Un nuevo día

No quería seguir pensando en la muerte de mi padre, recordarlo me causaba una incontrolable ansiedad. Trataba de llevar una vida tranquila, de estar bien, pero sinceramente había algo peor que soñar aquello cada año: la horrible vida de mierda con la que tenía que lidiar.

Mi varita permaneció completamente a salvo en mi nueva y amplia habitación. Era de nuevo mi cumpleaños, desgraciadamente no me alegraba para nada.

Mi mejor amiga, Nelly, había estado intentando sacarme de fiesta cada año. Desde que supo mi fecha de nacimiento había insistido año con año en celebrar conmigo. Ella siempre decía que era importante y que debería ser más agradecida ante la vida.

Ojalá supiera lo mucho que me duele intentar celebrar mi cumpleaños. La ausencia de mi padre era algo que quería superar, pero mi sueño siempre traía de vuelta a mi memoria aquel momento, y no podía desahogarme, no podía contárselo a nadie, pero tampoco sabía cómo detenerlo.

En aquel entonces estábamos viviendo en una casa pequeña, sobre una calle llena de vecinos ricos y entrometidos, en Nueva Orleans. Nelly y yo nos conocimos en Canadá «ahí viví con mi padre».

Cuando papá murió; después de verlo abandonado y sin vida, estuve horas intentando llevarlo de vuelta a casa. Pero... su cuerpo era muy pesado, y no podía pedir ayuda porque no sabía cómo explicar lo que había sucedido. Así que opté por utilizar mi magia una vez más, me sentía realmente frustrada, el número de hechizos que memoricé eran limitados. Hice lo que mejor sabía, intenté transportarme con magia junto a mi padre, pero en cuanto lo hice su cuerpo desapareció frente a mis ojos de un momento a otro y no pude encontrarlo.

Primero pensé que lo había logrado; sin embargo, parecía que lo había transportado sólo a él. Tal vez había ejecutado el hechizo de un modo distinto. Corrí a casa a buscarlo con la esperanza de verlo, pero no estaba ahí. Revisé cada rincón. Mi padre desapareció, y nunca más volví a verlo.

Salí de la casa llorando, hacia el patio, buscándolo con desesperación; fue entonces cuando encontré a Nelly, en la fachada de la casa de Oliver había unas pequeñas escaleras que daban a su puerta, ella estaba sentada ahí. Me dio mucha pena, estaba mirándome con sus ojos cafés oscuros de una forma muy tierna; me sonrió, y se acercó a hablarme sin hacer preguntas. Fue agradable conocerla, era la nieta de ese hombre que fue mi vecino. Siempre llevaba un par de trenzas como peinado y le encantaba cambiarse de tinte casi cada estación del año. Me sorprendí, y me alegré también de haber conocido a alguien de mi edad que viviera tan cerca.

Respecto a Oliver; no tardó mucho en darse cuenta de que había estado viviendo sola. Sobreviví todo ese tiempo con ayuda de mi magia y no dejaba que nadie entrara a la casa, toda su familia y el resto del vecindario habían comenzado a sospechar de mí. Siempre supe que Nelly pensaba que yo era una niña muy rara, por eso no quise contarle la verdad desde un principio, era mi acompañante todo el tiempo, pero en cuanto lo supiera iba a dejarme sola, y yo no quería que se alejara.

Esperé un tiempo, el necesario para que nadie me descubriera, y cuando Nelly y su familia se fueron de vacaciones, desaparecí; le dejé una nota a Nelly, supuestamente de parte de mi padre, diciendo que nos mudaríamos por una emergencia y permanecí escondida, haciendo que mi hogar pareciera sólo una casa completamente abandonada, para protegerla de intrusos. Con el tiempo me acostumbré a eso, no conviví con nadie más.

Con el paso de los años, mientras me mantuve oculta, estuve experimentando con mi magia. Ahora sabía hacer un poco más, pero sólo aprendía nuevos hechizos acorde a mis necesidades para sobrevivir.

En mi cumpleaños dieciséis, desperté muy molesta después de haber tenido el sueño habitual, y decidí ir a averiguar qué fue lo que pasó exactamente. Me levanté e intenté volver a la cueva a la que me había llevado mi padre, ya había memorizado el camino (por lo presente que estaba el recorrido dentro de mi repetitivo sueño), pero tras varias horas de caminata sólo logré llegar al inicio del sendero, mis recuerdos no eran precisos en la realidad.

Volví un poco desanimada a casa. Olvidándome de que los vecinos ya habían vuelto de sus últimas vacaciones, caminé hacia la entrada, y justo en ese momento Nelly salió de su casa gritándole a su mamá, parecían tener una discusión muy fuerte. Me quedé observando lo mucho que ella había crecido; su actitud cambió, no se veía nada bien de ánimos, su cabello estaba desarreglado, más corto, y andaba casi en pijama. Nunca la había visto tan enojada. Su madre le lanzó una maleta abierta llena de ropa, y azotó la puerta de la entrada. Nelly agarró sus cosas regadas y las volvió a guardar mientras lloraba desconsoladamente. Me acerqué, con temor a que me insultara o tuviera una reacción agresiva hacia mí, pero cuando se dio cuenta de mi presencia comenzó a cubrirse el rostro, me dijo que no quería que la viera así, y al mismo tiempo estaba sorprendida de verme de nuevo.

A diferencia de mí, ella no se guardaba sus palabras, era una persona muy sentimental. La confianza que me tuvo desde muy pequeña continuó como si nada hubiera pasado, como si el tiempo no nos hubiera interrumpido.

Ella me contó todo lo que pasó; su madre le había pedido que no volviera a casa nunca, no lograban llevarse bien desde que se divorció de su padre, y la envió a vivir con él porque ella expresaba todo el tiempo que lo echaba de menos. A su madre le molestaba recordarlo, así que ahora Nelly iría a buscarlo a Nueva Orleans.

Nelly no podía enterarse de que seguí viviendo en la misma casa durante todo ese tiempo. No iba a creer que desde muy pequeña sobreviví por cuenta propia, aunque claro, si no fuera por mi magia, no lo hubiera conseguido. Fingí que había vuelto a Canadá porque mi padre había fallecido en Nueva Orleans y tenía que ir a buscar algunos documentos olvidados. (Por esa razón estaba ahí). Ella lo creyó, y fue como tomé la decisión de acompañarla.

Pensé que iba a separarse de mí cuando llegara a casa de su padre, y yo podría seguir haciendo mis cosas como si nada, pero él tampoco quiso vivir con ella: había sido rechazada por ambos padres. Nelly me rogó que la llevara a vivir conmigo, y yo le había mentido en todo, así que tuve que llevar mi magia un poco más lejos para conseguir una casa. También estuve consiguiendo dinero de esa manera; creaba billetes a escondidas y con eso pagaba todo lo que necesitaba. Trataba de llevar mi vida normal, simular que era una persona como cualquier otra; conseguía empleos, me metía a talleres, mantenía mi mente ocupada, pero a medida que pasaba el tiempo se volvía un reto cada vez más complicado de cumplir.

Después todo se estabilizó con Nelly, ella encontró un empleo, por lo que poco a poco dejé de usar mi magia. Oculté mi varita y me resigné a hacer las cosas que todos hacen, debía olvidarme de la magia y de todo mi pasado, e iniciar de nuevo.

Ojalá las cosas hubieran salido como pensé. Quería vivir bien, lo estaba intentando, pero terminé llorando cada día y cada noche, como si a eso me dedicara. Estaba junto a Nelly, pero me sentía estúpidamente sola. A pesar de que había dormido bien, siempre me sentía cansada, no quería saber nada, quería desaparecer de la vista de todos, el problema era que ahora Nelly vivía conmigo, no podía dejarla sin sentir remordimiento.

¿La razón de mi tristeza? Mi ex-novio, William, estuvo aprovechándose de mí, o al menos de la magia que poseía. Él solía pedirme que hiciera cosas desagradables todo el tiempo, y soporté eso porque amenazó con decirle a todos mi secreto. Fue un gran error haber tenido confianza en una persona. Debió ser Nelly a quien se lo dijera, no a él, pero el error ya estaba cometido. Mi padre tuvo razón: no todos serían buenos conmigo.

