Locura


Todo se veía borroso a mi alrededor, podía sentir mi cuerpo recostado sobre una cama y entre comenzando a parpadear, mi vista se recuperaba, este era un lugar que ya había visto con anterioridad, pero... ¿Qué hago aquí?

—Qué bueno que estás despierta, Alice— escuché la voz de Dylan, me reincorporé lentamente para conseguir sentarme.

—¿Qué está sucediendo? —En ese momento logré percatarme de que mi torso estaba adolorido, todo empezaba a aclararse en mi mente, me recargué con cuidado en la cabecera de la cama.

Me quedé observándolo mientras se acercaba a mí, él venía decidido a tocarme la cabeza. ¡Claro! Todo esto sucedió.

—No me toques —lo detuve.

—Alice...

—Tú fuiste en mi contra, dejaste que ella hiciera lo suyo otra vez. ¿O no? Yo te salvé la vida, Dylan —estaba furiosa, me quité las cobijas de encima, quería salir de esa habitación lo más pronto posible.

—Tienes que escucharme— tocó mi hombro, manteniendo la mirada fija en mí—no voy a hacerte daño.

—¡Dije que no me toques! —le grité. —Hiciste todo lo que debías, está bien, lo dijiste, ibas a protegerla sin importar nada, pero llegaste demasiado lejos... —golpeé su pecho repetidas veces mientras hablaba.

—Basta. ¡Tienes que reaccionar! —gritó él también, sosteniendo mis brazos.

—Eres tú quien debe reaccionar, jamás voy a perdonarte.

—Alice... No fuimos nosotros quienes te hicimos esto. Fue tu querido Aarón.

—¡Suéltame ya! —gruñí.

—¿No lo recuerdas bien? Él hizo esto—bajó mis brazos, y me soltó. —¿No lo pensaste, Alice? Ya no tienes fuerza, ni rapidez, si se tratara de nosotros podrías pelear sin ningún problema. Si estás aquí es por su culpa.

Dylan tenía razón, mi cuerpo entero ardía, y durante esa pelea absurda fui incapaz de hacerles cualquier daño, no podía correr, mis golpes tampoco sirvieron, y por alguna extraña razón mi magia volvió a descontrolarse.

Algo sucedió, ellos aún no me atacaban cuando sentí mi corazón latir. Sin embargo... Aarón, él no me golpeó. No era culpa suya.

Me toqué el pecho, confirmando que mi corazón continuaba latiendo.

—Alice, ya no eres un vampiro.

¿Era verdad?

¿Por eso no me pude defender? ¿Cómo pude ser tan tonta como para no darme cuenta?

Sentí tanto coraje que lo golpeé en el hombro, pidiéndole que se alejara una vez más. Pero él gritó enfurecido, sacudiendo ambos brazos, y me miró con desprecio.

—Deberías aprender a controlarte. No eres la única que está cansada.

La luz de la luna me permitía ver sus brazos, de nuevo se había vendado el tatuaje. Pero el resto de sus brazos permanecieron heridos por mis quemaduras.

¿Mi magia es tan fuerte? Debería estar como si nada después de eso, los vampiros sanan de una manera rápida y efectiva.

Estaba apenada, y sabía que no debía de estarlo.

¿Sentir compasión por él? «Por favor, Alice, no son más que simples desconocidos ahora».

—¿Entonces...? Si estás tan cansado acaba con esto. No me traigas a dormir a tu habitación como una doncella en apuros. ¡Si vas a matarme hazlo! —Le grité al final.

—No voy a matarte. Al contrario, te ayudaré. Escúchame un segundo al menos—se acercó más a mí—te estamos protegiendo.

—¿Ayudarme? ¿Por qué intentas convencerme de que Aarón es un peligro? ¿Cómo protegerías a alguien que estás atacando?

—Lo es, aunque no quieras aceptarlo.

Sentí un golpe fuerte en mi estómago, que me hizo reaccionar inmediatamente, sentí otro, y después otro. Dylan no me estaba tocando, él se alejó, y simplemente se me quedó viendo.

