11. La amabilidad y la tentación.

Llegó la hora de dormir. La que menos quería.

—Vamos a dormir que mañana hay que levantarse temprano. A las seis de la mañana —habla Kalum.

—¿Qué es eso? ¿Por qué tan temprano? —se queja Jenny.

—Para disfrutar del día, niña —Kalum se acerca y le alborota el cabello.

—¡Déjame, Kalum! —chilla.

—Vamos, vamos —aplaude Richard como si nos estuviera corriendo.

Todos nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones. Dentro de la nuestra, Devon cerró la puerta al pasar y me sobresalté.

—¿Qué pasó? —se ríe.

—Nada. Me asustaste —él camina hacia el baño—. Espera —se detiene.

—Dime.

—Déjame ir primero, me cambio rápido.

—Está bien —corrí al baño y cerré ya dentro. Me cambié la ropa por mi pijama que constaba de un short y una camiseta de tirantes, pero aquí viene la mejor parte, es de monos. Pequeños y múltiples monos por todo mi conjunto. Al salir Devon me mira raro.

—¿Eso es... una pijama de monitos? —sonríe y me mira de arriba a abajo.

—Sip. ¿Te gusta? Original, ¿eh? —alzo mis brazos como si estuviera modelándola.

—Tierno —me ve a los ojos. ¿Cómo puede tener ese color azul tan intenso? Son impresionantes—. Bueno, ya vengo —asiento con la cabeza y me dispongo a organizar las sábanas, habían dos así que obviamente una es para él y la otra para mí. La alfombra donde Devon dormiría estaba justo al lado de la cama, bueno, parte de ella debajo de la cama. Aunque se veía cómoda, me daba algo de lástima porque dormir en el suelo es muy diferente a este gran colchón.

Devon sale del baño usando un mono gris y una camiseta negra. Ya yo me encontraba acostada revisando mi celular. Él apaga la luz del cuarto y se acuesta en su improvisada cama. Esto es un poco incómodo... Demasiado incómodo, en realidad. Coloco mi teléfono en la mesita de noche y al hacerlo, encuentro a Devon haciendo lo mismo así que chocamos nuestros móviles.

—Lo siento —dice. Agacho la cabeza para verlo mejor.

—Tranquilo. ¡Buenas noches! —sonrío.

—Buenas noches, Ana —me acomodo y pronto caigo en un sueño profundo.

Estoy caminando por la playa observando las olas, recibiendo la brisa marina, está oscureciendo y me encuentro sola, miro a mi alrededor y no hay rastro de ninguna persona así que cierro mis ojos para relajarme y respirar profundo. Al abrirlos un hombre está muy cerca de mí.

¿Quién eres? ¿Te conozco?

—Probablemente no —responde y en un segundo me toma a la fuerza lanzándome en la arena, en eso llegan otros hombres pero no puedo ver nada, trato de golpearlo pero no puedo moverme, estoy paralizada.

¡No! ¡Déjame! ¡NO! ¡NO! ¡YA!

Un fuerte golpe me despierta y sin darme cuenta siento mis mejillas húmedas, al tocarlas me doy cuenta que son lágrimas. Oh, mierda, me caí de la cama.

—¿Estás bien, Ana? ¿Tuviste una pesadilla? —se preocupa Devon.

—Ah... sí.

—Te escuché. Estabas diciendo que no y no y no, te llamé varias veces pero no despertabas y sólo caíste encima de mí, bueno casi, menos mal tengo reflejos.

—Lo siento mucho, no... No sabía que hablaba dormida. ¿Te lastimé?

—No, tranquila.

—Soñé que estaba en la playa de noche y de repente llegaron unos hombres y casi... —no sé porqué pero las lágrimas se hicieron presentes— casi me violan. Fue horrible, Devon —él me rodeó con sus brazos y me enterré en su pecho mientras acariciaba mi cabello.

—Ya, hermosa. Fue sólo un mal sueño, todo fue un sueño, tranquila, nada malo te va a pasar, ¿Sí? Sé que nos acabamos de conocer pero no dudaría en defenderte si algo te llegara a pasar, puedes confiar en mí, Ana —lo vi fijamente y limpió mis lágrimas con su pulgar—. Todo está bien, pequeña. No te pasará nada, no lo voy a permitir —asiento y cierro los ojos, él se inclina y deja un beso en mi frente—. Bueno, aún es de noche, nos queda tiempo de seguir durmiendo y... oh, está bien, te quedarás... —siguió hablando pero yo me quedé dormida.