William me abandonó al dejar de obtener todo lo que quería con ayuda de mi magia. No se cansaba de repetir que mi vida era una mierda, que no tenía más amigos, y que sólo deseaba que mi muerte llegara. Todo eso era cierto. Poco a poco comenzaba a llorar y abrazaba la almohada como si fuese mi padre. Aún recordaba cómo me hacía sentir con sus abrazos y cómo luego sonreía enseguida, reparaba todas mis tristezas y enojos, lo extrañaba muchísimo.

—Feliz cumpleaños, cariño. Te amo —oía la voz de mi madre, Giselle, dentro de mi cabeza. Jamás le contesté algo, y no lo iba a hacer. Solía oír su voz algunas veces, cantándome una canción o sólo hablándome. Era una pesadilla, me hacía querer golpear mi cabeza contra una pared hasta perder la conciencia.

—No molestes, Giselle —pensé, sin responderle a ella.

Me iba a acostar para dormir un poco más, estaba arreglando mi almohada y escuché sonar mi celular, me levanté lentamente para contestarlo aunque no quería hacer nada.

Dejé que sonara varias veces y aun así la llamada insistía, parecía que nunca iba a detenerse, así que al final me decidí por contestar, era el número de Nelly. Presioné la pantalla para contestar, esperando que no me invitara a salir. Había creído que lo haría desde temprano.

—¿Hola? —pegunté insegura.

—Alice, estoy dando una clase, pero pensaba que tal vez podríamos hacer algo hoy, después de todo, cumples veinte y eso necesita una celebración —volví mis ojos al techo, un poco harta. —Hoy no dejaré que te quedes en casa, no me hagas ir por ti.

«¡Agh...! No. No quiero hacer nada. ¿Qué le respondo?» pensé. Ella no es culpable de mis problemas, a mi padre le habría gustado ver que mi amiga quería hacer algo bueno por mí, pensé que lo mejor sería aceptar, pero realmente no quería ni levantarme.

—Nelly... No lo sé, sabes que...

—Alice... No comiences —interrumpió. — Es tu cumpleaños, mereces pasarla bien. No me has dejado celebrarte otras veces. Por favor, será lo único que te pida en todo el año —suplicó con una voz que cada vez se hacía más chillona.

—Te veré más tarde aquí, en casa. ¿No te parece bien? —Hice un último intento por que no me sacara de casa—. Podemos ver películas o...

—No amiga. ¡Estoy cansada de esto! —comenzó a alzar la voz, a ponerse furiosa y a quejarse de mi actitud y mis decisiones— sabes que lo odio. No puedes encerrarte en tu habitación por siempre sólo porque William te dejó, él es un idiota. Por favor, Alice... No me dejes atrás.

—Nelly yo... —me quedé buscando una excusa para no salir.

—No hay excusas, Alice. No tienes otra cosa que hacer, te veré en la plaza a las cinco. Si no llegas te voy a molestar mucho.

—Está bien, tranquila... No necesitas amenazarme, iré —terminé aquella oración con un largo y fuerte suspiro.

—Estupendo, te espero ahí —no había dejado de gritar durante toda la llamada, pero al menos ya no estaba enojada.

Nelly siempre se preocupaba por mí. A pesar de lo diferentes que éramos, funcionábamos bien como amigas. Reconocía que intentaba hacer algo bueno por mí, a su manera, y que no era malo que quisiera salir conmigo.

Al parecer había dormido demasiado, porque cuando Nelly colgó ya eran las 3:30 p.m. Me levanté de la cama, fui directo a comer algo y salí de la casa en cuanto terminé de arreglarme. Llegué a la plaza justo cinco minutos antes de las cinco, me recargué en un árbol desde donde podía observar la plaza entera, saqué un cigarrillo de mi bolsa y lo encendí.

Comencé a escuchar el sonido de una guitarra; atraía a mi oído con una suave melodía contagiosa, voltee a mi alrededor y vi, a unos cuantos pasos de mí, a alguien sentado en una banca, era un chico muy bien parecido, ¡demasiado diría yo! Él estaba cantando mientras yo comencé a observarlo. Él tocaba su guitarra sin prestar atención a nada más que su música. Ese chico... Lo miré como una tonta por unos segundos, y luego, cuando él se percató de mi mirada, me sonrió. Yo no pude dejar de observarlo, era un hombre atractivo y carismático; tenía el cabello castaño y despeinado, sus ojos eran color miel, su mirada firme, y esa gran sonrisa... Perfecta. Me dieron ganas de acercarme a él y hablarle, pero no era muy buena iniciando conversaciones, así que preferí evitarlo.

No me había dado cuenta del tiempo que perdí observándolo, ya había terminado mi cigarrillo. «Qué extraño» Nelly solía ser puntual y todavía no llegaba... Comencé a pensar en irme de vuelta a mi casa, no podía creer que me dejara plantada. «Tal vez lo olvidó» pensé. Bien. De nuevo un mal cumpleaños, pero al menos pude tomar aire un rato.

Ese chico seguía como tocando su guitarra, y yo sólo sonreía. No tenía ganas de irme todavía, así que decidí ser un poco más paciente. Fui directo a la banca vacía que se encontraba a lado del chico, para sentarme, todavía tenía la colilla de cigarro entre mis dedos, la tiré al suelo y me senté a esperar.

—Oye, ¿puedes levantar eso? Por favor —dijo el chico. Había dejado de tocar la guitarra de golpe, sólo me estaba viendo.

—¿Disculpa? —Estaba confundida, no sabía si me estaba hablando a mí, así que volteé hacia atrás para asegurarme de que sus palabras no se dirigieran a otra persona.

—Tu colilla, deberías tirarla al bote de basura. —Señaló hacia la colilla que acababa de tirar al suelo. Me sonrojé al darme cuenta de lo que acababa de hacer, nunca antes me habían reclamado por eso. La levanté del suelo de inmediato, me sentí muy avergonzada.

—Lo siento.

—Qué mujer... —se quejó suspirando y rodando los ojos volviéndose hacia su guitarra para seguir tocando.

Su mirada cambió bastante después de reprimirme, y yo no pude evitar sentirme enojada. No cometí un gran crimen, y además me disculpé.

—Ya te pedí disculpas. ¿Tienes algún otro problema? —grité desde la otra banca.

—Si yo no te hubiera pedido que lo levantaras, lo dejarías ahí. Qué decepcionante—respondió y siguió tocando la guitarra sin voltear a verme.

Me sentía muy molesta y actué por impulso; volví a arrojar la colilla al suelo. ¿Qué importaba si al final nada cambiaría? No sabía por qué había dejado que un extraño con cara bonita me diera órdenes. Me levanté con toda la intención de irme a casa, de todas formas Nelly seguía sin aparecer.

—¡Espera! —Gritó e hizo una pausa. —Ve a tirarlo a un bote, no te cuesta nada.

—Hazlo tú —lo miré con desprecio.

—¿Te molesta tanto que alguien te diga qué hacer? —Se levantó y dejó la guitarra recargada en la banca, mientras estiraba sus brazos hacia los lados mientras alzaba una ceja para interrogarme.

—Me molesta que te expreses así frente a mí, pudiste esperar a que me fuera.

—De otro modo no lo habrías entendido —suspiró. —Yo lo levanto, pero tú lo harás la próxima vez.

Él venía acercándose para recoger la colilla, y cuando se agachó me di cuenta de que William caminaba por la plaza en dirección a donde nosotros nos encontrábamos. La última vez que nos vimos todo acabó muy mal, me insultó frente a varias personas, no podía creer que estuviera de nuevo frente a mis ojos. Sentía que me asechaba.

Si dejaba que llegase a mí, no tendría escapatoria, tenía que hacer algo antes de que me viera. El chico de la guitarra se levantó con la colilla de cigarro en la mano y fue a tirarla a un bote de basura cercano, se estaba quejando todavía pero no escuché nada, estaba concentrada en que William se acercaba cada vez más. La única opción que me quedaba era ocultarme.

—Tienes razón, estuvo mal lo que hice, discúlpame —corrí hacia el chico extraño que ya se dirigía de vuelta hacia mí, y le di un abrazo, intentando ocultar mi rostro.

—¿Q-qué te pasa? —Me alejó tartamudeando.

—Yo... —agaché la mirada, no sé cómo pude pensar que sería buena idea abrazar así a un completo desconocido, su reacción estaba siendo muy natural, ahora sí no había escapatoria.

