VI | El Ciclo de Magia Elemental |
| Música de Multimedia: I Am No Hero - Zavodila |
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"¡Mamá, mamá! ¡¿Podemos ir al Festival?! ¡Los nuevos Protectores serán presentados y quisiera saber cómo son!"
Un niño pequeño, tirando del vestido de su madre al observar el cartel del evento. Momentos antes de que una manada de esquirladores glaciares atacara la pequeña aldea—.
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Una vez que Romina había terminado sus responsabilidades como la capataz de la Hacienda Russhell, se encontraba en el rondo que su tatarabuelo había construido para instruir a todos los Protectores de las siguientes generaciones. Lo normal sería que un hombre de la casa Pennyworth se encargara del entrenamiento de la mujer de la casa Russhell.
Pero, como había confirmado con Soledad hacía muchos años, esta vez era un hecho sin precedentes.
Los nervios la consumían, desde que se había separado de su amigo de la infancia, comenzó a practicar constantemente en la esgrima para ser la mejor profesora de su familia. Y lo había logrado, un par de años antes de que su padre falleciera, le había ganado con mucha dificultad, por ello, se jactaba de su habilidad.
—Veo que has venido, amo Zane —dijo Romina al ver a Zane caminar bajo el sol con la camiseta desabotonada, se ruborizó un poco e intentó calmarse acercandose al lugar donde guardaba los estoques y equipo—. ¡Por favor, Zane, un poco más de pudor!
—Oh, lo lamento, Romina —se disculpó Zane con una risa, se acercó a ella mientras se abotonaba la camisa verde. Llevaba puestos unos guantes de protección amarillos, al parecer se había tomado muy en serio su papel como dueño—. Intenté ayudarle a los chicos en el arreo del ganado, es un poco más difícil de lo que recordaba, ¡casi me disloco el hombro!
—Debería de tener más cuidado, amo Zane —reprendió Romina, sacando el equipo de protección y dejándolo sobre el piso. Zane se acercó a examinarlo—. Te agradezco que hayas tomado la decencia de aceptar mi petición.
—Después de conocer que era verdadera la familia real Storlclock Moonshadow y su inusual aceptación hacia un hombre, tenía que hacerlo —respondió Zane, acomodando el equipo con facilidad, Romina lo observó sorprendida—. En la Universidad fui un semestre a esgrima, no aprendí mucho, pero supe que no estaba bien seguir a una chica a su deporte para conquistarla.
—¿Al menos lograste salir con ella?
—No, cuando se enteró que no mejoré nada en todo ese semestre, me dio una paliza y me prohibieron volver —se sinceró Zane con un poco de vergüenza—. Aprendí los fundamentos pero no soy un experto, cualquiera con tres dedos de frente me derrotaría enseguida.
—Bueno, no tenemos mucho tiempo para hacerte un experto —interrumpió Romina, acomodando su propio equipo, Zane se acercó y comenzó a ayudarla a atar la chaquetilla—. Gracias. Mi deber es que puedas tomar una espada en caso de que te arrebaten el grimorio.
—¿No me lo regresaría Romi? —Romina negó aplanando los labios—. ¿No me habías dicho que tu avatar sabía siempre dónde se encontraba el grimorio? Sería más fácil poder atraerlo con un chasquido de dedos.
—Y lo aprenderás —confió Romina, girandose para estar frente a Zane, sin embargo, no se había percatado de la cercanía en la que estaban. Podía sentir su cálido aliento, esto la puso nerviosa, su cuerpo comenzó a reaccionar por los sentimientos de su adolescencia y se acercó un poco a su faz, sus labios estaban tan cerca que casi podía sentir el movimiento. Algo dentro de ella reaccionó y lo apartó.—. Debemos entrenar, toma tu estoque.
Zane no rechistó y, todavía aturdido, tomó el estoque mientras se colocaba la máscara, caminó al lado contrario del ruedo y se puso en guardia. Romina lo observó con incredulidad y cerró ligeramente los ojos.
—¿No que no habías aprendido? —Zane alzó los hombros con fanfarronería, cosa que Romina se lo tomó como un reto—. Bien, saca tu grimorio y con tu mano libre comienza a recitar todos los conjuntos que te salgan en las páginas, actívalo con el pinchazo de tu anillo familiar y este desvelará todo lo que puedas usar al instante.