—¡¿Qué es esto?! ¡Detente! —dije entre dientes, apretando el cuerpo entero, tratando de aguantar el dolor.

—No soy yo—respondió en voz baja. Di un grito tan fuerte que algunos objetos dentro de la habitación comenzaron a caer al suelo.

Dylan salió corriendo, dejándome sola una vez más. Todo se sentía como si me siguieran dañando de alguna manera, a pesar de que ya nadie estaba cerca de mí.

¿Qué demonios es esto?

«No sé lo que me hicieron, pero estoy segura de que esto no es obra de Aarón» pensé.

Me propuse a levantarme, apoyé mis pies sobre el suelo, pero al dar el primer paso, caí abruptamente contra el piso. No podía ni sostenerme, mi cuerpo entero sufría.

Comencé a llorar.

Si lo que dijo él era cierto, y ya no soy un vampiro, Entonces... ¿Qué soy? ¿Volví a la normalidad? ¿Aarón me hizo mortal de nuevo? ¿Es posible?

Aún así, sigue sin ser peligroso. Si ellos no van a matarme, no hay de qué preocuparse.

Todo sonaba ilógico, el porqué estaba aquí, específicamente en el cuarto de Dylan, si realmente me estaban protegiendo. ¿Por qué me meterían aquí? Alguien que te protege no te agrede. «Nada tiene sentido».

Me quedé sola, pero debido a mi debilidad ahora estaba en desventaja, ni siquiera valía la pena intentar huir. « ¿Para qué? Si tardaré más en salir de la mansión que ellos en traerme de regreso ».

Me arrastré poco a poco hasta el balcón.

¿Qué tan loco sería lanzarme? Quizá así comprobaría si realmente dejé de ser inmortal.

Vamos, Alice, sólo reconoce que esta vez lo perdiste todo. ¿Qué importa lo que hagan contigo? Incluso si te matan, eso suena bien.

—¿Qué estás tratando de hacer, Alice? —Oí su voz, acercándose a mí.

—¿Cómo puedo continuar viva después de lo que sucedió?— le pregunté en voz baja.

—¿Crees que no sé controlarme, Alice? Sólo iba a beber la sangre necesaria hasta que perdieras tus fuerzas y llegaras al punto de desmayarte, no fue tan complicado—se rio ligeramente.

—¿Por qué? ¡¿Qué hice tan mal para ganarme su odio?! Incluso los defendí, ahora... ¿Qué quieres que haga? ¿Cuál es el punto de tenerme aquí? ¿Vas a convertirme en tu esclava o algo así? No comprendo.

—Lo único que tienes que hacer es recostarte y descansar, no te cuestiones demasiadas cosas. Aarón está bien, puedo asegurarlo, y es todo lo que debes saber. No morirás aquí, Alice.

—¿Me dejarás ir? ¿Cuánto tiempo estaré aquí?

—El necesario. Hazme caso, Alice, puedes dormir confiada, estás a salvo.

Dylan se había parado a mi lado, justo en ese momento escuché a alguien más entrar.

—Alice... —esa persona se acercaba a mí.

—¿Fer? —fruncí el ceño.

—¿Qué estás haciendo aquí? No es posible... —esa era mi esperanza, pensé.

—¿Ustedes se conocen? —dijo Dylan, sorprendido desde el balcón.

Sí, Fer estaba ahí, pero Dylan se mantuvo tranquilo. ¿No debería reaccionar distinto? Por lo que sabía, ellos no eran nada cercanos, ni siquiera se agradaban... Fer no debería estar aquí.

Él se arrodilló frente a mí, mirándome con tranquilidad.

—¿No vas a ayudarme? —le pregunté en voz baja. No tenía sentido nada de esto, Fer no podría entrar aquí, lo matarían en el primer intento. Entonces ¿por qué? —Estás de su lado. —lo miré desconcertada, casi afirmando mis palabras.

—Ha estado así de insoportable desde que despertó—dijo Dylan.

—No puedo creerlo, ¡¿Sabes por todo lo que he tenido que pasar?! —le grité.

