17. El karma del pecado.
Observo sus ojos como si tratara de decirme algo con ellos—. ¿No puedes dormir? —su voz gruesa inunda mis oídos. Trago saliva y niego con la cabeza—. Yo tampoco —los nervios comienzan a subir a mi pecho—. No creas que se me olvidó que tenemos una conversación pendiente, Ana —¿por qué, señor? ¿Por qué a mí?
—Bien. Hablemos —me sorprende lo fría y contundente que salió mi voz. Él examina mi cara.
—¿Qué me hiciste? —ladea su cabeza y me mira con esos ojos de cachorrito. ¡Ah! no me veas así que me derrito.
—No te he hecho nada —sonríe de lado sarcásticamente.
—Sí. Sí que me has hecho —un apenas audible “¿qué?” escapa de mi boca— No te das cuenta, ¿verdad? —meneo la cabeza negando—. Esto haces en mí —toma mi mano y la lleva a su pecho, puedo sentir los latidos acelerados de su corazón. El mío no tarda en estar igual o peor. Trato de hablar pero me interrumpe poniendo un dedo sobre mis labios—. Escúchame. Sé lo que dirás. Que somos primos. Lo sé pero joder... —sostiene mi cara con su mano y acaricia mi mejilla con su pulgar—. He tratado de evitarlo. He hecho de todo para no sentir lo que siento por ti, Ana. Pero no puedo.
—Por eso te alejaste tanto —por fin hablo.
—Me alejé porque no quería seguir haciéndome daño. Pensé que alejándome me olvidaría de esto. Que volvería a sentirte como sólo mi primita. Incluso evité mucho venir para acá este mes. No quería enfrentarlo. Y no sabía si te pasaba lo mismo, eso es lo que más me ponía nervioso.
—¿Y cómo estás tan seguro que siento lo mismo por ti? —mis palabras parecen no sorprenderlo. Al contrario, tiene una sonrisa en su rostro.
—Porque... —deja de tocarme y apoya sus manos en el mesón a mis costados. Se acerca intimidante—. Si no sintieras nada por mí, no te pondrías así de nerviosa cada vez que me acerco a ti —un escalofríos recorre mi cuerpo de pies a cabeza y muerdo mi labio—. No hace falta que me digas lo que sientes, tu cuerpo se tensa cuando estoy cerca y tu piel se eriza cuando te hablo firme.
—¿Y qué si no? Si sólo es intimidación —en este punto no sé de dónde saco valor para enfrentarlo. Quiero lanzarme sobre él pero debo controlarme. Él levanta una ceja alejándose un poco de mí para verme mejor.
—¿Ah sí? Y entonces, ¿por qué tan nerviosa? —su cabello cae ligeramente sobre su frente y puedo notar que empiezan a salirle algunos vellos de la barba. Se ve tan sexy.
—¿Desde cuándo sientes esto por mí? —la pregunta salió de mi boca antes que pudiera detenerla.
—A ver... ¿Quieres que te recuerde algo? —no, si es lo que estoy pensando, entonces no—. Hace algunos años. Alguien visitaría mi casa y días antes tuve un sueño que me dejó con muchas dudas sobre ese alguien —¿conmigo? Por favor, para—. Entonces, pasó —¿Qué? Pensé en voz alta—. Tú sabes lo que pasó. Y quiero decirte algo —pone un mechón de mi cabello detrás de mi oreja—. No sabes cuánto quería besarte ese día —dejo de respirar. Mi corazón se detuvo, de eso estoy segura—. Y al ver que me correspondías, supe que tú también querías. Desde ese momento, he querido volver a hacerlo y no sólo una vez —yo también. Mis ojos van de los suyos a sus labios y como si hubiera leído mi mente los une con los míos de inmediato.
Dios. Tanto tiempo queriendo probarlo de nuevo. Me besa suave y subo mis manos a su cuello. Juego con su cabello mientras él juega con su lengua a entrar a mi boca, le cedo el paso y entonces el beso toma fuerza. Sus manos apretando mi cintura y acariciando mi espalda, no pasa ni aire entre nuestros cuerpos de lo pegado que estamos. Sabe tan bien. Dulce y adictivo. Baja hasta mis muslos levantándome siguiendo el beso, abrazo sus caderas con mis piernas y él da la vuelta y me deja caer sobre la isla de la cocina, volviéndose más agresivo y dominante. Me encanta, me fascina. Lo deseaba tanto. Muerde mi labio inferior y dejo escapar un gemido. Se siente el calor quemándonos. Su masculinidad abultada amenaza mi entrepierna y hace que salgan suspiros de mi boca. Esto se está encendiendo mucho. Quiero que pase. Lo quiero encima de mí. No quiero parar y él tampoco.
