VII | Desafío de Valía |

| Música de Multimedia: Demons - Imagine Dragons |

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"Las estrellas del Todopoderoso auguran cosas, ¡pronto llegará la generación más poderosa de hemosapies vorax que ha llegado a nuestro mundo!"

Un anciano loco en la plaza del Reino, momentos antes de que la guardia real lo arrestara por contaminación acústica innecesaria—.

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Desde muy temprano, Zane despertó en la habitación del castillo del Rey, tuvo que llamar a las sirvientas para poder darse una ducha en la bañera de madera y poder refrescar su cuerpo y quitarse la sangre seca que tenía en sus brazos. Al terminar, fue secado por las mismas sirvientas con semblante serio y lo dejaron frente a un espejo de cuerpo completo, vio su reflejo y en este, Romi se encontraba de espaldas viendo por la ventana.

Se acercó al ropero antiguo, abrió las puertas y obtuvo la armadura esquirlada que le había hecho el Rey Thalathos, la escaneó mientras se colocaba la ropa interior y unos pantalones marrones. Resplandecía en un hermoso color blanco azulado con decorados plateados y remaches dorados, Zane acercó sus manos y la tocó, sintiendo la suavidad del tacto y la dureza de la esquirla.

—Las bestias esquirladas poseen la piel más dura de todos los animales de este mundo —respondió Romi mientras escalaba por las sábanas con dificultad. Al llegar a la cima de la cama, se estiró y bostezó, se acercó y comenzó a palpar con su patita—. Curioso que unos animales tan mortales tengan miedo de un animalito como yo.

—Cualquiera le tendría miedo a Romina, la reina de la ira —exclamó Zane, colocandose una camisa blanca y fajandosela con sumo cuidado—. Recuerdo que siempre tuve miedo de tus periodos de ira mensuales.

—Mi rabia era justa, hacías de todo para sacarme de quicio —contestó Romi, sentandose sobre sus cuartos traseros y fulminando con los ojos—. Aunque no era muy maduro por mi parte, recuerdo que te pedí perdón.

—Al igual que yo lo hice —añadió Zane, desabrochando las correas y colocandose el peto—. Era un poco, no, era bastante ladilla contigo y era inmaduro. Lo vuelvo a decir, lo lamento, Romina.

El hurón de ojos rojos doqueó en señal de aceptación y se hizo a un lado, dejó terminar a Zane vestirse mientras se hacía bolita y se relajaba ocultando su trompita.

—¿Y bien, me veo como un gladiador? —preguntó Zane, modelando frente al espejo, su reflejo le regresaba una figura un tanto extraña, la armadura se encontraba por debajo de la túnica que Romi le había invocado, el contraste con los colores era extraño—. Solo me faltaría mi gladio y podría derrotar a cualquiera.

—Luces como un auténtico Protector —dijo Romi con orgullo, giró su cabeza hacia la puerta, advirtiendo que vendría alguien—. La Señorita Isolde viene por ti, no olvides tu anillo ni tu grimorio. Yo subiré a tus hombros.

Antes de que pudiese decir algo, Romi se trepó a su hombro derecho y la puerta fue tocada. Zane la abrió y vio a Isolde hacer una reverencia, era momento de ir a la verdadera primera prueba.

Zane entró a la pequeña arena, que el Rey Thalathos había construido para las pruebas, después de Isolde y Elana, ambas vestían la misma armadura marrón ligera que cubrían sus zonas íntimas y algunos puntos vitales, pero sus vestuarios distaban una del otro.

Isolde mantenía la elegancia y altanería con la que Zane la había conocido; con un corsé marrón ajustado sobre una falda negra larga y abierta en corte de "v" invertida y largas botas negras hasta las rodillas con un cinturón de herramientas y bolsitas, debajo del corsé, se encontraba una camisa blanca con las mangas acampanadas y ocultaba sus manos debajo de unos guantes de cuero oscuros. Su cabello cobrizo estaba atado en una coleta alta y el maquillaje era sencillo.

