas en su blog personal donde añadía los datos más relevantes de su investigación. Continuó con el líder, retratando los mismos detalles y su expresión dura, calculadora y cruel. Detalló la forma en que sus ojos disfrutaban el torturar y asesinar a las criaturas mágicas, jurándose a sí misma que haría lo posible por llegar hasta el fondo de eso para salvarlas.
Una descabellada idea surgió en su cabeza, si de verdad quería saber a donde las habían llevado debía dejarlo entrar, tal vez de esa forma lograra ver más allá de lo que él le mostraba. Sería fácil hacerlo, lo complicado estaba en no dejarse dominar por sus emociones una vez lo vea en sus sueños. Siempre que sucedía, por más que tratara de evitarlo, sentía un temor creciente en todo su ser, cada célula de su cuerpo reaccionaba de forma negativa ante su presencia. Si así era solo en meras visiones, no quería imaginarse lo que pasaría de tenerlo en frente.
Tomó las notas suficientes y terminó los retratos de aquellos soldados, guardándolos con sumo cuidado para no ser encontrados por nadie diferente a ella misma. Seguía sin entender muchas cosas, lo único que había logrado era enredarse aún más y llenarse de frustración. Decidió relajarse un rato viendo televisión, de todas formas, era domingo y muy a su pesar será de los últimos que tenga libres. Hizo palomitas, preparó refresco y sacó uno de sus doritos de reserva, pensaba hacer maratón de una de sus series favoritas, Friends.
Tres capítulos después estaba totalmente inmersa en las descabelladas aventuras de los personajes principales, riendo a carcajadas ante todas y cada una de las estupideces que algunos de ellos cometían o decían. Tanta era su concentración, que casi derrama todas las palomitas al sentir un par de brazos rodearla por la espalda. Allí, sentada en el suelo de la sala frente a la tv, descalza, vestida como loca con una corta blusa por encima del ombligo, el cabello suelto y alborotado, no se sentía apta para ser visitada de ninguna de las maneras posibles.
—¡Luke! —exclamó sorprendida— Te voy a matar, hijo de la chingada.
—Primero quiero decirte algo, después si aún quieres me asesinas, ¿sí? —susurró a su oído sin soltarla.
—¿Y si mejor te asesino, y después me dices sea lo que sea que quieras decir? —sugirió sarcástica— Esa idea me parece más tentadora.
—Pero si me asesinas, ¿cómo podré hablarte? —replicó entre risas— Los muertos no hablan, que yo sepa.
—Por ahí tengo una tabla Ouija —contestó Naomi forcejeando—, no te preocupes, ahora suéltame. Ni deberías estar aquí, recuerda que estoy molesta contigo.
—¿Pero por qué? —preguntó Luke quejoso— No entiendo bien porque estas molesta.
—¿Te parece poco el show que tú y el baboso de tu hermano hicieron en frente de mí? —recalcó molesta— Hasta me ignoraron por seguir discutiendo, ¿Qué? ¿Quién es el mayor acosador?
—No es eso —le dio un suave beso en la mejilla para tratar de calmarla—, es solo que no me gustó el tono en que me habló, pero no te enfades, las discusiones entre nosotros dos son más comunes de lo que crees.
—¿Seguro? —insistió algo incrédula— ¿O solo lo dices para que te perdone y no tome represalias en el asunto?
—Cien por ciento seguro —reafirmó entre risas— No seas así, no me regañes ni te molestes conmigo, hieres mi corazoncito.
Susurraba palabras cursis a su oído causándole cosquillas, mientras aún la mantenía abrazada con los brazos inmovilizados pegados a sus costados.
—Ni creas que con tu falso cariño me vas a comprar —amenazó más calmada con fingida molestia, empezaba a ceder bajo los encantos de Luke—, acabas de interrumpir mi maratón de Friends, eso es un insulto imperdonable.
—¿Prometes no asesinarme si te suelto? —preguntó suplicante y divertido.
—Trataré —contestó con poca convicción.
—Está bien.
Despacio, fue retirando los brazos de su cintura sintiendo la suave piel desnuda de su abdomen, atento a cualquier intento de homicidio por parte de Naomi. De todos modos, muy veloz, tomó el cojín entre sus piernas golpeando de lleno el rostro de Luke tirándolo de espaldas al suelo.
—Eso fue por entrar arbitrariamente a propiedad privada —explicó Naomi.