Me quedé volteando hacia abajo, si no me movía mi cabello podía cubrir un poco mi rostro. Ese hombre seguía parado frente a mí esperando a que le respondiera algo, y yo sólo necesitaba unos segundos más. «Por favor, sólo no te muevas» recuerdo ese pensamiento desesperado mientras me refugiaba en sus brazos.

De repente sentí un jalón en mi ropa; era obvio que William se había dado cuenta de que yo estaba ahí. Simplemente no debí salir de casa. Volteé, resignada a tener que enfrentarlo otra vez, pero el chico de la guitarra tomó mi mano, y se quedó viendo a William directamente a los ojos, sin decir una sola palabra.

—Alice. ¡Eres tú! Quería jugarte una broma —dijo William, sonriéndome, e inmediatamente después soltó mi brazo—, sólo intentaba asustarte —se acercó y apretó mi mejilla, manteniendo esa sonrisa hipócrita.

—Lo hiciste —respondí. Él estaba intentando disimular.

—Me sorprende verte por aquí, no pensé que superarías tan rápido tu ruptura amorosa con mi hermano—ese maldito mentiroso, ni siquiera tenía hermanos. —En fin —interrumpió antes de que pudiera responderle —, me alegra que estés bien, y más en un día tan bonito —me quedé viéndolo sin decir nada. — Por cierto, ¡feliz cumpleaños! —estiró sus brazos hacía mí pidiendo que lo abrazara, yo sólo retrocedí, sin soltar la mano del desconocido —ya veo —retrocedió bajando los brazos —, sigues molesta porque no te defendí. ¡Lo siento, Alice! Es mi hermano. Pero estás bien ahora, ¿no? Eso es lo que importa.

Él estaba burlándose de mí descaradamente. Después volvió la mirada al chico que sostenía mi mano. —¿Es tu nuevo novio, Alice? Parece que tu gusto en hombres ha mejorado—se rio.

—Me llamo Aarón —se presentó amablemente —, es un gusto.

—Voy a pedirte una cosa, Aarón —interrumpió—. Cuídala muy bien, acaba de terminar una relación, y tú sabes... Puede que sólo esté intentando sentirse mejor con un poco de compañía.

—¿Qué intentas decir, William? —respondí molesta, alzando un poco más la voz de lo normal.

—No es nada, es que... Me estaba preocupando que no pudieras dormir bien, cuando me llamaste estabas destrozada, y como no salías de tu casa, supuse...

—Disculpa que me entrometa, pero estábamos hablando de algo importante en este momento y nos gustaría terminar nuestros asuntos en privado —dijo Aarón, un poco molesto, y me acercó más a él.

—Está bien, lo entiendo. Sólo quería saludarla, ya me voy —volteó a verme de una manera amenazante y volvió a sonreír. —Me parece bonito que Alice esté con alguien más, ahora va a tener todo lo que se merece. Tú no lo sabes, pero con su pareja anterior hacía falta algo de magia —se cubrió la boca con su mano, dándome a entender con ese gesto que acabaría conmigo, y se alejó sin decir nada más.

Me senté en la banca de nuevo, y me agarré la cabeza con ambas manos tratando de no perder la paciencia. Ese idiota tuvo toda la intención de molestarme, y no pude decirle nada. Usó todo su descaro conmigo, incluso cuando otra persona estaba a mi lado. Al menos, este chico me había ayudado.

—Parecía que necesitabas ayuda, debiste decirme que alguien venía hacia acá, pude haber hecho algo mejor —dijo mientras se sentaba a mi lado.

—No había tiempo para explicártelo. Lo siento, te incomodé bastante.

—No digas eso, entiendo que no querías que se acercara —comenzó a guardar su guitarra y a recoger sus cosas—, de cualquier forma... ¿Estás bien? Puedo acompañarte a tu casa si lo necesitas.

—No es necesario. Ya hiciste suficiente —me levanté con la intención de despedirme, y él también tomó sus cosas, nos quedamos viendo por unos segundos. Fue un poco incómodo, porque no sabía de qué manera despedirme, así que sólo sonreí y él me sonrió de vuelta para luego mirar hacia otro lugar.

—¡Alice! ¡Espera! —Escuché el grito de Nelly, ella venía corriendo hacia mí, se paró a mi lado, con la respiración muy agitada. —Lo siento mucho, amiga, sabes que siempre soy puntual.

—No, no te preocupes... Todo está bien.

Por lo menos ahora lo estaba.

—¿Hola? ¿Quién es él? ¿Es tu amigo? —Miró sorprendida a Aarón y le sonrió, poniéndolo un poco incómodo de nuevo.

—No, él sólo es...

—Soy Aarón, mucho gusto— se presentó, manteniéndose sonriente.

Nelly me miró con entusiasmo, parecía que tenía algo en mente, y pude imaginar lo que era. Al ver a un hombre tan atractivo cerca de mí, ella seguramente querría impedir que se fuera, y de alguna manera u otra, lo lograría.

—Es un placer Aarón, soy Nelly—de nuevo volteó a verme. —Alice, creí que te irías por lo impaciente que eres. Vámonos —me rodeó con su brazo y empezamos a caminar, sólo me le quedé viendo a Aarón, y sonreí. Estaba agradecida de haberlo tenido cerca. —¡Espera! —Nelly me soltó y se paró frente a él. —¿Quieres acompañarnos?

«Nelly, ¿ahora qué haces? Muero de pena con este chico, déjalo en paz» pensé. Aarón se quedó en silencio, pude notar que Nelly lo está incomodando.

—Te lo agradezco, pero...

—Espera, espera. ¡Espera! Antes de que digas algo, no hay problema, de verdad—comenzó a bajar la voz. —Es su cumpleaños, quiero que se sienta feliz, pero... —se acercó a susurrarle al oído. Yo no sabía lo que estaba tramando. Aarón volteó a verme, dirigió inmediatamente la mirada hacia Nelly y le respondió, pero yo no lograba escuchar nada.

—Alice— Nelly se acercó a mí, me tomó del brazo y me alejó un poco más. —Va a acompañarnos, por favor deja que vaya —suplicó.

—Pero amiga, es un extraño. ¿Por qué haces esto?

—Escúchame, William te ha estado molestando últimamente. ¿No crees que tenerlo cerca podría ayudarte? Si te ve con alguien más que no sea yo, él pensará dos veces las cosas antes de acercarse a ti de nuevo.

—No me hables de eso. Él estuvo aquí hace algunos minutos.

—¡¿Qué?! ¡¿Es en serio?! ¿Cómo hace para saber dónde estás? —preguntó con molestia y asombro. —Alice. ¿Estás bien? ¿Qué pasó?

—Te explico después. Vámonos ya —sólo quería volver a casa.

—Le diré a Aarón, espera —se soltó de mi brazo.

—¡¿Acaso estás loca?! Ya te dije que no lo conozco... —Volví a atraerla hacia mí.

—Ya lo sé, pero míralo un momento— estaba impresionada, con los ojos bien abiertos, y me levantaba las cejas, mientras me sonreía tratando de convencerme. —Yo iría a cualquier lugar con él.

—Nelly. ¡Ya basta! —reí nerviosa. — Los hombres así no son solteros, además ¿no crees que es raro? Simplemente no puede ser tan... Perfecto.

Probablemente estaba pensándolo demasiado. Ese chico había sido amable conmigo, y tal vez podríamos llevarnos bien, existió una pequeña discusión, pero me había salvado después de todo.

Había estado peleando conmigo misma cada día, y me estaba volviendo loca porque no podía olvidarme de William y su constante tortura. Me enojaba. Tal vez era tiempo de volver a vivir tranquilamente. No podía seguir utilizando mi magia para complacer a William. Él no me amaba, me engañó. No se preocupaba por mí. Tenía que salir adelante, «vamos Alice... Acepta» me dije a mí misma.

De verdad quería intentarlo, pero al mismo tiempo estaba muy insegura. ¿Qué podía esperar de un hombre así? Después de lo que hizo se volvió impredecible para mí.

Asentí con la cabeza sin decir nada. Ella fue por Aarón, y caminamos los tres juntos. Yo los estaba siguiendo de cerca porque no sabía cuál era el plan de Nelly, y ella no dejaba de hablar. Fue cuando comencé a sentir que tal vez no había sido tan buena idea acceder.

Llegamos a pararnos frente a un auto negro —muy bonito, por cierto—, parecía de último modelo. Aarón nos pidió que subiéramos. Estaba insegura y quería dejar de pensar tanto las cosas, pero mi mente no dejaba de atormentarme.