Intentó tocar mi rostro. ¡¿Por qué siempre hacen eso para explicarme las cosas?! Me exalté y aventé sus manos, estaba demasiado enojada.

Fui capaz de tantas cosas, pero evidentemente él no haría lo mismo por mí.

¡Qué tonta! Todo esto, me sucedió por querer ayudar a los demás.

—¿Tú la enviaste aquí? —Dylan comenzó a reír. —Sabes que estás yendo en contra de algo. ¿Cómo te atreves? —Lo lanzó bruscamente contra la pared.

—Yo no vine a pelear —Fer lo alejó manteniendo la calma.

—No puedes escapar de esto, no importa cuanto lo intentes—lo señaló de forma amenazante— imagina lo que pasará cuando Beth se entere de esto. Tú... querías perjudicarla.

—Basta... —Fer respondió, tratando de calmarlo.

—Y aprovechaste esta situación para que Alice te vengara. ¿O me equivoco? Si quieres matarla hazlo tú mismo— lo agarró del cuello.

—Si pudiera hacerlo yo mismo, desde hace mucho estaría muerta —dijo entre dientes. Se soltó y volvió frente a mí— Alice...

—Ni se te ocurra volver a tocarme. Los dos son unos imbéciles—intercambié mirada con ambos. —¿Sabes, Dylan? No debería importar si él me envió aquí o no. Decidí que no me vengaré por él.

—Estoy harto— Dylan suspiró con molestia, alejándose de nosotros— has sido el peor sirviente de Beth. No te extrañaba para nada.

—No me importa. Alice, te ayudaré a levantarte.

—No quiero—lo detuve—no aceptaré nada que venga de ti. —Fer se quedó viendo hacia mis manos que estaban empujándolo. Una luz salía de ahí, era potente, ni siquiera lograba ver mis dedos con claridad.

—Creí que habías resuelto ese problema... —me habló en voz baja.

—¡Espera! ¿C-cómo es que no te hace daño? —Dylan preguntó.

—No te interesa— Fer respondió alzando la voz. —Alice... —no le quité las manos de encima, sentía desprecio hacia él con tan sólo verlo a los ojos. Pero él se mantuvo viéndome fijamente—¿No tienes sueño? —me preguntó, sonriendo ligeramente.

«No puede ser, caí en su trampa». Tardé en darme cuenta de que me estaba hipnotizando.

Mi magia no le afectaba porque tiempo atrás, él me había hipnotizado pidiendo que no le hiciera más daño con ella.

¿Él es inmune a mis poderes? Demonios, sólo me hacía falta esto, Fer sabe controlarme.

—Deja de tratarme como una niña —comencé a sentir sueño, me resigné y simplemente bajé los brazos.

—Deja de comportarte como una... —Fer me sonrió, satisfecho de haberse salido con la suya una vez más, y me abrazó, haciendo que recargara mi cabeza sobre su pecho.

—De verdad te odio... —el sueño me vencía, quería dormir, así que le hablé en voz baja.

Escuché un golpe muy fuerte. ¿Desperté? Sólo podía ver frente a mí una sábana cubriéndome. Al mirar hacia un lado noté que alguien estaba abrazándome, podía ver su torso, esa misma persona sostenía mi cabeza, impidiendo que pudiera quitarme eso de encima.

No entendía por qué me estaba cubriendo, tampoco sabía qué había sido ese ruido tan fuerte que me despertó.

—Ni se te ocurra acercarte, no mereces ni verla a la cara después de lo que hiciste—oí la voz de Fer, retumbando sobre su pecho. Era él quien me abrazaba.

—Sabes que no puedes protegerla —escuché a Dylan.

—Ella no me necesita, no es como Beth, que necesita un montón de sirvientes para protegerse. Y por supuesto, a su mascota— se burló.

—Eres un...

—Imbécil, sí, lo sé. ¿De otro modo que estaría haciendo aquí? ¿Sabes qué, Dylan? Deberías ir a pedirle que se deshaga de mí—Fer terminó su frase con sarcasmo. Como si lo estuviera retando a hacer algo que no puede—oh, es cierto... me necesitan—se carcajeó.

