Cuando la Alfa Taeul fue maldecida

Incluso si dices que es el final, solo quédate un poco más.

La Alfa observaba con nostalgia a su hija jugando desde la cocina, sabía que ella era diferente, lo supo desde el instante en que nació, su cachorra había nacido para cosas grandes, pero al mismo tiempo en el instante en que la sostuvo en sus brazos por primera vez también vio en sus ojos reflejada la presencia de la tragedia, un fuerte retorcijón en el estomago le hizo evocar aquella amarga sensación que nubló la alegría de tener a su cachorra por primera vez entre sus brazos, Saehi supo entonces que con su hija moriría su estirpe, que ella seria la ultima de su clan y con ella todo empezaría y terminaría a la vez.

Su Alfa poso suavemente los labios en su cuello haciéndole dar un respingo por la sorpresa.

—¿En que piensas amor? —preguntó dulcemente el hombre, ella se le quedo viendo fijamente unos instantes y se sintió una vez mas plena y afortunada, no lo amaba, ambos sabían eso y él tampoco la amaba, tenían esa certeza y estaban bien con ello, el suyo nunca fue un matrimonio por amor, el suyo fue un arreglo mas entre su clan, tal y como venía haciéndose desde el inicio de los tiempos, todo para no mezclar su sangre y todo porque para bien o para mal habían nacido con una noble misión que debían cumplir a toda costa aun si el precio a pagar era su propia felicidad porque primero era el deber y luego el interés personal, aun así ambos se sentían afortunados de tenerse el uno al otro, no había amor pero los años de convivencia y una hija en común lograron que entre ellos surgiera la suficiente cercanía y cariño para tener una buena y satisfactoria vida, ella quizá se sentía un poco mas afortunada que él porque sabia que pudo ser peor y haber sido emparejada con algún Alfa abusador tal y como paso con su madre quien tuvo que soportar largos años de abusos y golpes por parte de su esposo.

—Es diferente —dijo al fin como única respuesta a su Alfa quien la acogió entre sus brazos en un tierno abrazo.

—Ya lo se —respondió él.

—Guiara al Alfa supremo —susurro al final en un hilo de voz, de sus ojos descendían grandes y calientes gotas de agua salada, el peso del mundo era una carga demasiado grande para una cachorra y dolía como la mierda saberlo y no poder hacer nada para cambiarlo.

Su cachorra nació con una misión predestinada, una que llevaría a los 3 clanes a la guerra y ella seria el faro que ilumine el camino al Alfa supremo, el valor que tenia su cachorra era incalculable así mismo como lo era el valor que tendría que pagar por ello, lloraría lagrimas de sangre y en la batalla final seria quien se sacrifique para preservar la vida del Alfa supremo, aquella cachorra era un recipiente en el que se contendría toda la maldad del mundo y su muerte seria el precio a pagar por aquella condena.

—Taeul —llamo la Alfa. —Entra ya cariño vamos a comer.

La cachorra de tan solo 7 años obedeció pero no en el instante, llevaba ya mas de media hora observando a un hombre vestido de negro y con un sombrero de copa que la miraba fijamente, al segundo llamado de su madre al fin decidió entrar, podía notar en el tono de la mujer que comenzaba a enojarse así que era mejor entrar o estaría en problemas.

Las siguientes semanas trascurrieron en una aparente calma y tranquilidad, hasta que llego aquel viernes.

Ese día salió como siempre en la mañana hacia la escuela, la pequeña Taeul no tenia amigos, era una niña solitaria y sus compañeros de clase siempre la molestaban y la trataban como a
un bicho raro, ella nunca les dijo nada para defenderse, no tenia caso hacerlo, si lo pensaba bien si era un bicho raro, veía espíritus y tenia premoniciones sobre el futuro, ¿Cómo le explicas eso a
unos niños? no, lo mejor era callar y que la creyeran loca, las burlas dolían si pero como decía su mamá, era su destino y había que aceptarlo.

Aquel día era diferente, en su ciudad natal se había desarrollado un gigantesco incendio que no habían podido contener y en las noticias no se hablaba de otra cosa, todos estaban conmocionados por lo grave de la situación.

Taeul llego a su salón de clases como cada mañana y también igual que cada día sus compañeros empezaron con las burlas, los ignoro, se situó en su pupitre, el cual por cierto estaba repleto de frases insultantes.

