3. Cᴀʟʟᴇᴊᴏ́ɴ ᴅɪᴀɢᴏɴ
❝ Eɴᴛʀᴀ﹐ ᴅᴇsᴄᴏɴᴏᴄɪᴅᴏ﹐ ᴘᴇʀᴏ ᴛᴇɴ ᴄᴜɪᴅᴀᴅᴏ ᴄᴏɴ ʟᴏ ϙᴜᴇ ʟᴇ ᴇsᴘᴇʀᴀ ᴀʟ ᴘᴇᴄᴀᴅᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ᴄᴏᴅɪᴄɪᴀ... ❞
Nashira
Desperté por la sensación que tenía de ser aplastada, con todas mis fuerza empuje al ente que estaba ensima de mi, el cual resultó ser Harry.
—Casi me matas de un susto— le recrimine.
—Lo siento Nash, pero no despertabas y esa fue la única manera que encontré... Si hubiera elegido las otras tal vez terminaría sin un dedo— murmuró.
—¡Me disculpe con ese niño! A demás... No fue mi culpa que me despertará asi— cruce los brazos sobre mi pecho.
—Tal vez por eso ya nadie pasa de tu puerta... — sonrió divertido.
Le dio un empujón juguetón en el hombro—Y a todo esto... ¿Que era tan importante como para tener que aplastarme?
El se puso serio— Tenía que hablar contigo...
Le hize una señal con la cabeza para que continuara.
—Escucha Nash, no se por que toda esa gente se pone así conmigo, y tampoco se por qué son así contigo, pero este es nuestro mundo, aquí pertenecemos, no importa que todos se comporten como idiotas, yo siempre estaré contigo, si quieres irte, bien, nos iremos, a donde tu vayas yo iré, siempre a sido así y está vez no será diferente— suspiro— No me importa si tengo tíos o que se yo, la única familia que me importa eres tu.
Le sonreí y lo abrace, cuando quería podía ser un cursi.
—Promete que siempre estaremos juntos, no importa lo que pase— rogué mientras apoyaba mi mentón contra su hombro.
—Lo prometo— me abrazo más fuerte.
Nos separamos por los golpes en la puerta— Muchachos, ya es hora— era lo voz de Hagrid.
Mire a Harry esperando una respuesta— Iremos al callejón diagon a comprar las cosas del curso— sonrió de lado.
—¿Como sabias que aceptaría quedarme?— pregunté confundida.
—Te conozco mejor que a la plama de mi mano, pequeña— me giño un ojo— Te espero abajo— y salió de la habitación.
Me cambie he hice mi aseo personal. Se sentía bien no despertar en ese orfanato a decir verdad, y sabía que si no iba a Hogwarts, regresaría a esa posilga.
Media hora después baje al local, comedor o lo que sea que esté lugar fuera. Observe a Harry y Hagrid en una mesa, parecían hablar de algo importante que no le había gustado nada a Harry a juzgar por su expresión.
Se levantó y camino hacia mí, más serio que lo normal.
—Vamos, tenemos que irnos— tomó mi mano y juntos fuimos hacia el gigante (para mi) que nos guió a la parte trasera que era un lugar sin salida. Pero todo cambió cuando con su sombrilla, comenzó a tocar algunos ladrillos y estos se movieron, revelando así, un callejón lleno de tiendas.
—Bienvenidos... Al callejón diagon— sonrió satisfecho, yo veía todo sorprendída, pero Harry seguía serio.
Sabía que en este lugar encontraríamos todo lo que en las cartas nos pedía para el inicio de curso, pero había un problema. No teníamos dinero para comprarlo.
—Hagrid— lo llame, el se giro hacia mí curioso— ¿Con que compraremos las cosas? No tenemos dinero...— hice una mueca.
—Mis padres me dejaron una herencia al morir, yo te puedo prestar— se ofreció Harry distante.
¿Que rayos le pasaba?