—¿Sabes en qué la metiste? Es tu culpa que ella esté así.

—No, no es así. Fuiste tú, mi querido amigo, quien decidió seguir órdenes y acabar con los planes de esta pobre hechicera.

—No me llames amigo.

—¿Tú la llamaste amiga?

—¿Es tu amiga?

—Sí, lo es. No sé qué es lo que están planeando hacerle, pero ten por seguro, que no la abandonaré, yo no voy a darle la espalda como lo hiciste tú.

—¿Qué vas a hacer cuando peleen? No podrás mantener esa fidelidad de la que tanto presumes.

—¿Tienen que enfrentarse? Se supone que Alice está con ustedes. Además, tú sabes que no tengo opción cuando se trata de Beth. Yo no soy como tú, Dylan, yo no quiero ayudar a Beth, pero ella me metió en este maldito problema.

—Deberías tener más cuidado con lo que dices.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo de que diga demasiado?

—¿Sabes lo que pasa cuando dices secretos? A Beth no le gustan los chismosos.

—Sí, tienes razón, a mí tampoco me gustan. Pero, Dylan... —Fer me quitó la sábana de encima, Dylan estaba parado a un lado de la cama, ni siquiera había notado que yo lo estaba viendo, se mantuvo centrado en su discusión con Fer. «¿Qué está planeando? Fer lleva toda la charla vacilando»—¿Quieres contarnos por qué tienes a Alice encerrada aquí? Me pregunto... ¿Qué hará Beth contigo si nos dices?

Fer le sonrió, pude ver cómo los ojos de Dylan, se encendieron, tornándose completamente blancos por un segundo, y casi inmediatamente, volvieron a la normalidad, como si estuviera...

¡Claro! ¡Eso es! Fer logró hipnotizarlo.

Rápidamente me senté sobre la cama, esperando que el plan de Fer, hubiese funcionado.

Necesitaba respuestas, y Dylan era la persona más indicada para decírmelas.

¡Qué gran plan! Jamás lo hubiera pensado.

Juzgué mal a Fer, ahora me sentía avergonzada de haber pensado que me había traicionado.

—Ella... —Dylan empezó a hablar. —No puede salir de aquí hasta después de la revisión.

—¿Por qué? Vamos, Dylan, dime un poco más.

—Porque pondrá en riesgo su vida.

—¿En riesgo? ¿Crees que no es capaz de defenderse?

—Alan y Anthony... vendrán esta vez.

—No juegues—emitió una risita nerviosa. —Aunque ella sea una hechicera no es de su interés. No es necesario ocultarla. ¿Para qué la querrían?

—Yo tampoco lo sé. Pero quiero que sobreviva.

—¿De verdad la aprecias? Creí que eran puras mentiras.

—¡Claro que sí, idiota! Quiero que esté bien.

—No dudarías en hacerle daño si Beth te lo pide.

—Estamos en deuda con ella, sabes que no rompemos con nuestra palabra.

—Pero... No podrá sobrevivir aquí adentro por tanto tiempo. No siendo una mortal. —Fer se levantó de la cama. Dirigiéndose a Dylan, —¿Qué fue lo que le hicieron?

—No fuimos nosotros. Aarón es quien tiene esos poderes.

—Espera... ¡¿Qué?! ¿Aarón la convirtió? ¿D-dónde está él? —Comenzó a tartamudear.

—Lo llevaremos con nosotros. Por favor. —Dylan parecía suplicar con la mirada —Detente.

—Puedes volver a la normalidad —Fer se detuvo.

—No me vuelvas a hacer eso.

Dylan, le golpeó el estómago a Fer, con tanta fuerza que él chocó contra el techo de la habitación y cayó al suelo. Después ambos salieron de ahí, ignorando mi presencia por completo.

Dejaron la puerta entreabierta. Podía escucharlos gritarse, pero sólo lograba distinguir insultos.

Me quedé observando la puerta, después de oír eso sentí miedo.

Dylan quería protegerme, ¿Podría mentir siendo hipnotizado? No sabía de quienes hablaban, pero, si estas personas me encontraban... ¿Me matarían? ¿Por qué?