La maestra entro en ese momento, saludo a sus alumnos y les pidió ponerse de pie pero la única que lo hizo fue Taeul, entonces se escucharon de nuevo las burlas de los niños y ella lo supo, aquella mujer no era su maestra, era un espíritu maligno.

El espíritu maligno se le quedo viendo y se dio cuenta que ella podía verla, la niña tomo sus cosas y salió corriendo, pero aquello no le sirvió de nada porque el espíritu maligno había ido tras ella, le hablaba pero la niña no le respondía, entonces el ente se enojo y la tomo de las correas de su mochila para levantarla por los aires; en ese momento apareció aquel hombre de negro que la observaba desde el patio de su casa y sin decir una palabra con un golpe en el suelo con el talón de su zapato creo un remolino que se llevo consigo al ente malvado.

El hombre se acerco a la pequeña niña, ella después de hacerle una reverencia le hablo.

—Señor, ¿Usted me ayudo? —pregunto de forma inocente, aquel hombre le sonrió, acomodo su sombrero y se inclino hasta a su altura.

—Así es —respondió.

—¿Usted no es humano? —pregunto ella.

—No te asustes pero.... emm.... digamos que soy un hada —le dijo.

—No me asustas —respondió ella con tranquilidad, —me asustan los espíritus que no son buenos.

El hombre del sombrero se inclino un poco mas hasta llegar a su oído y le dijo —Eres especial y yo estoy buscando a alguien como tú.

—¿Por qué buscas a alguien especial como yo? —preguntó una vez mas la cachorra.

—Porque necesito tu ayuda —contesto.

—Esta bien, pero con una condición, enséñeme a espantarlos —dijo refiriéndose por su puesto a los espíritus malignos.

—Tenemos un trato entonces —dijo el hombre y el pacto fue sellado con un apretón de manos.

Aquel hombre la llevo consigo hasta la entrada de un túnel ubicado en un frondoso bosque, estando de pie en la entrada la miro y con voz severa le dijo:

—Este sendero que ves te llevara hasta una pequeña casa en el bosque, entra en ella, necesito que me traigas algo muy importante.

—¿Qué necesitas?

—Un abanico mágico, lo usare para apagar el incendio que hay en la ciudad hace varios días, si me lo traes, te daré algo para protegerte de los espíritus.

—Lo haré —dijo con determinación la pequeña Alfa antes de disponerse a atravesar el sendero que la llevaría a su destino, pero justo antes de que empezara a caminar el hombre hablo una vez mas.

—Es muy importante que me escuches niña, no importa lo que veas ni lo que escuches, actúa como si no vieras ni escucharas nada —advirtió.

—No se preocupe así lo haré —le dijo la niña y se dispuso a caminar por aquel sendero, luego de unos minutos de recorrido llego a su destino.

Llego a la cima de una montaña adornada con varias esculturas ubicadas cada cierta cantidad de metros a lo largo de su ascenso, Taeul comenzó a subir por unas viejas y roídas escaleras ubicadas a lo largo de la montaña y entonces vio la casa y recordó las ultimas palabras del hombre vestido de negro.

"Esa casa es un lugar muy extraño y las personas comunes no pueden verla pero solo alguien especial como tú puede entrar"

Las paredes de la casa tanto por dentro como por fuera estaban recubiertas por espejos que creaban la ilusión de invisibilidad era por esto que si no sabias que estaba allí podías fácilmente no verla, eso sumado a que estaba ubicada en la cima de la montaña justo al borde de un risco.

La niña suspiro, empujo la pesada puerta y se dispuso a entrar, en su interior la casa se veía mas grande, habían espejos por doquier y varias escaleras dispuestas en varias direcciones para dar la impresión de ser un laberinto.

Taeul lo hecho a la suerte y subió por las escaleras de la derecha, al finalizar estas la condujeron
a un inmenso salón lleno de candelabros y velas encendidas en el techo, paredes y suelo.

Al final del salón, en una urna de cristal estaba el abanico flotando en el aire como atraído por imanes que lo hacían permanecer en el aire levitando sin movimiento alguno, la pequeña abrió la urna de cristal, cerro los ojos y paso su mano por el aire arriba y abajo del abanico, se escucho un chasquido y este cayo como si se hubiera desprendido de un gancho.