Comenzamos a seguir a Hagrid que enseguida respondió mis dudas— No será necesario Harry, la madre de Nashira provenía de una antigua familia de magos, ella también tiene una herencia— dijo sonriente.
Eso llamó mi atención, yo aún no sabía nada de mi familia, pero al parecer Harry ya sabía algo más de la suya.
Fuimos calle arriba hasta toparnos con un lugar que era tan blanco como la nieve. En la entrada había un pequeño hombresito.
—Este es Gringotts, el lugar más seguro del mundo mágico para guardar algo, claro, después de Hogwarts— sonrió ampliamente mientras subíamos las pequeñas escaleras de la entrada— ese que ven ahí, es un duende, ellos cuidan este lugar— señaló al hombre.
Al abrirse las puertas lo primero que vi fue una inscripción en una placa de oro.
Entra, extraño, pero presta atención a
lo que aguarda el pecado de la avaricia.
Para aquellos que toman, pero no ganan,
deben pagar lo más caro a su vez.
Así que si buscas debajo de nuestros pisos
Un tesoro que nunca fue tuyo,
Ladrón, has sido advertido, ten cuidado
de encontrar más que tesoros allí.
Harry le preguntó a Hagrid sobre esto, y el dijo que en las bóvedas subterráneas había dragones custodiando. Creo que todos se lo pensaban dos veces antes de elegir entrar a este lugar para robar.
Levante los ojos cuando llegamos al gran vestíbulos, donde solo había duendes trabajando. Unos revisaban papeles, otros joyas y piedras preciosas, y otros simplemente contaban dinero. Nos detuvimos frente a un duende que tenía un gran libro de registros.
—Harry Potter y Nashira Black han venido a retirar dinero de su bóveda— el pareció orgulloso al hablar de nosotros.
El duende entorno los ojos primero hacia Harry y luego hacia mí con curiosidad, parecía querer decir algo, pero al final negó con la cabeza— Y dígame, ¿los señores tienen su llave?— vi culpa en sus ojos, ¿que ocultaba?
Pero parece que solo yo me percate de eso, pues Hagrid comenzó a sacar cosas de sus bolsillos y a ponerlas sobre la barra hasta que dio con dos pequeñas llaves plateadas. El duende las tomó para examinarlas.
—Parece que todo está en orden... —murmuró molesto, y me miró a mi. Sabía que algo tenía que decirno, lo veía en sus ojos, pero no lo hacía.
Apartó la mirada y llamó a otro duende que nos guiaria a nuestra bóveda. Caminamos hacia la parte trasera del gran banco, donde todo dejó de ser mármol para pasar a ser solo piedra. Unos carrritos de minería nos esperaban.
¡Genial! Odio cualquier transporte con ruedas, me causa náuseas. Así estas sean de metal.
Subimos al carrito y Harry tomó mi mano adivinando mi malestar. La apreté y le sonreí. La tortura dio comienzo llevándonos por una serie de pasadizos bajo tierra, hasta que paro frente a una gran puerta de metal.
El duende se bajó y miró a Harry- Su bóveda personal, Lo... señor Potter - pronunció corrigiendose en el proceso, ¿que era lo que quería decir? Iba a preguntar pero todo quedó en el olvido cuando vi lo que había detras de la puerta.
Había montones de monedas, nunca había visto tanto dinero en mi vida y no sólo eso, joyas y artefactos raros.
—¿Todo esto es mio?— murmuró Harry impresionado.
—Si, mi L... Digo, si señor— mire al duende con los ojos entrecerrados, el me regreso la mirada nervioso. Okey, aquí hay algo malo.
Mire a Harry que sonreía maravillado, pero cuando el me miró a mí sus ojos se oscurecieron y asintió, él también había notado algo raro.
A pesar de eso, actuamos cómo si todo estuviera bien y no supiéramos que el duende nos ocultaba algo, veía Hagrid de tanto en tanto para ver si el también ocultaba algo. Pero no, el se mostraba feliz por estar con nosotros y estaba atento a cada movimiento. Cuando se percató de que lo miraba, me sonrió.