Tantas preguntas corrían por mi cabeza que comenzaba a ponerme ansiosa, mis manos estaban temblorosas.

¿En serio lo dejó porque suplicó? Tal vez había algo más importante que debía saber, pero él no dejó que Dylan continuara. Eso sólo me hizo pensar que se trataba de algo malo.

Dylan volvió solo. No me moví, sólo lo miré sentarse a mi lado sobre la cama.

—Lo siento mucho, Alice.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Lo intenté, pero no dejabas que te hablara... Alice, yo sé que te sientes traicionada, sólo te pido que confíes en mí.

—No puedo. Me traicionarías por ella, lo has dicho.

—No te haremos más daño. Nos salvaste.

—¿No? ¿Y qué fue eso? Es decir... La dejaste atacarme. Dices que quieren protegerme. ¿Era necesario hacerme esto?

—¿Hubieras aceptado si te lo pedíamos amablemente? Estás a la defensiva, Alice. Jamás lo entenderías. Tu odio hacia Beth, no te permite ver más allá.

—Te equivocas, sabes que siempre confíe en ti. Si tú lo hubieras dicho te creería. Además, ella es quien no deja de meterse conmigo. ¿Te has cuestionado quién odia a quién?

—Sé que estás molesta por lo de Michael, pero, aún así... Yo te puedo asegurar que Beth no volverá a atacarte.

—No lo sabes. ¿Cómo sabes que no te oculta algo? ¿No temes que ella te traicione también? Quizá quiere que pienses eso.

—Alice, no seas ridícula. Es cuestión de palabra. Tú vives aquí, no somos enemigos. Somos como... una familia, pero con demasiados problemas.

—Por favor,—volteé los ojos— no me des ese discurso barato. Si realmente quieres ayudarme, entonces pregúntale a tu novia directamente ¿Qué es lo que está planeando? Ten valor para enfrentarla a ella, es tu debilidad y todos lo ven. Incluso ese hombre que te llamó "llave". ¿Tampoco me dirás eso? Merezco respuestas, les ayudé ciegamente.

—Perdóname, no puedo decírtelo —le di una cachetada.

—Entonces, no digas que te interesa mantenerme a salvo. Debe haber algo más. Si no me lo dirás prefiero que no me hables. Voy a permanecer aquí, pero no es por ti, es para protegerme de estas personas que no dejan de mencionar. ¿Al menos puedo saber cuánto tiempo esperaré?

—Aproximadamente una semana.

—¿Qué? Estás jugando, ¿cierto?

—Será mejor que te pongas cómoda, estoy a tus órdenes mientras tanto.

—No sé cómo puedes ser tan cínico. Como sea, tráeme a Fer, y desaparece de mi vista el mayor tiempo posible. Estas son mis órdenes.

Dylan se levantó de la cama, con el rostro lleno de molestia y se dirigió hacia afuera. A los pocos segundos, Fer estaba de vuelta conmigo. Probablemente él sería la única persona en quien podría confiar.

«Él siempre fue muy listo, me ayudará».

—¿Cómo supiste que desperté?

—Moviste tu mano, no soy adivino, Alice.

—Debí suponerlo—ambos reímos un poco.

—Resiste, averiguaré lo que está pasando.

—Fer, ¿por qué me enviaste? Querías que salvara a tu novia, pero... ¿Por qué no lo hiciste tú? Eres más poderoso que yo, mira lo que acabas de hacer con Dylan, podrías hacerlo con Beth y terminar con todo esto.

—No es así... Alice, yo soy su sirviente.

—¿Qué tiene que ver eso?

—¿Sabes por qué seduce a tantos hombres? ¿Te lo cuestionaste?

—Le divierte jugar con ellos, y bebe de su sangre después.

—Tienes una versión equivocada.

—Si sabías la verdad pudiste decírmela desde hace mucho, ¿Por qué esperas hasta ahora?

—No es fácil hablar cuando ella te amenaza. ¿Comprendes eso? Ella me mordió, soy su sirviente, pero es una obligación.