—Alice... —escuché en un susurró de la voz de Giselle llamándome, y me detuve antes de abrir la puerta del auto, esa voz hacía que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo y me quedara inmóvil.

—¿Estás bien? —preguntó Aarón.

—Contéstame, aunque sea una vez —volví a oírla en mi mente.

No sé cómo la voz mi madre siempre lograba arruinarme el momento, en mi padre era un gesto lindo y amable, pero ella no dejaba de molestarme. Cada año, incluso cada mes, en cualquier momento, sin aviso previo, llegaba su voz a mi cabeza y, aunque no le contestara, ella seguía insistiendo. ¿No se cansaba? ¿Cómo podía intentar divertirme oyendo su fastidiosa voz invadiendo mis pensamientos? Empuñé mis manos, y traté de contenerme, era difícil controlar mi enojo hacia ella, pero no quería asustar a nadie. Respiré profundo, y relajé mi cuerpo.

—Disculpa, estaba pensando —sacudí la cabeza.

—¿Sucede algo malo? —preguntó angustiado.

—No ­—respondí mientras negaba con la cabeza.

—No te preocupes, Aarón. Mi amiga siempre se paraliza cuando está emocionada—añadió Nelly.

—Sí —agaché la mirada.

Abrí la puerta del auto, y me senté en el asiento del copiloto. Nelly subió atrás y se colocó justo en medio para observarnos a ambos mientras él iba conduciendo.

Aarón estaba callado y serio. Yo no sabía a donde estábamos yendo, pero extrañamente, estar en compañía de él y mi mejor amiga me hacía sentir a salvo, sólo esperaba no decepcionarme, porque no tenía la ayuda de mi varita para defenderme de él o de cualquier otro peligro.

Seguía concentrada en relajarme; respiraba hondo para olvidar la voz de mi madre diciendo mi nombre. Sin Nelly en el auto probablemente estaría sonando la radio para no quedarnos en silencio. Trataba, pero no lograba decirle algo. Otras chicas hablarían de muchas cosas con él, y teniéndolo tan cerca como yo aprovecharían el momento, incluyendo a Nelly que lo miraba con deseo, y a mí me veía amenazante. «Si no te acercas a él, lo haré yo» seguro estaba pensando.

Mi celular comenzó a vibrar y lo saqué de mi bolsillo. William me estaba llamando, «¿En serio? ¿Justo ahora? ...» Me quedé en blanco, sostuve el teléfono como una tonta durante varios segundos observando su nombre en la pantalla, y al ver lo distraída que estaba Nelly admirando al perfecto Aarón, decidí contestar después de dar un fuerte suspiro.

—¿Hola? —respondí insegura.

—Alice, me da gusto oír tu voz un poco más calmada, estoy afuera de tu casa y...

Nelly me quitó el teléfono y colgó, me dedicó una mirada horrible que enunciaba su enojo conmigo por haber respondido esa llamada. Aarón nos miró por un momento, pero siguió conduciendo sin decir nada; su mirada seguía en el camino, aunque lo noté un poco tenso después de la llamada. Seguramente fue algo incómodo, en especial para Nelly, ella y yo ya habíamos hablado sobre esto; siempre me decía que dejara que responder a sus llamadas. Era doloroso aceptarlo, pero William sólo me llamaba cuando quería algo de mí, lo nuestro ya había terminado. Y yo tenía que alejarme por completo de él, es sólo que sentía miedo de que hiciera algo peor si no respondía.

Debía olvidarlo en ese preciso momento, eso me motivaría a cambiar. Decidida, volví mi rostro hacia Aarón, y cuando él me miró disimuladamente, le sonreí. Nelly me apretó el hombro conteniendo su emoción. Quería romper el hielo y la tensión, pero no quería sonar estúpida, debía decir algo inteligente o interesante.

Mientras pensaba en qué comenzar a decir, esa dulce voz frustrante de nuevo comenzaba a oírse en mi cabeza.

—Pequeña... Voy a encontrarte, y vivirás conmigo en Italia —dijo con un tono amable y convincente. —Te necesito hija mía—añadió. —Me haces falta, déjame verte una vez más. Trátame como es debido, Alice.

De nuevo me encontraba mal, Giselle quería ser tratada como era debido, y ella merecía lo peor. ¿Por qué tenía que ser hechicera? ¿Por qué quería la varita de mi padre? ¿No le bastó con matarlo? Mi madre no tenía corazón, y yo temía convertirme en alguien así. ¿Qué iba a hacer si me encontraba? Yo era débil como hechicera, ella me obligaría a vivir bajo sus órdenes. Ninguno de mis amigos tenía poderes, magia o habilidades, jamás podrían defenderme. No sabía qué hacer una vez más: ¿debía responderle o seguir ignorándola? Cualquiera de las dos opciones me traería problemas.

Quería responderle, para decirle cuánto la odiaba por haberme quitado a quien más amaba. Pero, al mismo tiempo, quería desaparecer de su vista el mayor tiempo posible.

Todavía no podía asimilar que, de pequeña, le insistí durante tanto tiempo a mi padre para poder verla, mientras él estuvo intentando protegerme todo el tiempo. Fui terca, y una tonta. La busqué, incluso intenté hablarle con la mente, le contaba mi vida, pero ella no respondía nunca cuando quise contarle todo. Ahora es ella quien no deja de buscarme todo el tiempo, y ya no lo soporto, me distrae de mis pensamientos, de mi vida.

No podía, no pude resistirlo. No pude dejar de pensar en eso. Él no estaba aquí, mi padre nunca volverá a mi lado... Y no era un simple sueño.

Nelly me apretó el hombro y, aún con la mirada al frente, pude sentir cómo ambos me observan. Mis sentimientos se arremolinaban por todos aquellos recuerdos. ¡Ya basta! No podía contenerme más. Agaché la cabeza y cerré los ojos con fuerza. Intentaba ser fuerte, porque no debía llorar frente a nadie. No frente a Aarón, pensaría que yo era una loca. ¿Y qué decir de Nelly? Ella seguro me culpará por ahuyentar al chico más atractivo que pude conocer en mi vida; no me lo perdonaría. Crucé mis brazos. Estaba asustada; temblaba y sentía escalofríos mientras trataba de controlar mi respiración para pretender que nada pasaba.

—Nelly, devuélvele su teléfono —la voz de Aarón sonaba muy preocupada.

—No. Ella está bien —estaba molesta.

—¿Alice, estás bien? —Aarón detuvo el auto mientras la voz de Giselle resonaba en mi cráneo, torturándome: —Tu padre no merecía tener algo tan preciado.

—No —dije con firmeza, pero sin darme cuenta, en voz alta. Me dio mucha más vergüenza, ahora definitivamente sería una completa chiflada para Aarón.

—Alice, ¿qué sucede? —insistió Nelly.

—No puedo darte mi versión si no dejas que esté cerca, te diré toda la verdad, aunque sea de esta forma. Tienes que saber que él nunca te quiso, sólo quería utilizar tu magia. La llamó sublime, ¿sabes por qué? Porque es extraordinariamente grande y hermosa. Todo fue un engaño, y no te diste cuenta. Ese hombre no quería que fueras libre, él planeaba aprisionarte, Alice —hizo una pausa para burlarse, entonces comencé a llorar, sin hacer ruido. No dejé que ellos me vieran, mi cabello lograba cubrir mi rostro. —Lo siento mucho, hija, no quería que lo supieras así. Estoy arrepentida de lo que pasó, ahora piensas que soy mala, pero sólo estoy preocupada —pude oír su voz quebrarse en un llanto desesperado.

Ya era suficiente, estaba harta. Ella lograba manipular mis pensamientos con tan sólo hablarme. Había pasado mucho tiempo ignorando sus palabras, y me dolía escucharlas aunque sabía que eran mentira; mi padre era una buena persona.

«Perdóname Nelly» pensé, y mis lágrimas empezaron a desbordarse, dejé caer mi peso sobre mis piernas y aferré mis brazos a ellas para que no vieran mi rostro, no podía ocultarlo ni soportarlo. Pero debía tener el valor para encarar a Giselle.

—Giselle... ¿Qué es lo que quieres de mí? —por fin le contesté, me hartaron sus mentiras.

—Oh, mi pequeña, te he extrañado mucho —contestó de inmediato. —Estaba tan preocupada por ti, pero estás bien. Me siento aliviada.