Este hombre era, probablemente, una de las personas más inocentes y buenas que había conocido. Desprendía una alegría que contagiaba, casi me sentí mal por lo que iba a hacer. Tenía que deshacerme de él por un momento.
Harry tomó una cantidad considerable de esas monedas—o como sea que se llamen en este lugar— y indicó que podíamos irnos a la siguiente parada, que era mi bóveda, o por lo menos, la de la familia en la que nací.
Subimos al carrito y en seguida se puso en marcha. Dio muchas vuelta y tenía la sensación de cada vez íbamos más profundo.
—La bóveda que tiene en su poder en este momento es la de su madre, señorita— explica el hombre— es una de las más seguras, la bóveda de los Black.
Observe a Hagrid poner una mirada melancólica. Tomé nota mental de preguntarle más tarde. Estaba a punto de preguntar cuanto faltaba pero no hizo falta y que se detuvo. La puerta de esta se veía diferente a la de Harry.
Cuando el duende nos hizo bajar a abrió la bóveda, me di cuenta del por qué. Esta era mucho más grande que la de Harry, y por lo tanto, tenía más cosas. No podía salir del asombro.
Una sensación amarga se instaló en mi pecho, Harry y yo habíamos vivido en un mugroso orfanato por 11 años, habíamos soportado maltratos, trabajos en el lugar e incluso habíamos pasado hambre, cuando nunca lo debimos haber hecho. Este dinero nos abría salvado, pero nos fue oculto durante toda nuestra vida.
Me adentre en la bóveda mirando todo, un cofre en especial llamó mi atención, al abrirlo descubrí que contenía anillos, aunque no cualquier cosita que compras en la joyería. Parecían antiguos, y el escudo que estaba en ellos me gustó mucho así que tomé uno y me lo coloque en el dedo. Al principio quemo un poco, pero después se sentía tan familiar.
Como si lo hubiera llevado puesto toda mi vida.
Decidí no perder más el tiempo e imitando a Harry, tomé un puñado de un montón de monedas y las guarde en una bolsa que me había pasado Hagrid, venía preparado al parecer.
—Veo que encontró el anillo familiar— mire mi dedo con sospecha, pero no dije nada. En realidad nadie más dijo nada hasta que llegamos a la próxima parada.
Según temía entendido, este era un encargo del director de Hogwarts. Sentí una enorme curiosidad al ver el interior del lugar de esa cámara pues estaba casi vacía, excepto por el pequeño paquete sobre una mesa de piedra. Harry también lo miraba curioso, preguntamos que era, pero nuestro cuidador dijo que no podía decirnos.
Cinco minutos después, estábamos de nuevo en el inicio, aquella inmensa sala blanca donde cientos de duendes estaban trabajando. Era ahora o nunca, resolvería mis dudas.
—Hagrid— el se giro hacia mi— ¿Por qué no vas por la mitad de los materiales de la lista y nosotros por la otra mitad? Terminaríamos más rápido— trate de sonar lo más casual posible.
El me sonrió, me sentí mal.
—Claro Nashira, nos reuniremos en la tienda de mascotas, pero prometen que no hablaran con extraños ni entrarán al callejón Knockturn— frunci el ceño a lo último, pero asentí con una sonrisa.
El se despidió y yo me gire hacia Harry y el duende, los cuáles estaban sospechosamente callados.
—Bien, es momento de que nos digas que ocultas Griphook— pidió mi amigo azabache con una sonrisa falsa.
El mencionado asintió y pidió que lo siguiéramos.
Esperaba que estaba no fuera la parte en la que nos asesinaban y escondían nuestros cuerpos en una de sus bóvedas. Negué con la cabeza tratando de alejar esos pensamientos, no era momento de sacar lo que leí en los libros de misterio que sacaba sin permiso de la biblioteca.
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