Las quejas de Luke no se hicieron esperar, el golpe no fue tan fuerte y el cojín era demasiado suave para causar algún tipo de daño, sin embargo, replicaba como si le hubiesen golpeado con una bota industrial. Permanecieron un rato uno al lado del otro, tirados en el suelo con la espalda apoyada en la pared viendo atenta la Tv. Pero como casi siempre ocurría desde que trata con sus vecinos, otro visitante llegó a interrumpir.
—¿Qué onda? —saludó Peter sonriente.
—Otro —se quejó Naomi— ¿ustedes no se cansan de interrumpir mis muy importantes actividades personales?
—No —contestaron ambos al unísono.
—Los odio.
—Sí, yo también te quiero —replicó Peter sonriendo—, y es por eso que vengo a interrumpir. ¿Qué tal si jugamos béisbol? El sol ya bajo así que no te quemaras esa blanca piel de vampiro que tienes.
Naomi le dedicó una de sus miradas asesinas, esa que solo estaba reservando para ellos tres, los únicos que la habían obligado a usarla tan seguido en tan poco tiempo.
—Peter, hazme un favor —dijo con seriedad—, lárgate.
—Cuanta amabilidad —se burló.
—Y eso es cariño, a mí me golpeó con el cojín —aseguró Luke—, casi me rompe la nariz.
—Y la exagerada soy yo —exclamó Naomi.
—¿Qué dices, mi querida Naomi? —interrogó Peter sonriente.
—Digo que no, estoy muy, pero muy ocupada —contestó con firmeza, centrando su atención nuevamente en la Tv para realzar su punto.
—Está bien, entiendo que no quieras perder contra nosotros, pero bueno...
—¿Disculpa? —su expresión denotaba indignación exagerada— Te recuerdo que aún sin saber jugar les gané.
—Suerte de principiante —se encogió de hombros.
—¡Luke! —dijo Naomi centrando su atención en el pelirrojo a su lado.
—¡Dime! —contestó este tratando de no reírse a carcajadas.
—¿Quieres ser mi compañero de béisbol y patear cierto trasero presumido que hay por ahí? —inquirió sarcástica, pero con gesto divertido.
—Encantado.
—Ya vuelvo.
Fue a su habitación a buscar algo más cómodo y presentable para salir, notando que detrás de ella ambos chicos en gesto cómplice chocaban las manos en señal de victoria. Al igual que aquella ocasión se colocó una gorra, pero esta vez vestiría una licra larga para mejor movilidad, una blusa holgada un poco larga y el buzo en su cintura. Salieron de la casa dejando todo ordenado y cerrando bien la puerta, la seguridad iba primero si no quería ganarse un castigo al llegar sus padres.
En el patio de sus vecinos ya estaba Jeimmy esperando por ellos, con equipo y cancha lista para iniciar el partido. Al verla llegar, una sonrisa iluminó su rostro, disimulando de inmediato al notar cierta mirada recelosa por parte de su hermano menor.
—¿Me estaban esperando o algo así? —indagó curiosa.
—En realidad sí —contestó Peter—, sabíamos que no podías negarte.
—Se tienen mucha confianza —dijo Naomi sarcástica—, demasiada diría yo.
—No te puedes resistir a mis encantos —expresó Luke coqueto—, tú me amas.
Con expresión divertida, Naomi simuló seguirle el juego acercándose sonriente al pelirrojo, quien algo impresionado y sonrojado se dejó llevar por la tierna mirada que ella le dedicaba. Al tenerlo cerca, muy cerca, sintió una extraña necesidad de pellizcarle las mejillas. Su rostro se le hacía algo adorable, más cuando la veía de esa manera. Sin embargo, sus planes eran otros. Con su pie derecho barrió el suelo haciéndole un puntapié tirándolo de espaldas, cambió su gesto a uno de inocente malicia mirándolo desde arriba, escuchando los quejidos de dolor del pobre chico.
—Todo mi amor para ti —dijo Naomi con falsa dulzura— ¿Aún lo quieres?
—Hija del diablo —se quejó con un suspiro.
—¡Gracias!
Sin previo aviso, las carcajadas de Jeimmy y Peter resonaron por todo el patio. Se reían no solo del totazo que se había dado con la caída, sino de la misma expresión de fingida inocencia en el rostro de Naomi. Muy a su pesar, Luke había caído redondito en la trampa.
