27. El escape.

—¿Seguro de que puedes moverte bien? —le pregunté a Kalum mientras lo veía bajarse de la camilla quejándose un poco—. Deja que te ayude —me acerqué a él.

—No. Déjame. Yo puedo solo. Necesito hacerlo solo —me dijo y me aparté—. Mejor recoge las cosas y vámonos.

En eso se abrió la puerta de la habitación y se escuchó una voz.

—¿A dónde van? ¿Qué hacen? ¡Kalum! ¡Dios mío! —nos miraba muy confundida y preocupada Jenny.

—Ah... Jenn... Cierra la puerta, por favor. Sólo hazlo —me miró y me obedeció—. Bien, mira, no podemos explicarte todo justo ahora porque es muy largo pero necesitamos que nos ayudes a salir de aquí sin que nadie nos vea —abrió sus ojos como dos pelotas de ping pong.

—¡¿Estás loca?! ¡La policía está allá afuera! O sea, ¿cómo carajos van a hacer eso sin que los vean?

—Jenn... —Kalum interrumpió pero ella seguía hablando.

—Es que realmente no sé qué es lo que les pasa a ustedes dos. De verdad. ¡No los entiendo! Que estén juntos, okay, los apoyo pero que ahora estés tú recién operado y que aún así se quieran escapar del hospital. Pero ¿qué cara... —me acerqué rápido a ella y le tapé la boca.

—¡Jenny! Ya para. Dinos si nos vas a ayudar, sí o no. Y deja de hacer preguntas o hablar tanto. No tenemos tiempo qué perder —le dije entre dientes claramente estresada y muy seria. Ella frunció el ceño y agarró mi brazo para que la soltara—. Bien, te soltaré pero sólo dinos si sí o si no -la solté y ella respiró hondo.

-Si muero antes de ti, te juro, Ana, que te atormentaré cada noche —la vi confundida—. Bien, los ayudaré -volteó los ojos fastidiada. Yo sonreí y la abracé—. Sí, sí, ya. Ahora, ¿tienen alguna idea de cómo irnos de aquí como si nada? —observé a Kalum y ambos negamos con la cabeza—. ¡Oh, excelente! No tienen ni siquiera un plan. Genial.

—Podrías hacerte pasar por una doctora o enfermera —le dijo Kalum.

—Ay, claro que no —reprochó Jenny—. No voy a hacerme pasar por un médico, eso sólo funciona en las películas. Por favor, esto es la vida real.

—En realidad no es una mala idea —dije acercándome a la ventana de la habitación.

—¿Es broma? No puedes estar hablando en serio, Ana —decía Jenny.

—Hablo muy en serio. Miren, podemos pasarnos de esta ventana a esa otra y no será difícil, vean ese borde, es bastante ancho como para caminar bien agarrados y la otra ventana está como a un metro. Será sencillo —ambos se acercaron a la ventana y vieron lo que les decía.

—Ay no. No, no, no y no. ¡Mira esa altura! Es un completo no —Jenny se cruzó de brazos.

—¡Oh vamos! No es tan alto, y no te vas a caer, haremos como una cadena humana —le dije.

—Recuerden que tengo un brazo inmóvil, señoritas —habló Kalum por fin—. Y aunque me parece un buen plan, es arriesgado. Ustedes podrían pasar por allí pero yo, no sé. Podría perder el equilibrio.

—¿Y qué otra cosa se les ocurre? —pregunté. Hubo un rato de silencio.

—¡Ugh! Lo haré —rompió el silencio Jenn.

—Dos contra uno, ¿eh? —habló Kal—. ¿Estás segura de esto, Ana? —me miró y luego miró por la ventana hacia abajo.

—Miren, no hay nadie en la habitación de al lado. Lo sé porque hace rato cuando llegué recién la desocuparon —dijo Jenny—. Pero una vez que estemos allí, ¿qué haremos? —sonreí.

(...)

—A la cuenta de tres lo subimos —le dije a Jenn mientras sujetábamos a Kalum de su brazo bueno y la espalda—. Uno... dos... tres, ahora —comenzamos a alzarlo con fuerza hacia adentro de la habitación—. ¡Ah! Apóyate con tu brazo bueno —le digo a Kalum.