Por otro lado, Elana traía puestos unos pantalones bombachos oscuros de tiro alto con unas botas bajas, y la camiseta blanca mal fajada y con las mangas dobladas, dejando ver unos largos guantes de cuero marrón hasta los codos, que se ocultaba debajo de un cinturón marrón con múltiples bolsas y cargaba una espada y dos dagas en sus bolsos,. Su cabello estaba suelto pero oculto debajo de la capucha de la capa negra y larga hasta los muslos.

A ojos de Zane, ambas mujeres se veían hermosas, Elana volteó y le regaló una genuina sonrisa mientras se desabrochaba una bolsita del cinto, Zane se la regresó al momento de que esta le lanzó la bolsita.

—¿Para qué es esto? —cuestionó Zane, abriendo la bolsita para escanear el contenido, dentro había unos tres pares de circones de buen tamaño junto con unas cuantas jeringas pequeñas con cápsulas de sangre—. ¿Es necesario esto?

—Son los riesgos de la sangre, puedes perderla muy rápido por no saber manejarla bien, conforme avances en tu sendero, sabrás regular mejor —declaró Isolde con voz tranquila, llegando a la pared y dando media vuelta mientras se ataba el cabello en una coleta—. Rompe uno de los cristales y dos litros de sangre serán suficientes para pelear con nosotras, si es que lo deseas.

Zane decidió hacer caso, no quería revelar que el anillo de la familia tenía la capacidad de detener la hemorragia constante. Se ató la bolsita al cinto de la armadura y cerró los ojos mientras que con la mano derecha extraía el grimorio, en la otra partía en dos el circón y de este comenzó a brotar la sangre.

Sanguis armilla —musitó Zane y la sangre se transformó en un sólido-líquido que envolvió su brazo izquierdo y se colocaba en posición de combate, desenvainando la espada—. Cuando quieran.

Isolde y Elana alzaron la vista hacia el balcón del Rey, este les dio consentimiento y se colocaron en posición de batalla. Elana se quedó detrás de su hermana y juntó las manos en una plegaria, cerró los ojos y se arrodilló mientras comenzaba a invocar su elemento de Provocadora: el Oxígeno, mientras que Isolde frunció el ceño y cerró los puños y se colocó en guardia.

Elementalis sanguinis activation —dijo Zane, el grimorio se levantó frente a él y unas cuantas gotas de sangre impactaron sobre su cubierta, se abrió de forma agresiva y las páginas pasaron con rapidez, mostrándole los hechizos básicos de sangre. Vio a Romi de reojo y le asintió, la criatura descendió de su posición y se hizo a un lado, sentándose a las espera de sus órdenes—. Sanguis ferrum.

La sangre sólida-líquida de su brazo formó una larga cuchilla con la que Zane comenzó el ataque de forma rápida y letal. Isolde empujó a Elana al lado contrario de donde ella saltó para esquivar el ataque sorpresivo de Zane. La cuchilla de sangre impactó en la pared de piedra y se atascó, Zane maldijo y cerró los ojos, relajándose para que la sangre volviera, por unos segundos, a su estado líquido, salió al momento de que Isolde se acercó a su espalda y lo tomó.

Absoluta frigore conficiatur —susurró Isolde al oído de Zane, erizando los vellos de la nuca y sintiendo el frío recorrer todo su brazo.

Sanfuis Chisti, veni ad me momentaneum! —exclamó Zane, propinándole un codazo a su Aplacadora, el cual le sacó el aire, y la sangre volvió momentáneamente a su cuerpo. Giró y tomó a Isolde por la cintura—. Sanguine catenae.

De su cuerpo, brotó una cadena que rodeó todo el cuerpo de Isolde hasta atarlo por completo, dejando por unos segundos su boca abierta. Zane le tapó la boca con la mano y giró a Elana, ella seguía haciendo su plenaria, pero con una ligera diferencia, el cielo se había nublado y poderosas y tenebrosas nubes de tormenta se habían formado.