Tomo el abanico y lo guardo entre su chaqueta, bajo corriendo las escaleras y justo cuando ya estaba por salir apareció un hombre con un báculo de oro, se le quedo viendo y golpeo la pared con este muy cerca de donde estaba ella quien se asusto y dio un salto.

—Pensé que los humanos comunes no podían entrar en este lugar, pero te ves solo como una niña ¿Quién eres y como entraste Alfa? —preguntó aquel hombre.

Taeul recordó las palabras del hombre del sombrero "no importa lo que veas ni lo que escuches actúa como si no lo hicieras" así que no respondió y se dio la vuelta dispuesta a irse, pero el hombre la agarro de las correas de su mochila y la alzo por los aires.

—¿Quién eres y por que vienes con las manos vacías sin traerme algún obsequio Alfa? —Taeul se removía en sus brazos pero no lo miraba ni le respondía palabra alguna.

—Tengo hambre, podrías ser un bocadillo perfecto ya que no puedes verme ni oírme niña —dijo el hombre y la soltó.

Taeul se apresuro y llego justo a la puerta, entonces el hombre inclino su báculo e hizo que la sombrilla que tenia entre su mochila cayera al suelo, ella se detuvo en ese momento.

—Oye se te cayo la sombrilla —dijo y Taeul volteo y lo recogió.

—Si me oíste. --El hombre camino hacia ella y la rodeo. —Puedes oírme —repitió.

—¿A que viniste? —con su báculo abrió la solapa de su abrigo y se dio cuenta que llevaba el abanico.

—¿Por que llevas ese abanico en tu bolsillo? —cuestionó molesto.

—Me lo pidió un señor —respondió. —Es un Hada y debo llevárselo.

—Un hada, ¿hablas de un sujeto alto que va vestido de negro y lleva un sombrero de cola? —le cuestiono.

—¿Entonces tú lo conoces?

—Lo conozco muy bien, ¿Por qué una humana como tú se convirtió en su ayudante?

—Hice un trato con él.

—Algo muy malo podría pasarte si sales por esa puerta me imagino que no te lo dijo y no puedo permitirlo, yo voy a cuidarte, apaga las velas por favor —sonrió señalando un grupo de velas diferentes a las demás, estas eran de colores y estaban dispuestas alrededor de una escultura que tenia la misma forma de la montaña en la que estaba la casa.

La pequeña Alfa se acerco a ellas y cuando iba a comenzar a soplar para apagarlas se detuvo y le pregunto, —¿Por qué no las apagas tú?

El hombre sonrió nerviosamente e intento parecer despreocupado, cosa que la Alfa noto, Taeul era una niña pero no era tonta y tenia un muy buen sexto sentido que le decía que algo estaba mal.

—Hazlo tú —le dijo

—Creo que no puedes hacerlo y por eso me lo estas pidiendo.

El hombre suspiro en derrota y se acerco a ella de nuevo —Así es humana, te lo ruego apágalas para que pueda salir de aquí.

—¿No es peligroso?

—Esas velas representan a la montaña y su energía me ata a este lugar —dijo enseñándole las muñecas en donde se veía la figura de unas cuerdas atadas alrededor de sus muñecas, misma figura que tenia alrededor de los tobillos y el cuello.

—Por eso no puedo salir si están encendidas, si apagas esas velas y me liberas entonces podre cuidar de ti.

—Que sea un trato, yo te libero y tu me protegerás, es que siempre veo muchos monstruos —dijo la pequeña Alfa en un susurro.

—Tu vida debe ser difícil pequeña el hombre hablo con fingida conmiseración.

—¿Cuál es tu nombre?

—Taeul

—Escúchame Taeul, siempre que estés en peligro yo iré a protegerte.

—Tenemos un trato entonces —dijo la niña muy feliz y emocionada de saber que tendría la protección de aquel misterioso hombre, una a una fue apagando las velas y con ellas fueron desapareciendo las ataduras en su cuerpo, hasta que al apagarlas todas la casa también desapareció y se encontraron en el bosque de nuevo.

La apariencia de aquel hombre cambio por completo hasta transformarse en un enorme
dragón de escamas negras y ojos rojos que levitaba por los aires. Una carcajada estruendosa salió de los labios de aquel impresionante ser, la tierra tembló y Taeul se arrodillo con los ojos cerrados presa del pánico.