—No quiero estar contigo, ni que me encuentres... Tengo amigos poderosos —comencé a responderle, con un poco de temor, —¿Sabes? No te necesito. Ahorra todos tus comentarios, él estuvo a mi lado, y quiero que lo respetes, es mi padre. ¡Déjame ya! Si no lo haces lo lamentarás —amenacé, aun sabiendo que todo era una mentira.

—No te conviene ser grosera conmigo. Te lo advierto, Alice. Si no vienes a mí, yo iré a buscarte... —después de decir aquellas palabras que me hicieron arrepentirme de todo lo que había inventado segundos atrás se rio de una manera muy extraña.

—¡Alice! ¡Basta! Mira lo qué estás haciendo —el grito de Nelly me hizo volver a la realidad; mi cumpleaños, mi mejor amiga, el chico atractivo, el coche estacionado a mitad de la calle. Aspiré aire como si estuviera ahogándome. Estaba muy asustada y muy apenada con ellos, los había olvidado por completo.

— ¿Podemos hablar? —preguntó Nelly con mucha seriedad.

Salí del auto y Nelly me siguió. No quería ver a Aarón. Lo había hecho todo mal, por eso nunca fui de muchos amigos. Intentaba ser normal y siempre terminaban pasando cosas que los ahuyentaban a todos. Nelly se acercó a mí, confundida, y lo único que pude hacer yo fue abrazarla con toda la fuerza que me quedaba en ese momento.

—Nelly, perdóname. Te dije que no estaba lista para salir —hice una pausa. Nelly no podía enterarse de ninguna manera sobre la verdadera muerte de mi padre, y mucho menos de que yo era hechicera. —Recordé a mi padre.

—Alice... Eso fue hace años, no llores más su muerte. Yo sé que él estaría feliz por ti si ve que sigues adelante. Inténtalo, por favor —acarició mi espalda tratando de hacerme sentir mejor.

—Quiero hacerlo, pero... No lo sé, no sé cómo.

—Yo sé cómo... —se alejó un poco, miró hacia Aarón, y de inmediato supe hacia a dónde iba. —Sé que lo negarás, pero él podría...

—Nelly... —rodé los ojos y di un suspiro largo.

—No tienes a otro amigo más que a mí, y parece que ustedes se agradan, por favor, tengo un buen presentimiento sobre esto —hizo una breve pausa para dedicarme una sonrisa. —Ahora, tienes que decirle algo, para no quedar como estúpida frente a él.

—De acuerdo.

Nuevamente suspiré, esta vez resignada. No tenía caso alargar la discusión, además no quería verla molesta de nuevo por mis problemas.

Volví al auto y abrí la puerta delantera, quería hablarle, decirle todo, pero sólo podía aclararle las cosas a medias. Tal vez pensó que aquello había sido un berrinche de mi parte, provocado por Nelly al haberme quitado el celular, y no quería verme como una niña llorona. Tenía que explicar todo de una manera lógica sin revelar nada de más. Nelly subió al auto también y se quedó esperando mi palabra. Él sólo me miraba con las cejas ligeramente alzadas, confundido, pero directo a mis ojos.

—Aarón, discúlpame. Esto es un tema delicado. Mi padre... falleció hace algunos años, y aún me duele bastante estar sin él, no puedo evitar recordarlo, me pone muy triste, pero estoy intentando superarlo.

—No te preocupes. Comprendo. Y de verdad, lo siento mucho. ­

Él había agachado la mirada y no pidió mayor explicación. Se quedó un momento callado y después volvió a hablar, con una voz más tranquila y consoladora: —Debe ser terrible. Imagino que te causa mucha tristeza. Trataremos de hacer que no pienses tanto en eso, para que puedas pasar un buen rato hoy. ¿Cierto? —se volvió a Nelly, quien ya lo miraba con una sonrisa enorme.

—¡Sí! —secundó ella muy entusiasmada por sus palabras.

—¿Podemos seguir con el plan? No volveré a comportarme así, lo prometo.

—Por supuesto —dijo Aarón igualmente animado, y volvió a conducir.

Fue un poco más sencillo de lo que había esperado, Aarón no protestaba sobre nada, parecía alguien comprensivo. Me alegraba saber que este nuevo amigo no era tan altanero y egoísta como otras personas que había conocido. Aarón comenzaba a agradarme más.

Nelly siguió hablando con él. Y yo, de nuevo, me había quedado callada, oyendo las estupideces que mi madre decía.

Llegamos a un restaurante, bajamos del auto y entramos; era un lugar elegante, al menos así parecía, por sus paredes tapizadas de un color carmesí, adornadas con unas figuras demasiado abstractas como para entenderlas. El techo era blanco con unas lámparas gigantes y hermosas de cristal, que podían llamar la atención de cualquiera; sin mencionar a los meseros caminando con su traje negro y ajustado, llevaban un chaleco puesto encima de su camisa blanca abotonada, varios traían corbata o moño. Las mesas tenían manteles largos y unas sillas que, a simple vista, se veían bastante cómodas, todo perfectamente combinado. No esperaba esto viniendo de Nelly, seguramente había sido un lugar recomendado por Aarón. Nos sentamos, todo el mundo alrededor estaba charlando, era un ambiente tranquilo. Cuando dejé de mirar de un lado a otro, me volví hacia ellos; ya teníamos servidas en la mesa una copa de vino para cada quien. En lo personal, no me gustaba demasiado beber, pero pensé que en ese momento podría ayudar a relajarme un poco y no pensar en mi madre, o probablemente suceda todo lo contrario, me embriagaría hasta insultarla sin censura, habría que averiguarlo...

Yo estaba sentada frente a Aarón, y él me miraba confiado. Mientras observaba el menú para decidir qué de toda la comida extravagante pedir, noté que Aarón veía su celular, muy atento.

—¿Por qué observas tanto tu celular? ¿Tienes algo que hacer después? —preguntó Nelly.

Ah, Nelly... Siempre haciendo preguntas incómodas que yo trataba de evitar a toda costa. Parecía que podía leer mi mente. Pero, al igual que a ella, la curiosidad me mataba, quería saber con qué tipo de persona estoy conviviendo así que, en lugar de callarla, voltee a verlo, esperando su respuesta.

—No, nada de eso, estoy esperando una llamada —Aarón había dejado un poco de lado su celular para responder.

—¿De quién? —volvió a preguntar indiscretamente.

—Mi novia. Me había prometido una llamada. Pero últimamente no me dice nada en serio. Para ser sincero, siento que está jugando —dio un suspiro y se quedó en silencio.

«Lo sabía... Debí suponerlo, era lo más probable viniendo de un hombre tan atractivo como él. Tuve razón».

—¿Tienes novia? P-Pero —Nelly tartamudeó.

—La verdad, estoy un poco molesto con ella. Se la pasa viajando y jamás viene aquí... Ni siquiera hablamos. No lo sé, dejó de ser interesante —agacho la mirada, volviendo a tomar su celular, esta vez para guardárselo en el bolsillo.

—¿Viajando? ¿Por su trabajo o algo así? —pregunté.

—Mi novia es actriz, está en busca de oportunidades todo el tiempo... Aunque no sé si creerle, jamás me ha dejado ir a visitarla, no conozco su trabajo. Además, mis estudios no me dejan mucho tiempo para ella. Se molesta todo el tiempo por eso, es cansado.

—A veces es difícil tomar decisiones —Aarón volteó a verme por un segundo, un gesto que no pude dejar pasar.

Uno de los meseros se acercó a tomar la orden. Comenzamos a hablar sobre nosotros, todo lo que nos gustaba y disgustaba. A los pocos minutos ya teníamos la cena frente a nosotros. Aarón nos hacía reír mucho con sus historias; había pasado ya una hora y la plática era naturalmente agradable. Lo juzgué mal desde el principio, él era increíble.

—Chicas, de verdad me agradan. Les agradezco por haberme hecho sonreír tanto, hacía mucho tiempo que no podía —confesó ruborizándose, tal vez por el vino.

—Tú eres...—hice una pausa y bajé la voz notablemente —más o menos agradable.

—Qué graciosa, Alice —contestó él irónicamente.

—No, ya, en serio: tú también eres agradable.

—Lo sé, lo sé —se regocijaba en su silla.

—¡Qué modesto! —volvimos a reír todos juntos.

Al poco tiempo su teléfono comenzó a sonar. Se levantó de la silla, vimos cómo se alejaba y hablaba por teléfono. Se veía emocionado. Nelly me regresó el celular, y me miró de forma amenazante. Repentinamente, Nelly había adoptado una postura seria.