—¡Ah! Eso hago, Ana.

Logramos meter a Kalum a la habitación. Pasamos sin problema de una ventana a otra. Ahora viene la fase dos de mi plan.

—Bien, Jenny, ve a hacer tu parte mientras ayudo a Kalum a cambiarse —ella asintió y salió de la habitación rápidamente—. Ven, siéntate aquí, ¿estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Te duele la herida o algo más?

—Estoy bien, pequeña. Gracias —me acarició la mejilla—. Creo que nuestra historia de amor es más de acción que romántica —me reí y le di un beso.

—Sea lo que sea y cómo sea, si estamos juntos es bueno y me encanta. Te amo —sonrió y me devolvió el beso—. Bueno, vamos. Hay que cambiarte esta ropa de hospital —tomé el bolso que había llevado con nuestras cosas y saqué un pantalón y una franela para Kalum, junto a su chaqueta y le ayudé a quitarse esa bata blanca que llevaba—. ¡Oh! —exclamé al percatarme que no tenía nada debajo.

—Ay qué vergüenza, señorita. No sea cochina y deje de mirarme, por favor —me dijo haciendo una voz extraña pero graciosa así que me reí.

—Toma, tonto —le pasé unos calzoncillos—. Espera, o sea que, cualquiera pudo ver tu trasero en la ventana —no puede ser, me quiero morir de la risa ahora mismo.

—Sip. Fueron afortunados de verlo, ¿verdad? —movió sus cejas de arriba a abajo.

—Pues sí —me reí otra vez—. Ya vístete —le dije y le ayudé a ponerse el pantalón y la camisa.

Una vez cambiados de ropa ambos, porque obviamente yo también debía vestir distinto a hace un rato, o si no me reconocerían y no tendría sentido entonces.

Pues, ¿qué estaba diciendo?

Que ya se habían cambiado.

¡Ah sí!

Cuando ya estábamos cambiados y listos, solamente esperamos a que Jenny volviera. Me preocupé porque comencé a pensar que no lo había logrado, cuando de repente entró una enfermera con un carrito donde había comida en la bandeja superior y debajo una cortina. Llevaba una bata blanca larga, los zapatos cubiertos, una mascarilla y un gorro quirúrgico, la miramos unos segundos confundidos hasta que se bajó el cubre bocas y nos vio ansiosa.

—¿Qué hacen ahí parados? ¡Entren de una vez! Antes de que sepan que me agarré estas cosas —era Jenny. ¡Lo logró! ¡Es una genio! Entramos a la parte de abajo del carrito con nuestros bolsos encima y ella nos sacó de ahí.

Sorprendentemente era espacioso ese carrito de comida o quién sabe qué sería. Jenny es la mejor, no sé de dónde habrá sacado esto pero esperemos que nos funcione. Kalum y yo nos mirábamos y reíamos sin emitir sonidos fuertes. Esto era increíble. Escuchábamos pasos corriendo y a los policías hablando, diciendo que habíamos escapado. Por un momento nos detuvimos y me tensé un poco, trataba de escuchar qué pasaba afuera. Luego entramos a lo que parecía ser un sitio cerrado y no nos movíamos. Sentí que bajábamos y Kalum me hizo señas de que estábamos en el ascensor así que me calmé. Después de un rato bajando escuché como se abrían las puertas y estuvimos en movimiento de nuevo. Ya no se reflejaba la claridad del hospital ni del día por la cortina, estaba algo oscuro, en realidad.

—Creo que estamos en el sótano —le susurré a Kalum.

—No. ¿Hueles eso? —hice una mueca con mi nariz—. Es olor a carro. Estamos en el estacionamiento —me llevé la mano a la boca y él sonreía. En un momento nos detuvimos de nuevo y de repente Jenny corrió la cortina.

—Parada. Bájense y móntense pero para ayer. Yo conduzco, súbanse en el asiento de atrás y agáchense —obedecimos y en poco tiempo estuvimos en marcha—. No hagan ni un solo ruido, ¿okay?