De verdad está pasando. Kalum y yo besándonos. Tan apasionadamente, tan entregados el uno al otro. Estoy convencida de lo que siento por él.
¿Quién lo diría? En un mes descubrir este mar de emociones sólo con él.
Un mes...
¡UN MES! ¡MAMÁ! ¡PAPÁ! ¡TÍA ELENA!
¡Mierda, mierda y recontramierda!
No podemos estar juntos. No podemos hacer esto. Es prohibido. Dañará nuestra familia. Nos van a matar. Tengo que salir de aquí. No puedo seguir.
Me separo de Kalum abruptamente y él me ve confundido.
—¿Qué pasa?
—No podemos —lo empujo y me bajo de la isla saliendo corriendo. Salgo de la casa, mi vista se nubla por las lágrimas, cruzo el camino a la playa y sigo corriendo sin rumbo fijo. Dejo fluir mis emociones al chocar contra el ambiente frío de la noche.
Me detengo de golpe cerca de la orilla, mi pecho baja y sube mientras mi respiración se intenta restablecer. Llevo mis manos a mi cabeza soltando un gran suspiro. Escuchar y ver las olas me calma.
No podemos hacerle esto a la familia. ¿Qué van a decir? Esto es malo, muy malo.
Luego de unos minutos más calmada, observo el horizonte a lo lejos. Cierro mis ojos y siento la brisa marina chocar contra mi cuerpo. Sí que hacía frío pero no me provoca tantos escalofríos como lo hace Kalum. Kalum... debe estar odiándome. Haberlo dejado así sin decir más nada. Lo único que hago es escapar, huir de mis problemas en vez de enfrentarlos. ¡Soy un desastre! Abro lentamente mis ojos y me encuentro a un hombre parado frente a mí. Su semblante no es nada agradable, me miraba fijo y se notaba su ebriedad a kilómetros, apestaba a alcohol rancio. Se acerca y retrocedo.
—¿Quién es? —pregunto estúpidamente—. Aléjese de mí —sigo retrocediendo al ver que caminaba hacia mí peligrosamente pero otro hombre me detiene chocando con mi espalda. Me sobresalto y ahora estoy en medio de ambos. Este otro también está borracho pero rápido me toma del cuello. Pataleo para que me suelte pero no lo hace. El de enfrente toma mi cara entre sus manos—. ¡NO! ¡SUÉLTAME! ¡NO ME TOQUES! ¡AUXILIO! —grito fuerte pero coloca una mano en mi boca ahogando mis gritos y me tumba en la arena quedando a horcajadas encima de mí.
¿POR QUÉ BATMAN NUNCA APARECE?
—Cállate niñita y colabora. Estás muy bonita pero muy solita —me mira con esa cara de sádico. Forcejeo con él pero el otro llega tomando mis manos con fuerza por encima de mi cabeza. El tipo encima de mí rasga mi blusa de pijama hasta romperla completamente, siento el frío rozar mis senos libres y mi abdomen y mi piel se erizan—. Estás tan linda, muñeca —me dice y lo escupo con asco, él se limpia y rudamente maltrata mis senos, apretándolos y arañándolos junto a mi abdomen. Baja mis pantalones y grito lo más que pueda entre mis sollozos.
—¡AUXILIO! ¡AYÚDENME!
—¡CÁLLATE, ZORRA! —el otro comienza a golpearme. Golpe tras golpe mi cabeza no aguantaba más y podía saborear la sangre dentro de mi boca mezclándose con la arena. Los golpes se incrementaron en mi estómago y piernas por parte de ambos desgraciados. No tenía voz ya para gritar del dolor, mi respiración parecía haberse esfumado. Zumbidos llenan mis oídos pero logro escuchar dos disparos. Los golpes y el maltrato se detuvieron, desearía que el dolor también pero no. Como puedo volteo y observo como los tipos huyen de algo o más bien alguien. Me dejo caer en la arena boca abajo sin fuerzas.
—¡ANA! —¿qué?— ¡Dios santo, Ana! ¡Esos malditos imbéciles! —escucho a Kalum muy enojado mientras intenta voltearme y cargarme.
—Ka-kalum... Ayu-yudame —tartamudeo viéndolo como puedo ya que me duele abrir mis ojos. Lo oigo decir algo pero no pasa mucho cuando todo se torna negro.
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AAAAAAAAAAA WATAFOK QUE PEDOOOOO
Bueno sigan leyendo pues, los amo y gracias por el apoyo❤️
XOXO 💋
Nuvenave
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