—Alice, tengo que decirte algo...

—¿Qué sucede?

—¡Presta atención! —yo seguía mirando a Aarón mientras se alejaba— William, me habló de tu ma... —hizo una pausa y yo volví mi rostro enseguida, ahora Nelly tenía toda mi atención; ¿quiso decir magia? No pude evitar mostrarme sorprendida, no podía creer que él corriera el rumor tan rápido. No podía ver mi rostro en ese momento, pero estoy segura de que había abierto mis ojos más de lo necesario y había fruncido el ceño, pero igual quise fingir. Traté de componer mi rostro e intenté hablar con normalidad, aunque lo más probable era que en ese momento me saliera una voz rara, forzada.

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—Fue demasiado extraño, iba camino a buscarte... Entonces, me encontré con él, me detuvo y me platicó una historia bastante... interesante sobre ti. —Levantó una de sus cejas.

—¿Qué fue lo que te dijo? —Pregunté, aún tratando de nivelar mi voz a su tono natural.

—Él me dijo que tú eras algo así como una bruja, o hechicera... Dijo que tenías magia, y que hoy estarías todo el tiempo escuchando voces que te atormentarían. También trató de convencerme de que tú me estabas mintiendo, y quiso que lo comprobara.

—¿Lo hiciste? Porque me conoces... Sabes que no soy ese tipo de persona —no supe cómo responder a las palabras de Nelly; era cierto que le estaba mintiendo acerca de muchas cosas. Se había formado un nudo en mi garganta.

—No fue todo. Dijo que tenías una varita mágica en tu habitación, justo dentro del primer cajón de tu buró. Entonces fui a revisarlo, pero... no encontré nada.

Para mi suerte, había cambiado la varita de lugar, estaba entre mi ropa justo adentro de una bolsa negra con zapatos, muy al fondo, cosas realmente abandonadas que jamás usaba. Así que estaba aliviada al saber que no las había visto. «William, vas a pagar por esto...» pensé mientras me relajaba un poco; Nelly no había encontrado nada así que no tenía pruebas contundentes. Volví la mirada a la mesa y, en un último intento de parecer calmada, comencé a terminarme lo poco que quedaba en mi plato.

—¿Le creíste? —Pregunté, con el último bocado de comida en mi boca, pasándolo con dificultad por mi garganta.

—¡Por supuesto que no! Es una sarta de tonterías, no existen ese tipo de personas, y si lo fueras, sé que me lo dirías, porque eres mi mejor amiga. Además —tocó mi mano— yo confío en ti, y él te odia así que tiene sentido, ¿no? —sus labios se extendieron de oreja a oreja, haciendo que sus ojos se entrecerraran, brindándome una cálida y amplia sonrisa.

—Sí, son sólo eso... Tonterías­.

Mis ojos habían vuelto a buscar a Aarón.

—Cambiando de tema... Él en serio te gusta, ¿verdad?

—No —desvié la mirada.

—Te dije que sería bueno invitarlo. Y veo tu cara cuando hablas con él, no intentes engañarme.

—Él tiene novia, ¿acaso no lo ves? —me quejé mirando fijamente a Nelly.

—Sí, pero ella está lejos, tienes oportunidad... Hacía mucho tiempo que tú tampoco sonreías así —dijo señalándome.

—Yo no soy así —comencé a reír tratando de ocultar mi interés en Aarón.

—¡Vamos, Alice! Tú misma lo has dicho, si tu vida no te gusta: ¡cámbiala!

Ambas volteamos a ver a Aarón, la expresión en su rostro había cambiado por completo, se veía mal, parecía que estaba discutiendo. Sentí que en cualquier momento saldría del lugar y nos dejaría solas. Colgó su teléfono y lo apretó con fuerza como si quisiera destruirlo o arrojarlo lejos, pero lo guardó y sólo se acercó de nuevo a nosotras, aunque se veía molesto.

—¿Estás bien? —pregunté con miedo.

—Eso creo—suspiró. —Lamento esto chicas, si quieren las llevo a su casa y...

—¿Discutieron? —interrumpió Nelly, con un semblante serio.

—No.

Él se quedó en silencio por varios segundos, parecía difícil para él responder en ese momento. —Es que... —dio otro suspiro—, le escribí una canción, pero ella no quiere ni oírla, está molesta porque no viajo a verla. No la entiendo, primero me evita y ahora quiere que vaya —parecía que Aarón comenzaba a frustrarse de sólo contarnos.

—De verdad, lo lamento... —fue lo único que dije yo después de escucharlo.

Nelly lo miró y volteo a verme a mí; parecía tener una idea en mente, al menos eso notaba al ver aquella sonrisa suya tan peculiar: planeaba algo, cada vez que ella me miraba así me hacía sentir angustia, porque cualquier cosa podía ocurrir con sus planes espontáneos.

—Entonces... ¡Cántala con Alice! —exclamó. —Tal vez podría escucharla si la grabas.

—¿Alice? —pasó de mirar a Nelly a verme a mí, sorprendido— ¿Tú cantas?

—No, no... —me confundí demasiado, no sabía qué decir o hacer. ¿Cantar con él? No, aquello era demasiado, y estaba completamente fuera de mis planes.

—Así es —afirmó Nelly. — Ella es excelente— le di un golpe en el hombro disimuladamente.

—¿Puedo escucharte? Ahora tengo curiosidad.

—No... lo siento—dije con firmeza y agaché la mirada. Se hizo un breve silencio tras mis palabras.

—Bueno, ¿qué te parece si nos vemos luego y me dejas escucharte? Te lo pediría ahora mismo, pero no es el lugar indicado para cantar. Me gustaría intentarlo, es una buena idea, ayúdame — la voz de Aarón se había vuelto insistente—, si quieres podemos ponernos de acuerdo. ¿Cuáles son tus días libres?

—Vamos di que sí, por favor—añadió Nelly en un susurro.

—No. Lo siento.

Volví a negar con firmeza.

—Está bien, perdón por insistir.

Aarón se incomodó, no dijo nada más, sólo pidió la cuenta al mesero. En ese momento Nelly volteo a verme un poco molesta pero no dijo nada. Pagamos y nos levantamos de las sillas sin hablar. Nos dirigimos a la calle, todo era tan silencioso que daba miedo, subimos a su auto. Esta vez, en la parte de atrás íbamos Nelly y yo, creía que sería mejor distanciarme un poco.

—Hija mía, no dejaré de rogarte, te quiero aquí conmigo, quiero abrazarte —de nuevo Giselle me estaba molestando. Sólo iba escuchándola mientras veía el oscuro color negro de la funda del asiento delantero.

—Giselle... —contesté en mi mente.

—Dime mamá... Soy tu madre— respondió molesta.

—No es así... —una risita irónica se me escapó.

—Te guste o no, tú naciste de mi vientre y yo te mantuve a salvo, y en buen estado, desde que naciste —había comenzado a alzar la voz.

—Sí... ¿Y luego qué pasó? Decidiste abandonarme.

—No te abandoné, tenía asuntos importantes que arreglar, tu padre me metió en problemas, Alice. Entiéndelo.

—No, no es verdad... Él jamás lo haría. Tú lo abandonaste por alguien más.

—¿Eso fue lo que te dijo? —rio—Alice, ya te dije que ocultaba la verdad todo el tiempo. No sé cómo sigues confiando en sus mentiras. ¿Qué tengo que hacer para convencerte?

—Dejar de mentir. Eres tú la que intenta engañarme —comencé a molestarme.

—¡Deja de defenderlo! Él te llevó a un lugar especial ¿Recuerdas? Adam sabía que perderías tus poderes ahí dentro, por eso tuve que interrumpir —se quedó callada.

— ¿Mis poderes? —dudé en mis palabras. —Él no quería deshacerse de mí, Giselle.

—Alguien como él no quería ver a su hija siendo más poderosa. Ese era su lugar. ¿Crees que iba a protegerte sólo porque eras una niña indefensa? ¡Yo te salvé! Malagradecida—cada vez se escuchaba más molesta.

—Eres una hechicera mediocre, y poco poderosa... ¿Madre? Ambos creían que mi magia era sublime, y yo haré que jamás lo olvides. Ten por seguro que si me encuentras... Te mataré—amenacé muy segura, aunque por dentro moría de miedo.