—Pe-pero hicimos un trato —insistió, aunque tenia miedo estaba dispuesta a como diera lugar a conseguir la protección de aquel enorme dragón.

—Taeul, eres una niña inteligente, sabes lo que es una prisión ¿cierto? y sabes que quienes están ahí...

—Son malos —completo la niña.

—Exacto Taeul, soy un terrible monstruo —dijo con una carcajada terrorífica —y tengo mas malas noticias para ti, me liberaste así que el castigo será para ti y si yo muero tu morirás, así que solo te queda esperar que la profecía del Omega no se cumpla si quieres vivir, pero no temas pequeña por mi bien espero que sobrevivas y ah Taeul, no somos Hadas, ellas son buenas, somos demonios.

El dragón negro se esfumo en un tornado llevándose consigo el abanico y calmando el incendio, el cual solo había sido un anzuelo para atraer a la pequeña Alfa y que esta lo liberara marcando así su destino y su propia destrucción.

90 años después aquellos recuerdos aun atormentaban a la anciana Alfa en sueños, cometió un error, uno muy grave que significó su condena y la de toda su estirpe, jamás pudo casarse ni siquiera con un matrimonio arreglado como lo hacían todos en su clan puesto que todos también conocían aquella historia en la que siendo una niña fue engañada por dos demonios y le tenían un miedo inmenso, se enamoro como cualquier jovencita lo haría pero no fue de otro Alfa de su clan, ella amo a un Beta como eran conocidos los humanos comunes, aquellos que no tenían una conexión animal pues no compartían su alma con un lobo ya que eran los descendientes de los humanos que nacieron después del pacto entre los lobos y la Diosa Selene.

Su vida siempre fue solitaria y fue por esto que supo que era la ultima y que con ella se cumpliría la profecía y que llegado el momento tendría que sacrificarse para salvar la vida de  Taehyun cuando el dragón negro poseyera el cuerpo de Eun Woo y todo terminaría con su muerte si es que tienen suerte.


De camino al hospital psiquiátrico Jungkook no dejaba de ver las fotos en el celular de Taehyung, una y otra vez, miraba atentamente hacia la pantalla haciendo el máximo esfuerzo mental por recordar, pero no lo conseguía; sin embargo si logro reconocer en aquellas imágenes aquel cuerpo que a veces aparecía en su mente, pero en sus recuerdos aquel cuerpo seguía viéndose sin un rostro definido.

Aun así ya le había quedado claro que él era su Alfa, muestra de ello fue el leve ronroneo que sintió en su pecho por parte de su lobo interior, era la primera vez que lo sentía desde que despertó del coma y eso lo desconcertaba en demasía pero no cabía duda de que aquello era una prueba irrefutable de que aquel hombre que lo veía con tanto amor en aquellas fotos, no era otro mas que su Alfa, el padre de su cachorro.

Verlo le provocaba un sinfín de nuevas sensaciones en su interior, no entendía como podía sentir aquello por alguien a quien su mente no reconocía, pero su lobo, su corazón, cada célula de su cuerpo le gritaban que le pertenecía y el sentimiento de posesividad se hacia cada vez mas asfixiante en sus entrañas, era su Alfa esa era una verdad incuestionable.

Al fin después de lo que se sintió como horas interminables pero que en realidad no fueron mas que unos cuantos minutos, llegaron.

De nuevo las paredes viejas y roídas por el tiempo de aquel tétrico lugar abrían sus puertas para ellos, Jungkook sentía fallar su respiración, su corazón latía tan rápido que podía percibirse con solo mirarlo en el temblor de sus manos.

Aquella desagradable mujer fue a su encuentro nuevamente pero después de el alboroto formado por Namjoon la anterior vez en que se presento allí, ya no se atrevió a impedirles el paso, sin embargo esta vez estaba de guardia otro psiquiatra, un hombre gordo mal encarado y con olor a trementina que les impidió el paso al verlos ingresar.

—Hoy no es día de visitas, vuelvan luego —hablo desafiante, con la actitud chulesca y descarada propia de quien se cree dueño y señor del lugar que habita.