—¿Qué? No comprendo.

—No sé cómo lo hace, pero quienes fuimos convertidos por ella, no podemos dañarla ni traicionarla de ninguna manera, algunos ya lo han intentado, es prácticamente imposible. Si ella está en peligro, nuestros cuerpos actúan involuntariamente para ir a defenderla. Es por eso que no busqué venganza, mi poder no sirve con ella, ni siquiera puedo atacarla. Por eso siempre hay hombres distintos con ella, Aarón iba a ser uno de ellos. Dime que no lo mordió ella, me preocupa que quede atrapado como yo.

—Fui yo. Pero... —me quedé pensando en Michael, él si fue mordido por Beth.

—¿Qué sucede?

—No importa. Ayúdame a salir de aquí cuanto antes.

—Cuenta con eso.

Comencé a preguntarme muchas cosas, pero eran las mismas de siempre, era inevitable... ¿Cuándo saldré de aquí? ¿Qué quieren de mí?

Desde que llegué a la mansión, pasé todo el tiempo preocupándome por todo, siempre estuve en peligro, incluso ahora sigue siendo así. ¿Algún día terminará?

Fer se recostó a mi lado, invitándome a acostarme sobre su brazo.

—¿Qué haces? —le sonreí.

—Hace mucho tiempo, una chica encantadora me contó una historia... —Fer se veía confiado, y bastante cómodo.

—¿Sobre qué? —le seguí el juego.

—Ella me dijo que cuando tenía miedo, le gustaba que alguien la abrazara, porque tenía pesadillas durante la noche. También dijo que lo odiaba tanto, que esperaba no volver a dormir nunca, y me habló sobre lo agradecida que estaba de no tener que hacerlo de nuevo. Pero... ¿Sabes algo? Ella tiene que dormir de nuevo, tarde o temprano, no puedo evitarlo, pero sí puedo acompañarla —los ojos se me llenaron de lágrimas, me hizo recordar aquellos días, yo le dije todo eso. Él se mantuvo pidiéndome con un ligero movimiento de su cabeza, que me acostara a su lado. «Soy afortunada de tener a alguien como Fer» —Alice, no estás sola —acepté su invitación, y me acosté sobre su hombro, dejando que me cobijara.— Estar aquí no fue mi elección, fui obligado a venir porque el día de la revisión, suele ser peligroso para Beth. Pero me alegra estar contigo, saber que estás viva y que al menos podremos convivir un poco más.

—A veces quisiera morir.

—¿Piensas en eso a menudo?

—Quiero morir, Fer... ¿Me ayudarías con eso si te lo pidiera?

—¿Qué pasaría con Aarón? —lo que dijo me hizo suspirar.

—¿Crees que esté bien? No había pensado en él.

—No te preocupes por eso, te informaré en cuanto sepa algo.

—Fer... ¿Cuándo es esa revisión?

—Aún no lo sé, espera un poco, te prometo que ambos saldremos de aquí.

Me quedé callada, no tenía mucho qué decirle. Sólo debía ser paciente y esperar. Eran instrucciones claras y aparentemente fáciles de seguir. Quizá accediendo por completo, todo terminaría. Aunque eso fue lo que pensé en otras ocasiones.

Comencé a ver un techo blanco, el cuarto estaba iluminado, y mi cuerpo bocarriba, Fer ya no estaba a mi lado. Y la estructura del lugar no se parecía ni un poco a la mansión. Me levanté de la cama; al sentir mis pies descalzos tocando madera, me di cuenta de que estaba soñando.

No puede ser... ¿Es mi cumpleaños?

Mi mente se quedó en blanco, me movía involuntariamente, siguiendo ese repetitivo sueño como de costumbre. Jamás pude ni podré cambiar el destino de mi padre, es sólo un recuerdo. Pero es sorprendente que justo ahora sea la fecha de mi cumpleaños. No me di cuenta de que había pasado tanto tiempo. Y no creí que esto me volvería a pasar. Pero ahora, me encontraba de nuevo aquí, enfrentando mi pesadilla, viendo el rostro de mi padre, sonriéndome. Si tan sólo pudiera cambiar el diálogo de ese momento, y decirle... "Hoy quiero quedarme en casa". No lo sé, lo que fuera con tal de evitar su destino.

