9. Cerveza marinera

Me despierto en la arena. Noto mi ropa empapada. Con la vista en el cielo, puedo oír el ruido pausado de las olas del mar muy cerca. Me incorporo y siento cómo me duele todo el cuerpo, pero parece que no hay nada roto, está en orden, puedo caminar.

La playa e incluso el mar, están completamente poblados por trozos del barco y restos de su cargamento. En el mar, cerca de la arena, hay un enorme pedazo que corresponde a la mitad frontal del barco, completamente fragmentada y astillada. Ya puedo tachar naufragar de la lista de "cosas por hacer".

Estamos en una playa preciosa, con un tiempo soleado, adornada con el resultado del superplan de mi colega. Más allá, lo veo removiendo entre los escombros.

—Buenos días ¡Vaya viaje!, ¿eh? —me dice lleno de entusiasmo—. ¡Menuda pasada!

—¡Hola! —contesto todavía intentando recuperar mi movilidad por completo.

—No quise despertarte, creía que era mejor que descansases, así que comprobé que estabas bien y te dejé ahí a gusto.

—¿Qué buscas? —pregunto.

—Miraba si había algo de valor o que nos pudiese servir de algo. Encontré estas pocas monedas de oro. Salvo eso, nada más.

—¿Dónde está Monigote?

—Ahí está —dice señalándolo. Monigote está sentado cerca de nosotros, mirando al mar completamente ensimismado.

—Creo que sería buena idea que le dijeses que buscase algo de comida.

—Monigote, busca algo de comida —le digo al Silencioso.

De repente, el caballero se queda quieto un momento y se agacha a recoger algo.

—¡Mira lo que he encontrado!, ¡esto nos va a venir genial!

En sus manos sostiene una baraja de cartas con unos dibujos raros, algo así como una especie de Tarot.

—¿Nos vas a adivinar el futuro? —pregunto.

—¡Qué va! Estas cartas son para jugar. Eso que dices de adivinar el futuro ocurrió porque hubo una vez unos viajeros que olvidaron unas cartas en un pueblo en el que desconocían para qué servían. Desde entonces en ese pueblo creen que sirven para adivinar el futuro. Lo cierto es que se inventaron para un juego muy divertido. Nos vendrá bien para los momentos aburridos.

Monigote interrumpe la conversación, acaba de llegar entre los árboles con frutas en los brazos y nos las está ofreciendo. Comemos con gusto.

—Bueno y ahora, ¿qué hacemos? —pregunto.

—Iremos en aquella dirección —dice el caballero señalando en dirección contraria a la que venía Monigote—. A ver qué hay.

Así que, tras llenar el estómago de exquisita fruta, nos levantamos y partimos en la dirección elegida. Es un camino curioso, el paisaje presenta formas y colores que no había visto anteriormente.

Tras unos minutos caminando divisamos una casita aislada y nos dirigimos hacia ella.

—A ver si alguien puede decirnos dónde estamos —comenta el caballero.

Llamamos a la puerta pero nadie contesta.

—No hay nadie. Vámonos —indica después de esperar un tiempo prudencial.

Al darnos la vuelta para proseguir, vemos por el camino a un hombre cargando con una caja.

—¡Hola! ¿Quieres que te ayudemos a llevar eso? —le pregunta mi amigo.

—Vale.

El hombre le da parte del contenido de la caja al caballero y cargamos con los objetos hasta la casa a la que habíamos llamado hace poco. Después de ayudarle a colocar las cosas, nos invita a sentarnos. El tipo tiene una barba amplia y una camisa de cuadros. Se parece a un leñador.

—¿Qué os trae por aquí? No suele llegar mucha gente hasta este sitio —nos pregunta.

—Un accidente —responde el caballero.

—¿Ibais en un barco que navegaba sobre una ola gigante?

—Sí. En ese mismo.

—Es rarísimo. La mar estaba en calma, salvo justo por detrás del barco. Jamás había visto algo parecido. —El hombre se queda mirando al mar, como intentando saber qué ha ocurrido. Tras un breve silencio continúa hablando—. Ahora entiendo por qué estáis aquí. Este no es un lugar al que la gente suela venir, pues es una isla muy pequeña, debe tener como mucho un kilómetro de largo. La fracción de vegetación os impedirá ver al otro extremo, pero es realmente pequeña.