»Por la afinidad que tienes con tu elemento y con mi avatar, deberías de ser capaz de crear armas básicas de sangre y barreras defensivas, no al mismo tiempo, pero lo suficientemente rápido como para contraatacar a los demás. —Zane se pinchó con su anillo mientras sacaba su grimorio, este cayó en el piso y lo empapó con su sangre—. Y tendrás una espada que será proporcionada por los jueces, hecha especialmente con los materiales proporcionados por el Rey.
—¿Podré elegir la forma del arma? —preguntó Zane, observando cómo el grimorio comenzaba a levitar a lado de él—. Wow... ¿esto funciona en nuestro mundo?
—Sí, tendrás que entregar un pergamino con la forma que quieres a tus asistentes —respondió Romina, atacando directamente a Zane, el hombre la rechazó con dificultad y retrocedió—. Solo puede levitar, la magia no funciona aquí. Sería raro que empezaras a levantar escudos de la nada.
Antes de que Zane pudiese decir algo más, Romina comenzó a atacar sin piedad mientras lo obligaba a recitar algunos conjuros en latín.
Habían pasado toda la tarde entrenando y el Sol había desaparecido en el horizonte, dejando ver el hermoso cielo estrellado sin la contaminación lumínica de la capital. Romina terminó de quitarse las protecciones, se observó al espejo largo, su camisa gris estaba totalmente empapada y su cabello era un desastre.
—Quítate la camisa, Romina —dijo Zane, apareciendo detrás de ella, también se había quitado el traje de esgrima y se deshizo de las prendas sudadas. Solo vestía una camiseta blanca de tirantes con unos vaqueros negros—. No tienes nada que no haya visto.
—Eso fue un poco grosero, amo Zane —respondió Romina, ruborizada y apenada, inconscientemente se llevó los brazos al busto, cubriendose. Se permitió observar a su viejo amigo, pero este no le prestaba mayor atención, se había dado la vuelta y estaba observando hacia afuera del ruedo—. Pero tienes un poco de razón, ¿hace cuanto fue que nos vimos así?
—Poco antes de cumplir los quince, ese fue tu extraño deseo de cumpleaños —admitió Zane, dejando la chaqueta que había llevado consigo sobre una silla—. Sigo sin saber por qué accedí.
—Estabas loco por mí, Zane —respondió Romina, con voz juguetona, detrás de él. Se había puesto la chaqueta del hombre por encima, le tomó la mano y tiró de él—. Vamos al techo, veamos las estrellas antes de irnos al otro mundo.
Zane rio y se dejó llevar mientras negaba divertido.
Con ayuda de Zane, Romina escaló la pared y se sentó en el techo con las piernas colgando, sintió la ligera brisa recorrer su cuerpo y se abrazó a sí misma mientras sonreía, sintió el cuerpo de su amigo a lado de ella. Giró su cabeza y lo observó, su antiguo amor juvenil ahora tenía las facciones más marcadas, era unos cuantos centímetros más alto pero, en su carácter, no había cambiado, Zane Russhell seguía teniendo esa apariencia seria y fría por fuera pero, por dentro, era cálido y amigable.
—¿Qué ocurre, Romi? —preguntó Zane, recostandose sobre la madera y reposando su cabeza sobre sus brazos—. ¿Tanto te molesta que te haya vencido?
—Tuviste suerte —mintió Romina, su antiguo amigo también lo había hecho, él era bueno, muy bueno en el esgrima. ¿Acaso la mujer que lo rechazó era muchísimo mejor que él?—. Tenía que dejarte ganar, ¡estabas sangrando sin parar!
—Culpa tuya, no me dijiste que desactivara el anillo.
—Es sentido común, Zane —respondió Romina, acostándose a su lado y observando a las estrellas. A su mente vino el pequeño fragmento que alcanzó a escuchar cuando él estaba conversando con el Rey—. Sigo sorprendida por el cambio de comportamiento de Thalathos cuando observaron las estrellas, ¿eran tan hermosas como las nuestras?
—Eran casi iguales —mencionó Zane, levantando su brazo para comenzar a señalar a los cuerpos celestes—. Tenían distintas distribuciones en su mapa celestial, pero la Polar seguía en su lugar, eso nos puede dar una pista de si existe en otro lugar de la galaxia o es un mundo fantástico. A propósito, ¿por qué dormiste la mayoría del tiempo?
—El Castillo del Rey tenía un repelente para los familiares, necesitaban confiar en ti sin intervención mía —añadió Romina, masajeandose la cabeza—. Me hubiera gustado que no fuese tan fuerte, de milagro pude despertar antes de que regresaras, me sentía en ese limbo.
