VIII | La Batalla de Esencias Bióticas |

| Música de Multimedia: Full Moon Full Life · Azumi Takahash |

——————————

"La estructura ósea de los hemosapies vorax es tan distinta a la de nuestros hombres, ¿será que su desempeño sea mejor que el de estas tierras? ¡¿Qué estás pensando, Yuki?! Eso es vergonzoso"

Una enfermera virgen, colocando paños húmedos en la frente del Protector del Flujo, momentos antes de ser convocada como sacrificio al Todopoderoso—.

——————————

Zane recobró la consciencia de golpe al sentir cómo una ligera capa húmeda y fría era colocada sobre su frente, movió ligeramente su mano y sintió el pelaje de Romi, el animalito acercó su naricita a sus dedos con gesto afectuoso mientras él abría los ojos y se encontraba con una hoja sobre su frente.

—¿Dónde estoy? —preguntó Zane, quitándose la hoja de la frente y levantándose con dificultad, siendo detenido por numerosas raíces que se conectaban a una extraña máquina que tenía su pulso. Parpadeó sin comprender bien—. ¿Qué es...?

—Son plantas curativas —respondió una voz femenina al otro lado de la enorme habitacion, Zane se talló los ojos para enfocar mejor a la mujer. Alcanzó a observar a una mujer de cabello negro lacio hasta la cadera con larga túnica blanca con bordados en verde y una cruz roja en su hombro y lentes sobre su nariz—. Es la especialidad del Carbono, mi especialidad.

—¿Acaso eres...?

—Me presento, en nuestro mundo me conocen como Selena Huerta —dijo la mujer, volteando y dejando ver los rasgos finos de su faz y sus ojos achinados ocultados por unos lentes romboidales, tenía la mirada indiferente—. Aquí soy la Protectora de Carboverde, Seli Huerta. —señaló al hurón de ojos rojos—. Y por lo que veo ella es tu Guardián. —Se acercó con lentitud y estiró su mano, de ella brotó un ramito de uvas, los ojos de Romi brillaron y aceptaron el regalo—. Mucho gusto, Guardián, será un placer competir contra ustedes.

—Espera, ¿contra nosotros? —preguntó Zane, masajeándose la cabeza y sentándose con dificultad para no tirar a Romi, la cual, se encontraba devorando las uvas con placer—. ¿No se supone que...?

—La presentación fue hace dos días, te la perdiste, lamentablemente —respondió Selena, sentándose a los pies de la cama, de su bata salió una larga serpiente de colores vibrantes y escamas con formas rectangulares, subió lentamente por su brazo y Zane acercó su mano hacia la distraída Romi—. Tranquilo, Pascoe no dañaría a otro de los suyos, solo quiere saludarlos. Y sería muy descortés pelear contigo de esta forma.

Zane se limitó a analizar y observar el resto de la habitación. Como todo lo que había en aquel mundo, el cuarto tenía al menos quince metros de altura, con paredes de marmol blanco y negro, adornado con hermosas cortinas de lino con distintos adornos en variedades de colores: rojo, verde, azul, amarillo, marrón y anaranjado. Había más camas además de la de Zane y, en cada tres, habían enormes ventanales que permitían la vista al exterior del castillo.

Zane se incorporó con dificultad y observó a través de uno de los ventanales, ahí afuera se encontraba la arena donde se disputarían los combates, enormes campos elipsoidales con marcas que delimitaban la zona de combate, con suelo de arena y paredes hechas de roca sólida, tenía palcos enormes donde la realiza de los diversos reinos observaban los encuentros y, en las gradas, estaban hechas de granito sobre enormes extenciones de piedra.

—Tu Provocadora y Aplacadora aceptaron toda la responsabilidad del por qué te encontrabas inconsciente, mencionaron algo de que gastaste más sangre de la que debías —interrumpió Selena, haciendo aparecer una hoja con el historial médico de Zane—. Al estar en zona neutra, pude ir a socorrerte y me dejaron a tu cargo mientras te recuperabas, cuando observé que tu Guardián estaba con nosotros, supe que estarías bien, solo estabas agotado y no pudiste regresar a nuestro mundo. —Hizo otra pausa y soltó un suspiro, estiró su mano y un saco con las pertenencias de Zane fue traído hacia ella, lo dejó reposando en la cama y se incorporó— Tu Rey está muy molesto contigo porque le hiciste pasar esa enorme verguenza, deberías disculparte. Nuestro enfrentamiento será por la tarde, tienes penalizaciones que verás en tu saco.