Una vez más, vi como esas personas lo torturaron, otra vez mi madre me golpeó en el rostro al negarle la varita.

No importa dónde esté, recordarlo reafirma que no debo buscarla, aunque eso me lleve a la muerte. No sé cómo tuve el valor de intentar contactarla cuando me sentí frustrada, incluso en este momento en el que estoy en peligro, me negaré a pedirle cualquier cosa.

Mi madre es la persona que más odio.

Creo que está muerta, ya no me ha buscado en mucho tiempo.

El recuerdo siempre termina cuando yo huyo de ella, después de eso mi vista se torna borrosa y automáticamente despierto. Ese momento estaba a punto de llegar.

Al abrir los ojos, pude escuchar la voz de Fer, él mencionaba mi nombre repetidas veces, y agitaba mi cuerpo, como si intentara hacerme despertar. Me senté, estaba exaltada, mi corazón se aceleró.

Dylan estaba en el suelo, agarrándose el brazo, con la cabeza recargada en su librero. El piso estaba encharcado de agua, había libros mojados, y el cuarto entero estaba hecho un desastre.

—¿Qué demonios pasó? —me pregunté en voz alta.

—No sé qué te pasa, eres más peligrosa con tu magia, que siendo inmortal. Creí que moriría aquí adentro, y este imbécil no hace más que disfrutar del show. —Dylan hirviendo de furia refiriéndose a Fer.

—¿Te volviste loco? No puedes morir—le respondí.

—Lo que sea que hagas, tienes que detenerlo—Dylan comenzó a recoger sus libros. —Ah, ¿En serio? —se quejó. —La mayoría de estos libros quedarán arruinados. ¡Agh! —gruñó. —¡Qué molestia! —Él se levantó, acomodándolos de vuelta en su estante.

—No sabía que te gustaba leer.

—¿Crees que es un adorno? Alice, algunos de ellos son antiguos—suspiró.

—Lo siento mucho.

—Sólo... —hizo una pausa—Arréglalo si puedes, y no vuelvas a destrozar mi habitación —Dylan golpeó el estante con su puño. —Olvídalo, conseguiré los libros de nuevo.

—Dylan...

—Déjalo—Fer interrumpió. —Es sólo un pequeño berrinchudo, molesto porque no siente ni un poco de empatía. Él cree que lo haces apropósito ¿De verdad consideraste que un idiota así podía ser tu amigo? Es un maldito egoísta.

Mi cuerpo entero tembló, le toqué las manos a Fer, el miedo me estaba invadiendo esta vez, al llorar hice bastante ruido. No era capaz ni de controlar mis lágrimas.

—¡No hacía falta que le dijeras eso! Ahora llora por tu culpa —Fer le gritó.

—No es mi problema. Encárgate tú, amigo ejemplar —Dylan respondió con indiferencia.

—Alice, no le hagas caso—subí mi mano hacia su codo, quería que dejaran de pelear, sus voces resonaban con violencia dentro de mi cabeza. Cerré los ojos con fuerza intentando escapar del dolor del sueño, de los recuerdos, de esta vida.

—Es mi cumpleaños—finalmente pude hablar entre llanto, abriendo lentamente los ojos. Fer conocía mi historia y conoció a mi padre. Entendería de lo que estaba hablando y que aquello me estaba atormentando con el peso de los años.

Se impresionó tanto que abrió más los ojos.

—¿Qué?

—Por favor, ayúdame. No quiero volver a dormir—le supliqué. Tenía estos ataques de ansiedad cada vez que despertaba tras aquel sueño, sabía cada suceso de memoria, pero seguía llorando, era una herida que no podía sanar. ¿Por qué dormí? Ya no quiero sentirme así. —¡Mátame! ¿Puedes hacerlo? Haz que pare —quería hablar más, pero mi llanto no me permitía decir las cosas, un nudo en la garganta me estaba sofocando—quiero morir... No puedo seguir con esto.