—Venimos por mi hermano, él no debe estar acá —Namjoon hablo lo mas calmado y tranquilo que pudo, estaba seguro de que si seguía mucho tiempo enfrente de ese sujeto le sacaría los ojos por la nariz con su propio baja-lenguas.

—Si esta aquí es porque lo necesita, no seas insolente mocoso, ya dije vuelvan el día de visitas.

El hombre gordo se dio la vuelta con una sonrisa socarrona en los labios y cuando Namjoon se dispuso a atacar sintió como una ráfaga de viento lo tiro al suelo, ninguno de los presentes supo ni como ni en que momento sucedió aquello, solo supieron que cuando se dieron la vuelta Jungkook tenia al desagradable doctor levantado por la solapa del cuello, una de las garras del lobo blanco había emergido de él y se aferraba con crueldad a su cuello hiriéndolo y haciendo que de este brotara sangre.

Del interior del sanatorio, de donde se ubicaban las habitaciones de los pacientes se escucho un rugido bestial y de un estallido la reja que los separaba salió volando, por un par de segundos todo fue silencio, a excepción del respirar fuerte de Jungkook quien poco a poco comenzaba a mutar en el lobo blanco, no se escuchaba nada hasta que lo vieron.

Ahí estaba, gigante y majestuoso como siempre, el lobo negro había salido en busca de su Omega. Jungkook soltó al doctor quien callo de bruces con las manos en el cuello para evitar una hemorragia que lo llevara a desangrarse.

—Vine por mi Alfa y me llevare a mi Alfa, no se lo estaba preguntando imbécil —mascullo con rabia hacia el doctor, en los ojos del lobo negro se pudo notar una chispa de adoración, la misma con la que siempre lo había mirado, era suyo no importaba que, siempre seria suyo.

Sin mas espera el cuerpo de Jungkook termino de expandirse y el lobo blanco salió por completo a la superficie, aquello parecía un relato de cuentos de horror y entonces en el psiquiátrico  estallo el caos, se oían los gritos de las enfermeras, quienes como si acabaran de despertar de una pesadilla, pedían auxilio y el viejo doctor nada pudo hacer por detener su destino y murió.

Yoongi y Namjoon quienes estaban acostumbrados ya a presenciar aquel espectáculo sonrieron satisfechos justo antes de emprender el viaje de regreso pues su tarea allí estaba hecha.

Taemin y Junmin, los dos enormes lobos también salieron de aquel lugar y se perdieron en el horizonte en un rumbo que quizá solo ellos conocían.

Taehyung no lloro en el funeral de sus padres, no lloraba al recordar los horrores que vivió en Abbysay, pero por alguna razón si se trataba de Jungkook, él simplemente no podía parar su llanto y esta vez no fue diferente, eran dos cuerpos desnudos a orillas de un pequeño rio cerca de la casa que fue su primer y único hogar, en donde hicieron el amor por primera vez y en donde concibieron a Taehyun.

Tenia sus ojos puestos en Jungkook que yacía a su lado dormido después de haber cambiado de su forma lobuna.

Estaban desnudos y exhaustos pero aquello se seguía sintiendo tan correcto como la primera vez, Jungkook despertó y se le quedo viendo por unos instantes en los que el mundo pareció detenerse, no hubo palabras, no son necesarias cuando quienes hablaban eran sus corazones, aquellos que gritaban a su razón para que olvidara, para que al menos por esa noche no existieran los rencores, para que al menos una noche mas, quizá la ultima, solo fueran ellos dos.

—Quiero esto contigo —susurro Taehyung.

—Nos quiero tanto, tal vez incluso mas de lo que quiero respirar cada día —Jungkook siguió en silencio, él también lo quería claro que así era pero.... no sabia si podía, porque ¿Cómo pueden dos cristales rotos unirse nuevamente sin que quede una marca entre ellos que les recuerde sus errores?

Jungkook no podía, no lo recordó, pero si sabia de todo el dolor que había sufrido por su culpa y dolía, se sintió vació y tan herido de nuevo, no pudo evitar llorar una vez mas.

—¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? —pregunto el Alfa, en su voz se notaba aquel miedo que se siente al saber que debía cuidar lo que decía pues en ese solo un instante podría perderle todo.

—No lo hago, no puedo recordar —respondió Jungkook.