Hubo una pausa entre ellos, no existía incomodidad entre ellos, al contrario, bajaban la guardia mutuamente. Romina se atrevió a cerrar los ojos unos segundos y dejarse llevar por el cansancio
—¿Isolde y Elana son fuertes? —preguntó Zane, sin perder la vista a las estrellas. Romina abrió los ojos, ¿cuánto tiempo había pasado?
—Te lo dije, tu Provocadora y Aplacadora crecerán conforme tú lo hagas...
—Pero no hay tiempo, lo dijiste —recordó Zane con cierto malestar—. Ellas bien podían haber entrenado con sus respectivos antecesores y tener tiempo cuando cada Protector fue invocado. Yo solo tengo un día para aprender y desbloquear meses, inclusive años de conocimiento.
—No puedo asegurarte que serán igual de fuertes que los Aplacadores y Provocadores de otros reinos —se sinceró Romina, sentándose y sacando una pequeña tiza que guardaba en su sombrero, comenzó a dibujar un hexágono, con una de sus puntas apuntando al norte y otra al sur, con sus vértices un poco más grandes, lo suficiente para escribir una letra griega—. El Gran Todopoderoso creó el sistema elemental para ser lo más justo posible.
»Controlas el Oxígeno y eres el último invocado, por definición eres la amenaza más latente de todos. —En cada espacio, comenzando por el vértice inicial, dibujó una alfa—. El Carbono, el elemento de la vida. —Segundo vértice, en dirección de las manecillas del reloj, dibujó una eta—. El Hidrógeno, el elemento de la energía. —Tercer vértice,dibujó una omicron—. Tu elemento, el Oxígeno, el elemento del flujo. —Cuarto vértice, dibujó una alfa unida con una sigma—. El Nitrógeno, el elemento de la atmósfera. —Quinto vértice,dibujó una phi—. El Fósforo, el elemento de la oxidación. —Finalmente, sexto vértice,dibujó una theta—. Y, por último, el Azufre, el elemento del olor.
»No importa quién haya sido el último o el primer convocado. Cada uno tiene las mismas posibilidades de manejar a la perfección su elemento. —Romina hizo una pausa y le tomó la mano a Zane, haciendo hincapié en su anillo—. Todos existen en armonía y tú no serás menos fuerte ni más fuerte que los demás, lo que importará en la batalla serán tus capacidades personales de afrontar retos. Solo tienes que preocuparte de..
—De la Protectora o Protector del Nitrógeno —respondió Zane, recordando la clase express del día anterior—. Ella es del mismo elemento que mi Aplacadora, los equipos están hechos para poder potenciar o controlar a los Protectores, ¿cierto?
—Correcto —felicitó Romina con una palmadita. Dibujó dos circulos más, uno dentro del hexágono y otro fuera, el de dentro tenía varias flechas en dirección contraria a las manecillas del reloj y el de afuera las tenía en sentido horario—. Tendrás ventaja contra el Hidrógeno pero desventaja contra el Nitrógeno. Y así sucesivamente, el o la encargada del Hidrógeno tendrá desventaja contra ti pero será fuerte contra el Carbono. Es un...
—Un ciclo. Todo perfectamente equilibrado por el Todopoderoso. —terminó la frase Zane con un asentimiento y una ligera sonrisa. Apretó la mano de su amiga con suavidad—. Gracias por enseñarme todo esto, Romi.
—Es mi deber como tu Guardián —dijo Romina con sinceridad. Se quedaron unos cuantos minutos agarrados de las manos hasta que ella las alejó—. ¿Nos quedamos un poco más o quieres ir temprano a tu prueba, amo Zane?
Zane se quedó callado unos segundos hasta que un ligero destello en el firmamento llamó su atención, giró su cabeza y observó perplejo. Una lluvia de estrellas fugaces hizo su aparición en el cielo.
—Quedémonos un poco más —respondió Zane, aturdido ante la belleza del fenómeno astronómico—. Son más hermosas que las que vi con el Rey Thalathos.
Romina sonrió para sí y flexionó sus piernas para poder abrazarlas con su propios brazos, recargó su mentón sobre sus rodillas y se dedicó a observar a Zane de reojo mientras contemplaba la belleza celestial y pedía, con todas sus fuerzas, que todo le vaya bien a su amigo en el otro mundo.
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