—En mi defensa, él solito se lo buscó —afirmó Naomi con diplomacia—. Digo, ¿no?
—Claro, tú muy inocentemente te estabas defendiendo de sus garras —añadió Peter con divertida ironía— ¿Cierto?
—Por supuesto que sí, soy un angelito del señor —reafirmó su punto con un puchero tierno.
—Del señor de las tinieblas —aclaró Peter.
—Te creemos —dijo Jeimmy sarcástico—, de verdad.
—¿Quieres ser el siguiente? —amenazó mirándolo con ojos entornados— Aún hay mucha violencia dentro de mí esperando asesinar a alguien, ¿Quieres ser el primero?
—No gracias, prefiero jugar béisbol —disimulaba las ganas de seguir riendo—, pero puedes asesinar al perdedor.
—Eso sí me interesa —exclamó pensativa—. Vamos, Luke, es hora de jugar.
Aún entre risas, ofreció con mucha amabilidad su mano al chico en el suelo para ayudarlo a levantar. Un poco dudoso, Luke la miraba con cierta desconfianza sin saber que estaba tramando esta vez. Con expresión dura, aceptó su ayuda sin dejar de estar alerta ante cualquier movimiento extraño.
—Vengo en son de paz —anunció Naomi entre risas al tenerlo frente a ella.
—Medio tarde, ¿no crees? —replicó.
—Nunca es tarde para hacer las paces.
Igual que en el partido anterior, decidieron quien bateaba primero con piedra papel o tijeras, ganando esta vez Jeimmy el privilegio de iniciar. Se dividieron el equipo correspondiente, siendo Naomi pitcher y Luke jardinero, mientras Peter esperaba su turno para batear colocándose de cátcher.
Una hora después de juego, varias caídas graciosas y un par de home runes fueron suficientes para hacerlos sudar y reír hasta doler el estómago. El siguiente turno para batear era de Naomi, Jeimmy volvió a ser pitcher mientras Peter estaba de jardinero y Luke en tercera base.
—¿Lista? —advirtió Jeimmy muy animado.
—¡Hágale!
Una hora después, el marcador iba a favor del equipo de Jeimmy por una carrera, pero si Luke lograba completar esa y Naomi llegaba a la meta, podrían ganar el partido. Posicionó los pies como le habían enseñado, acomodando el bate entre sus manos de la forma más adecuada posible. Centró su atención en la pelota, desviando sus ojos de los de Jeimmy quien la miraba con esa sonrisa dulce en su rostro, con toda la intensión de distraerla y hacerla fallar.
Jeimmy desde su posición, se preparó como todo un cátcher profesional y lanzó la pelota con cierta fuerza, llegando a ser bateada por Naomi de forma sorprendente en el primer intento. Llegó hasta lo más profundo del patio, dándole la oportunidad a Luke para correr y llegar hasta el final de la carrera. Por su lado, ella seguía corriendo rumbo a su victoria mientras Peter trataba de encontrar la pelota para poncharla.
—¡Atrápala! —gritó Peter.
Solo faltaba una base y la victoria sería de ellos, sin embargo, los fuertes brazos de Jeimmy atraparon a Naomi justo antes de llegar. La tomó por la cintura elevándola en el aire para que no continuará corriendo, provocando un grito de sorpresa seguido por una carcajada.
—A mí no, tarado —exclamó entre risas—, a la pelota.
—¿Segura? —indagó con fingida confusión.
—Que sí, tramposo —replicó Naomi—. Suéltame, eso no se vale.
Mientras la sujetaba con un brazo pegándola a su cuerpo, Jeimmy logró atrapar la pelota lanzada por Peter con la mano libre.
—Estas fuera —susurró a su oído tocándola con la pelota, para luego darle un beso en la mejilla.
—¿Qué? —indignada, forcejeaba entre sus brazos— Pero... pero...
—Ponchada y ganamos —comentó Jeimmy burlón.
—Eso no es justo —reclamó Naomi con fingida molestia—, hicieron trampa.
Naomi seguía forcejeando en vano, Jeimmy había retomado su agarre fuerte alrededor de su cintura con ambos brazos, cargándola solo para hacerla gritar y reír como niña pequeña alborotando su cabello. Le gustaba ese momento, quería que durara mucho tiempo más, le encantaba tenerlo así de cerca y sentir su cuerpo sobre el de ella.