—¿Cómo se llama? —pregunto.

—No lo sé. De hecho, no sé si tiene nombre siquiera, aunque lo dudo. En los mapas solo sale dibujado el terreno. Lo que sí te puedo decir es que estamos cerca de la península de Jolu, que está en aquella dirección —indica señalando hacia el mar—. Yo simplemente conocía su existencia y decidí hacerme aquí una casa para pasar las vacaciones. Me relaja mucho. Si queréis, os puedo llevar yo mismo a la península en mi barco.

—Si nos puedes hacer el favor, sería estupendo —contesta el caballero.

—Genial, vamos para allá entonces.

Nos levantamos y seguimos al barbudo personaje en dirección a otra playa de la isla. Una vez allí, nos invita a subir a un barco que estaba amarrado a unos árboles cercanos a la orilla.

—Gracias por llevarnos —le digo después de montar en la embarcación—. ¿Te gustaría que hiciésemos algo por ti?, ¿podemos ayudarte de alguna manera? —me animo a preguntarle.

—No hace falta. —Sonríe—. Podéis relajaros, yo me encargaré de todo.

El capitán desamarra el navío. Es un barco muy grande y para subir, tuvimos que usar una escala de varios metros de altura. Es increíble que, a pesar de sus enormes dimensiones, este hombre es capaz de operarlo con total normalidad, sin tripulación. De este modo, el barco zarpa sin necesidad de nuestra ayuda.

Navegamos pausadamente, el barco no desarrolla una velocidad muy rápida, apenas unos nudos. Estamos muy lejos de la costa. Hace rato que hemos partido del puerto improvisado de la playa, por lo que ya no se puede ver nada de tierra desde aquí. El barco crepita suavemente con cada pequeño zarandeo que le provoca su navegar. Semeja una nave sólida, firme y resistente. Navega con una majestuosa paz. Es muy agradable estar aquí, observar la mar en calma, sentir la brisa, el sol y el olor del mar.

—¡Mirad, un barco fantasma! —exclama el caballero señalando una silueta en el horizonte.

—¡Qué suerte! ¡Acerquémonos! —dice el capitán—. ¿Ha dicho suerte? La verdad, yo no la veo por ningún lado. ¡Es un barco fantasma y seguramente haya fantasmas! Creo que me va a dar un algo.

Al mirar a lo lejos, puedo ver un barco destartalado, rodeado de una especie de neblina blanca. Conforme nos acercamos, comienzo a escuchar una música muy grave, de ritmo machacón, así como si fuese música de discoteca. También se ven luces saliendo de las aberturas de bodega y de otras zonas que no puedo localizar por culpa de la neblina.

—¡Menuda fiesta llevan! —ríe el caballero.

Como si no fuese suficiente para que yo asimile tantas cosas nuevas, ahora aparece otro barco. Por si hay algún navegante en la sala, sé que le hará ilusión oír que: este nuevo barco se divisa con una demora de 30 grados estribor por nuestra línea de crujía, mientras que el barco fantasma lo tenemos a -15 grados. Para los que no entiendan esto mucho, quiere decir que si cogemos la nariz o proa de nuestro barco, el uno lo vemos por la derecha y el otro queda a la izquierda.

El nuevo barco lleva una velocidad vertiginosa, lo que se traduce en un montón de nudos, y sus velas muestran un logotipo o emblema raro que, a esta distancia, no logro diferenciar bien aunque, a juzgar por sus caras de ilusión total, parece que mis amigos sí que lo conocen.

—¡Son los Cazafantasmas! —dice el patrón del barco—. Se va a armar gorda. Preparaos. Tendréis que ayudarme.

—Sí —interviene el caballero—. Tomemos posiciones.

—¡Esperad un momento! —escucho decir al patrón mientras lo veo desaparecer por las escaleras de cubierta.

Nos quedamos mirando cómo se aproxima el barco de los Cazafantasmas al otro barco. Parece que en el barco fantasma no se han percatado de su presencia y sigue navegando con la misma dirección y velocidad. Ya están muy próximos entre sí.