—No. ¿Perdiste la razón? Sólo fue una pesadilla. Alice—me sostuvo la cara con ambas manos. —Tu padre jamás me lo perdonaría.

—¿Qué importa eso? No está aquí —Fer, me observaba sin decir nada, azoté sus manos para que las quitara de mi rostro. ¿Por qué no quería ayudarme? Es un vampiro, mata todo el tiempo. ¿Ahora quiere hacer lo correcto?

—No puedo.

—Quítame el sueño, haz algo.

—Alice, si hiciera eso, el cansancio te agotaría, ya no eres inmortal.

—Está bien—mi rostro, empapado en lágrimas, se contrajo de enojo, lo que pedía era fácil. —No lo hagas.

Le aventé encima las cobijas, mi cuerpo entero estaba ardiendo, pero lo decidí.

No quería pasar por esto otra vez.

En el fondo sabía que incluso Aarón estaría mejor sin mí.

¿Qué más da? Todos tenemos un final. ¿Por qué yo no podría? ¿Qué me lo impide? Ya no soy inmortal, soy más libre que nunca.

Salí de la cama y corrí tan rápido como pude hacia las ventanas, abriéndolas por completo. Ambos se cubrieron, y se ocultaron entre los pocos rincones sombríos que quedaban en la habitación.

Era de día, el sol lo iluminó todo, ellos no podrían detenerme ni aunque quisieran.

«Esta vez tengo ventaja, idiotas».

¡Qué hermoso día! Espléndido, espectacular. 28 de Julio, suena como... un día perfecto para morir. ¿No era este mi destino? Esa misma fecha pude haber muerto junto a mi padre.

¿Por qué no lo pensé antes?

Sonreí.

De repente todo era brillante, y perfecto, como aquellos días que compartí con él.

No podía cambiar el pasado, pero sí el presente. En lugar de elegir un rumbo, podría no elegir ninguno.

No hacer nada... ¡Suena mejor! Es simple, Eso no me duele, me gusta.

La altura desde aquí era suficiente, eso me mataría sin dudas. Por mi mente cruzó si dolería, si sería tan rápido como lo imaginaba, pero lo deseaba tanto que no me importaba el resultado. Era emocionante igual.

Me subí al balcón, el viento acariciaba mi rostro, sin embargo, no quería mirar la caída.

Teniendo cuidado me volteé, pudiendo ver una vez más a mis queridos "amigos". Sus caras pálidas, no reflejaban otra cosa que temor.

—¿No vendrán a rescatarme? —Solté una gran carcajada.

Los dos son unos hipócritas, pero uno es más amable que el otro.

Si se exponían al sol, sólo causarían su muerte junto conmigo.

No los culpo, tienen miedo de perder su miserable vida eterna como sirvientes. Al final resultaron ser más cobardes que yo.

¿A quién le importan esos malditos libros? Mi historia termina aquí. Soy igual de reemplazable que esos libros. Dylan y Fer, son aún más reemplazables que yo.

El aire golpeando mi rostro era fresco, como la sangre corriendo desenfrenada por mis venas.

Nunca logré controlar mis poderes, pero mis poderes no me controlarán jamás, es la única y mejor solución.

—Alice... Ven aquí —Fer comenzó a hablar.

—No caeré de nuevo en tu trampa —volteé la mirada hacia Dylan, evitando que Fer intentara hipnotizarme—los veré pronto, en el infierno, sí es que existe.

Me despedí con la mano, y di un paso hacia atrás.

No había forma de arrepentirme por esto, mi cuerpo estaba cayendo velozmente. Cerré los ojos, emitiendo en mis propios pensamientos una disculpa hacia Aarón, la persona que amé, y me amó también.

No lograría mi cometido si saliera a buscarte. Por favor, huye mientras puedas.

Perdóname.

Golpeé contra el suelo, no sentía nada, ni un poquito de dolor.

«Este es mi final feliz».

Vive bien, sólo quiero que vivas bien.

Cerré los ojos. Estoy a punto de morir, y estoy emocionada por eso. 

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