Selena emprendió la marcha para salir de la silenciosa sala, las pisadas de sus tacones resonaban a lo largo de la estancia, perturbando un poco a Zane, el cual no se atrevía a observarla. De pronto, el sonido se detuvo, indicativo de que Selena estaba parada a unos pasos del umbral, Zane giró la cabeza y se dedicó a observarla un poco más.

Se había quitado la bata y la sostenía sobre sus tonificados brazos, su cabello lo había recogido en una enorme coleta y los lentes habían desaparecido. Su vestimenta distaba demasiado de la ropa de aquel mundo, tenía un vestido corto completamente pegado hasta la cintura y suelto en la parte de abajo, con unas botas largas que llevaban por encima de la rodilla. Todo resaltando el tonificado cuerpo y asombrosa estatura de la mujer.

—Estás dado de alta, fue un placer cuidarte, Zane Russhell —dijo Selena, su voz se modificó un poco con un tono seductor, le guiñó el ojo y soltó una sonrisa coqueta—. Ah, te recomiendo que mantengas tus ojos en los míos y no en mis piernas durante el combate

Selena salió de la estancia, dejando más confundido a Zane de lo que estaba, observó a Romi y ella tenía furia en sus ojos. Zane sonrió y se dedicó a escombrar la bolsita.

—Le pido clemencia, vuestra Majestad —dijo Zane, arrodillándose frente al Rey Thalathos, quien se encontraba sentado en su palco con un trono provisional mientras bebía vino verdoso espumoso. El Rey lo observó de reojo—. Lamento haberlo deshonrado. Si lo desea, me retiraré de la competencia y...

—Tranquilo, Protector —dijo Thalathos, dando un sorbo a su copa, hizo un gesto de aceptación y el sirviente se retiró—. No te retirarás. Para tu fortuna, esto me benefició un poco. Tu primer combate no fue en desventaja para ti y, a decir verdad, me sorprendió mucho que realizaras un acto como ese. ¿Ese domo de sangre no es algo más avanzado? Recuerdo las historias que contaba mi padre sobre las hazañas de lady Soledad.

—Pero, vuestra Majestad, yo...

—Te he dicho que no te retirarás. Me lo pagarás dándome el deseo del ganador —recordó Thalathos mientras dejaba su copa en su reposabrazo.

Zane recordó vagamente las palabras de Romina.

—Y qué se supone que gana el vencedor de la...

—De la Batalla de Esencias Bióticas —recordó Romina, frotándose la cara de frustración. Era la octava vez que se lo explicaba—. ¿Me estás poniendo atención, Zane? Genuina atención.

—Es que no entiendo, ¿por qué debo competir en esa cosa? —replicó Zane, cruzándose de brazos un tanto molesto—. Si tanto desean algo, ¿por qué no se turnan...?

—Te lo dije, Zane, ¡porque ningún monarca es capaz de manejar la magia elemental! —respondió Romina, un tanto tajante—. La Batalla de las Esencias Bióticas es una competencia en la que solo compiten los Protectores, tú debes de competir por su Majestad Thalathos y ganarás por dos sencillos motivos.

—Elevar su ego y no morir.

—Sí y no —reconoció Romina, volviendo unas páginas atrás del Anna's Arcanum—. El ganador puede acceder a la cripta del Todopoderoso y recitar un deseo cual quiera. Eso recae en cambios políticos, derrocar familias enteras, acabar con reinos pero, jamás, romper el equilibrio elemental. Si alguien destruye un reino, como Ferrovia, este será castigado para traer el equilibrio.

