Capítulo 24

Mientras nos alejamos de Clerig, veo a Erick y a Elliot charlar un poco más adelante mío. Parecen llevarse bastante bien.

¿Qué acaso Elliot no dijo que no bajaran la guardia? Y ahora está hablando con Erick como si no pasara nada.

Bueno, Erick pasó por un mal momento. Además, Elliot parece comenzar a dejar salir su lado paternal con nostros. Lo mejor sería...

<<¡Renuka!>>, oír aquello hace que me asuste un poco. Elliot y Erick se dan cuenta de ello. 

Elliot se apresura en llegar a mi lado al ver que aprieto mi pecho.

—¿Estás bien? ¿Qué pasa? 

—Sí, solo... —Busco en mi bolsillo y saco la perla. Apenas puedo verla a la luz de la luna —Gritó mi nombre...

—Deberíamos detenernos aquí y seguir mañana al amanecer —Propone Erick.

—Acampemos aquí.

En cuanto Erick enciende la fogata para calentarnos, me recuesto mirando hacia la luna.

—Hoy hay luna llena...

Su viaje está a poco de terminar... —Me siento de golpe al oír aquella voz. Volteo a ver a los demás que me miran. —Desde este momento quedarán a merced del guardián debido a la cercanía con el lugar.

—Mi luna —Dice Elliot al ver a la joven aparecer frente a nosotros.

—¿Quién...?

—Es la diosa de los Sangre de lobo, chico. Ella nos guió en la misión de la luna sangrienta.

Ha pasado tiempo —Mira a Elliot con una suave sonrisa, a lo que él responde con una leve reverencia —El tiempo de Rocky está próximo a terminar. —Fija la mirada en mi —Tú eres su sangre. Tú eres la clave de todo esto.

—¿Yo? No lo entiendo ¿por qué...?

Tú lazo con el sangre de lobo que arruinó los planes del guardián es mucho más fuerte de lo que crees —Camina hacia mi y coloca su mano en mi pecho en el lugar de mi corazón —Ustedes dos son únicos entre los Sangres de lobo que hay en la tierra.

—Mi luna... —Mi voz suena temblorosa. Tengo miedo de preguntar —¿Él está...?

Averígualo por ti misma —Sonríe antes de besar mi frente —No puedo ayudarlos mucho; pero no será necesario. Reparen mi error rompiendo lo que lo mantiene unido a la vida.

A lo lejos, un aullido nos hace mirar a todos en la misma dirección hasta que éste deja de oírse. Entonces nos damos cuenta de que la diosa ya no está.

—Apenas entendí lo que dijo —Murmuro —¿"Destruir lo que lo une a la vida"? ¿Tenemos que buscar algo en ese lugar?

—Es posible —Responde Elliot —Es probable que ella sepa cómo acabar con todo esto desde siempre. Pero no siquiera un dios querría acabar con su propia creación. Ella es una madre. No tendría corazón para decir explícitamente cómo acabar con el guardián.

—Entiendo —Guardo la perla en mi bolsillo.

—Duerman. Mañana partiremos temprano.

Me toma tiempo conciliar el sueño, debido a las palabras de la diosa. Realmente fue un momento extraño.

Extraño habría sido que te pareciera normal.

Supongo.

Al llegar la mañana, los tres retomamos el camino apresurando el paso. No puedo dejar de repetir sus palabras.

Dioses y sus acertijos.

Cabalgamos en silencio hasta cerca del mediodía. Las nubes hacen que el camino sea menos pesado y fresco. Pero a medida que avanzamos siento una extraña presión en mi pecho y mi corazón parece acelerarse.

—¿Qué pasa? —Pregunto en voz baja.

—Ahí está —Dice Elliot —Ahí es donde debemos llegar.

—No ha cambiado mucho desde la última vez.

—Parece un bosque normal.

—Realmente no tiene nada de especial desde afuera —Responde Elliot —Estar dentro es lo que lo vuelve diferente a cualquier otro bosque.

—Elliot —Me siento mareada —No me siento... —Voy a caer.

¿Qué te pasa?

Tengo sueño... No puedo...