Veo salir a nuestro barbudo leñador de alta mar de la bodega con unos botellines de cerveza en las manos. Se acerca, nos da uno a cada uno y deja el resto sobre la cubierta. Se sienta sobre la baranda de proa en una posición desde donde puede mirar. ¿Para esto había que prepararse? ¿Para tomar cerveza?

El barco de los Cazafantasmas se para al lado del de los fantasmas y enseguida empiezan a subir hombres al barco fantasmal. Solamente ha faltado escuchar el grito de "¡al abordaje!". Debe de haber una persona en el barco de los Cazafantasmas todavía, pues veo izar una bandera de colores.

—Es la señal, vamos —dice el patrón.

Se dirige al timón del barco y toma dirección hacia los barcos.

—¡Tirad de esa soga! —Tensamos la cuerda que nos señala y al momento el barco coge velocidad.

—Tú no te habrás dado cuenta, o no lo sabrás. Esto es un barco taberna —dice el caballero mirándome. Sin duda ha leído mi ignorancia al ver mi cara de congrio—. Los barcos taberna son barcos que navegan por los mares para que los marineros los aborden y se pasen un rato divertido con otros marineros. A veces los barcos bar, cogen parte de una tripulación de un barco y los llevan al destino que llevaban.

—¿Por qué hacen eso? —pregunto.

—Lo hacemos porque así la gente se lo pasa mejor —contesta el patrón—. Ellos dejan su barco de origen y nosotros empezamos a navegar en la dirección a la que se dirigían. Aunque este barco sea más lento que el suyo no importa porque de esta manera pueden tener un cambio de aires. Ser marinero puede ser muy pesado. Como somos un barco taberna, otros barcos que nos encontremos se acercarán. —Hace una pequeña pausa.

—Como aquí se quedan marineros de cualquier barco, los que se suben a este pueden tener contacto con gente de otros barcos diferentes. Juegan a las cartas, charlan, se cuentan chismes... esas cosas. A veces los tripulantes que se quedaron aquí se suben con la tripulación de otros barcos a sus respectivos barcos, porque llevan la misma ruta y deciden ir juntos. Otras veces se quedan y los acabo llevando yo. A mí me da igual comprometerme en tomar una ruta u otra, pues los barcos me los encuentro en cualquier dirección que tome. Además es muy divertido porque voy a sitios que frecuento poco y me despejo.

—Un barco taberna es una taberna sobre el agua —explica el caballero—. Pero también es un barco de intercambio. Aquí las tripulaciones se conocen entre sí, comparten actividades y pasan de un barco a otro. A veces sólo se suben a tomar algo y otras veces se quedan. Depende de la prisa que tengan.

Levanto la vista y veo que en la vela mayor hay dibujado un símbolo que tiene una cerveza sobre un barco, dentro de un círculo. Ahora lo entiendo bien. Un barco taberna es una buena forma de relajarse y hacer amigos en mitad del mar. Me pregunto por qué en donde vengo a nadie se le ha ocurrido esta idea.

—La bandera que has visto izar —toma la palabra el patrón—, es la bandera de acercamiento. Significa que nos han visto y quieren que nos acerquemos. Así que bajan su velocidad para que podamos alcanzarles. No van lento porque estén faenando o reparando algo; sino porque quieren que vayamos hacia allí si queremos.

Ya casi hemos abordado a los otros dos barcos pero sigo sin ver mucho por la neblina permanente que rodea al barco fantasma. De repente, el caballero interrumpe mi contemplación.

—Los Cazafantasmas son una empresa que se dedica a localizar fantasmas e ir junto a ellos. Se llaman Cazafantasmas porque los fantasmas son muy difíciles de encontrar, no tienen hábitos fijos y hacen las cosas como quieren, se mueven bastante y nunca se sabe por dónde andan. Y de ahí su nombre: literalmente hay que cazarlos. Los Cazafantasmas son contratados por las agencias de turismo, para que lleven a sus clientes a las fiestas fantasmales, que son muy populares.

—Los fantasmas tienen las fiestas más alegres que jamás te puedas encontrar, por eso todo el mundo quiere encontrarlos —continúa el patrón—. Son muy hospitalarios, aceptan a cualquiera que vaya junto a ellos, siempre y cuando tenga buena actitud. Son fiestas alegres, pero no del estilo de taberna de piratas donde todo el mundo está a golpes. Quieren gente que se lo quiera pasar bien de una manera sana, así que aceptan a todo el mundo en un principio. Pero si alguien muestra falta de respeto o una actitud que no sea aceptable, lo echan de allí.

