18. Siempre te cuidaré, mi pequeña.

Kalum

Ana. Mi Ana. No estuve para evitar que esos malditos la golpearan y la dejaran así.

—Ana, quédate conmigo —no responde pero su pecho aún baja y sube así que sigue respirando.

Camino con ella entre mis brazos hacia la cabaña—. Ay Ana, ¿por qué siempre tienen que pasarte estas cosas? —pienso en voz alta mientras observo su cara moreteada, llena de sangre y arena. Bajo mi mirada y me doy cuenta que lleva su blusa totalmente destrozada y sus senos arañados. La ira crece dentro de mí.

¡Maldita sea! ¡Debí matarlos! ¡Mañana amanecen muertos esos desgraciados!

Cada marca que detallo en su cuerpo es una bala más para esos hijos de puta.

Entro y la dejo en el sofá mientras busco alcohol y unas mantas. Llego con ella y mojo un algodón con el alcohol, lo paso por su nariz y ella despierta atontada.

—¿Qu-qué? ¡Auch! —se queja y hace muecas de dolor.

—Shh. Cálmate, pequeña. Estarás bien. Recuéstate, sí —me obedece y procedo a quitarle lo que queda de su blusa y su short. Limpio con alcohol sus heridas y ella grita un poco de dolor—. Me gustaría haberte hecho gritar esta noche pero no de dolor —suelta una pequeña risita y sus mejillas se ruborizan. Es tan tierna.

Luego, coloco la manta encima de ella y la tomo para que se voltee, lo hace y paso la manta, quedó enrollada.

—Parezco un burrito —se queja.

—Shh. Déjame cuidarte —me levanto a botar los algodones y toallitas usadas y guardar los otros implementos.

—¿A dónde vas? —me mira asustada.

—Tranquila, voy a botar esto. Ya vuelvo, nada te va a pasar —se tranquiliza y me voy.

Escucho pasos apresurados bajando la escalera y corro a la sala.

—¡¿Qué le pasó a Ana?! —Devon preocupado me habla señalándola.

—Shh —lo callo indicándole que ella estaba durmiéndose—. Ven —muevo mi mano en señal de que viniera y obedeció, lo llevé a la cocina, donde minutos atrás casi me como a Ana como a una manzana. Kalum ya deja de pensar en eso.

—Ahora sí. ¿Qué le pasó? —insiste.

—Cálmate —suspiro— Devon... La atacaron —su cara palideció y retrocedió cayendo sentado en una silla del comedor.

—¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién? —me senté delante de él.

—Dos borrachos en la playa hace unos minutos.

—¿Y qué hacía ella en la playa a esta hora? ¡Son las 3 de la mañana! ¿Está loca? —se altera parándose de la silla y le indico que se calme y se vuelve a sentar—. ¿Estaba contigo o qué? —niego.

—Estaba sola.

—¡¿Pero por qué?! ¿Qué hacía sola allá? —por mí culpa.

—No lo sé. La golpearon y arañaron. Si no hubiera llegado hubiese sido peor.

—Bueno, menos mal pero igual son unos desgraciados —me levanto y camino a la sala con él siguiéndome.

—Hay que acostarla para que descanse —la levanto en mis brazos—. Quédate con Caitlin —lo miro serio.

—Vale. Si necesitas algo, avísame —asiento y subimos las escaleras. Devon entra a mi habitación y yo a la suya cerrando la puerta.

Recuesto a Ana y me acuesto a su lado debajo de las sábanas. Me acerco a ella y rodeo su cintura con mi brazo escondiendo mi cara en su nuca.

—No sabes cuánto te amo —pienso en voz alta antes de quedarme dormido.

Un movimiento brusco me despierta y me levanto encontrándome a Ana sentada en la cama con las manos en la cabeza.

—Tuve una pesadilla. Esa pesadilla de nuevo, Devon —habla tapando su cara.

—¿Cuál pesadilla? —ella voltea de golpe y abre sus ojos viéndome.

—Kalum... ¿Qué haces aquí?

—Durmiendo contigo. Cuidándote de que nada malo te pase. ¿Qué soñaste? —acaricio su espalda y ella se deja caer hacia atrás pero se queja.

—¡Auch! Me duele todo, que sensación tan horrible. Soñé que estaba contigo en la cocina y luego desapareciste de la nada y entonces me encontraba en la playa y unos tipos me atacaron y me golpeaban —la vi fijamente—. ¿Qué?