—La primera vez en que nos conocimos fue cuando éramos apenas unos niños, me costo recordarlo pero esa fue la primera vez que me enamore de ti, la segunda años mas tarde cuando te salve de aquel chico haciéndome pasar por tu novio y sabes lo sigo haciendo cada día, solo me basta con mirarte a los ojos para enamorarme una vez mas, todos los días y siempre de ti.

—Eres increíble —dijo Jungkook entre lagrimas.

—Pero no quiero hablar de eso esta noche, no tengo la fuerza mental para hacerlo y tampoco quiero pensar, no esta noche.

Taehyung respeto su silencio y no dijo mas, sus labios se fundieron en un beso que ambos necesitaban hace tiempo, había algo que se sentía tan profundo al besar a Jungkook que Taehyung simplemente no podía ponerlo en palabras, siempre lo hacia sentirse completo, besarlo en ese momento fue la manera que encontró sin palabras de rogarle que no se alejara de él.

Tal vez porque Taehyung fue tan amoroso y apasionado como la primera vez o por sus manos expertas que vagaban en el momento exacto tocando los lugares correctos en su cuerpo, que Jungkook se sintió tan amado cuando Taehyung lo beso, fue hermoso en formas en las que ni siquiera sabia que se podía usar la palabra hermoso para describirlo.

El beso era diferente a alguno de los que habían compartido ya, fue apasionado y ferviente pero a la vez lento e intimo, con un sabor agridulce quizá porque en el fondo ambos tenían la sospecha de que aquel beso sabia a despedida.

El cuerpo de Jungkook hormigueaba por todas partes, aparto su cabeza cuando sintió que los ojos de Taehyung subían y bajaban recorriendo todo su cuerpo, parecía como si quisiera memorizar cada detalle de este.

Al fin Taehyung se inclino hacia adelante y unió sus labios al cuello de Jungkook dándole pequeñas mordidas de amor, en sus clavículas, hombros e incluso cerca de aquella hermosa cicatriz que denotaba su marca y anunciaba su enlace.

La respiración del Omega se aceleraba cada vez mas mientras la boca del otro abusaba de su cuello, Taehyung lo beso una vez mas, profunda y acaloradamente, una de sus manos comenzó a viajar por la espalda de Jungkook alcanzando la curva de su trasero y dudando por un momento antes de desaparecer inquieta mas allá de su cintura.

La respiración de Jungkook se paro por un momento cuando Taehyung deslizo su dedo medio en su agujero, entrando y saliendo lentamente mientras lo seguía besando, pero este no podía devolverle el beso con los sentidos demasiado embotados por lo que le hacia a su entrada.

No paso mucho tiempo para que introdujera su dedo índice también, sus movimientos se aceleraron e hicieron que Jungkook jadeara de placer contra sus labios

—A-AH-AHI —le susurraba entre jadeos.

—Tan bueno para mi, Omega, MI OMEGA.

Jungkook gimió aun mas fuerte ante aquellas palabras que le supieron tan dulces.

—OH DIOSA MIA —gritó cuando un tercer dedo fue introducido en su interior —Por favor Alfa te necesito rogó Junmin el lobo en el interior del Omega.

—Tranquilo lobito —intentaba comunicarse con el y verlo a los ojos, pero este los tenia fuertemente cerrados, estaba tan demasiado fuera de si que ya no podía saber si era Jungkook o Junmin quien estaba presente y eso realmente era lo de menos.

Taehyung inclino un poco mas su cabeza y deslizo suavemente su lengua por uno de los sensibles pezones de Jungkook.

—Joder Taehyung te voy a matar si no me lo metes ya —El Alfa sonrió, ese definitivamente había sido su Jungkook.

El Omega estaba cerca de llegar al orgasmo y el Alfa pareció darse cuenta de ello, llevo su mano desde atrás de su cuello hacia el frente,  por su cintura y envolviéndola alrededor del pene del Omega.

Solo basto con moverla un par de veces mas antes de que Jungkook estuviera corriéndose, gimiendo y retorciéndose de placer en sus brazos, no tuvo mucho tiempo para recuperarse cuando sintió que Taehyung sin previo aviso se había introducido en el de una sola estocada.

—¡Santo cielo! —exclamo.