Sanguis commissuram —volvió a mencionar Zane, esta vez, una parte de la cadena se transformó en una cuerda que le tapó la boca a Isolde, impidiéndole hablar. La soltó y ella cayó al piso con fuerza, la cadena le había atado los pies—. Lo lamento.

Decidido a parar el poderoso desastre que haría su Provocadora, Zane se acercó a Elana mientras activaba el anillo familiar y se pinchaba el dedo, la sangre comenzó a brotar dentro de sí y fluyó al exterior. Elana abrió los ojos y observó la mano de Zane frente a ella, la tomó por las manos y la empujó contra la pared, Elana bufó ante el golpe y se resistió a la fuerza del hombre.

Pugiones et sanguinem torquem. —La sangre que goteaba de su ser, rápidamente se solidificó lo suficiente para materializarse en una cadena que envolvió el cuerpo de la Provocadora, además de, formar dos dagas con las cuales, Zane las utilizó para clavarla a la pared con su ropa—. Creo que he ganado.

Se alejó de Elana y caminó al centró de la arena, observó a Romi y ella estaba observando con miedo el cielo. Las nubes comenzaron a soltar truenos y eso no era nada bueno. Sin que Elana pudiera controlar los rayos contra él, podía acabar con su vida. Romina

Giró su cabeza al despreocupado Rey, tenía que haberlo declarado ganador mas no le estaba poniendo atención. Romi se acercó corriendo a Zane y subió a sus hombros, ella cerró sus ojos y el grimorio volvió a pasar las páginas mientras las nubes se congregaban por encima de él. Un poderoso rayo estaba a punto de caer.

—Recita esto y estira tus manos mientras absorbes la sangre que usaste ahorita —dijo Romi, Zane asintió y este estiró sus manos hacia sus rivales.

Tanto Elana como Isolde observaron con atención las acciones del Guardián, este había cerrado sus ojos y la sangre con la que estaban atadas fue atraída hacia él, fluyendo por el piso y escalando como líquido-sólido por Zane.

O magne omnipotens! Da mihi satis virium, ut procellas calamitates desistere ac vires suas absorbere —citó Zane y sintió como la sangre de su interior comenzó a fluir hacia el exterior junto con la sangre que había ocupado en el encuentro.

Se congregó en sus manos y salió disparada hacia el cielo, esta se comenzó a solidificar alrededor del techo de la arena de una forma exageradamente rápida, se cristalizó y protegió la arena en el momento exacto en el que un rayo gigantesco impactó, haciendo vibrar la estancia.

Zane pegó un grito al aire al sentir aquella fuerza de la naturaleza golpear algo que él había invocado, sintió cómo esta se quebraba y cerró los ojos, concentrándose en aquellas aparentes grietas. Sentía cómo la sangre restante fluía al exterior de su cuerpo y reparaba los quiebres.

—¡Detente, Guardían! —exclamó Isolde, acercándose hacia él y colocando sus manos sobre el pecho de Zane, enfriando su temperatura—. ¡Está perdiendo mucha sangre!

Después de un par de minutos que parecieron horas para Zane, la nube comenzó a dispersarse y los rayos dejaron de caer, la sangre volvió a su estado natural y Zane cayó desmayado y más pálido en los brazos de Isolde mientras Romi desataba la bolsita con las jeringas de sangre.

Elana soltó el aire contenido y separó las manos al momento en el que Romi sostenía con su hocico la jeringa. Isolde la tomó y se la inyectó directo en el pecho.

—Hermana, ¿qué ha sido eso? —preguntó Elana, examinando el cansado rostro del Guardian—. ¿Cómo pudo invocar algo tan grande en su... tercer día de invocado?

Ambas observaron al hurón blanco de ojos rojos mientras este doqueaba con, ¿eso era preocupación? encima del pecho de Zane, las preguntas tendrían que ser respondidas después, primero el Guardian de la Sangre necesitaba con urgencia un médico. 

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