—Ya veo... Tratas de provocarme. Voy a encontrarte, aunque sea lo último que haga, Alice —amenazó también.

Nelly me jaló del brazo de forma brusca, estaba lloviendo horrible. «Tal vez mis padres tenían razón, mi magia es tan grande que ya se desata sin que yo lo pida», una lluvia repentina sólo podía venir de mí, ya me había pasado antes. Aún no lograba entenderlo, no estaba usando mi varita y aun así sucedían ese tipo de cosas. Nelly se veía tensa, y molesta conmigo, arrugaba la nariz sin dejar de mirarme.

—¿Qué te sucede Nelly? Suelta mi brazo —me quejé e hice que me soltara, ella no tenía derecho a tratarme así por más enojada que estuviera.

—Alice... ¿Qué te sucede a ti? —me habló entre dientes.

—¿A mí?

—Por dios... No me mientas, han estado pasando cosas extrañas durante estos segundos, y tú finges que no sucede nada—susurró, tratando de que Aarón no escuchara.

—No sé de lo que hablas—volteé la mirada.

—No me hagas mencionarlo. William dijo que esas cosas te sucedían a menudo—al escuchar eso, supe que ese imbécil le había contado cada detalle, «estoy harta de esto, yo no pedí ser así» pensé frustrada.

El celular de Aarón estaba sonando, detuvo el auto para contestar. Nelly no paraba de verme con desprecio. Tenía que confesarle la verdad, en algún momento, pero tenía miedo de cómo reaccionaría.

—¿Es verdad lo que William me dijo? —Nelly comenzó a alzar la voz.

—Amiga... No —respondí tratando de evitar la conversación, rogando al cielo que Aarón no escuchara esto.

—No sé qué pensar sobre ti ahora.

—Nelly, por favor... —no quería tener esa discusión allí, en ese momento, pero no tenía opción.

—¡Basta chicas! No me dejan oír, no importa lo que ese idiota diga—gritó Aarón.

—Oh... Perdón —Nelly se disculpó.

Ambas nos quedamos en silencio y nos calmamos poco a poco. Dejó de llover tan de repente como había iniciado. No fue mi intención causar tanto desastre, ni siquiera me había percatado hasta que ella me hizo reaccionar. Nelly sólo exhaló con fuerza, y yo agaché la mirada; no había salida, me había descubierto, ya no podía seguir fingiendo, ¡Agh! William lo estaba arruinando todo. Siempre lo hacía.

—¿Sí dime, Tate? — Aarón no se dio cuenta, pero debido al silencio en el auto su conversación podía escucharse.

—¿Qué te pasa amigo? Vas tarde... —se quejó. Nelly se sentó detrás de su asiento para escuchar un poco, al principio creí que se trataba de su novia, pero esa voz... Era de un hombre.

—Lo siento, de verdad... Es que tuve algo que hacer, pero ya voy para allá.

— ¿Algo que hacer? Espero que valga la pena, entonces... dime, ¿A quién conociste? ¿Es linda? —preguntó intrigado.

—¿Acaso me sigues? ¿Cómo sabes que conocí a alguien? —Aarón se carcajeó al responderle.

—Bueno, si algo es más importante que tu mejor amigo, debe ser una chica, y es obvio que esta chica no es Beth. Además, gritaste ¡Chicas! ¿Son 2? —la voz en el teléfono empezó a reír.

—Nada es más importante que tú amigo, ni Beth, y lo sabes —Aarón también rio, pero un poco apenado.

—¿La viste hoy? Dime, ¿arreglaron las cosas? —se tornó serio.

—No exactamente, las cosas no salieron nada bien, ella está más molesta... Me llamó hace poco, pero no la he visto.

—Ya te lo dije, no creo que ella sea la persona indicada para ti. ¿Por qué no la dejas de una vez? —interrumpió.

—Hace mucho que yo creo lo mismo...—suspiró. —Lo he pensado bastante.

—¿Y entonces? ¿Por qué no la dejas? ¿Qué es lo que necesitas para entenderlo?

—Porque no soy ese tipo de persona, si se lo digo será en persona —Aarón se recargó en el asiento.

—Aarón ven para acá, estoy afuera de tu casa, así podremos hablar mejor, hay un par de cosas que quiero decirte.

—No creo que pueda ir ahora, Tate, tengo que llevar... —se quedó callado un momento.

—¿Con quién estás, Aarón? —preguntó burlón.

—Adiós, amigo... —comenzó a reír.

—Está bien, puedo esperarte. ¡Diviértete! —se despidió entusiasmado.

Aarón colgó su celular, sonrió, y siguió conduciendo con esa gran sonrisa en su rostro. Después de oír la conversación me animé un poco al saber que Aarón terminaría su relación, ya que después de todo...sí era un chico lindo, tenía que admitirlo. Me motivó para intentarlo al menos. Olvidarme del pasado. Cambiar las cosas.

—Alice, ¿cantarás conmigo? —preguntó Aarón, iniciando conversación de nuevo con nosotras.

—Alice, por favor hazlo, por él—suplicó Nelly.

—No sé si sea una buena idea. Hace mucho tiempo que no lo hago.

—Pero, ¿puedes intentarlo? —Nelly volvía a comportarse muy insistente.

—Oye Nelly, no la presiones, si ella no quiere hacerlo...

—Ella sí quiere —interrumpió.

—No la veo muy convencida. —Aarón volteó a verme.

—Aarón, de verdad lo lamento, me gustaría ayudarte, pero no creo ser la persona correcta para eso—respondí finalmente.

—¿Por qué no? —preguntó intrigado.

—Porque ni siquiera te conozco bien... Se siente incómodo.

—Tengo veintidós años. Mi padre me adoptó, bueno... Ese tema es complicado, más bien me encontró —se veía tenso, así que decidí no preguntar al respecto. —Actualmente vivo solo. Y mi pasión es la música. Me he concentrado mucho en mis estudios porque quiero llegar a ser un gran doctor, y así ayudar a muchas personas, por eso no dedico por completo mi tiempo a la música, por cierto... Mi mejor amigo se llama Tate, él me apoya siempre, y nos conocemos desde hace años, si quieres saber dónde vivo y mis datos, te los daré todos y bueno... Cualquier cosa que necesites saber puedo decírtela. Puedo ser un extraño ahora, pero eso puede cambiar con el tiempo.

— Wow... —exclamó Nelly formando una "o" con sus labios debido al asombro que le causó la respuesta tan directa de Aarón.

—No creí que fueras a hacer eso —agaché la mirada, sonrojada.

Él volvió a conducir el auto. Ya faltaban pocas cuadras para llegar a casa. Sentí alivio al ver que era totalmente inofensivo, así que después de tanta insistencia, decidí aceptar, sin rodeos, ni pena.

—Lo haré, pero sólo esta vez, todavía estoy agradecida contigo por lo que hiciste esta tarde, pero quiero que me prometas que esto no traerá problemas en tu relación —le sonreí.

—Sabía que ibas a aceptar—Nelly gritó emocionada y me abrazó.

—No esperaba eso, pero...—empezó a reír. —Es un trato. No habrá problemas.

Comencé a buscar dentro del bolso de Nelly, ella creía que era el centro de atención en todo momento, y por eso llevaba consigo siempre una libreta de notas —por si durante el día le pasaba algo espectacular—, con un lapicero color rosa, su color favorito. Escribí mi número de teléfono en una hoja en blanco, la arranqué y la dejé justo en el asiento de adelante, Nelly sólo me estaba sonriendo muy emocionada y satisfecha.

Lo mejor de todo era que Nelly ya se había olvidado de lo que William le contó y me sentí aún más aliviada. Llegamos a casa y salimos del auto. Me sentía bien, pero al mismo tiempo estaba asustada, no tenía planeado cambiar las cosas de esta forma.

—Adiós, Aarón... Gracias por traernos— agradeció Nelly tras bajar del coche.

—Adiós, Nelly. Y... Alice, nos vemos —se despidió agitando su mano con suavidad.

—Sí.

Entramos a casa, y él se fue. Nelly y yo nos sentamos en el sofá. No deja de hablar sobre Aarón, parecía que había visto una maravilla o un milagro, de esos que no suceden todos los días. Era gracioso y agradable verla tan feliz.

—Alice, es genial... No debes dejarlo ir —amenazó bromeando.

—Yo sé lo que debo y no debo hacer— contesté entre risas.