—Ana... Hey... despierta, pequeña —frunzo el ceño y abro mis ojos lentamente para ver a Devon sentado a mi lado en la cama. Esperen... ¿pero yo no me caí? Paso mis manos por mi cara y me acomodo—. ¡Buenos días!

—Buenos días. Ah... yo... me caí y me quedé contigo.

—Sí. Luego de tu caída y la pesadilla, te aferraste a mí, así que me quedé contigo pero no quería que el suelo te incomodara, desperté hace rato y te veías tan metida en tus sueños que no quise despertarte, así que te cargué y te puse acá, estás más cómoda así —no lo puedo creer.

—¿De verdad hiciste eso? - pregunté y mordí mi labio inferior apenada.

—¿Por qué no? —se encogió de hombros.

—Eres... muy lindo. Gracias, de verdad. ¿Dónde habías estado toda mi vida, Devon? —él se sorprende pero sonríe.

—En mi casa, supongo —hubo un silencio mientras me miraba pero no era incómodo, era bastante agradable.

—¡Hey, tórtolos! Ya salgan, hay que irnos —se escucha Richard detrás de la puerta tocando. Devon se para y sale pero antes me ve.

—Te espero abajo —se tropieza con un bolso—. Oh... eh... nos vemos.

—Bueno —me río tontamente.

Ay no puede ser.

¿Qué?

¡Te gusta!

¡Claro que no! Nos acabamos de conocer. Sólo fue amable conmigo y ya.

Ajá sí. Tu papá también fue amable con tu mamá y mírate, ya tienes veintiun años.

Ay ya, cállate. Eres la conciencia más aburrida y molesta de todas.

Luego de asearme, tomé mi bolso para ver qué traje de baño me pondría. Bueno, debería broncearme así que usaré uno de dos piezas, la parte de arriba es fucsia y la pantis negra, pero... ¿Por qué se ve tan pequeño?

Camino con esa duda al baño y me cambio, antes de que pueda apreciarme en el espejo, alguien entra a la habitación. Rápidamente me coloco un vestido holgado de flores muy pequeñas en tonos pastel y salgo del baño.

—¡Amiga! ¡Te andaba buscando!

—Ah eres tú. Pensé que era uno de los muchachos.

—¿Tienes protector solar? Se me olvidó traer el mío y lo necesito. Sabes que me pongo tan roja como un tomate.

—Sí. Está en mi bolso, abre el cierre pequeño —lo encuentra y lo mete en su cartera.

—¡Gracias! —se va pero se detiene—. Ah sí, te mandan a decir que bajes ya, que todos comimos y faltas tú.

—Está bien, tranquila. Si quieren adelántense, yo los alcanzo en un rato.

—Vale pero no tardes. El camino a la playa es por la puerta de madera que está al final de la calle, es un camino estrecho, no puedes perderte —asiento y Jenny sale del cuarto.

Escucho como suena la puerta de la entrada a los pocos minutos y un silencio invade la cabaña—. ¡Wow, qué tanto se preocupan por mí! —digo en voz alta mientras acomodo mi bolso.

—Yo sí lo hago —me sorprende una voz y volteo a la puerta para encontrar a Kalum recostado de ella con las manos en sus bolsillos. Llevaba unos bermudas grises y una franela blanca cuello en V. Me examinó de arriba a abajo—. No te había visto mucho con vestidos, siempre usas pantalones o shorts. - camina hacia mí —Pero los vestidos... —me toma de la cintura apegándome a él—. Te quedan muy bien. Te ves hermosa —mi pulso se acelera al sentir su cercanía, mis mejillas se enrojecen, no puedo quitar mi vista de sus ojos, es como si me tuviera hipnotizada—. Aquí es donde dices "gracias, Kalum, eres el mejor de todo el mundo" —me reí levemente.

—Gracias —necesito que mis latidos se calmen. Unos segundos pasaron mirándonos fijamente en silencio, mis manos estaban en su pecho y podía sentir sus latidos acelerados como los míos. Esto no está bien. Se inclinó lentamente hacia mi cara quedando a escasos centímetros, mordí mi labio inferior inconscientemente.

—Me encanta cuando haces eso —susurró y su aliento dulce chocó contra mi boca.

—¿Qué quieres de mí, Kalum? —susurré también pero no respondió.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top