»Si ganas, el Rey decide cómo manejar el deseo. Y tu cabeza estará a salvo y podrás trabajar como su Protector de vez en cuando, cuando se te necesite allá —continuó Romina, pasando la página—. Tu familia ha ganado ese torneo, al menos, dos veces: una vez le dieron protección natural al reino y la segunda se tradujo como mar par el reino. Cada uno trajo ventajas a Ferrovia. Y, en nuestro mundo, se tradujo en la fortuna y prosperidad familiar que goza la Casa Russhell. Es tu deber ganar porque si no lo haces, la hacienda peligrará y tendrás que vender.

—Yo lo veo un premio o premio. —Romina lo reprendió con un golpe—. Está bien, prometo intentar no perder en la primera ronda. Así Thalathos tendrá su deseo.

—Claro, vuestra Majestad —aseguró Zane, inclinando la cabeza y ocultando su malestar. Sintió los brazos de Thalathos, los cuales lo obligaron a incorporarse—. ¿Y bien, cómo han ido los demás combates?

—¡Desastrosos, un pésimo espectáculo de su parte! Todos han sido excesivamente rápidos, no han dejado nada para que disfruten los plebeyos —se quejó el Rey Thalathos, asustando al sirviente que volvía a servirle vino, Thalathos le dedicó una mirada de furia y este agachó la cabeza y se retiró. Se aclaró la garganta y continuó—. Los Protectores de la Energía y el Olor han caído a manos de los Protectores de la Atmósfera y la Oxidación respectivamente —añadió el Rey con tranquilidad—. Por lo tanto, te dejan como el único que, al pasar, te dejará en clara desventaja contra el de la Atmósfera.

»Se lo pido, Protector, gane la batalla y lo recompensaré con lo que desee esta noche —dijo Thalathos. Zane asintió y se inclinó—. Bien, puedes retirarte. ¡Vuestro combate comenzará en unos minutos! Estoy deseoso de verte enfrentar a la Protectora de la Vida y poder restregarle que mi Protector es mejor que el de aquel reino indigno de Carboverde.

Zane dio media vuelta y comenzó la retirada mientras sentía un cosquilleo en el anillo de su mano al pasar por los sirvientes, los observó de reojo y estos tenían la cabeza agachada mientras temblaban. El Rey Thalathos volvió a chasquear los dedos y los sirvientes dieron un respingo.

—¿Qué les pasa? —preguntó Zane, una vez bajadas las escaleras del palco. Romi salió de su bolsillo y escaló hasta su hombro—. ¿Por qué ellos se comportan diferente a sus sirvientes personales?

—Su Majestad no tiene buena recepción pública con la gente de otros reinos —respondió Romi mientras Zane sacaba uno de los circones y jugaba con él para calmar la ansiedad—. ¿Tan malo es?

—No me atrevo a dar conclusiones tan rápidas, Zane —continuó Romi, moviendo sus bigotitos—. Por eso te decía que debes tener cuidado con él. Tiene un extraño... ego.

Zane asintió y observó el cristal, este estaba brillando un poco más de lo normal. Se detuvo y lo observó con cuidado.

—¿Este no es el cristal que me dieron Isolde y Elana, cierto? —Romi negó y soltó un doquido—. ¿Qué le hicieron?

—Órdenes del Rey. Cuando se enteró del castigo y que te quitarían cristales, prácticamente les exigió que te dieran cristales más puros. —Unos sirvientes pasaron frente a ellos sin darles importancia, Romi y Zane eran prácticamente invisibles por no haber sido presentados formalmente ante la gente—. Y ahí tienes tu respuesta, rompe uno y tendrás la capacidad de manejar más de cuatro litros de sangre... creo que sí vio tu potencial.

Zane suspiró a la vez de que la trompeta de la arena sonaba, observó a Romi y esta bajó hasta el piso, su grimorio salió de su guarda y se elevó. El animal produjo unas palabras y creció repentinamente, adquiriendo el tamaño promedio de un caballo y conservando su forma de hurón blanco de ojos rojos.

—¿Nuevos trucos?

—Tienes que presentarte como es debido, Zane —aseguró Romi con una voz un poco más fuerte y notoria. El grimorio volvió a desplazarse y una silla de montar apareció sobre su lomo—. Sube, demos una buena impresión.

Zane subió al lomo de Romi caminaron hacia su salida de la arena. Tenían que enfrentar y vencer a Selena Huerta, la Protectora de la Vida. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top