—Le acabas de decir que sí... ¿Acaso no pasaste una noche increíble? Es el primer hombre que conozco que no te buscó para acostarse contigo. Y fue sincero, te dijo muchas cosas sobre él —se recostó en el sillón.

—Sí, pero no deja de ser un extraño —contesté entre dientes. Me negaba a creer tanta perfección.

—Bueno, canta con él, sean amigos y conócelo, no te hará daño —sonrió confiada.

Ay... Esa sonrisa. No sabía cómo negarle las cosas a mi mejor amiga. Ella tenía razón, sólo que en ocasiones no me gustaba admitirlo.

—Está bien —respondí, tratando de no sonrojarme. —Lo haré.

—Perfecto... —aplaudió despacio irradiando emoción.

—Estás loca, Nelly—me recargué en el sillón, riendo.

—De remate —se rio conmigo—, pero Alice... No terminamos de hablar, necesito saber ¿Qué está sucediendo? —volvió a ponerse seria mientras se recargaba a mi lado.

De nueva cuenta había tensión. Agaché la mirada, y volví a sentirme avergonzada. Me quedé en silencio durante varios segundos, ella me declaró culpable enseguida, por haberle mentido, y se fue corriendo a su habitación, sin siquiera dejarme pensar las cosas, las palabras exactas.

—Nelly... ¡No te molestes! Déjame explicártelo—grité. —Agh... Nelly.

¿Cómo pasan las cosas de estar bien a estar mal en un segundo? Pensé en dejar de hablar, para no molestarla más y esperar a que se calmara, o hacer que se olvidara del asunto con magia. «Olvídalo» pensé instantáneamente, sólo empeoraría las cosas seguir mintiendo. ¿Cómo fue que se dio cuenta? ¿Por qué tuvo que escuchar a William? ¿Por qué tuvo que enterarse así? Me golpeé en la cabeza con la palma de mi mano.

Entré a mi habitación y fui directo a la cama, había sido un día interesante. Estaba acostada pensando en cómo arreglar las cosas con Nelly, y recordando que la noche anterior había tomado mi varita, quedándome dormida con ella. ¡Demonios! Estaba sobre mi cama, pero mi cuarto estaba hecho un completo desastre. Comencé a buscarla desesperadamente; aventaba las sábanas al suelo, incluso miré debajo de la cama, pero no había nada. Nelly soltó un grito. Salí corriendo a buscarla, ella estaba en el suelo de su habitación con miedo, señalando a mi varita que estaba tirada frente a ella.

—¡Esa cosa brilló! —señaló aterrada mientras se cubría el rostro.

—Es mi... varita—suspiré. Ahora sí había terminado la mentira.

—No puedo creerlo, me mentiste tanto tiempo, Alice—comenzó a llorar.

—Nelly... Lo siento mucho —me acerqué para abrazarla. — Tengo mucho miedo.

—¿Miedo? ¿Cómo crees que me siento yo? —gritó.

—No te alteres, por favor, Nelly. Discúlpame, te lo suplico.

Al final, pude tranquilizarla, y explicarle con calma mientras bebíamos un café en la cocina, le dije todo lo que había sucedido, y la razón por la cual no quise contarle. Después de tanto llorar, comprendió que tuve miedo de ser traicionada. Ella me perdonó por haberlo ocultado, ahora estaba molesta con William por todo lo que me hizo, no dejaba de insultarlo.

Me devolvió mi varita y pidió una disculpa por su comportamiento, también dejó de hacerme preguntas. Ambas volvimos a nuestros cuartos. Ahora sólo esperaba que Nelly no intentara sacarle provecho a mi magia, sería el colmo.

Escuché mi teléfono sonar, estaba vibrando sobre mi cama. «¿Me quedé dormida?» Últimamente tenía insomnio, solía confundirme entre la realidad y mis sueños. Agarré mi celular, llamaba un número desconocido. «¿Será él?» pensé.

—¡Hola! —contesté.

—¿Alice? ¿Eres tú? —escuché la dulce voz de Aarón. Inmediatamente sonreí.

—Claro, es sólo que acabo de despertar—respondí, tratando de disimular mi emoción.

—Espero no molestarte. Quisiera verte para hablar sobre la canción. ¿Tienes tiempo?

—¿Verme? ¡Claro! —no lo dudé.

—Genial. Entonces pasaré por ti en...

—Dos horas —miré el reloj, eran las 10:30 am.

—¡Perfecto! Gracias, Alice, me estás ayudando mucho al aceptar.

—Tú me ayudaste más. Todavía no sé cómo agradecerlo.

Sentí una especie de emoción repentina y extraña, un raro cosquilleo en mi estómago. Colgué y sonreí. Fui a bañarme, y cambiarme. Decidí ponerme un hermoso vestido azul que no me ponía en mucho tiempo, me maquillé un poco. Ese día me sentía realmente bonita. Era tan difícil de creer, pero estaba emocionada, y no podía explicármelo... Me veía completamente diferente en el espejo, me veía feliz.

Abrí las cortinas de mi cuarto y ahí estaba, la luz del sol que tanto me gustaba ver cada día, iluminando mi habitación después de despertar. Salí a la cocina y me encontré con Nelly, ella me miraba extrañada y asombrada, de inmediato me sonrió.

—¡Vas a ir con él! —anunció emocionada. —Te ves hermosa, Alice.

—Esperaba que no me dijeras nada... —volteé la mirada.

—¿Lo harás? ¿Cierto? ¡¿Saldrás con él?! —sonreía y abría cada vez más sus ojos.

—Tranquila, no debe tardar en llegar —murmuré pidiéndole que guardara silencio.

Se escuchó el timbre. Por alguna razón me sentía emocionada, quería abrir la puerta, pero tampoco quería hacerlo, estaba demasiado nerviosa. Era tan difícil controlar la avalancha de emociones que a veces me llenaban. Nelly sólo me miraba amenazante. Definitivamente debía abrir la puerta o me las vería con ella. Comencé a abrir la puerta lentamente. William estaba parado ahí. «Un error, otra vez».

—Ayer me colgaste, eso fue muy grosero. ¿Me invitas a pasar? —dijo. Levantando una ceja, con una actitud arrogante.

—Lamento haberte colgado, William, pero... —comencé a cerrar la puerta poco a poco.

—Alice, quiero que vayas conmigo, cuando yo te lo ordene, ayer me dejaste en vergüenza. Fue tu culpa, y si vuelves a hacerlo, voy a revelar tu secreto —amenazó, acercándose más para entrar.

William... ¿Por qué se lo había dicho a él y no a mi mejor amiga? Ahora tenía que ayudarlo para que no esparciera mis secretos. Lo peor es que no podía decirle nada, me quedaba sin palabras cada vez que se paraba frente a mí.

— Bien, perdón William, no volverá a suceder—agaché la mirada.

—Entonces... Déjame entrar—empujó la puerta.

Apreté los dientes tratando de contener mi enojo y desesperación. De pronto, un auto se paró enfrente de la casa. Bajó la ventanilla, era Aarón. Era cierto lo que Nelly dijo: William merecía una lección, algo que lo hiciera sufrir como él a mí, así que salí y cerré la puerta detrás de mí. Estaba decidida. Él no volvería a utilizar mi magia, bajo ninguna circunstancia, sin importar a cuántas personas les diga mi secreto, eso debía terminar. Me acerqué a William y resoplé burlonamente.

—Tú no puedes amenazarme, y será mejor que no te metas conmigo, porque yo tengo la magia y puedo usarla en tu contra. Se acabó William, no te ayudaré más.

Él me miró confundido y molesto, era una furia inexplicable que le enmarcaba el rostro. Caminé hacia el auto de Aarón con confianza y me subí, diciéndole adiós a ese horrible pasado. Me sentí satisfecha como nunca antes en mi vida. Por primera vez me había enfrentado a él y fue increíble, no pudo decir nada más, sólo se quedó observando. Debí haber hecho eso hace mucho tiempo atrás.

—Ese chico no deja de acosarte. ¿Es tu novio? —preguntó Aarón.

— ¿Juegas? No, y espero no volver a verlo—subí el vidrio de la ventanilla del auto.

—Parece que no le agrado, puedo ayudarte si necesitas huir de él —encendió el auto mientras miraba a William con desprecio. —Y dime... ¿Estás lista? —y al voltear a verme sonrió y arrancó el auto.

— ¡Claro! Llévame a donde sea, pero lejos de aquí.

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