—Ana. Fue real —su cara cambió—. Sí. Todo pasó de verdad. Por eso estoy aquí contigo, cuidándote —se lanzó a mis brazos y sollozó. Acaricié su cabello—. Nadie podrá hacerte daño. No lo voy a permitir. Siempre te cuidaré, mi pequeña.

A la mañana siguiente bajamos a desayunar y hablamos con los demás de lo sucedido.

—Ana, si no quieres hablar de eso te entendemos —le dijo Caitlin.

—No. Mi mamá siempre me ha enseñado que las cosas malas se superan hablándolas y sí, fue traumático pero yo sólo quiero olvidarlo rápido, no quiero quedarme estancada pensando en eso —me sorprende la tranquilidad con la que lo está tomando, quizás porque ya ha estado en situaciones parecidas... por mi maldita culpa.

—Ya vuelvo, tengo que hacer una llamada —me retiro al cuarto. Saco mi celular y marco el número—. Aló. Sí, soy yo. Necesito que te deshagas de dos tipos... Sin preguntas, ya lo sabes... Entiendo... Te enviaré la dirección... Bien, adiós —cuelgo y vuelvo a abajo.

—Kalum, Ana dice que quiere pasar el día. Le dijimos que si quería que nos fuéramos estaba bien pero insistió.

—¿Segura? —la observo y ella rueda los ojos.

—Ay sí. No me traten como si me rompí una pierna. No me violaron —se levantó y se fue a su habitación. Todos nos miramos y quedamos en silencio.

—Nunca la había visto así. Me preocupa —dice Jenny con cara triste—. Últimamente no ha estado tan estable como parece y que ahora le pase esto, emocional y mentalmente debe estar tan desequilibrada.

—Puede que esté en estado de shock —habla Devon—. Digo, por la forma en la que está tomando la situación. No puedo entender cómo se siente porque no fue a mi a quién le sucedió pero puedo tratar de ponerme en sus zapatos y pienso que podría tener un revoltijo mental y emocional. Podría explotar en cualquier momento —le doy una mirada seria. Ellos piensan que es la única vez que le ha pasado algo así y, quisiera haber sido menos problemático para que ella no tuviera que pasar ni por ésta ni por las demás cosas. ¿Será todo esto una especie de karma que estamos pagando? Aunque si lo es, ella se está llevando la peor parte. Y yo a la vez, me siento condenado a sentir su dolor como mío al verla mal. Todo esto se ha vuelto tan inestable.

—Subiré a hablar con ella —dice Jenny y al instante desaparece por las escaleras.

—Pero, a todas estas, ¿Qué hacía a las tres de la mañana en la playa? —pregunta Caitlin.

—Cuando estábamos durmiendo podía sentir que se removía mucho. Supongo que no podía dormir y se levantó —le respondió Devon. Siento celos de pensar que él y ella han estado durmiendo en la misma cama—. Lo que no entiendo es el porqué de ir a la playa.

—Bueno, tampoco podemos juzgarla. Ella no tiene la culpa de que el mundo sea una mierda y existan personas tan asquerosas como esos tipos —la defiende Richard y todos asienten.

Es cierto, el mundo es una mierda y está lleno de personas asquerosas. Desearía poder proteger a Ana de todas.

(...)

Ana

Definitivamente no sé cómo sentirme. El recordar sus manos encima de mí me causa repulsión, dolor. Pero es que ya van tres veces, tres malditos intentos de violación. ¿Qué carajo quieres de mí, vida? Es tan absurdo ponerme a pensar y encasillarme en lo que pasó anoche, lo soñé y lo viví. Los demás no lo entenderán, no saben lo que he pasado. Únicamente Kalum. Debe estar culpándose. Soy demasiado estúpida por huir de mis problemas, eso sólo me genera más problemas. Necesito irme. Quiero estar en casa.

Pero los chicos no pueden saber lo de Kalum.

Ya quiero que este día termine.

De repente escucho la puerta de la habitación abrirse y una voz dulce me habla—. Hey... —musita Jenn. Yo la observó cabizbaja y le sonrío de lado—. ¿Quieres hablar? —asiento y ella pasa sentándose a mi lado sobre la cama. La necesito, necesito la calidez de sus palabras y su cercanía. Necesito tanto a mi mejor amiga más que nunca. Ella pasa su mano por detrás de mí y la deja caer sobre mi hombro abrazándome, yo reposo mi cabeza en su hombro y un nudo comienza a formarse en mi garganta.

—Te necesito —hablo al fin y ella hace más fuerte su abrazo.