—¡Renuka! —Elliot baja de su caballo y corre hacia mí para atraparme antes de tocar el suelo —Oye ¿Que tienes?

—No lo sé... —Mi corazón está acelerado.

<<Renuka...>>.

—Papá...

Acabo por caer dormida en los brazos de Elliot, quien estuvo hablándome hasta que simplemente dejé de escuchar.

¿Dónde estoy?

No veo nada.

—¡¿Hola?! —Escucho mi propio eco a lo lejos —No veo nada.

El sonido de pasos acercándose llama mi atención; pero no puedo voltear. No puedo moverme.

De pronto, siento el peso de alguien en mi espalda que me rodea con sus brazos y apoya la frente en mi cabeza.

—Vuelve a casa...

Mis lágrimas comienzan a salir en cuanto oigo aquella voz. Quiero voltearme; pero no pudo. Quiero sujetar su brazo; pero no lo consigo.

—Estoy bien si tú estás a salvo —Continúa diciendo —Yo nunca te pediría hacer algo peligroso por mí, cariño. Eres lo más valioso que tengo. —Siento que me abraza con más fuerza —Ignora la petición de la diosa y vuelvan a casa, por favor. Sé lo que les espera allá.

¿Por qué ya no puedo hablar? Quiero hablarle.

Poco a poco, siento cómo me suelta mientras deposita un beso sobre mi cabeza.

—No pueden vencerlo, Renuka —Está frente a mí —No pueden ayudarme —se inclina para secar mis lágrimas.

Una extraña risa comienza a hacerse presente llamando la atención de mi padre, quien pone una expresión seria antes de volver a mirarme.

—Renuka. —Sujeta mis hombros —Tienes que despertar. Vuelvan a Sutan. Vuelve con Ciro y...

—No puedes huir por siempre... —Unas fuertes pisadas hacen temblar el suelo —Tarde o temprano te encontraré y te haré pagar.

—Renuka... —Esa es la voz de Sever. —No puedes ganarle con fuerza.

—Despierta —Besa mi frente y me empuja.

Al momento de caer, despierto dando un salto y respirando de forma agitada mientras siento que mi corazón golpea mi pecho con fuerza.

—¡Renuka! —Elliot me mira con evidente preocupación —¡¿Estás bien?! ¡¿Qué pasó?!

—Mi papá... —Digo entre jadeos —Mi papá estaba ahí, y Sever...

—¿Qué?

—Me dijo que regresara a casa. Que no podiamos hacer nada... —Mis ojos se llenan de lágrimas —Tenemos que llegar a ese lugar cuanto antes...

Elliot me mira confundido por mi reacción angustiada; pero justo cuando estoy a punto de levantarme, me doy cuenta de que estamos en movimiento.

—Elliot —Dice Erick —Mira.

Estamos a menos de medio kilómetro de llegar a ese bosque; pero la distancia es suficiente como ver aquella figura entre los árboles en los límites del bosque.

—Nos está mirando. —Comenta Elliot.

Al verlo, vuelvo a sentir la presión en mi pecho. Y en cuanto vuelvo a mirar hacia quien nos mira, noto que se adentra al bosque.

—Mi lazo...

Bajo del caballo de Elliot para montar en Bestia.

—¡Renuka! —Grita Elliot —¡Espera!

Deberías esperarlos.

Era él, estoy segura de que era él.

—Estás ahí, pude sentir mi lazo de sangre contigo —Lucho para que mis ojos no se inunden de lágrimas a medida que me acerco.

Bestia se detiene de golpe en cuanto llegamos a las afueras del bosque. Por alguna razón se rehúsa a seguir adelante.

Al bajar de la silla, me quedo de pie frente a los imponentes árboles que conforman el lugar.

Tengo miedo.

Mi pecho parece querer dejar salir lo que tengo dentro.

—¡Papá! —Grito lo más fuerte que puedo hasta oír el eco de mi voz.

—¡Renuka! —Elliot y Erick llegan.

—¿Qué es eso? —Pregunto al oír un aullido —Hay que ir ahí. —No espero respuesta de nadie y solo me interno en el bosque.

Eres bastante impulsiva. Me recuerdas a alguien que conozco.

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