El Alfa levanto sus caderas y empezó a moverse hacia arriba y abajo en un lento y tortuoso vaivén, Jungkook arqueo su cuerpo hacia atrás levantando una de sus piernas lo que genero un cambio de ángulo en las embestidas de Taehyung que se hicieron mas profundas y este comenzó a acelerarlas, de repente toco ese lugar en el interior de Jungkook que lo hizo lloriquear de placer.

El Alfa se percato de ello y se introdujo aún con más fuerza logrando que Jungkook fuera un mar de lagrimas de éxtasis y placer, no paso mucho tiempo mas antes de que dada la intensidad de aquel encuentro ambos encontraran la cima del éxtasis en un placentero orgasmo compartido.

Se sentaron en silencio durante unos minutos tratando de recuperar el aliento, mientras bajaban de sus orgasmos, la mano de Taehyung busco acariciar el rostro del Omega, pero este de inmediato lo esquivo y otra vez se hizo presente aquella sensación agridulce en el ambiente.

—Quiero que me hagas una promesa Taehyung.

—¿De que hablas Jungkook?

El omega comenzó a llorar nuevamente, sollozaba e hipaba con dolor y desesperación, el lobo en el interior de Taehyung rugía en desesperación, apremiándolo a que hiciera algo para calmarlo, no había sensación mas frustrante y hasta dolorosa para un Alfa que sentir el dolor en las lagrimas de su Omega y no poder hacer algo para tranquilizarlo, pero no podía obligarlo a nada, si no quería ser consolado por él no lo haría.

—Hazlo por favor —rogó entre su llanto.

—Aléjate de mi, ya no me busques mas, no puedo tenerte cerca Taehyung, amarte me duele, lo hago, no se por qué pero te amo, juro por la Diosa que lo hago, yo... yo te amo pero no puedo mas, estoy tan roto Taehyung, tu me rompiste...

Entonces Taehyung comprendió que aquel era el final y comenzó a llorar amargamente como un niño pequeño, quiso rogarle que se quedara y que lo perdonara de nuevo, tan solo una vez mas, pero no podía, ya no tenia el derecho, no después de haberlo lastimado tanto.

Jungkook se inclino hacia él y lo beso de nuevo —Hazlo mi amor, déjame ir, necesito que seas tú quien se baje de este sube y baja y me deje caer sin mirar atrás, necesito que me dejes ser libre, que me olvides y sigas andando hasta encontrar la forma de deshacernos de todos los fantasmas que nos rodean para que un día si la Diosa lo permite y nos volvemos a encontrar podamos andar juntos sin miedo por la calle y besarnos bajo la lluvia sin culpas ni remordimientos o temores, sin disculpas de por medio ni tormentos.

Jungkook contuvo el aire un momento para poder seguir hablando y así continuo —Hazlo por ti, por mi y por nuestro hijo, vive como si cada día fuera un regalo porque eso fue tu presencia en la mía, aun con todo lo malo tu me diste a nuestro hijo, y ese es el mas hermoso de los regalos.

Taehyung en ningún momento habló, lo escuchó y luego lo vió convertirse de nuevo en el lobo blanco y desaparecer sin mirar atrás, inocente y sin saber que muy como la primera vez que hicieron el amor Taehyung había dejado de nuevo su semilla en su vientre y estaba embarazado de dos hijos más del amor de su eternidad.

Aquella noche no llovió pero el frio se coló por sus huesos hasta que logro entumecer su corazón y entonces dejo de doler, sonrió pese a sus ganas de seguir llorando, de correr a buscarlo y suplicarle una y otra vez que lo perdonara, Taehyung sonrió porque al fin lo había entendido todo, porque tuvo la certeza de que Jungkook lo amaba y lo amaría siempre, sonrió porque estaba dispuesto a luchar, a pelear con uñas, garras y dientes por derrotar a sus enemigos y recuperaría así algún día a su familia.

Sonrió porque lo amaba y lo amaría para siempre, sonrió porque un amor tan grande como el de ellos dos era indestructible y sonrió porque supo que aquello no era una despedida, era el último hasta pronto y la próxima vez que se encontrarán estarían juntos para siempre

Te perdí, me perdiste, pero nos encontraremos al final del camino y espero que en la próxima vida puedas amarme sin culpas ni remordimientos tal como yo lo he hecho y lo haré siempre.

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