—De donde yo vengo, la gente le tiene miedo a los fantasmas —digo.

—¿Y por qué iban a tenerles miedo? ¡Qué tontería! —exclama el patrón—. Los fantasmas son como tú y como yo, solo que un poco más transparentes.

—Creo que la gente les tiene miedo por si les hacen daño —contesto.

—No sé cómo será en tu país —dice el patrón—, pero aquí no hace falta tener miedo. El mundo de los vivos no les interesa demasiado. Con la alegría que se traen, no tienen el mayor interés en otras cosas. ¿Para qué inmiscuirte en otros asuntos si todo lo que tienes funciona como tú quieres? No se interesan mucho por nosotros porque ellos están bien con sus cosas. Es muy raro que te los encuentres fuera de ahí. No significa que no les guste vernos, lo que quiero decirte es que no son conflictivos en absoluto. No te harán ningún daño.

—Ellos se ponen tristes cuando la gente sufre —continúa el caballero—. Son muy generosos en general. No tienes que tener miedo.

Llegamos ya junto a los barcos.

—Disponeos —dice el patrón—. Ayudadme aquí.

Nos acercamos a unas telas que cubren unos bultos en la cubierta. Mientras le ayudamos a retirarlas, descubro que estaban protegiendo una barra de bar. Tiene sentido.

—Hoy montaremos el bar de cubierta. Hace buen tiempo y el mar está tranquilo. Cuando las condiciones son peores, usamos el bar que está dentro — nos indica señalando hacia abajo. Al parecer, en el interior del barco, tiene otra barra montada.

Ya empiezan a subir los primeros fantasmas, cazafantasmas y turistas al barco. Mientras los fantasmas vienen, dan mucha impresión. Pero una vez están en el barco y los veo con su actitud amable, se me va la sensación de pavor. Tenían razón mis compañeros. Aun así, si me aparecen de pronto en casa, me darían un susto tremendo. Así que, si me está oyendo algún fantasma, por favor no os paséis por mi casa sin avisarme antes.

—Monigote, ayuda a servir las bebidas —le ordeno con amabilidad a mi creación.

El caballero y yo nos ponemos también a ayudar al capitán tabernero. Con el trajín de tareas, he acabado detrás de la barra. Me gusta. No me esperaba que se me diese tan bien. Estar aquí es divertido, porque aunque estés trabajando, a la gente le gusta contarte cosas. Gente y gente fantasmal, por supuesto.

Menuda la que se está montando aquí, esto es un no parar de reír. No sabría deciros por qué, tampoco es que estemos haciendo nada muy especial. Pero la gente se ríe muchísimo y es muy contagioso. Yo estoy que no aguanto, me duele la barriga de tanto reírme.

Resulta que el barco este no es solo bar, también es destilería. Acabo dever al patrón ir a unos alambiques a recoger más bebidas. Alguna de lascervezas o bebidas de frutas que estoy sirviendo son cervezas fantasma. Sonbebidas muy divertidas porque son así como flotadoras y transparentes. Otrasbrillan. Sin embargo, nosotros no podemos beberlas. Intenté beberme una pero nohay manera. Es como si no bajase con la gravedad, no sé explicarlo. Variosfantasmas que estaban cerca se han reído mucho al verme haciendo el intento debeberlas. Eso hace que yo me ría todavía más. Es muy divertido intentar beberseuna cerveza fantasma. ¿Queréis probar una?

Hola majos@s!! Estoy haciendo todo lo posible por darle más ritmo a esto y que quede bien aseado y editado. Pero tengo tantiiiiiisimo que hacer... O_o" Eso sí, os prometo que lo que viene os va a encantar.

Hoy le voy a dar la bienvenida a:

Emy_aylen holaaa!!

LeticiaSartorio2 que tal? Gracias por tu apoyo.

Emilie_Carsonator gracias, gracias!

Lucy7229 aquí tienes!! :)

En serio. Dadles la bienvenida. Decidles algo!!

Dadle a la estrella porfi! Nos ayuda a tener bebidas fantasma en la bodega!!!!

Agua en polvo para todos! :)

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