Al cabo de un tiempo ya habíamos dejado el hospital y ya podíamos hablar y sentarnos apropiadamente en el carro. Jenny nos estaba contando cómo había logrado entrar a los vestidores del personal del hospital y tomar la ropa que llevaba, tuvo que ponerse una ropa más ancha para no quitarse la suya y llevarla por debajo. Luego habló sobre cómo se infiltró en el comedor para buscar el carro. Nos contó que hasta tuvo que atender a un paciente que se le acercó en el pasillo, aparentemente logró resolver la duda de éste inventándole algo y ella misma se reía mientras lo contaba. También nos dijo que cuando nos llevaba hacia el ascensor vio a la policía buscándonos y había tanto revuelto en el pasillo que no la notaron y pudo pasar desapercibida. Con respecto al auto, ella había venido con Richard, quién la había dejado en la entrada pero cuando planeamos el escape le dije que mi auto estaba en el estacionamiento, le especifiqué el puesto y le di la llave.

Kalum al parecer estaba estable y solamente se quejaba si intentaba mover el brazo derecho, también se quejaba de ser diestro. Nosotros le contamos un breve resumen de lo que había sucedido y ella se sorprendió muchísimo. ¡Quién no! Aceptó involucrarse y ayudarnos aún sabiendo el riesgo que acarreaba la situación, ella nos dijo que después de todo, si se quedaba, en cualquier momento la encontrarían así que ya estaba metida en esto desde antes de aceptar. Nos comentó que podía pedirle ayuda a Richard pero al principio no estuvimos de acuerdo, meter a más gente en esta situación ya es demasiado. Hasta que logró convencernos con el hecho de que si ella desaparece él la buscará y lo más probable es que vaya a la policía y de ahí lo demás será historia, tendremos los ojos puestos encima mucho más que ahora y tiene razón. Para esta última conversación ya estábamos en mi casa, hablando mientras hacíamos maletas rápidamente y tomábamos lo necesario para salir de la ciudad. Kalum, como siempre, se había ido a su habitación a hacer unas llamadas en privado y al rato bajó para contarnos su ahora plan.

—No sólo nos vamos de la ciudad, niñas. Nos vamos del país —dijo apenas entró a la cocina donde estábamos mi amiga y yo empacando la comida. Volteamos a verlo perplejas y comenzó a explicarnos—. Esto es algo grande, no podemos titubear. Jenny, ¿estás segura de meterte en esto?

—Ya llegué hasta aquí y como les dije en el auto, si me quedo vendrán por mí de igual forma, mi rostro está en las cámaras de seguridad del hospital. Sólo déjame avisarle a mis padres —tomó su celular pero antes de que pudiera usarlo, Kalum lo tomó y lo lanzó contra el suelo—. ¡¿Qué haces?! —se alteró Jenn.

—Primera regla. Nada de celulares modernos. Necesitamos celulares desechables de ahora en adelante. O si no podrán rastrearnos más fácil. Tomen. —de su bolsillo sacó dos celulares de teclas. ¡Wow! Hace tanto que no veía uno—. Sólo pueden hacer tres llamadas y deben hacerlas en un día y luego botar el celular y destruir el chip. ¿Entendieron? —ambas asentimos y tomamos los teléfonos y los guardamos—. Ana, tu teléfono —lo saqué dudosa pero al final se lo di. Lo vi y quise detenerlo con mi mano, él me vio de nuevo y me dijo—. Tranquila, sé que te gusta tomar fotos, te compraré una cámara. Pero olvídate de un teléfono así, de ahora en adelante tu vida cambiará drásticamente. No somos personas comunes y corrientes —terminó de decir y tomó el mazo de la gaveta y destruyó mi celular—. Vámonos —respiró hondo y salió de la cocina, nosotras lo seguimos, tomamos los bolsos y subimos todo a los carros, el suyo y el que nos dejaron mis padres. Jenny iba conmigo, me despedí mentalmente de mi querida casa y pronto nos pusimos en marcha hacia casa de mi amiga donde estaba su novio.

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Ayyyyyy ya estamos en la etapa final🥺🥺🥺🥺🥺. Me da mucho sentimiento 😢.

Me he encargado mucho con esta historia, de verdad!

Sigan votando⭐⭐⭐⭐

XOXO 💋
Nuvenave

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