—Lo sé. Aquí estoy, cariño —me besa en la cabeza suavemente—. Sabes que puedes decirme lo que sea que sientas, lo que sea que te esté pasando. Estoy aquí para escucharte y ayudarte —entonces me separo un poco de ella para mirarla fijamente.

—Jenny... Todo esto es un revoltijo —suspiro y ella me mira indicando que continuara—. Lo de anoche no es la primera vez —sus ojos se abren más y su expresión está mil veces más preocupada que antes.

—¿Cómo que no es la primera vez, Ana? —tomó mis manos entre las suyas.

—Sí. Últimamente me han estado pasando cosas fuera de lo común y es tan fuerte, Jenn. No te he querido contar para precisamente no preocuparte —ella me ve con desaprobación—. Mi vida es un desastre. Hay cosas que aún no logro entender y siento que lo que me ha estado pasando es algún tipo de karma que estoy pagando por amar a quien no debo —ella parece entender hacía donde me dirijo—. Y sí, siento que cada día lo que siento por Kalum crece más y más y me da tanto miedo, Jenny —no aguanto y comienzo a llorar así que la abrazo acurrucándome en su pecho y ella me consuela.

—Ay mi Ana. Ya, ya, aquí estoy. No te preocupes, cariño. Sé que debes sentirte tan inestable y confundida. Quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte, quiero verte feliz, quiero verte bien. No pretendo juzgarte, ya te he dicho lo que opino de ti y Kalum. Pero no pienso dejarte sola en esto, amiga. Aquí estoy —decía mientras sobaba mi espalda y yo empapaba su blusa con mis lágrimas. Subo mi cabeza y la observo, ella limpia mis lágrimas con sus pulgares y acomoda un mechón de cabello detrás de mi oreja—. Cuenta conmigo, amiga. Yo no te voy a dejar sola —me sonríe y siento que por fin mi corazón se calma. Jenny me da paz, me da seguridad y confianza. Es la mejor amiga que podría tener. Aunque no entienda con exactitud todo lo que me pasa, aunque desconozca de qué va todo con Kalum y sus secretos, ella está aquí y no me juzga. La amo demasiado—. ¿Estás segura de que quieres quedarte hoy?

—Sí. Quiero distraerme y ya no pensar en lo que pasó.

—Bien. Si eso te hace sentir mejor, entonces nos quedaremos y te apoyaremos. Ven, vamos a arreglarnos entonces. Es un lindo día y me encargaré de hacerlo divertido para ti —me sonríe ampliamente y le respondo con otra sonrisa. - Bueno, voy a cambiarme y nos vamos, ¿ok? —asiento y la veo salir del cuarto.

Me levanto y voy a mi bolso, saco un traje de baño y me dirijo a ducharme, al salir me cambio y decido restar importancia a los pequeños rasguños y moretones de mi cuerpo. Me paro frente al espejo—. Hoy será diferente —observo las marcas en mi abdomen, pecho y piernas. Llevo un traje de baño blanco sencillo de dos piezas—. No le daré el gusto a la vida de verme mal —me giro y deslizo un vestido holgado y transparente por encima de mi cabeza. Tomé mi toalla y bronceador. Bajé las escaleras y al llegar a la sala donde todos estaban, me miraron de arriba a abajo inexpresivos—. ¿Qué? ¿No van a venir a la playa? —se miraron entre sí—. Bueno, los espero allá —alcé los hombros y salí de la cabaña.

El día era pleno, radiante y caluroso. El sol sí que está haciendo su trabajo hoy. Camino por la arena y doy unos saltitos ya que está caliente—. ¡Auch! ¡Quema, quema, quema, quema! —corro hacia una sombrilla, extiendo la toalla, me saco el vestido y lo dejo a un lado, dejé correr el bronceador por mi piel esparciéndolo y me acosté boca arriba. Podía escuchar el relajante sonido de las olas y la suave brisa pasar mientras los rayos del sol intentaban cegarme.

Habrán pasado como diez minutos cuando el sol deja de encandilarme y una sombra cubre mis ojos, los abro lentamente y me encuentro con una figura masculina.

—¡¿Pero qué mierda te pasó?! —se agachó a mí dejándome reconocerlo mejor.

—Sean —me senté en forma de indio frente a él. Me miraba inquieto—. Ah, esto —bajé la mirada—. Anoche... Tuve una pequeña discusión con unos desconocidos —al subir la vista a él su rostro era indescriptible.

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