15. Lo que esconde la ropa.
Comienzo a pensar que mi vida es tan impredecible. Siempre me andan pasando cosas extrañas.
Y te desmayas mucho.
Ah no, eso ya es culpa tuya.
Estoy sentada en la arena viendo hacia la nada, cerca de la orilla. Me alejé de los chicos porque quiero estar un rato sola.
Cada vez que vengo a la playa me gusta tomarme un momento a solas y admirar el mar o simplemente pensar. El tema de Kalum me tiene totalmente confundida, ya no sé ni qué hacer, no sé qué decirle, no sé qué sentir. Cada vez que lo veo, cada vez que se acerca o que me sonríe me siento tan extraña. Y el beso que nos dimos hace años fue como si nada hubiera pasado, no sé cómo lo hicimos pero más nunca hablamos del tema y prácticamente nos hicimos los locos. El tenerlo tan cerca me genera emociones indescriptibles dentro de mí. Juraría que estoy enamorada pero es que no puede ser posible, ¡es mi primo!
Te encanta Kalum, Ana. No te hagas.
¡Pero no puede ser! ¡Eso está prohibido!
¿O no?
Además, en una semana se irá y nuestros padres volverán, no podría pasar nada y si pasa nos haremos daño, mucho daño y no quiero eso. No quiero perderlo.
Entonces está ese secreto ultra mega secreto que no sé qué es y él no quiere decirme. ¿Acaso es narcotraficante o qué?
No entiendo nada.
Lo mejor que puedes hacer es hablar con él. Pensando y quedándote quieta sin hacer nada no vas a obtener respuestas ni solucionarás tus conflictos.
A veces pienso que eres otra persona viviendo en mi cerebro.
¡¿QUÉ TAN LOCA ESTOY COMO PARA HABLAR SOLA CON MI CONSCIENCIA?!
Muy loca, créeme.
Bien, estoy de acuerdo con eso que dices... que yo misma digo porque eres mi consciencia entonces se supone que eres yo... así que yo misma me he dado la solución... Ay ya me enredé.
Hablaré con Kalum, le confesaré lo que siento y veremos cómo solucionar todo esto.
Decidida al fin sacudo la arena de mis manos para levantarme e ir con los chicos. Ellos estaban recogiendo sus cosas para irnos a la cabaña, ya estaba anocheciendo.
¡La fogata! No les he dicho.
—Hey, esta noche habrá una fogata aquí en la playa, deberíamos venir. ¿Qué dicen?
—Sí, me parece una buena idea —responde Jenny y Caitlin asiente emocionada.
—¿Cómo sabes eso, Ana? —me habla Devon.
—Es una larga historia, luego les cuento pero bueno, ¿vamos o no? —insisto.
—Claro —dicen al unísono Devon y Kalum y luego ambos se miran serios y tensos.
—Bieeeen... —interrumpe Rich—. Vamos a la casa a bañarnos y cambiarnos y luego venimos —camina y obedecemos todos.
Recojo mi bolso y lo coloco en mi hombro derecho, tomo mi toalla y la dejo caer sobre mi hombro izquierdo, mis sandalias en una mano y en la otra llevo un coco grande. ¿Por qué un coco? Bueno porque a éstos genios se les ocurrió treparse a bajar cocos. Así que hago mi mayor esfuerzo en que no se me caigan las cosas. Devon voltea a verme y se acerca, él llevaba su toalla y zapatos y otro coco.
—Déjame ayudarte, linda —me quita el bolso y el coco.
—Ay gracias, Dev —le sonrío. Él se voltea y desvío la mirada pero al hacerlo me encuentro con los ojos de Kalum y... ¿Esos son celos? Él al darse cuenta sigue su camino nuevamente.
Llegamos a la cabaña y entramos sacudiendo nuestros pies llenos de arena en la entrada de ésta.
Caitlin corrió escaleras arriba supongo que a asearse o quién sabe qué.
—¿Qué vamos a cenar? —pregunta Richard en la cocina.
—Ay no lo sé. Estoy muerta —Jenny se echa en el sofá de la sala.
—Yo subiré a bañarme —dice Devon subiendo las escaleras.
Me senté junto a Jenny y la abracé quedando encima de ella, me correspondió el abrazo pero quejándose de mí peso.
—¡Auch! Eres una morsa, Ana.
—¡Cállate! —me río.
—¡Me estás aplastando! ¡CHICOS! ¡UNA FOCA ME ESTÁ APLASTANDO! ¡AYUDA! —grita dramática.
No pasó mucho tiempo cuando sentí un gran peso cayendo encima de mí.
—¡AVALANCHA! —grita Kalum en mí oído.
—¡Ah! ¡Párate Kalum! ¡Nos matarás! —me quejo pero él sólo ríe.
—¡RICHARD, VEN A ACÁ! —lo llama.
No, por favor.
El rubio aparece y se tira encima de nosotros.
Pobre Jenny.
Nos quejamos y como nuestra montaña humana no tiene estabilidad, caemos Kalum, Richard y yo al suelo, dejando a Jenny totalmente aplastada en el mueble. Estallamos en carcajadas.
—Pareces una calcomanía, Jenn —ríe Kalum y todos volvemos a carcajear fuerte.
—Vamos, párense. Hay que hacer de comer —ella se levanta recuperando el aliento y nos ayuda.
—Oh, Ana. Trae la tablet, por fa —me pide Kal, asiento y ellos se van a la cocina mientras yo subo a buscar el aparato que estaba en mí bolso.
Camino hacia la habitación calmadamente y ay no. Odio que dejen las puertas entre abiertas. Bufo y entro rápido cerrándola detrás de mí.
Me acerco a mí bolso que estaba al lado de la mesita de noche, me agacho y busco la tablet, al enderezarme volteo y me encuentro una vista muy pero muy peculiar. Devon saliendo del baño en bóxers y al parecer no nota mi presencia ya que se estaba sacudiendo el cabello con la toalla y ésta le tapaba la visión, se quedó parado allí. Tragué saliva al escanearlo.
¿Qué clase de Dios griego es éste?
Necesito ir a la iglesia, señor.
Mis ojos viajaban por toda su figura, desde sus brazos musculosos alborotando su cabello con la toalla, pasando por sus pectorales y abdominales, tenía esa V en la parte baja del abdomen, sus bóxers negro me dejaban una vista de su abultado amigo y ¡Madre santa de los milagros! Tiene unas piernas bien definidas. ¡¿Cómo carajo oculta todo eso bajo la ropa?! Hoy en la playa sólo llevaba bermudas y una camiseta así que tiene las marcas en sus hombros. No puede ser, ¿esas son pecas? Me quedo viendo fijamente directo a su torso esculpido cuando su voz me saca de mi trance.
—Ana —apenas pronuncia una voz totalmente desconocida, diferente a su voz dulce y casual. La tablet se cae de mis manos al piso y parpadeo varias veces, me agacho para recogerla y siento mis mejillas arder demasiado cuando de reojo lo veo caminar hacia mí—. Debes tener más cuidado —me enderezo escaneándolo otra vez pero más de cerca, mis ojos se quedan hipnotizados por el azul de los suyos—. ¿Necesitas algo? —otra vez esa voz. ¿Por qué tienes que ser tan sexy? Relamo mis labios y los muerdo mientras niego con la cabeza aún viéndolo inmutablemente. Baja su vista a mi boca, traga saliva y tensa su mandíbula.
—Yo de-debo irme —tartamudeo apenas soltando mi voz.
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