—¡Jeimmy!
Ambos se detuvieron, las risas y quejas divertidas cesaron de un momento a otro. Tanto Peter como Luke también desviaron su atención de aquel espectáculo al escucharlo. Naomi había gritado su nombre con su característico tono divertido casi sin aliento de tanto reír, pero junto a su voz, una más llena de rabia e indignación había resonado aún por encima de la de ella.
A un par de metros de ellos, en la entrada lateral de la casa se encontraba Mara, sorprendida y furiosa ante lo que veía.
—¿Es en serio? —exclamó Naomi con fastidio.
—Tenía razón —rezongó Mara acercándose con paso decidido— Delante de los demás finges ser la niña buena mientras que con ellos estas de...
—¡Ey! —exclamaron los tres hermanos al unísono.
—Mara, por décima vez en menos de un mes —decía Naomi dando dos pasos hacia ella, mientras se acomodaba su cabello revuelto—, quiero dejarte claro algunas cosas...
—Te es tan difícil mantenerte alejada de...
—Cállate y escucha por una vez en tu vida —interrumpió Naomi con firmeza y molestia—, no quería llegar a ser grosera contigo, pero en serio me obligas. Primero, ninguno de los tres te presta ni cinco de atención, ¿Por qué sigues? ¿No tienes siquiera un poco de estima o respeto por ti misma?
—Que té...
—Dos —interrumpió una vez más, dando dos pasos más—, el cómo sea o me comporte con los demás es mi problema no tuyo, si no te gusta me vale pepino. ¿También quieres controlar eso así cómo controlas a tus amiguitas?
—Yo... —Mara se notaba nerviosa y sin saber qué hacer.
—Y tres, en serio me tienes harta —continuó fastidiada—, ni siquiera en la escuela me dejas en paz. No me interesa quien seas o porque todos te temen, pero te juro que si vuelves a buscarme... me vas a encontrar y créeme que no seré tan condescendiente como hasta ahora. Mi paciencia no es eterna, la estas acabando, así que tú verás.
—¿Estas amenazándome? —indagó estupefacta.
—Tómalo como una advertencia amistosa —contestó con seriedad.
—¿Van a dejar que me hable así? —preguntó indignada hacia ellos, centrando su atención en Jeimmy.
—Naomi tiene razón —comentó este lleno de orgullo—, deberías darte por vencida y dejarnos tranquilos.
—¿Les lavó el cerebro o qué? —exclamó ofendida— ¿Cómo pueden preferirla a ella por sobre mí?
—Fácil —intervino Luke—, no nos gustan las serpientes venenosas.
Frustrada, Mara se vio obligada a retirarse de aquel lugar derrotada y con el rabo entre las patas. Con lágrimas en los ojos, dio una última mirada hacia atrás en dirección a Jeimmy quien no dejaba de observar a Naomi con admiración.
—Una cosa más —gritó con rabia—, muy pronto y aunque no lo crean ahora, tú serás mío y esa se puede ir a freír espárragos.
—¿No puede ser otra cosa? —preguntó Naomi con inocencia— No me gustan los espárragos.
—¿Qué? —exclamó Mara con un gruñido de frustración— Tonta.
Se marchó caminando con furia, refunfuñando y maldiciendo como loca neurótica, alejándose con su nube tóxica llena de celos y rabia hacia el mundo entero. El silencio reinó en el lugar, la secuela de aquella discusión se llevó consigo la buena vibra que el partido de béisbol había logrado. Naomi giró sobre sus talones para mirarlos con atención a los tres de forma intercalada, notando cierta culpa y vergüenza en sus rostros.
—¿Alguien podría explicarme, por favor... —expresó Naomi rompiendo aquel silencio— por qué demonios debo estar en medio de ustedes y esa psicópata? Respuesta lógica si se puede.
La duda resaltó en sus miradas, intercambiando mensajes ocultos entre los tres mientras Naomi esperaba una respuesta a su interrogante. Con un suspiro de resignación, Luke se aventuró a contestar.
—También es fácil... —hizo una pausa mirándola con dulzura— porque eres la única chica en todo este pueblo que nos interesa.
El hashtag del día es:
#YaQuisieraYoQueJeimmyMeHagaDeComer..... #OQueMeComa...
Que diga
Que les parece la historia hasta aquí?
Espero sus teorías.
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